Capítulo 9 🔞

"La mejor manera de librarme de la tentación es caer en ella"

Oscar Wilde

***

Bufé molesta cuando me di cuenta que la lencería elevaba mis pechos y a la vez, el vestido negro los mostraba un poco, al haberme puesto cada prenda no creí que me molestaría al principio, pero ahora que ya encaja en mi cuerpo no dejo de reflexionar si estoy haciendo bien las cosas, además de ello, ni siquiera puedo creer que mi cuerpo se vea mucho mejor con la lencería que con mi ropa interior que uso a diario; antes de poder ponerme los tacones, reenvió un mensaje a Cristal diciéndole que llegaré tarde a casa porque iría a ver a Miranda, no es que tuviera que darle explicaciones a mi compañera de apartamento pero sé que si no vuelvo antes de las ocho y media es posible que empiece a volverse loca pensando que en serio me he escapado con un hombre y aunque una parte sea cierto, por lo menos quiero tener una noche tranquila sin pensar que ella me seguirá supervisando desde la ventana de nuestro apartamento para ver la hora que llego.

Guardo mi falda y mi blusa en la misma caja en donde se encontraba la lencería y el vestido, por si quiero llegar viva a mi habitación, será mejor que luego me cambie para evitarme problemas con cierta persona que le daría un ataque cardíaco si llegase a verme vestida de esta forma; me arreglo el cabello y me retoco un poco el maquillaje para luego ponerme los zapatos, casi puedo sentir como mi corazón está a punto de salirse de mi pecho y eso sin decir que mi propia mente ha comenzado a imaginarse varios escenarios de los cuales terminan por ponerme más nerviosa.

Escucho como mi celular empieza a sonar y con la diferencia que esta vez no es un mensaje sino más una llamada, termino por contestar sin necesidad de ver el nombre en la pantalla del dispositivo.

—Hola. —Apenas puedo decir.

—Estoy afuera, si tardas en salir, yo mismo iré por ti. —Trago hondo casi para darme valor a hablar.

—Bien. —Cuelgo repentinamente.

Me aliso el vestido para que dé esté no obtenga una arruga, no sé cuánto dinero Pierre invirtió todo esto solo en mí pero no es de dudar que cada libra me la cobrará a su conveniencia, los lazos que se entrelazan en mi cuello, le dan una forma más sexy a la figura de mi cuerpo, el vestido es salvaje y caótico, sin lugar a dudas Pierre tiene un buen gusto y estilo, pero ni me quiero imaginar cómo es que sabe de esto, si la únicas mujeres que siempre lo deben de rodear son su madre y hermana; aunque debo de aumentar la cifra de mujeres que han sido sus amantes.

Agarro mi cartera y la caja en donde se encuentra ahora mi ropa para salir, antes de irme siempre le llego a poner llave a la puerta de mi oficina para estar segura que por lo menos si alguien tiene la de la clínica, intentará forzar la de mi consultorio para entrar; así que por lo menos ayuda en algo aunque no sea muy confiable.

Abro la puerta del local y pronto siento como alguien me ayuda, sonrió al ver como un chófer toma la caja y espera a que yo cierre con llave la clínica. Antes de entrar a la camioneta de Pierre, observo como el chófer me abre la puerta mientras espera que entré, así que sin dudarlo, entro y él cierra la puerta con suavidad hasta llevarse la caja al asiento del copiloto.

—Creo que no hice una mala decisión—Pierre me dio una mirada de arriba hacia abajo.

—Buenas noches... —digo sin vergüenza a que él evada el saludo.

—Lo siento—se ríe—, he olvidado mis modales. Así que, buenas noches ángel, te ves hermosa. —Toma mi mano y deja un beso en el dorso de ella.

El chófer empieza a manejar y mientras nos alejamos de la calle en donde trabajo, observo como hay un poco tráfico en la ciudad, intento relajarme un poco pero la mirada de Pierre provoca que mi piel se ericé y también que sienta una incomodidad en mis piernas, eso sin decir que debo de comportarme ya que al no haber una ventanilla que nos separé entre el conductor y nosotros, es mejor que la postura mía sea siempre tranquila y sin tener que hacer una tontería.

— ¿Dónde iremos a cenar?—le pregunto para cortar esa cuerda de tensión.

—Riverside 2—menciona.

Conozco el restaurante por la fama de su ambiente y su comida, pero quizás por lo poco que salgo de casa y mayormente solo ocupo mi tiempo libre para comportarme como una turista, no he llegado a entrar a aquellos restaurantes que rodean la ciudad de Lambeth, de todas formas, tampoco puedo darme muchos lujos cuando siempre me mantengo ahorrando lo que tengo que usar en mi estancia en Reino Unido.

Me mantengo callada en lo que resta del camino, Pierre parece centrado en hacer unas llamadas para dejar algunos comunicados sobre sus proyectos, lo cual agradezco que se mantenga por ahora en su propio mundo mientras que puedo apreciar la vista desde la ventana de mi lado, el chófer ha llegado a poner música, pero mayormente se escucha a lo lejos ya que bajo el volumen por todas las llamadas que Pierre correspondía.

Unos quince minutos nos tardamos cuando pronto llegamos al restaurante Riverside 2, el chófer no tarda mucho en estacionar el auto y pronto bajarse para abrirle la puerta a Pierre, quien solo al salir y me ofrece su mano para tomarla, salgo de aquel vehículo y ambos caminamos en dirección al local, en donde Pierre al haber reservado ya un lugar en aquel bonito restaurante, el maître no tarda en llevarnos a una mesa; Pierre toma una de las silla y pronto la jala hacia atrás para darme paso a que me siente, así que al hacerlo, él empuja nuevamente la silla para acercarme a la mesa y así él ser el siguiente en sentarse.

El maître nos saluda y nos deja dos cartas de menú, cuando se marchó, la curiosidad empezó a ganarme, así que no tarde en observar el restaurante donde ahora nos encontramos Pierre y yo, no es grande como el que fuimos la última vez, pero el ambiente a pesar de estar en la época de invierno, se mantiene acogedor; el olor a pasta, carne y a pescado pronto llegan a mi olfato y eso sin decir que las personas que se encuentran a nuestro alrededor se mantienen hablando sobre diversos temas sociales y familiares mientras beben vino.

—Pensé que llegarías a buscar un lugar más ostentoso—le dije sin quitar la mirada de los pilares que tienen una cerámica de cuadrados de diferentes tonos de grises.

—Si quieres podemos irnos a un restaurante más lujoso—lo escuché decir.

— ¡¿Qué?! ¡No! Es que... Pensé que tú eras más de restaurantes grandes y costosos, que uno como este... —Le expliqué.

Él dejó ir una risa mientras seguía leyendo la carta del menú, daba gracias a Dios que el menú es variado y que cada comida empieza a llamarme la atención que no puedo optar por una hasta el momento.

—Falta mucho para que me conozcas, puedes verme con gustos muy peculiares, pero mayormente, suelo ambientarme en lugares que se adapten a mi comodidad—Se a recostó en la silla.

—Me gusta escuchar eso. —Sonreí. —Aunque para serte sincera, me gusta más los lugares pequeños que grandes, casi me hacen sentir un ratón en una enorme casa... —le revelé.

—Eso explica la razón por la que vives en unos apartamentos pequeños—hice una mueca.

—No exactamente... Cuando vine a Reino Unido, necesitaba poder respaldarme de otra persona para que compartiéramos gastos de un apartamento, si yo viviera sola, es posible que el peso de las rentas y pagos quincenales fuesen un poco más difíciles para mí. —Baje la carta a la mesa.

—Entonces, ¿tienes compañera de apartamento?—asentí a su pregunta. —Y ¿cómo es ella?—elevé una ceja. —Es una pregunta, no me interesa saber cómo es tu compañera de piso si crees que te cambiaré por ella—rodé los ojos.

—Aunque intentarás coquetear con ella, es probable que te ignoré—crucé los brazos.

— ¿Por?—preguntó interesado.

—Es... muy devota a su religión. —Esperaba que comprendiera a lo que quería llegar.

Pierre dejó ir un sonido de su garganta, volvió a concentrarse en su menú pero algo pareció hacerle gracia ya que las comisuras de sus labios se elevaron hasta empezar a reírse de mis palabras.

— ¿Puedo saber el chiste?—Me dio una mirada de reojo.

—Bueno... Me hace pensar que esa es la razón por la cual eres tímida con los hombres. —Respondió. —Y que también, sea la razón por la cual conservas tu virginidad. —Intenté callarlo con lo último al estar alrededor de unas cuantas personas.

Me pregunto porque todos creen eso de mí, si Logan fue el primero en repetirme eso el día de ayer, no me imaginé que Pierre fuera el siguiente, pero aunque es cierto que conviva con una chica adicta a su religión, eso no quiera decir que también ella me convertirá en una devota a la religión que profese, además, la razón de seguir siendo virgen va mucho más allá que una simple creencia.

—No lo creas así, tengo mis propias razones por haber mantenido más tiempo de lo debido mi virginidad—comenté muy bajo.

— ¿Cuántos años tienes?—enarqué la ceja al ver el cambio de pregunta.

—Veinticuatro. —Digo sin dudarlo. —Y ¿tú?—Me da una mirada.

—Veintinueve. —Responde sin ocultar su edad.

Me impacto al descubrir su verdadera edad, a pesar de tener veintinueve años puedo ver como se mantiene en una buena salud física y mental para que no parezca tener esa edad, además por un lado no me asombró porque aún no ha considerado tener una pareja a su lado, si ahora la mayor parte de hombre y también mujeres, deciden mantener y comprometerse a una relación más seria cuando ya exceden de sus treinta y cinco años.

— ¿Desean ordenar ya?—volvió el maître.

— ¿Estas lista?—me preguntó Pierre antes que él eligiera un plato de comida.

—Sí. Yo pediré un penne con salmón ahumado y crema. —Mencioné.

—Y usted señor... —Empezó a anotar el maître.

—Un filete a la parrilla de lubina. —Pidió Pierre. —Y el vino que sea a su elección. El mejor para ambos platos. —Le entregamos el menú al ma­ître.

—Dejaré uno por si desean luego un postre. —Sonreí a pesar que esperaba que no sucediera.

—No quisiera ser precipitada pero... ¿Dónde iremos luego?—Pierre sonrió mientras se tocaba la barbilla con su pulgar.

—Aún no nos han traído la comida y ya quieres ir por el postre—sonrió de forma pícara.

—Tengo curiosidad—encogí los hombros.

Le dio una mirada a todas las personas que se mantienen cerca de nosotros y a pesar que ninguna de ellas parece interesada en nuestra conversación o de saber sobre quiénes somos, Pierre se limitó a acercarse un poco a la mesa y tratar de decirme sobre la próxima ruta que tendremos luego del restaurante. Por la distancia, supuse que me dirá las cosas en tono bajo, así que fui la siguiente en acercarme.

—Solo quiero que mantengas en mente que esta noche te quiero desnuda con lo que te he comprado. —Achinó los ojos. —Agregando que esta posición para hablar nunca me ha gustado pero creo que empiezo a cambiar de opinión ahora que puedo ver mejor tus pechos. —Sentí como mis mejillas se sonrojaron al escuchar sus palabras.

Me recompuse para ahora quedarme erguida en la silla, a Pierre le gustaba insinuarme cosas cuando encontraba el momento de admirar los detalles de mi cuerpo, podía sentir como mi propio cuerpo empezó a acalorarse y de cómo mis mejillas pueden estarse encendiendo cada vez más hasta que en algún momento terminaré viéndome como un tomate.

Tengo la necesidad de preguntarle sobre muchas cosas, pero si él evadía las respuestas para elogiar mis pechos u otra parte de mi cuerpo es mejor quedarme con las dudas antes que yo misma me llegué a poner incómoda y tensa por la situación.

—Tan inocente—se burló.

Negué mientras esperaba a que los platos de comida llegarán, pero lo primero que apareció en nuestra mesa fue el vino y pronto que Pierre llegó a pedir unas bruschetta como entrada, las cuales llegaron a dejarlas rápido en nuestra mesa; mientras comía aquella entrada, Pierre consideró en hablar sobre algunos temas particulares, entre ellos sobre nuestro trabajo, Reino Unido y por si fuera poco, nuestra familia. Quizás ya sabía un poco de él y de sus padres y hermanos pero que la persona esté presente y sea ella misma que te cuente sobre su vida, es mejor que estarla buscando cotidianamente en Google, por lo menos ver a ese Pierre relajado y divertido me hizo sacar varias sonrisas y risas que no evite contenerme al esconderlas por todo lo que él me comentaba.

Unos minutos después llegó nuestra comida, él había llegado a pedir un filete de pescado mientras que yo había decidido por una pasta italiana, y aunque todo estuvo muy bueno, no puedo dejar de pensar el momento en que la cena termine para irnos del restaurante y descubrir lo que Pierre quiere hacer conmigo.

(...)

Desde que salimos del restaurante he podido sentir la tensión en mis hombros y aunque Pierre se ha mantenido callado desde que entramos al auto y el chófer empezó a conducir, preferí mejor no volver a preguntar hacia donde nos dirigimos; pero ni siquiera nos tardamos diez minutos cuando el chófer se detuvo en frente de un hotel, el cual pronto leí por sus letras que decía Hampton.

El chófer nuevamente se bajó del auto y le abrió la puerta a Pierre quien salió y otra vez me ofreció su mano; aún seguía atónita al saber en dónde pasaremos lo que reste de la noche, eso sin decir que ahora mis pies empiezan a temblar que tengo miedo que me lleguen a fallar; tomada de la mano de Pierre cruzamos por la entrada del hotel para luego ver cómo nos acercamos a recepción y él apenas menciona unas palabras hasta que la recepcionista quien no deja de verlo le da unas llaves; atravesamos varias habitaciones hasta que nos aproximamos al ascensor, el cual nos lleva al último piso, apenas damos unos pasos más hasta que Pierre se detiene en una y pronto la abre sin dudarlo.

Me hace una señal para que sea la primera en entrar para luego tener que quedarme mirando todo lo que se encuentra a mi alrededor, a pesar que las habitaciones por fuera se miraran pequeñas, ahora me contradigo y digo que son enormes.

—Ahora que sabes que estamos en el hotel Hampton by Hilton London Waterloo, ya no tienes más dudas, ¿no?—me acerqué a la ventana.

— ¿Qué es lo que haremos?—casi puedo creer que la voz me tiembla.

—Tranquila Alaska, prometí que hoy no llegarías a perder la virginidad. —Se acercó a mí. —Ahora ven. —Tomó mi mano y me condujo a una habitación.

La habitación en donde entramos no es grande pero si es elegante, mayormente al ser del último piso tiene una vista panorámica estupenda de la ciudad, eso sin decir que me encanta como se puede llegar a admirar a través de las enormes ventanas; detrás de nosotros hay una cama King size blanca y la mayor parte de artefactos son de madera pulida, hay un escritorio y un sofá que se complementan con el decorado de la habitación, casi todo suele ser impresionante, pero dejo de pensar cuando los dedos de Pierre empiezan a rozar mi hombro.

—Quiero que te quites el vestido—susurró en mi oído.

— ¿Qué?—dije sin pensarlo.

—Desnúdate. —Trague hondo.

—Es que...—Mis manos temblaban. —Alguien puede verme por la ventana—dije avergonzada.

—Nadie te llegará a ver—dijo relajado.

—Claro que sí y no quiero hacer eso—refunfuñé.

—Bien... Es tu decisión, Alaska. —Se alejó de mí y se sentó en el sofá.

Se sirvió una copa de vino mientras que la bebía observándome, por un lado mi parte razonable me impedía a que me moviera e intentara hacer lo que él quiere, ya que una cosa había llegado a ser que me tocara con ropa y otra dejarle ver mi cuerpo; mis miedos crecieron y pronto fui consciente que él jamás mintió sobre que me quería desnuda, pero ahora que lo dice con seriedad y no con burla, no sé cómo reaccionar.

—Y, ¿qué harás?—Volvió a hablar.

—Pierre, no estoy acostumbrada... —Escuché como suspiró.

—Si esto te pone en una situación incómoda, puedo llamar a mi chófer para que te llevé a casa—lo dijo sin preámbulos.

¿Quiero irme? Esa es la pregunta que rondó por mi cabeza un par de segundos hasta que me dije que no quería irme sin antes disfrutar un momento de Pierre.

Con voluntad, puse mis manos detrás de mi espalda y empecé a bajar el cierre del vestido hasta que se detuvo en la parte de mi espalda baja, deshice el nudo de los lados del vestido que se encontraban en mi cuello para luego soltar el vestido negro y ver como esté caía en el piso.

Pierre se quedó mirándome detenidamente por varios segundos hasta que me hizo una señal para que me acercará a él, con indecisión me mantuve en mi lugar pero al ver que si no reaccionaba rápido a sus cumplidos es probable que de nuevo me pregunté si quiero volver a mi casa; así que sin tener más dudas, me acerqué a él y pronto él puso su mano en uno de los cachetes de mi trasero hasta que de él le dio un azote que me hizo entre gritar y gemir.

— ¿A qué viene el azote?—murmuré un poco adolorida.

—Por desobedecerme. —Enarqué la ceja.

El ardor fue solo temporal, pero cuando empezó a desaparecer tuve la intención de pedirle otro pero me obligue a quedarme callada.

—Acércate un poco más a mí—mis pies dieron dos pasos más hacia él.

Sus manos se aproximaron a tocar más mis piernas y mi trasero, unas cuantas veces las yemas de sus dedos rozaron mi espalda y fue como experimentar una nueva sensación, ya que sus dedos se encontraban fríos por el vaso de vino que había dejado de tomar y aunque esto fuera así, mayormente los roces los llegaba a sentir calientes, casi como si se tratará que él tuviera fuego en las manos.

Pierre me dio un empujón para acercarme a él, me sostuve de sus hombros para evitar caer encima y a pesar que el daño que podía recibir fuera leve, preferí prevenir algún accidente.

Di un salto en el momento en que los labios de Pierre se llegaron a posicionar en mi vientre, casi mi corazón se desborda al sentir como sus besos bajan y saca su lengua para lamber algunos lugares de mis caderas, una de sus manos me aprieta el trasero mientras que la otra la espalda y es inevitable que pueda detener un gemido cuando deja un mordisco en el centro de mi vagina.

Él se levanta del sofá y pronto se fue quitando el blazer negro de trabajo, no puedo dejar de ver sus movimientos hasta que se quita la camisa y la deja a un lado de la cama, sus ojos parecen dilatados que ya no puedo descubrir donde se encuentra el color de su iris, se quita los zapatos y los quita de su vista para evitar cualquier tropiezo, antes de poder continuar, me da una mirada.

—Súbete a la cama y deja tus rodillas y manos sobre ella—me ordenó.

Hice lo que me pidió y mientras me sentía un poco ridícula en aquella posición, pronto el cuerpo de Pierre fue el siguiente en subirse a la cama, pero ninguno de los dos se movió, apenas podía mantener controlada mi respiración pero dejé de respirar a los segundos de sentir el miembro de Pierre rozar mi vagina; sus dedos recorrieron mi espalda hasta que un nuevo azote se plasmó en mi piel.

—A la próxima te castigaré si vuelves a interrumpir mi reunión—volvió a darme otro azote.

Esta vez no llegué a sentir dolor o un ardor en mi piel, sino que me gusto que me azotara tanto que el siguiente azote no evite dejar ir un gemido desvergonzado que daba gracias porque estuviera de espaldas y él no llegase a ver mi rostro enrojecido.

—Y está... —Un azote más—Por haber salido con ese desconocido del cual no me gusto como te miraba—dejé ir un jadeo.

—Es solo un amigo... —Musité.

— ¿Te he dicho que respondieras?—puse los ojos en blanco.

Preferí quedarme callada mientras me daba otros dos azotes más, cuando dejó de hacerlo, está vez mi piel comenzó a arder, podía imaginar esa parte de mi trasero roja y con los dedos de él marcados; su mano empezó a acariciar donde me había dado los azotes hasta que dos de sus dedos apartaron la tela de la braga de la lencería para ahora tocar los pliegues de mi vagina, escuché como gruñó y pronto deslizó un dedos dentro de mí mientras estimulaba mi clítoris con su otro dedo.

—Me encanta que estés húmeda, solo para mí. —Murmuró.

Reprimí un gemido al sentir como movía de adentro hacia afuera su dedo, pero me gustaba más la fricción que él hacía con su dedo en mi clítoris; ni siquiera me di cuenta como mi cuerpo por sí solo empezó a moverse de adelante hacía atrás, intentando que su dedo abarcará más mi interior.

Quito su mano de mi braga para ahora levantarse de la cama y dejarme a mí con las piernas temblando y con el cosquilleo de un próximo orgasmo.

—Ven acá. —Me llamó.

Me levanté para luego observar como él se ha llegado a sentar en el contorno de la cama, sin camisa puedo ver su espalda musculosa pero mediante puse los pies en el suelo, observé como él tiene un tatuaje en la parte superior de su hombro, cuando de nuevo me llamó tuve que ponerme en frente de él y pronto observé otro tatuaje debajo de sus costillas, si no hubiera sido porque tomó mi cintura y me empujo hasta él, podía haber seguido deleitándome en aquel bonito tatuaje que en su cuerpo para mí se ve muy sexy.

—Quítate el sujetador. —Su tono de voz se había vuelto más ronca.

Puse mis manos detrás de mi espalda para buscar el broche del sujetador y cuando lo encontré, intenté quitármelo hasta que sentí como llegó a ponerse flojo en mi cuerpo y lo tiré a un lado de mi cuerpo.

—Mierda... —Mordí mi labio al ver cómo me observaba y maldecía.

Al estar desnuda de la parte de arriba, cubrí de inmediato mis pechos y cerré los ojos para no ver aquella escena.

—Deja de cubrirte, Alaska. Eres hermosa—abrí mis ojos al escucharlo.

—Esto es vergonzoso—murmuré.

— ¿Por qué? Por dejar ver que un hombre admire y contemple tu delicado cuerpo—respondió.

—Es que nunca había dejado que un hombre me observará así—quitó mis manos de mis pechos.

—Me halaga saber que sea el primero. —Sonrió.

Su mano tocó uno de mis pechos hasta pellizcar mi pezón y volver a darle masajes. Cerré los ojos al embriagarme por esa deliciosa sensación de sentir mis pechos envueltos en las manos de Pierre; sus dedos fueron rozando las curvas de mi cuerpo hasta que tomaron mis bragas y las fue deslizando por mis piernas.

—Siéntate en mi regazo—quite las bragas de mis pies para ahora sentarme desnuda en el regazo de Pierre.

Cuando lo hice, él volvió a poner una de sus manos en vagina y la otra en mi pecho, empezó a besar mi cuello mientras volvía a penetrarme con sus dedos y me acaricia el pecho.

— ¡Ah Pierre!

Estuvo a punto de quitar su mano de mi vagina pero la tomé y la dejé en el mismo lugar para que terminará, podía sentir su pene engrandecerse bajo mi trasero y por un momento pensé que solo a mí me está dando placer.

—Pierre... Tú...—jadeé al sentir como entraba otro dedo en mí.

Me levanto para ver cómo el desabrochaba sus pantalones y solo se quedaba en bóxer.

—A recuéstate en la cama. —Volvió a ordenar.

No tarde en acostarme en la cama cuando él se puso encima de mí para agarrar mi nuca y pronto besarme, el beso me robó la respiración y me hizo gemir, el calor ventilaba la habitación y perdiendo mi consciencia y vergüenza fui bajando la mano desde su cabello, los músculos de su brazo, su pecho, su abdomen hasta agarrar el elástico de su bóxer, entre mi mano y pronto mis dedos rozaron su miembro, el cual se encontraba erecto y grande.

—Tócame. —Susurró en mis labios.

Moví mi mano de arriba hacia abajo intentando hacer lo que podía, soy inexperta en esto que casi me enojo conmigo misma por no haber investigado algún momento sobre cómo darle placer a un hombre.

Pierre mordió mi pezón mientras adentraba mi pecho en su boca, agite más los movimientos de mi mano en su pene hasta sentir como él mismo empezó a gruñir.

—Lo siento... —dije apenada por si lo había hecho mal.

—Sigue, lo haces muy bien. —me alentó a que prosiguiera.

Su mano tocó mi clítoris y empezó a masturbarme mientras besaba mi pecho, la posición, el delicioso dolor de sentir sus dientes en mi pezón y sus dedos adentrarse en mi interior provocaron que mi orgasmo llegará hasta que él fue el siguiente en venirse en mi vientre, su semen siguió saliendo hasta que dejó ir un gruñido y se levantó.

—A la próxima, prometo darte un mejor orgasmo pero ahora con mi miembro.

Asentí mientras ambos intentábamos calmar nuestra respiración, él se levantó de la cama y pronto se dirigió al cuarto de baño en donde trajo unas toallitas húmedas y empezó a limpiarme hasta quedar limpia y dejar un corto beso en mi boca.

—Debes darte un baño, luego hablaremos de lo sucedido—asentí con una pequeña sonrisa en mi rostro.

—Bien. —Me levanté para ir directo al baño, no sin antes, coger las toallitas sucias y botarlas.

Había sido una noche estupenda pero a pesar que los nervios se fueron con el tiempo, de nuevo aparecieron al tener miedo de lo que podíamos hablar. Solo espero que no sean malas noticias.

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Continuará...

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