―ɪɴᴛʀᴏᴅᴜᴄᴇ, ꜰɪʀꜱᴛ ᴘᴀʀᴛ

Estación 9 ¾
Expreso de Hogwarts.
1 de septiembre de 1971.


Era un conocimiento público que la familia Black, perteneciente a los sagrados 28, seguían la pureza de sangre tanto que parecía más una obsesión, detestaban a los sangre sucia, ignoraban a los mestizos y squibs y repudiaban a los traidores de sangre, su interés por el estatus de sangre era tan intenso que incluso los padres, Walburga y Orión Black, formaban parte de los mortífagos, los fieles seguidores de Lord Voldemort, y estas personas con moral cuestionable instruían a sus hijos a seguir sus pasos, con la aspiración de que cuando fueran más grandes se unieran a las filas del Señor Oscuro, así que la vida de los mellizos Black, Maia y Sirius, junto a su hermanito menor Regulus, fue una gran avalancha de malos tratos, golpes, insultos, por el inútil intento de justificación de que lo hacían para encaminarlos al camino correcto, estos dirigidos mayormante hacia Sirius por su rebeldía presentada desde tan temprana edad, en el caso de Regulus y Maia era distinto, Regulus creía firmemente en todo lo enseñado por sus padres, él casi no recibía la furia, Maia no estaba segura, estar tan unida a Sirius y compartir platicas nocturnas con él donde se la pasaba parloteando sobre las injusticias hacia los incomprendidos hijos de muggles, la hacía dudar de sus fundamentos puristas, pero pese a esto, siempre intentó dejar de lado sus inseguridades y convencerse de que sus padres los estaban guiando a lo correcto, al fin y al cabo los padres siempre tienen la razón ¿cierto?

Una guerra se estaba preparando y todos se verían obligados a escoger un bando. Eso era lo único de lo que estaban seguros.

Maia, de 11 años, con su porte elegante caminaba de la mano de su madre por la estación 9 ¾, deteniéndose cuando el expreso de Hogwarts se alzó sobre ellas. Era su primer año y estaba ansiosa por alejarse de su familia. Sirius se detuvo a su lado junto a su padre y Walburga se apresuró a soltar su mano cuando no vio a Regulus por ningún lado. Se giró hacia Sirius con una mirada ceñuda.

—¿Dónde está tu hermano? —preguntó con furia contenida.

Sirius se encogió de hombros con desdén.

Walburga le lanzó una mala mirada y se regresó por donde vinieron, lista para ir por Regulus que lo más probable es que se había quedado en la estación 9 por no estar seguro de cómo tenía que atravesar la intimidante pared. Maia se rascó el brazo con temor porque estaba segura de lo que se vendría: un castigo hacia Sirius por no acatar la orden de cuidar de su hermano y una reprimenda hacia Regulus por dejarse invadir por el estúpido miedo de correr hacia una simple pared.

Orión se apresuró a tomar el control de la situación y se volteó a mirar a Maia, jalando a Sirius para poder mirarlos a ambos de frente.

—Si me entero que estuvieron hablando con esos sangre sucia despreciables van a ver lo que les va a esperar cuando lleguen a Grimmauld Place. Bellatrix estará con el ojo puesto sobre ustedes y nos notificará todo, no lo arruinen —se incorporó y los apresuró a que tomaran sus baúles para ingresar al vagón antes de que el expreso se marchara, así sin más sin una despedida digna, un buena suerte, un abrazo cariñoso, nada, solo una amenaza a la que ambos ya estaban acostumbrados.

Los mellizos arrastraron sus baúles hasta que estuvieron dentro y por una ventana veían como su madre ya había llegado de la mano de un sorprendentemente inexpresivo Regulus, el agarre en su mano se veía doloroso pero él se estaba aguantando y no lo demostraba. Walburga les lanzó una mirada de advertencia y ellos se alejaron de su vista, sin mucha importancia.

Caminaron hasta que encontraron un compartimento vacío y ahí se asentaron, ambos pendientes de cómo se hacía la última llamada para abordar el expreso. La puerta se abrió e hizo que Sirius se sobresaltara, ante ellos había un niño con el cabello muy alborotado y unas gafas de montura, este les sonrió y se acomodó las gafas con su dedo índice.

—Hola, creo que llegué muy tarde y estaba buscando un compartimento libre pero ya no hay ninguno, vi este y ustedes tienen pinta de ser amables ¿Podría sentarme aquí? —preguntó con amabilidad y sin borrar ni un poco su enorme sonrisa.

—¿Cuál es tu estatus de sangre? —Maia se apresuró a preguntar, con una ceja enarcada y desconfianza en la mirada.

Sirius la volteó a ver con los ojos abiertos y, como estaban sentados juntos, le dio un golpecito en el brazo para reñirla.

—Discúlpala amigo, no conoce lo que es el respeto —Sirius se disculpó en su lugar y le sonrió al niño de gafas —Puedes sentarte, hay espacio de sobra.

—Gracias —El niño le agradeció, enviándole una mirada de reojo a Maia. Se sentó en los asientos de enfrente de Maia y Sirius.

Maia se acomodó bien en el asiento e inspeccionó con crítica al niño.

—No eres sangre pura, nunca te he visto en las reuniones —comentó tensa.

—Soy sangre pura, pero no entiendo por qué eso sería importante —el niño le frunció el ceño, él también comenzado a incomodarse.

Maia cambió su expresión a una de curiosidad y pensó unos segundos antes de hablar.

—¿Tus padres son squibs? —preguntó.

—No, ellos también pueden hacer magia —respondió el niño

—¿Cómo te llamas? —Esa vez el que preguntó fue Sirius, el intercambio de palabras le había generado curiosidad y él también quería saber por qué si era sangre pura ellos no lo conocían, aunque a diferencia de su hermana él preguntó con mucha amabilidad.

—Soy James Potter —el niño de gafas sonrió con orgullo.

Los dos niños Black se quedaron con la boca ligeramente abierta y se miraron con sorpresa. James se removió en su asiento, incómodo. 

—¿Hay algún problema? —Maia apartó la mirada con disgusto y Sirius se recuperó rápidamente, sonriéndole al niño.

—No, ninguno, es solo que ya habíamos oído hablar de tu familia, todos saben que ustedes son…

—Traidores de sangre —lo interrumpió Maia.

—¿Ustedes piensan que las personas que no pueden hacer magia son inferiores a los que sí pueden? —preguntó James, ofendido. Su mamá Euphemia y su papá Fleamont ya le habían advertido de lo probable que sería que se encontrara con los puristas de sangre y èl prometió que no se acercaría a ellos, no estaba de acuerdo con sus ideales.

—No —respondió Sirius.

—Sí —dijo Maia al mismo tiempo.

Sirius volvió a golpear a Maia en el brazo.

—No, nuestros padres sí pero nosotros no —terminó por decir Sirius.

—¿Ustedes son hermanos? ¿Quiénes son? —preguntó un receloso James.

Sirius estaba asustado, desde que le llegó su carta de Hogwarts se asustó, temía que llegara ese momento, el momento en el que tendrían que decir su apellido y todos los juzgaran por los principios discriminatorios que tenía toda la familia Black, aunque sí había muchos Sangre pura, eran pocos los que discriminaban a los muggles y Sirius detestaba haber nacido en una familia que formaba parte de los primeros. El quería hacer amigos con los que pudiera hablar de todo y a la vez de nada, que impulsaran su lado travieso pero a la vez se ayudaran a ser mejores cada día, pero era algo que no creía poder lograr por la maldición que traía en su apellido. 

Antes de que pudiera decir algo, Maia se le adelantó.

—Somos Los Mellizos Black —ahora la orgullosa era ella y el sorprendido era James.

—Nuestra familia cree en la pureza de sangre, pero nosotros no —aclaró Sirius y James lo vio con duda durante unos segundos hasta que pareció creer en sus palabras pues sonrió de nuevo.

—Eso es genial, ya me había asustado y pensaba en huir de este compartimento —Dijo James y Sirius le sonrió aliviado.

Los tres se sobresaltaron cuando la puerta se volvió a abrir. Una niña pelirroja se abrió paso, tomada de la mano de un niño con el cabello negro grasiento largo, casi tanto como lo tenía Sirius. La pelirroja le sonrió y el pelinegro solo los vio con indiferencia.

—Mi amigo Severus y yo estábamos buscando un compartimento libre pero el expreso está a punto de partir y aún no encontramos ninguno ¿Podemos sentarnos aquí? —pregunto amablemente. Llevaba rato buscando con su mejor amigo y cuando vio que en ese había niños que parecían de su edad, decidió que era buena idea quedarse ahí.

—Claro —James los invitó a sentarse con una sonrisa, un poco embelesado por la belleza de la bonita pelirroja. Maia se acercó más a su hermano, sintiéndose levemente incómoda por la presencia del traidor de sangre y los nuevos intrusos.

La pelirroja y el pelinegro se sentaron junto a James. Cuando el tren ya comenzaba a partir, la pelirroja rompió el silencio tenso cuando soltó un largo suspiro y su amigo la tomó nuevamente de la mano, pues cuando se sentaron se habían soltado. El pelinegro le dio cariñosas caricias con su dedo pulgar y cuando ella lo volteó a ver, él le sonrió.

—No te preocupes Lily, Petunia estará bien en casa —El pelinegro le dijo y la pelirroja llamada Lily frunció el ceño.

—Pero es mi hermana, tendría que haber sido admitida en el colegio, si yo soy bruja ¿porque ella no lo es? —resopló con tristeza.

—No importa, piensa que cuando entremos a Hogwarts ambos iremos a Slytherin, la mejor casa de todas. Ahí estarás bien —intentó animarla.

Una risa resonó en la estancia llamando la atención de todos, incluso de Maia que estaba más interesada por ver los árboles desdibujarse afuera que en la plática que mantenían los dos amigos. El niño pelinegro miró a James con el ceño fruncido, causado por su reciente burla.

—¿Qué es tan gracioso? —musitó.

—Que dijiste que la casa de las serpientes es la mejor, yo preferiría volver con mi familia a quedar seleccionado en Slytherin —respondió James, aún entre risas.

Maia y el pelinegro lo vieron con molestia y Lily, que estaba sentada a su lado, lo volteó a ver con el ceño fruncido.

—¿Por qué? —preguntó.

—Porque todos los magos malos son serpientes, duh —James dijo con obviedad.

—¿A sí? Pues yo iré ahí —defendió el pelinegro.

—¿Y lo dices tan orgulloso? Queda claro que tener tanta grasa en tu cabello te afecta la cordura —se burló James. Sirius se rió entre dientes pero se tapó la boca con la mano para intentar ocultarlo.

Lily abrió la boca más ofendida que el pelinegro y vio a James con reproche, se levantó de un salto y jaló a su amigo de la mano para que la imitara.

—Vámonos Sev, hay que buscar otro compartimento libre, aquí no saben respetar opiniones —y se fue molesta con un Severus muy ofendido siguiéndola.

El silencio volvió a reinar durante unos segundos hasta que Sirius, que se había mantenido muy curioso por la opinión de James sobre los Slytherins, decidió hablar.

—Si no quieres entrar a Slytherin ¿A qué casa quieres? —le preguntó a James.

James sonrió en grande, como hubiera estado esperando durante años que alguien le hiciera esa pregunta.

—A la misma de mis padres, a donde van todos los valientes, Gryffindor —respondió con el pecho hinchado de orgullo.

Maia frunció el ceño y soltó una risa sin gracia.

—Ahí van todos los inútiles, no sé qué es peor, Gryffindor o Hufflepuff —se burló la pelinegra.

James borró su sonrisa y la miró con molestia.

—¿Y tú a cuál quieres ir?  —preguntó ansioso de oír su respuesta, internamente deseando que dijera Ravenclaw.

—Iremos a Slytherin, ahí fue toda nuestra familia y tenemos que seguir la tradición. El niño de hace rato tenía razón, Slytherin es la mejor casa de todas —respondió.

James se rió entre dientes, decidiendo que no valía la pena discutir con Maia pues la niña parecía un caso perdido y volteó a ver a Sirius.

—¿Tú también quieres ir a Slytherin? —le preguntó.

Sirius se removió y vio a su hermana de reojo, pero por la presencia del niño de gafas se sintió de repente más valiente así que se atrevió a admitir algo que jamás había dicho en voz alta.

—No, no quiero —soltó en voz bajita.

Maia lo vio con asombro, un tanto ofendida porque nunca se lo había dicho, ella amaba a Slytherin con su alma pero Sirius era su hermano y a pesar de lo que hiciera o pensara no planeaba juzgarlo, por otro lado James le sonrió, como muestra de su apoyo.

—¿Entonces a cuál quieres ir? —Maia le preguntó sin emoción alguna.

Sirius la vio y notó que no lo estaba juzgando, tampoco apoyando pero al menos no sentía una emoción negativa, así que se encogió de hombros, aún un poco cohìbido.

—No lo sé, la que sea estaría bien pero no Slytherin.

James levantó su mano para que la chocaran y Maia se volteó otra vez a la ventana, ignorándolos el resto del camino.

***

N/A:

¡ESTA ES LA PRIMERA PARTE DE LA INTRODUCCIÓN! Habrán otras dos partes que servirán para el desarrollo de la trama, las estoy haciendo lo más cortas posible y sin relleno para no aburrirlxs, solo tenganme paciencia porque estoy escribiendo y editando y eso me lleva un poco de tiempo.

El bachillerato me consume, help.

En fin, estoy ocupándome de la estética y lamentablemente no soy editora de visuales así que ya valí, voy a esperar a que abran tanda en alguna graphic shop, ni modo, aguántense con mi intento de portada manipulada.

Si ya habían leído anteriormente, les recomiendo que vuelvan a leer la descripción, ya puse la advertencias de TW y el aviso de Copyright.

Eso es todo, nos vemos pronto.

-LissxHayil

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