—Tu mamá niega contra viento y marea tu versión, muchacho —lamentó el oficial de policía frente a la reja de mi celda—. Aunque no lo creas, casos así son bastantes comunes. Te creo, pero no puedo hacer nada.

Mi corazón se comprimió adolorido. En la batalla contra mi padre, él siempre será el vencedor. Lamenté terminar así, me avergoncé por mi violenta reacción, pero a la vez no sentí arrepentimiento por haberlo hecho.

—No retiró los cargos. Tu padre asegura que querías matarlo... —aprieta los labios— Entrarás en un proceso judicial. Aunque ahora quiero dejarte libre, debes pagar la fianza ¿Tienes algún amigo que te ayude a pagar la fianza?

¿Amigo? Por ahora no creo tener amigos y menos con lo que hice anoche, seguro hasta Pablo se enojó.

Después de media hora me vi obligado a llamar a la persona menos indicada. Pero ¿Qué podía hacer? Estaba un poco desesperado.