Capítulo 45

"Se perdona mientras se ama"

François de La Rochefoucauld

***

| Pierre |

Con cuidado, ayudo Alaska a salir del ascensor, no ha querido que la lleve cargada debido a que tampoco quiere llegar a sentirse como una inútil, pero en su estado de recuperación, debe de pasar una semana en cama mientras que otra sin hacer mucho esfuerzo físico, ya que en los siguientes días, ella seguirá expulsando sangre, por lo cual se debe de tener mucho cuidado para que no se vuelva a hacer una hemorragia. Ella se mueve despacio y mostrando unos gestos de dolor en el rostro, sabía que era mala idea dejar que intentará hacer este tipo de esfuerzo cuando puedo ayudarla sin ningún problema.

Veo como Mason y Cinthia se encuentran en la sala, ambos nos saludan y esperan a que les dé una orden, pero les hago una señal que me esperen un momento, primero necesito llevar a Alaska a nuestra habitación para que pueda descansar y seguir en su procedimiento de duelo y recuperación física y emocional.

A pesar que se pueda quejar, termino por levantarla y llevarla en mis brazos pero ella no sostiene ni un desagrado o pelea para poder dejar que haga por su propia cuenta algunas cosas, simplemente, me abraza del cuello y deja que la lleve hasta nuestra habitación, de todas formas, subir las escaleras no es buena idea y puede empeorar su condición de salud.

Subo los escalones y llego hasta el segundo piso en donde abro la puerta de nuestra habitación y la cierro con un empujón con mi pie, me acerco a la cama y alejo las sábanas para poder dejarla a ella en medio de ellas, le quito los zapatos y pronto ella se acuesta y se encoje entre todo su cuerpo, me siento en la orilla y espero a que diga una palabra, pero solo veo como sus ojos se vuelven a irritar por las lágrimas y de cómo absorbe su nariz cuando intenta evitar llorar pero no lo logra. No tengo palabras suficientes para poder reconfortarla, ni mucho menos para decirle que todo estará bien cuando aún ambos no hemos superado la noticia; he tratado lo mejor de mí para hacerla sonreír pero solo consigo de ella, algunas muecas y cortas palabras que me hacen comprender que no está preparada aún para sonreír y ver todo de color rosa.

Le doy una mirada y ella parece perdida en su mundo, me acerco y la abrazo mientras tomo su mano y le brindo caricias para reconfortarla; le dejo un beso en su sien pero ella sigue sin responder a cada uno de mis gestos, así que prefiero dejarla sola para que descanse y pueda recuperarse.

—Iré a la delegación, no tardare mucho, ¿sí?—ella asiente.

Me levanto de la cama y le pongo encima las sábanas para así salir de la habitación y bajar al segundo piso, de nuevo encuentro a mis empleados esperándome a que me den indicaciones, ambos también deben de tener dudas acerca de lo que le ha sucedido a Alaska pero aún no me siento preparado para nombrar aquellas palabras que hacen referencia que Alaska tuvo un aborto espontáneo, es tan doloroso mencionarlo hasta en mente que intento estancar la palabra y hacerla desconocida pero me es imposible aceptar que ahora soy uno de esos padres que perdió a su bebé, quizás aún no estaba muy formado porque solo tenía tres semanas pero duele saber que no se pudo hacer nada para lograr salvarlo.

—Cuiden a Alaska, no dejen que se levante y se mueva mucho. Si ella necesita algo como ir al baño, te pido de favor Cinthia que la ayudes aunque se ponga terca; si ella necesita que le lleven algún alimento o medicamento, cómpralo sin dudarlo, Mason. Solo, no logren que ella haga mucho esfuerzo por favor. —Ambos asienten.

—Señor, perdón por el atrevimiento pero, ¿qué le sucede a la señorita?—suspiro al escuchar la pregunta del ama de casa.

—Alaska... Perdió a nuestro bebé... Y está en recuperación. —Decir aquello sin intentar llorar es difícil.

Mason y Cinthia demuestran su sorpresa con explicables expresiones en su rostro, ellos se dan una mirada mutua y veo que no encuentran las palabras necesarias para disculparse, es posible que sea porque no saben que reacción tomare si ellos responden con apoyo emocional o consuelo, sé que hay jefes que suelen ser demasiado estrictos y aunque a veces demuestre serlo, saben que ambos puede tomar ciertas cosas con confianza pero siempre tomando respeto.

—Lo siento por usted y la señorita, señor Beckham. —Empieza Cinthia.

—Señor, ¿quiere que vaya a comprarle un helado de caramelo a la señorita Gardener? Sé que es su favorito y quizás la anime. —Comenta Mason.

—Y yo podría hacerle unas quesadillas de queso con carne, ya que son sus favoritas. —Sugiere Cinthia.

Ver ese gesto de cariño que mi personal de servicio le tiene a Alaska me hace convertirme en un hombre sensible, no creí tener ese apoyo por el momento pero ellos me hacen saber que no estoy solo en esta situación. Casi tengo que respirar profundo para no llorar, ni siquiera sé que me sucede últimamente pero también parece que estoy un poco conmocionado con cada palabra de ciertas personas que hacen que me sienta vulnerable.

—Gracias. Sé que ella se los agradecerá de corazón. —Les sonrío. —Me tengo que ir, si sucede algo, llámenme.

Me despido de ambos y me voy hacia la delegación de Lambeth, la cual hace tres días no he puesto un pie dentro de ella debido a que he pasado la mayor parte del tiempo al lado de Alaska, ni siquiera pude hablar con Ezra o Ian para comunicarles de mi ausencia por una semana y de lo poco que me podré encargar de los proyectos porque también estaré pendiente de Alaska.

Unos minutos son los que tardó en llegar cuando pongo un pie en la delegación, mi secretaria me hace saber que Ian está en mi oficina buscando unos documentos de unos de los contratos de nuestro proyecto y me da unos cuantos mensajes sobre algunos arquitectos que desean trabajar conmigo y no se han podido contactar con mi celular, la verdad, el dispositivo lo dejé a un lado los últimos tres días, mayormente me aparte de todo y solo me he centrado en Alaska, lo cual a veces pienso si ella no se sentirá un poco abrumada al tenerme casi las veinticuatro horas cuando los días anteriores solo me tenía un par de horas.

Entro a mi oficina y veo como Ian lee unos documentos que se encuentran registrados en una carpeta amarilla, estoy a punto de sentir su discurso sobre la falta de responsabilidad que he tenido en estos tres días pero veo que se retracta cuando se da cuenta que algo no anda bien y no lo digo porque mi estado emocional lo demuestra sino más bien, mi físico lo revela con esas ojeras, los ojos hinchados de tanto llorar, el cabello poco ordenado y de la barba que me ha empezado a crecer.

—Mierda... ¿Qué te ha pasado?

Y aquí vamos otra vez, odio tener que repetir la misma historia una y otra y otra vez sobre que Alaska perdió a nuestro hijo, pero no debo de quejarme de esta forma cuando si las cosas fueran diferentes creo que no tardaría en gritar a los cuatro vientos que seré padre. De todas formas, Ian lo terminara por saber de alguna forma, porque con él es más difícil tener que ocultarle las cosas que a Ezra quien en cuestión de tiempo puede estar distraído y ya no recordar de lo último que se llegó a discutir.

— ¿Pierre?

Vuelvo a mi mundo y lo veo a los ojos, abro la boca intentando revelar el secreto pero la cierro al sentir ese nudo en la garganta que me impide hablar, algunas personas podrán decir que debería superarlo ya y que debería de tratar de seguir con la vida pero nunca había llegado a sentir un dolor tan horrible por perder un hijo, además siento que aún todo ha sido demasiado reciente para poder superarlo de un día para otro, muchas veces he evitado llorar pero es complicado no sentir todas esas emociones que naufragan en mi corazón y en mi mente.

—Ian... Es difícil... —Se asusta al ver que empiezo a llorar.

—Mierda Pierre, me estás matando del miedo. Dime ¿qué te ha pasado para qué estés así?—pone sus manos en mis hombros.

—Alaska... Alaska... —Él se sorprende al ver que la nombro.

— ¿Tuvo un accidente?—negué.

—Ella esperaba a nuestro primer bebé. —Enarcó la ceja.

—Pero Pierre, eso es para alegrarse... —Cambia su rostro. —A no ser que... Dijiste que ¿esperaba?—Asiento despacio.

Se da cuenta de lo que trato de decir y pronto su rostro muestra impresión hasta quedarse atónito y cubrir su boca con su mano; como una acción rápida, me abraza y empieza a decirme de todo tipo de palabras de consuelo y de apoyo ante lo que estoy sufriendo llegando al punto de hacer que me siente en uno de los sofás de la oficina esperando a que me libere del dolor, llorando y no guardándome todos aquellos sentimientos y palabras.

—Pierre, ¿por qué no me dijiste? No deberías estar aquí, tendrías que estar con Alaska... —Lo interrumpo.

—Ella está en el penthouse, he querido darle un poco de espacio para no ahogarla con mi presencia. Además tengo que trabajar, sabes que siempre después de mitad del año, nos llegan nuevos contratos de empresas o clientes frecuentes o nuevos... —Me detiene poniendo su mano en frente.

—Ve a casa, ella te necesita. Ezra y yo nos encargaremos de esto. Tú recupérate del dolor y no dejes a Alaska sola. —Suspiro.

Si supiera que necesito mantener mi mente ocupada para no seguir pensando en todo sobre el aborto, la discusión que tuve con Alaska la cual podría haberle provocado la amenaza del aborto y de lo que sucederá en los últimos meses que nos quedan juntos.

— ¿Qué hice para merecerme esto?—Mire al techo para no dejar caer las lágrimas.

—Pierre, no te culpes... —me niego a creerle.

—Yo provoque esto Ian—él me mira estupefacto—, peleamos esa misma noche por un gato y por un anillo... —Veo como su gesto se contrae de extrañez—Porque Alaska dejo entrar un gato cuando al principio le dije que no quería animales en el penthouse y se negó a dejarlo en la calle. —Le di la primera explicación. —Y por problemas económicos de sus padres, vendió el anillo que le regale en su cumpleaños. —Suspire. —Me enoje con ella y le grite, fue una discusión corta y ni siquiera fui capaz de preguntarle qué le sucedió cuando vi un gesto de dolor en ella, pensé que era solo un dramatismo para evitar la pelea pero no me imagine que era una amenaza de aborto. —Respire hondo al sentir como la voz se me entrecortaba. —Después de medianoche, ella grito mi nombre y la encontré en el baño, sangraba mucho, la lleve al hospital y solo unas horas después nos dieron la noticia. —Solloce y quite unas lágrimas de mis ojos.

Ian me escucho con mucha atención, sin interrumpirme, sin hacerme preguntas y mucho menos en reprenderme por haber hecho mal las cosas; me siento culpable de haber logrado que Alaska se sintiera mal y si le hubiera tomado mucha atención a sus dolores predeterminados, quizás el bebé aún estaría vivo.

Ian dejó que me desahogara con él en mi oficina, en los años que lo conozco y he trabajado con él, siempre me ha brindado consejos para que me ayudaran en todo momento pero ahora mismo, veo que se ha quedado callado, no sé si porque no tiene un consejo que abarque el dolor que siento al haber perdido a mi hijo o pueda ser que está esperando el momento correcto para decirme algo que pueda lograr no hacerme sentir peor de lo que ya consideré.

—No tienes la culpa de nada. —Niego.

—La tengo... La tengo... —No hay excusa para esa verdad.

—Pierre, fue un accidente. —Lo miro a los ojos. —A veces así son las cosas aunque no las deseemos, son motivos que tenemos para no estancarnos y seguir adelante con nuestras vidas. —Me da una media sonrisa. —Alaska y tú podrán superar este dolor y verán que en un tiempo tendrán un nuevo bebé, por el momento, ve a casa y descansa, apoya a tu mujer y no te esfuerces trabajando mucho, ¿sí?—suspiro tomando su consejo.

Minutos después me voy a casa con un poco de trabajo en la mano, aún mis pensamientos no siguen en orden pero todo cambia que apenas llegando encuentro a una persona fuera del penthouse; mi sangre se congela y mi respiración se agita por si es la persona que yo creo que es, pero mis nervios se calman, al ver al padre biológico de Alaska esperando que la abran la puerta.

— ¿Qué necesita?—le pregunto luego de estacionar mi auto y bajarme de él.

—He venido a hablar con mi hija. —Dice con un humor opacado.

—No es el momento adecuado... —asiente.

—Lo sé pero ella me ha dicho que pueda venir. —Enarco la ceja.

— ¿Qué? ¿Alaska lo invitó?—le digo sin creerlo.

—Sí joven Beckham. Así que le pido de favor si me puede llevar a ella. —Dejo ir un bufido.

Solo tengo dos alternativas, la primera, echarlo sin importar que Alaska lo haya invitado pensando que no se llevará un disgusto con su padre o aceptar la petición de ella con la condición de mantenerme siempre alerta por cualquier motivo. Bueno, creo que la decisión no está tan difícil...

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| Alaska |

Intento volver a dormir pero se me hace imposible mantenerme boca arriba cuando mayormente duermo de lado, pero con mi recuperación apenas puedo mover algunas partes de mi cuerpo sin tener que quejarme del dolor; odio tener que estar tendida en la cama pura momia, ni siquiera puedo levantarme para caminar un poco porque mis pies apenas resisten algunos minutos antes que vuelva a querer permanecer sentada, toda actividad física la tengo prohibida hasta entonces y debo de mantenerme saludable en los próximos días para poder recuperar fuerzas.

Nunca creí que un aborto espontáneo me llevaría a esto, no me quejo de lo que estoy sufriendo con mi cuerpo si no que me duele saber que no hice nada para tratar mi problema, sabía que el sangrado no podía ser mi periodo, era imposible que el estrés lo adelantara y que a su vez, viniera suave pero lo siguiente fue no darme cuenta que los dolores en el vientre eran constantes y fuertes y que ni una pastilla me calmaba el dolor. Ni siquiera sé si los mareos y el vómito fueron señales de embarazo o simplemente eran parte del estrés. Todo es confuso y estoy enojada conmigo misma por no haber tenido cuidado con mi salud, porque si lo hubiera hecho, hoy todo fuera diferente, estuviera feliz al saber que estoy embarazada y que el bebé que espero es de Pierre.

Quizás todo hubiera terminado por ser repentino pero estoy segura que aunque él siempre terminara tomando la decisión de alejarse de mí, me hubiera quedado con un hermoso recuerdo suyo. Soy tonta por pensar de esa forma, pero las ilusiones de quedarme con algo suyo se hubieran hecho realidad sin tanta espera. De todas formas, hoy en día hay muchas madres solteras que cuidan de sus hijos, así que si Pierre se hubiera querido o no encargado del bebé sería cosa suya, porque yo podría salir adelante por mi propia cuenta.

Se me hace un nudo en la garganta al pensar que todo lo que quiero, termina por arruinarse, ni siquiera puedo imaginarme quedar de nuevo embarazada porque el miedo vuelve a mí, pensando que no lograría ser lo capaz responsable para cuidar de un bebé en mi vientre, sinceramente no estoy preparada emocionalmente tampoco para pensar de nuevo a planificar tener un hijo, creo que es mejor pensar por el momento solo en el presente, ya que de todas formas, el futuro siempre termina siendo incierto.

Escucho como abren la puerta de la habitación y no tengo porque molestarme en saber quién es porque Pierre llega rápido hacia mí, toma mi mano y deja un beso en el dorso para luego sonreírme, aunque lo intenté aparentar, sé que tampoco está bien. Ha intentado ser fuerte pero en ocasiones, mientras piensa que duermo, lo puedo escuchar llorar, buscaría la forma de ayudarlo pero no encuentro las palabras adecuadas para decirle que todo estará bien y eso sin decir, que no puedo hacer mucho cuando no puedo separarme de la cama. Él es quien ha hecho más esfuerzo en hacerme sonreír pero entre más lo pienso, me entristece saber que esto pronto acabará y que él lo olvidara como si no hubiera sido de mayor importancia.

— ¿Cómo te sientes, ángel?—encojo lo hombros.

—Igual. —Suspira.

—Sé que no estás en condiciones, cielo... —Espero a que continué. —Pero, tu padre está aquí y ha dicho que has aceptado su visita—muerdo la mirada—. No quiero que te alteres, Alaska. No estás aún recuperada y más para pelear o recibir malas noticias.

—Lo sé, Pierre. —Tome su mano. —Pero ha insistido y está vez, no he querido pelear. Así que he preferido mejor desistir y hacer que esto termine de nuevo.

Pierre sigue inseguro en dejar pasar a mi padre y no lo culpo de sentir preocupación por mí cuando mi propio padre biológico me ha hecho mucho daño y ha logrado que tenga demasiadas emociones que no me permiten pensar con sensatez y más en tomar la decisión si perdonarlo o dejar que las cosas sigan como están.

—Hazlo pasar. —Asiente sin negarse.

Sale de la habitación y no tarda quizás en llamar a mi padre, quien pronto se asoma en la puerta y camina un poco indeciso hasta mí, me acomodo en las almohadas buscando la forma correcta para no sentirme incómoda al quedarme sentada por un par de largos minutos que me esperan; mi padre quien me observa con mucha atención deja una distancia de un metro entre nosotros, quizás Pierre le ha advertido en no lastimarme emocionalmente sino pueda ser que lo saque de nuestra habitación sin ninguna excusa. Espero que diga algo pero de él no sale nada, así que llegando al grano, pregunto para qué ha venido y su respuesta recae a lo mismo de siempre.

—Aquí están los documentos en donde recibes tu parte de mi herencia. —Me entrega un sobre manila en donde se encuentra su testamento.

—No quiero discutir esto. —Impido aceptar los documentos.

—Vamos hija, no he venido a molestarte... —Lo interrumpo.

—Es lo que estás haciendo—digo entre dientes.

Reprimo un gesto de dolor al intentar moverme pero él busca ayudarme pero no se lo permito del todo. Odio tener que presentarme en estas condiciones en frente de él cuando lo que más necesito ahora es tener fuerzas para poder enfrentarlo pero es lo que me falta para poder decirle que no acepto esa cantidad de dinero o terrenos que me está dejando como parte de mi herencia dividida entre mis otros dos medios hermanos.

—Tienes que tener cuidado después de haber tenido el aborto. —Abro los ojos sorprendida.

— ¿Cómo sabe?—él suspira.

—Eres mi hija y siempre he estado pendiente de ti. —Dejo ir una risa irónica.

— ¿En serio? Usted nunca ha estado pendiente de mí. Así que no me engañe diciéndome esas palabras que yo ni me las voy a creer. —Cruzo los brazos.

Se queda callado y parece estar pensando o meditando en sus próximas palabras que llegara a decirme, estoy cansada de tener que seguirlo enfrentando a cada momento y no tengo la mayor idea del porque acepte que viniera aquí si sabía que terminaríamos peleando como perros y gatos.

—Tú no sabes nada Alaska. —Lo miro a los ojos callada. —Tú no sabes el tiempo que te he dedicado en toda tu vida... —Niego a creer eso.

—No le creo, ni siquiera tiene evidencia para demostrar que dice la verdad. —Se sienta a mi lado sin pedirme permiso.

—Responde, ¿cómo es que tomaste clases de violín a los cuatro años?—no comprendo a que va eso.

—Mis padres pagaron esas clases... —Respondí sin dudarlo.

—No... Yo le insistí al maestro Salazar para que se fuera a Pflugerville y fueras aceptada en ese curso gratis de clases de violín. —Quede atónita con esa respuesta. —Y quién crees que pago tus estudios básicos y superiores, yo mismo te conseguí la beca universitaria, a cada momento le enviaba dinero a tus padres en secreto como un bono de sus servicios en la agricultura y eso para que llegasen a darte lo que podían con ese dinero. —Empecé a respirar de forma agitada. —Te vi crecer desde lejos Alaska, vi tus primeros pasos, escuche tus primeras palabras y risas, observe tus cumpleaños, las veces que ingresabas a la escuela, cuando fuiste a las universidad, estuve en todas tus graduaciones y yo nunca me aparte de ti... —De sus ojos empezaron a caer lágrimas.

No, eso no puede ser cierto... Mis padres me dieron lo necesario gracias a su esfuerzo, esté hombre que tengo en frente no puede llegar a decirme todo esto solo para crear una confusión de recuerdos de mi vida.

—No... No... Eso no puede ser real... —Mi cuerpo empezó a temblar.

— ¡Lo es! Yo te di lo que podía... Te visitaba el tiempo necesario para cuidarte aunque fuera desde lejos y le prometí a tu madre que jamás te faltaría nada... —Sollocé.

—No... No... —Empecé a llorar. — ¡Mentiroso!—Grite. — ¡Tú me abandonaste!

— ¡Porque no quería que mis padres te encontraran!—él también empezó a llorar—Mis padres podían apartarte de mí... Lo hicieron con tu madre pero yo no permitiría que hicieran lo mismo contigo. —Trague hondo.

— ¿Qué?—apenas pude articular.

—Yo no te abandone... Sí, mis padres me enviaron a Reino Unido para separarme de tu madre, pero yo conté cada día y mes para ir de nuevo a Estados Unidos para verte nacer. —Empezó a explicarme.

—Pero dijeron que te habías marchado con la noticia que mi madre estaba embarazada. —Le dije.

—La noticia fue un impacto, pero mi error fue pensar que mis padres me ayudarían a cuidar a tu madre y de ti; pero tus abuelos no querían eso, pensaron que había echado a perder mi vida y más embarazando a una prostituta. Mi familia... —Se retractó. —Nuestra familia, es de una clase social alta y privilegiada, mis padres no permitirían que yo estuviera con tu madre y por eso me enviaron a Reino Unido y es la razón por la que tu madre y sus amigas pensaron que yo, había sido un cobarde en querer responsabilizarme de ambas. —Tome aire.

Eso... Es imposible... O ¿no? ¿Cuánto tiempo más tendré que estar viviendo en una burbuja de mentiras? Creí haber sabido la verdad pero creo que jamás llegué a comprender la realidad de la historia, ni siquiera sé a quién creerle hoy, si a mí fallecida madre o al irresponsable de mi padre.

— ¿Por qué me apartaste de mi madre?—necesitaba saber esa respuesta.

—Porque tu abuela iba a venderte a una familia de adinerados quienes no podían tener hijos. —Mi corazón se agito cada vez más. —Y sabía que eso significaba no saber más de ti, por eso te quite de los brazos de tu madre y cuando supe que el hijo de los Gardener había fallecido, le dije a la enfermera que hiciera ese intercambio de bebés y le dieran a tu madre el muerto y a ellos, a ti. —Achique los ojos.

— ¡Eso fue la decisión más cruel que has hecho!—Él se asustó con mi reacción. — ¡Mi mamá murió por eso!

—Yo no sabía que tu madre había muerto hasta que lo mencionaste el día que te invite a mi casa. —Apreté la boca.

—Eres un cínico. Piensas que tendré compasión de ti... —Me detuvo.

— ¿No comprendes?—lo miré molesta—Tu madre hubiera terminado en la misma condición... Mi madre te separaría de ella pero sin saber en qué tipo de manos llegarías. —Agite mi cabeza.

— ¿No es lo mismo que hiciste? Me secuestraste y me dejaste en manos de unos desconocidos. —Suspiró.

—No Alaska... Desde que vi a los Gardener supe que ellos eran buenas personas, dime mentiroso si quieres, pero sé distinguir a las personas buenas y malas. —Gruñí.

Porque me explica todo esto cuando solo crea más dudas en mi cabeza, yo no merezco esto y menos tener más explicaciones de las cuales solo me hacen cuestionar de toda mi familia biológica, ahora ya ni sé que pensar sobre mis abuelos paternos y la verdad, ni tengo la intención de querer conocerlos cuando también son participes de esta historia.

Mi padre siguió explicándome todo, de cabeza a pies y con muchos detalles sobre la cercanía que siempre ha tenido conmigo a pesar que jamás me di cuenta de ello; puedo decir que ya me estaré volviendo loca pero en su tono de voz y en sus ojos puedo ver la sinceridad con que me dice cada una de aquellas palabras, no sé cómo explicar que lo que estoy sintiendo ahora es un poco más de tranquilidad cuando estoy enterándome que él no ha dejado sus responsabilidades, simplemente, que todo lo que ha hecho ha sido para que mi abuela no me separé de él y que no se enteré que tenemos una comunicación cuando haría cualquier cosa por destruirme, es de esa forma, porque él me quiso alejar con una suma alta de dinero hace cinco años atrás, no lo hizo por desinterés de mí sino porque trataba de protegerme de quien aún sigue bajo sus espaldas.

Mi abuela aún no se ha enterado del contacto que mi padre y yo tenemos y más de la herencia que me está dejando, él me hace saber que ese porciento que tengo lo merezco, no por llevar su sangre sino por demostrarle que he sido capaz de salir adelante a pesar de las adversidades, como también, que jamás he necesitado de su dinero para ser feliz y alejarme de él. Después de todo, él hace saber que la abuela pronto sabrá de esto, pero que él ya está suficientemente listo para prepararse ante la guerra que habrá y entre ello, protegerme de quién me quiera hacer daño.

— ¿Por qué me explicas esto hasta hoy?—le pregunto.

—Porque pensé que guardar el secreto sería mejor a que descubrieras la verdad y te doliera más al final. Pero han sido veinticinco años duros, Alaska. Y yo no quiero seguir alejado de ti. —Hago una mueca.

—Mis padres... —Él parece entender lo que quiero decir.

—Ellos seguirán siendo tus padres, yo no les quitare ese derecho cuando han criado muy bien a mi hija. —Sonríe. —Solo quiero que dejemos de pelear y de alejarnos, quiero conocerte más de cerca y poder disfrutar lo que me quede de vida contigo, sé que no me lo merezco por todo lo que le hice sufrir a tu madre pero quiero que me des una oportunidad de que te conozca y que me conozcas... —Lo detuve.

— ¿Tengo que llamarte papá?—sus ojos se cubren de nuevo de lágrimas.

—Como tú quieras, hija... —Una lágrima rueda por su mejilla. — ¿Puedo abrazarte?

Creo que perdonar es la única solución para dejar atrás el pasado atormentado que tengo con mi padre, sé que él y mi madre tuvieron sus errores que terminaron por perjudicar mi vida pero eso no quiera decir que los debo de seguir arrastrando conmigo. Lo que si aprendí en los tres últimos días es que al perder un hijo, es perder tu mundo... Nunca descubriré el dolor que tuvo mi madre al jamás saber de mi paradero o de la situación amarga que vivió mi padre para encubrirme todo este tiempo de mis abuelos; lo que sí sé, es que ambos me dieron tres cosas necesarias que básicamente lograron convertirme en lo que soy... Mi madre me dio amor mientras estaba en su vientre, mi padre me dio un futuro que quizás no podría haber obtenido sin su ayuda y mis padres adoptivos me dieron una familia la cual en totalidad, me enseñaron esos valores de aprender a amar, valorar y perdonar.

—Claro que sí, papá.

(...)

Abro los ojos al sentir como alguien acaricia mi mejilla, seguido de ello, una risita que me cautiva a darme la vuelta con cuidado y ver a Pierre con un poquito de buen humor; su cabello despeinado y sus labios rosas me recuerdan a lo bien que estábamos hace unas semanas antes que todo se viniera al borde pero en sí, no puedo seguir derrochada y deprimida al haber perdido a nuestro bebé, tengo que demostrarle que seré fuerte ante este dolor y no solo eso, que en el futuro, puedan venir mejores cosas.

—Hola... —me doy la vuelta para abrazarlo.

—Hola ángel. —Acaricia mi cabello.

— ¿Todo bien con el trabajo?—veo su laptop en la mesita de noche.

—Sí, nada de qué preocuparse. —Deja un beso en mi mejilla.

Antes de poder quedarme nuevamente dormida, siento como algo se mueve entre las sábanas y cuando estoy a punto de preguntarle a Pierre si siente esos mismos movimientos que yo, veo como una cabeza pequeña y peluda sale entre medio de las sábanas.

— ¿Tú?

El gatito siamés se acerca a mí y empieza a lamer mi mano para luego enrollarse en ella y buscar que le propicie caricias en su cabeza, espalda y encima de su rabo.

—Pierre... —Me detiene al dejar un beso en la comisura de mis labios.

—Le pedí a Mason que lo llevará a una veterinaria. Esta espulgado y tendremos cuidado con el control de sus vacunas y citas médicas si queremos adoptarlo. —Una felicidad entra en mi cuerpo.

— ¿Nos lo quedaremos?—Asiente.

—Sí pero antes quiero pedirte perdón por mi reacción... —Dejo un beso también en la comisura de sus labios.

—Perdonado, mi amor. —Sonríe al escuchar aquello. —Oye... —Me mira a los ojos. —Gracias.

—De nada mi amor. —Su dedo índice acaricia mi mejilla.

—Te quiero Pierre. —Susurro.

—Yo también te quiero Alaska. —Dice sin preámbulos.

El gatito se pone entre nosotros esperando que también le ofrezcamos cariño, así que me deja salir un par de risas cuando Pierre acepta su pedido.

—Tú, aún tienes que ganarte mi cariño, ¿sí?—Pierre le dice al felino.

El pobre gatito le responde pero termina por irse más hacía mí que a él, aquel momento inesperado ha sido el mejor que he podido tener en las últimas horas, ahora veo, que todo puede mejorar.

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Continuará

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