Katsuki veía extrañado cómo jugaba Toshinori. Había algo diferente, algo imperceptible, pero para el rubio no. Su hijo tenía algo diferente.

— Kat... otra vez estás viendo así a Toshinori — dijo el pelirrojo, trabajando en su computadora y, al mismo tiempo, jugando con su hija.

— ¿Cómo así?

— Como... adentrándose en su corazón, buscando en lo más profundo de su alma. — Respondió, mirándolo cariñosamente.

Katsuki chasqueó la lengua por la broma de su novio. Se levantó del sillón y alzó a su hijo para acercárselo a su pareja. Eijiro lo inspeccionó, intentando encontrar lo que veía su rubio.

— ¡Mwaahh~! — Katana le tiró un beso al pelinegro, que miraba a su hermana, mordiéndose su dedo.

Eso era. Se mordía y babeaba el dedo con... bastante vigor.

— A ver, polillita, préstame a tu hermano. — Cargó a su hijo, intentando sacarle el dedo de la boca, recibiendo un gruñido por el pelinegro — Cálmate, fiera.

*Pop* Sonó como el dedo y... ahm, baba salía de la boca.

— Amo la paternidad... — comentó irónicamente Katsuki, limpiándose la mano en el pantalón. Revisó suavemente la boca de su hijo, limpiándolo sutilmente — Eijiro...

Su voz sonó temblorosa, desconcertada. Parecía que hubiera encontrado lo "diferente" en su hijo. Esto le preocupó al pelirrojo.

— ¿Katsuki?

— Toshinori heredó tus dientes.

Eijiro y Katsuki sabían cómo se sentía una dentición, Katana ya tenía dos dientes apareciendo. Pero sus dientes eran normales, una forma muy normal.

Y Toshinori...

— ¡Kat, otra vez Toshinori está mordiendo la mesa!

Necesitaban encontrar la forma para que su hijo se le desinflamara las encías por la erupción de sus puntiagudos dientes.

¡Aja, San Google!

El rubio acunaba a su hija mientras rebuscaba en las páginas del buscador. No soportaba el llanto de su bebé, y menos verlo comer los muebles.

O incluso el brazo de su padre...

— ¡AAAHHHH! — Se dio la vuelta para ver cómo el de orbes rojos gritó por la impresión, y el dolor. No había activado su quirk y Toshinori ya lo estaba mordiendo de nuevo.

— A ver. Venga para acá, mi piraña... — Dejó a una dormida Katana en los brazos de Eijiro, mientras alzaba a su hijo. Empezó a acariciarle la espalda y el pelo, intentando calmarlo un poco — Busqué en la página de su pediatra, y dice que podemos comprarle uno de esos mordedores que se enfrían en el refrigerador. Y hay un gel que ayuda en eso.

— ¡WAAAAAHHHHH! — El pelinegro lloraba, muy adolorido. Eijiro tenía que ir a patrullar en unas horas y no podía dejar de pensar en cómo su hijo, tan pequeñito, podría llorar como cabra degollada.

Toshinori tenía fiebre. Bueno no, tenía una ligera temperatura. Pero para el instinto de madre leona de Katsuki era fiebre.

Katsuki tampoco podía dormir, Katana no se despegaba de él. No entendía cómo funciona la telequinesis de mellizos, pero lo estaba matando.

— Eijiro, préstale tu brazo. — Dijo, decisivo.

Red Riot negó, haciendo un puchero.

— Eijiro, haz que te muerda el brazo. — Reiteró.

— ¡Pero va a dejar marca! ¿Por qué no le das su mordedor...?

— ¡Porque no le gustó! Toshinori, cómele el brazo. — El pelinegro caminó hacia la orilla de la cama hacia el pelirrojo, haciéndole caso. Fue alzado por su padre que, en vez de activar su quirk para ser un mordedor personal, masajeó suavemente con su dedo índice la encía de su bebé.

Eso lo había calmado, veía cómo esos parpados empezaban a pesar. Ahora podría dormir en paz. Katana también estaba cayendo en un sueño profundo, apoyando su tambaleante cabeza en el pecho de su papá. Se escuchó por primera vez en el día... nada, silencio absoluto.

La pareja suspiró. Sin llantos, sin gritos... parecía que eran recién nacidos. El rubio tomó suavemente a su hija, levantando con cuidado su cabeza. La dejó en la cuna, pero ella aún no se despegaba de su papá, agarrando con su puñito el cordón de su sudadera.

Eijiro dejó a Toshinori en la cama, asegurado con una pared de almohadas. Lo miró cálidamente, pensando en llamar a su familia para el caso de dientes de tiburón.

¿Qué harán cuando salga otro...?

— ¡Baaah~! — Toshinori exclamó al tener la boca abierta, esto hizo sacarle una pequeña risa a Katsuki. Le apretó suavemente los cachetes con su dedo pulgar e índice.

— ¡¿Por qué eres tan tierno por la...?! ¡TE AMOO! — Gritó eufórico, sorprendiendo al bebé. Katsuki tenía ese afán de, al ver algo tan tierno, le dan ganas de... apretujarlo y amarlo. Interrumpió la escena, Eijiro saliendo pensativo de la cocina — ¿Qué te dijeron?

— No hay ninguna información nueva. Me dijeron lo mismo que la pediatra y el dentista. — Se sentó al lado de su novio, cargando a su hija. El pelinegro le alzaba los bracitos pidiendo su atención, el pelirrojo le acarició sus mejillas rosadas. — Pero tiburoncín, se ve bien. No ha llorado tanto por la inflamación.

Se tomaron unos segundos de relajo, planeando una salida al parque próximamente. Veían cómo Toshinori dormía en el pecho de su papá, agarrado de la camisa de su padre.

— ¿Te has dado cuenta de qué Toshinori siempre duerme con algo en la mano? — El rubio asintió. — Tal vez deberíamos de darle una mantita o un juguete de apego. — Asintió nuevamente.

Katsuki sonrió. Su rutina de siempre había vuelto a la normalidad. La línea del tiempo había vuelto a su flujo normal. Katana balbuceándole al aire, Toshinori durmiendo, Eijiro molestándole cariñosamente, y él manteniendo todo bajo control.

Perfecto...

— ¡WAAAAAAAAHHHH!

Abrió los ojos, cansado. Giró su cabeza lentamente, viendo a la rubia llorar como chihuahua.

— Eijiro... — Ese Eijiro sonó diferente. Uno cansado de la vida sin control. — a Katana le está saliendo otro diente.

Y volvemos a la no rutina de siempre...

¡Hola, hola!

Vaya capítulo de mierda, pero pues... será.

Oigan, les quería pedir un pequeño favor, solo si quieren nomás...

De qué si podrían leer o recomendar a otras personas SuperDads. A mí me gustaría llegar a los 100k antes de un año de la historia publicada. Y yo sé que la historia tiene muchas faltas y errores, pero sería muy lindo que llegara a los 100k...

Si hay algún, error o idea no duden en escribirla

¡Y eso!

Adieu!