001. ꜱᴍᴀʟʟ ꜰᴀᴠᴏʀ
Biblioteca de Hogwarts
Octubre, 1973
Tercer año.
SI HABÍA ALGO EN LO QUE Maia era buena, eso sin duda sería la clase de pociones, era una de las tantas cosas en las que se destacaba de los demás y le permitía demostrarles que era superior a ellos, aunque también tenía que ver con que era la favorita de Slughorn y él le tenía mucha consideración; pero sin importar qué, había algo que Maia detestaba a morir, no importaba que se lo haya dejado de deber su profesor favorito, Maia odiaba redactar ensayos.
Y ese definitivamente no era su día, lo supo desde la mañana cuando se duchó y no le dio tiempo de secarse el cabello, o cuando se tropezó con la profesora McGonagall mientras se escabullía de la clase de adivinación, o también cuando tiró un poco de tinta sobre sus apuntes y cuando intentó quitarla con un hechizo lo logró pero en su lugar, de igual forma, desapareció toda la tinta del pergamino, incluyendo las letras que había garabateado. Ahora si le sumábamos que había olvidado hacer el ensayo de pociones que planeó dejar al último y recién lo recordaba, Maia se daba lástima así misma. Eso estaba arruinando su día, estar sentada en una mesa de la biblioteca terminando, después de mucha frustración, su tan ansiado ensayo; no era algo que ella estuviera disfrutando porque antes tenía planes para la tarde y estar comprometida en esa situación la hacía sentir con un humor de perros.
Así que si le contabas a alguien no le hubiese sorprendido saber que cuando estaba escribiendo la última letra del pie de extensión que les exigía Slughorn, su mellizo llegó junto a su bola de amigos sentándose ruidosamente en su misma mesa, eso la hizo sobresaltar y por equivocación manchó con su pluma parte del pergamino, cuando levantó la mirada y se encontró con su sonriente hermano no dudó ni un segundo en tomar un grueso libro de pasta dura que tenía a su lado y lo dejó caer en un golpe sobre la cabeza de Sirius.
Sirius soltó un grito sorprendido, olvidando que estaban en la biblioteca y el resto de sus amigos guardaron un repentino silencio, siendo muy conscientes de la molestia de la hermana de su mejor amigo.
—¡¿Qué haces?! —preguntó Sirius, muy conmocionado.
—¿Puedes callarte? estamos en la biblioteca, idiota —Maia miró al rededor, en busca de alguien que pudiera pillarlos juntos pero la biblioteca estaba relativamente vacía y para mayor suerte Madame Prince estaba muy ocupada con unos papeles en su escritorio para siquiera prestarles antención —¿Por qué me asustas? por tu culpa manché mi tarea —regresó su mirada a su hermano que estaba sobándose la cabeza.
—Quería pasar tiempo con mi hermanita ¿Eso es algo malo? —preguntó con falsa inocencia.
—¿Nunca has estado en la biblioteca? No puedes hacer ruido —miró fijamente a su hermano, en una amonestación y cuando Sirius le sonrió con culpa ella rodó los ojos y volvió a tomar su pluma, dispuesta a añadir una nueva frase que se le acaba de ocurrir —¿Por qué sigues aquí?
—Estoy esperando que me prestes atención —respondió, intentando llamar su atención.
Maia, con un suspiro, dejó de lado la pluma y miró a su hermano.
—Tienes dos minutos para que me digas lo que sea que tengas que decirme —avisó.
—Eso es más que suficiente —Sirius volteó a ver a sus amigos, sonriente —necesitamos tu ayuda con algo, un pequeño favorcito.
—¿Qué clase de favorcito? —inquirió intrigada.
—Uno sencillo —su sonrisa vaciló —queremos que nos digas cuál es la contraseña para entrar a las mazmorras de slytherin —soltó sin más.
Maia se quedó callada, esperando que le dijera que estaba bromeando pero en un repaso a su rostro serio y al de Remus, Peter y James, supo que hablaba muy en serio.
—¿De verdad? —preguntó, aún esperando que no fuera real.
—Sí —respondieron todos.
Maia sonrió divertida, se cruzó de brazos y se recargó en su silla.
—¿Qué están tramando? —preguntó sin mostrar mucho interés.
—Malfoy cree que es divertido intimidar a Peter en los pasillos y queremos demostrarle que tan graciosos podemos ser —respondió James, mirándola fijamente, con la esperanza de que aceptara.
Maia se enderezó y vio a Peter para ver si lo que decían era verdad, Peter apartó la mirada incómodo mientras se sobaba el brazo, Maia se dio cuenta que era verdad y pensó durante unos segundos, desde que había entrado, se hizo muy cercana a su prima Narcissa y por consiguiente al séquito de Malfoy, no eran sus amigos, apenas intercambiaban palabras pero formaba parte de su círculo social y quería pensarselo bien antes de aceptar ayudar a su hermano. Por un lado sabía que de alguna forma Lucius se lo merecía, era un idiota de primera, en todos los sentidos, además por alguna extraña razón Peter Pettigrew era el único amigo de su hermano que le caía bien y no le hacía gracia que se lo agarraran de bajada, pero por el otro lado podían descubrir que ella fue la traidora que dejó entrar a los leones y eso haría que toda su fachada se derrumbara, en conclusión, catástrofe.
—¿qué le van a hacer? —preguntó, necesitando saber para decidirse.
Los chicos se hicieron hacia atrás, sorprendidos por su pregunta, Sirius los volteó a ver y Maia rodó los ojos fastidiada por la forma en que parecía que se comunicaban con solo una mirada. Remus asintió frenéticamente y Sirius abrió la boca para hablar pero James lo detuvo con un golpe en el brazo.
—Si le decimos tal vez acepte —Sirius habló.
James no se veía convencido, miró a Maia para ver si era de fiar y terminó por suspirar y asentir. Sirius dio una palmada y sonrió con travesura.
—Le pondremos un encantamiento al cabello de Lucius y sus compañeros de cuarto para que cambie de color, nadie que no sea de Slytherin entra a la sala común por lo que no sospecharía de nosotros. Ni de ti, eres su amiga, no tendría porqué señalarte como culpable —Maia asintió pensativamente —Es una idea genial ¡Admítelo!
Maia se sentía mal, no quería darles la contraseña pero al ver la expresión decaída de Peter, se convenció de que no era tan mala idea pero no era estúpida como para confiarle algo privado a su hermano y traicionar a sus compañeros de casa de una forma tan vil, así que decidió algo más riesgoso pero que la hacía sentir segura.
-Díganme a qué hora lo harán para que baje a abrirles -Sirius sonrió con travesura, Remus asintió satisfecho, Peter exhaló con alivio y James miró con sorpresa a la niña, pues creía que no iba a aceptar.
Esa fue la primera vez que Maia ayudó a su hermano con sus travesuras, pero no se sentía mal, tenía la creencia de que fue por un motivo de fuerza mayor. Y cuando al otro día, después de que cumplió con su palabra, Lucius y su pandilla atravesaron El Gran Comedor con sus cabellos pintados de colores fosforescentes y miradas furiosas, mientras el resto del alumnado escondía sus risas burlonas, supo que valió la pena.
***
N/A:
Ahora sí empezamos con las actualizaciones.
Aún estoy tomándome mi tiempo en organizar bien la trama, pero espero traer pronto el segundo capítulo.
La historia en cuestión va a ser muy corta (+15,000 palabras) y también los capítulos lo serán, en fin.
Gracias por las 150 lecturas, <33
-Lissxhayil
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