Capítulo 44

Hola mis queridos lectores/as, este es un comunicado para sugerirles que es momento de traer helado y kleenex, papel higiénico, servilleta, toalla, etc., porque este es un capítulo que puede hacerte llorar.

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"El duelo nos desafía a amar una vez más"

Terry Tempest Williams

***

| Pierre |

Unos minutos antes...

La respiración es lo primero que se me llega a entrecortar al ver que Alaska no me responde, el corazón se me dispara y estoy a punto de morir del miedo si no fuera porque tengo que seguir manejando unas calles más para llegar al hospital; por primera vez en la vida jamás había llegado a sentir tantas emociones a la vez, antes quizás mi primer motivo pudo haber sido con la aparición de Inés pero hoy en todo caso, las cosas no son así; tengo que mantener mi cordura y el control de mi cuerpo a firme hasta que dejé de manejar y ponga los pies en el suelo, mis manos tiemblan y sudan y no soy capaz de poder tener los ojos en el camino sin ver a cada minuto a Alaska.

Demonios, ¿qué le sucedió? Esto nunca había pasado, ella es la primera persona que conozco que más ha cuidado su salud, ni siquiera podría decir lo mismo de mi madre y de mi hermana, mucho menos de mí que fui criado en un mundo lleno de cuidados intensivos para que casi no me enfermara de alguna gripe o un virus, pero en éste momento, todo me es confuso, ni siquiera puedo decir que es lo que ha estado mal en los últimos días porque apenas he podido encontrarme con Alaska y de ello, solo unas cuantas palabras se cruzan entre nosotros antes que me quede dormido. Soy un idiota, sí, eso es lo que soy ahora mismo, debí de haberme enterado de algo, quizás ella quería decírmelo pero solo pensé en mí y nunca en saber si todo se encontraba bien en su día a día.

En el momento en que voy llegando al hospital, veo como abre los ojos con cansancio, pero esta vez siento como su mano se afloja y ya no sostiene la mía; intento estacionarme bien pero soy un desastre de conductor cuando lo único que quiero es que atiendan ya a Alaska; salgo del auto y pronto abro su puerta para así agarrarla de los brazos y las piernas y llevármela dentro del hospital; cruzo las puertas y empiezo a buscar a mi madre por todos lados, estoy a punto de gritarle cuando escucho que alguien me nombra y dándome la vuelta, veo a mi madre y con ella unos médicos y enfermeras que traen una camilla, ni siquiera debo de recibir órdenes cuando pongo el cuerpo de Alaska en el objeto para luego escuchar como mi madre le empieza a decir que hacer a cada persona, a punto de tomarle varios diagnósticos de observación a Alaska, en donde hay muchas cosas que no suelo comprender y entre ellas si sus signos vitales están en orden.

Abren unas puertas y antes de que lleguemos a entrar, siento como una enfermera me detiene y me hace retroceder, veo como todos se llevan a Alaska y se me hace imposible poder dar otros pasos más, la garganta se me hace un nudo y siento como el estómago se me encoje. Me agarro el cabello y empiezo a despeinarlo hasta que doy vueltas y vueltas en el mismo lugar; es otra de esas primeras veces que tampoco sé que hacer y más en una situación como está, quisiera ayudar pero solo seré más que un estorbo, ahora nada más me queda que confiar en mi madre y en su equipo de trabajo, sé que ella sabrá que hacer y entre ello, en estabilizar el sangrado de Alaska.

— ¡Pierre!

Me giro y veo entrar a mi familia, ni siquiera tardo en correr hasta mi hermana y abrazarla, ella impactada por mi reacción, me reconforta dándome caricias en la espalda para relajarme pero en realidad, la ansiedad que estoy sufriendo no se comparada en nada con el miedo y la preocupación que tengo sobre la vida de Alaska.

Me separo de Ruby y observo como Skandar y mi abuelo son los siguientes en acercarse a mí y darme su apoyo, todos están impactados y más al darse cuenta que uno de mis brazos está manchado de sangre.

— ¿Qué paso Pierre? Mamá salió como una bala de la casa y no nos dio alguna explicación. —Me resume mi hermano lo que sucedió en casa.

—No sé... Todo... Todo es confuso y... Alaska... —Sentía mis ojos arder.

— ¿Qué tiene Alaska?—resalto mi hermana.

Aún no podía asimilar todo, sucedió tan solo en unos minutos que recordarlo me pone la piel eriza y más cuando tuve que accionar rápido para no perder el tiempo y dejar que Alaska siguiera sufriendo del dolor.

Le conté todo lo sucedido a mi familia, a partir del susto que me lleve cuando Alaska grito mi nombre varias veces y corrí hacía el baño para saber que sucedía, en donde sin esperarlo, ella al solo mencionar la palabra hemorragia, mi cuerpo se tensó y mi mente se nublo y más cuando baje la mirada y vi como sus bragas estaban completamente llenas de sangre, eso me hizo despertar y ponerme en marcha en llevarla al hospital, ni siquiera tengo idea como logre ponerme la ropa y de cómo la ayude a ella a ponerse la suya, de lo rápido que corrí al estacionamiento para tomar cualquier vehículo que nos llevará rápido al Hospital Saint Thomas y de la llamada telefónica que le hice a mi madre explicándole lo poco que sabía de los hechos. Ya lo demás es solo de cuestión de tiempo para saber que sucedió con Alaska.

—Estaba sangrando mucho y no sabía que hacer... —Intenté no llorar al sentir culpa de todo.

Si no me hubiera enojado con ella, quizás todo fuera diferente, no debí ser frío con ella cuando solo trata de hacer a su modo las cosas, no debería de juzgarla por cometer errores que por miedo a veces no me comenta al creer que yo siempre se los llegaré a cobrar y todavía me remuerde la consciencia al pelear por un gato que pude haberle permitido a ella quedárselo solo con la condición que el felino no arruine el penthouse. Siempre termino por joder todo, el enfado me dejo llevar y debía de ser comprensivo con ella cuando el anillo solo es un objeto más que algún momento se puede llegar a recuperar que lo importante no siempre tiene que ser lo material sino más bien de poder mantener la cabeza abierta a las posibilidades que un objeto puede darnos para ayudar a otros, porque siempre me toca pensar de esta forma cuando los sucesos ya están hecho y su resultado termina siendo negativo.

—No sé qué voy a hacer si ella le sucede algo malo. —Me cubro la frente con mi mano y bajo la cabeza.

—Hijo, no pienses en cosas malas. Alaska es una mujer fuerte y saldrá de esto. —Me da apoyo mi abuelo consolándome con palabras y palmadas en el hombro.

Niego y no sé qué decir después de todo lo que les he mencionado; quisiera cambiar el tiempo para poder ajustar ciertos momentos y lograrlos renovar para que no den este resultado, si no le hubiera gritado y la hubiera dejado hablar, creo que ahora mismo, ambos estaríamos en casa, durmiendo y sin tener problemas.

— ¿Dónde está mi hijo? Su nombre es Pierre Beckham. Me entere que está en este hospital.

En el lado de recepción veo como llega un hombre a pedir mis datos del hospital pero no tardó mucho en identificar a esa persona como mi padre, quien se le ve angustiado y sigue presionando a una de las enfermeras para que busque mi nombre entre todos los pacientes que hay en el hospital. Por un lado, me enfurezco al saber que él está aquí y no me agrada nada tenerlo a mi lado en un mal momento pero por otro, me reconforta saber que aún su familia le interesa a pesar de todos los problemas que tiene con ella.

—Elton, estamos aquí. —Lo llama mi abuelo.

Mi padre se da cuenta que estoy en la sala de espera junto con mis hermanos, él parece darse un enorme respiro de tranquilidad al ver que estoy intacto de cualquier herida o enfermedad, simplemente cuando llega intenta abrazarme pero lo rechazo, dando pasos hacia atrás que me permiten hacerle entender que aún estoy herido por su traición con mi madre.

— ¿Qué haces aquí?—le pregunto con tono molesto.

—Yo lo llame Pierre, pensé que tú habías sido el herido. Así que llame a tu padre para que estuviera con nosotros en cualquier caso. —Respondió mi abuelo por él.

—Ahora que sabes que no soy yo, puedes irte por donde viniste. —Mi padre se queda callado.

—Pierre... —mi abuelo intenta reprenderme pero lo interrumpo.

—Abuelo, sabes muy bien que mi padre odia a Alaska, ¿de qué sirve tenerlo aquí cuando puede decir ironías de ella y su estado de salud?—no mentía porque lo conozco y sé cómo es mi padre.

—Pierre, sé que sigues molesto conmigo pero no vengo a darte problemas—cruzo los brazos y me niego a creer en sus palabras—, sé que tu novia te importa y yo solo quiero ser un apoyo más para ti, hijo.

Suspiro y la verdad aunque tenga ganas de tomarlo del brazo y llevarlo afuera del hospital para que se vaya con Ginger y me dejé en paz con mis propios asuntos, al final solo ignoro sus palabras y termino por sentarme en uno de los sofás de sala de espera, no quiero discutir y centrarme en mi padre cuando solo quiero pensar en que Alaska estará bien; es lo único en que debo mantener en mi cabeza por el momento.

Los minutos transcurren hasta convertirse primero en una hora y luego en dos, estoy comenzando a volverme loco por no tener noticias de ella y eso sin decir que mi hermano ha intentado relajarme llevando una taza de café que al final ni pude beber porque cada enfermera que sale de la sala de emergencias, pienso que se acercará a nosotros para darnos una noticia.

—No te presiones así, Pierre. —Mi hermana se sienta a mi lado.

—Hubieras visto su rostro—la miro a los ojos—se contraía del dolor y gritaba mientras que sangraba cada vez más y yo... Solo le daba la mano. —Mordí mi labio para no soltar el sollozo que está a punto de salir de mi boca.

—Sabes por qué un esposo siempre le da la mano a su mujer cuando la ingresan a sala de parto. —Enarco la ceja al ver el desvió de conversación.

—No sé—apenas puedo responder.

—Porque ellos también no saben qué hacer cuando su esposa está en trabajo de parto y sienten que la única forma para ayudarlas es darles su mano y sostenerla en todo momento. Aunque no lo creas hermano, es un gesto muy significativo para cualquier persona y es porque haces sentir al otro que estas presente a su lado y que no lo abandonaras hasta saber que todo estará bien. —Sus palabras son un alivio en mi pecho.

Realmente no pude hacer mucho en el camino, lo único que pensé fue darle mi mano a Alaska para que sintiera que estaba a su lado y que la protegeré hasta el último día en que siga vivo; si mi hermana me ha mencionado eso no es solo para animarme y hacerme sentir mejor, sino más bien porque ella también tiene experiencia en estas cosas de medicina y más cuando se trata entre padres e hijos.

— ¿Crees que estará bien?—le pregunto a ella.

—No soy especialista en esa área, Pierre. —Hace una mueca.

—No importa, pero ¿crees que lo estará?—Ella suspira.

—Pierre, he pensado mucho en todos los detalles que nos diste de la historia de cómo sucedió esto... —Veo ese gesto de tristeza en sus ojos y me hace saber que ella tiene algo en mente.

— ¿Y?—insisto que me diga.

—Pierre, es mejor no sacar hipótesis... —La interrumpo.

—Dímelo Ruby, sabes que no me gusta que me oculten cosas que pueden saber—suspira.

Se queda callada por un buen momento hasta que se relame los labios y me ve fijamente a los ojos tomando una buena postura a su vez para darme la opinión de su propio diagnóstico.

— ¿Sabes si Alaska está embarazada?

Fue una pregunta tan catatónica como una bomba que me hizo quedarme en shock, sentí un inmenso mareo y mi respiración se cortó cuando esas palabras llegaron a mi mente... ¿Alaska embarazada? Pero, ¿cómo? Sé que ella mantiene su control con el anticonceptivo de forma organizada y controlada que en ningún momento lo ha dejado pasar, aunque... Es posible que... Los anticonceptivos nunca son 100% efectivos, siempre existe un porcentaje, por más menor que sea que una mujer termine por quedar embarazada pero siendo Alaska quien nunca ha faltado a sus citas, me deja dudando sí al final eso puede ser posible.

¿Embarazada? ¿Un bebé? ¿Un hijo de Alaska y mío? Siento como mi mundo gira y me hace cambiar de perspectiva al asunto. Entre más lo pienso puede ser posible y más cuando ella y yo tuvimos muchas relaciones sexuales cuando estuvimos en Francia.

—Pero ella no me mencionó nada... —Comento aturdido con esa hipótesis.

—Es posible que ella tampoco lo sabe, Pierre. Los síntomas de una embarazada pueden ser diferentes y si aún no ha llegado su tiempo del periodo, mucho menos lo pensará. —Me explica.

Quizás ha sido inesperado pero si esa hipótesis suele ser cierta, las cosas cambiaran y hoy sí pueda ser que tenga esa oportunidad de poder mejorar mis errores para darle paso a una nueva vida que pueda tener con Alaska y... nuestro bebé.

—Aun así, hermano, no te hagas ilusiones. —Asiento.

Aun así, lo que más quiero es que Alaska este bien y que las cosas no empeoren aquí en adelante, si suele darse esa ocasión de que está embarazada, me voy a comprometer en cuidarlos a los dos, dejaré la mayor parte de mis obligaciones para centrarme en ella y nuestro bebé y por si fuera poco, por fin llegará ese momento en el cual tomaré la decisión correcta.

A pesar de ese pequeño momento en que me ilusione creando un pequeño futuro las cosas parecieron no dar un paso hacia delante; no obtuve noticias de Alaska y su salud, solo veía entrar y salir personas de la sala de emergencias, muchas veces intente ingresar pero Ruby o Skandar me detenían, caminaba como un león enjaulado y me sentaba y me levantaba cada vez que ya no toleraba la impaciencia de ver que el tiempo pasaba.

Me acaricie el rostro y me apoye en la pared mientras que cerraba los ojos y por una vez desde hace unos años, le pedí a Dios que no me entregará malas noticias, prometiéndole ser una mejor persona y cumpliendo mi deber ser un hombre correcto en la vida de Alaska.

—Pierre, es mamá... —Me aviso Skandar.

Gire mi rostro y me encontré con mi madre quien se estaba quitando unos guantes de látex azul y una mascarilla del rostro, llevaba una bata azul y un gorro cubriendo su cabello, cuando vio que me acerque a ella, su expresión era neutra pero en ese momento no supe descifrar si habría buenas noticias. Mis hermanos, mi abuelo y hasta mi padre se acercaron a ella pero quedándose detrás de mí, mis manos temblaban y sudaban nuevamente y la verdad algo me decía que las cosas no estaban bien.

— ¿Cómo está ella?—Mi mamá bajo la mirada. —Mamá, ¿cómo está Alaska?—sentí las lágrimas aproximarse al ver que esa expresión de ella la conocía.

—Pierre, tendrás que ser fuerte. Y Alaska, necesitara de mucho apoyo. —Me comencé a asustar.

— ¿Qué quieres decir con eso?—Musite.

—Pierre... Alaska, lo perdió—me quedé con la boca abierta al no entender lo que decía—. Perdió al bebé, hijo.

Skandar y mi abuelo me agarraron de la espalda y de los brazos cuando estuve a punto de caer con aquella noticia, quede paralizado y solo sentía como mis lágrimas empezaron a bajar rápidamente, una detrás de otra en mis mejillas.

—Hicimos lo que pudimos. Inténtanos colocar de nuevo el feto dentro del saco gestacional pero ya era demasiado tarde. —Empezó a explicarme. —Alaska parece que comenzó a tener una amenaza de aborto pero al no tratarse se convirtió en un aborto espontáneo inevitable con uno incompleto, en donde la hemorragia aumento y su cuello uterino se abrió, logrando que parte del tejido del embarazo saliera del útero. —Cerré los ojos y me permití llorar. —Tuvimos que extraer el resto del tejido insertando un tubo plástico delgado en el útero para que lo succionara suavemente. —Escuchar cada vez más eso, es sentir una puñalada en el corazón. — Lo siento, hijo.

— ¿Cuántas semanas tenía?—le pregunté con una voz apenas susurrante.

—Tres semanas. —Respondió.

— ¿Por qué sucedió?—la siguiente en preguntar fue mi hermana.

—Tengo la certeza que Alaska estaba bajo presión en los últimos días y eso creo que tuviera estrés agudo, lo cual inquirió que eso afectara en su salud y la del feto. —Comento mi madre.

Ya no podía seguir escuchando más eso, mi cabeza y mi corazón no podrían seguir pensando e imaginando como sucedió todo, nunca en mi vida me imagine que esto podía sucederme a mí.

Siento como mi madre me abraza pero no tengo las fuerzas suficientes para devolverle el gesto, lo único que quiero es estar con Alaska, no me quiero imaginar la reacción que tendrá cuando se entere de esto, estoy seguro que ella no sabía de este embarazo, porque de alguna forma, me lo hubiera dicho sin tanto secreto, guardarme algo como eso terminaría siendo una locura pero confió en ella y tengo la certeza que esto no lo busco ella.

— ¿Puedo verla?—me separo de mi madre después de recibir su abrazo.

—Está dormida y bajo los efectos de la anestesia. Despertara en unos minutos, estará adolorida pero se recuperará. —Asiento con esa información.

Mi madre me lleva hasta la habitación en donde se encuentra Alaska, al abrirme la puerta, puedo verla tendida en la cama y con los ojos cerrados, una enfermera le inyecta suero y además de ello, veo que le pondrán otra inyección en la vena de su mano.

—Perdió mucha sangre, así que se le hará una transfusión de sangre para normalizar los glóbulos rojos que deberá recuperar. —Me señala la bolsa de sangre que está conectada a la manguera y a la otra inyección que ya está en su mano.

La enfermera me da una sonrisa triste y me deja a solas con Alaska, mi madre no me pone un tiempo limitado para quedarme, así que solo espero que se marche para luego agarrar una silla y sentarme a un lado de la cama; trago hondo y veo Alaska mientras agarro su mano y empiezo a besar el dorso, busco las palabras adecuadas para explicarle pronto la perdida de nuestro bebé pero siendo sincero, ni siquiera se me viene algo a la mente cuando recordar toda la información que me dio mi madre provoca que de nuevo empiece a llorar.

—Lo siento mi amor, lo siento... —Pongo su mano en mis labios—Yo soy el culpable de todo, por no cuidarte y por haberte hecho enojar, entristecerte y estresarte cuando debías de permanecer relajada por el embarazo—acaricia su mano que esta fría y pálida—. Íbamos a tener un hijo, Alaska, y yo... lo eche a perder—sollozaba cada vez más fuerte. —Hubiéramos sido una familia pero las cosas tomaron otro rumbo—la observé por un largo tiempo—te amo mi vida, sé que será duro superarlo pero te prometo que saldremos de esto. —Me levante y bese su frente.

(...)

Abrí los ojos al sentir un movimiento en la cama, me di cuenta que Alaska empezaba a despertar, intentaba mover su cuerpo pero cada gesto de dolor me hacía saber que pasaría un buen tiempo para que se recuperará, me levante de la silla y acomode la almohada en su cabeza para luego detenerla de cada movimiento que quisiera hacer para levantarse; el momento ha llegado y sigo sin saber qué le diré ahora, ella solo mira a todo su alrededor sin decir alguna palabra, veo como sus pequeñas manos van directamente a su vientre y de cómo sus ojos empiezan a ponerse rojos y a cristalizarse, provocando que los sollozos lleguen.

—Pierre... —Apenas puede susurrar.

—Aquí estoy, ángel. —Acaricio su rostro.

—Pierre... Perdóname... —Sus lágrimas empiezan a deslizarse—Perdóname por no haber sido fuerte por nuestro bebé.

Abro mis ojos en grande y me impacto en saber que ella ya se ha enterado de la noticia, puedo ver como las lágrimas caen en cascada en sus ojos y de cómo no puede verme a la cara, evadiéndome y mirando al techo.

—Shhh... No digas eso mi amor, fuiste valiente y fuerte, hiciste lo mejor que podías—negó.

—Si hubiera logrado saber que estaba embarazada... Me hubiera cuidado—cerró los ojos.

—No es tu culpa... —me interrumpió.

—Lo es, cargaba con un ser humano y no fui capaz de cuidarlo y lo mate—me asuste al escuchar eso.

—Mírame Alaska... —Sentí un dolor en el pecho al ver que no lo hacía. —Mírame por favor. —Le suplique.

Abrió sus ojos y pude ver ese tono rojo alrededor de su iris azulada, podía sentir como temblaba y lo asustada que está, no sé qué estará atravesando por su mente pero no me quiero imaginar que piensa que le haré daño solo por haber perdido a nuestro bebé.

—No fue tu culpa, compréndeme—no afirmó ni negó—. Son retos que nos pone la vida para que busquemos la forma de cómo llevar adelante esté dolor—no decía nada. —Tú no mataste a nadie, fue solo un accidente que no llegamos a ver.

—Podíamos haber sido una familia. —Esa sinceridad que desvela su boca me provoca amor y dolor a la vez.

—Sí pero vendrán otros bebés—no sé porque decía eso cuando quizás ya ni podamos tenerlos juntos—. Te daré todos los bebés que desees.

—Pero yo no quiero reemplazar a esté—asiento al ver que tiene razón.

—No lo reemplazaremos, este bebé estará en nuestros corazones. —Le hago saber. —Te quiero mi amor, ahora será mejor que descanses.

Asiente y puedo ver como toma mi mano y empieza a cerrar los ojos, será una etapa difícil que superar, mientras tanto, haré lo mejor que tenga en mis manos para hacerla sentir mejor. No es lo que esperaba esté día pero si son cosas que tengo que afrontar, no me queda de otra que levantar la cabeza y seguir caminando, seré fuerte por Alaska y por todo lo que venga después.

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Continuará...

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