Maestro
-Excelente, muchachos. La clase terminó, pueden irse.- Cepheus había terminado otra exitosa sesión de Combate con Cadenas. -Antes de que se vayan, no olviden que mañana no tendremos clase.
-¿Y eso?- preguntó Reda, mientras colgaba su mochila a su hombro.
-Les darán una plática en el Auditorio IV.
-Es la "charla" que les dije- murmuró emocionada Mina a sus amigos.
-Sean puntuales, por favor.- y con esa orden, el grupo dejó el gimnasio.
-¿Terminaron la tarea de Griego?- preguntó June mientras caminaban por los pasillos de Palaestra.
-Ni me recuerdes, ¡tengo mil pendientes!- se quejó Minako.
-Pero si el fin de semana saliste con Selene porque no tenían nada que hacer...
-¡Para relajarnos! ¡Este año ha estado de locos!
-¿Qué dicen si nos reunimos para hacerla juntos?
-No puedo, lo siento, chicas.- respondió Shun. -Quedé con los chicos de vernos en la biblioteca.
June desvió la mirada, ya se desquitaría con Hyoga después por haberle arruinado su tarde de estudio con Shun. -Entonces sólo las dos, ¿te parece, Mina?- La otra rubia asintió emocionada.
Aunque al principio se sentía raro estar en clases completamente diferentes, la pandilla se fue adaptando poco a poco. Seguían reuniéndose en el desayuno, almuerzo y cena; a veces iban juntos a la biblioteca a hacer sus respectivas tareas y los fines de semana que podían hacían algo juntos.
-¿Les dijeron algo de una plática?- preguntó Hyoga, una vez que estuvieron los cuatro en la biblioteca.
-Sí, mañana a las 11:00 en el Auditorio III- agregó Shiryu, sin quitarle los ojos de encima a su tarea.
-Ja... creí haber escuchado que era en el Auditorio V...- indicó Hyoga, confundido.
-Todas son en auditorios distintos- aclaró Seiya, mientras comía una papa frita. -Seguro la tuya será en el cinco.
-Ya veré...
-¿Desde cuando no prestas atención en las clases?- rió Shun.
-Desde que me siento junto a Isaak.- el rubio sonrió divertido. -Es un buen amigo y todo, pero me distrae mucho.- el grupo rió. -Por eso te extraño, mi amor, me haces falta.- el rubio se giró hacia Shun, este sonrió adorablemente y acto seguido se dieron un tierno beso en los labios.
Shiryu rodó los ojos y carraspeó a modo de protesta. Shun miró de reojo a su amigo y lentamente se separó de su novio.
-Gomen, Shiryu-kun...
-¿Por qué todas en auditorios distintos?- inquirió Shiryu para cambiar de tema, ignorando olímpicamente la disculpa del peliverde.
-LajdanlojJantoDoado...- musitó Seiya con las frituras en la boca.
-¿Qué?- Shiryu no había entendido una palabra de lo que su amigo había dicho.
Una vez que tragó sus papitas, el castaño prosiguió: -Las conferencias las darán los Santos Dorados, uno por cada cuadrante. Algo para dar tips, contarte como es la vida como Guerrero de Athena y cosas así.
Shiryu asintió. -¿Hacemos algo el fin de semana?
Shun y Hyoga se miraron, mientras Seiya fruncía los labios.
-Yo iba a ir con Saori al cine...- dijo el castaño con cautela. -Pero no se preocupen, lo que sea que hagan, háganlo sin mí.
-Yo... nosotros... pensábamos hacer algo... los dos... solos...- balbuceó Hyoga, tomando la mano de Shun que reposaba sobre la mesa.
Un silencio sepulcral llenó el lugar.
-Pero podemos posponerlo...- comenzó a sugerir Shun antes de ser interrumpido por el azabache.
-Déjenlo así.- dijo mientras recogía sus cosas. -Olvidé que tengo algo que hacer, nos vemos luego.- agregó secamente y se fue.
Los tres amigos restantes se vieron con ojos arrepentidos.
-Se lo tendremos que compensar luego...- suspiró Seiya. Shun asintió.
-Pero salimos el fin de semana pasado, no puede culparnos ¿o sí?
-Si todos tuvieran con quien salir menos tú, también te quejarías, Hyo-chan.- añadió el peliverde.
-¡Pero se entiende! Es decir, no lo excluimos a propósito, ¿acaso él los llevaba cuando salía con su novia?
Seiya y Shun se miraron y luego a Hyoga.
-Él no...- comenzó Shun.
-Ha tenido ninguna...- completó Seiya.
-¿¡No ha tenido novia?!- gritó Hyoga, su novio y Seiya lo callaron rápidamente. -¡Pero incluso Shun tuvo novia! ¡Y es gay!
-Deja de gritar- espetó el peliverde en voz baja.
-Fue nuestra culpa- continuó Seiya, -debimos adivinar que se pondría así, en la preparatoria cuando salía con Miho y Shun con Yuri, se portaba igual.
-No lo puedo creer...- Hyoga seguía asimilando la información. -Pero... es decir... es bien parecido y agradable también.
-Es un romántico, busca a una chica que le haga ver fuegos artificiales o algo por el estilo- explicó Seiya. -No tiene hermanas que tengan amigas y nuestra escuela era de puros hombres, sólo le molesta no tener a nadie especial.
-¿Por qué le das tanta importancia?- inquirió Shun, sólo por curiosidad.
-¡Sí, Hyoga! ¿Por qué? ¿Tú cuantas novias tuviste antes de Shun?- el peliverde levantó las cejas ante la pregunta de Seiya, y esperó pacientemente la respuesta de su novio.
-Veamos... novias como tal fueron... Adelina, Ludmilla... Eri y luego Freya...- comenzó a enumerar el ruso mientras contaba con las manos, Shun lo miraba con cara de pocos amigos y Seiya estaba aguantando una carcajada. -Cuatro... ¡Ah! Y Ami, cinco.
-¿Ya acabaste?- concluyó Shun. Hyoga asintió, sin caer en la cuenta de que su novio no estaba precisamente feliz en aquel momento. -Pero te amo más a ti, mi amor.- dijo cuando vio la cara de su novio, besando sus rosadas mejillas.
Mientras tanto, esa noche en el pub predilecto del Santuario, Marin y Shaina pasaban el rato.
-Gracias por brindarme el honor de tu presencia, Marin; desde que Ikki regresó a Japón sólo me quedas tú, pero cada vez que quiero que hagamos algo divertido me cambias por Aioria.
La pelirroja se encogió de hombros con una sonrisa angelical en sus labios.
-Bueno, hoy está ocupado...
-O sea... ¿estás conmigo porque no tienes de otra?
-Algo así. Estaba preparando su plática de mañana.
-Sí, sí, sí...
-Sirve que le echa un ojo a Seiya, para ver como le va.
-Tu hermano ya no es un bebé, puede cuidarse sólo.- refunfuñó Shaina antes de darle un sorbo a su cerveza.
-Sí, pero sin sus amigos detrás de él, temo que pueda reprobar.
-Ja, ¿bromeas? Se tira a Athena todas las noches, la mujercita jamás lo dejará reprobar.- Marin casi escupió su trago al escuchar esas palabras.
-¡Oye! ¡Puede ser un inepto, pero sigue siendo mi hermano! Y eso no es verdad.
-¿Es virgen?
-¡Yo que voy a saber!- acto seguido, Shaina bufó, desparramándose en la silla. -¿Por qué de repente eres tan grosera? ¿Acaso te sigue gustando?- lo último lo recalcó entre risas.
-¡Claro que no!- espetó la peliverde, nada convincente. -Pensándolo bien, creo que es un idiota, reprobará sin importar tus esfuerzos.
-¿Quieres apostar?
-Bien.- las muchachas se veían cara a cara, muy seguras de sí mismas. -Averiguaré quién está a la par de Seiya en su clase, si quien quiera que sea derrota a Seiya, ¿qué me darás?
Marin lo meditó unos segundos, luego sonrió pícaramente. -La perdedora pedirá cambio a las oficinas del Santuario en... ¡Yemen!
-Bonito lugar... ¿cuánto tiempo?
-El mínimo es un año, eso bastará.
-Trato hecho.
Y con un apretón de manos, la apuesta quedó sellada.
Al día siguiente, los estudiantes aguardaban inquietos en el auditorio asignado.
El Caballero asignado al cuadrante de Shiryu fue Dohko, este lo recordó de su examen de primer año, y la impresión que le había provocado en esa ocasión: un muchacho valiente que actuaba con prudencia y sabiduría. El Caballero de Libra le sonrió amigablemente cuando entró en el foro, y casi casi la plática la dio únicamente para el éxito de Shiryu. A este le pareció bastante interesante, anotando cuidadosamente cada consejo que salía de la boca de Dohko.
Al contrario de Seiya, quien deseó ser tragado por la tierra en cuanto vio a Aioros poner un pie en la sala. El Santo de Sagitario no dejó pasar la oportunidad de saludar personalmente al castaño y revelarle a todo el lugar el parentesco —si es que se le podía llamar así— que tenían.
Por otro lado, Hyoga estuvo nervioso e incómodo toda la sesión, el Caballero asignado a su cuadrante fue Camus de Acuario. Este reconoció a Hyoga y a Isaak casi inmediatamente, y a lo largo de toda su seria y aburrida plática, se quedaba mirando al par de amigos. Si los amenazadores ojos de Acuario no eran suficientes para poner a Hyoga nervioso, el recuerdo del Templo de Libra y su posterior combate en Acuario lo ponían más incómodo. El sujeto le había dicho y hecho cosas horribles, pero el rubio también le había gritado unas cuantas verdades, con la esperanza de no volver a topárselo jamás.
Para Shun, la tan anhelada "charla" fue una completa decepción. Shaka de Virgo fue a quien se le encomendó aquella tarea. Cuando el rubio saludó a los presentes, Mina soltó un chillido agudo y se deslizó por su asiento casi hasta el suelo, June y Shun la miraron raro, pero no tanto como Shaka, quien al notar la presencia de Mina abrió los ojos como platos. El resto de la conferencia —densa y aburrida— los rubios evitaron rotundamente el contacto visual con el otro.
Al terminar la sesión, Dohko alcanzó a Shiryu afuera del auditorio.
-¿Cómo te trata Palaestra...? Ikari, ¿cierto?- Shiryu asintió.
-Nada mal- contestó amablemente.
-¿Plata o Bronce?
-Bronce.- Dohko permaneció pensativo unos segundos.
-¿Qué cuadrante?- dijo finalmente.
-D-7399- en ese momento, Dohko esbozó una enorme sonrisa, Shiryu no entendía muy bien que pretendía el Santo de Libra, pero esperaba que no fuera alguna fechoría como la que le habían jugado a Hyoga aquella vez.
-Si quieres ayuda para entrenar, búscame.- el Caballero Dorado tocó el hombro de Shiryu y siguió su camino.
Seiya, por su parte intentó huir tan rápido como pudo cuando Sagitario dio por terminada la charla, pero para su mala suerte, la velocidad que traía sólo le sirvió para chocar abruptamente contra el pecho de Aioria.
-¡Genial! ¿Cómo sabías que te estaba buscando?
Seiya se sobó la frente y respondió con una mueca -No lo sabía.
-Qué suerte, ¿no lo crees?
-Sí, bueno, hoy no es mi día...
-Te quería comentar...- la conversación fue interrumpida por Aioros, quien venía corriendo para alcanzar a su 'cuñado'.
-¡Saliste muy rápido!- exclamó Sagitario, golpeando la espalda de Seiya amistosamente. -Iba a proponerte algo. ¿Quieres que te entrene para tu combate final?
Seiya puso los ojos como platos, mientras Aioria sonreía ampliamente.
-Justo eso te venía a decir.- comenzó a explicar el Santo de Leo. -Marin me pidió que te ayude a entrenar para el combate de tu Cloth, ella ayudará también.
-¡Genial!- Aioros gritó de emoción. -¡Serás invencible, Seiya!
-¿Por qué el interés?- inquirió el japonés.
-Marin y Shaina hicieron una apuesta.- respondió Leo.
-Y yo qué culpa...- musitó Kirishima entre dientes.
Y mientras Seiya lidiaba con sus adorables 'cuñados', Shun salía con June y Mina de su respectivo auditorio. El peliverde venía despertando, pues la voz de Shaka lo había arrullado gradualmente hasta dejarlo completamente dormido.
-Es un guerrero increíble, pero de verdad que su conferencia me durmió- declaró Shun, mientras se estiraba.
-Me parece un tipo interesante,- continuó June, -sobre todo esa anécdota que contó sobre la India y el Budismo como guía para la vida.
A la vez que Shun y June discutían el gran discurso de Shaka —al menos lo que el peliverde logró escuchar—, Mina venía detrás del par, inflando los cachetes y rodando los ojos a cada alabanza que soltaban sus amigos, conteniendo un secreto como si fuera olla de presión, hasta que no pudo más y lo escupió todo.
-¡Ni es la gran cosa!- explotó la rubia. Shun y June la miraron estupefactos.
-¿Mina?- Shun no estaba muy seguro de como reaccionar ante el comportamiento de su amiga.
-Eso de la India son puras pamplinas, ¡vivió ahí dos años nada más! Y no creció charlando con Buddah, eran sueños muy vívidos nada más; su fase Budista inició a los quince, y según papá, ya duró demasiado.- a cada palabra que salía de la boca de Mina, sus amigos quedaban más y más confundidos. -Y su nombre no es "Shaka",- continuó, haciendo comillas con sus dedos, -es algo que él se inventó cuando estaba en la secundaria y cuando tuvo dieciocho se lo cambió legalmente.
-Espera, espera, ¡detente, Mina!- gritó June, intentando poner las piezas de información en orden. -¿Qué diablos estás diciendo?
Mina respiró hondo, calmándose y guiando a sus amigos a una banca cercana.
-Es qué... ufff, deben prometerme que no le dirán nada de esto a nadie, ¿de acuerdo?- los japoneses asintieron. -Nadie lo sabe, ni siquiera las chicas.- indicó a June, refiriéndose al resto de sus amigas.
-Ya, escúpelo.- ordenó June, desesperada.
-Shaka... él es... es mi hermano...
-¿¡QUÉ COSAAAA!?- aulló el par japonés, totalmente fuera de sí. El grito fue tal que varios estudiantes y profesores que pasaban por ahí voltearon, incluyendo al Santo Dorado de Virgo.
El rubio frunció el ceño, pero en lugar de acercarse salió del lugar sin mirar atrás o hacer alguna clase de contacto visual. Sólo por si acaso...
-¡Cállense!- espetó la rubia.
-Pero... ¿¡cómo!?- inquirió June, en un tono más bajo.
-¡¿Cómo que cómo?! ¡Pues de la misma manera que Shun e Ikki son hermanos! ¿Sabes biología, amiga?
-¡Ya lo sé! Quiero decir, dijiste que eras de Nueva York y él es de la India, no tienen el mismo apellido y...
-Espera...- interrumpió Shun. -No sé el apellido de Shaka, ¿tú sí?
-Cuando obtienes tu Armadura, tu apellido pasa a mejor vida en lo que al Santuario respecta.- explicó Mina. -Lo mantenemos en secreto para evitar problemas y discrepancias.
-¿Por qué dice que es de la India si no lo es?- volvió a preguntar June, queriendo saciar su curiosidad tan pronto fuera posible.
-Dice que se siente más en contacto con esa cultura... cosas espirituales o algo así, no pretendo entenderlo...
Efectivamente, Shaka Allen había nacido en el seno de una familia neoyorquina; un día en la escuela, después de una clase sobre Buddah y el Budismo, se sintió fascinado por aquella cultura y la filosofía de vida que Gautama profesaba. Después de muchos libros, el joven decidió seguir ese camino. Si bien sus padres y hermana pensaban que estaba exagerando, lo dejaron ser. Al cumplir los 18 cambió su nombre legalmente a Shaka —en honor al lugar natal de Buddah, su 'mentor'— y se enlistó en Palaestra —pues, según el rubio, sus habilidades se aprovecharían más en aquel lugar que en un monasterio budista—, al terminar su año de servicio en Atenas, fue a ejercer su labor como Santo de Plata en la India, en lugar de regresar a Nueva York, y permaneció allí hasta su regreso a Grecia para el Torneo Galáctico. Cuando su hermana decidió seguirlo en aquella empresa, acordaron mutuamente no mencionar su parentesco.
El pacto secreto de los hermanos había llegado a su fin, en parte, pues Mina no lo gritaría a los cuatro vientos; pero ni Shun ni June volverían a ver al Caballero de Virgo de la misma manera.
En cuanto a Hyoga, este estaba por salir del auditorio cuando Camus, con un tono más aterrador del que Acuario pretendía, lo llamó a él y a Isaak, impidiéndoles salir.
-¿Por qué combatirás?- Hyoga frunció el ceño, no entendía la pregunta. Camus volteó los ojos con fastidio y volvió a preguntar. -¿Cloth? ¿Scale? ¿Robe?
-Cloth, Bronce.- concisa y seria fue la respuesta del rubio.
-¿Y tú?- espetó Camus, dirigiéndose a Isaak.
-Scale, General.- a diferencia del resto de las personas, Acuario no se mostró sorprendido por aquella información, consideraba a Isaak lo bastante capaz para desempeñar ese papel.
-¿Cómo van en sus clases?
-¡Pan comido!- alardeó el peliverde.
Camus asintió. -No debería serlo. No sé quién esté a cargo de ustedes, pero si las lecciones no suponen un reto, algo está mal.
-¿Quiere interrogar a la profesora?- sugirió Hyoga, con un tono demasiado confianzudo.
-¿Qué propone?- intervino Isaak cuando notó la mirada que Camus le dedicaba a Hyoga.
-Los entrenaré yo, si quieren. Si se ajustan al régimen, les garantizo que obtendrán su Cloth y Scale.
Los chicos se miraron mutuamente y luego al Santo Dorado. Hyoga pensaba que el tipo lo odiaba, ¿por qué se ofrecía a ser su maestro?
-¿Y bien?- repitió Acuario ante la falta de respuesta.
-¿Cuándo y a qué hora?- preguntó Hyoga.
-De lunes a viernes en el gimnasio, a partir de las 7:00 pm y hasta las diez. Sábados al mediodía y hasta las tres.
Hyoga lo meditó unos segundos antes de responder con seguridad.
-De acuerdo.
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