Draco
Jueves 5 de mayo de 2011
El sol aún no se asomaba por el horizonte cuando el despertador de Shiryu sonó.
El enfrentamiento por la Armadura de Bronce de Dragón estaba programada para las 9:00 de la mañana. La primera pelea del día, de cinco más que se llevarían a cabo; Palaestra no descansaba.
Antes de salir a luchar, debía presentarse en los vestidores del Coliseo una hora antes, y antes de eso, el aspirante ya debía de haber desayunado y calentado apropiadamente.
No era el mismo donde se había llevado a cabo el Torneo Galáctico hace unos años; esta arena era exterior, reservada para las "Batallas Finales" de los estudiantes de último año y otros entrenamientos, mientras que el otro Coliseo —más grande y techado— era de uso exclusivo para el Torneo Galáctico u otros eventos de mayor importancia y magnitud.
Shiryu intentó salir de su recámara sin despertar a Shun, lo cual no fue muy complicado, el peliverde era de sueño pesado y profundo. Fue a la cafetería de la residencia y tomó un desayuno ligero, no quería vomitarlo todo al calentar. A decir verdad, el azabache no tenía apetito, eran casi las seis de la mañana y estaba demasiado nervioso.
Cuando terminó, tomó la mochila con sus cosas y se dirigió al gimnasio, Ōko ya se encontraba ahí, y sin decir una sola palabra, el japonés se dispuso a hacer estiramientos.
A las ocho de la mañana en punto, Shiryu ya estaba en los vestidores. Lucía su traje de entrenamiento predilecto —según él, de la suerte— de un tono lila. Sobre este llevaba una armadura bastante sencilla, que cubría únicamente lo esencial: hombros, pecho, codos rodillas, etc. Vendó sus manos y muñecas adecuadamente, además de algún otro punto que requiriera soporte adicional.
Cuando Shiryu estaba listo, sus amigos ingresaron por el pasillo.
El azabache suspiró, nervioso. No podía seguir fingiendo seguridad, y aprovechó la presencia de sus compañeros para bajar la guardia unos momentos.
Lo bueno de estas pruebas era que abarcaban todo el mes de mayo, y durante este periodo, las clases se suspendían; esto era para que los alumnos se enfocaran únicamente en el entrenamiento para sus exámenes finales, pero toda la comunidad estudiantil aprovechaba para ir a ver las peleas de sus amigos.
-¡Buena suerte, Shiryu-kun!- exclamó Shun, abrazando a su amigo con fuerza. -¡Acábalo!
-No eches a perder cuatro años de universidad, Shiryu.- continuó Seiya, mientras envolvía a su amigo con los brazos y daba algunas palmadas en su espalda.
El azabache sonrió divertido. -Gracias, Seiya. No lo haré.
-Todo irá bien.- concluyó Hyoga, dando únicamente unas palmadas amistosas en la espalda del japonés.
Mientras los tres amigos contaban chistes y hacían bromas para aligerar la tensión, el Caballero de Libra hacía su entrada en los vestidores.
Se detuvo a una distancia prudente de los chicos, pues no deseaba interrumpir. Cuando Shun lo vio, se despidió de Ikari, indicándole que Dohko estaba parado detrás de él.
-¡¡Te aclamaremos fuerte, amigo!!- gritó Seiya desde la salida.
Shiryu esbozó una sonrisa, y Dohko se acercó lentamente hacia él.
-¿Preparado?- preguntó Libra, una vez que estuvo frente al chico.
Este último suspiró y asintió, nervioso. Desvió la mirada hacia Ōko, el contrincante era fornido e intimidante, y se le notaba seguro de sí mismo, como si la victoria ya fuera suya.
-No prestes atención.- declaró Dohko, al ver que Shiryu no le quitaba los ojos de encima al adversario. -Es una táctica común. Te llenas de confianza y aprovechas intimidar a tu enemigo.- explicó Libra, mirando a los ojos al muchacho. -Pero puede jugar en contra de uno y hacer que te confíes. Shiryu, nada está completamente ganado o perdido hasta que el asunto termine. De nada sirve tener confianza si tus habilidades son basura. Concéntrate, recuerda tu entrenamiento, no des nada por sentado y da lo mejor de ti. Es el mejor consejo que puedo darte.
Shiryu asintió, más tranquilo.
-Arigato... Dohko-sensei.
El ambiente en la arena era emocionante. Las gradas estaban a reventar. Tanto estudiantes y maestros habían acudido a ver el combate. No todos sentían cariño por alguno de los participantes, muchos de los asistentes sólo estaban ahí para disfrutar de un buen show. No obstante, los vítores y aclamaciones eran ensordecedores, y el aroma a palomitas de maíz recién hechas inundaba el Coliseo.
En el palco principal, se hallaban Serenity Xenakis, directora de Palaestra, Saori, Sailor Cosmos y los cuatro miembros del Consejo Galáctico. Las reglas del combate eran iguales a las del Torneo Galáctico: los contrincantes deberían intentar derribar al otro, cuando uno cayera al piso tendría tres segundos para levantarse de nuevo antes de que el marcador comenzara a correr; en caso de que el marcador se activara, el aspirante contaría con cinco segundos para ponerse de pie y seguir luchando, de lo contrario la pelea terminaría.
-¡Estos lugares son excelentes!- admiró Seiya , mientras ingería palomitas sin control.
-El encuentro por el Cloth de Dragón comenzará en breve. Permanezcan en sus asientos durante el combate y no arrojen nada a los participantes. Quien infrinja estas normas será escoltado fuera de las instalaciones. Gracias.
Al concluir la grabación, Dohko salió de los vestidores, ocupando un lugar junto a Aldebarán de Tauro.
-Elegiste los peores lugares...- le reprochó Libra a su compañero, estos se encontraban hasta arriba del estadio.
-Se supone que estamos trabajando, ¡no podemos sentarnos a la vista de Athena!- defendió Tauro. -Además, somos Caballeros Dorados, no sería apropiado mostrar predilección por uno u otro aspirante.
-El combate por el Cloth de Dragón dará inicio. ¡Por favor, reciban a Serenity Xenakis, directora de Palaestra!
El lugar se llenó de aplausos. La directora se puso de pie al igual que Saori.
-¡Sean bienvenidos! Hoy seremos testigos del nacimiento de un nuevo Caballero al servicio de Athena.- comenzó la directora. -Los dos aspirantes han trabajado arduamente para tener el derecho de pelear por esta Armadura. Desde China, ¡reciban a Jiang Ōko!
Nuevamente, las aclamaciones inundaron el recinto, mientras el mencionado salía de los vestidores y caminaba hasta el centro de la arena, con pasos decididos y saludando al público.
-De Japón, ¡Ikari Shiryu!
Shiryu salió cautelosamente de los vestidores, el sonido de los aplausos y gritos en su nombre lo aturdían. Quería desmayarse al ver a la cantidad de gente que había asistido a verlo luchar. Su confianza aumentó cuando escuchó el inconfundible alarido de Seiya, clamando su nombre y dándole todo su apoyo.
Cuando ambos aspirantes se encontraron en medio de la arena, saludaron a la Diosa y los otros altos mandos, rodilla en el suelo y puño derecho sobre el corazón.
Luego, Xenakis continuó:
-Hoy se enfrentarán por el derecho a portar la Armadura de Bronce de Dragón. Confiando en que seguirán su entrenamiento y principios como futuros Guerreros de Athena, les deseo el mejor de los éxitos a ambos. ¡Que las estrellas guíen su victoria!
Tras este discurso, la directora volvió a su lugar. Athena permaneció de pie. El lugar estaba lleno de gritos y aclamaciones. Ambos aspirantes se vieron cara a cara, y a modo de saludo, volvieron a colocar el puño derecho sobre su corazón, para después caminar a sus respectivos lugares.
Cuando ambos estuvieron posicionados, Athena extendió el brazo, sostenía un pañuelo blanco. Los aplausos se incrementaron para luego sumir al Coliseo en un silencio absoluto.
La respiración de Shiryu era agitada, la vista fija en el pañuelo.
Finalmente, Saori soltó el trozo de tela, dando inicio al combate; nuevamente el lugar se llenó de vítores.
-¡Vamos Shiryu!
-¡Tú puedes!
-¡Con todo!
Ōko dio el primer golpe, haciendo a Shiryu retroceder. Comenzó a soltar un golpe tras otro, mientras Shiryu trataba de esquivarlos torpemente. Inevitablemente, una patada dio de lleno contra el rostro de Ikari.
Los amigos exclamaron horrorizados, Dohko maldecía a los cuatro vientos.
Ōko se preparaba para dar otro puñetazo, cargado con el poder de su Cosmo. El puño iba a toda velocidad hacia la cara del japonés.
A unos milímetros de impactar, Shiryu detuvo el puño de su oponente con sus manos.
La audiencia volvió a gritar.
Se desencadenó el combate a puño limpio. Al japonés se le notaba más concentrado; a su vez, la confianza del chino iba disminuyendo al ver que sus ataques no tenían el efecto deseado.
Shiryu logró derribar a Ōko, el público enloqueció.
Tres segundos.
El marcador marcador inició la cuenta regresiva.
Shun estrujó la mano de Hyoga, mientras el resto de los asistentes contaban junto con el reloj.
Dos segundos en el reloj.
Ōko se puso de pie de un salto, dirgiendo un ataque que impactó contra el japonés.
La situación se invirtió. Y el marcador se volvió a activar, ahora para Shiryu.
-¡LEVÁNTATE! ¡¡¡¡ARRIBA, BAKA-SHIRYUUUUU!!!!- Seiya gritaba fuera de sí. Hyoga maldecía en ruso y Shun cubrió su rostro con la manos.
Poco antes de que el reloj llegará a cero, Ikari se levantó. Agotado y herido.
No podía continuar así por mucho tiempo. Debía terminar la pelea cuanto antes.
Como pudo, elevó su Cosmo, reunió las fuerzas necesarias para concentrarlo todo en un sólo golpe.
"No des nada por sentado y da lo mejor de ti."
Las palabras de Dohko resonaron en su cabeza.
Desde arriba, el Caballero de Libra sonreía. Quizás ese golpe no terminaría con Ōko, pero el ataque de su alumno no sería en vano.
Shiryu respiró profundamente.
-¡Rozan!
La sonrisa en los labios de Dohko se ensanchó.
Shun y Seiya estaban tomados de las manos, a la expectativa de lo que sucedería. Hyoga estaba inmóvil, como si algún movimiento repentino suyo fuera a desconcentrar al amigo.
-¡Shō Ryū Ha!
Shiryu lanzó un puño al aire, y un cegador rayo de luz emergió de él. La audiencia podía jurar que asemejaba la forma de un dragón. Quizás un augurio del vencedor.
Ōko quedó perplejo ante el ataque de su oponente.
Si Shiryu podía detener sus golpes con las manos, él lo haría también.
Se puso en defensa y recibió el impacto del ataque de Shiryu. Este lo derribó al suelo violentamente.
Shiryu permaneció en posición ofensiva, nada estaba ganando hasta que el reloj se detuviera.
El marcador comenzó a contar nuevamente.
Sin embargo, el chino volvió a levantarse. Los aullidos desesperados de Seiya sofocaron el resto de los vítores. Shiryu lanzó otro ataque contra su oponente ¡tenía que acabarlo ahora!
Pequeño pero efectivo , el segundo ataque tumbó a Ōko al suelo; cada vez que este intentaba levantarse, Ikari lanzaba uno más.
Con Ōko en el suelo, el reloj inició a contar una vez más.
5
Shiryu no sabía si aguantaría seguir atacando de ese modo.
4
Los tres amigos estaban casi de pie, gritando a todo pulmón.
3
Ōko estaba en el suelo, incapaz de levantarse y perdiendo fuerza.
2
Dohko sonrió. Satisfecho.
1
El marcador se detuvo con un timbre ensordecedor, que sólo pudo ser opacado por los aplausos y aclamaciones hacia el vencedor.
Shiryu cayó de rodillas al suelo, exhausto pero feliz.
Seiya y Shun se abrazaron mientras saltaban en su lugar, a la vez que gritaban histéricamente. Luego se les unió Hyoga al abrazo, el rubio estaba igual de entusiasmado que el par, pero celebraba en menor medida.
Ōko se incorporó con ayuda del servicio médico de Palaestra que estaba en la arena. Mientras se retiraba, la directora bajó junto con Athena. La primera levantó una mano para pedir el silencio de los espectadores.
-Ikari Shiryu.- declaró la mujer cuando hubo silencio. -Has trabajado arduamente con un sólo propósito, soportando cuatro años de duro entrenamiento. Finalmente has demostrado ser digno de la Armadura de Bronce de Dragón. Felicidades.
Shiryu esbozó una sonrisa, la directora Xenakis retrocedió para cederle el paso a Saori. La chica se paró frente al japonés, con su cetro en mano.
-De rodillas.- ordenó la Diosa. Shiryu se arrodilló con el puño derecho sobre su corazón. -¿Juras solemnemente utilizar tu Cosmo y Armadura únicamente para nobles intenciones, así como abstenerse de ejercerlos para fines egoístas o triviales?
-Lo juro.
-Como Guerrero de la Esperanza, ¿juras lealtad a tu Diosa y a la Tierra que protege, al igual que servirles hasta donde alcancen tus habilidades?
-Lo juro.
-Confiando en que cumplirás con este juramento, te presento la Armadura de Bronce de Dragón.
Dos soldados rasos aparecieron cargando la caja donde el Cloth se encontraba. Era enorme y plateada, con bellos detalles grabados que representaban la Armadura que contenían.
Athena tiró de la cadena que se encontraba en el centro del Cloth Box, liberando la Armadura, que inmediatamente vistió al joven azabache.
Shiryu se admiró, asombrado. Había llegado a Palaestra con la intención de obtener una Armadura, pero jamás se imaginó portar alguna hasta ese mismo momento, y aún no podía creer que lo había conseguido. No tenía un Cloth predilecto que quisiera vestir, pero ahora que lucía el del Dragón, sentía que había sido hecha para él nada más.
Athena continuó, elevando su cetro y tocando con este cada hombro del japonés, a la vez que pronunciaba las siguientes palabras:
-Yo te declaro, Shiryu de Dragón, Caballero de Bronce de Athena.
Shiryu se puso de pie mientras la audiencia aplaudía y lo celebraba. Este alzó un puño en el aire, lo que enloqueció al público aún más.
Todos lo aclamaban.
A él.
Un Caballero de Athena.
Los tres amigos alcanzaron el campeón en los vestidores.
Shun corrió hasta el azabache, prácticamente colgándose de él. Seiya se unió igual de eufórico. Hyoga decidió esperar a una distancia prudente.
-¡Omedetō, Shiryu-kun!- celebró el peliverde, apartándose un poco para dar paso a Hyoga.
-¡Fue increíble!- le secundó Seiya, admirando la Armadura que su amigo portaba.
-Felicidades, Shiryu.- terminó Hyoga, dándole un abrazo al nuevo Caballero de Dragón.
El triunfador no paraba de sonreír y agradecer los elogios y felicitaciones de sus amigos, por fin podría descansar y respirar tranquilo.
-¡Celebremos esta noche!- sugirió Shun, a lo que el resto del grupo accedió.
El lugar elegido fue el ya gastado y tradicional pub que los muchachos habían frecuentado desde el primer año. Aquel recinto los había visto en sus mejores y peores momentos: grandes victorias dignas de alabanza y terribles derrotas durante las semanas de exámenes.
Los cuatro amigos bebieron y se divirtieron, en especial Shiryu, quien se sentía pleno y satisfecho. Como era el festejado, no pagó un centavo, pero sí que había bebido en exceso, tanto que cuando advirtió a sus amigos lo que haría después, Shun intentó persuadirlo en caso de que fuera el alcohol hablando. Pero Shiryu estaba más que seguro.
-Quiero ir a un estudio de tatuajes.
Seiya soltó una carcajada.
-Mejor vamos a casa, Shiryu-kun...- opinó Shun, rodeando al amigo con el brazo para guiarlo en la dirección correcta.
-Sí, no queremos que hagas nada de lo que te puedas arrepentir después.- agregó Hyoga, buscando un taxi con la mirada.
-Hablo en serio chicos. Estoy algo ebrio, pero aún estoy cuerdo y consciente.
Los tres amigos se miraron entre sí, debatiendo si deberían acceder a las peticiones del azabache.
-Bueno... como tú digas, campeón. Hoy es tu día.- expresó Seiya, Shiryu asintió y comenzó a caminar.
-¿En serio lo dejaremos hacer esto?- inquirió Shun, algo nervioso.
-Si de verdad esta en sus cabales, lo hará de todos modos, con nosotros o no. Mejor acompañarlo, ¿no crees?- argumentó el castaño.
-Sí.- interrumpió Hyoga. -Además, si hace una tontería, no nos afecta en absoluto.- concluyó el ruso con una risa divertida.
-Me preocupa que nos obligue a hacernos uno también.- susurró el peliverde.
-¿No quieres un tatuaje, Shun-chan?- bromeó Seiya.
Shun enrojeció. -No.
-¡Uno bonito!- alentó el moreno. -Como... ¡un conejo! Chiquito y kawaii como tú.
Hyoga y Seiya rieron mientras Shun se sonrojaba aún más.
-¡Está borracho, Shun-chan! Si nos dice que nos toca, le damos por su lado y ya.- concluyó el castaño entre risas. Se adelantó a alcanzar a Shiryu, quien estaba por cruzar la calle de un modo dudoso.
-No te preocupes por eso.- susurró Hyoga de modo gentil. -Vamos a divertirnos, conejito.- el rubio tiró a Shun del brazo, a la vez que este se ruborizaba —otra vez— al escuchar el nuevo apodo que su novio le había dado.
Cuando llegaron al estudio, Shiryu habló con el tatuador en privado. Ninguno de sus amigos sabía cuales eran la intenciones y deseos de Ikari, y aguardaron en la sala de espera a que su amigo saliera.
Estaban listos para reírse del resultado cuando Shiryu salió sonriente.
El sujeto salió con la camisa abierta. Shun estaba desconcertado, no tenía idea de que pensar. Hyoga buscaba algún indicio de tatuaje en el pecho u abdomen del amigo; ¿por qué otra razón traería abierta la camisa?
Por otro lado, Seiya estaba visiblemente decepcionado. Tomando en cuenta el estado de ebriedad de su amigo, había apostado y esperado verlo salir con la cara completamente tatuada.
-¿Y qué pasó?- preguntó Hyoga al no ver ningún tatuaje visible en el torso de su compañero.
Shiryu sonrió pícaramente. Se volteó, puso su larga cabellera frente a él y se quitó la camisa por completo.
Los amigos quedaron sorprendidos. Quizás, después de todo, Shiryu sabía lo que hacía.
Cubriendo la espalda del azabache en su totalidad se apreciaba un enorme dragón púrpura.
Shun, Seiya y Hyoga sonrieron.
Ahora Shiryu era verdaderamente el único y legítimo Dragón.
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