ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 ℑ

—Te dije que no funcionaría —le susurro el hombre-robot a su compañero—. ¿Cómo no podemos fiar de él?

—Tranquis, chicos. Yo me ocupo—contestó el joven intentando tranquilizar a su séquito.

—Veamos cómo se desarrolla todo — respondió el hombre al medio robot.

Alexis dudó sobre si correr al cuarto de seguridad o esperar a que Barry le contase lo que lo había llevado hasta allí. Sus acompañantes eran un grupo curioso, aunque ella apenas pudiese verlos sin las gafas. La había dejado sobre la mesa al salir y no solía llevar lentillas dentro de casa. A pesar de que no tenía tanta graduación (2,5 de astigmatismo en ambos ojos), apenas distinguía al grupo recién llegado.

—¡Hermanita! ¿Qué manera es esa de recibir a tu hermano? —volvió a dirigirse a Alexis.

Alexis (casi) lo fulmina con la mirada (no era su estilo). No se había fijado en los "amigos" de su hermano. Suficiente ya tenía con qué hubiera vuelto así. Seguro que quería dinero, y espera que aquellos no acompañasen a su hermano por una deuda.

—Solo una del mismo nivel que tu forma de despedirte —replicó Alexis  desde lo alto.

—¿Qué le has hecho para que parezca tan enfada?— preguntó el hombre de mechas.

Alexis se fijo en él. El hombre borroso  no parecía en definitiva el tipo de amigo de su hermano.

—No le echo nada... —masculló Barry.

—¡Claro que no, Barry! —contestó Alexis—. ¡Precisamente fue tu nada lo que me enfada!

—¿Se puede saber a dónde nos has traído? —volvió a inquirir el de las mechitas.

—¡Esto no es asunto tuyo Ken de tres al cuarto!— Se enfadó Alexis.

—¡¿Cómo me has llamado?!

—¡Ken de tres al cuarto!

—Dios mío... Será mejor que intervenga —maldijo entre dientes el hombre que aún no había intervenido—.¡Alexis, soy yo! —dijo adelantándose

Alexis se quedó mirando al reciente interlocutor. Lo reconoció por la voz: era su amigo Bruce. Tendría que haber llevado las gafas

—¡Bruce! No te había visto. Adelante, ven al salón con tus amigos y mi hermano.

Alexis se fue por hacia el salón. Barry se quedó mirando a Bruce.

—¿Conoces a mi hermana? —le preguntó, sorprendido.

—¿Eres el hermano desagradecido del que he oído hablar? —contestó Bruce mientras marchaba escaleras arriba.

—La próxima vez hablará el desde el principio —se quejó el Ken de tres al cuarto.

—Vengo vamos —sentenció la mujer—. No es de buena educación hacer esperar a nuestra anfitriona.

┈┈┈☾┈┈┈

En el salón, Alexis se sentó en un gran sofá. La extraña comitiva hizo lo mismo en el otro. Ambos sofás estaban separados por un mesa baja de cristal llena de papeles y libretas. Alexis apagó el televisor encendido y ordenó algo el desastre de la mesa.
Una vez estaban todos en el salón, Dinah les trajo un pequeño tentempié.

—Gracias, Dinah —le dijo Bruce cogiendo una galletita.

—¡De nada, señor Wayne! Sé que estás son sus galletas preferidas.

Todos los demás, menos Bruce y Alexis, esperaban que Dinah se fuera para contar lo que les había llevado hasta allí, pero Dinah lo único fue un amago de sentarse junto a Alexis.

—Creo que vamos a tener una conversación privada —dijo Alexis. «Luego te lo cuento», intentó decir con la mirada.

Y Dinah se fue.

—¿Y bien?

—Pues verás... —comenzó Barry.

—Se lo estaba preguntando a Bruce — le cortó Alexis.

Barry cogió un galleta y se quedó un poco rojo.

—¿Habrás visto en las noticias últimamente?

—Sí —contestó Alexis—. Todos están revolucionados con la muerte de...

—Superman —prosiguió Bruce que sabía de la escasa memoria de su amiga para algunos casos—. De eso hemos venido a hablar. Pero antes tienes que guardar un secreto.

—Creo que guardar secretos se me da muy bien— contestó irónica Alexis—. Casi diría que me pagan por ello.

—Pero este es muy fuerte —dijo el hombre robot.

—Escucho secretos fuertes todos los días —volvió a decir Alexis.

Todos se quedaron mirando a Bruce, quien no parecía encontrar las palabras adecuadas. O prefería no soltarlas. ¡Ah, la palabras! Tan bonitas en algunas ocasiones como mezquinas en otras. Armas de doble filo que una vez fuera no puedes parar. Armas contra ti u los otros.

—¿Te acuerdas que te hablé de mis padres? —comenzó Bruce.

¿Qué si se acordaba? Todos en Gotham y alrededores lo sabían.

Alexis asintió.

—Su muerte me dejó en un estado horrible. Solo era un niño —hablaba Bruce como si aún le doliera, como si todavía fuera el mismo niño—. Durante mucho tiempo no hacía nada. Pero con el paso de tiempo encontré una objetivo en mi vida, la manera de aportar mi granito de arena.

Alexis miraba a Bruce. No solía hablar de sus padres y cómo hablaba le hacía sentir dolor a ella también.

—Ahorrándote muchas historias y trotes innecesarios —continuó Bruce—, la verdad por la que estamos aquí...

Se quedó sin palabras. El extraño grupo tenía una mirada extraña.

—Bruce, no es necesario...

—No, Alexis, sí lo es —contestó Bruce—. La verad es que yo soy Batman.

Bien, su amigo era Batman... ¡Un momento! ¡Batman! ¿Su amigo era el tío murciélago? ¿Él caballero negro?

—¿¡Qué!? —atinó a decir Alexis.

┈┈┈☾┈┈┈

Si aquella mañana al despertar le hubieran dicho que aquello sucedería no lo hubiera creído. ¡Bruce era Batman! ¡Su amigo era el maldito Batman!

Alexis recordó las escasas veces que había tratado con Batman preparar algunos juicios. Debido a su trabajo, ella era de los pocos que intercambiaban palabras con el defensor de Gotham. Bruce no hablaba mucho de Batman, no parecía que lo tuviera en un pedestal como el resto de buenos ciudadanosy  ahora resultaba que él mismo era el héroe. Alexis nunca hubiera imaginado que Bruce tuviese ese extraño ¿Hobby podía llamarse? ¿Pasatiempo era mejor para definirlo? Creía que su "trabajo" de millonario lo ocupaban todo el día.

—Puede que sea difícil de creer pero es verdad —dijo Bruce mientras sacaba un pequeño murciélago de metal del bolsillo interior de la chaqueta.

Alexis lo cogió. Lo observó pero estaba claro que era una de las armas de Batman. Alexis miró detrás del sofá.

—¿Qué haces? —preguntó el Ken de tres al cuarto.

—Buscó una cámara oculta —respondió Alexis—. Esto tiene que ser para una broma televisiva de mal gusto.

—¿Tengo pinta de actor? —preguntó el hombre—. Tengo mejores cosas que hacer que gastar bromas para un programa de la tele.

—Perdón, don Dicaprio, está claro que andarás muy ocupado, pero mi amigo aparece de la nada con mi hermano y me dice que es Batman. ¿Qué quieres que piense si no que es una broma?

—Sabemos que puede parecer difícil, pero es la verdad. —Alexis casi se sobresalta al oír hablar a la mujer, quien poseía un extraño acento y una gran serenidad en su voz—. Tu amigo no es el único. Deja que me presente: Diana de Tesmicira, aunque tus medios de comunicación suelen llamarme Wonder Woman —dijo mientras le daba la mano.

Alexis se la dio también. Ahora tenía a dos héroes comiendo galletas en su salón.

—Este es Victor Stone, Cyborg para la prensa —presentó Diana al medio robot mientras Alexis lo saludaba—,y a quien llamas Ken es...

—Ya puedo hacerlo yo —contestó enfadado el Ken de tres al cuarto—. Arthur Curry, pero tú puedes llamarme Aquaman.

—¿Aquaman? —rio Alexis—. ¿Qué pasa es que «Chico percebe» ya estaba cogido?

Arthur no contestó.

—Yo he decidido ser Flash —dijo Barry, tímido.

—¿Por qué habéis venido entonces? —preguntó Alexis a Bruce ignorando a su hermano.

—Estamos haciendo algo importante. Y tú hermano nos dijo tu peculiaridad.

—Sí —contestó Alexis, incómoda—, mi peculiaridad...

—¿Tu superpoder también es ser rica? —contestó Cyborg irónico.

Eso sonaba más bien a algo dicho por Bruce en sus escasos momentos como chistoso

—No.

—¿Ves, Bruce? —contestó Diana divertida—. Él único sin poderes eres tú.

—¿Y cuál es tu superpoder? —pregunto Arthur—. ¿Poner motes y tener mal humor?

Alexis se sentía como Bruce antes. Siempre se había sentido incómoda con lo suyo. No sabía cómo explicarlo, nunca se molestó en ponerle nombre o saber si lo tenía.

—Por lo que me ha contado Barry —dijo Bruce viendo que Alexis no hablaba—, parece que Alexis es una metahumana.

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