Snow
⎯⎯ .‧๛ 𝐇𝐔𝐅𝐅𝐋𝐄𝐏𝐔𝐅𝐅 𝐏𝐑𝐈𝐍𝐂𝐄𝐒𝐒,
an Harry Potter fanfiction written by A!
•:๛ this is the chapter five: Snow ༘
🪩
— ¿Tom Riddle pidiendo ayuda? —reí sarcástica, de su parte solo recibí una mirada de mala gana.
— No lo haría si no fuera importante —dijo.
-— Claro —respondí esperando a que porfin soltara lo que necesitaba, le estaba dando demasiadas vueltas al asunto.
El me miró, entreabrio los labios y luego los volvió a cerrar.
— ¡Suéltalo, Riddle!
— Necesito que —hizo una pausa— Necesito que me ayudes a sacar un libro del despacho de Dumbledore —finalizó al fin.
Eso me parecio bastante ridículo, pero lo mire algo sorprendida, él es de los mejores estudiantes, ¿Por qué Dumbledore lo privaria de leer un simple libro?
— Se encontraba en la biblioteca y lo retiraron así nada más —añadió.
— Nunca sacan libros comunes de la biblioteca, Riddle, ¿De que sección era? —pregunté.
— Eso no importa.
— Claro que importa. ¿Haz oído lo que está pasando en Hogwarts?
El me ignoro.
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La noche había invadido a Hogwarts, eran alrededor de las dos y media cuando Alma escucho unos golpes bruscos fuera de su cuatro.
— Lumos Máxima —pronuncie en un susurro, en ese momento la punta de mi varita, baje de la cama de arriba y entreabri la puerta.
Di unos pasos hasta un esqueleto colgado cae enfrente de mi en ese momento, el susto me hace desprender mi varita pero me contuve de gritar para no despertar a nadie más.
-— Ya conociste a Robert —dijo una voz familiar detrás de mi.
— Y se amaron —respondio el otro aportando.
Tome mi varita e ilumine el lugar, y ahí estaban, los gemelos Weasley con un esqueleto en sus manos.
— ¿Les parece? —dije aunque tratara de fingir, no estaba molesta.
Ellos se miraron para después volver a verme y después soltar unas carcajadas.
— Lo siento Al —dijieron a unisono, yo sonreí, adoro a estas fotocopias.
— ¿Y que hacen aquí a estas horas? —pregunté.
— Estábamos aburridos y dijimos, ¿Por qué no le hacemos una especial broma a alguien especial? —explicó Fred.
— Fuimos a tres dormitorios, nadie contestó así que vinimos a nuestra cuarta opción —bromeo George, le di un golpe leve con el puño en el brazo molestando.
— ¿Me imagino que estas lista para venir con nosotros? —se anticipo a preguntar Fred, viéndome mientras George acentia al oirlo.
— Siempre —dije.
— Después de ti —dijo George mientras hacía una reverencia apuntando a su escoba de quidditch indicando a que subiera.
Fred tome la suba y se elevó unos pocos metros.
¿Como entraron a la sala común volando en escobas de quidditch?
Una vez que subí en la parte de atrás de la escoba, me aferre a George abrazándolo con fuerza por poco y lo dejaba respirar, nos elevamos a la altura de Fred y empezamos a movernos, confiaba en ellos, después de todo, estaban en el equipo de Gryffindor y eran muy buenos.
— Sostente —dijo George, estoy segura que una sonrisa malévola se formaba en su rostro.
En ese momento comenzamos a atravesar la sala común con una velocidad bastante elevada y dando uno que otro giro solo por diversión hasta que salimos por aquel pasadizo los tres riendo.
Una vez que recorrimos una cantidad considerable, nos detuvimos en el césped del patio frente al castillo, habíamos conseguido un pasadizo para poder salir gracias al mapa del mereondador que los gemelos tenían bajo su tutela.
Fred sacó tres latas de coca-cola mágica de su capa, me paso una a mi y luego otra a su hermano.
— Propongo un brindis —dijo levantando su lata, George y yo imitamos el gesto sonriendo.
— Por el mejor trío de Hogwarts —siguio ahora George.
— Siempre —finalice y los tres dimos un leve golpe chocando las tres latas para luego beber de ellas.
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El dia siguiente me tenia bastante ocupada, llevaba todo la tarde en la biblioteca estudiando para el examen de Herbologia, estaba muy confundida con un tipo de plantas, llevaba horas estancada en la misma página sin comprender.
— Tulipanes -—dijo una voz a mis espaldas, y ahí estaba, el Hufflepuff de ojos color grises leyendo un libro.
— ¿Qué? —pregunté algo desconcertada.
— Esa planta con la que te haz estancado, son tulipanes —dijo el con su mirada aun en el libro.
— ¿Me estuviste observando? —pregunté, el alzó la mirada y sus ojos grises se toparon con los míos, me sonrió y volvió a dirigir su atención a su libro.
— No estoy estancada con los tulipanes por cierto, es más, son mis flores favoritas —añadí sonriendo.
— ¿Y tú porque no estás estudiando aún? —pregunté y el me observo.
Se levantó de su lugar y se acercó a mí para así dejar reposando el libro que había estado leyendo hace un momento frente a mi para que pudiera verlo.
Lo tome entre mis manos, sabía perfectamente cual era, tenia un ejemplar idéntico, pero un día en clases de encantamientos Seamus Finnigan lo voló por accidente tras una pequeña explosión con su varita. Se lo comenté a Cedric.
— Mi padre me lo dio, lo encontró en una tienda muggle —dijo él— Te puedo enseñar donde lo consiguio —ofreció con una sonrisa.
— Te lo agradezco, pero mis padres nunca me dejarían ir a una tienda muggle —dije algo apenada, él asintió sonriendo.
Luego de eso, Cedric me ayudó con el tema que no lograba comprender, después de todo, él era de los mejores estudiantes de la generación.
Y la noche volvió a hacerse presente, eran alrededor de las una y media, nos habíamos perdido la cena, y hace unos diez minutos Cedric me dijo que iría a buscar algo a su dormitorio mientras yo finalizaba con mis apuntes.
— Lo siento por la demora —hablo él a mis espaldas mientras entraba nuevamente a la biblioteca.
— No te preocupes —dije mientras colocaba el punto final al apunte, había finalizado. Él se paro junto a la mesa y dejó reposando dos fuentes tapadas una en cada lugar junto a una gran botella de refresco burbujeante.
Yo lo mire y sonreí negando con la cabeza.
— Si no puedes ir al banquete, el banquete vendrá a ti —sonrió destapando las fuentes, se trataba de dos platos de pasta casera larga con queso encima, de mis favoritas sin duda.
El se apresuró a servir el refresco en dos copas de oro que seguramente había sacado del armario de la cocina. Yo sonreí.
Diez minutos después, nuestros platos se encontraban vacíos.
— Tengo algo más —dijo él viéndome con esos profundos ojos grises.
— ¿Algo más? —sonreí y el asintió.
— Creo que serás la primera en verlo -—dijo para así ponerse de pie y deslizar la gran cortina que cubría aquella ventana junto a nosotros, revelando así la primer nevada del invierno, millones de copos de nieve caían sin parar.
Me puse de pie junto a él, ahora ambos observábamos aquellos pequeños copos caer sin parar, dejando así todo aquel patio de un blanco suave.
— Me encanta —dije sonriendo y girando a ver a Cedric.
— Lo sé —el me devolvió la sonrisa y se volvió hasta la mesa, allí se encontraba una mochila de la cual sacó una bufanda y un gorro de lana con un pompón amarillo en su punta, se volvió a mi y me paso la bufanda mientras ponía el gorro en mi cabeza.
— ¿Qué esperas? —dijo para así empezar a correr y dar un manotazo a la mesa para tomar la otra bufanda y correr hacia el pasadizo que daba al patio, supuse que al ser prefecto lo sabía, era el mismo que habíamos usado con los gemelos la noche pasada.
Corrí detrás de él, ambos salimos y una fuerte brisa nos choco en el rostro, extendí la mano abierta y un pequeño copo se poso en ella.
— ¡Alma, ven! —dijo él chico mientras armaba una gran bola de nieve lo cual parecía ser un indicio de un muñeco de esta, por lo que alcanzaba a ver con las antorchas fuera del castillo que eran nuestra única fuente de luz.
Corrí hacia donde estaba mientras mis zapatos dejaban sus huellas en la nieve y me puse de cuclillas junto a él.
Unos minutos después ya no eramos dos, éramos tres, ahora con la compañía de nueva creación.
— Almadric —dijo mirando al muñeco, yo reí, era un pésimo nombre.
Yo me saque aquel gorro de lana amarillo y se lo coloque al muñeco en la cabeza, Cedric repitió el gesto colocándole su bufanda.
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