Capitulo veintinueve

TaeHyung se encontraba en presencia del gran Baalzephon, quien lo miraba con aburrimiento y un deje de desprecio. Se encontraba con su forma mundana, la cual no era tan intimidante como su cara real, pero el tipo era una cosa inmensa de casi dos metros con una espalda en la que el cuerpo delgado de TaeHyung podría recostarse y aún sobraría espacio.

Sus brazos eran músculos inmensos que se marcaban sobre la tela de su camiseta negra. Su rostro tenía cicatrices en su frente, su mentón y su mejilla izquierda. Sus ojos eran rasgados oscuros y malvados, junto con una nariz puntiaguda y una sonrisa diabólica.

TaeHyung pensaba que no se había esforzado en lucir presentable con su forma humana. Le gustaba el miedo que otros sentían al verlo y al estar en su presencia, él estaba levemente temblando porque había algo en el aura del Capitán que lo hacía estremecerse desde que había cruzado la puerta. No estaba seguro de por qué se sentía así, ni siquiera frente al príncipe del infierno sus piernas habían temblado tanto.

—Me hice un tiempo solo porque el desgraciado de Sartael me dijo que me buscabas —hablaba primero, sentado en su silla de cuero detrás de su escritorio.

Muy intelectual para ser despiadado.

—Necesito hacerle unas preguntas —susurraba TaeHyung.

—Habla más fuerte, me molesta cuando no puedo oírlos bien —mencionaba, sirviéndose un trago de whisky y mirando a TaeHyung de arriba a abajo—. No te tengo visto, no sé quién eres. Preséntate como es debido —mencionaba tomando un sorbo y ondeando su mano.

En la puerta se encontraba Amudiel, en silencio y cagándose en sus pantalones, pero nuevamente, para Amudiel todos eran más poderosos y le causaban miedo.

Aclarando su garganta iba a tomar asiento frente al escritorio del demonio, pero una lengua chasqueaba en negación. Alzando su rostro, veía la mirada arrogante del capitán.

— ¿Acaso dije que podías sentarte? —cuestionaba con su voz grave y ronca.

Un escalofrío recorría la columna de TaeHyung y no era uno bueno.

Negando pasaba saliva y se enderezaba.

—Soy TaeHyung, encargado de-...

—El último angel caído —mencionaba, finalmente, solo un poco interesado—. He oído sobre ti. Aunque no fuiste un "caído" como dicen por ahí, sino un expulsado. Esa sería la correcta definición cuando se habla de ti o de todos ustedes en general.

TaeHyung volvía a pasar saliva, su garganta seca, su cuerpo tenso.

—Ese soy —afirmaba.

Cuando Baalzephon veía que no añadía nada más, suspiraba y encendía un puro y volvía a ondear su mano.

—Al punto, no eres tan lindo como te describen para soportarte tanto —señalaba—. Recuerda que el tiempo conmigo corre de forma diferente —mencionaba.

TaeHyung sentía otro escalofríos que lo hacía estremecerse, nuevamente, de mala manera. No sabía el motivo del por qué el tiempo con el capitán Baalzephon corría más rápido. En presencia de él no sentía la diferencia, pero al salir de esta, los tiempos terrenales eran algo totalmente distintos.

Una hora en presencia del capitán, contaban como un día en la tierra... ¿O eran dos?

—Estás pensando demasiado, el tiempo corre y me estoy aburriendo de verte parado con cara de niño asustado. Seguro de rubio y con grandes alas te veías adorable y apetecible, pero ahora no eres la gan cosa. Al punto —repetía severamente.

Relamiendo sus labios, tomaba fuerzas—. Estoy buscando el alma de alguien-.... —sus palabras se estancaban en la punta de su lengua.

Baalzephon enarcaba una ceja—. ¿De alguien, qué? ¿De quién? —preguntaba.

—Una persona que está sufriendo y la he buscado por las jaulas comunes del infierno, pero no aparece —susurraba con su garganta hinchada y sus ojos ardiendo.

Baalzephon reía ladino—. Oh, realmente te importa. Incluso estás a punto de llorar por "sea quien sea" esta cosa que debo suponer anda como recipiente vacío en el mundo ¿Cierto? —susurraba, apagando el puro y apoyando sus codos sobre su escritorio para mirar fijamente a TaeHyung.

—Sí, capitán. Y no es una cosa —susurraba tembloroso.

El demonio extendía su mano y reía—. Lamento decirte que si no tiene alma es cualquier cosa menos humano —añadía, TaeHyung apretaba sus dientes, el demonio se regocijaba—. Toma asiento, por favor —pedía con dulzura fingida. TaeHyung se hallaba hasta ese momento de pie y con sus brazos detrás de su espalda, titubeaba al pasar su vista por la silla frente al escritorio y al gran demonio frente a él—. ¡Que te sientes! —gritaba, logrando que una fuerza antinatural rodeara su cuerpo y lo sentará de inmediato en la silla que anteriormente se le había negado.

Un jadeo de terror se escuchaba provenir de la puerta cuando la espalda de TaeHyung golpeaba la silla, sí, Amudiel estaba aterrorizado. Aquello había logrado que los ojos del capitán se fueran hacia él y lo hicieran temblar, Baalzephon reía al ver que el otro ex ángel y actual demonio estaba más temeroso que TaeHyung frente a él.

Una risa seca soltaba mientras exclamaba—. Pequeño lacayo, ven aquí —Amudiel temblaba, TaeHyung miraba hacia atrás y cuando iba a dar un paso el demonio exclamaba—. No te hablé a ti, imbécil.

La puerta se abría y Amudiel saltaba del susto cuando uno de los sirvientes del demonio aparecía y lo tomaba del brazo.

— ¿Qué hará con él? —preguntaba TaeHyung repentinamente, Amudiel estaba mudo del terror.

—Encierralo, tendré una charla importante aquí —ordenaba, luego volvía su rostro a TaeHyung y fingía otra fría sonrisa cuando el lacayo del capitán desaparecía con Amudiel tirando de su brazo, TaeHyung lo miraba con atención—. Tranquilo, no le harán daño, pero esa pequeña mierda a veces es muy boquifloja.

TaeHyung asentía, coincidía en eso.

—Bien, ahora, tengo muchas almas... —exclamaba desinteresado—. Ya ni siquiera recuerdo sus nombres, solo son la diversión para mis centinelas —decía de forma desinteresada—. Y por supuesto me alimento de ellas y su sufrimiento.

TaeHyung abría sus ojos—. ¿Qué? —soltaba sin aire. Su pecho se comprimía, la habitación se hacía pequeña y la sonrisa diabólica del demonio lo hacía estremecerse.

—Verás, pocos saben que como capitán de las guardias y centinelas del infierno las almas de mis jaulas son un pago especial —se encogía de hombros.

— ¿Pago especial? —repetía TaeHyung sin fuerzas.

—No cualquiera termina en mis jaulas —continuaba—. Me alimento de ellas como muchos de nosotros —admitía—. Pero gracias a mí cargo y a mí puesto en el Averno, mis almas son muy especiales para terminar conmigo

— ¿Define especial? —pedía TaeHyung entre dientes—. Estás alardeando solo para decirme que me costará demasiado que puedas liberarlo... Él no merece lo que le está pasando —susurraba.

El demonio alzaba sus cejas—. ¿Él? —susurraba—. Ahora entiendo porque fuiste expulsado, eres un pervertido. Los angeles no deberían sentir lo que sentiste y encima tal abominación porque... Mírate, eres un hombre —se burlaba, como si eso fuera algo de lo cual reírse o mofarse—. Los de arriba temrinaron traumados contigo —reía con maldad y frialdad.

TaeHyung apretaba sus dientes—. Eso ya no me impirta. Es pasado

—Tu pasado —soltaba laconicamente—. Eres un pecador homosexual —decía con burla.

TaeHyung apretaba sus dientes y optaba por calmarse, no le servía de nada enfurecerse con alguien que podría desaparecerlo con un simple parpadeo.

Suspiraba y se sentaba más relajado—. Sabes que cuando era un ángel, no tenía un sexo definido —mencionaba, intentando seguir la conversación—. Solo me enamoré de él.

El capitán Baalzephon se cruzaba de brazos—. Que ironía tan machista, los estirados de arriba no tienen sexo, pero todos tienen un nombre que, por definición terrenal, son todos masculinos. ¡Ha! Nosotros tenemos nuestras féminas aquí, sabés....

—Por favor —rogaba TaeHyung harto y asustado—. Necesito saber... —suplicaba.

Baalzephon dejaba de sonreír, miraba su reloj y suspiraba.

—Dime su nombre —pedía.

TaeHyung pasaba el nudo en su garganta—. Kim SeokJin —susurraba, sus ojos llenos de lágrimas y su pulso acelerado—. Él está sufriendo porqu-...

Repentinamente quedaba solo. Baalzephon no se encontraba en su oficina, había desaparecido repentinamente frente a él y eso lo hacía suspirar de forma temblorosa mientras una lágrima caía por su mejilla. Mirando un viejo y destartalado reloj que colgaba sobre su pared, había notado que habían pasado alrededor de treinta minutos desde que había llegado al territorio del demonio.

Y no, no podía salir de allí sin el consentimiento del mismo. Solo rogaba que SeokJin estuviera bien mientras él estaba ausente.

Lo que TaeHyung no sabía era que una hora con Baalzephon, equivalía a una semana. Otros demonios tenían más poder por lo que consumían más tiempo.

Para SeokJin habían pasado tres dolorosos jodidos días. Su espalda baja estaba peor que nunca. Le costaba hacer sus labores, le costaba moverse con facilidad sin sentir que tenía un maldito puñal instalado allí. El mismo con el que soñaba a cada maldito momento en el que sus ojos se cerraban sin su consentimiento y caía dormido.

Había estado tomando pastillas de todo tipo para el dolor, para mantenerse despierto y había mezclado algún que otro complemento con el vodka de su mini bar.

Esa tarde noche se encontraba saliendo de su ducha, su cuerpo adolorido, cansado. Su mente nublada, el estado emocional del que había carecido por años parecía ser un desastre.

Frente a su espejo con una toalla sobre su cintura y su cabello chorreando gruesas gotas de agua, se apoyaba sobre la pileta de porcelana mientras se doblaba por otro poco de dolor que punzaba en su espalda baja.

Apretaba sus dientes y sus dedos se aferraban a la porcelana blanca, limpiando el vapor del espejo, miraba su imagen rápidamente demacrada desde la ida de TaeHyung.

—Solo pasaron tres malditos días y... ¡Eres un desastre! —gritaba frustrado, golpeando el espejo con su puño para dejar de ver lo patético que se veía por otro hombre.

Aunque claro, era tan jodidamente anormal que, ni siquiera estaba así por un hombre. Sino por un demonio.

— ¡Mierda! —su mano sangraba, su puño dolía y su cuerpo se estremecía mientras buscaba con desesperación el botiquín de primeros auxilios. El espejo había quedado resquebrajado mientras salía del baño con el maletín en mano.

La última vez lo había usado en TaeHyung, luego de ver lo mal que lo había dejado solo por estar con él.

Buscando el alcohol, tiraba una gran cantidad sobre su puño herido y comenzaba a reír como un demente ante el ardor, luego apretaba sus ojos y sus dientes mientras gritaba frustrado.

Una lágrima se derramaba también por su mejilla mientras sentía que su pecho se oprimía. Era una sensación de mierda que jamás había experimentado.

Se hubiera revolcado más en su miseria si no fuera porque su timbre sonaba y eso lo traía a la realidad, así que se apresuraba lo que podía, escaleras abajo, para antender. Muchos de sus clientes solían dejar sus autos a altas horas del día y SeokJin necesitaba toda la distracción posible para evitar dormir.

Delante de la puerta, la abría y Solar estaba del otro lado, viendolo de arriba abajo, pero con ojos cautelosos y mirada preocupada.

— ¿Yong-Sun? —susurraba.

—Un cliente tuyo en mi bar dijo que no te vió nada bien, tuve que venir a asegurarme si era cierto —suspiraba cruzando sus brazos.

—Oh, aún me amas —susurraba con una risa sin fuerzas.

Solar fruncia su ceño y notaba que sus labios no tenían color, se veía más pálido de lo normal y sus ojos se cerraban. Su mano se posicionaba en su frente repentinamente.

—Jin, bastardo. Estás volando de fiebre —lo empujaba dentro y notaba su mano herida—. ¿Qué mier-...? ¿Qué hiciste?

—Al parecer si estamos malditos —susurraba entre risas cansadas. Sentía que Solar lo sentaba fuertemente en la silla más cercana y jadeaba del dolor.

— ¿Qué? ¿Que tienes? ¿Te hiciste daño? —preguntaba, revisando su espalda, dónde se había tocado—. Dios, eres un idiota ¿El botiquín?

—En mi habitación —exclamaba sin fuerza.

Solar subía apresurada mientras que él se ponía de pie y a paso lento tomaba su botella de whisky más caro dispuesto a ahogarse otro poco más en alcohol.

— ¡Ah, no! Estúpido egoísta —exclamaba Solar, quitándole la botella de la mano y llevándolo nuevamente a su silla—. Sienta tu culo ahí y lo único que beberas será agua y té. ¿Qué mierda sucede contigo?

—Sí, estamos malditos —susurraba de nuevo, mientras apretaba sus ojos ante el tacto de Solar en su puño—. Si no sufro yo... Sufro él —reía dejando caer su cabeza hacia atrás.

Solar fruncia su ceño mientras cubría su mano—. ¿De qué estás hablando? ¿Qué te pasó?

—Me golpeé a mi mismo a través del espejo —reía de nuevo.

—Eres tan- ¡Aish! — cuando acababa con su mano, buscaba una botella de agua mineral y se la entregaba—. Iré a comprar algo para la fiebre —se inclinaba y lo miraba fijamente—. Si vuelvo y estás bebiendo, pateare tu culo tan fuerte que te dolerá al sentarte ¿Me oíste?

Jin se encogía de hombros—. Un dolor más, un dolor menos —susurraba, luego sus ojos se volvían a cristalizar.

Yong-Sun estaba perpleja—. ¿Sucedió algo con TaeHyung? —preguntaba suavemente.

El ojiverde pasaba el nudo en su garganta y reía secamente—. No lo sé, hace tres días que no lo veo y ya soy un maldito y patético desastre

— ¿Están peleados o algo así? La última vez también eras un desastre, pero te ves peor esta vez —señalaba.

Jin cerraba sus ojos y aspiraba fuertemente, pero no respondía.

Los minutos habían sido demasiado largos en la oficina del capitán Baalzephon, hasta que media hora después aparecía como si nada. TaeHyung había saltado del susto mientras iba y venía en la oficina.

— ¡Oh, sigues aquí! —se mofaba.

TaeHyung apretaba sus dientes y se apresuraba a apoyar sus manos sobre el escritorio.

—No juegues... —susurraba furioso—. ¿Lo tienes?

El demonio alzaja las cejas—. Ya me tuteas, interesante —mencionaba, poniéndose de pie.

Era tan amenazante su presencia que TaeHyung simplemente quedaba paralizado al verlo acercarse a él. Era inmenso, no quería que lo viera temblar ni que sintiera su miedo, pero sabía que lo hacía.

Los finos labios del demonio se aproximaban a su oreja y allí comenzaba a hablar.

—No puedo decir que tu historia me interese porque no lo hace —mencionaba gravemente, TaeHyung se estremecía—. El alma de tu chico, está conmigo —confirmaba, TaeHyung quedaba con su respiración atascada y se animaba a mirarlo con ojos grandes llenos de todo tipo de ruego que hacían al demonio reír sin gracia—. Me he alimentado de él, siempre quedo saciado cuando lo hago.

TaeHyung apretaba sus dientes y sus puños, quería golpearlo. Quería destrozarlo, pero estaría muerto en medio segundo. Baalzephon sonreía.

— ¿Qué quieres para liberarlo? —preguntaba sin fuerza—. Él no debería estar allí, dime qué puedo darte para que lo liberes.

El demonio alzaba sus ojos y tocaba su mentón—. ¿Sabes por qué algunas almas vienen conmigo?

TaeHyung fruncia su ceño y apretaba sus dientes, no quería más charlas sin sentido, no quería perder más su tiempo.

—Es como te pagan, ya lo dijiste. Ahora dime qué puedo hacer para que lo liberes, puedo ser muy útil —susurraba.

Baalzephon entrecerraba sus ojos—. ¿Crees que ofreciéndome tus servicios yo simplemente lo liberaría? —reía sin gracia, pero no sé movía de su lado—. Serás el último angel caído, pero no te quiero conmigo. No tienes nada que me sirva...

TaeHyung se giraba para quedar frente al demonio y empuñaba su ropa en sus manos, sus ojos celestes eran suplicantes.

—Solo es el alma de un simple mundano, debe haber algo que pueda hacer o darte que valga más que él

—No vales más que su propia alma, lamento informarte —añadía.

—No, no... No es así, sé que puedo servirte. Muchos me quieren en su ejercito, tú-tú puedes tenerme —exclamaba con desesperación.

—A mi no me sirves

— ¡Haz que te sirva! —gritaba frustrado—. Haz lo que quieras conmigo... —pedía, empuñando más la ropa del capitán.

Este lo miraba con desprecio, tomaba sus muñecas y quitaba sus manos de su ropa. El agarre era fuerte, la presión hacía que TaeHyung sintiera que estaba a punto de romperlas.

—Mis almas enjauladas son muy especiales ¿Y sabes por qué? —susurraba más cerca de su rostro. TaeHyung tenía sus ojos celestes asustados y cristalizados—. Pregúntame, TaeHyung. Pregúntame "¿Por qué?"

—Aún si no lo hago me lo dirás... —susurraba en respuesta—. Pero estoy seguro que te serviría muy bien. Haré lo que sea, lo que me pidas —insistía.

El demonio reía, una risa fría y malvada.

—Ay niño, niño. Pocos saben esto, pero mis almas son mías, pura y exclusivamente mías porque ¿Adivina qué? —añadía, los ojos de TaeHyung derramaban lágrimas sin fin, los segundos pasaban y Baalzephon susurraba con lentitud—. Fueron sacrificadas.

TaeHyung parpadeaba, el aire se estancaba en su garganta, Baalzephon lo soltaba y él retrocedía negando.

—No, no. Él no fue-... Él no fue sacrificado —susurraba—. ¿Quien lo hizo? ¡Mientes! ¡Él no fue sacrificado!

El demonio sonreía ladino—. Si lo fue —respondía de brazos cruzados—. La noche de su asesinato...

—No ¡Mientes! —gritaba con todas sus fuerzas, pero se tragaba su siguiente respiración cuando tenía la mano de Baalzephon en su cuello, presionando allí mientras lo golpeaba contra la pared más cercana y no lo dejaba respirar.

—Yo no necesito mentir. Mis almas terminan en mis jaulas especiales porque alguien los sacrificó —susurraba amenazante—. No tienes nada que yo quiera para salvar el alma del mundano a quien... Tú. Mismo. Sacrificaste.

TaeHyung intentaba con desesperación respirar y se obligaba a hablar—. No-...

— ¿Sabés por qué eres un vil y asqueroso demonio que se cobra las almas de imbéciles que terminaron con el corazón roto igual que tú? —preguntaba de forma grave y amenazante. TaeHyung lloraba, negaba y estaba morado por no respirar bien y estar siendo estrangulado—. En el río, con su cuerpo en brazos, sacrificaste su alma para ser lo que eres ahora.

De todos mis lectores, una sola persona junto hilos de un libro y otro y simplemente acertó.

Estamos a dos o tres de acabar. Ya se va.

Con dolor, niñita NanyKoo 😭

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