C A P Í T U L O 3
Mis amigos salían a prisa del salón. Todos me daban una palmada en la espalda y una mirada de compasión.
—Que tengas una bonita charla con 'ScarFace' —fue el tono insinuante de Pablo, mi pervertido compañero de equipo—. Apuesto que esa lisiada no ha sido tocada por un hombre. Y ¡Cómo! Siquiera puede moverse como alguien normal.
Yo no respondí. Admito que a menudo usaba el sobrenombre ScarFace para referirme a la señorita Pérez, también me reía de sus trajes anticuados y algo grandes para su talla, pero jamás mi deseo fue burlarme de su discapacidad, simplemente sentía que no estaba bien.
Cuando Pablo me dejó supe por la mirada decepcionada de Pérez que lo había escuchado todo, ella estaba a solo unos pasos de nosotros y no quedaban estudiantes en el salón
—Ya que siempre se duerme en mis clases he de suponer que es un experto en literatura —me habló, mientras se dirigía a su escritorio ayudándose del bastón de madera en su mano derecha.
—Le pido mil disculpas, simplemente estoy muy cansado a esta hora y no puedo evitar dormirme —excusé en tono suplicante—. Haré lo que sea para compensarla, cualquier cosa, pero no rebaje mis calificaciones, las necesito.
No sé por qué derramé mi desesperación ante ella de esa manera, me estaba brindando en bandeja de plata. Si ella lo pedía yo tenía que ser su esclavo, razoné, pero ella, al parecer, había ignorado mis palabras y era demasiado pura para pensar el montón de perversidades que imaginé podía exigir.
—¿Tiene algún libro favorito? —indagó al sentarse frente a su escritorio.
Mientras esperaba mi respuesta buscó mi nombre en su lista de calificaciones, pude ver de manera muy superficial unos cuantos dos y tres, seriamente perdería esta asignatura.
—No me gusta leer. En la primaria mi maestra me obligó a leer El Principito, es lo único que he leído —respondí francamente.
Levantó las cejas, mirándome por encima de sus feos lentes, sonrió.
—Escriba un ensayo, crítica u opinión sobre 'El Principito'; puede ser un fanfic si lo desea, pero háblame de esa historia en no menos de una página —pidió con notable pasión, mirándome por fin a los ojos.
—Eso es algo sencillo —solté sonriendo aliviado—. Es solo la historia de un pequeño príncipe que dejó su planeta de origen y llegó a la tierra.
Ella sonrió más ampliamente y pude notar su perfecta dentadura, nunca antes había mostrado su hermosa sonrisa.
—Entonces creo que puede entregarlo en dos días.
—¡Por supuesto! —me adelanté a decir con una gran sonrisa, confiado.
Amigos eso fue un error.
—Puede retirarse. ¡Ah! Una última cosa: debe leer el libro completo una vez más antes de escribir su tarea.
Me quedé de pie perplejo, mi sonrisa se borró para abrir paso a una expresión de sorpresa y desilusión. ¿Cómo iba a leer un libro en dos días?
La miré y ya estaba clavada en otros documentos. No dije nada y salí.
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