Capítulo 13

Le costó mucho trabajo dormir, pero cuando el despertador sonó, estaba profundamente dormida y el sueño era agradable. Tenía que ver con Thomas, pero no recordaba los detalles. ¡Pensó en él! Lo había besado... Más que eso: habían tenido un momento de intimidad maravilloso, pero tenía miedo. Miedo de que las cosas no salieran bien y de enamorarse otra vez. Revisó su teléfono y no tenía mensajes de él, salvo de la abuela de Ben que le decía que iban de camino a la escuela.

Dani se concentró en lo que creyó más importante: su hijo, y con él en mente se marchó al trabajo para enfrentar su largo día. Tuvo varias juntas, algunas con su padre, otras con los ingenieros. OpenHome tenía un nuevo proyecto y Edward le estaba poniendo al tanto sobre él. Era ya de tarde cuando regresó a su oficina: recogía unos documentos de manera autómata cuando de pronto se fijó en la fotografía de Benjamín y ella... El corazón le dio un vuelco al recordarlo... Estaban felices, estaban esperando un hijo, y en aquella instantánea se hallaban ajenos por completo a lo que vendría después.

Danielle se dejó caer sobre una silla, abrumada. Pensar en su esposo siempre la entristecía; recordar que la noche anterior había besado a otro hombre le laceraba un poco la lealtad que juró tenerle. Su lado racional hablaba más fuerte: debía salir adelante, Ben así lo hubiese querido, ¿por qué entonces negarse la oportunidad?

No había tenido más noticias de Thomas desde ayer, tal vez estuviera esperando a que ella diera el primer paso, pero no se había atrevido. Miró el reloj y se apresuró a salir para la escuela. ¡Moría de ganas de abrazar a Ben!

Thomas estaba como un tonto con el teléfono en la mano. Había redactado varios mensajes que no había enviado y se recriminaba a sí mismo por ser tan cobarde. No sabía qué hacer. Por momentos creía que era mejor que le diera a Danielle algo de tiempo, de espacio. Recordó lo que le había dicho: que tenía un día largo con varias juntas, y que después iría a recoger a Ben a la escuela. Fue por eso que decidió no agobiarla durante el día, pues creía que era mejor que fuese ella quien le escribiera primero.

Rob apareció frente a él y frunció el ceño al verlo tan concentrado. Él y su hermana habían llegado al mediodía, luego de un fin de semana de ensueño. Se habían saludado ya y hablado de sus pequeñas vacaciones, pero ahora que Rob volvía a la realidad, comprendía que a su amigo le sucedía algo.

—¿Todo está bien, camarada?

Thomas asintió, con la vista perdida.

—¡Ey! —El moreno chasqueó sus dedos para llamar su atención—. Algo te pasa, Tom, así que dime qué es...

—¿Y Mónica?

—Fue a buscar a Tim a la escuela.

—¿Sabes si Ben también viene para acá? —Al menos así tendría una posibilidad de verla a ella cuando fuera buscar al niño.

—Creo que no. Le preguntó a Danielle y ella le contestó que como Ben estuvo fuera el domingo en casa de sus abuelos quería pasar tiempo con él... —Se encogió de hombros—. No sé detalles, pero creo que eso fue lo que le dijo. ¿Por qué?

Thomas perdió la última oportunidad de verla cuando supo eso, por lo que se derrumbó un poco y decidió sincerarse con Rob.

—Danielle y yo nos besamos anoche...

Rob aplaudió emocionado.

—¡Esa es una gran noticia! —rio mientras le daba una palmadita en la espalda—. ¿Y por qué tienes esa expresión tan desalentadora?

—Porque creí que todo estaba bien entre nosotros y hoy no he tenido noticias suyas... Pensé que la vería si Ben venía a casa a hacer la tarea, pero al parecer no será así.

Rob lo miró con una sonrisa de condescendencia.

—Amigo, debes empezar a relajarte. Esta situación es nueva para los dos, y si todo fue bien anoche no tienes por qué tener miedo de que las cosas se vayan a frustrar. Confía en ella... Dale algo de tiempo, y verás que todo estará bien.

—¿Tú crees?

—Claro que sí —le animó.

Danielle se encontró con Mónica afuera de la escuela de los niños. Faltaban quince minutos para que ellos salieran, y las dos madres estaban deseosas de verlos.

—¿Qué tal el viaje? —le preguntó Danielle luego de darle un abrazo.

—¡Fabuloso! La pasamos muy bien, aunque te mentiría si dijera que no eché de menos a Tim todo el tiempo. De cualquier forma, era algo que Rob y yo nos merecíamos. Antes de marcharnos hicimos la promesa de buscar siempre algún tiempo para nosotros.

—Me parece excelente, me alegra mucho que lo hayan disfrutado.

—¿Qué tal tu fin de semana? Por cierto, muchas gracias por pasar por casa. Thomas me dijo que fuiste de gran ayuda.

Danielle no pudo evitar ruborizarse, pero se quedó callada.

—¿Pasó algo? —preguntó nerviosa Mónica, al ver que Dani no decía ni una palabra.

—No, todo está bien...

Se hallaban debajo de la sombra de un árbol, algo lejos del resto de los padres, así que Mónica dudó en indagar para saber qué le sucedía.

—Danielle, me parece que hace ya un tiempo que nos conocemos. Sé que algo te preocupa, así que te pido que no dejes de informarme. ¿Le sucedió algo a Tim durante mi ausencia? —añadió con preocupación.

—No, no es nada de eso... Puedes estar tranquila, Mónica.

—¿Entonces qué pasó? —insistió.

Danielle suspiró. No hubiese querido abrirse tan pronto, pero consideraba a Mónica su amiga y debía sincerarse con alguien. Por otra parte, si Thomas y ella continuaban aquel acercamiento, no tardaría su hermana en darse cuenta, por lo que era importante que fuese honesta con ella.

—Prométeme que no te vas a escandalizar... —le pidió.

—¿Estás con alguien? —preguntó Mónica unos decibeles más alto que su tono de voz habitual.

Algunas madres se voltearon a verlas, pero luego volvieron a lo suyo. Danielle estaba roja como un tomate.

—Perdón —masculló Mónica—, es que estás tan misteriosa... Hay alguien en tu vida, ¿verdad?

Danielle asintió, con una tenue sonrisa.

—Por favor, Mónica, me prometiste que no lo ibas a tomar a mal...

—¡Dime de una vez! —Su amiga no podía controlar su ansiedad.

—Algo está sucediendo entre Thomas y yo...

Mónica por poco se atraganta con su propia saliva.

—¿Thomas? ¿Mi hermano?

A pesar de la situación tan tensa, Danielle no pudo evitar reírse un poco.

—Claro que tu hermano. ¿Conocemos a otro Thomas?

—Lo siento, es que no lo esperaba —dijo llevándose una mano al corazón—. Define "algo".

—No sé cómo explicarlo, creo que hace un tiempo que venimos sintiendo esto el uno por el otro. No fue hasta anoche que nos besamos y... En fin, estoy nerviosa todavía de tan solo pensarlo. No hubiese querido soltarte esto así, pero necesitaba desahogarme con alguien.

Mónica le dio un abrazo, se había emocionado hasta las lágrimas.

—Mi hermano no pudo haber encontrado a nadie mejor —le dijo con sinceridad—, y él es también maravilloso. Sé que su discapacidad dificulta un poco las cosas, pero...

—Eso no me importa —le interrumpió ella—, de verdad que no. Cuando estamos juntos tan solo puedo pensar en él como persona, no en la discapacidad o en la silla de ruedas.

Mónica sonrió de oreja a oreja. Le parecía que de verdad Danielle se estaba enamorando.

—Dani, eres excepcional. Sin embargo, noto que hay algo que te perturba y si no es la discapacidad, ¿qué es?

—Hace más de cinco años que no le abro mi corazón a nadie; todavía lloro a Ben y a veces me asusta haber dado este paso, aunque cuando estoy con Thomas me siento feliz...

—Te comprendo, ¿pero recuerdas lo asustada que estaba yo con Rob? —Danielle asintió—. Ya todo eso pasó y ahora me doy cuenta de que estoy enamorada como una tonta y confío en él... Vayan despacio, Danielle, ábranse lentamente el uno al otro, pero no dejen que esto que sienten muera.

Danielle le sonrió, iba a responderle cuando dos cabecitas se aproximaron a ellas. Cada madre se agachó para abrazar a su hijo y darles miles de besos.

—Los hemos extrañado mucho —dijo Mónica—, así que cada uno para su casa a estar con mamá. Mañana harán los deberes juntos.

Los pequeños estuvieron de acuerdo, también habían echado de menos a sus mamis, sobre todo Tim que hacía tres días que no veía a la suya.

—Mónica —le llamó Danielle antes de que cada una se marchase hacia su auto—, por favor, no le digas que te conté.

La aludida negó con la cabeza y le sonrió.

—No te preocupes, no lo haré. Solo recuerda lo que te recomendé.

Danielle asintió y luego de darle un beso, se dirigió con Ben hacia el estacionamiento.

Después de cenar con su hermano, Mónica y Rob acostaron al pequeño Tim en su habitación, y luego se dirigieron a la suya. Estaban agotados luego del vuelo, y deseosos de acostarse a dormir. Sin embargo, Mónica no podía evitar pensar en la conversación que había sostenido con Danielle esa misma tarde... ¡Ella y su hermano juntos! No la había visto suceder, pero se alegraba. Lo único que le alarmaba era la actitud de Thomas. Lo había observado durante la mesa y estaba perdido en sus pensamientos. No se veía feliz, ¿significaría eso que no estaba tan convencido como Danielle respecto a su relación?

—Hay algo que voy a contarte, Rob, pero me tienes que prometer que vas a guardar el secreto —le anunció, sentándose en la cama.

El moreno la miró divertido y soltó una risita.

—¿Danielle ya te lo contó?

—¿Lo sabías? —Mónica lo golpeó con una almohada—. ¿Por qué no me lo habías dicho?

—Tenía mis sospechas de que algo sucedía entre ellos, pero hoy en la tarde tu hermano me confesó que se besaron anoche.

—¡Eso me dijo Danielle! ¡Estoy asombrada!

—¿Por qué? Son un hombre y una mujer, Mónica, y se quieren...

—Temo que la discapacidad de Thomas constituya a la larga una carga demasiado pesada para Danielle y que mi hermano sufra.

Rob se incorporó sobre la cama y le dio un abrazo a su mujer, luego un beso en los labios.

—Danielle sabe lo que está haciendo. Tuvo un esposo en silla de ruedas, trabaja para facilitarle la vida a las personas con la condición de Tom... Créeme, si alguien sabe a lo que se está enfrentando, es ella. Además, Thomas merece ser feliz. Si solo piensa en que saldrá lastimado jamás se dará la oportunidad de vivir algo bueno. En teoría, todos los que nos enamoramos podemos sufrir, Mónica, y no por eso dejamos encerrado el corazón bajo cuatro candados.

—Dani me aseguró que no está preocupada por la condición de Tom —admitió.

—¿Ves? Te estás abrumando en balde, cariño.

—Pero Thomas tenía esta tarde una expresión en el rostro que me alarmó. ¿Estará experimentando dudas? Tampoco quisiera que Danielle saliera lastimada.

—Thomas está sintiendo la ansiedad de todo hombre enamorado. No ha tenido noticias de Danielle aún y él tampoco la ha llamado para darle su espacio. Estoy seguro de que pronto uno de los dos dará el primer paso. Lo mejor que podemos hacer por ellos es no interferir.

Mónica estuvo de acuerdo.

—Ahora ven conmigo, cariño, que te necesito...

Ella se rio y se abrazó a él.

—Estoy muy cansada, te lo advierto, Rob...

—Lo dudo —murmuró él antes de besarla.

Con el primer beso Mónica olvidó también que en algún momento pensó dormir temprano.

Danielle cerró El Mago de Oz cuando percibió que Ben se había quedado dormido. Apagó la luz de la lamparita y corrió a darse una ducha: lo necesitaba.

Mientras el agua corría por su cuerpo recodó a Thomas y los besos que compartieron la víspera... Se sentía mal por no haberle escrito ni una línea, y aunque él también se hubiese mantenido en silencio, ella sabía que, de los dos, era la que menos temor experimentaba.
Cuando se acostó en la cama tomó su teléfono y vio que él estaba en línea. Su corazón latió aprisa y no dudó en saludarlo:

"Buenas noches, Tom. Lamento haber demorado en darte noticias hoy, pero has estado en mi pensamiento desde que me desperté".

Thomas suspiró aliviado cuando lo leyó.

"Hola, no te preocupes. Sé que tenías un día difícil, y por eso no te había escrito antes. No sabía si darte tiempo... También he pensado mucho en ti. ¿Cómo está Ben?"

Danielle suspiró también. ¿Por qué se sentía tan anhelante cuando se trataba de Thomas? ¿Por qué despertaba esos sentimientos en ella?

"Ben está bien. Quería ir esta tarde a verlos a ti y a Jack, pero necesitaba algo de tiempo a solas con mi niño. Lo eché mucho de menos y ahora es a ti a quien echo de menos..."

Thomas no pudo evitar sonreír, le encantaba esa ternura que emanaba de ella, era una mujer maravillosa.

"No me lo digas dos veces que voy a hacerte compañía en esta noche de insomnio".

Danielle se echó a reír.

"Mañana iré yo a verte, Tom. Te lo prometo. Ahora sí intentaré dormir. Haz tu lo mismo, no quiero ver ojeras en tu rostro mañana. Buenas noches y un beso".

"Te estaré esperando, cariño. Buenas noches, un beso grande" —le contestó.

Si Thomas hubiese estado allí, la hubiera visto sonreír y llevarse el teléfono al corazón.

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