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Enero, 1975

Quinto año

JAMES POTTER SIEMPRE FUE de esos muchachos que llaman la atención por naturaleza. Al principio en su estancia en Hogwarts logró acaparar miradas por su físico y encanto y cuando al pasar los años las bromas que hacía con sus amigos iban generando ruido entre los pasillos, la fama que tenía solo fue aumentada. Vale que en un inicio no era algo que le generará gusto o pensara demasiado en ello pero después de un rato, disfruto de toda esa atención que llegó a depender de ella. Estaba tan acostumbrado a que la gente lo mirara que fue una sorpresa molesta cuando descubrió un grupo de chicas que no lo hacían: Lily Evans y sus amigas. 

Por más que James intentara llamar la atención de la bonita pelirroja que lo regañó el primer día de clases, fallaba, estaba seguro de que de hecho ella lo odiaba. Y eso lo frustraba demasiado.  

Pero si había alguien que él entendía incluso menos que a Lily, esa sin duda sería Maia Black. James admitía que la hermana de su mejor amigo era en exceso molesta, a pesar de que los había respaldado en varias ocasiones él no dejaba de desconfiar de ella, pero pese a eso varias veces se había perdido viéndola

Así que si James Potter no estaba ocupado babeando por Lily Evans, estaría entretenido intentando descifrar el enigma que Maia parecía ser. 

James caminaba por el pasillo vacío con cautela, estaba por llegar el momento del toque de queda y él estaba regresando a hurtadillas de las cocinas, pero al escuchar el susurro proveniente de un aula vacía que tenía la puerta ligeramente abierta, se quedó parada por la inconfundible voz de Lucius Malfoy, pero eso no fue lo sorprendente, lo sorprendente era que la de Maia la secundaba. James se acercó a la puerta, cuidando que no lo vieran y agudizó el oído para escuchar. Maia y Lucius eran malas noticias

—No dijiste eso —dijo Lucius en voz bajita.

Se escuchó el bufido molesto de Maia.

—Es mi prima, joder —susurró ella.

—Sí y no te importó —se burló el rubio.

—No tenía ni idea de que planeaban casarse, hasta donde yo tenía entendido la primera opción era yo —. Siseó  Maia y James no necesitó verla para saber que estaba enviando dagas con sus ojos.

—Lo eras pero estás muy chica y mi padre quiere que en cuanto me gradúe me case, eso no será posible si sigues estando en Hogwarts cuando eso pase. Narcissa era la segunda a considerar. No quedó la duda de que ella sería la próxima señora Malfoy —se oyó la voz indiferente del rubio, parecía como si estuviera hablando de cualquier cosa sin importancia y no de su futuro.

James no se sorprendió demasiado con esa información, era de esperarse. No interactuaba mucho con las serpientes pero en una ocasión que se mantuvo revoloteando alrededor, escuchò decir a Narcisa su anhelo de casarse con Lucius, a su parecer, no había un partido mejor, aunque, si se lo preguntabas a James, no estaba de acuerdo con ello.

—¿Narcissa está bien con eso? —preguntó Maia.

—Fue la primera en emocionarse, ya hasta está planeando la forma en la que anunciaremos nuestro compromiso ¿no te dijo nada? —Malfoy cambió su tono a uno burlón.

—No importa —lo cortó ella— eso solo nos dice dos cosas —dijo y se escucharon sus pasos resonando.

—¿Qué cosas? —Malfoy se apresuró a preguntar 

—Eres un idiota y lo que sea que tuvieramos tiene que terminar —hizo un ruido con la boca, como si recién se acordara de algo — ¿Dije que eras un idiota? me equivoqué, esa palabra se queda corta, tendré que buscar alguna mejor.

Se escuchó el gruñido de Lucius y James ya no pudo escuchar qué respondió porque un sonido de pasos acercándose lo alertaron, se alejó de la puerta y trotó por el pasillo para girar, cuando antes de que llegara se escuchó el chillido de la puerta que dejó atrás abrirse.

James logró escabullirse y solo atinó a rogarle a Merlin que no lo hubieran atrapado escuchando.

***

LA CAMPANA SONÓ INDICANDO el final de la clase de transformaciones. Los alumnos se apresuraron a guardar con entusiasmo sus cosas. La profesora McGonagall no había dejado deberes, algo bastante raro en ella y tendrían el fin de semana menos atareado lo que tenía a los Slytherin y Gryffindor de quinto año muy aliviados. Maia estaba entre ellos, aunque debía admitir que su mente divagaba a otro tema que le causaba curiosidad. Su hermano, Remus Lupin y Peter Pettigrew habían faltado a esa clase, algo que hacían cada mes y la razón solía ser un enigma para Maia, pero en ese caso fue distinto, las anteriores veces faltaban todos los merodeadores, incluyendo a James, así que fue toda una sorpresa para Maia ver que ese día el único que había asistido a la clase fue James.

Cuando terminó de guardar sus cosas, le echó una ojeada al niño de gafas y al ver que este se quedaba rezagado por tener la mente en otro lado y no estar concentrado en lo que hacía, decidió que era buena idea esperar a que todos hubiesen abandonado el salón para abordarlo y saciar su curiosidad.

—Oye, Potter —el niño se tensó en su lugar con el llamado de Maia y se giró a verla con el ceño levemente fruncido.

—¿Si? —preguntó, con la confusión grabada en sus facciones. 

—¿Por qué Sirius no vino? 

El niño se relajó considerablemente, incluso atreviéndose a soltar un suspiro aliviado. Maia lo miró con los ojos entrecerrados y él se aclaró la garganta, de repente salió de su estupor.

—Está en la enfermería —dijo por fin.

—¿Por qué estarìa en la enfermería? ¿Se encuentra bien? —Maia preguntó con la voz neutra, como si estuviese hablando del tiempo, a cualquiera le parecería que le daba igual pero no a James, James había estado alrededor de ella lo suficiente para saber que si ese fuese el caso, ni siquiera preguntaría, simplemente se encogería de hombros y si no estaba de tan mal humor, murmuraría un agradecimiento, así que James sabía que detrás de las preguntas de Maia se escondía su preocupación por su hermano y eso lo hizo contener una sonrisita.

—Está bien, nada grave. Sólo está en recuperación, pero saldrá más tarde —. Maia se quedó unos segundos en silencio, intentando conectar el porqué su hermano estaba en la enfermería y cuando notó a James analizándola, se enderezó y carraspeó la garganta. Se mordió la lengua para evitar preguntarle qué le había pasado y se limitó a darle la espalda para alejarse.

—Gracias, Potter

James asintió, aún analizándolo, cuando sacudió su cabeza siendo consciente de que ella ya no lo veía. Esperó a que ella terminara de salir para tomar sus cosas y avanzar bajo la mirada escrutadora de McGonagall que todo el tiempo se mantuvo con el ojo puesto sobre ellos.

James fue a dejar sus cosas a la sala común de gryffindor para poder ir a la enfermería y contarles lo que había pasado. De alguna forma se encontraba bastante aliviado de que Maia no descubriera que estaba escuchando su conversación privada, una noche anterior.

***

N/A:

¡Feliz 2023!

Esperemos que este año sea mucho mejor que el otro, uno lleno de actualizaciones (de esas hacen falta muchas)

Estuve dos meses sin actualizar y lo lamento pero la escuela me tiene con bloqueo. La buena noticia es que en estas semana la historia llegó a las 250 lecturas, gracias.

Si les gustó, por fa voten, ya merito van las interacciones de James y Maia en un sentido romántico, en un capítulo o dos, yo creo.

Lxs quiero.

Nos leemos luego <3

-Lissxhayil

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