Capítulo 43

"Para todo problema humano hay siempre una solución fácil, clara, plausible y equivocada"

Henry-Louis Mencken

***

Creo que jamás había ansiado en mi vida tener que estar en una isla desierta para no tener preocupaciones y relajarme en mis propios pensamientos mientras miro el mar y abro un agujero a un coco para tomar su jugo, creo que sería una buena alternativa como vacación para no estar entre medio de la ciudad y del trabajo, realmente he tenido días que han provocado que no quiera existir y particularmente es uno de estos de los cuales conscientemente quisiera que mis deseos se cumplieran con solo un chasquido de dedos.

Desde la mañana no solo me he tenido que enfocar en mi trabajo sino que también en recolectar la mayor parte de dinero para enviársela a mis padres el día de hoy para que puedan sacar el deposito del dinero lo antes que puedan para pagársela al banco. Las transacciones de dinero en mi cuenta bancaría me llevaron una hora logrando que me dieran cuatro mil quinientos dólares, así que solo debía de rebuscarme por los cinco mil quinientos más para poder enviárselos a mis padres antes de las cuatro de la tarde. Nunca me había imaginado que esto podía llegar a suceder en mi familia, podía esperar cualquier cosa pero menos deber una hipoteca de una suma alta de dinero que debe pagarse antes que puedan quitarle la propiedad y la casa a mis padres; ahora no me arrepiento de haber ahorrado un dinero pero lamentablemente ya no sé qué haré para poder recuperarlo cuando eso me serviría para comprar una casa y poder vivir en ella cuando el lazo entre Pierre y yo se rompa, ya que desde un principio tome la decisión que ya no volvería al apartamento que compartía con Cristal, ya que si pude librarme de ella, no volveré a cometer el mismo error de buscarla como ayuda.

Me he dado cuenta que los vestidos que mayormente tengo en el armario cuestan entre seiscientas y novecientas libras pero aun así, si vendo varios de ellos, es probable que Pierre se dé cuenta y los que ya tuvieron uso, no se venderán a su misma calidad aunque la persona que lo compre no se dé cuenta, pero como podré lograr vender algo en poco tiempo como si se tratara de una subasta, en verdad solo tengo seis horas para conseguir el dinero, eso quiere decir que solo tengo cuatro horas para tener un plan y una hora para ejecutarlo.

Me siento demasiado mal, lo digo porque los dolores de cabeza no mejoraron y eso sin decir que en la mañana me di cuenta que mi periodo se había llegado a adelantar dos semanas, no sé si fue por el disparo de estrés que tuve o porque algo no anda muy bien, pero siendo sincera, este ha sido el peor periodo que he llegado a tener, lo digo porque los dolores que tengo en el vientre han sido terribles que no me han dejado trabajar mucho, lo cual la única solución ha sido tomar una pastilla para aliviar los dolores aunque extrañamente también me ha llegado suave y estoy manchando muy poco.

Algo que si nunca he llegado a tener es poder controlar con mi estrés y ansiedad, no soy de las personas que suelen vivir con ello cuando siempre mantengo organizada mi vida y trato de llevarla lo más relajada que pueda, pero esta vez, ha sido una bomba que cayó desde lo más alto del cielo para querer destruirme, no solo por tener que caminar de arriba hacia abajo buscando ideas de cómo tener el dinero que me falta sino que también porque hoy en la mañana recibí una notificación de correo del oficial que llevo mi caso sobre el desconocido quien al final en una de las cámaras de vigilancia se dieron cuenta que se trataba de una mujer.

No sé porque esa mujer me persiguió y tampoco creo saber que intenciones habrá tenido conmigo pero si su deseo es robarme, creo que tendré que ser lo más cuidadosa posible ahora que tendré diez mil dólares en mi cartera, porque si me llegan a robar ese dinero, creo que terminaré de sufrir de un paro cardíaco. Lo único que sigo sin comprender porque esa mujer exactamente me eligió a mí pero también se me vienen otras dudas como si es esa misma persona a quién he sentido que me vigila a cada momento o que por lo menos tengo esa sensación que parece no despegarse de mí cuando voy a algún lado sola. La agonía me carcome demasiado y aún no recibo muchas respuestas de parte del oficial, lo que sí debo de tomar en cuenta es que debo tener mucho cuidado, para prevenir cualquier accidente.

—En serio Alaska, ¿no quieres que te ayude con el dinero?

Le doy una mirada a Vanya quien no ha dejado de brindarme su apoyo emocional desde que le comente todo lo que ha sucedido últimamente con mi vida, hubiera querido comentarle que todo está muy bien pero a partir de hace una media hora que me reuní con ella en vez de hablar sobre cómo le fue en su luna de miel, fui yo quien me lleve el centro de atención cuando se dio cuenta por mi rostro que algo andaba mal. Y no solo le termine por contar el gran problema económico que tengo con mis padres sino que también agregando lo del gatito que Pierre sigue sin enterarse ya que como costumbre de nuevo se fue temprano a su trabajo sin darme cuenta y poder explicarle lo del animalito, y también agregando sobre lo que sucedió el día de ayer en mi hora de almuerzo cuando fui perseguida y atacada por la mujer.

Mi pierna se mueve de forma rápida por la ansiedad, así como también inconscientemente ya me he mordido varias veces el labio logrando sangrármelo, estoy hecha un caos por no decir que mi aspecto físico a pesar de tratar de controlarse y verse como si no me sucediera nada, ha terminado por revelar cada una de mis emociones que he experimentado las últimas horas.

—Es demasiado dinero, Vanya. No creo poder pagártelo rápido cuando debo pagar el local de la clínica, los servicios básicos, ayudarle a Pierre con los gastos del penthouse y por si fuera poco seguirle enviando a mis padres una manutención para que puedan vivir de ello y más a mi padre para seguirle pagando sus medicamentos y las visitas al doctor. —Le explico decepcionada.

Lo poco que gano es lo que me ha ayudado en salir adelante, no tengo muchos clientes para ser exacta pero me agrada saber que siempre se han comprometido con su salud y me han garantizado en que trabaje con ellos, pero eso no quiera decir que en una semana obtenga mucho dinero, ya que aunque la profesión de cierta forma puede ser demandante, no lo es tanto en la zona de Lambeth.

—Pueda que sea un adelanto de boda... —La interrumpo.

—Nadie en su santo juicio le daría cinco mil quinientos dólares a una pareja de recién casados. —Le fui realista.

Sé que Vanya intenta animarme y ayudarme pero lo que logra es que me sienta mal con ella porque número uno, nunca habrá una boda entre Pierre y yo, número dos, apenas le estoy explicando que puedo pagar con ciertas cosas de mi vida para seguirle debiendo a otra persona y número tres, aunque estemos de confianza, cinco mil quinientos dólares es mucho, si fuera unos mil dólares no me quejara tanto pero aun así no estaría dispuesta a agarrarlos ni siquiera a la persona con más confianza que le tenga.

—Alaska, somos amigas. Y para eso estamos, para ayudarnos. —Hago un gesto triste.

Me consuela que las personas utilicen ese término para apoyar a una persona en estos casos, ya que hay empatía y comprensión pero eso no es suficiente para que pueda aceptar la propuesta.

Suspiro y mi mirada recae en uno de los locales del centro comercial, exactamente en una joyería. Veo mi mano derecha y encuentro en mi dedo anular el anillo en forma de rosa que Pierre me regalo para mi cumpleaños, la idea de vender el anillo es como una esperanza pero a la vez, me duele demasiado porque es un objeto al que he apreciado demasiado y que me trae muchos recuerdos bonitos que no puedo olvidar, si Pierre se enterará que tengo la idea de vender el anillo queme regalo, estoy segura que me matará, pero primero se enojara y me reprochara por no haber pensado con la cabeza fría esa decisión.

—Ni se te vaya a ocurrir. —Me amenaza Vanya. —Pierre te lo regalo para tu cumpleaños. —Se da cuenta del interés que le he puesto al anillo. —Ahora mismo te puedo hacer un cheque, retiras el dinero y se lo depositas a tus padres. —Busca algo en su cartera.

— ¡No Vanya! ¡Por favor!—le tomo una mano.

— ¿Por qué eres tan necia? ¿Qué te cuesta aceptar mi ayuda?—bajo la mirada.

—Porque me gusta arreglar los problemas a mí manera, aunque me dieras el dinero sea o no regalado, no podría vivir pensando en cuando devolvértelo. Compréndeme por favor. —Le suplique.

—Pero Pierre no le agradará nada que vendas un obsequio que él te dio con tanto amor. —Siento un nudo en el estómago.

Tiene razón, no le agradará nada que llegué a saber que su anillo solo fue vendido para obtener dinero de él, pero siendo realista, no es por un mal motivo, necesito ayudar a mis padres y yo daría hasta la vida por ellos. Esperaría que Pierre me comprendiera en todo sentido y que no me juzgara por tomar esa decisión.

—Iré a la joyería. —Me levanté.

—Alaska... —Vanya intento intervenir.

Me detuve un momento y de nuevo esa sensación apareció de golpe, sentí como de nuevo soy vigilada por alguien, la piel se me erizo y el corazón me empezó a palpitar rápido, entre toda las personas que se encuentran a mi alrededor entre ellas las que caminan, se mantienen sentadas o las que están mirando desde afuera de las ventanillas de los locales, las observo detenidamente. El problema se encuentra que no sé el físico de la mujer y mucho menos si ahora mismo está vestida de igual forma que el día de ayer, pero es probable que se encuentre como una persona normal pero entre todas las mujeres que hay en el centro comercial, no creo poder identificar a la real cuando puede distraerse de cualquier forma si llegará a verla.

— ¿Sucede algo?—Vanya pone su mano en mi brazo.

—No solo... Sentí de nuevo esa sensación de que alguien me está persiguiendo. —Ella abrió los ojos en grande.

— ¿Sabes quién puede ser?—negué.

—Olvidemos eso, tengo otros asuntos que debo de ponerles más atención. —Tomo mi cartera y camino a la joyería.

—Alaska, piensa primero en lo que harás. —Suspiro.

—La decisión ya está tomada, Vanya. —Ella hace una mueca y solo termina por acompañarme a la joyería.

Cuando atravesamos la puerta de la joyería, un señor de mediana edad nos atendió, le explique el motivo por el que estaba en su tienda, lo doloroso fue tener que quitarme aquel anillo de mi dedo, el cual siempre lo he llevado conmigo sin importar las circunstancias. Se lo di a aquel señor y él pareció evaluarlo primero hasta que con una lupa, lo empezó a identificar más como una colección de joyas ilimitadas que solo una vez se encuentran y son un estilo único hecho por un buen joyero. El valor del anillo fue de seis mil dólares, saber lo que valía me hizo darme cuenta que Pierre hizo un gasto muy costoso en mí y que no podré jamás agradecérselo cuando de por sí, estoy vendiendo su regalo. Cuando acepte la oferta, mis ojos se llenaron de lágrimas y sentí no solo dolores en mi pecho sino que el vientre empezó a molestarme más.

El joyero sonrió de alegría al ver que tenía una joya única en sus manos mientras que yo, aceptaba su dinero con mucha tristeza. Vanya en ningún momento se interpuso a que no vendiera el anillo, así que le agradecí por no complicar más el asunto, pero al salir de aquel lugar, me di cuenta de dos cosas, que estaba entre la línea de haber hecho bien y mal las cosas.

Vanya me llevo hasta una cafetería, ahí nos sentamos pero yo seguía sollozando por haber vendido el anillo, soy capaz de regresarme para volverlo a tener pero la idea de solo aceptarla la ayuda de Vanya es lo que obtenía en mi mente, así que preferí quedarme sentada.

Una mesera nos tomó a ambas un pedido, en donde mientras yo pedía un refresco de fresa, Vanya pedía un frappuccino.

—Iré al baño. —Me rasque la nariz.

— ¿Estarás bien?—asiento volviéndola a preocupar.

Me doy en dirección a los baños del centro comercial, otra vez los dolores de cabeza y vientre aparecen pero intento no darles mucha importancia cuando prefiero mantener mi mente ocupada en otros asuntos, en el momento en que me veo en el espejo y tomo un poco de papel para quitar mis lágrimas, una mujer aparece a mi lado, en el espejo la veo y siento que la he llegado a ver en algún lugar, así que cuando ella levanta la mirada, es cuando ambas nos miramos fijamente hasta que ella es la primera en reaccionar.

— ¡Alaska!—Me abraza. — ¡Que gusto volver a verte!

Me quedo atónita al ver a Cristal ante mis ojos, está un poco cambiada pero es poco decir cuando ahora esta maquillada y se ha pintado el cabello de un color caramelo, su ropa suele ser de un estilo más clásico y se ve muy elegante con el nuevo cambio de look.

—Estás... Diferente... —Apenas logro decir.

—Sí, decidí renovar mi vida después que te fuiste. —Sonrió.

— ¿En serio?—dije extrañada. —Perdón, quise decir, ¿por qué ese cambio?—me retracté.

—Ya sabes, creo que vivía en una burbuja y no aprovechaba mi vida como mujer. Así que quise darle un giro y creo que me está yendo bien. —Me quedo callada sin saber que decir.

Realmente ver a Cristal en este momento es casi extraño, tanto que no puedo creer que hasta ella haya cambiado su vida una vez que me fui de su apartamento, no sé si debería decir que me alegra saber que esté disfrutando esta nueva fase de su vida o que seguirle preguntando si no ha llegado a tener problemas con su familia cuando ha sido siempre muy conservadora con todos estos detalles que ella se ha hecho en su físico, ya que recuerdo como ella me decía que esos labiales rojos y uñas del mismo color solo los llegaban a usar mujeres prostitutas pero ahora, ambas cosas están en ella.

—Te ves muy hermosa—intento poder decir algunas palabras.

—Gracias, veo que a ti también te está yendo bien. —Comenta.

En realidad solo muestro una faceta falsa de mí por el momento, pero debo de hacerlo sino ella puede volver a querer interesarme por mi vida a punto de no dejarme salir de este baño hasta que le cuente todos mis problemas, por lo cual sigo diciendo que no estaría nada cómoda si le contará todo lo que me ha sucedido últimamente, entre ello, mi relación con Pierre, la cual ella parecía no aceptarla.

—Ha sido un gusto volver a verte, espero que un día podamos quedar para hablar o no sé... Tener un momento juntas como ex compañeras de apartamento. —Sugiere.

—Sí, claro. Por mí está bien. —Intento sonreír pero no lo logro a la perfección.

—Bueno, me tengo que ir. Nos vemos pronto, Alaska. —Me pone una mano en mi brazo y no sé porque tengo la impresión que algo no está bien en todo esto.

—Lo mismo digo, Cristal. —Respondo.

Sinceramente cuando ella se marchó del baño no me dejo una buena impresión y lo digo porque nadie puede cambiar en tan poco tiempo siendo una persona demasiado conservadora en su religión y en sus costumbres, no sé qué tipo de mosquito le debe de haber picado a Cristal para que ahora ella aparente ser una mujer renovada, pero no quisiera juzgarla tan rápido cuando es posible que en toda su vida siempre haya vivido en una burbuja y ahora busque la forma de encontrarle un nuevo sentido a su vida.

Lo extraño de todo esto es que a pesar que se le ve muy alegre, puedo ver un tono falso en todo esto a su voz, es como si intentará poder adecuarse a esa vida solo por ser aceptado o por el placer de otra persona, no sé si estaré mal de la cabeza pero eso es lo que pude entender al ver esa iniciativa entre feliz y triste en sus ojos, por un lado no puedo culpar que sus padres siempre la hayan querido mantener cerrada en un mundo en donde se dividen los que siguen sus tradiciones religiosas y los que viven bajo el libre albedrío, ahora todo, parece ser caóticamente extraño para mí cuando siempre escuchaba de parte de ella, diferentes disgustos acerca de esas personas que se pintaban el cabello o usan ropa Gucci, en donde ahora ella usa todo eso.

Quizás no debería darle tantas vueltas al asunto porque puede ser un simple cambio de vida. Pero el problema es que no puedo dejar de pensarlo tratándose de Cristal quien conocí durante cuatro años y convivimos bajo el mismo apartamento.

Olvido todas mis teorías y termino por arreglarme el rostro y así volver hacia la cafetería en donde me espera Vanya quien lee el periódico, al sentarme con ella nos sumergimos en una conversación hasta que llegan nuestras bebidas y es cuando por lo menos puedo decir que en unas horas puedo volver a respirar.

(...)

Gracias a la ayuda de Mason pude depositar el dinero a tiempo en el banco, lo bueno de todo ello, es que el proceso de transacción no se llevó por mucho tiempo y mucho menos me hicieron tantas preguntas que podían lograr darme más atrasos en mi trabajo; por lo menos dentro de un par de horas mis padres ya tendrán en sus manos el dinero para pagar la hipoteca de la casa, ya con eso me quito un peso de encima aunque viene uno nuevo con respecto a que no dudo que por mucho tiempo Pierre no se dé cuenta que no llevo el anillo. Creo que las posibilidades que no se enoje sean nulas pero de que escuche mi explicación deberá hacerlo.

La otra parte buena de todo esto es que Mason no me cuestionó por llevar una maleta de dinero, ya que en todo el camino de ida y venida casi solo conversamos sobre el gatito, quien parece que ya se encariño de él y de la misma fórmalo digo con la señora Cinthia quien ya lo conoció y comenzó a apreciarlo; si ambas personas se convencieron en querer que lo conserve, espero que pueda lograr el mismo efecto en Pierre, sino creo que tendré que buscar unas buenas suplicas para que no se lleve al felino.

En la noche al volver al penthouse me encuentro pronto con el auto de Pierre el cual ya se encuentra estacionado a un lado de los demás vehículos que hay en el estacionamiento. Con alegría de saber que ha llegado pronto a la casa, no me demoro en tomar el ascensor y llegar al siguiente piso, en donde solo cruzar el umbral que divide la puerta principal con la sala, pronto me encuentro con un Pierre con el rostro molesto y los brazos cruzados, estoy a punto de preguntarle que sucede pero veo la caja a un lado de él y dentro de ello, el gatito siamés.

—Pierre... —Empiezo a hablar pero él me interrumpe.

—Rompiste una de las reglas, Alaska. —Achica sus ojos. —Te dije que no quería animales en mi penthouse. —Suspiro.

—Lo sé pero no podía dejarlo afuera, podía morir de frío y hambre... —Vuelve a interrumpirme.

— ¿Debería importarme eso?—empiezo a molestarme por su comportamiento frío.

— ¡Es un ser humano!—Le digo enojada. —Míralo, es pequeño y es posible que haya perdido a su familia y se encuentre solo. —Espero que dirige su mirada al gato pero no lo hace.

—Reglas son reglas, Alaska. —Siento una furia en mi interior con su respuesta.

—Deja que lo conserve. —Le pido de favor.

—No. Llévatelo y déjalo por ahí. —Abro la boca admirada.

— ¿Dejarlo por ahí? Pierre, no es un objeto al que se pueda tirar a la calle, es un cachorro y necesita de amor y comida para sobrevivir. —Le explico.

—Ya te dije. No lo quiero aquí. —Sigue contradiciendo mis palabras.

—Solo unos meses estará aquí y luego me lo llevaré—le insisto.

— ¡No Alaska! Si tanto lo quieres déjalo en un refugio y luego ve por él cuando esto acabe, pero yo no quiero animales en mi casa. —Se enfurece más.

Miro al pobre gatito que se asusta cada vez más con nuestros gritos, siento las ganas profundas de llorar porque sé que no convenceré a Pierre que se quede con nosotros pero el problema es que también me he encariñado del felino que dejarlo en un refugio es como abandonar a un niño en un orfanato y como humano, pensar en esa idea es disgustante.

—Se va hoy de esta casa y no se hable más. —Lo asesino con la mirada. — ¿Dónde está el anillo?

Dejo de respirar cuando me pregunta por el anillo que me regalo, esta vez, la explicación que ya traía en mente se me acaba de olvidar y ahora no tengo una razón coherente para decirle que todo ha sido solo para ayudar a mis padres.

—Y quiero la verdad. —Enarco la ceja.

Su respuesta me hace saber cómo si él ya supiera toda la verdad, pero que necesita escucharla de mi boca para saber si no estoy tratando de mentirle para evitar un problema. Quisiera negarme a decirle todo pero creo que no tengo muchas alternativas y más cuando conozco a Pierre y sé que él odia que no le digan la verdad.

—Lo vendí. —Digo yendo al grano. —Pero lo hice por una buena causa...

—Si desde un principio hubiera llegado a saber que no valorarías lo que te regalo quizás te hubiera dado un par de calcetines. —Me quedo perpleja con su insensata respuesta.

—Pierre, lo hice para ayudar a mis padres—le doy mi justificación.

—Por Dios Alaska, el anillo cuesta mucho dinero y creo que tomando en cuenta que no sabes cuál puede ser su mayor oferta lo vendiste a menos de ocho mil dólares. —Me quedo callada porque es la verdad.

La necesidad de tener el dinero hizo que me enfocará solo en tomar lo que me propusieran, al punto de no pensar que el anillo cuesta más de lo que un joyero puede darme con solo ver mi poca experiencia en hacer tratos con joyas.

—Pierre entiéndeme...

— ¡No! ¡Tú entiéndeme!—empezó a descontrolarse—Ese anillo te lo obsequie con cariño y tú lo vendiste como si fuera un objeto de menor importancia, si dices que fue para ayudar a tus padres, ¿por qué no me pediste dinero?—trago hondo.

—Porque ya ha sido mucho lo que me das para pedirte dinero que no podré pagarte. —Le menciono.

—Demonios Alaska, me molesta todo lo que estás haciendo, quiero venir tranquilo de mi trabajo y me encuentro con estas dos sorpresas... —Se acaricia el rostro.

Quisiera disculparme por lo del anillo pero el tono de voz elevado que usa conmigo logra que me enoje más con él y los dolores de vientre se aceleren más a punto de no poder seguir en pie.

— ¿Cómo te enteraste?—le pregunto.

—Me llegaron unas fotografías. —Pienso en su padre.

Quizás su padre es quien haya sido el que me ha estado persiguiendo últimamente o ha mandado a alguien para asustarme y así alejarme de su hijo, estoy segura que puede ser él pero no tengo con que probarlo.

—Pierre disculpa, yo no tenía la intención de vender el anillo si no hubiera sido necesario. —Le comento tranquilizándolo.

—Basta de disculpas que en realidad no sirven de nada. Creo que jamás te dejaría algo muy preciado en tus manos porque eres capaz de venderlo. —Sus palabras empiezan a ofenderme.

— ¡Lo hice por mis padres!—Le grito para que entienda.

— ¡Eso no es una razón para haber elegido el camino fácil!—resalta.

— ¡Es lo mejor que tenía!—le digo.

— ¡No! ¡Claro que no! ¡Podías haber tenido muchos motivos pero siempre solo pensaste en ti!—Me empezó a culpar. —Preferiste vender el anillo en vez de pedirme ayuda, eso hubiera sido más fácil y sabes que no te cobraría ni un centavo. —Respiraba rápido al ver que me estaba quedando sin respuestas.

—Si tanto quieres ese anillo, buscaré la forma en como comprarlo. —Se ríe sarcásticamente en mi cara.

— ¿En serio? Si no puedes mantenerte sola ya podrás pagando unas ocho mil libras por ese anillo. —Lo veo molesta.

— ¡¿Por qué siempre eres grosero en todo?!—le recrimino.

— ¡Por qué siempre quieres hacerla de superhéroe pero no puedes salvar a todo el mundo! ¡Entiéndelo!—Achico los ojos con esa respuesta.

—Tú nunca... Mierda...

Siento un severo dolor en el vientre que me hace gemir fuerte, apoyo mi brazo en esa parte de mi cuerpo e intento sentarme para aminorar el dolor pero cada vez se vuelve tan insoportable que provoca que no pueda hablar y respirar.

—Quiero a ese gato fuera de aquí. Y si tú no lo haces, lo haré yo.

Se da la vuelta y empieza alejarse a trotes de mí, las lágrimas pugnan en salir y soy incapaz de mover un dedo, veo al gatito y en sus ojos puedo ver esa tristeza, pero antes que nada, me imagino que debe de saber que no puede quedarse más aquí. No puedo salir de aquí ahora que me duele mucho el vientre y no confió en Mason cuando puede recibir cualquier orden de Pierre, así que ignorando las palabras de él, me lo llevo hasta la habitación de limpieza y ahí, en una esquina oscura, dejo la caja con el gatito. El día de mañana lo dejaré en un refugio, por el momento se queda aquí.

Subo a mi habitación con pasos cortos y dolorosos que me impiden moverme adecuadamente, apenas llego y me acuesto en la cama esperando que el dolor se calme pero cada vez se vuelve más doloroso a punto de hacerme llorar, nunca e la vida había llegado a sentir algo parecido pero es preferible mejor que me relaje antes que vuelva por otra pastilla, lo cual odio tomar de forma seguido.

(...)

No sé cuánto tiempo pasa pero cuando me levanto, siento un nuevo dolor fuerte en el vientre, aún llevo puesta la ropa del día de ayer que no me quedo ni tiempo de quitármela cuando me quede dormida; veo la hora de mi reloj y me doy cuenta que son la 1:30 am, así que levantándome de la cama y dándome cuenta que Pierre ya está a mi lado bien dormido, termino por ignorarlo e ir al baño.

Apenas llego cuando me bajo la falda y veo que se encuentra muy manchada y consigo de ello, me bajo mis bragas pero lo que asustar a continuación no es ver la sangre que ya ha rebalsado en toda la toalla sanitaria sino de ver que sigo manchando sin control y que encima de la toalla puedo ver unos enormes coágulos de sangre que me hacen imaginarme lo peor.

Esto no está nada bien...

Una mujer no puede sangrar de esta forma en su periodo y mucho menos tener enormes coágulos de sangre. Otro dolor en el vientre llega y me tengo que apoyar en el lavado, siento como la sangre vuelve a bajar rápido en mis piernas y esta vez ya no tolero el dolor, así que lo único que se me viene en la mente es que algo no está bien en mi organismo.

— ¡Pierre! ¡Pierre!—Lloriqueo al llamarlo. — ¡Pierre!

Unos minutos después escucho un sonido de alguien corriendo y es cuando veo a Pierre lanzar la puerta del baño asustado y viéndome a los ojos.

— ¡¿Qué pasa?!—Dice sin ver aún hacia abajo.

—Creo que tengo una hemorragia... —Abre sus ojos en grande y se da cuenta que estoy sangrando.

—Mierda... Alaska...

Se va del baño y pronto regresa ya cambiado y con unos jeans, una camisa y nos zapatos para mí. Me ayuda a ponerme la ropa y no tarda en tomarme de los brazos y las piernas, corre al primer piso y no tarda en tomar las escaleras de emergencia, abre uno de los autos y me pone el cinturón de seguridad.

No tarda ni siquiera mucho tiempo en encender el vehículo y salir del estacionamiento cuando marca un número telefónico y empezar a hablar mientras maneja hacia un hospital.

— ¡Mamá! Necesito de tu ayuda... Estoy bien es Alaska, está sangrando mucho y piensa que es una hemorragia... No sé... No sé... Ayúdanos por favor... Está bien, llegaré pronto... Sí, te espero allá.

Cuelga la llamada y tira el celular en el portavasos del auto, me da una mirada y se da cuenta que no las cosas van empeorando.

— ¡Maldición duele!—lloro cada vez que siento un dolor más fuerte que el anterior.

—Alaska resiste por favor... —Toma mi mano y besa el dorso.

—Pierre, me duele mucho... —Sollozo descontroladamente.

—Quédate conmigo. Llegaremos pronto.

Doy un respiro profundo y siento como todo el cuerpo empieza a dolerme tanto que ya no resisto en permanecer despierta, empiezo a ver todo borroso a punto de perder el sentido, escucho unas palabras lejanas que son poco coherentes para mis oídos y cuando estoy a punto de ver todo en negro, solo veo las letras en blanco de un lugar que dice "hospital". Es ahí cuando termino por perder la consciencia y cierro los ojos viendo todo en negro y perdiéndome en ese dolor.

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Continuará...

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