Capitulo dieciséis
Olor a azufre, calor infernal en todo su cuerpo. Parecía ser por fuera, pero también estaba sufriendo por dentro, sus muñecas y pies estaban encadenados. Abría sus ojos y oscuridad era lo único que veía, un olor putrefacto se metía por sus fosas nasales y se quedaba grabado en su memoria. El proceso estaba comenzando.
— ¿Quema? —preguntaba la voz.
No podía hablar, su boca estaba sellada, aunque quisiera gritar, no podría. Solo se desgarraba su cuerdas vocales, pero no servia, de todas formas era inevitable. Pedía socorro con su mente. Pedía a la voz alrededor suyo que se detuviera. No estaba siendo tocado por nada ni nadie. Pero se quemaba, se estaba quemando vivo.
— ¿No puedes hablar? —volvian a susurrarle.
Volvía a desgarrar sus cuerdas, la oscuridad que lo rodeaba era cegante, no lograba ver nada mas allá del fuego que le quemaba. Apretaba sus ojos pero seguía viendo a través de sus párpados, miraba hacia abajo y todo de él estaba cubierto en llamas. Volvía a apretar los ojos y el escenario cambiaba, solo él sobre una cama, una figura yacia a su lado y otra entraba con una daga en mano, la figura borrosa estaba lista para apuñalar a su acompañante, pero como siempre, él se interponia y sentía la filosa arma desgarrarle por dentro.
Cuando la otra figura parecía llorar su perdida, él despertaba.
— ¡Basta! —Jin se encontraba todo mojado debido al sudor.
Miraba a su alrededor y notaba que ya estaba ameneciendo, miraba su reloj y había dormido máximo dos horas o menos. No había podido despertar hasta que repetía la misma escena de principio a fin. Golpeaba con furia la cama a su lado y maldecía, abría el acolchado y notaba las marcas que, ahora tenía en sus piernas. Ardían, obviamente y ese olor a carne quemada le subía la bilis. No le extrañaba, pero había decidido dormir un poco ya que había logrado tener horas antes, un descanso más o menos pasable por primera vez.
Se levantaba apretando los dientes y se dirigía a la ducha, una bien fría para aplacar el ardor de las nuevas quemaduras. Estaba enojado, enfurecido porque no había podido despertar esta vez, como siempre. Su espalda dolía—la zona donde la daga de sus pesadillas traspasaba—se tocaba y no tenía nada, pero siempre verificaba por las dudas, aunque se sentía desgarrado por dentro. Un dolor que nunca le abandonaba.
Estaba preguntándose ¿por qué se había podido despertar horas atrás? Y enseguida se enfurecía porque TaeHyung no lo había esperado. Al volver nuevamente a su habitación, el ex ser de luz no estaba allí y eso lo había hecho enfurecer en gran manera, porque confirmaba algo en lo que no quería pensar. Ese tipo tenía una extraña aura que combinaba con la suya y pensaba en una de las tantas cosas que su última madre adoptiva—chamán—le había dicho o quizás profetizado.
—Déjate de ridiculeces, Jin... —susurraba. El agua estaba fría, él jamás se bañaba con agua caliente o eso empeoraría las heridas que aparecían en su piel de vez en cuando.
Luego de eso, volvía a su rutina. Agradecía al universo tener una pila de autos esperando por él. Eso lo mantenía ocupado, por eso Jin no cobraba mucho, aprovechaba ser bueno en lo que hacía y siempre ofrecía descuentos para que vinieran a él. Hasta gente que no pertenecía al vecindario dejaba sus autos en sus manos. Debido al insomnio o mejor dicho a sus pesadillas, dormía poco y trabajaba hasta altas horas o madrugaba si lograba caer rendido.
Las pastillas para dormir no le ayudaban, eso lo volvía más vulnerable al no poder despertar luego de que el patrón de su pesadilla se cumpliera, entonces no las usaba. Utilizaba las que lo mantenían despierto, pero lo ponían un poco más paranoico y terminaba viendo cosas donde no las había, por lo que intentaba con todas sus fuerzas mantener sus ojos abiertos y estar ocupado la mayor parte del tiempo, por cuenta propia.
Pero era solo un ser humano que al fin de cuentas, terminaba rendido en algún momento del día. Y siempre era lo mismo, el mismo sueño, desde los nueve años de edad en adelante, las pesadillas eran recurrentes y nadie le prestaba la suficiente atención en los orfanatos para saber cuál era su problema, si era algo que traía desde pequeño o a qué mierda se debía. Simplemente nunca nadie se había preocupado. Las familias eran temporales porque Jin "siempre la cagaba" y volvía de nuevo al orfanato. De más grande se mantenía despierto con más ganas luego del primer episodio más extraño vivido. Usualmente su historial le precedía, por lo que en cada albergue que conseguían, lo ponían en una habitación solo, debido a sus gritos y arrebatos.
Hasta que una madrugada se había despertado por el olor a carne quemada que él mismo emanaba, luego las cicatrices y Jin tenía un historial que le era jodidamente impresentable para las familias que deseaban adoptar o cuando debía de pasar por hogares temporales. Seguía avanzando en edad y era el bicho raro por dónde fuera que lo mirarán, hasta que un día, una familia de apellido Kim había querido adoptarlo de todas formas.
Ya con quince años de edad, esta pareja que no podía tener hijos, deseaban poder adoptar un adolescente que realmente necesitara de ellos y Jin tenía todas las de ganar. Nunca entendió porque se habían hecho cargo de él. Nunca entendió como con su historial se habían arriesgado, pero él les había estado agradecido. Aunque no supiera relacionarse como debía, tenía un hogar. Con su padre adoptivo había aprendido todo lo que sabia ahora acerca de los autos y su madre era una mujer peculiar, descendía de una familia de chamanes.
Desde el día uno le había dicho a SeokJin que su sufrimiento iba a la par de alguien más y que se debía a su vida pasada. Otra locura que le había dicho era que solo había vivido una sola vida, a comparación de muchos otros y sus muchas vidas pasadas, Jin solo tenía una y a causa de esa, se debía su sufrimiento actual. Y así muchas locuras más que Jin no sabía cómo tomar. Junto con ella habían hecho todo tipo de cosas para dejar de tener esas pesadillas como, tener largas horas en las que imaginaba una final diferente en el sueño, pero nada funcionaba. Quisieron ir más profundo con un doctor, pero Jin estaba seguro que lo encerrarian por ser un fenómeno.
Las marcas en su piel no siempre aparecían, el olor a carne quemada era en algunas ocasiones. No sabía cómo encontrar el patrón de cuando aparecían y cuando no, solo pasaba.
Aún recordaba la madrugada en que se había ido a dormir, agotadisimo de una noche de fiesta en la preparatoria que asistía y su sistema estaba lleno de alcohol. Ni siquiera recordaba las malditas pesadillas que lo acosaban al cerrar los ojos, él solo quería dormir. Pero nuevamente comenzaba la misma secuencia: él encadenado de pies y manos, el fuego en todo su cuerpo, veía todo este quemarse aún cerrando los ojos. Escuchaba la voz hablarle con sorna, el olor a carne quemada y luego la escena en la cama. Mientras crecía iba notando diferentes cosas que antes no había notado en esta última escena final, primero era todo muy borroso y solo sentía miedo. Luego veía una habitación, luego notaba a su acompañante—aunque siempre borroso—luego el que traía la daga y los traspasaba.
Aquella madrugada, había notado por primera vez que estaba desnudo al lado de su acompañante y sentía la desesperación de protegerlo. No tenía ni la maldita idea de a quien soñaba o a quien quería proteger, pero siempre era lo mismo, el miedo se apoderaba de él y buscaba proteger a su acompañante. Pero esa madrugada, había logrado despertar segundos después de la daga clavada en su espalda. Todo hubiera sido igual, sino fuera porque tenía el cuerpo de su madre adoptiva debajo del suyo y se encontraba ahorcándola con verdaderas ganas. La mujer estaba casi morada cuando Jin sentía un fuerte golpe en su espalda y reaccionaba para soltarla a tiempo.
Su padre le había dado con el objeto más cercano para despertarlo. Ahora confundido se encontraba en el suelo siendo insultado por el hombre, quién era detenido por su esposa para no que lo golpeara, luego de unos minutos de suma confusión, la mujer se acercaba encarecidamente, le dificultaba hablar pero le decía que había entendido que no había sido él, sino una reacción a cualquiera había sido su pesadilla aquella madrugada.
Cuando todo se había calmado, su madre adoptiva le había dicho que lo perdonaba, que entendía que había sido un reflejo, que todo estaba bien entre ellos. Pero Jin solo quería hacerlo de nuevo, había sentido que tenía el control por primera vez sobre alguien más y le estaba infringiendo un dolor que le causaba placer y no se comparaba ni un poco a todo el dolor que él pasaba mientras dormía. Quería eso de nuevo, estaba seguro que lo volvería a hacer y cuando lo supo, un poco atormentado por sus propios deseos, había huido.
Con el tiempo había recorrido diferentes lugares y mujeres a las que les gustaba esa cosa de ser estrangulada. Pero para Jin no era un simple fetiche sexual,
Jin necesitaba tener en sus manos la vida de alguien más. Aplacaba un poco su lado más vulnerable y le gustaba, le gustaba en demasía. Con el tiempo la liberación sexual también influía, pero el goce previo de una persona dando su último aliento, le excitaba en todas su formas posibles. Estaba enfermo y lo tenía en claro.
Siempre habían sido mujeres, siempre le había gustado de esa forma, pero cuando había visto a TaeHyung por primera vez en el bar de Solar. Él simplemente deseaba poner sus manos en aquel bonito y largo cuello, para que esos ojos celestes le suplicaran presionar solo un poco más fuerte.
Pero no lo había querido admitir. No quería admitir que había algo en la mirada de TaeHyung que lo descolocaba por completo. Él jamás había deseado a un hombre, pero sentía que TaeHyung tenía un maldito imán que lo atraía y cuando se acercaba a él, todo su interior se sentía en calma. Una maldita calma que, lo hacía enfurecer por desearlo. Había algo en los ojos celestes de Tae que, le resultaba tan familiar, pero no sé detenía a pensar en que. Solo sabía que había un cierto alivio. El dolor en su espalda—donde la daga era clavada cada vez—esa zona siempre dolía, siempre, pero no lo hacía con TaeHyung cerca.
Nada le dolía y para colmo, había notado que, las pesadillas con él cerca no tenían fuerza suficiente para mantenerlo dormido. Podía patalear, quejarse y despertar. Había despertado la madrugada en la que TaeHyung había dormido bajo el mismo techo que él. Y por eso, lo quería cerca. Lo necesitaba. Años con las malditas pesadillas y conviviendo con el jodido dolor que, parecía empeorar con lo años y por poco se había acostumbrado... Todo eso se debilitaba con la presencia del azabache cerca.
El día había sido largo, estaba exhausto, pero sus pasos se aceleraban, entraba al bar y lo veía lleno de gente, muchos rostros conocidos y otros no. En la barra, estaba la bonita rubia que estaba buscando, sabía que en unos minutos tomaría un descanso y queria dar con ella en ese momento. Solar estaba con sus tragos y trabajo concentrada, hasta que sus ojos veían la figura perfecta de Jin entre la gente. Ella sabía que cuando el castaño la miraba de esa forma, quería solo una cosa y no podía evitar salir antes de su tiempo para verlo.
Se dirigía atrás del bar y Jin iba detrás de ella en silencio, al salir y encontrarse solos, la rubia atacaba. Tomaba la boca del castaño y lo besaba desesperadamente, siempre eran así los encuentros. Solar estaba demasiado necesitada aquella noche que, no notaba que Jin apenas si respondía, bajaba por su cuello y comenzaba a balbucear:
— ¿Lo quieres aquí?
—Solar... —llamaba.
— ¿En el baño? ¿Me esperas al salir? —la rubia tomaba el rostro del castaño, mientas se restregaba contra el cuerpo firme y duro, susurraba—. Dime lo que quieres, Jin...
—El número de TaeHyung.
Saquen sus conclusiones aqui→
Me di cuenta que no se comerán sus naranjas tan seguido como pensaba, creo... Fue cortito o.o
Si hay errores corregiré luego
Nany 💜
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