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—Preparaos, ya hemos descubierto la localización de la última Caja — anunció Diana al grupo.

Tras varios días interpretando las historias de Themyscira, creían tener dónde se escondía. Según las leyendas, Colón se llevó la Caja por orden de la reina Isabel de Castilla. Si estaban en lo cierto, el escondite estaba en la parte americana de las Montañas Rocosas.

—Los ute o nocht fueron seleccionados como sus protectores — explicó Alexis—. "La Caja se esconde bajo el poder del caballo", o eso dicen las amazonas en sus leyendas.

—¿Y que vamos a hacer?
—preguntó Arthur—. ¿Coger cada uno una pala y buscar un caballo guardián por toda la cordillera?

—Sí, pero si tienes una idea mejor aceptamos sugerencias —contestó Alexis.

— En realidad, hemos acortado el rango de búsqueda a Utah —habló Diana antes de que empezasen a discutir—. Concretamente a la zona oriental. Pero si quieres, siempre puedes hacer una visita turística.

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Una de las ventajas de tener un millonario en el equipo era que el desplazamiento era algo sencillo. Bruce consiguió llevarlos a todos en su avión. No tenían noticias de avistamientos sospechosos en la zona, por lo que dedujeron que Steppenwolf aún no tenía en su conocimiento la localización de la última Caja Madre.

La cordillera de tierra naranja se abrió ante sus ojos cuando llegaron. Mirasen por donde mirasen, las antiguas rocas estaban allí, casi ajenas al paso del tiempo. El azul del cielo despejado era un gran contraste con el naranja que dominaba el terreno. Los ecos de un pasado lejano se podían oír con el viento, como una canción antigua caída en el olvido. El aire seco les golpeaba en la cara y el sol no era un buen compañero de viaje. Pero, a pesar de las incomodidades, era un lugar hermoso, casi mágico.

Antes de adentrarse en el terreno montañoso, los lugareños les contaron historias acerca de un lugar, al que llamaban Columna del Caballo, que parecía ser el lugar que indicaban las historias de las amazonas.

A Alexis le hacían falta ojos para ver todo lo que tenía a su alrededor. Apenas viajaba y cuando lo hacía solía ser por cuestiones del trabajo. Su paisaje habitual se reducía a las calles de Gotham y precisamente no eran un paraíso en la tierra. Metrópolis era mucho más luminosa pero tampoco se podía comparar con la marea naranja que constituía aquel lugar. Alexis caminaba junto a Bruce y Diana, mientras que Arthur, Victor y Barry cerraban la comitiva un poco más atrás.

—Ya debemos de estar cerca ¹dijo Bruce desde la parte delantera del grupo—. Barry, ¿puedes adelantarte?

Sin responder, Barry se alejó del grupo solo para volver apenas unos momentos después.

—Tenéis que ver esto —dijo con una sonrisa.

Tras ascender por una cuesta, el grupo entendió la fascinación de Barry. Ante ellos, se alzaba una formación rocosa, similar a una columna que mantenía el cielo. Tallado sobre su superficie, se podía ver la silueta de un gran caballo corriendo.

—Manos a la obra. — Bruce se dispuso a empezar a cavar—. Victor, tú ya has sentido la esencia de las Cajas Madre, ¿notas su presencia?

—No sé explicarlo, pero la noto muy debil. —No le gustaba hablar de su "accidente" pero algo bueno tenía—. Justo en frente del caballo. Mirad, ahí la tierra es más blanda.

El disco solar avanzó por gran parte de su trayectoria y el grupo no encontraba nada. Llegaron a una profundidad en la que el terreno se volvía demasiado duro.

—Tomemos un descanso —propuso Bruce.

Sí, un maldito descanso era lo que necesitaban. Y agua. Alexis estaba sedienta. El esfuerzo físico sumado a calor no eran buenos compañeros. Se sentó mientras bebía de su botella. Contempló el mar de fuego que se extendía hasta el horizonte. Las imperfecciones del relevo parecían garras hacia el cielo y la escasa vegetación le aportaba a Alexis una sensación de vacío.

—Es una buena visión —dijo Alexis casi hablando para sí misma.

—No está mal, pero prefiero las vistas del mar de Maine. — Arthur la asustó. No esperaba que estuviera a su lado.

—Nunca he estado en Maine. ¿Te criaste allí?

—Mi padre era el farero —respondió Arthur-. De niño me gustaba pasar tiempo allí.

—Me esperaba algo así, vigilante de la playa. ¿Y tu madre? ¿También era de Maine?

—Mi madre desapareció en el mar cuando yo tenía tres años. Volvió a su casa, a Atlantis. —La voz de Arthur sonó un poco más dura de lo normal.

—Lo siento, no lo sabía. —Alexis de verdad sentía haber sacado el tema.

—¿Y tus padres? — preguntó Arthur—. Según lo que le he oído a Barry, vuestro padre está preso pero no dice nada de tu madre.

—Hace tiempo que falleció. —Alexis intentó borrar los recuerdos de su mente, impedir que salieran a flote. "Yo la ataque, yo le hice daño". Un río de recuerdos comenzaba a brotar. "Basta"—. ¿Atlantis dijiste antes? Últimamente estoy descubriendo que la mitología no resulta ser solo leyendas fantásticas.

Los dos estuvieron hablando un rato sobre sus experiencias con la reciente situación. Arthur le contó cómo Bruce fue a buscarlo y su reticencia a la hora de aceptar.

—Bruce es muy cabezota cuando quiere —rioAlexis.

—¡Mira quién fue a hablar! ¹gritó Bruce desde su espalda.

—Cabezota y cotilla —asintió Arthur.

Reanudaron su búsqueda pero no encontraron lo que buscaban. Con el tiempo llegó una mujer anciana al lugar. La anciana se arrodilló frente al caballo de la roca.

—Por mucho que busquéis no hallaréis nada —les dijo—. Mi propia abuela me contó que una mujer llegó cuando ella era joven y se llevó algo. Ella dijo que en el futuro volverían a buscarlo.

—¿Le contó algo más su abuela? —preguntó Diana.

—Mi familia es la guardiana de la Columna del Caballo desde generaciones pasadas. —La anciana sonrió—. Mi abuela tuvo la suerte de hablar con la forastera y comprobó que sus intenciones eran nobles y le entregó el poder antiguo. La extranjera se llamaba Antíope.

—¡¿Antíope?! ¿Estáis segura?— La voz de Diana se elevó más de lo habitual.

—Joven, los años han marchitado mi cuerpo, no mi memoria. Mi abuela siempre dijo que se llamaba Antíope. Decía que tenía el porte de una reina.

—¿Diana, tú conoces a Antíope? —preguntó Alexis.

Diana le dedicó una sonrisa triste acompañada de unos ojos que se perdían en recuerdos del pasado.

—Era mi tía.

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Diana no pasó mucho tiempo con el resto cuando volvió a Gotham. Enseguida preparó sus cosas y se marchó de vuelta a su la isla en la que nació: Themyscira. Se fue ella sola para evitar conflictos con su pueblo.

—¿Qué lees ahora?—preguntó Arthur mirando para el nuevo libro de Alexis.

—Nuestro pequeño viaje ha abierto mi interés por los pueblos nativos y las injusticias que sufrieron. —Alexis señaló el título del libro—. Espero que tengamos un pequeño momento de tranquilidad.

El sonido de su teléfono le indicó que no. Alexis le cogió de mala gana.

—Buenas noches. —La voz de una mujer sonó al otro lado de la línea—. ¿Alexis Allen, fiscal de Gotham?

—Así es —contestó—. ¿Quién llama?

—Señorita Allen, soy Amanda Waller. Seguro que me recuerda. La llamó para invitarla a cenar.

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El restaurante estaba vacío a excepción de los cuatro comensales ya presentes. Alexis acudía formal, con el modelo de traje que a ella le gustaba: chaqueta negra acompañada de una falda también negra que le llegaba un poco más abajo de la rodilla. Completó el conjunto con sus zapatos de tacón favoritos y su pelo suelto (su pelo ya era ondulado de forma natural y era un tanto difícil arreglarlo) y maquillaje natural.

A pesar de la deficiente iluminación, Alexis reconoció a la Dr. Waller junto con otros tres hombres desconocidos. Waller había trabajado con Alexis en un asunto peliagudo y desde entonces ella tenía a Alexis entre sus contactos.

—Señores, les presentó a la señorita Allen —la presentó la Dr. Waller—. La señorita Allen desempeña el nada sencillo papel de fiscal de Gotham. Puedo afirmar que su trabajo es impecable en cuanto a su dedicación y desempeño.

—Siento llegar tarde, pero no estaba preparada para esta situación. — En su profesión era importante mostrar encanto y Alexis lo sabía.

Todos se sentaron y comenzaron a comer.

—Lamento no poder informarle más por teléfono, señorita Allen —dijo Waller—. Pero supongo que tras ver a semejantes gorilas de negro por todo el local, se puede imaginar la razón. Huelga decir que todo es confidencial y esperamos la máxima discreción posible. Nuestro amigo Mackenzie sufriría un ataque de no ser así.

—Perdemos a un héroe nacional y usted está ahí como una niña con zapatos nuevos —respondió el aludido con cara de preocupación.

—Tengo muchos zapatos nuevos —contestó Amanda Waller. Una de los cosas que Alexis admiraba de ella era su compostura firme en todo momento—. Ha costado pero al final los tengo. Lo peor de lo peor. —Acto seguido sacó un archivador y lo puso encima de la mesa.

—Se rumorea, Amanda, que... algunos tienen habilidades —comentó Mackenzie sin quitar su vista de Amanda.

Alexis no entendía cuál era su papel allí, pero la Dr. Waller la había llamado por una razón importante.

—Los rumores son ciertos —afirmó ella—. ¿Saben cuál es el problema de un metahumano?

Esas palabras golpearon con fuerzo el pecho de Alexis. Bebió un poco de su copa para evitar que notaran su nerviosismo, a pesar de que tenía se le hacía imposible tragar.

—La parte humana —continuó Amanda—. Con Superman tuvimos suerte, compartía nuestros valores. El próximo Superman tal vez no lo haga.—Amanda se llevó la comida a la boca con indiferencia.

—Está jugando con fuego, Amanda— advirtió Mackenzie mientras comía nervioso.

—Me enfrentó al fuego con fuego— respondió bebiendo de su copa.

—¿No irá a soltarnos lo de su proyecto Fuerza Especial X otra vez?

—Sí, pero esta vez van a escucharme.— La voz de Amanda sonó fuerte y decidida—. Señorita Allen, si no es molestia abra el archivador y lea.

Alexis hizo caso. En la primera página estaba la ficha policial de un hombre.

—Floyd Lawton, también conocido como Deadshot —leyó Alexis—, el asesino a sueldo más buscado del mundo... Disculpe, Dr. Waller, pero no entiendo cuál es mi misión aquí.

—Tiene una clientela de élite y por eso no se ha visto relacionada con él —dijo Amanda—. Como puede ver su historial dentro del mundo delictivo es amplio. Me atrevería a decir que es uno de los mejores tiradores del mundo. Pero todos tenemos debilidades y las debilidades se pueden aprovechar. La suya es una excelente estudiante de Gotham City: su hija. Así que la observamos y esperamos.

—¿Y lo ha cogido? —preguntó otro de los comensales, no muy atento a la conversación anterior.

—Yo no. —Amanda miró para él—. Le di un soplo anónimo a la persona correcta de Gotham City. Así que ahora tenemos al hombre que nunca falla.

"Voy a tener que pedirle a Bruce que me informé de todas sus actividades extraescolares", pensó Alexis.

—¿Dónde lo tiene? —preguntó Mackenzie.

—Digamos que lo he metido en un agujero y he tirado el agujero. Continúe leyendo, por favor —le pidió a Alexis—. La siguiente es una vieja amiga suya.

—Harley Quinn. —El corazón de Alexis dio otro salto—. Antes de cambiar de vida era conocida como la doctora Harleen Quinzel. Y cuando se prohíben las relaciones amorosas en el trabajo...

—Psiquiatra el psiquiátrico de Arkham —informó Amanda—. Le asignaron al mismísimo Payaso.

—Creía que le estaba curando pero se estaba enamorando. —Alexis recordó todo lo relacionado con su caso.

—Se convirtieron en el rey y la reina de Gotham City —comentó Amanda—. Y dios libre a quien insulte a la reina. El único caso que conozco que sigue con vida es la señorita Allen, aquí presente. La única que tenía lo necesario para enfrentarse a ella. Está más trastornada y flipada que él. Pero el murciélago también la ha atrapado. Está en el mismo agujero que Deadshot, por cortesía y esfuerzo de la señorita Allen.

"Bruce sí sabe cómo pasarselo bien", pensó Alexis divertida por todo lo que su amigo escondía.

—Y luego está el australiano, Digger Harkness o, como los tabloides lo llaman, Capitán Boomerang —contó Amanda antes de que Alexis leyera—. Atracó todos los bancos de Australia al menos una vez, luego vino a Estados Unidos. Se topó con un metahumano que se hace llamar Flash.

"Y ahora entre mi hermano en acción...", Alexis cada vez estaba más sorprendida.

—¿Ya han oído hablar de un proquinético? —preguntó Amanda sin esperar que Alexis siguiera leyendo—. Chato Santana, en la calle le llaman El Diablo. Un pandillero de Los Ángeles que se creía el rey del mundo hasta que perdió a su reina.

—Me han llegado noticias de que en un motín de la cárcel encendió a medio patio —dijo Alexis.

—El vídeo de seguridad es increíble— afirmó Amanda.

—¡Cielo santo! —exclamó el hombre sentado al lado de Alexis cuando esta pasó la página—. ¿Qué diablos es esa cosa?.

—Su nombre es Waylon Jones —le respondió Amanda—. Con este la evolución dio un paso atrás. Lo llaman Killer Croc. Parece un monstruo, así que lo trataron como uno y acabó convirtiéndose en uno. El murciélago lo echó de Gotham, intentó buscar un refugio en otro lugar pero no lo consiguió. He dejado lo mejor para el final: la bruja.

—¿Una bruja? –inquirió Mackenzie.

—Hablo de una bruja que vuela, hechiza y hace desaparecer lo que le da la gana. Un ser de otra dimensión de otro mundo —dijo Amanda—. La arqueóloga June Moone se metió en la cueva equivocada y abrió lo que no debía, liberando a la metahumana más poderosa que hayamos encontrado: Enchantress. Ahora Enchantress y Moone son una sola. A la bruja se controla a través de su corazón —dijo señalando una caja que tenía a su lado— y a Moone con Rick Flag, coronel de las Fuerzas Especiales.

—¿Así que quiere poner nuestra seguridad nacional en manos de brujas, pandilleros y cocodrilos?— preguntó finalmente Mackenzie.

—No te olvides de la novia del Joker —apuntó otro comensal.

—La señorita Allen será la encargada junto con otros expertos de analizar a todos estos sujetos, siempre que ella acepte el trabajo —indicó Amanda y al ver el asentimiento de Alexis sonrió por primera vez en toda la velada—. Es de las mejores en su trabajo y se rodeará de otros tan buenos como ella para decidir.

—Será un honor servir a mi país, pero tengo mis dudas con Harley Quinn —contestó Alexis.

—Sí, he oído que uno de sus pasatiempos favoritos es decir cómo se va a vengar —respondió Amanda—. Pero no hay de qué preocuparse. Nuestro amigo el murciélago está formando una especie de asociación de superhéroes y está dispuesto a proporcionarnos ayuda. Nadie tomará represalias contra usted, señorita Allen.

"Gracias, Bruce".

—Es todo por esta noche-anunció Amanda—, gracias por su atención. Caballeros gracias por asistir y gracias a usted señorita Allen por aceptar mi propuesta. Y ahora propongo brindar por nuestros nuevos protectores, el Escuadrón Suicida.

Hola. Queríamos avisar de que tras estudiar los cambios del "Snyder cut" y el "Ayer cut", así como las ideas originales del universo cinematográfico de DC hemos decidido hacer una serie de cambios. Esperamos que os gusten. ¡Gracias por leer!

Las dos integrantes de MIalcuadrdo,
Milda y Minerva

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