Capítulo 58
Gemía del dolor cada vez más que aguantaba porque mi hija no llegará antes de llegar al hospital, he llegado a tener que casi estrangular la mano de Pierre con cada contracción que aparece de tres a cinco minutos, Ruby me da aire con un abanico y la señora Dayana me instruye a que haga varios ejercicios de aire para poder aminorar los dolores, pero cada vez siento que estoy a punto de tener mi bebé en un vehículo.
No sé si debería preocuparme demasiado por pensar que mi hija nacerá unos días antes de lo previsto, lo peor de todo ello es que me encuentro en un manojo de nervios con la noticia de Cristal, no quiero que ella aparezca en algún momento de sorpresa y pueda llegar no solo hacerme a mi daño, sino que también a Pierre, nuestra hija y nuestra familia. Eso me impide poder concentrarme en lo principal y creo que entre más lo pienso, hace que los dolores sean más intensos que nunca.
Siento como el auto se detiene y todos empiezan a bajarse excepto yo, me siento muy inútil en aquella situación al no poder moverme con mucha rapidez cuando el momento del parto ha llegado, Pierre me agarra y me baja del auto y pronto Skandar aparece con una silla de ruedas, me siento en ella y puedo ver como rápido me llevan a la entrada del hospital, es ahí cuando ya me espera una doctora encargada del parto con unos enfermeros y enfermeras, que no tardan en darme atención después de que la señora Dayana le diera algunas instrucciones, recomendaciones y comentarios a todos.
Me llevan a sala de parto y Pierre se queda a mi lado todo el tiempo, dándome apoyo y ayudando a que olvide cada uno de los dolores con algunos ejercicios que aprendió en Internet y en libros.
Antes de poder comenzar el parto, la doctora me hace un diagnóstico, verifica que si la dilatación es lenta o rápida, los minutos en que tengo cada contracción y la salud de la bebé con su llegada antes del tiempo, pero antes que pueda recibir unas noticias solo escucho como da varias instrucciones a todo su personal y de cómo se nos acerca para darnos noticias.
—Se tendrá que hacer un parto por cesárea—nos índica.
— ¿Qué? ¿Por qué?—dice Pierre asombrado.
—He encontrado que el bebé se encuentra en posición de nalgas, en estas circunstancias se podría hacer un parto vaginal... —Pierre la interrumpe.
—Entonces, ¿por qué no lo hace?—dice ya en un estado de preocupación.
—Porque hay un prolapso del cordón, esto suele darse mayormente cuando el bebé se encuentra en esta posición y no podemos dejar que el cordón umbilical provoque una disminución del flujo de la sangre porque pondrá en peligro la vida de su bebé. —Pierre se pone pálido al escuchar aquello.
—Hágalo... Es necesario salvar la vida de mi hija—le menciono a la doctora.
—Bien, entonces progresemos a la cesárea. Señor Beckham, le pediré que salga—Pierre hace una mueca.
—Estaré bien, amor—acaricio su rostro.
—Las estaré esperando. Sé fuerte ángel. Estaré contigo siempre, ya lo sabes. —Besa mis labios antes de marcharse.
Empiezan a ponerme anestesia cuando todo se vuelve borroso y oscuro, me ponen una mascarilla de aire y es así como el proceso de la cesárea comienza.
~~~
| Pierre |
Me muerdo las uñas y no dejo de caminar de un lado hacía el otro, tengo tanto miedo que no dejo de pensar no solo en la salud de mi hija sino que también la de Alaska, se suponía que todo debía de estar en perfectas condiciones y más que el parto sería vaginal, pero no dejo de pensar que la noticia abrumadora de Inés provoco un golpe emocional fuerte a Alaska que provoco que el bebé terminara por moverse en los últimos minutos; la culpa vuelve nuevamente a mí y pienso que nunca podremos tener un momento tranquilos hasta que Inés desaparezca de nuestras vidas.
Este ha sido el cumpleaños más acelerado de mi vida, no solo por la noticia de la nueva huida de Inés sino que también con la pronta llegada de mi bebé, dejo de pensar en cosas negativas y me inmerso en mis pensamientos logrando focalizar toda la parte buena de ello, es decir, creo que esté será el mejor cumpleaños de vida porque mi hija es ese regalo inesperado pero el más amado que yo deseo tener ya en mis manos, es sorprendente creer que ella nacerá este día y de como ahora, dos Beckham tendrán que celebrarle el cumpleaños en vez de que solo sea uno. Quizás a veces las cosas puedan suceder por algo pero eso no quita la idea de que pudo haber nacido en su tiempo adecuado y agregando que sin tener problemas de nacimiento con eso de la posición de nalgas y el prolapso del cordón.
Me siento en uno de los sofás de la sala de espera mientras mi familia y mis amigos empieza a darme apoyo, cada uno de ellos se destaca por hacerme reír, sacarme una sonrisa, olvidarme de mis angustias y verle el lado positivo de todas las cosas, todo aquello me sirvió durante tres horas y eso sin añadir que tener la idea que ya seré padre fue como sentir que me inyectaran felicidad en el corazón.
Mire la hora y ya eran las 7:12 pm, sin dudarlo han sido muy largas las siguientes cuatro horas que no he podido quitarme de la cabeza si todo está yendo bien o si han encontrado algún problema y no me lo han querido mencionar y las enfermeras no me han querido decir nada además de que el parto se volvió un poco más lento para que cordón umbilical no perjudicará en el oxígeno y el flujo sanguíneo de mi bebé.
No dejo de ver el reloj y me siento ya perdido entre los minutos cuando veo que una enfermera aparece con una sonrisa en sus labios y arrullando a un bebé que se encuentra en una franela blanca con rayas azules y rosas.
Me levanto con la esperanza que sea mi bebé y no el de algún otro de los padres que se encuentren a mí alrededor para poder aliviar ese miedo que no ha dejado que pueda estar tranquilo desde que pise el hospital.
La enfermera me da una mirada y me sonríe para ser yo quien me acerque a ella y vea como en sus brazos se encuentra una bebé pequeña pero hermosa y quizás, por llamarlo así, un instinto paterno, me hizo reconocer que sin que ella me lo dijera con palabras, ya sé que es mi hija.
—Felicidades señor Beckham, es una niña hermosa y saludable.
La enfermera me entrega a mi hija en mis brazos y siento como la felicidad vuelve a brotar por todo mi cuerpo, tomo a mi bebé y no dejo de ver cada una de sus facciones y movimientos, me relamo los labios y siento como las lágrimas están a punto de caer por mis mejillas cuando ya tengo a mi hija conmigo luego de esperar ocho meses con tres semanas su llegada.
—Hola mi pequeña... Soy papá, Dios eres hermosa como tu madre.
Su piel aún sigue siendo roja después de su nacimiento pero veo que todo se encuentra bien cuando se mueve, bosteza y se queda tranquila en mis brazos.
Mi familia y mis amigos se acercan a mí para conocer a la nueva Beckham Gardener de la familia, todos no dejan de elogiarla pero entre tantas voces y poco espacio provoca que mi hija empiece a llorar, pero todos se quedan callados y asombrados al ver la fuerte garganta que tiene al llorar como si la hubieran lastimado. Siendo padre primerizo, se me dificulta calmarla pero con la ayuda de mi hermana y de la enfermera hacen que la bebé deje de llorar para volver a quedarse dormida.
— ¿Cómo está mi esposa?—le pregunto a la enfermera.
—Podrá verla en un par de minutos. Se encuentra estable y con buena salud, la cesárea fue exitosa. —Suspiro tranquilo al escuchar aquello.
—Muchas gracias. —Le agradezco a la enfermera.
Ella se va para poder seguir con su trabajo y así dejarme un par de minutos con mi bebé antes de que se la lleven para poder hacerle sus primeros estudios, a pesar de haber nacido una semana antes se ve saludable y sin alguna complicación; la madre de Alaska me ha hecho saber que a veces las niñas suelen nacer un poco antes del tiempo, mientras que los niños suelen nacer exactamente en su tiempo, esto no quiso decir que fuese cierto sino más bien es como una idea que tienen a veces las mujeres con los nacimientos de los bebés pero mientras tanto, puede ser lo contrario.
Mi hermana le hizo un diagnóstico pequeño a mi bebé y me hizo saber que por el momento no se le ve alguna dificultad aunque aún falta saber el diagnóstico de la doctora.
Solo pasaron unos minutos cuando todos empezaron a cargar a mi hija, fue de brazo en brazo que me atormentaba pensar que algún momento podría llorar si no sentía a su padre o a su madre junto a ella pero cuando se quedó más tiempo en los brazos de sus abuelas, se quedó muy tranquila que apenas dejaba ir algún sonido de su boca o hacía gestos que nos provocaran risa.
—Se parece a Alaska cuando era una bebé—el comentario de la madre de Alaska me hizo sonreír.
Mi madre se acercó a mí y me dio un gran beso en la mejilla mientras escuchaba lo orgullosa se siente de Alaska, de mí y de ahora su nieta, mis hermanos no dejan de mimar a mi hija y puedo ver como los hermanos de Alaska también están al pendiente para ser los siguientes en poder conocer a su sobrina.
Nos quedamos un par de minutos en la sala de espera mientras que todos no dejan de ver, acariciar, hablar y mimar a mi hija, además que sigo recibiendo elogios por parte de mis amigos incluyendo que Ezra ha comenzado a molestarme con eso de que mi hija tendrá muchos pretendientes cuando crezca; lo cual casi provoca que le cierre la boca pero no lo hice porque estoy rodeado de muchas personas y dentro de un hospital en donde no permiten la violencia.
—Señor Beckham, puede pasar a ver a su esposa. —Me llama la enfermera.
Vanya me entrega a la bebé para que vuelva a mis brazos y así vayamos hasta su madre para que pueda conocerla. Sigo a la enfermera y ella me lleva hasta la habitación de Alaska, apenas llegamos y con paciencia abre la puerta, le da una mirada a la paciente y cuando encuentra todo en buenas condiciones, se hace a un lado para dejarme entrar, es así, como veo a Alaska dormida, lo único que tiene insertado en la vena de su mano es un suero; me acerco a ella y me siento a su lado, la emoción por querer que ella abra los ojos es grande para que conozca a nuestra hija, sé que una vez que la vea se enamorará de ella porque es hermosa y he encontrado algunos rasgos de parecido entre madre e hija.
Alaska se empieza a mover y por su gesto adolorido, sé que la semana será un poco más complicada para ella al haber tenido un parto por cesárea. Suspira y abre lento los ojos hasta que deja ir una sonrisa cuando su mirada se encuentra en la mía y pasa a la bebé que tengo en brazos.
—Oh Dios... —Se impresiona.
Ni siquiera debo de preguntarle si quiere cargarla cuando yo mismo me levanto de la cama y empiezo a pasarle a nuestra hija para que pueda observarla, intento que ella no se mueva mucho por los dolores pero sé que eso no le impedirá poder conocer a la bebé.
—Mi princesa... Hola mi amor... Soy mamá... Mírate eres hermosa—ella le besa la frente a su hija.
—Igual a ti—ella sonríe con el cumplido.
— ¿Está bien de salud?—asiento.
—Perfectamente, mejor de lo que habíamos imaginado—reímos.
Nos quedamos mirando a nuestra bebé quien cada vez se enrolla en la franela y en los brazos de su madre, Alaska no puede dejar de verla y de mimarla con palabras y caricias que logran que la pequeña de la familia bostece otras cuantas veces, haga varias expresiones fáciles e intente abrir sus ojitos.
— ¿Tienes un nombre para ella?—le pregunto.
—Me encantaría llamarla Amelia. —Sonrío al estar de acuerdo con ella. —Pero también quiero que elijas un nombre para ella. —Niego riendo.
—Angelique, es un nombre francés y se llega a asimilar al de un ángel. —Sus ojos brillaron cuando le comente sobre aquel nombre que hace tiempo llevo pensando.
—Me encanta, es hermoso.
Me acerque más a ella y pase un brazo por detrás de sus hombros, la abrace y no pude evitar besarla cuando alzo la cabeza, un beso corto pero cargado de mucho amor y energía después de aquel momento inolvidable y especial, nuestra pequeña Angelique se terminó por quedar dormida en los brazos de su madre mientras que ella y yo, nos quedamos observándola, guardando cada pequeño detalle de su rostro y de los primeros momentos en los cuales ya nos hemos convertido en padres.
—Me llevaré a la bebé unos minutos para que puedan revisar si se encuentra con buena salud—entro una enfermera.
La enfermera quien está cubierta con un largo uniforme azul y con la cabeza cubierta de un gorro del mismo color y una mascarilla, nos interrumpe aquel momento para llevarse a nuestra bebé, pero al verle los ojos un presentimiento sobreprotector me dice que debería tomar medidas más precavidas para no pensar que esa enfermera puede ser Inés.
— ¿Puede quitarse la mascarilla y el gorro?—la enfermera no se sorprende.
—Claro...
Con lentitud, se quita ambos objetos para dejar en vista a otra mujer que no es Inés; por lo menos puedo quedarme tranquilo ahora que sé que mi hija puede estar en buenas manos.
Alaska sigue extrañada con mi pregunta que por el momento no dice nada hasta que le entrega nuestra bebé a la enfermera quien al principio la arrulla para que no se despierte.
— ¿Ya tienen un nombre?—dijo ella mirando a la bebé.
—Amelia Angelique Beckham Gardener—pronuncie el nombre de mi hija.
—Qué bello nombre para esta princesa—le hablo a nuestra hija. —Volveremos unos minutos. —Nos indicó ella.
Suspire un poco calmado cuando la enfermera se llegó a marchar, creo que por ahora no podré fiarme de cualquier persona que quiera acercarse a mi familia a menos que sea de mi confianza o Inés sea encontrada y la vuelvan a meter a la cárcel o psiquiátrico.
—Deberías descansar—le digo a Alaska al ver también su rostro angustiado.
No quería que ella fuese la siguiente en tener mucho más miedo ahora que nuestra hija nació, la verdad es que después de la experiencia en que ambos vivimos, sabemos que Inés nos puede traer muchas preocupaciones y temores al saber que no se encuentra bien mentalmente y con conocer a nuestra hija, todo puede resultarle una bomba de emociones.
—Pierre, tenemos que proteger a Angelique de Inés. —Asiento suspirando.
—No te preocupes, ahora mismo voy a verla. —Le muestro una sonrisa.
Antes de irme, le dejo un beso en los labios para poder dejarla tranquila para que así descanse antes de darle de comer a Angelique.
Salgo de la habitación y voy en busca de mi hija, dejarla sola en estos momentos no es bueno y más cuando Inés suele ser muy peligrosa. Aunque estemos en un hospital, eso no me garantiza que tengo seguridad con mi esposa y mi hija, eso sin añadir que también me preocupa la salud de Alaska, ella necesita reposo y si Inés llegase a visitarla, no quiero imaginar cosas peores que pueda crear mi mente, eso sin decir, que tengo que moverme rápido de un lado a otro porque con ese pensamiento que acabo de tener, ya no me siento ni seguro dejando a Alaska dormida.
Veo a la misma enfermera caminar en la misma dirección que yo pero a la inversa, ella parece estar chequeando unos papeles cuando pasa a mi lado sin decirme algo sobre mi hija, así que me detengo y me doy la vuelta para poder alcanzarla y así tomar su brazo para poder preguntarle a dónde han llevado a mi bebé.
—Señorita, ¿dónde está mi hija?—me entra una mala sensación al ver su rostro desconcertado.
—Una enfermera se la llevo, señor. Ella pasaría a dejar a la bebé con su madre. —Enarque la ceja.
Dios mío... Y si no es así...
Empiezo a correr enseguida a la habitación de Alaska, no creo que todos sean tan ciegos para no darse cuenta del personal que trabaja en el hospital, si Inés ya está aquí, es posible que ella tome a mi hija con facilidad haciéndose pasar por alguien más y eso me preocupa demasiado, porque si oculto su paradero todo este tiempo, no me imagino que de nuevo suceda solo que esta vez se puede llevar a mi bebé y puede hacerle daño en venganza de haberme quedado con Alaska y no con ella.
Abro la puerta de la habitación y solo veo a Alaska descansando quien termina por abrir los ojos de repente con el sonido escandaloso de la puerta, ella aún no se ha dado cuenta de lo sucedido tanto, que apenas logra levantarse un poco para poder preguntar sobre nuestra Angelique pero al no tener una respuesta de mi parte y quizás hoy sí al ver mi rostro, pronto observo como empieza a negar, tira de las sábanas y está a punto de poner los pies en el suelo cuando hago que se acueste para prevenir que la cicatriz de la cesárea no se llegue a abrir, pero su instinto de madre logra evadir todas mis advertencias y acciones, haciendo que unas enfermeras pronto llegue con la discusión que tenemos que pronto es muy fuerte para la habitación con la cual ocasiona un gran eco por los gritos que Alaska da para que encontremos a Inés.
Mi familia llega y con ellos, el detective Parker, le menciono de la pronta desaparición de mi hija al no tener respuesta de quien se la llevo de todas la enfermeras y médicos que estuvieron atendiendo a Alaska durante todo el proceso del parto por cesárea; mi familia es la siguiente en preocuparse que no duda salir en busca por todo el hospital para saber si aún Inés puede estar dentro, piden a las autoridades del lugar que no dejen salir a cualquier enfermera que no tenga identificación del hospital y por supuesto, comienza la búsqueda de mi hija de arriba hacia abajo.
Alaska llora en los brazos del señor King, su padre biológico. Él intenta calmarla pero es imposible cuando nuestra hija no ha sido encontrada entre todos los bebés que se encuentran en el hospital como también de la dichosa enfermera que se llevó a Angelique; no tuve ni tiempo en darle esperanzas a Alaska que encontrare a nuestra hija cuando salí de la habitación para hacer mi propia búsqueda, estuve a punto de salir del hospital cuando una mujer de afuera da un gran grito y seguido de ello, unas palabras que me motivan a salir corriendo para ver si todo lo que dice es real.
— ¡Una mujer está a punto de saltar del techo con un bebé!
— ¡Dios! ¡Ayúdenla!
— ¡Llamen a emergencias!
Me voy un poco lejos del hospital casi llegando al estacionamiento cuando veo a una mujer vestida de enfermera con un bebé en brazos, está en el contorno del techo que no es necesario pensar o imaginarse que si se resbala, ambos pueden llegar a caer y morir de la altura del hospital; el detective llega y al ver la escena, tanto él como yo sabemos de quien se trata, así que mientras que él pide refuerzos, me dedico a ir a las escaleras de emergencia que van directo al techo.
La agonía de pensar que Inés puede soltar a la bebé me hacen pensar en lo peor, tanto que las emociones que rondan en aquellos angustiantes segundos y minutos son infinitas, casi como una mezcla de miedo y enojo, al saber que mi ex novia intenta matar a mi propia hija apenas siendo una recién nacida.
Me tomo unos largos minutos en llegar al techo y al abrir la puerta, me voy acercando muy lento a Inés, ella está de espaldas y no sé si ya escucho o tiene el presentimiento que ya estoy aquí. Escucho como Angelique llora, así que solo pienso que tengo que llegar a un acuerdo con Inés para que me dé a la niña y así nadie pueda salir perdiendo.
Cuando ya estoy a unos metros de ella, se da la vuelta y puedo ver como no se encuentra nada bien, sus ojos están rojos, tiene unas enormes ojeras negras y su piel se ha tornado muy blanca. Es casi como estar viendo un cadáver viviente que ni siquiera comprendo cómo estar en la cárcel pagando sus propios crímenes le han afectado mucho en su salud física y mental.
—Inés, no le hagas daño, por favor—empiezo a hablarle.
Ella no dice ni una palabra, solo puedo ver como unas lágrimas empiezan a caer de sus ojos y de cómo arrulla más a mi hija para que pueda dejar de llorar, pero no tiene éxito y lo peor de ello, es que intento acercarme más a ella cuando veo que la empieza a agitar mucho.
—Detente ahí—pone un dedo en frente de mí.
—Inés, dame a mi hija—le ruego.
—Está podía ser nuestra hija, Pierre...
Cierro los ojos y maldigo al saber que ella de nuevo empezara a fantasear esa vida que ella siempre deseo a mi lado pero no es un buen momento para hacerle ver la realidad cuando ella y la bebé están en peligro.
—Inés... —Me interrumpe.
—Lo arruinaste todo, todo... ¡Todo!
Angelique deja ir un sollozo y empezar a llorar cada vez más fuerte al escuchar los gritos de Inés.
—Inés... Por favor...
— ¿No te das cuenta Pierre? Yo te amo pero esa estúpida perra nos separó y ahora está bebé... —veo como empieza a soltarla.
— ¡Por favor no!
Me subo al contorno del techo y quedo a solo unos tres metros de ella, escucho a las personas gritar y decir varias palabras que puede intentar hacer cambiar de opinión a Inés, pero el problema es que ella no se convencerá con eso.
—Inés, sé que me equivoque. No debí de haberte mandado a ese psiquiátrico cuando lo único que necesitabas era que estuviera a tu lado. —Intente hacerla reflexionar.
—Yo te amo, Pierre. Quiero estar contigo. Lo quiero todo de ti. —Sollozo.
—Bien, entonces dame a la bebé y seré todo tuyo está vez—le abrí mis brazos para que me diera a mi hija.
—No... No... No... —Da unos pasos hacia atrás. —Alaska está viva, ella te buscara y no nos dejará ser felices.
—Me divorciaré de ella si es lo que deseas para que así podamos estar juntos pero tenemos que devolverle a la bebé—le mencione.
—No, la bebé vendrá con nosotros... Puedo cuidar de ella y ser su madre—le dio una mirada a mi hija.
—Sí es lo que deseas...
Tengo que seguirle el juego, primero lo primero es hacerla bajar del contorno del techo y lo segundo quitarle la bebé de los brazos para así llegar a lo tercero que será de nuevo llevarla con las autoridades.
—Seremos una gran familia—dice ella emocionada.
—Sí, lo seremos. —Sigo convenciéndola. —Ahora dame a la bebé para que así pueda ayudarte a bajar. —Le digo.
Ella parece estar muy segura de mis palabras pero la bebé no termina por llegar a mis brazos cuando se escucha varias patrullas policiales rodear el hospital y de como uno de ellos habla por un megáfono para que Inés pueda entregarse. Es en ese instante que la confianza que ya me había ganado en Inés se rompe y de como ella se aleja de mí y se queda con la bebé.
—No... No... No puedo volver a la oscuridad, a la soledad y al sufrimiento... Diles que se vayan—me ordena.
—No puedo...
—Si puedes...
—No puedo hacerlo...
— ¡Que si puedes! Si no lo haces, soltaré a la niña.
Aleja a Angelique de su cuerpo y la sostiene entre el vacío del techo, le hago señales a los oficiales para que se detengan pero nadie capta mis indicaciones, en vez de eso, todos apuntan hacía Inés.
—Verás a tu hija morir, Pierre. —Veo como uno de sus dedos se suelta, seguido de otro y otro.
—No lo hagas... —Mis lágrimas empiezan a caer. —Por favor Inés, suelta a mi hija.
Me arrodillo en frente de ella y empiezo a suplicarle que deje a Angelique vivir, nunca creí estar en estas circunstancias pero por mi hija, haría cualquier cosa hasta tener que arriesgarme a morir primero antes que ella.
— ¿Por qué la quieres tanto? Si apenas acabas de conocerla.
Le doy una mirada, seguida de la bebé que apenas es sostenida con una mano y dos dedos.
—Porque es mi hija, es mi tesoro, es la persona a quien más he esperado conocer y la mujer que amaré más sobre todas las cosas. —Ella se queda callada con mis palabras.
Tanto tiempo añorando tener mi propia familia y ahora, Inés me está quitando parte de ella. Si me dolió perder a mi primer hijo en el aborto que tuvo Alaska, no se diga de Angelique quien la vi crecer todo este tiempo en el vientre de su madre y eso sin agregar de los pocos momentos que hemos compartido juntos antes y después que naciera.
—Inés, te pido que no lo hagas. Si matas a mi hija, no solo estarás matando a una inocente sino que también a mí. —Ella solo me miraba. —Amo a mi hija y tú sabes lo mucho que siempre he querido ser padre y me estás quitando ese privilegio cuando mi bebé ya nació. Si me quieres, bien, pero no permitiré que le hagas daño. Si la matas, yo haré lo mismo.
Me levanto y pongo un pie fuera de la nada, queda entre el vacío e intento equilibrar mi cuerpo para que no pueda deslizarme y caer. Las personas gritan, los oficiales intentan llegar a un acuerdo con Inés y ella sigue sin decir nada. Estoy a punto de quedar en la orilla cuando su voz me detiene.
—No lo hagas, Pierre. —Me detiene. —Ella necesita de su padre.
Mira a mi hija y pronto unas lágrimas salen de sus ojos antes encobijar más a la pequeña con la franela; se acerca a mí y me la entrega.
—Perdón por todo, Inés. No quería llegar hasta aquí con esto. —Le digo a unos escasos centímetros de ella.
—Si no hubiera sido celosa, está fuera nuestra vida. —Miro al horizonte. —Puedes contestarme una pregunta. —Asiento. — ¿Alguna vez me amaste?
Suspiro y la veo a los ojos, espera que yo le dé una respuesta sincera y la verdad, es que eso tendrá.
—Sí, lo hice. Te amé tanto de lo que no puedes haberte imaginado. —Ella sonrió con lágrimas en los ojos.
—Cuida de la bebé y de Alaska. —Me dice. —Y dile a ella, que lo lamento. Y que ahora ya no seré más un estorbo para ustedes. Que sean felices Pierre.
No me alcanzo el tiempo en tomarla de la mano cuando se dejó caer hacia atrás del techo, todo fue tan rápido que ni siquiera pude despedirme, solo observe como ella se lanzaba del techo, de cómo le grite porqué lo había hecho y al final, de qué tuve que cerrar los ojos para no ver como moría.
Mire a Angelique y ella pareció refugiarse entre mis brazos, la abrace muy fuerte y empecé a derramar varios besos por su rostro, tanto que no pude evitar llorar al sentir el miedo de saber que en un segundo pude haberla perdido.
(...)
— ¡Mi niña! ¡Mi bebé!
Le entregue a Alaska a nuestra bebé en sus brazos, ella fue la siguiente en llorar y decirle varias palabras y disculpas por no haber podido hacer nada por ella; me puse a su lado y sintió como aún seguía temblando del miedo al vivir aquella experiencia, así que no tardo en deslizar su brazo y atraerme a su cuerpo para poder abrazarla. Estar en sus brazos fue el mejor remedio para poder recuperar el aliento y el alma, más al ver que nuestra hija está en nuestros brazos.
— ¿Cómo estás? ¿No te hizo daño?—negué.
—Murió. —Le dije de repente. —Me dio a Angelique, dijo sus últimas palabras y se tiro del techo... Dios... Debería sentirme relajado por saber que todo ya termino pero... Ella no debía de haber hecho eso. Y me siento culpable por no haberla convencido a no hacer tal tontería. —Digo sollozando.
Alaska acaricia mi mejilla y deja un beso corto en mis labios para poder reconfortarme.
—No eres culpable de nada Pierre, sucedió por algo y lo importante es que ella supo hacer lo correcto al final. —Asiento.
—Prometo protegerlas a ambas. No más sorpresas, no más desaparecimientos y no más peligro, ¿sí?—Alaska sonrió.
—Sí. Igual, también déjanos cuidar de ti, no es así, ¿Angie?—la bebé dejo ir un ruidito de su boca como respuesta.
Mis dos bellas y adoradas mujeres... Que haríasin ellas y más, ahora que sé que mi vida no estaría completa si una de ellasfaltara. Son todo lo que tengo y sin dudarlo, las amo a pesar de todos losriegos que puedan venirse encima de nosotros.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Continuará...
Penúltimo Capítulo
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top