C A P Í T U L O 5
Su casa era acogedora, se veía muy antigua y por eso concluí que quizá a ella le gustaba jugar a ponerse ropa del armario de su abuela, ese pensamiento desapareció cuando la vi venir con el libro en su mano y sin el saco viejo, solo una camisa blanca de manga larga que dejaba ver que su figura era delgada, no la mujer rellena que todos, debido al volumen de su ropa, imaginábamos.
Mi primera reacción con en libro en las manos fue empezar a leerlo. Ella no dijo nada, se sentó cerca de mí y empezó a preparar su próxima clase.
—Me siento identificado con el primer capítulo. De pequeño me gustaba dibujar anime, pero me vi obligado a dejar mi carrera como "pintor" por petición de mi padre. Siempre me presionó para que estudiara una carrera que me diera dinero, él nunca ha estado orgulloso de mí —confesé y ella me escuchó atentamente.
—Las personas mayores nunca pueden comprender algo por sí solas.
Yo asentí y de repente se me ocurrió preguntarle algo.
—¿Te gusta hablar de las estrellas?
—Realmente amo las estrellas —respondió con tono alegre.
Ya en el capítulo cuarto del libro empecé a reflexionar que el hecho de cuestionar tanto el vestuario de mi maestra solo era un síntoma de que yo me estaba convirtiendo en una persona mayor, y la verdad no me gustó saberlo, me sentí pobre de pensamiento.
—¿Que juegos prefiere?
—Ajedrez y los rompecabezas —respondió atenta a mi expresión.
—Eso suena interesante — aclamé contento con saber sus aficiones—. ¿Qué flores son sus favoritas? Porque le gustan las flores ¿verdad?
Asintió.
—Tulipanes, esas me recuerdan a mamá.
Una llamada interrumpió.
Tuve que dejar la lectura hasta el capítulo cinco y salir corriendo de su casa. Mamá llamó, estaba en el hospital. Mi padre la había golpeado por "accidente". No tuve tiempo de llevarme el libro.
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