Mientras no estabas

-Señora, han regresado.

La Diosa suspiró temerosa, intentaba descifrar las expresiones del guardia para anticipar el resultado, pero fue inútil.

-El señor Solo demanda una audiencia con usted y el resto de los altos mandos.

Saori asintió.








Julian e Hilda ingresaron a la Cámara del Patriarca acompañados de Sailor Cosmos. Sus respectivos escuadrones aguardaban afuera.

-¿Y bien?- espetó Nephrite impaciente por saber el resultado de la misión. Aunque la cara del señor Solo no le daba ninguna esperanza.

-Tuvimos un problema...

Saori palideció temiendo lo peor.

-No se logró el objetivo, ¿cierto?- añadió Shion antes de que Julian pudiera continuar.

-No estábamos preparados para eso.

-Ve al grano, Solo.- ordenó Zoisite, víctima del suspenso.

-Hades.

Jadeite, quien realmente no estaba prestando atención, dirigió su mirada al Dios de los Mares, incorporándose en su lugar.

-¿Qué?

Los pares de ojos presentes se posaron sobre Julian, demandando inmediatamente una explicación.

-No hemos hallado rastro de él, ¿cómo es posible?- inquirió Shion, intentando conservar la calma, aunque no lo logró.

Julian suspiró, no había forma sencilla de decirlo.

-Andrómeda.

Shion lucía decepcionado y Saori horrorizada. Sailor Cosmos miraba estupefacta al Dios de los Mares, inmediatamente volteó a ver al Patriarca. El Consejo Galáctico intercambiaba miradas, aunque tratando de evitar a Jadeite. El rubio no podía evitar erguirse orgulloso en su asiento; no estaba feliz, aquello era una catástrofe después de todo, pero una pequeña sonrisa de satisfacción se asomaba en sus labios.

-Vaya, vaya, vaya...- comentó sarcástico.

Hilda frunció el ceño ante las reacciones de sus colegas.

-¿Nos perdimos de algo?- inquirió la comandante de los Dioses Guerreros.

-Nada que importe ya.- respondió Jadeite.

-Tus Caballeros de Bronce estaban con él cuando sucedió.- agregó Julian, dirigiéndose a Saori. -Están afuera, por si deseas interrogarlos.

-Quizás sea lo mejor.








A la pandilla se le pidió un recuento detallado de los hechos. Sin embargo, este corrió por parte de Pegaso y Dragón nada más, Hyoga e Ikki permanecieron callados, aún intentaban digerir lo acababa de suceder.

-Seiya nos dijo que retrocedieramos, luego Shun dejó de gritar y entonces Hades tomó el control.- explicó Shiryu.

Hyoga salió un momento de su trance y miró a Shiryu con el ceño fruncido.

-¿Hubo alguna señal de resistencia? Es decir, algo que indicara que Shun sigue ahí.- inquirió Saori, ansiosa de encontrar una solución.

-¿Además de sus gritos? No lo creo.- espetó Ikki de repente.

-Será mejor que lo discutamos después, deben seguir atónitos por lo ocurrido.- le susurró Shion a Saori, notando la inconformidad del Fénix, la muchacha asintió. Luego, el Patriarca continuó en voz alta. -Gracias, Caballeros, su informe ha sido de mucha utilidad. Pueden retirarse.

Los Santos de Bronce se despidieron como mandaba el protocolo y salieron de la habitación.

Afuera, permanecieron un rato recargados en la pared sin decir nada.

Hyoga rompió el silencio. No podía quedarse callado más tiempo, lo que Shiryu había dicho se repetía una y otra vez en su cabeza.

"Seiya nos dijo que retrocedieramos..."

Sin poder contenerse más, decidió aclararlo de una vez por todas.

-Seiya, cuando nos dijiste que nos fuéramos... ¿sabías lo que pasaría?

Pegaso lo miró detenidamente unos momentos. -Qué estupideces dices.- respondió, desviando su mirada al suelo.

Hyoga se extrañó por la respuesta, sin mencionar que el tono de Seiya le ofendió un poco.

-¿Entonces tu amigo de la infancia se pone a gritar desquiciadamente y tu respuesta es decirnos que nos larguemos de ahí?

-Calma, Hyoga.- intervino Shiryu. -¿Cómo podría saberlo?

-Por primera vez concuerdo con el gaijin.- añadió Ikki, cruzándose de brazos y encarando al moreno. -Responde, Seiya.

Tres pares de ojos se posaron sobre él. ¿Qué podía decir? No podía traicionar a Aioros. Aunque dados los eventos recientes, poco importaba quien supiera y quien no; en poco tiempo todo el Santuario sabría sobre el regreso del Dios del Inframundo.

Miró a Shiryu en busca de apoyo, pero su amigo tenía tanta curiosidad por saberlo como Hyoga e Ikki. No culpaba a Seiya, pero también le parecía raro su comportamiento en Giudecca.

Pegaso suspiró.

-Saori... me comentó que el Consejo Galáctico hizo investigaciones antes del Sacrificio de Andrómeda, no me dijo porque. Luego Aioros me dijo que sospechaban de Shun- Seiya volteó a ver al Cisne, -por eso entraron a su departamento esa noche.

Ikki golpeó la paered con su puño.

-Era confidencial, él no debió decirme. ¡No podía delatarlo!

-¡Era tu amigo, Seiya!- explotó Hyoga. -¡No cualquier fulano! ¡ERA SHUN, MALDITA SEA! ¡SHUN! ¡Tú amigo de la infancia! ¡El hermano de Ikki! ¡MI NOVIO!- la voz del ruso comenzó a entrecortarse y en ese momento calló. No quería escuchar las excusas de Pegaso, por más buenas que estas fueran.

-Hyoga...- Shiryu puso su mano sobre el hombro del Cisne, este la quitó con un movimiento brusco.

-¡Yo tampoco quería creerlo!- defendió Seiya. -¡Pensé que eran pamplinas! Pero cuando Shun comenzó a decir que todo le parecía familiar, lo supe... pero ya era tarde.

Seiya miró a sus amigos, el único que parecía compadecerle era Shiryu.

-Minna gomennasai...

-Está bien...

Las amables palabras de Shiryu fueron interrumpidas por Ikki.

-No. No está bien.- después de dirigirle una mirada hostil a Pegaso, Ikki dio media vuelta y se fue.

-No te preocupes, Seiya.- Shiryu volvió a intervenir, apretando el hombro de su amigo a modo de apoyo. -No había forma de prevenirlo. Incluso sabiéndolo, ¿qué se supone que hiciéramos?

Hyoga bufó.

-Shun nos importa tanto como a ti. Fue nuestro amigo mucho antes de ser tu novio.- remató Dragón, mirando al rubio. -Echando culpas no resolvemos nada. Mejor hay que pensar en una solución, juntos.

El Cisne lo contempló unos segundos antes de responder.

-Supongo.- contestó secamente, después se dirigió a Seiya. -No nos has dejado opción.








Mientras los Caballeros de Bronce arreglaban sus diferencias, los altos mandos seguían en la Cámara del Patriarca.

-Bueno...

-No, Jadeite.- interrumpió Shion antes de que el rubio continuara. -Sólo... no digas nada.

-No se aguantará el placer de decir 'se los dije'- continuó Zoisite, poniendo ojos en blanco.

-Solamente quería recalcar que tenemos protocolos por una razón, es todo.

-Estamos perfectamente al tanto de eso, gracias, Jadeite.- respondió Sailor Cosmo, cansada de la altanería del rubio.

-Pues no lo parece, dejaron que esta situación se saliera de control. Ahora, Hades ha regresado exitosamente a Giudecca y posee la Cloth de Andrómeda.

-¡Basta!- exclamó Shion. -Concentrémonos en lo que podemos hacer.

-Nada.- aclaró Hilda. -Una vez que un dios reencarna en un humano, la única forma de sacarlo es matando al recipiente.

-No podemos hacer eso.- declaró Saori.

-Dejarlo sin Armadura no parece tan mala opción ahora, ¿verdad?

Las miradas fastidiadas volvieron a posarse sobre Jadeite.

-¿Entonces dejamos que Hades haga de las suyas?- inquirió Nephrite.

No quería darle la razón a Jadeite —nadie en realidad— pero también tenían que pensar en el bien común. Lo sentía por el chico, pero ya no era Shun, ahora era Hades, y debían hacer algo al respecto.

-Tenemos que volver.- continuó Julian. -Si no es por Shun, por lo menos por la Armadura.

-La Armadura...- murmuró Saori. -¡Eso es!

Las miradas confusas se posaron sobre la Diosa.

-La Armadura aceptó a Shun como su portador. Julian, aún transformado en Hades, ¿portaba la Armadura?

-Me parece que sí.

-Si aún así la Armadura no lo abandonó, entonces todavía hay algo de Shun en él.

-¿Y qué propones?- cuestionó Shion.

-Creo que puedo expulsar a Hades del cuerpo de Shun, si no ha tomado el control absoluto.

-¿No escuchaste?- cortó Hilda. -Hades y Andrómeda comparten cuerpo desde el nacimiento del chico. Hades no había despertado, por eso no se había manifestado. Pero a fin de cuentas, son dos almas en un cuerpo. Como usted, Julian y yo. No puede separar un alma de un cuerpo sin destruir el último.

-Lo sé. No lograré expulsarlo por completo, sólo una parte, lo suficiente para debilitarlo y que Shun pueda retomar el control de su cuerpo.

-Incluso eso es peligroso. Para ti y para Andrómeda. Su cuerpo no saldrá ileso.- argumentó Shion.

-Pero estará vivo.- la Diosa se volteó hacia Julian e Hilda. -Necesitaré su ayuda.

-Supongamos que lo logra. ¿Qué haremos cuando Hades se recupere y vuelva a tomar el control?- preguntó Jadeite. -¿Volverlo a atacar?

-Pobre muchacho, no creo que le agrade vivir así.- añadió Zoisite.

-Quitaré los obstáculos uno por uno, si no te importa, Jadeite.

-Por el momento, descansen.- ordenó Shion luego de unos momentos de silencio incómodo. -Le daremos forma al plan en los próximos días. Los Caballeros Dorados continuarán alerta.








Durante el resto del día y el siguiente, los altos mandos planearon el regreso de sus tropas al Inframundo.

La pandilla había estado en la enfermería del Santuario, Saori les había ordenado que descansaran mientras tenían un plan de acción concreto.

Ikki seguía molesto con Seiya, y lo estaría hasta que Shun estuviera de regreso sano y salvo.

Shiryu había hablado con Hyoga, este parecía recapacitar la situación. Seguía enojado con todos, pero intentaba dirigir su energía en buscar una solución y no en golpear a Seiya. Aunque el ruso poco o nada sabía de reencarnaciones olímpicas.

Aún así, pensaba en posibles cursos de acción mientras consultaba libros en la biblioteca de Palaestra. Sabía que Saori estaba encargándose de la estrategia, y muy seguramente, cualquier plan que pudiera idear la Diosa con el Patriarca estaba destinado a tener más éxito que alguna idea que Hyoga pudiera tener. Sin embargo, deseaba mantenerse distraído, de lo contrario pensaba en Shun, en la posibilidad de no volverlo a ver jamás y en los miles de posibles escenarios en los que se hubiera podido evitar aquella tragedia.

Pensaba en su risa, en sus besos y caricias; veía su rostro con tanta claridad que podía tocarlo y escuchar su voz. Recordaba lo último que le había dicho, era algo tan intrascendente que le enfurecía pensar que aquellas habían sido sus últimas palabras para él.

Pensó en el último beso que le había dado aquella mañana antes de partir al Coliseo, un beso fugaz, pues ya iban tarde.

Todo lo abrumaba a tal punto que quería llorar.

Finalmente, dos días después de lo ocurrido, Saori los llamó para compartirles el plan.

-La estrategia será la misma que la anterior. Nos dividiremos en equipos para liberarles el camino a Giudecca.- comenzó a explicar la Diosa. -Ahí tendrán que entretener a Hades en lo que Julian, Hilda y yo llegamos. Intenten debilitarlo y cansarlo; no será fácil, pero entre más cansado esté, más fácil será recuperar a Shun.

Hyoga miró a Saori estupefacto.

-¿Pueden hacer eso?

-Lo intentaremos. No puedo expulsar a Hades por completo, pero lo suficiente para que Shun recupere el control.

Los Caballeros asintieron; luego, Saori continuó.

-No será fácil, y es muy peligroso. Se los pido a ustedes porque Shun es su amigo, pero si creen que no están en condiciones físicas o mentales para realizar esta tarea, lo entenderé.

-Precisamente por eso tenemos que ser nosotros.- declaró Seiya. -Confía en nosotros, Saori-san. No nos rendiremos hasta que Shun esté de regreso sano y salvo.

La Diosa sonrió.

-Bien. Entonces, a Giudecca.

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