Prólogo
Eris y Theodore, a pesar de ser mellizos en algo diferentes.
Todo comenzó a ir mal cuando el sombrero seleccionador la iba a mandar a Slytherin pero gritó: ¡Ravenclaw!. Eris pensó que su hermano y padres iban a estar decepcionados pero no, o eso es lo que ella cree ya que se veían bastante contentos de que su pequeña tuviera las capacidades para entrar a la casa de los sabios e inteligentes.
A sus catorce años una tarde sus padres anunciaron que ¡oh sorpresa! Ella estaba comprometida nada más ni nada menos que con Draco Lucius Malfoy. Al menos nos llevamos bien, pensó Eris un tanto decepcionada de no poder elegir con quién contraer matrimonio (o tener un simple noviazgo) en el futuro.
Durante varios meses ni ella ni Draco se dirigieron la palabra o tan solo miraron, ambos estaban muy enfadados con el otro a pesar de que la decisión no era suya. Eris recordaba que ella y Malfoy mantenían una relación agradable, casi se podía decir que eran amigos ya que se conocían desde antes de entrar a Hogwarts. Sin embargo, a mitad del Torneo de los Tres Magos, más en específico en la segunda prueba donde Harry Potter salvó a la hermanita de Fleur Delacour y Draco lo llamó entredientes y murmurando:
–Presumido... es un idiota...
–Al menos el tiene la moral para salvar a la hermanita de Fleur, algo que dudo que tú harías –refutó Eris enfadada, defendiendo a Potter como si fuera su amigo.
Draco la miró con desdén, como si le hubiera dicho el peor de los insultos.
–¿Que pasó Nott? ¿desde cuándo defiendes a Potter? –preguntó con asco y burla.
–No lo defiendo –oh claro que lo hacía–, sólo digo la verdad ¿qué, acaso te molesta, Malfoy? –preguntó con el mismo tono que uso Draco recalcando el apellido del muchacho.
Sorprendentemente, luego de esa charla ambos comenzaron a ser más cercanos y un mes después Eris Nott y Draco Malfoy se besaron en un pasillo confirmando su relación.
Eris durante el verano algunas veces solía practicar cosas que ella creía que podían ver durante el curso. Theodore solía decir que era una forma de malgastar el tiempo.
Hace algunos días Eris venía practicando la poción Amortentia pero siempre habia algo que le salía mal. Ya era la cuarta vez que la hacía y confiaba en que esta sería la vencida.
Casi una hora después, con la frente perlada por sudor y las hebras de cabello saliendose de la coleta, vio con orgullo el color nacardo de la poción y como el vapor ascendía en forma de espirales.
Eris se inclinó un poco sobre el caldero preguntándose a qué oleria ¿al perfume de Draco? ¿A su shampoo? ¿o quizás a su hogar? Pero al percibir el primer aroma Eris sintió como si se chocara contra un muro de concreto.
Draco no olía a nada de eso. De hecho, ni siquiera se asemajaba a esos oleres.
Palo de escoba, tarta de melaza y un aroma peculiar. Éste último no lo lograba descifrar, no lo había olido nunca y si lo había hecho, no lo recordaba.
Se alejó del caldero, extrañada, y se volvió a inclinar.
Pasta de dientes. Fue lo primero que identificó.
Eris sonrió al identificar los otros aromas que faltaban. Pino y el perfume de Draco. Pero de repente comenzó a olfatear los aromas que habían salido por primera vez y comenzaron a mezclarse con los aromas de Draco.
Eris asustada y confundida echó poción en un frasquito de cristal y se apresuró a salir de la habitación.
–¡Theo! ¡Theo! –gritó mientras entraba en la habitación de su mellizo. Éste la miró alarmado.
–¿Que ocurre?
–¿Que hueles? –cuestionó la muchacha mientras extendía el frasquito destapado.
–¿Qué? –preguntó con una sonrisa y la ceja enarcada.
–Theodore, por favor, dime que hueles.
Theodore al ver que su hermana hablaba en serio tomó el frasco y lo olfateo.
–Ehh... lavanda... tierra mojada y supongo que crema de coco...
Theo se había enamorado de una chica francesa durante el torneo y se mantenían en contacto mediante cartas.
–Bien... ¡gracias! –gritó mientras cerraba la puerta de la habitación y se dirigía al despacho de su padre.
Él olía a naranja, pastel recién horneado y menta.
Su madre olía madera, jazmin y dulce de limón.
Eris no se atrevía a preguntar si era normal oler a más de una persona en tu Amortentia.
Abatida, guardó el resto de poción (quizá podía venderla y sacarle provecho a su desgracia) y se dirigió a su habitación repitiendo:
Palo de escoba, tarta de melaza, olor desconocido.
Eris solía decir que las cosas pasaban por algo y que el destino ya lo tenía así escrito. Así que ella se pregunta ¿que le tenía preparado el destino?
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