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8 meses después.
El sol iba saliendo aquella mañana de verano, Ares de vez en cuando venía a visitar a Luba, quién en algunos meses fue subiendo de peso, y la panza empezaba a notarse. Luego de aquella noche aquella mujer valiente había quedado preñada por el Dios de la guerra.
Luba con los mareos y ataques repentinos de hambre aumentados, fue ganando peso, ya con tan solo 8 meses, apenas podía moverse.
—Ah~ extraño a ese hombre, mi nena... Espero que lo conozcas —murmura acariciando su vientre.
Ocasionando que una patadita del ser dentro le diera una respuesta. Poco tiempo de murmurar lo, empezó a escuchar pisadas y luego ver a un hombre con armadura.
—¿Ares? —pregunta.
Ares al llegar y poder escaparse de la mirada de Zeus encima de él, fue directo junto a Luba, no sabía nada desde hacía 8 meses y medio.
—Mi... Preciosa Luba —murmura sorprendido.
Pero justo cuando iba a ir para abrazarla, nota como se las piernas de la mujer que tanto amaba caía agua, ella al mirar donde él observaba, empalideció.
—Abrí fuentes... —murmura— ¡Hombre! Reacciona que estoy de parto, ayúdame a llegar a la cama, mierda —gruñe Luba.
Ares incrédulo, nunca en su vida había sido gruñido así pero justo cuando la deja en la cama, dos luces iluminan el lugar, dando a observar a Hera y Afrodita.
—Llegamos justo a tiempo —dice Hera.
Con su fuerza, y habilidades rápidamente estabilizó a Luba entre las contracciones.
—Ares.. Tu pequeña niña ya viene en camino —dice Afrodita emocionada.
Ares al escuchar aquello se tensa, e inmediatamente agarra la mano de su amada quien se la aprieta con nervios, sería su primer bebé, y él estaba allí con ella.
—¡Ah! —se queja.
—Respira, inhala y exhala querida —dice Hera.
Posicionando en el lugar de entre las piernas abiertas de Luba, esperando a la bebé.
—Cuando te diga puja... Empujas hasta que sientas un leve estiron —explica Hera.
Luba asiente nerviosa pero valiente. Ares se encontraba preocupado, esperando que todo saliera bien.
—Puja, querida —pidió Hera.
Sin más Luba en tres intentos de pujar, valieron la pena ya que un estiron y una llanto confirmó la buena noticia.
La bebé había nacido.
Afrodita al verla, y notar que su madre quedó cansada, la alzó, dándole su bendición.
«Mi pequeña sobrina, serás la descendencia del amor por mi parte, te doy mi bendición»dice Afrodita.
Sin más besa la cabecita de la bebita, y le entrega a su padre, quien la ve como un tesoro bello.
—Oh, mira mi pequeña —murmura—eres bellísima.
—Tiene... Mi encanto —murmura Luba cansada.
Ares le sonríe, tenía una nueva familia y no se arrepentía de nada.
Acaricia la mejilla de la bebé, pasándola a la madre para que la alimentara.
«Eres mi hija, pelirroja, mi princesa de la Guerra»
Besa la cabeza de Luba, abrazándola.
Hera se marcha al ver que todo iba en buen estado, claro, dándole su bendición también. Afrodita sonríe tierna ante la escena.
—¿Cómo se llamará?—pregunta Ares.
—Se llamará...Amori Paz, porque fue concebida en entre el amor y la paz —murmura adormilada Luba.
—Es el nombre más perfecto, querida —murmura feliz.
Ares se sentía grande ante tales obsequios y felicidad.
Mientras Afrodita se dispone a ir, sonríe por ultima vez mirando a la pequeña Amori.
«Bienvenida seas pequeña Amori Paz, Princesa de la Guerra y el Amor»
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