Capítulo 42

"No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor"

Alejandro Dumas

***

Los últimos días llegaron a transcurrir de una forma tan rápida que pareció como si solo hubiera parpadeado en un segundo, puedo decir que las cosas regularmente volvieron a ser un poco iguales, hago referencia el término "un poco" porque las cosas cambiaron en un buen sentido, ya que desde que la familia de Pierre y yo, regresamos a Reino Unido, parece que nos hemos vuelto más unidos, lo digo porque en ocasiones la madre de Pierre me visita a mi clínica para dejarme unas galletas hechas y horneadas por ella, también Ruby le ha gustado pasar tiempo conmigo donde a cada dos por tres veces por semana, ambas salimos de compras o simplemente solo para tomar un café, además de ello, a pesar que Skandar y el señor Kelian sean más unidos a Pierre que conmigo, puedo decir que tenemos una buena comunicación y por lo menos, eso me alegra y agrada.

Lo que me tiene un poco incómoda es que en ocasiones puedo llegar a sentir como si estuviera siendo vigilada, perseguida y por si fuera poco, amenazada. No puedo decir que solo es una simple inseguridad de esas en las que a veces las personas suelen llamar como una paranoia o que nada más un sujeto intenta llamar mi atención o solo me observa con curiosidad, tal vez llegará a decir con total claridad que podría ser eso si no fuera porque esa mirada, la cual no he podido encontrar, me acecha en cada momento, no solo cuando estoy entrando o saliendo de mi clínica, sino que cuando voy a un centro comercial, restaurante, parque y agregando cuando estoy llegando al penthouse.

En sí, no quería preocupar a nadie y más a Pierre, quien últimamente ha permanecido más ocupado que antes, pero no lo culpo de su ausencia luego que no estuvo en el trabajo por cinco días; realmente estos días casi solo es de verlo por un par de minutos o horas antes que pasará el resto de la noche en su oficina, eso sin decir que se está yendo unas horas antes a su delegación. Por un lado, quisiera ayudarlo pero ambas profesiones mantienen una larga distancia de por medio, en donde lo único que les une son las matemáticas, pero en todo caso, lo que termino por ofrecerle nada más es mi apoyo emocional y un par de cafés o té que pueden llegar a relajarlo.

Al fin de todo esto, no creo tener que estar demasiado preocupada, de todas formas, hasta el momento no he dado motivos congruentes para tener algún enemigo que me quiera hacer daño, eso sin decir, que tampoco creo que Pierre los tenga; ya que si fuese así, estoy segura que él no lo dejaría desapercibido o no me lo llegaría a ocultar solo para mantenerme a salvo.

Abro el cierre de mi bolsa de Zipploc y saco un sándwich de atún para darle pronto una mordida por el hambre; el día ha llegado a estar calmado que puedo llegar a comer tranquila sin tener alguna preocupación acerca de tener que atender pronto un paciente que ha elegido venir en la hora de mi almuerzo al no poder llegar más tarde; sinceramente puede haber días tanto buenos como malos pero en realidad no me complico tanto por aquellos que son difíciles porque me sirven no solo para relajarme y tener mis propios momentos reflexivos, sino que también me ayuda a ordenar mejor mi agenda de trabajo.

Muerdo mi sándwich y pienso sobre otra cosa que no sea acerca de ser perseguida por un psicópata que busca hacerme daño, en sí, quisiera olvidarme de esas ideas e imágenes que mi propia mente recrea para así no asustarme de cualquier cosa, quizás debí de haberme ganado un premio por tener tanta creatividad en pensar sobre cómo podría ser raptada por un extraño para hacerme sufrir y cobrar una suma alta de dinero para recuperarme, eso sin agregar de las torturas que podría hacerme o de los miedos que me provocaría si pusiera un arma en mi rostro para hacerme hablar sobre como entrar a mi clínica y sacar todo el dinero de la caja pero siendo honesta eso no sucedería, en vez de eso buscarían no sé a mi padre biológico o Pierre para que les dieran dinero, de todas formas no tengo muchas expectativas de decir que conmigo conseguirán mucho cuando no soy millonaria o tengo una caja fuerte en donde escondo grandes toneladas de oro, así que pienso que de mí obtendrían menos de unas mil libras al final.

Le hago una cara de horror a mi sándwich de atún y busco una servilleta para regresar la comida ya hecha una bola de masa, el sabor es horrible y siendo sincera, creo que no fue una buena idea comer este día algo simple cuando deseo algo más delicioso; esto me gano por no querer salir de mi oficina para buscar un buen almuerzo, de todas formas, creo que salir de mi clínica un rato podría lograr darme un respiro y mantener mis pensamientos en otros asuntos más importantes que en un desconocido.

Pienso en si botar la bolsa de Zipploc con el sándwich dentro pero llega el momento de reflexionar acerca que algún indigente o un perrito o gatito abandonado en la calle puede necesitar comida, así que con el corazón en la mano, guardo la bolsa con el emparedado en mi cartera para luego salir y cerrar la puerta con llave de mi clínica, ante todo debo de estar cinco minutos antes para que Jessie no se quede afuera esperándome.

Cruzo unas calles y busco un restaurante que pueda salvar mi hambre pero mayormente en mis alrededores son más locales y edificios de empresas, así que sigo caminando buscando aunque sea cruzarme con algún hombre con su carrito de hot dog y aunque en Estados Unidos podría ser costumbre que en cuestión de minutos me encontrará uno, no puedo decir lo mismo de Reino Unido.

Me detengo en un semáforo que se encuentra en rojo para los peatones, espero unos minutos y me arreglo la cartera antes de seguir a otro grupo de personas quienes también cruzaran la calle. A mi lado, veo a una pequeña niña agarrada de la mano de su madre, ambas nos miramos fijamente y con un pequeño gesto, muevo mi mano en forma de saludo mientras que ella me sonríe; de su mano se cae un pequeña pelota de béisbol, me agacho para recogérsela y dársela pero me detengo pronto cuando veo a alguien detrás de unas personas vestido de negro y con una capucha, cuando se fija que lo estoy viendo se da la vuelta y camina de regreso, enarco la ceja y solo le doy el juguete a la niña para cruzar pronto la calle cuando el semáforo ya se ha puesto en verde.

Siento como ese sexto sentido aparece y me dice que camine sin detenerme y mucho menos cerca de un callejón, así que no dejo de caminar y busco calles que puedan estar muy transitadas pero esa sensación de que alguien me sigue persiguiendo me hace tener escalofríos; miro varias veces hacía atrás pero no consigo ver a nadie, pero siendo realista, sé que alguien me está siguiendo, no sé si es esa persona que estaba a un metro de mí cuando estaba esperando el cambio del semáforo o pueda ser otra que simplemente intenta molestar mi día pero en verdad, no lo quiero descubrir.

Sigo trotando al punto de sentir como mis talones empiezan a doler por los zapatos de tacón, así que me detengo un momento y me apoyo en una pared de un edificio para descansar pero en ese preciso momento siento alguien toma mi brazo y busca la forma en que entre a un pequeño agujero oscuro de distancia entre los dos edificios que tengo a mi lado, intentando huir, le doy un codazo y empiezo a correr pero eso no es suficiente cuando veo que esa misma persona de capucha negra y ropa del mismo color empieza a perseguirme, ya sin ocultarse, ahora casi tan cerca de mí que temo que pueda alcanzarme.

No sé si por los nervios, el miedo o el estrés de ser perseguida me provoca que no pueda gritar, ni siquiera sé en qué momento ya estaba en otras calles que se mantenían desoladas sin casi una persona caminando en la calle, mi corazón se agitaba y no podía descubrir el rostro de la persona, solo sé que si giraba el rostro e intentaba u observarlo para poder encontrar algún detalle conocido en la persona solo lograba que perdiera mi tiempo y más podía terminar por chocar o tropezarme con algo.

Corro más rápido y en el momento en que intento cruzar una calle para alejarme más de aquella persona, siento el chillido de unas llantas y pronto de un claxon que logra asustarme y petrificarme a media calle al darme cuenta que me había cruzado un semáforo rojo de peatones y que estuve a punto de ser atropellada.

—Señorita, ¿se encuentra bien?

Trago hondo y observo a un hombre salir de su sedan gris con un rostro lleno de preocupación, se acerca a mí y mis palabras sale entrecortadas y poco entendibles cada vez que quiero explicarle que un extraño me estaba persiguiendo, apenas fui capaz de señalarle en una sola dirección y aquel hombre pudo ver como una persona corría y se alejaba, perdiéndose en otras de las calles.

—Venga conmigo, la llevaré a la estación de policías.

Me abrió la puerta de copiloto e hizo que entrara, apenas él fue el siguiente en entrar cuando no tardo en arrancar su auto y llevarme hasta la estación, intente volver a ver hacia el lugar en donde se había alejado aquel sospechoso, pero al ya no verlo sentí una nueva angustia en mi vida y esa fue en darme cuenta que estoy en peligro.

(...)

—Entonces, ¿cree que sea mujer u hombre?—pregunto un agente policial.

Hace menos de dos horas me siguen tomando una declaración acerca de haber sido perseguida por un desconocido sin saber sus verdaderas intenciones que tiene conmigo, hasta el momento, las cosas han empeorado tanto que he perdido el propio control de mi cuerpo para ahora comenzar a temblar, tener dolores de cabeza y sentirme mareada. Toda aquella adrenalina que sufrí hace dos horas nunca se había comparado con cualquier asunto que podría haberme llevado a lo mismo y a generarme un estrés y ansiedad grave.

—No sé... Estaba encapuchado y no podía verle su rostro, solo puedo decir que mide un aproximado de 1.75 a 1.80, pero por lo contrario no puedo decirle con detalles mucho de su físico cuando estaba cubierto por completo de ropa negra. —Respondí nerviosa.

— ¿Tiene enemigos, señorita Gardener?—otra pregunta que no pude procesar bien.

—Yo no... Sé... —Agite mi cabeza a los lados.

— ¿Últimamente se ha sentido amenazada por alguien?—abrí la boca pero la cerré de inmediato al no saber qué contestar. — ¿Le ha llegado a pasar esto antes? ¿Cree saber quién puede ser y por qué? ¿Tiene en mente algún antecedente que agregar? ¿Tuvo un ex novio agresivo? ¿Antes sufrió violencia por parte de alguien?

Todas aquellas preguntas solo ocasionaron que me levantara de la silla y corriera hacia los baños, ni siquiera me tarde mucho tiempo en entrar en uno de los cubículos de los sanitarios cuando empecé a vomitar en el inodoro, la reacciones fisiológicas del estrés han comenzado a resultar y no solo eso, lograr que mis manos suden y mis palpitaciones se agiten cada segundo más. Los dolores de cabeza aumentaron y sentí esa necesidad de llorar, pero al tener un estancamiento de emociones de miedo, enojo y tristeza, provocaron que no llorara y mucho menos que me liberará.

Agarre un pedazo de papel y me limpie los labios, me levante del suelo y jale de la palanca de agua del inodoro antes de salir, al verme en el espejo del baño me di cuenta que no me encontraba bien y que lo que necesitaba era relajarme antes de perder la racionalidad. Me enjuague la boca repetidas veces y pronto salí del baño para poder seguir con la declaración pero esta vez pidiendo un favor.

—Discúlpeme por haberme ido así, pero no me encuentro bien con esta situación. —Me toco la cabeza.

—Me imagino, señorita Gardener. —Se compadece el oficial de mí.

—Solo le pido un favor antes de continuar. —Lo veo a los ojos.

— ¿Cuál es?—se pone atento.

—Una pregunta a la vez o sino volveré a correr del pánico al escuchar muchas preguntas en un solo segundo.

(...)

Hubiera sido fácil llamar a Mason para que me recogiera a la estación policial, pero los dos tipos de problemas que tengo en mente se encuentran que sino llama a Pierre para comentarle donde termine por estar en el día, pueda ser que me haga muchas preguntas en el camino para comentárselas a su jefe; por un lado no lo culpo cuando es su deber estar pendiente de mí y tener que comentarle cualquier cosa mala o extraña a Pierre si no está bajo su control pero me enoja también que no pueda guardar un secreto por órdenes de su patrón.

Gracias a Dios las dos horas y media que perdí no tenía alguna cita con un paciente, eso me tranquilizo y pude llegar a tiempo para atender el de las tres de la tarde, aunque la pobre de Jessie tuvo que quedarse en esas horas afuera luego que olvidara sus llaves en su escritorio y yo me llevará las de reserva.

Durante lo que prosiguió el resto de mi tarde, pude olvidar unos minutos el mal momento que pase en mi hora de almuerzo, quizás el miedo permaneció y más cuando llego la hora de salir de mi trabajo pensando que ese o esa desconocido podía volver a atacarme, después de todo, el oficial haría lo posible para encontrar alguna otra evidencia sobre aquella persona, obteniendo las grabaciones de algunas cámaras de los semáforos o de los locales en donde camine.

Apenas llegue al penthouse y le agradecí a Mason por haber pasado a recogerme a mi trabajo, cuando comenzó a estacionar el auto, decidí mirar hacia atrás pero solo encontré la oscuridad de la calle, así que por lo menos ya estar en casa, me hacía sentir mejor. Al bajar del vehículo, dejé ir un leve suspiro que termino por relajar mi cuerpo, antes de caminar en dirección al ascensor, escuche un pequeño sonido proveniente del estacionamiento, me quede observando a mis alrededores pero no encontré nada, pero entre más el eco de un suave "miau" resonaba en el lugar me hizo preguntar si en sí, podía ser un gato. Así que mientras el pequeño sonido seguía, me fui acercando hasta unas cajas de cartón que hay en una esquina, el maullar detuvo entre más me acercaba hasta que me sorprendí al ver un rabo color café.

Enarque la ceja y me acerque más a las cajas, quite unas que estaban encima de otras y fue entonces que en un pequeño agujero encontré un gato siamés, sus ojitos azules se encontraron con los míos y volvió a maullar hasta que observé como se refugió entre sus patas y su cola; ver aquella pequeña criatura me hizo pensar acerca de donde estaba su madre y no solo eso, si tiene familia o es huérfano.

Intenté tomarlo pero se encogió del miedo e intento huir de mí, así que pensé primero en ganarme su confianza para que se acercará a mí, pensé en una estrategia y pronto recordé que en mi cartera aún se encuentra el sándwich de atún, así que lo tomé y lo saque de la bolsa Zipploc para cortar un pequeño trozo y ponérselo cerca al gatito. Le hice un pequeño camino que se dirigiría hacia mí y observé como pronto el pequeño animalito fue saliendo del rincón de las cajas, y de cómo empezó a comer hasta que ya estaba a unos centímetros de mí.

—Oh mírate, eres hermoso. —Le dije a lo cual él o ella me vio fijamente.

Me dio una fija mirada y le alce mi mano mientras lo llamaba para que se acercará.

—Señorita Gardener, ¿no le tiene miedo?—me pregunto Mason.

—No, es una ternura. —Le dije mirándolo a él unos segundos hasta que volví a poner mi atención al gatito.

Llame de nuevo al gatito y a pesar que al principio siguió teniéndome miedo, se fue acercando poco a poco hasta mí, logrando que mis dedos rozaran su cabeza y esa vez si terminara por haber una confianza en cada caricia que le propiciaba. Cuando ya hubo un buen momento de caricias, lo agarre y lo puse cerca de mi pecho mientras jugaba con sus patitas.

—Puede tener pulgas y rabia, señorita. —Se preocupó Mason

—Mason, no seas malo. Es pequeño y aunque quizás provenga de la calle no quiera decir que pueda ser agresivo. —Lo defendí.

—Pero tampoco inofensivo. —Hice un gruñido.

El pequeño gato sigue jugando con mis dedos y me da una nostalgia al pensar que pueda volver a la calle, en donde es posible que termine por morir de frío y de hambre. No creo que también sea una buena idea quedarme con el gatito cuando Pierre me dio las instrucciones de no tener mascotas en su penthouse, lo cual pueda ser que lo haga enojar pero debo de ser empática y no me gustaría dejar a un ser indefenso en un lugar donde pueda sufrir. Suspiro y tomo al final una decisión que puede costarme mucho con mi propia consciencia.

Agarro una caja no muy grande y dejo dentro al gatito, para luego tomarla y empezar a caminar al ascensor, puedo ver la cara de desconcierto y de miedo de Mason, eso me da la respuesta que quizás pueda estar haciendo lo incorrecto pero no soy capaz de dejar a pequeño siamés allá fuera cuando le puedo dar una oportunidad de vivir, hasta es posible que este momento le cambie su vida y le dé una mejor. Además, Pierre es comprensivo y cuando le explique todo, no creo que termine por echar al gatito a la calle.

—Mason, ¿puedes ir a comprar latas de atún para gatos?—él hace una mueca.

—Siento decirle señorita Alaska, pero creo que al señor no le gustara que conserve el gato. —Miro al felino quien me ve con ojitos tristes.

—No te preocupes Mason, no te crearé problemas pero no puedo dejar al gatito allá afuera. Puede morir de hambre y frío y cargaré eso en mi consciencia por no haberle ayudado. —Le di una mirada compadeciente.

Parece que pensó en mis palabras por un momento hasta que le dio una mirada también al gato, no sé qué estaba pasando por su mente pero algo parece haberle cambiado de chip cuando saco las llaves del auto del bolsillo de su pantalón para luego sonreírme.

—Está bien. También compraré un juguete y una cama para él o ella. —Acaricio la cabeza del gatito.

Entre al ascensor y lleve al felino dentro del penthouse, no sé cómo le explicaría a Pierre sobre esto pero tengo que darle unos buenos motivos para que el animalito no regrese a la calle, de todas formas, si todo no sale bien tendré que buscar un plan B, el cual me tocará dejar al pequeño en un refugio de animales, para que pueda ser adoptado por una familia que lo quiera.

Mi celular empieza a sonar y tengo que dejar la caja en uno de los sofás para de mi cartera sacar mi dispositivo móvil. Veo que es una llamada de mi madre, así que imaginando que pueda ser para pasar a saludarme, le contesto con un tono alegre pero al escuchar su sollozo al otro lado de la línea, mi estado de alerta se enciende y logra asustarme.

—Mamá, ¿qué sucede?—siento como mi corazón empieza a agitarse.

—Alaska, hija... —Trago hondo.

—Papá... Papá... ¿Está bien él?—muerdo mis uñas.

—Sí pero ha surgido un problema y creo que no podré seguirlo omitiendo por si te llegas a enterar pronto. —No sé qué decir en ese momento.

—Dímelo, mamá. —Espero su respuesta.

—No hemos podido pagar la hipoteca de casa y del terreno. —Un golpe tremendo logro que me volviera a sentir mal. —Y he intentado conseguir el dinero con tu padre para pagarlo pero ha surgido el problema que por la tardanza, nos cobraron los intereses y eso significa... —La interrumpí.

—Que les cobraran el doble. —Susurré. — ¿Por qué no me lo dijiste antes, mamá?—dije preocupada.

—Pensé que podríamos solucionar el problema antes del tiempo sin necesitar de tu ayuda económica. —Me doy un golpe en la cabeza.

—Mamá... Estamos hablando de que... Unos ¿10,000 dólares?—le digo molesta.

—Sí...

—Debías de haberme dicho antes, ¿cómo pensabas pagar la cuota cuando apenas trabajas de la agricultura y mi padre está enfermo en casa?—Le digo sin darme cuenta de mis propias palabras.

Hubo un silencio duro e incómodo cuando le dije aquellas palabras fuertes, realmente no debería gritarle cuando ella es mi madre y me ha dado muchas cosas para salir adelante, no soy quien para juzgarla y mucho menos decirle que por su trabajo no sería capaz de poder pagar la hipoteca de la casa, ella ha luchado durante mucho tiempo no solo para seguir viviendo y comiendo de su labor agrícola sino que también por cuidar a mi padre. Me toco la cabeza y me arrepiento pronto para pedirle una disculpa.

—Lo siento mamá, me he desquitado mi enojo contigo cuando no debería hacerlo. —Le menciono.

—No te preocupes, hija. Te estoy dejando una carga pesada con esto cuando tienes tus propios problemas. —Suspiro.

—Aun así, me acabo de comportar como una desagradecida cuando han hecho tanto por mí. —Como adoptarme, amarme y responsabilizarse de mí sin saber que no soy su hija biológica. —Buscaré la forma en conseguir el dinero a tiempo, ¿qué día le han dado de límite?

—Pasado mañana... —Me quedo boca abierta.

— ¿Pasado mañana? ¡Es muy pronto!—Ahora cómo y dónde conseguiré diez mil dólares.

—Quizás, sea hora de poner en venta la mitad del terreno—pone de opción ella.

— ¿Qué? ¡No mamá! Ni se te ocurra—le digo asustada. —Solo no busques esa alternativa, les enviaré el dinero mañana. —Le digo.

—Gracias hija. —Dice ella con tono triste.

—Buenas noches, mamá.

Diez mil dólares para conseguirlos un día, me acuerdo que tengo cuatro o cinco mil dólares en mi cuenta bancaria pero no tengo idea de dónde sacaré los otros cinco mil cuando la otra semana también tengo que pagar el local de la clínica. Ni siquiera quiero pedir un préstamo al banco porque eso es entrar en un lío de intereses más y la verdad, las alternativas de pedirle dinero a Pierre o a Miranda no es algo que quiera y no sé si vender mi ropa pueda conseguir altos montos de dinero.

De nuevo el estrés llega y provoca que tenga dolor de cabeza, pensar en todo lo que me ha sucedido en el día ha logrado que hasta pierda el apetito, primero haber sido perseguida por un extraño y ahora tener que conseguir dinero para pagar la hipoteca de la casa y el terreno de mis padres. No tuve ni siquiera el tiempo de preguntarle a mi madre como es que no pudo pagar a tiempo la cuota pero eso lo dejaré otro día, es capaz que si me entero como sucedió todo este enrollo, las cosas terminen por empeorar.

Veo hacia la caja y el felino de grandes ojos azules se me queda mirando con curiosidad, espero que Pierre no se enoje por haberlo dejado en casa o es posible que no pueda seguir en pie con otro problema.

(...)

Escuche unos pasos en la habitación, así que por reacción de miedo por lo de la tarde, me levante rápido y encendí la luz de la mesita de noche para encontrarme con Pierre caminando en puntillas, veo la hora y son las 11:02, no me había dado cuenta de lo mucho que he dormido y eso sin decir que aún sigo con dolores de cabeza y con mareos provocados por los problemas que he tenido en último momento.

— ¿Acabas de llegar?—le pregunto soñolienta.

—No, hace cuatro horas llegue. —Se acarició la cabeza.

— ¿Ya cenaste?—asiente.

—Calenté comida—ruedo los ojos.

—Pude haberte hecho comida—le reprendí.

—Te encontré dormida, así que no quise despertarte ya que pensé que estarías cansada. —Explicó.

Si supiera todo lo que me ha sucedido en el día, sé que no tardaría en sentarse a mi lado y escuchar mis problemas, pero él también tiene una cara de cansancio que no quiero agotarlo más con conflictos que prefiero resolverlos por mi cuenta.

—Oye, ¿todo bien?—tocó mi rostro.

Quizás pueda pedirle un préstamo a Pierre de esos cinco mil dólares que necesito... Aunque ya le debo demasiado con todos los regalos y la ropa que me ha comprado para ahora venir a pedirle más dinero. No quizás, encuentre otra forma pronto.

—Sí, ha sido un día duro. —Encojo los hombros. —Y me duele mucho la cabeza. —Reprimo una sonrisa.

—Descansa. —Deja un beso en mi rostro.

—Pierre quiero hablar algo contigo—tenía que decirle sobre lo del gato antes que lo olvidará.

— ¿Puede ser mañana? Es que estoy cansado y solo quiero dormir. —Bufo con su comentario.

—Bien, no te preocupes. Será mañana. —Asiente y se levanta de la cama para ir al baño al darse una ducha y venir a la cama.

Ahora me debo de encargar de dos cosas antes que se salgan de mis manos, lo peor de ello es que si no tengo un plan para ambas es posible que todo se vaya a la basura. Dios, odio tener que resolver problemas de último momento.

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Continuará...

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