Capítulo 40 🔞

"Nuestro ánimo se inclina a confiar en aquellos a quienes no conocemos por esta razón: porque todavía no nos han traicionado"

Samuel Johnson

***

Salgo al jardín con el celular en la mano y busco un lugar solitario y silencioso para contestar aquella llamada, apenas encuentro un punto de poca oscuridad que apenas se observar a través de la luz de la luna; camino unos pasos y miro hacia atrás para saber si nadie me persigue, así que llegando hacia ese punto que he optado por quedarme, termino por contestar la llamada sonando un poco cansada y de poco humor que hasta el momento tendré que elevar en los próximos minutos.

— ¡Mamá que gusto poder escucharte!—intento sonar convincente.

—Hola hija, ¿cómo te encuentras?—empieza a hablar.

Siendo sincera mal después de haber pasado una tarde horrible e incómoda en donde solo quería regresar a la villa y poder permanecer sola mientras ignoraba a Pierre después de haberme gritado que aún quiere alejarse de mí cuando solo intentaba ayudarlo...

—Muy bien, ¿cómo estás tú y papá?—evado la respuesta correcta.

—Por el momento, bien. —Enarco la ceja con esa extraña respuesta de su parte.

— ¿Cómo que por el momento?—busco esa explicación.

Un silencio corto proviene de la línea telefónica al no tener una respuesta por parte de mi madre; por instinto sé que algo sucede y por protección no me quiere decir pero como no me gusta quedarme con los brazos cruzados sin saber la verdad, termino por preguntarle.

— ¿Sucedió algo con papá?—digo sin preámbulos.

— ¡No! Últimamente, todo nos está yendo bien. —Me suena poco convincente esa respuesta.

— ¿Dices la verdad? O solo lo haces para que no me preocupe. —Espero su respuesta.

—Sabes que no me gusta mentirte, hija—suspiro al saber que eso es verdad.

Tiene razón, a ella no le gusta las mentiras pero en toda ocasión siempre me preocupo por la salud de mi padre que creo que ya es tendencia que siempre piense que sus llamadas son para mencionarme sobre algo bueno o malo de mi padre, además como no dejar de pensar en ello cuando no estoy a su lado o de ver a cada momento las mejorías que hay en él. Sinceramente ya no sé en qué creer.

—Lo que si me tiene un poco mal es porque no nos dijiste que tienes novio. —Eso me despertó de la nube de pensamientos en que me encontraba.

Me quedo callada sin saber que explicación darle ahora mismo, realmente ella solo sabía que me había mudado de apartamento pero no le había contado la historia que vivo con Pierre y que mucho menos tengo una extraña y brecha relación con él. Aunque en realidad, no tengo muchos ánimos para hablar de ello luego de la espantosa tarde que tuve y más al recordar sus palabras y tener que soportar unas horas más al estar a unos metros de él en el mismo yate en donde si no nos hubiéramos alejado tanto de la costa hubiera saltado y nadado hasta ella para alejarme de él e irme de nuevo a la villa.

—Es complicado. —Menciono para no darle a ella esperanzas de tener un yerno.

— ¿Complicado? Hija, ya eres adulta y sabes cómo lidiar con tu vida... —Suspiro al saber que eso no es verdad. —Pero no me gusta que nos ocultes cosas cuando siempre tú has sabido decirnos todo sin rodeos. —Asiento porque tiene razón.

—Lo sé pero no quiero crearme ilusiones. —Digo melancólica.

En verdad, ilusiones ya tengo y tuve pero lo peor de todo esto es que no comprendo cómo aún sigo sin perder las esperanzas en que pueda lograr conseguir algo con Pierre cuando él sigue restregándome en la cara que ya quiere alejarse de mí y que solo espera el día correcto para que ambos tomemos caminos por separado.

— ¿Te ha hecho daño ese joven?—pregunta ella con miedo.

Daño, podemos decirlo psicológicamente pero física no. Pero aun así sigue siendo una agresión para mis emociones que en algún momento me bajan la autoestima y me pregunto sobre qué es lo que tengo de malo para que él no me quiera a su lado. Pensar sobre ellos me provoca un malestar y no solo eso, siento como mis ojos empiezan a empañar de lágrimas.

—No, no es eso. —Prefiero mejor no causarle dudas y molestias. —Solo que, es mi primera relación amorosa y no tengo idea de cómo llevarla a cabo por más tiempo.

—Como consejo hija, tienes que saber primero si es el hombre correcto que quieres a tu lado. —Comienza a decirme. —Tienes que saber que él siempre está contigo en las buenas y en las malas, que adora, que te protege y que te ama. Pero que también te sepa respetar como mujer y que no haya secretos en su relación. —Juego con una piedra mientras ella me aconseja. —Por más que te diga que te amé tiene que ganarse tu confianza, además deben de conocerse bien y sentirte segura de sus decisiones. —Intento no sollozar. —Esto no solo se basa de amor y sexo, Alaska. Tienen que saber conocerse, comprenderse y soportar las dificultades que tengan en el camino encontrando soluciones como pareja. Si no existe todo lo que te he mencionado, la relación será disfuncional y sufrirás. —Comprendo todo lo que dice.

Quisiera decirle que todo esto no es más que un simple contrato del cual es limitado y que pronto terminara para que dejé a Pierre y yo pueda tomar otras decisiones que equivalen en mi futuro y en un próximo amor.

Lo malo de esto es que en estas ocasiones pienso que separarme de Pierre es lo mejor porque pueda ser que haya un hombre más honrado y bueno que pueda aceptarme y quererme como lo deseo porque con Pierre ya he empezado a desistir y perder esas esperanzas en él.

—Gracias por el consejo, mamá. Lo tomaré en práctica. —Le susurro con lágrimas en los ojos.

—Ya sabes hija, quiero lo mejor para ti. —Sonrío al saber que es verdad.

—Te hablo otro día, ha sido un día pesado y cansado y necesito dormir. —Le digo antes de colgarle.

—Está bien, llámame para cualquier cosa, ¿sí?—Menciona.

—Sí, adiós mamá. Te amo y saludos a mi padre. —Digo por último.

—Adiós hija. Te amo.

Cuelgo la llamada y pronto me limpio los ojos con el dorso de mi mano, nunca creí que el amor sería un asunto tan complicado hasta que lo vives y experimentas con la persona que crees que puede ser la correcta o la equivocada, quizás pienso de esa forma tan absurda y niñata porque en cierta forma, Pierre ha cambiado mi mundo, me ha enseñado a ver todos los lados que se puede presenciar en un hombre y la forma en cómo te puede llegar a tratar con sus humores y eso sin decir, que el sexo no es todo lo que siempre abarcará en la relación.

Camino en dirección a la casa y veo como la madre de Pierre termina de hacer la cena, ella al escuchar lo que me dijo su hijo en el yate me ha consolado, aconsejado y apoyado así como Ruby, pero su propósito a pesar de haber sido bueno, no logro su objetivo.

—Alaska, ven a cenar. —Me alienta a que pueda olvidar el frustrante día pero estar cerca de toda la familia y al lado de Pierre puede ser que pierda el apetito.

—Lo siento señora Dayana, estoy cansada y creo que será mejor que me vaya a dormir. —Ella hace una mueca.

—Querida, no dejes que te afecten sus palabras. —Se acerca a mí y me toma de las manos.

Aquel acto de cariño y apoyo me hacen sentir débil y sensible, lo cual no quisiera que todo el mundo viera ese lado de mí, quisiera que todos se dieran cuenta que soy fuerte y que unas simples palabras no me van a destruir pero en el estado emocional en que me encuentro ya no sé qué pensar, qué hacer y qué responder.

—Mi hijo te ama...

Niego, lo niego como todas las veces que ella y su hija me lo dijeron al mediodía pensando que eso aliviaría el dolor pero eso en vez de sincronizarlo lo aumenta más porque sé que Pierre no me ama y que jamás lo hará.

—No quiero hablar de ello. —Musito.

Suelto sus manos y me voy corriendo a la habitación en que comparto con Pierre, las lágrimas aparecen y ya caen en mis mejillas que es inevitable no dejar que se detengan.

Cierro la puerta y voy hasta la cama, me siento en ella y empiezo a llorar de forma descontrolada, pienso que en este momento ya no lloro por el dolor sino más bien por mí misma al no saber cómo enfrentar estas situaciones y de cómo controlarlas. Sería más fácil si mi carácter no fuera introvertido, quisiera ser capaz de poder llevar la cabeza en alto y hacerle ver al mundo que nada me puede dañar pero creo que es demasiado tarde para que eso suceda.

Entro al baño y me quito toda la ropa para entrar en la ducha, necesito relajarme para poder olvidar todo y creo que dándome un baño será la condición perfecta para recuperar mi estado de ánimo.

Giro el grifo y el agua caliente empieza a caer en mi rostro, inclino mi cabeza y empieza a mojar mi cabello y mi cuerpo, la sensación de alivio empieza relajar mi cuerpo y soy capaz de poder tranquilizarme cuando cierro los ojos y me doy masajes en mis hombros y en algunas partes que alcanzo de mi espalda.

Mis pensamientos y los recuerdos se escabullen unos minutos de mi mente para permitir que solo me concentre en aquellos momentos en la ducha, estoy segura que si hubiera utilizado la bañera capaz que termino por quedarme dormida ahí, quito mis manos y las pongo en los azulejos azules y grises del baño, dejo que el agua caiga sobre todo mi cuerpo mientras que nivelo mi respiración.

Dejo ir un suspiro cuando siento que unas manos empiezan a darle masajes a mi hombros y luego a mi espalda, aquellas maravillosos dedos pasan por encima de aquellos nudos de estrés que he tenido últimamente, eso sin decir que el olor a un gel de moras ha logrado que pueda apreciar del aroma y de las sensaciones, pero al abrir los ojos descubro una cosa, que no soy yo quien me estoy propiciando esos masajes, así que vuelvo a poner erguido mi cuerpo y me doy la vuelta para encontrarme con Pierre, esa paz que había hace unos momentos ha sido enterrada en lo más profundo de la tierra y de nuevo aparece esa emoción de enojo que invade mi cuerpo en solo unos segundos.

— ¿Qué haces aquí?—digo fría y cortante.

—Alaska, déjame explicarte...

— ¿Explicarme qué? ¿Qué todo fue un impulso? ¿Un malentendido? ¿Una excusa más para no entrometerme en tus asuntos?—él baja la mirada.

—Lo siento... —Murmura.

—Lo siento... Lo siento... Lo siento... —repito con ironía. — ¿Es lo único que sabes decir?—Eleva su rostro al ver que estoy hablando en serio y con enojo. —No tienes por qué ser tan imbécil a veces, Pierre. Sé que me quieres lejos pero a veces te juro que no me hace falta en tomar un avión e irme a Reino Unido y eso sin decir que a veces tengo motivos grandes para irme del penthouse, buscar un lugar en donde pasar la noche y volver a Estados Unidos. —Abre los ojos admirado de lo que digo. —Estoy cansada que días estamos bien y días estamos mal. Sé que no todo tiene que ser perfecto pero me molesta que seas así conmigo cuando no te doy motivos para que me agredas con palabras que me hacen sentir mal. —Niego y siento que empiezo a romperme. —Quizás fue mal en haber aceptado venir aquí.

Me rasco los ojos por el dolor de sentir que ya me arden al estar llorando a cada momento y no darles un respiro. Pierre se acerca e intenta tocarme pero me alejo, chocando en la pared para que no se atreva a hacerlo.

—No me toques que no estoy de humor para hacer las paces contigo. —Le amenazo.

Pierre se muerde el labio y me da una mirada triste, pero por el enojo me he convertido en un ser apático y poco comprensible luego de saber que no tiene palabras con que defenderse al darse cuenta que la mayor parte de cosas que le he dicho son verdad y que logran hacer que tenga la razón.

—Debí de decírtelo antes pero... —Lo interrumpo.

—Es demasiado tarde, ¿no lo crees?—cruzo los brazos.

—Es que no quiero preocuparte con este asunto, Alaska. —Dice nervioso.

—No te has dado cuenta que todo lo que venga de ti, me hace que me preocupe y quiera ayudarte. —Él suspira.

—Existen cosas que no puedes hacer por mí, Alaska. Quieras o no, no puedes lograr que todo sea bueno aunque busques la forma de conseguirlo. —Quito la mirada de sus ojos.

—Te odio. —Musito.

Da unos pasos hacia mí y el agua empieza a caer por su cabeza hasta resbalarse en varias partes de su cuerpo, intento no verlo a los ojos y es ese momento en que toma mi barbilla y hace que lo vea a los ojos.

—Puedes odiarme lo que quieras pero sabes que tú y yo aún tenemos un lazo por en medio. —Responde sonriendo.

Lo veo molesta y quito su mano de mi barbilla para que pueda ver hacia mi lado pero él, pronto se acerca más y terminar por poner su cabeza en mi cuello y sus manos en mi espalda, logrando abrazarme y buscando la forma en que yo reciba su acción.

No sé qué hacer en esos par de minutos que mantengo mis manos fuera de su cuerpo pero pronto escucho unos sollozos cerca de mi oído que me hacen dudar si estaré escuchando mal o no, pero al sentir como la piel de mi cuerpo se moja con unas lágrimas me doy cuenta que está llorando. Eso me hace reaccionar y ponerme alerta sobre lo que está sucediendo así que mis manos terminan por ponerse en su espalda.

—Pierre... —Apenas puedo articular.

Acaricio su espalda intentando reconfortarlo, no se separa de mí en ningún momento y puedo sentir como cada vez se relaja más hasta dejar de llorar y sollozar, su respiración empieza a provocar cosquillas en mi cuello y puedo sentir como sus manos bajan hasta mi espalda baja. Besa mi cuello y me aprieto más a él hasta sentir como su masculinidad golpea mis muslos.

Sus manos van de arriba hacia abajo, tocando cada rincón de mi piel, me dedico a besar los músculos de su pecho que ni siquiera me detengo en no morder su cuello, su mano toca la cara interna de mis muslos y con atrevimiento separo un poco mi pierna para darle el acceso para que me toque; aleja su rostro de mi cuello y pronto busca mis labios para terminar por juntarlos los suyos en un fiero y deseado beso que me hace gemir en su boca.

Lo aruño en sus hombros cuando separa mis labios vaginales y posiciona su pene en mi abertura hasta que lo desliza despacio, haciendo que jadeé y trague hondo con aquella arremetida inesperada.

—Oh cielos...

Presiono mi cuerpo sobre los azulejos del baño mientras que Pierre me penetra suave y a un ritmo lento que me hace gemir a cada momento; por la diferencia de estatura, me agarro de sus hombros y doy un pequeño salto en donde pronto él me toma con una mano en la espalda y la otra en las piernas mientras que de nuevo me deja contra la pared.

Me besa todo el rostro para luego bajar y buscar mis pezones los cuales les brinda caricias y succiones con su boca; mis hormonas de nuevo se alborotan y siento como la sangre se me agita al sentir como Pierre entra y sale de mí; busco la forma en poder moverme más rápido pero me detiene haciendo que el movimiento siga siendo al mismo ritmo que desde hace unos minutos.

—No cielo, será lento. Quiero que me sientas y que sepas que esto no es como todas las veces que hemos estado juntos. —Deja varios besos alrededor de mis hombros.

—Pierre... Oh cielos... ¡Sí!

—No te quiero lejos de mí, solo tengo miedo que te suceda algo y yo no pueda protegerte. —Mi cuerpo se curva cuando solo entra la punta, lo saca y entra en profundidad.

—Entonces, ¿por qué me dijiste eso?—apenas puedo hablar con todas las sensaciones que aparecen en mi cuerpo.

—Porque eres mi adoración, Alaska. Y la única forma que puedo mantenerte a salvo es así, tenerte lejos. —Dice con tristeza.

—Pero yo no quiero que sea así... —Mi respiración se entrecorta.

—Pero lo será, mientras te tenga conmigo, mon amour. —Trago hondo.

—Dímelo... —Susurro cerca de sus labios.

— ¿El qué?—pregunta.

—Dímelo en nuestro idioma, quiero escucharlo, por favor. —Acaricio su rostro.

—Mi amor. —Comprende mis palabras.

Lo beso hasta sentir como nuestros labios empiezan a gastarse, sus palabras, su tono de voz, su protección me hacen sentir varias emociones y sensaciones que se convierten en mariposas en mi estómago, ya no puedo detenerme y volver atrás para no sentir todo eso, solo me queda seguirlo viviendo.

—Me gusta, Pierre. —Gimo con la aparición del orgasmo.

—Oh sí... Me vengo mi amor. Estoy cerca. —Cierra los ojos.

—Déjate ir. —Digo antes de que ambos lleguemos al orgasmo al mismo tiempo.

(...)

Me siento cansada, devastada y con hambre... Es posible que haber dejado de comer en la noche por haber tenido un maratón de sexo no haya sido una buena opción. No sé cómo es que mi cuerpo resistió otras dos veces más en poder tener una vez más sexo en la ducha y la otra en la cama. Creo que empiezo a ser insaciable y eso sin decir que pago las consecuencias en la mañana que no puedo ni siquiera levantarme.

Miro la hora del reloj que se encuentra en la pared y veo un poco borroso que son las 7:05 am. Es temprano pero necesito comer antes que me convierta en un mounstro.

Antes de levantarme me doy cuenta que a mi lado ya no se encuentra Pierre, así que pensando que quizás se ha marchado para salir a correr o para pasar un momento a solas, dejo de preocuparme para ir a darme un baño y así bajar a la cocina, pero mis planes son interrumpidos cuando Pierre abre la puerta y entra con una bandeja de comida en sus brazos, empuja la puerta con su pie y con una sonrisa que irradia una buena mañana se acerca hasta mí y deja la bandeja en la mesita de noche.

—Buenos días ángel. —Se sienta en frente de mí. — ¿Cómo has amanecido?—me sonrojo.

—Bien, un poco cansada pero bien. —Le sonrío.

—Te he hecho el desayuno. —Miro la comida y veo a un lado una pequeña flor blanca. —Lo siento, no encontré un girasol. —Hace una mueca.

Me acerco a él y le doy un beso que parece ser que ninguno de los dos desea cortar.

—Es hermosa. Me encanta. —Sonríe.

Vuelvo a besarlo hasta que siento como ya empiezo a ponerme encima de él, le quito su camisa blanca y empiezo a tocar su cuerpo de abajo hacia arriba.

—Desayuna... —Me reprende con risa.

—Pasemos al postre, de todas formas no creo poder comer sin saltarme a lo que más me gusta—Pierre empieza a tocar mis senos.

— ¡Diablos! Creo que no tengo opción...

(...)

Nos alojamos en una pequeña parte solitaria de la playa del Prado, ponemos dos sombrillas grandes y extendemos cuatro tumbonas para poder sentarnos, el sol de nuevo irradia calor y puedo ver a varias personas a lo lejos, algunas de ellas caminando en la orilla de la playa, otras surfeando, otras tomando sol y otras tomando fotografías. Es divertido ver todo aquello y más cuando nos encontramos en un buen lugar para pasar el día.

Skandar fue el primero en entrar al mar queriendo practicar un poco de surf, mientras tanto el abuelo, se quedaba leyendo un libro de lo que parecía ser de poesía y bebiendo unas cervezas que hacía mención que no le harían daño. La señora Dayana se quedó viendo un par de niños que jugaban con la arena, intentando hacer castillos con sus cubetas rojas y palas amarillas, en cambio Ruby, se sentó en la tumbona esperando a tener un nuevo bronceado.

Me senté en la otra tumbona y saque el protector solar para empezar a ponérmelo en mis brazos, pero comenzando a esparcirlo por mi piel siento como Pierre agarra el bote del protector, se pone un poco en la palma de su manos y no tarda en repartirlo en su otra mano para irlo dejando por toda mi espalda, haciendo círculos que dejan que cierre los ojos ante el masaje.

—Ese bikini te queda estupendo. —Musita cerca de mi oído.

— ¿Ah sí?—espero su respuesta.

—Resalta con tu piel, aunque creo que muestras mucho. —Arqueo la ceja.

—Es un traje de baño de dos piezas... —Le digo.

—Y hay muchos hombres que te observaron cómo unos lobos en todo el camino hasta acá. —Empiezo a reír.

— ¿Celoso?—lo miro de reojo.

—No me provoques ángel, que sabes que puedo ser muy territorial. —Encojo los hombros.

—Sabes que de eso no debes preocuparte. —Le guiño el ojo antes de volver a ver en dirección al mar.

Luego de ponerme bloqueador solar, me quedo un rato con Ruby, ella me habla sobre una revista que ha comprado el día de ayer sobre asuntos de maquillaje y vestuario en donde desea experimentar para ver cómo funcionan y saber si son efectivos; la escucho atenta pero en ocasiones me despisto al ver a Pierre hablar con su abuelo en privado, él parece darle unos consejos a su nieto que no apenas lo deja hablar pero a veces lo interrumpe cuando quiere darle su opinión. La señora Dayana se queda bajo una sombrilla descansando mientras con un abanico se da viento y toma limonada, su elegancia me recuerda mucho a las mujeres de las película pero en sí, ella parece estar muy tranquila después de los días terribles que ha llegado a tener.

Antes de poder seguir hablando con Ruby sobre los colores de sombra que más pueden verse lindos en sus ojos, e una distancia cercana veo como llegan dos chicas, me doy cuenta como ambas miran a Pierre de cabeza a pies y de como parece llamarles su atención a pesar que él no se ha llegado a fijar. Las dos mujeres ponen sus tumbonas y una enorme sombrilla entre los dos asientos para poder protegerse del sol, se sientas y abren unas coca—cola lata hasta empezar a tomárselas al mismo tiempo que siguen observando a Pierre y buscan llamar su atención.

Una de ellas se quita su vestido para quedarse en bikini mientras que la otra parece ajustarse el lazo del sostén del traje de baño para que sus pechos puedan quedar más elevados.

Pierre se da la vuelta y se da cuenta como una de ellas lo saluda y aunque veo su incomodidad, termina por saludarla pero deja de ponerle atención para seguir escuchando y hablando con su abuelo.

Las chicas parecen no detenerse cuando varias veces intentan llamar su atención, hablándole o haciéndole señales para que se acerque pero aun así Pierre parece ignorar sus llamados.

—Mmm, creo que deberías enseñarles a esas mujeres quien es tu novio. —Ruby se baja sus lentes de sol hasta el puente de su nariz.

— ¿Cómo?—intento tener un plan rápido.

—Me llevaré a mi abuelo y tú buscas una manera para encerrarlas a ellas y dejarles ver que mi hermano es tuyo. —Ruby muestra una sonrisa maléfica.

Ruby quien no me da mucho tiempo en pensar, se levanta de su tumbona para ir hasta su abuelo, agarrar su brazo y llevarlo lejos de donde estamos en donde parece que terminaran comprando helado. Así que con lo primero que se me viene en la mente, agarro el bloqueador solar y me acerco a Pierre quien ahora se encuentra sentado en la otra tumbona.

—Cariño, te quemaras. Deja que te ponga bloqueador. —Lo digo en voz alta para que las dos chicas me escuchen.

No tardo en sentarme detrás de Pierre y tener un poco de bloqueador en mis manos para empezar a esparcirlo desde sus hombros hasta su espalda; Pierre se queda inmóvil y solo me menciona en qué lugares puedo ponerle más bloqueador y a la vez hacerle un masaje.

—Celosa. —Escucho que dice.

—No soy la única, tú también lo eres. —Le susurro en el oído a lo cual él ríe.

Él se da la vuelta y sin esperarlo, pone una mano en mi cintura y me acerca hasta su cuerpo propiciándome un largo beso que me quita pronto la respiración.

—Ustedes par de tortolos... Porque no mejor dejan de mostrarles a todos sus actos de amor y van a dar darse mejor un baño. —La madre de Pierre intenta no reírse con su consejo.

— ¿Vamos?—me mira Pierre.

—Vamos.

Me levanto de la tumbona pero no me queda tiempo en moverme cuando Pierre me toma de mis brazos y piernas y corre hasta el mar, empiezo a reír que en un momento de haberlo golpeado en la espalda para dejarme ir, se resbala y ambos caemos en la orilla del mar, mojándonos y siendo arrastrados por una ola que termina por bañarnos.

Las risas entre los dos es grande que pronto él me toma de los brazos y me hace caer encima de él y sin esperarlo me quita solo unos mechones de cabello de mi rostro para regalarme un largo y suave beso que es interrumpido pronto por otra ola que esta vez nos moja más que la anterior pero termina siempre por hacernos reír.

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Continuará...

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