10. Una chica de ensueño.

Sacudió su túnica para deshacerse de las gotas de agua, una llovizna leve tomó desprevenido a Albus cuando volvía al castillo. Tuvo que acelerar sus pasos hasta casi correr, pero de todas formas terminó medio empapado.

Era consciente, claro que sí, de que esto lo hacía ver como un hipócrita, teniendo en cuenta de que era el primero en decirle a sus familiares que debían ir siempre acompañados, y salir solo en ciertos horarios. Pero lo cierto es que casi siempre era del tipo "haz lo que digo, no lo que hago", no era bueno siguiendo sus propias reglas.

De todas formas, siguiéndolas o no, de alguna forma siempre termina en un lío, entonces solo hay dos situaciones posibles. Albus sacándose el problema de encima por sí mismo, sin que nadie se entere, o alguien lo descubre, le da la reprimenda del siglo y luego lo ayuda. Es el estilo de vida que tiene el hermano que ayuda a todos, los problemas que haya causado siempre serán menores a los del resto.

La cuestión ahora mismo es, ¿qué hacía Albus Potter rondando fuera del colegio, solo, a las cinco de la mañana? Bueno, tendremos que remontarnos un buen rato atrás, cuando lo despertó una pesadilla; una donde iba a un lugar parecido al lago negro, realmente parecido, solo que no se avistaba la fauna típica de este.

En la pesadilla, Albus corría hacia el lago y se lanzaba en él sin una pizca de vacilación, y comenzaba a nadar por quién—sabe—cuánto—tiempo, hasta que se encontraba con la entrada de una cueva. Entonces se metía a esta, con la desesperación ahorcándolo, solo no sabía qué era lo que lo tenía tan mal.

— ¡No! —había gritado al ingresar un par de metros, y en ese instante un dolor parecido a cien cuchillos atravesándolo lo dejaban inconsciente.

Inconsciente en el sueño, despertando alterado en la realidad, con una gruesa capa de sudor y lágrimas.

Al salir de la cama, con sus compañeros de habitación demasiado dormidos para sentirlo, parecía muy decidido a caminar hasta el lago y tirarse a él como en su sueño, pero no lo hizo. Por suerte, una pizca de lógica lo iluminó y le dijo que era demasiado estúpido por querer pescar neumonía solo por una pesadilla.

Se recargó contra la piedra fría que formaba parte del castillo, para tomar una buena bocanada de aire. Tal vez el estrés de los últimos sucesos estaba afectando su estabilidad mental.

¿Qué hora era ya? ¿Cuánto llevaba fuera? El cielo estaba gris, aunque se suponía que debía iluminar aunque sea un poco pues ya estaba amaneciendo, pero nada.

— ¿Otra vez merodeando por aquí, Potter? —una voz burlona se dirigió a él, y casi pega un salto del susto.

Al voltearse, se encontró con una pelirroja que sonreía con suficiencia, hasta que se fijó mejor en la cara de Albus.

—Oh, no eres él —murmura, tal vez para sí misma, pero el silencio era suficiente como para que el chico la escuchara.

— ¿James? —inquiere el Potter, y la joven debe admitir que incluso se parecen en la voz. Aunque Albus resulta tolerable, su tono es amable, no egocéntrico—. Somos hermanos.

—Hermanos, ¿entonces eres Albus Potter? —Ladea la cabeza un poco, volviendo a registrarlo mientras se acercaba solo un paso más—. Vaya, se parecen mucho.

Una pequeña sonrisa poco divertida se instala en el rostro del moreno.

—No sabes cuántas veces me han dicho eso.

—Aunque son diferentes en los...

—Ojos, lo sé —completa, su vista se enfocó en el suelo—. Lo siento, debo irme. Solo necesitaba tomar algo de aire, olvidé por completo la hora.

La pelirroja se hace a un lado para que pudiera pasar por la puerta y dirigirse al pasillo, pero mientras estaban uno junto al otro, le tendió una mano.

—Soy Mackenzie Fray.

—Ah, un gusto —expresó educado, tomando la mano tendida.

Tan pronto como sus pieles entraron en contacto, los vellos en los brazos de Albus se crisparon. Una sensación nauseabunda lo inundó, ni siquiera pudo frenar su auto reflejo de retirarse de inmediato, con la cara descompuesta.

—Un gusto igual —alcanzó a escuchar de forma débil, ella sonaba confundida.

Mientras avanzaba tan rápido como podía, ignorando las miradas extrañas de los alumnos madrugadores, Albus se puso a pensar. Era un tonto, se puso en peligro, ¿y si aquella chica era quien causaba todos los problemas, y el solo aceptó su apretón de manos sin dudar? Porque no era normal tocar a alguien y sentir pura desesperación.

Cuando llegó al cuarto, la mayoría de sus compañeros se estaban retirando para desayunar, adentro solo quedaba Scorpius Malfoy, arreglando su corbata. El rubio se quedó mirándolo de reojo mientras peinaba su cabello hacia atrás.

—Dime, ¿estás empapado de sudor o lluvia? Cualquiera de los casos sería asqueroso, pero... ¿Acaso viste un fantasma? —Scorpius intenta bromear con su amigo, pero la suave sonrisa en sus labios se disipa al notar que el otro no respondía—. ¿Estás bien, Albus?

—Iré a tomar un baño.

Mientras se duchaba, no dejaba de pensar en lo que pasó hace rato. De dónde salió esa chica, por qué conocía a James y qué hacía afuera tan temprano. No recordaba haberla visto antes, aunque Albus anda con la cabeza en las nubes luego de todo lo que ha pasado, así que siquiera recuerda los nombres de sus compañeros de cuarto y Scorpius debe recordárselo casi todos los días.

James nunca mencionó a una Mackenzie Fray, no han hablado mucho últimamente, pero no dijo nada. Usualmente es el tipo de imbécil que alardea sobre que anda detrás de una chica nueva cada dos semanas.

De repente, pareció ver algo moverse, de reojo. Su corazón se detuvo y comenzó a escanear el solitario baño.

Volvió a asustarse cuando unos golpes llegaron desde la puerta.

—Más vale que sigas vivo, ya pasó mucho tiempo. Somos amigos, Alb, pero no cruzaré la línea de cargar tu cadáver mojado y desnudo —Scorpius habló desde afuera, aunque una vez más intentaba sonar divertido, había una clara textura de preocupación en su voz.

Solo pudo reír, por sus propias reacciones y la situación, lo suficientemente fuerte como para que su amigo suspire con alivio.

Cuando estuvo listo, y se encaminó hacia la cama donde Scorpius esperaba leyendo un libro, este le dedicó una corta mirada antes de mover la cabeza para atrás, con exasperación.

—Tardaste tanto tiempo, pero eso no le hace justicia a tu aspecto de recién salido de una pelea con almohadas.

Toda su ropa estaba arrugada y un poco mal puesta, además de su cabello medio húmedo con rizos irregulares.

—Ahora dime por qué volviste con cara de haber visto a tu padre desnudo —pide Malfoy, en voz baja mientras caminan hacia la salida.

—No fue eso... Yo vi a una chica —responde sin pensar.

La cara de Scorpius fue un poema.

— ¿Una chica desnuda? ¿En el castillo? ¿Al menos le ofreciste ropa?

— ¡¿Qué?! ¡No!

—Eso es tan grosero de tu parte.

— ¡No estaba desnuda! —grita en un susurro, cuando se encuentran en la sala común.

Tira de Scorpius para salir de allí más rápido.

—Entonces por qué estabas tan pálido, a menos de que la chica haya sido una vampiro que te dejó seco de sangre.

—Me dio una vibra extraña, en especial cuando tomé su mano.

Scorpius solo asintió, comprendía que su amigo estuviera paranoico, él también lo estaría en su lugar. Ahora nada más le recomendó no volver a salir solo, y que la próxima vez lo despertara para que pudiera acompañarlo.

Albus no le contó de la pesadilla. Caminaron hasta el Gran Comedor, ya cambiando de tema de conversación, y allí nuevamente se desconectó de la interacción de personas a su alrededor. Cada bocado que daba a su desayuno, parecía quedarse atorado en su garganta, y las voces del resto estaban siendo obstaculizadas en sus oídos, por un sonido parecido al de su sueño cuando estaba en la caverna.

Cuando levantó la mirada hacia la puerta, vio a su hermano y la chica pelirroja de la mañana. Cerca, hablando entre ellos. Mackenzie, en un instante, se giró a verlo justo a los ojos.

¿Por qué? Un grito repentino en su mente, no conocía la voz, era femenina y estaba llorando. ¡¿Por qué me hiciste esto?!

Solo él la escuchaba, porque el resto de las personas estaban muy felices comiendo y charlando. Otra vez enfocó su mirada en el par, pero estos volvieron a mirarse mutuamente, y Mackenzie no se giró ni una sola vez más en su dirección.

Se quedó dormido durante la clase de Historia de la Magia, sus ojos se sentían tan cansados, resecos y pesados. Intentó luchar contra el sueño, pero no pudo, la voz de su maestra se apagó.

La oscuridad dio paso a una imagen más clara, las afueras del colegio, tal vez cerca de la cabaña de Hagrid. Un toque en su hombro lo hizo girar, para enfocarse en una persona recién llegada.

Se le aceleró el corazón al verla. Era una chica castaña, un poco más baja que él. Esta le sonreía con los labios apretados, y un suave rubor teñía sus mejillas. No pudo evitar devolverle la sonrisa incluso si no sabía quién era.

—Hola —la saluda, extraño de su parte tomar el primer paso, pero algo lo llevó a hacerlo.

—Hola —ella responde, incluso su voz le resulta bonita. Es algo profunda, cálida—. Soy Emily Rouge —se presenta, titubea unos segundos—. Tengo una pregunta para ti.

Esto no era algo a lo que estuviera acostumbrado, normalmente las personas se acercaban así a James, y la emoción desbordaba de Albus.

—Adelante.

— ¿Te gustaría salir conmigo el fin de semana?

Definitivamente era un sueño. Así que, ¿qué más daba?

—Claro.

Ella se mostró sorprendida, y su sonrisa fue más valiente, mostrando los dientes.

— ¡Genial!

Emily parecía estar lista para decir más, pero cuando iba a hacerlo, Albus despertó de golpe. Scorpius estaba inclinado a su lado, sacudiendo su brazo para que lo acompañara a su siguiente clase.

El resto del día, incluso si suena ridículo, Albus no dejó de pensar en la chica de su sueño. Se preguntó si volvería a verla en la noche, cuando cayera dormido otra vez, porque nunca antes había conocido a una persona que le encantara con solo un par de palabras.



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top