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— ¿Cómo vas con eso, Izuku? — Yaoyorozu preguntó dándole un sorbo a su mojito.
"Así que hablaran de eso..."
— Ehhh... ¿Con qué?
Bakugo Katsuki observaba como su curso adulaba y le preguntaban sobre... el embarazo de Shoto e Izuku. Y Bakugo sabía lo que significaba eso: Izuku ya no iba a ser el número uno para ser padre...
— Cariño... ¿Estás bien? — El pelirrojo le preguntó a su novio, que se había quedado observando a un punto fijo por un largo tiempo.
— Sí, estoy bien. — Movió la mano de Eijiro para tomarla debajo de la mesa. Y ahí se quedaron, escuchando las charlas de sus amigos, mientras ellos se tomaban de las manos en silencio.
Al terminar la junta, el rubio seguía bastante callado, algo que perturbaba un poco al pelirrojo.
— Shoto e Izuku serán buenos padres, ¿No crees? — Le preguntó al ceniciento para romper el silencio. Habían entrado al auto y no quería el todo el viaje estuviera silencioso.
— Mira pelos de mierda, — Suspiró. — Quiero algo...
Katsuki observó a su pareja que ahora dormía plácidamente. No pensaban que iban a tener como 4 rounds... Se levantó silenciosamente y se adentró a la cocina.
¿Qué es lo que en verdad quería? Shoto e Izuku harán una familia.
— Yo también quiero eso...
Una familia con Eijiro; El rubio de 15 años lo habría negado rotundamente, pero para el rubio de 22 años, en estos momentos, era su mayor deseo.
Una familia con Eijiro...
— Amor, vuelve a la cama... — No se sorprendió al sentir los brazos del pelirrojo, abrazándolo por la cintura.
— Cállate, pelos de mierda... — Se quedaron en esa posición por unos segundos, Eijiro abrazando a Bakugo por la espalda mientras Katsuki desenredaba ese cabello teñido. —... ¿Qué opinas de eso?
— ¿De qué hablas, cielo?
Bakugo se quedó en silencio.
— De... tener un bebé, tú y yo.
Eijiro se enderezo, dejándolo de abrazar.
— Katsuki...
— ¡Ya sé que no estamos casados! ¡Y sé que, tal vez, quise tomar está decisión ya que Shoto e Izuku tendrán uno! Pero quiero tener un hijo... los dos juntos.
El rubio se giró para quedar cara a cara con su pareja. Eijiro, al ver diminutas -casi invisibles- lágrimas en la cara del menor de altura, acunó el rostro con sus manos.
— Sí... me encantaría tener un hijo contigo, Katsuki Bakugo.
El rubio se secó las lágrimas que había botado, sonrió microsegundos y luego volvió a su estado natural.
— Agh, ¡Eres un cursi! — Apartó las manos de Eijiro de su cara y se fue caminando a su habitación. — Ahora ve a dormir, mañana hay que trabajar...
Este es el primer capítulo de esta historia.
Si hay algún error, idea o sugerencia no duden en escribirlo.
¡Y eso!
Adieu!
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