♦ Capítulo 25

2008
Volterra, Italia.
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Amparo y Jasper se encontraban listos para salir a una misión que probablemente duraría más de un año de investigación, según los rumores: no volverían pronto y dos, los esclavos tendrían vacaciones dentro del castillo.

—Ha pasado un año en dónde demostraron su fidelidad, y su premio será compartir tiempo juntos dentro del castillo, no dejaré ninguna clase de petición pendiente. Por lo que, si, pueden ser tomadas como vacaciones pero ... A la mínima que escuche algún inconveniente proveniendo de uno, el castigo será para ambos. —advierte Amparo mientras agarra su paraguas gotico, su mochila y los boletos del avión que los llevaría a la ubicación de los rumanos.

—Ni siquiera dejará ninguna misión extra...—pidió con clemencia Firenze, temía aburrirse al no tener ninguna.

—No, disfruta de la compañía de tu compañera. Te toca disfrutar, mi querido Firenze —dicho esto, Amparo y Jasper emprendieron su viaje.

Dejando en la puerta del Castillo a sus esclavos, que durante mucho tiempo se sintieron raros al conseguir libertad. Bella feliz agarró la mano de su compañero y se colocó frente a él.

—Tendremos una cita hoy, prometo no ser un problema para ti. —cuenta su plan para este día y en mas.

Firenze con aquellos ojos rojos se queda extrañado, pero acepta al curvarse en su postura y tomar su mentón pada besarla.

—Solo esta vez llevarás la iniciativa. Disfrútalo, caramelito.—dijo con su voz ronca y deleitablemente egipcia.

Bella juraba y perjuraba que si hubiera estado viva, sus mejillas se hubieran sonrojado tras el mote cariñoso. Bajando la mirada avergonzada, es lo único que podía delatar que aquello le había afectado tal como un alago lo pudiera hacer.

—Quiero disfrutar de esto a tu lado. No tengo otro hogar que no seas tu...y es lo menos que puedo hacer con todo lo que has hecho hasta hoy día para que siga viva en este castillo—contesta la castaña de ojos rojos.

Firenze sonríe divertido, mientras la toma con más necesidad de la mejilla, besandola hambriento.

—Soy tu hogar, y todo lo que quieras, caramelito. Por lo que, ¿A qué hora será nuestra cita?—pregunta intrigado.

—En media hora, cuando el sol se oculte. Iré a prepararme, no veas..—advirtió serena y hambrienta. Sus ojos se estaban volviendo oscuros por lo que podía ser: hambre o lujuria.

Firenze optó por lo sexy, lujuria. La había provocado y ansiaba como loco enamorado por fin avanzar en las bases, siempre que aumentaba la tensión ella se separaba muy avergonzada y se ocultaba bajo la almohada de la cama. Dejándolo tonto y frustrado, pero ella era sumamente interesante, suponía que la diferencia de edad e inseguridad de Bella no iban a ser fáciles de superar, tan solo les faltaba tiempo.

Y su señora se lo había dado. Debía aprovechar al máximo este tiempo.

[...]

Mientras que su compañera se estuviera arreglando para él, había decidido ir un momento a entrenar por lo que, se estaba divirtiendo antes de ir fuera de su zona de confort. Esto era su rutina cotidiana, entrenar, buscar alimento para su señora y despues alimentarse de lo que fuera a sobrar.

Pero la idea de su compañera lo sacaba de su zona de confort y esperaba no aburrirla, porque hace bastante tiempo que decidió quedarse entrenando y mejorando para ser mejor protector de su señora que ir a vagar en su tiempo libre cuando está salía de misión.

—Haz dado buena pelea, Firenze. —admitió Demetri tras recomponerse del golpe duro contra el suelo.

El egipcio había ganado, aun cuando estuviera algo distraído.

—Si... Aunque no creo ser bueno como para luchar contra Felix. —admite aún con cierta frustración. Al único que no podía derribar era al mencionado.

—¿Me estás diciendo débil acaso?—gruñe Demetri ofendido ante esa comparación indirecta.

—No. Nunca malinterpretes mis palabras, si realmente lo fueras te lo diría sin temor, no soy un cobarde, Demetri.—Firenze retoma su concentración y seriedad habitual. Encarando a la guardia de los tres reyes, sin temor alguno.

—Está bien. En fin, ¿Qué es lo que te ocurre? Estás mas disperso desde que se fue Amparo. —comenta Demetri restando importancia al detalle ese.

—Mucho tiempo libre, y mi dulce compañera tiene planes para salir. ¿puede creer que ella ha dado la invitación a una cita? Está llevando la iniciativa, eso... Ni en mis tiempos ocurría, me dejo tieso —comenta negando con una sonrisa incrédula.

Demetri comparte la diversión.

—Deberás ir acostumbrandote, ella es de este siglo nuevo, es puro colágeno en otras palabras. Digo para viejos como nosotros, es mucha ensoñación para la cruda realidad —comenta mientras se acerca a Firenze y palmea su hombro—Espero pronto la reclames, por que muchos aprovecharán la ausencia de tu señora para salirse con la suya. Bella siendo virgen, y siendo compañera de un esclavo como tu... La pone en peligro de los demás tigres hambrientos.

Firenze gruñe molesto al escucharlo expresarse así. Su intimidad no debería ser el chisme dentro del Clan, ni muchos menos subestimarlo a él por ser un esclavo.

—Tranquilo, no soy yo quién piensa así, solo te aviso que todos están buscando comer a tu presa. Apresúrate antes de que pase lo peor...—aconseja Demetri, saliendo del entrenamiento, con la excusa de ver a sus reyes.

Sin duda alguna, esa noticia no era nada agradable para él. ¿Estaba en desventaja? Puede ser, ¿Era débil para proteger a su mujer? Absolutamente no. ¿Qué sería de los demás si llegase a verlos con esa pretención? Protegería lo que es suyo como más podría hacer.

[...]

     Una hora después, Bella se encontraba vestida con un tapado con motivo clásico con botones grandes, junto con una camisilla blanca que llega hasta la mitad de su vientre, algunos collares y anillos, con un short de cuerina negro que llegaba hasta una mano antes de las rodillas, combinando con botines goticos y medias de Ted color negro. Si estilo de moda había cambiado bastante desde que oficialmente había sido aceptada como parte del Clan. Se había cortado el cabello y teñido algunas mechas de la parte frontal rose blonde, su maquillaje tendió al estilo gótico de su señora todo de color oscuro, su larga cabellera había quedado en el pasado.

—Perdón por hacerte esperar, estaba dando los último detalles a mi sorpresa para esta cita. —expresa Bella con una sonrisa torcida, mostrando un poco sus colmillos mientras se mordía un poco un dedo. Morderse su labio inferior no era un acto de supervivencia frente a su compañero por lo que acallar sus nervios mediante la mordida en su dedo era lo mejor que se le había ocurrido a ella.

Firenze quedó en shock. «¿Cómo podía hacer para verse mas hermosa que hace unas horas?»se preguntó totalmente engatuzado por su compañera, esto era increíble.

—Descuida... —tragó saliva, tratando de desistir a sus deseos sexuales.— Estás muy guapa, caramelito.

Firenze le llamaba «caramelito», así por lo dulce que era el aroma de su compañera, al igual que haber sido una Tua Cantante dejaba ese estrago encantador en ella.

—Gracias, estoy igual de guapa que mi compañero. —aceptó el alago, mirándolo con atención ya que el también se encontraba muy guapo puesto en cuernina desde chamarra hasta un pantalón.

—¿Vamos? ¿Cuáles son los planes, Bells?—pregunta Firenze nervioso pero no lo demostraba.

—Vamos. Yo guío... —interviene con una sonrisa divertida, llevando corriendo hacia la ubicación en mente.

Firenze no tuvo oportunidad de hablar por el camino, no conocía de nada por donde estaban yendo ni mucho menos cuáles eran los planes para la tan ansiada cita. Por lo que sediento se detuvo al igual que Bella al encontrar un antro con mucha bulla y gente borracha, era un lugar fácil de emboscar.

—¿Qué es lo que tienes en mente?—pregunta ceñudo el egipcio, mientras que se acerca a olfatear el aroma de su compañera hacia su cuello desnudo, mientras que ella suelta un jadeo de deseo pero también de hambre.

—Cazar, divertirnos un poco y luego ofrecerte un postre. ¿Qué te parece la idea?—pregunta Bella mientras levanta la mirada hacia atrás, para verlo.

Firenze se queda hambriento tras las palabras que prometen un buen festin. Por lo que gruñe hambriento por lo bajo, casi un susurro posesivo.

—Me parece perfecto, pequeño caramelito...—ronronea tras besarla.

Siendo así como Bella y Firenze ingresar al antro, en busca de su alimento, haciendo creer a un grupo de personas que eran una pareja que buscaba una orgía, por lo que bastante gente se había unido al motivo, todos pensando en quedar en un motel.

Todo iba en camino al plan. Sin embargo, a Firenze le abrió más el hambre sexual al ver como su mujer le tentaba tras ruiseñas sonrisas picaras al atraer hombres hacia ella, actuando como experimentada. Eran dos hombres y dos mujeres, deseosas de un buen juego de placer, pero nadie pudo prever que esos dos humanos que deseaban salir de una relación vainilla a experimentar 'nuevas' vivencias era un par de vampiros.

En poco tiempo, los únicos humanos comenzaron a jugar y en cuestión de minutos todos habían sido parte del aperitivo, terminando muertos y desangrados por dos vampiros desnudos que deseaban terminar con la comida para empezar a consumar su tensión sexual.

—Ya es suficiente... Estás como para chuparte todo, caramelito...—murmuró Firenze, hambriento como un jaguar.

Bella se encontraba bañada en sangre, de los cuatro humanos, admirando con una sonrisa divertida en la cama mientras ella misma se daba placer, incentivando el hambre a su hombre.

Siendo así, como un juego sangriento fue el comienzo de la deliciosa nube de placer, de una Neofita virgen siendo consumada por su compañero vampiro. Marcada, y reclamada como toda fantasía vampirica fuera.

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