003. ᴜɴᴅᴇʀ ᴛʜᴇ ꜱᴛᴀʀꜱ
Febrero, 1975
Quinto año
LA NOCHE ESE DÍA ERA HELADA, algo bastante entendible si se tomaba en cuenta que aún seguìan en invierno. Pero a Maia eso no le importó, cada día se sentía peor y parecía que no mejoraba, la única forma que encontró para hacer que su ansiedad bajara era escapando de su dormitorio y yendo a la torre de astronomía.
Para su mala suerte, ese día pareció ir especialmente mal. Se maldecía internamente por haberse dejado sucumbir por la piel y no haberle hecho caso a su mente, porque unos mese atrás había perdido su virginidad con un idiota y se prometió a sí misma que no volvería a dejar que un troglodita obsesionado con la pureza de sangre la volviera a tocar, claramente se había fallado a sí misma y volvió a repetirlo, pero esa vez con el idiota mayor y el que dejó secuelas dificiles de borrar.
No podía recordar bien el momento en el que se metió con Lucius Malfoy por primera vez, quizás fue la vez que su familia se quedó en la casa de los malfoy porque Abraxas y Orión estaban hablando asuntos importantes, Maia recordaba haber bebido demasiado e irse a dormir al cuarto que le asignaron pero en un momento de la noche bajó a beber algo para que le quitara la resequedad de la garganta. Lucius estaba en el salón. Igual de ebrio que ella. Lo que pasó entre ambos pasó a ser historia. Y cuando las vacaciones terminaron y tuvieron que volver a Hogwarts, repitieron otro par de veces, hasta esa noche en el aula cuando Lucius le contó que lo iban a comprometer con Narcisa. Lo que más indignaba a Maia era el hecho de que se lo haya dicho después de besarla, ella misma había propuesta que se vieran para frenar sus encuentros nocturnos, era una despedida y el hecho de que Luicius actuó muy efusivo desde que llegó y de la nada le dijera lo de su compromiso en medio de su beso hizo que ella se sintiera mal. Lucius era un idiota y ella acababa de darse cuenta de lo mucho que su prima gustaba de él.
—¿Black? —Maia se tensó cuando escucho a la voz llamarla.Se quedó un momento quieta hasta que decidió que era mejor enfrentar las consecuencias.
Se giró con lentitud y se sorprendió de encontrar a James Potter mirándola con los ojos abiertos.
Maia solo entrecerró los ojos, sin saber bien cómo reaccionar y volvió la vista al frente. En otro momento se hubiese levantado de donde estaba sentada, pero no quería irse, se sentía cómoda y en caso de que Potter no, bien podría darse la vuelta y regresar por donde vino. y en verdad pensó que haría eso, pero se llevó una sorpresa cuando al contrario escuchó sus pasos acercándose.
James siempre que se saltaba el toque de queda era para preparar una broma o para colarse en las cocinas, nunca había sentido la necesidad de estar solo y ese día no fue la excepción, solo sabía que tuvo un impulso repentino de querer salir de su dormitorio y cuando se sentó frente a la chimenea de la sala común, no le gustó la sensación por lo que decidió tomar su capa de invisibilidad, escaparse por los pasillos y subir a la torre de astronomía. No lo había hecho en los cinco años que llevaban en el colegio y creyó que era una buena idea. Solo que lo que menos se esperaba era encontrar a la hermana de su mejor amigo ahí.
No supo cómo debía reaccionar pero solo sabía que no volvería a su sala común, así que se arriesgó a acercarse aún sabiendo que posiblemente Maia lo corriera en un santiamén. Cuando estuvo solo unos pasos por detrás de ella, siendo consciente de que lo sabía, rompió el silencio.
—¿Qué estás haciendo aquí a esta hora? —preguntó, arrepintiéndose cuando las palabras se escaparon de su boca. Se tensó esperando que Maia le diera una de esa miradas con las que lo juzgaba en silencio y hacía que él sintiera que podía verle hasta el alma, pero Maia solo soltó un bufido, sin mirarle
—Eso mismo podría preguntarte yo —volteó a verlo de reojo —Pero estoy segura de que ninguno de los dos desea responder esa pregunta.
James asintió y metió sus manos en los bolsillos de su pantalón, balanceándose ligeramente sobre sus pies.
—No esperaba encontrarte aquí —añadió y viendo que Maia no tenía intención de ser igual de odiosa de lo normal, se movió para pararse a su lado, imitandola y viendo hacia la noche estrellada.
—¿Esperabas encontrarme en algún lado? —volteó a verlo con una ceja enarcada.
James se removió en su lugar, con un inesperado nerviosismo por la mirada penetrante de Maia sobre su figura.
—No, claro que no, es solo que no pensaba, quiero decir, verte me sorprendió porque tú no eres...—habló atropelladamente, deseando en sus adentros que no se le hayan puesto rojas las orejas.
—Oye, tranquilizate —Maia negó divertida y se giró para seguir viendo el cielo — Estaba jugando, yo tampoco pensaba que eras de esos que vienen a la torre de astronomía para pasar el rato
James asintió apenado, y se sintió más que extrañado. Esta era la mayor interacción libre de ofensas que compartía con Maia. James se sentó, un tanto alejado de ella pero lo suficiente cerca para que se escucharan.Se quedaron durante unos minutos en silencio, ambos metidos en sus pensamientos mientras observaban las estrellas hasta que James recordó lo extremadamente tenso que había estado Sirius cuando mencionaban a los Black, en las últimas semanas recibía cartas de su padres que lo desanimaron y enfadaron a partes iguales pero en cuanto Peter, Remus o él le preguntaban qué decían, cambiaba de tema. James sabía que estaba por llegar a su límite y cuando eso pasara iba a explotar; Se preguntó si Maia también lo había notado, pues aunque los mellizos sí interactuaban de vez en cuando, no lo hacían lo suficiente como para que ella estuviera consciente de lo que pasaba con su hermano.
Y como si Maia le estuviera leyendo el pensamiento, preguntó.
—¿Cómo está Sirius?
James volteó a verla.
—Bien, sobreviviendo —contestó y Maia asintió, no tan convencida.
—y ¿Cómo está Regulus? —Preguntó James.
A diferencia de Maia, Regulus no se hablaba en lo absoluto con Sirius, y aunque él intentara ocultarlo, James sabía que se preocupaba por su hermano, por lo que quiso sacar un poco de información para su amigo.
—Bien, sobreviviendo —la pelinegra respondió, imitándolo.
James sonrió levemente y se reservó preguntarle cómo estaba ella, en parte porque sabía que se molestaría y porque la respuesta, tristemente, sería la misma.
y así, bajo la noche estrellada, durante un pequeño momento Maia y James olvidaron que se odiaban, disfrutaron del viento helado y el cómodo silencio, con la convicción de que al día siguiente fingirían que no pasó nada y todo volvería a la normalidad.
***
N/A:
Al fin les traigo un nuevo capítulo, muy feliz porque ya llegamos a las 315 lecturas ¡Gracias!
Un capítulo más y llegamos a mi momento favorito. Ya estamos a nada.
Nos leemos.
-Lissxhayil
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