Mi primer Mandado

La rubia observaba como algo escondían, algo grande. Katsuki y Eijiro se encontraban dándole la espalda.

—No creo que estén listos aún, Blasty...

—Ya deberían de saberlo. Además, falta poco para que entren al Kínder. 

Katana y Toshinori tienen que aprender a moverse solos por Musutafu, tienen que entender direcciones y pedidos. Por eso, tendrán que ir a hacer mandados para que empiecen a acostumbrarse

—Papi, ¿Qué ta' haciendo?

—Ah...unas cosillas.— le exclamó a su hija, para luego susurrarle a su pareja.— Va a ser una mala idea.

Tiene que aprender, Ei— el pelirrojo lo estaba negando, no quería, en verdad no quería hacerlo.—Mañana en la mañana, será el primer mandado de los niños.

La familia desayunaba tranquila. Katana comía con vigor, mientras Toshi desayunaba lentamente dormitando en los brazos de su papá.

El rubio empezó a codear al pelirrojo, pidiéndole su atención.

Tose... Eijiro, toseel pelirrojo carraspeó su garganta y empezó a toser— era toser, no ahogarte.

—Agh... me siento mal. — los mellizos se quedaron mirándolo, preocupados.

—Camarones, necesito de su ayuda. Tengo que quedarme a cuidar a su padre, ¿Irían a comprar algunas cosas?

A Toshinori se le cristalizaron los ojitos. No hablaba mucho y en verdad no quería moverse solo, además con su padre en esa... enfermedad.

Katana se acercó a su hermano, y le dio caricias en la cabeza.

—¡Toshi, yo voy a ir! — Eijiro y Katsuki se miraron, algo asustados. Pero, pensándolo mejor... Katana sabe más cómo moverse y hablar. Si le va bien, Toshinori también querrá ir.

Kati, ¿Sabes cómo cruzar la calle? —la rubia asintió. Miró para los dos lados y cruzó con la mano alzada— Yo creo que... estará bien.

Katsuki le entregó una mochila con todo lo que necesitaba, le entregó dinero en una bolsita y "la receta médica de Eijiro".

El recorrido de Katana será: caminar hasta la guardería para entregarle un papel a una tía, cruzar la calle para ir al supermercado y comprar leche, arroz y curry dulce. Al lado del supermercado, comprar con la receta en la farmacia.

Luego de eso, tendrá que tomar un autobús para llegar al centro de Musutafu, caminar algunos minutos para llegar a la agencia Todoroki y entregarle un USB con documentos a Shoto e Izuku. 

Bienvenidos al primer capítulo del reality show de Katana: ¡Su primer mandado!

—Ya me voy... ¡Bye, bye~!— la rubia se despedía de la manito de su familia, cerrando la fuerta, caminó hacia el ascensor. —Botón... uno. 

Apretó el botón que siempre presionaba y bajó hacia el vestíbulo. El señor Watanabe, recepcionista del edificio y la saludó. 

—Buenos días, Señorita Kirishima.

Katanita ese día estaba algo ocupada, por lo tanto, solo le sonrió, saludándole con la manito y salió del edificio. 

—Mmm... — observó la guardería y el supermercado. Todo estaba tan cerca, que no sabía con que empezar. —A la guardería primero, luego a cruzar la calle. 

Entró a la guardería, jamás había entrado sola. Necesitaba llamar a su tía, pero la voz no le daba.

—...¡Buenos días!— exclamó, mientras sacaba el papel de la mochila— ¡Buenos días, tía Aiko! 

La joven de parvularia salió a recibir a la infante.

—Katanita, mi vida, ¿Viniste a traerme el papel por parte de tus papás?— la rubia le asintió y le entregó un documento en un portafolio.— Ah... ¿"Análisis de crímenes en el sector norte"?

—Ay, este no era.— le quitó de las manos el documento y le entregó una hoja más pequeña. —Este sí, ya me voy. —la joven se despidió de la infante con la manito.— ¡Bye, bye~!

Guardería: lista.

Katana se encontraba petrificada, esperando cruzar la calle. Nunca lo había hecho sola. Solo sabía que no debía morir así, pero nadie le había dicho como. 

En algún momento, los autos pararon al ver cómo la niña esperaba al frente del paso de cebra. A Katana se le debía de ir el miedo. Rápidamente caminó con la mano arriba y cruzó la calle. 

— ¡Crucé! — Sí, Katanita, cruzaste. — Ahora a la enfermería... — la rubia caminó hacia ella, intentando sacar la receta médica. —Farmacia, se llama farmacia.

La rubia se asombró al ver cómo se abrió la puerta automáticamente. Caminó a paso lento en esa silenciosa tienda, ordenando sus moñitos. Miró por los anaqueles de curiosa, pero ella tenía un encargo. 

—No, primero a los medicamentos de papá. —Caminó con sus zapatitos naranjos hacia un farmacéutico —Ah, disculpe...

—Hola querida, ¿Qué necesitas? 

—...—la rubia se quedó en silencio un rato, hasta que le dio la receta y un billete de 1000 yenes.—Necesito lo que dice el papelito ya que mi papá está enfermo. 

El señor leyó la hojita con suma dulzura:

"Hola, mi hija está haciendo su primer mandado, por favor sólo entréguele dos tabletas de Vitamina C. Gracias, K.B."

—Tu papá de verdad se encuentra enfermo, ¿Eh?— comentó el señor. Katana asintió.

Se está muriendo. 

Le entregó los medicamentos que necesitaba y el vuelto de la chica. Katana guardó las cajitas y la boleta, mientras que lo que sobró lo dejó en su bolsito. Se acomodó el gorrito para el sol primaveral, se despidió del señor y salió de la farmacia.

—Ahora, al super...— Pensemos bien: Katana, una niña de 4 años intentaba pensar con lógica. — Si voy ahora, tendré que llevarlas hasta el centro... —piensa, Katanita, piensa...— Lo voy a comprar al final. 

Caminó hasta la parada del autobús, al lado del supermercado, esperando el vehículo sentada. 

—¿Cómo estará Toshi y papá?— Katana hablaba consigo misma, mientras esperaba que el bus llegara a la parada.— Toshi debe estar llorando... no nos hemos separado tantos.— los ojitos de la rubia se cristalizaron, mientras jugaba con el hilo de su mochila. Se limpió las lagrimitas y entró al autobús que pasaba por ahí. 

—Buenos días— dijo con una reverencia.

—Hola, ah, pequeña. ¿Para dónde va?—el chófer la saludó cordialmente. 

—A la agencia Todo'ki— la lengüita se le trataba en las "erres" teniendo algunas palabras con demasiada pronunciación, o con algunas "egges", o solo ignoraba esa consonante. 

El conductor empezó a conducir tranquilamente. La rubia al principio se sentó en silencio paralela a dos estudiantes que conversaban sobre sus clases. Los chicos miraron como la rubia empezó a hablarles. Claramente, su parecido con el héroe Dynamight era notorio. 

Estoy haciendo un mandado sola— la rubia comentó, mientras se acomodaba el gorrito nuevamente.—Ayer, Toshi...

Katana habló por todo el recorrido con esos jóvenes. Mientras más hablaba, los estudiantes se aseguraban de que ella sí era la hija de los héroes Dynamight y Red Riot. 

—Y ahora el monstruo es mi amigo y fui, fuimos a...comer helado.— Katana por fin se calló y miró hacia la ventana. Coincidentemente, justo pasó la agencia Todoroki.—Es mi parada, ¡Bye, bye~!

La rubia le pidió al chófer que parara para llegar al edificio. Se despidió de la manito y caminó hacia allá. Muchas personas se quedaron mirando, habían algunos héroes patrullando que reconocieron a la de ojos rubíes y la saludaron tiernamente. Eso hizo darle seguridad a la niña.

¡Vamos Katanita!

El secretario observaba cómo la pequeña Katanita se encontraba girando por unos tres minutos ya en las puertas giratorias, intentando encontrar la salida. 

—Ah...— el chico se levantó para ayudar a la niña, intentó poner el pie cuando la niña pasó, pausando el mecanismo de la puerta giratoria. Katana levantó la cabeza, mirando al chico. Le sonrió inocentemente, era una niña y se estaba divirtiendo en su tiempo libre. —Bienvenida a la agencia Todoroki, ¿Señorita...? 

—Kirishima, Katana Kirishima.— la rubia le respondió. — Vengo a entregarle unos documentos a los... Tíos, señores— se corrigió — Señores Todo'ki. 

El joven le sonrió y la acompañó hasta el ascensor, llevándola al piso 27: "piso de las reuniones". Le dio todas las indicaciones sobre cómo llegar a la reunión de los héroes, mientras que la rubia asentía a todo lo que le decía. 

—Samyueru-San, ¡Bye, bye~!— la puerta del ascensor, mientras la rubia esperaba pacientemente subir esos 26 pisos.— Botones, botones, botones...

Katana se encontraba fascinada por todos los botones que había, en su departamento solo habían unos 10. Empezó a oprimir algunos, bueno, muchos botones. Era un edificio de 40 pisos y, claramente estuvo unos minutos dónde se abrió la puerta en distintos pisos. 

En un momento, la puerta se abrió en un piso aleatorio, donde observó a su tía Jirou tomando café. 

—¡¿Katana?!

—... Piso equivocado. — apretó otro botón y cerró la puerta nuevamente, subiendo hacia el piso correcto. Salió del ascensor, caminando nerviosa. Recordó que tenía que entrar a una oficina lleno de adultos.

Katana era muy tímida a veces, estar en un lugar solo con adultos la ponía nerviosa sin sus padres. Pero tenía que ser fuerte. Se quedó unos segundos al frente de la puerta seleccionada, empuñaba sus manos de los puros nervios. 

—Tengo que entregarle los papeles a los tíos Todo'ki...— los sacó de su mochila nerviosa, el documento en papel y el USB.—No quiero ir, pero... ¿Qué pasará si no voy y se los entrego?— Katana empezó a hablar consigo mismo, mientras observaba sus manitas con las cosas.— Papi me dirá, "Ay Katanita, tienes que ser menos tímida"... de acuerdo. 

Tocó la puerta suavemente. No, no, muy suave. La tocó nuevamente para que fuera escuchada, y entró pidiendo permiso.

¡Sopermi!— a su manera, claro.— Ten.

—¿Katanita?¿Qué haces aquí?— el bicolor preguntó asombrado cómo su sobrina le entregó  el trabajo. 

—Estoy haciendo mi primer mandado. Papá se enfermó y Toshi no quiso venir, por eso estoy aquí.— todas las personas de la reunión se enternecieron al ver como la niña le pedía un abrazo a su tío. Ya se encontraba bastante tiempo sola y se sintió muy bien ver a alguien conocido.—Tengo que ir al supermercado. 

—Te veo ocupada, Katanita. —la rubia volvió a ser la misma de siempre y rodó los ojos, divertida.

Daah~.— el peliverde río por la reacción de su sobrina y besó su frente, mientras ordenaba los papeles.—¡Bye, bye~!

—...¡Bye, bye!— Todos los héroes en la reunión se despidieron de la pequeña niña, quien tenía el sombrero colgando del listón en su espalda, dejando expuesto su cabello rubio cenizo.

Bien, Katanita, ahora al supermercado. 

Recuerdas lo que tenías que comprar, ¿Verdad?

Katana en el viaje de vuelta se quedó en silencio. Extrañaba a su hermano y a sus papás, quería llegar a su casa y dormir. Tomar una siesta junto a su hermano, mientras seguía los brazos de su papá.

Hizo un puchero, mientras se bajaba del autobús hacia el supermercado. Saludó a todas las personas que pudo para adentrarse al pasillo de las...

—...¿Qué pasillo es? Mmm, ¿Qué debo comprar? —la rubia se quedó deambulando por los pasillos, intentando recordar lo que le habían pedido. —Piensa, piensa, piensa... Son tres cosas.

—Vamos a hacer la comida favorita de Eijiro: Curry dulce. —Falso, su comida favorita es la barbacoa japonesa. Pero era mucho para su pequeñita. — Por eso te pedí el arroz y el curry.

—¡Arroz y Curry! Pero son tres cosas —la rubia intentó recordar lo último, pero verdaderamente, no se acordaba para nada.— Ah, dos de tres son suficientes. 

Llegó al pasillo de las sopas y de las salsas, buscando la caja de curry. Habían muchos tipos de muchos colores, pero vio un sobre bastante familiar de color rojo. 

—Rojo como papá, — Katana comentó al recordar al pelirrojo — ¡Rojo de manzanas y de curry dulce! 

Se llevó la caja en sus manitos y caminó hacia otro pasillo para buscar el arroz. Katsuki le pidió que llevara un kilo, así que la rubia llevará una bolsa de... 250 gramos. 

El empaque estaba bonito.

Llegó a la caja con sus cosas, esperando que la cajera le pidiera pagar. La chica la miró con una sonrisa y le pidió con dulzura pagar.

—Mire,— la rubia le dijo entre un susurro — entre nosotras dos... yo no sé de dinero. Ni de números. 

—Tranquila, yo te ayudo.— la rubia sacó el dinero y le entregó un billete de cinco mil yenes. —De acuerdo, te daré el vuelto en seguida. — la chica fue a la caja y le entregó el vuelto. 

—Gracias, ¡Bye, bye!— Katana le agradeció con una pequeña reverencia con su cabecita y salió del supermercado con una bolsita de tela. —¡Por fin a casa!

Katana caminaba hacia su departamento, mientras aún pensaba en la última cosa que le faltó. La ampolleta de su cabeza se encendió, dándose media vuelta. 

—¡Leche!— Caminó a paso rápido para llegar al supermercado. —Que bueno que lo recordaste antes de cruzar la calle porque o sino me iba a ir igual...

Entró y en seguida se movió haca la sector de la leche. Tomó la leche que siempre compraban al recordarla por el dibujo de un ternero y caminó hacia la caja. Esta vez, la cajera no era la misma y no se veía tan... dulce. 

—Hola...— musitó, saludándola con una pequeña sonrisa. La cajera no le sonrió de vuelta.

—¿Efectivo?— la rubia empezó a ponerse nerviosa y le entregó un billete de mil yenes. —Eso es todo, el siguiente. 

Katana la miró extrañada. ¿Y su vuelto?

—... ¿Me quieres ver la cara de estúpida? — la rubia le preguntó. La cajera levantó las cejas, desinteresada. —Una leche no cuesta... lo que cueste este billete. Chico, ayúdeme. 

La persona que seguía en la fila se acercó a la rubia no entendiendo la situación. 

—Mira niña, compraste esta leche en su dinero exacto. E incluso menos, así que por qué no haces el favor de largarte y no extenuar la fila.— el chico la miró extrañado.

—¿Cuánto le diste?

—Un billete de estos... — la rubia sacó otro billete de su bolsito. 

—Ah, esa leche cuesta unos 500. — la cajera rodó los ojos. 

—540 yenes.

—... Mire amigo, no sé de números ni de dinero. Pero yo estoy siendo timada. — el chico asintió y miró a la cajera. Ella le entregó una moneda de 500 yenes, Katana miró al chico preguntándole si estaba bien o no.

—Faltan 40 yenes.— La cajera se encontraba asesinando con la mirada al chico y la rubia, pero había que admitir que ella estaba haciendo algo incorrecto. Le entregó el vuelto que falta, y la rubia se fue del supermercado agradeciéndole al chico. 

—...¡¡PAPI!!— la rubia prácticamente se abalanzó hacia su papá cuando le abrió la puerta. Katsuki tampoco pudo contenerse y abrazó fuertemente a su hija.

Se escucharon unos pequeños y rápidos pasos a acercarse, en muy poco tiempo Toshinori se abalanzó hacia los dos. 

—¡Kati, Kati! 

—¡¡TOSHII!!

Luego de muchas lágrimas, mimos y demasiados abrazos, la familia volvió a su tranquilidad mientras la rubia contaba cómo fue su día. Con caras, mímicas y algunas palabras donde se le trataba la lengua. 

— ¿Y cómo te sentiste haciendo tu primer mandado solita? ¿Como una niña grande?— preguntó el pelirrojo, la rubia asintió algo cabizbaja. 

—...Los extrañé— el pelinegro abrazaba a su hermana, mientras ella le hacía mimos en la cabeza. Eijiro le hizo una mueca a Katsuki, derritiéndose de amor.

—La próxima vez, van a ir juntos, ¿No, Toshi? 

Toshinori pensó unos segundos. Hacer un mandado da miedo, todo lo que le había contado su hermana, las interacciones, el largo camino... Pero estaría con su hermana, ¿no?

—¡Sí!

Próximo mandado con Toshinori y Katana, ¿Qué podría... salir mal?

2.600 palabras. 2.600 PALABRAS PARA UN EXTRA QUE DIJE QUE IBA A HACER "CORTO Y DIVERTIDO". Y NO FUE NINGUNA DE LAS DOS COSAS.

Lo lamentó, no era lo que tenía planeado.

Ig: te.de.arandano

Adieu!

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