Capítulo 4

"El destino se lleva siempre su parte y no se retira hasta obtener lo que le corresponde"

Haruki Murakami

***

Observo como Miranda tira la copa de vino con molestia al comentarle por enésima vez que no aceptare la propuestas de cenas con Pierre hasta que me sienta segura que él se esfuerza por buscar algo más que sexo en la cita; mi amiga, la cual puedo compartirle cualquier cosa sea o no que tenga que avergonzarme y dejar en evidencia que no existe pudor entre los últimos mensajes que confiscaron que Pierre me seguirá insistiendo hasta buscar lo que quiere de mí.

La noche fue peor de lo que esperaba, tanto que sueños húmedos, como los hace llamar Miranda, llegue a tener; para ser sincera, me avergüenzo al recordar cada uno de los movimientos fieros y salvajes que Pierre consiguió para tenerme bajo su dominio, o como no tardo en meter sus manos bajo mi falda para acariciar mis muslos y eso sin decir que casi sentí real de cómo sus labios fueron rozando cada parte de mi piel sin dejar una escasa huella de sus besos. Simplemente, todo fue un sueño y aunque estoy consciente que todo fue provocado gracias a sus estúpidos correos los cuales hicieron que no evitara olvidarlo ni en sueños, no me quejo que por lo menos pude fantasear un poco sin haber tenido que idear que estaba cayendo bajo sus efectos varoniles en el mundo real.

—Te odio, si hubiera sido yo...—empezó a sacar una cajetilla de cigarros.

—No fumes aquí, nos pueden sacar—le dije por lo bajo.

Miranda puede vivir sin el tabaco pero cuando comienza a sentirse ansiosa o estresada, no le queda otro remedio que recurrir a su amigo fiel, el cigarro. Creo que por un lado, me he ido adaptando a la idea de verla fumar cuando no tolera situaciones en las cuales hay peligro, daño emocional o errores que ella no hubiera querido cometer; pero cuando se trata entre amigas, ella se frustra de forma momentánea si nosotras, no logramos salir adelante o no nos esforzarnos a intentar tomar decisiones arriesgadas que nos pueden llevar al éxito, puedo decir, que por un lado ella tiene suficiente razón, pero por otra, cómo podré lidiar con asuntos que para mí lo siento superiores cuando el resultado puede llegar a ser insuficiente, inconcluso o malo; llegando a la conclusión que puede terminar para mí, cometiendo errores o al final, terminar por tener miedo.

— ¿Por qué no lo intentas? ¿Por qué te preocupas tanto por el sexo?—unas personas de nuestro alrededor se dieron la vuelta para verla.

—Baja la voz, no es necesario que lo grites hasta China—le dije avergonzada.

—Sabes, te ahorre una pequeña investigación cuando me llamaste y dijiste que querías hablar sobre él—elevé mis cejas un poco sorprendida.

— ¿No tenías que entregar reportes esté día?—hice un gesto de indiferencia.

—Sí pero, puedo con ello—me guiñó el ojo.

Observé como saco su IPhone X para buscar la información necesaria que ha llegado a buscar de Pierre, me prometí no seguir confiscando más datos sobre él después que pensé que estoy haciendo lo incorrecto y eso puede llegar a llevarme a una obsesión, en donde sé que corromperé mis propias reglas de castidad hasta terminar por caer en su trampa como un anzuelo fácil.

El problema surgió que cuando Miranda me paso su celular, no tarde en agarrarlo, por lo tanto supe que no puedo ni siquiera controlar el impulso de rechazar la información cuando me es facilitada y lo cual lo único que debo de responder para no aceptarla debe ser un sencillo «no» para librarme de cualquier tonta ilusión que pueda crear en mi cabeza.

—Puedes creerlo, un alumno honorable con una licenciatura en ingeniería civil y luego una maestría en economía y negocios, eso sin decir que es una persona muy importante del país y ha conocido a la reina Isabel II. —Reí al ver su rostro lleno de emoción y diversión.

No sé cómo Miranda pudo encontrar información importante de él, porque es decir, ni siquiera que Pierre fuera tan importante para encontrarlo en Wikipedia y decir que toda información es cien por ciento segura y confiable cuando a veces puede llegar a ser aumentada por las críticas o historias hasta el punto de hacer ver que la información ha comenzado a ser falsa.

—Es de fuentes confiables—ella mostro un rostro serio.

—Claro, trabajar casi una década con abogados me ha enseñado a buscar material correcto y seguro. —Dijo de forma presumida.

— ¡Ah! Debo de aceptar que dices la verdad—rodé los ojos con gracia.

Empecé a leer información relevante y personal de Pierre, mediante fui descubriendo datos de su familia, niñez, adolescencia y últimamente, su adultez, casi me sentí una acosadora al no perdonar y guardar cada detalle sobre él, ni siquiera tengo idea del porque mis ojos siguen leyendo cada párrafo cuando quiero detenerme y decirme a mí misma que si quiero seguir sabiendo de él, por lo menos que dejé un espacio por si algún día, él y yo consideramos conversar como amigos y... A quién quiero engañar, entre más leo sobre él, todo me resulta sexy e impresionante que aunque llegase a saber todo de él, me resultaría hasta más increíble escucharlo de su boca.

—Diablos, ¿no crees que ya se han tardado mucho con la cena?—asentí.

—Deberíamos preguntar qué sucede con nuestra comida—digo desconcertada por el mal servicio.

Ambas nos levantábamos para hablar con el gerente del restaurante quien ha comenzado a supervisar cada una de las mesas del local, el problema es que ningún momento se acercó a nosotras, por lo cual, al final si la montaña no va hacia Mahoma, Mahoma tendrá que ir a la montaña.

Antes de poder seguir con nuestro camino, choco con la espalda de Miranda al percatar que ella se ha detenido de repente sin que yo me diera cuenta, observo como ella se queda mirando a un punto fijo sin parpadear, haciendo que me preocupe demasiado de su reacción, es como si hubiera llegado a ver un fantasma o uno de sus ex; pero entre más miro en una dirección exacta en donde ella aun no deja de ver, pronto soy la siguiente en sentir como mi corazón deja de latir y también, como no puedo respirar o parpadear.

— ¿Qué hace aquí Pierre?—apenas soy capaz de poder pronunciar su nombre.

Observo como sigue en pie junto con su mejor amigo, Ezra. Ambos siguen mirando al maître en espera que les ofrezcan una mesa, en realidad, supongo que tendrán que esperar porque todas las mesas se encuentran llenas y no solo eso, parece que nadie se llegara a mover por un buen momento; lo peor de ello es que cuando creo que podré quitar la mirada de él, pronto se mueve a un lado y parece que termina por encontrarme, ya que primero su rostro es de sorpresa y de un segundo a otro, me doy cuenta como sonríe.

Agarro del brazo a Miranda para seguir con lo que no hemos terminado aún gracias a que ella fue quien se detuvo y a la vez, provoco que presenciara la entrada de Pierre al restaurante; quizás si ella no hubiera actuado de esa forma, hubiera evitado encontrarme con su mirada y así, posiblemente él podía haber guiado primero su mirada hacia mí y yo luego encontrarme con la suya, pero las cosas terminaron por ser al revés y eso, me hace sentir un poco avergonzada por la idea que pensara que ahora, donde además de nuestros encuentros demasiado extraños en la cafetería, luego en mi clínica y ahora en el restaurante, capaz que termina pensando que he comenzado a acosarlo, seguirlo y coincidiendo locamente en los mismos lugares.

—Veamos que sucede...—Miranda se zafa de mi brazo para caminar en dirección a la entrada del restaurante.

—Oh, mierda...—musito y comienzo a seguirla.

Tengo el presentimiento de lo que ella hará en este mismo momento, lo cual hace que esto no me guste para nada y no solo eso, tenga que perseguirla, llamarla como una loca y ser observada por personas que se preguntan ahora mismo, lo que me debe de estar sucediendo, pero cuando ella y se pone detrás del maître, hace que me dé la vuelta y empiece a maldecir por no haberla detenido con tiempo.

—Lo lamento señor Beckham, pero tendrá que esperar unos minutos para que se vacíe una mesa y pueda darle su lugar—mencionó el joven maître que aún mantiene unas cartas de menú debajo de su brazo.

Miranda me da una mirada y sonrisa maléfica que me provoca escalofríos en la piel y no exactamente por ver como ella empieza a utilizar su mente para elaborar un plan con lo que ambas acabamos de escuchar, sino que es el miedo de lo que pronto vendrá.

—Lo siento por haber escuchado ajenamente la conversación, pero puedo tener en manos una solución para su problema, señor Beckham. —Abrí la boca pero no dije nada cuando Miranda habló con seguridad sobre su plan.

— ¿La conoces?—preguntó Ezra.

—No, pero si conozco la señorita Gardener. Ella es la nutrióloga de Ruby—comentó Pierre.

Erza quien aún sigue desconcertado por las palabras repentinas de Ruby, nos da una mirada evaluativa a ambas para luego darle una mirada a Pierre, como si con sus ojos le estuviera transmitiendo que tiene su aprobación para confiar en mi amiga.

— ¿Cuál es su solución?—Pierre pareció interesado.

Pero el punto esencial es que sus ojos no están enfocados en Miranda, sino que en mí, como si soy yo la que tiene el plan de decirles lo que mi amiga tiene como idea en su cabeza.

—Puede cenar con nosotras—cerré los ojos con las palabras de Miranda.

¿Puede ser posible que me enoje con Miranda por haber ofrecido nuestra noche de amigas como una cena grupal con el hombre que me atrae y hace que sienta un millón de mariposas en el estómago? Quizás algún día se lo agradezca o puede ser que algún día la maté. Todo dependerá de cómo termine esta noche gracias a ella.

— ¿No será una molestia para ambas?—mencionó Pierre.

—No, mi amiga fue quien aporto la idea pero como es demasiada tímida, tuve que recurrir a ser su vocera—achiné los ojos al ver que su plan fue más allá de lo esperado.

—No es necesario que piensen en nosotros, señoritas—habló Ezra.

—No se preocupe, pero no están obligados a que se sienten con nosotras, ustedes pueden esperar...—dijo ella con un tono decepcionante.

Conozco ese truco como si estuviera bajo la manga de mi camisa, ella intenta hacerse la victima para que le tengan compasión y luego hagan lo que ella desea para así salir victoriosa de su propio plan; no sé a qué grado llegaran Pierre y Ezra a creerle a ella, pero Miranda al ser buena actriz, estoy segura que pronto aceptaran la dichosa propuesta que tuve como idea.

—Aceptamos—respondió Ezra.

—Bien, llevemos dos menús más, por favor—le indicó Miranda al maître.

Cuando ella dejó salir una sonrisa, agarro mi brazo y empezamos a caminar al mismo nivel haciendo que ambos hombres nos siguieran hacia donde se encontraba nuestra mesa, en mi mente solo tengo la idea de asesinarla en cualquier momento porque a pesar que ya me bastaba con haberme informado un poco más sobre Pierre, ahora, por arte de magia lo tendré a unos centímetros cerca.

Miranda y yo nos sentamos en la mesa para luego observar como Pierre y Ezra son los siguientes en moverse y sentarse en las otras dos sillas que se encuentran vacías, como al principio Miranda y yo nos habíamos sentado una en frente de la otra, las sillas sobrantes eran las que quedaban a nuestros lados, así que ahora que llegaron Pierre y su amigo, ellos han quedado a nuestros lados y a la vez, uno en frente del otro.

El maître nos llevó las otras dos cartas del menú, así que mientras los dos hombres que ahora se han sentado con nosotras piensan en que pedir, le hice un recordatorio al maître que Miranda y yo, ya habíamos ordenado, solo que jamás nos llevaron la comida; lo cual provoco que también el empleado del local se sintiera avergonzado por el mal servicio del momento.

Cuando Pierre y Ezra terminaron por pedir su cena, hubo un momento de silencio entre los cuatro, esa tensión e incomodidad del momento parecía provenir más entre Pierre y yo.

—Mi nombre es Miranda Stone—ella fue la primera en hablar.

—Ezra Howard—se presentó.

—Como la escuela de magia de Harry Potter—comentó Miranda.

Hubiera querido pellizcar a Miranda si no hubiera sido porque tengo de intercepto a Pierre y Ezra, no sé si ella lo dijo en tono de burla o simplemente, ella lo dijo con suma normalidad que hace que en ocasiones no pueda acertar si ella es seria con sus propias palabras o nada más intenta disminuir la tensión.

—Y tú como la actriz, Emma Stone—prosiguió con una sonrisa, Ezra.

Hice una mueca al no entender lo que están hablando ambos, es como si intentan darle una conversación a sus propios nombres pero eso solo los incluye a ellos y no a Pierre y a mí.

—Pierre es igual—lo señaló Ezra.

—Es cierto—Miranda chaqueó los dedos—, su apellido es Beckham, como el ex deportista, David Beckham. —Mencionó ella.

Pierre no respondió ante su apellido, simplemente se quedó en silencio y parece que al final, le resulto incómodo tener que comentar un poco acerca de cómo nuestros propios amigos están comparando sus apellidos con el de los famosos; no tengo idea de cómo surgió toda esa conversación pero hubo algo que me hizo que me diera gracia y más al ver como uno de los invitados ha empezado a avergonzarse de como su mejor amigo Ezra ha comenzado a hablar acerca de él y su famoso apellido.

—Que coincidencia—Ezra y Miranda siguieron riendo.

Por lo menos ambos tienen un buen humor, eso me hace entender que por lo menos, cierta persona no tiene un carácter serio y disciplinado como el sujeto que tengo a mi lado izquierdo, porque esto podría provocarle a Miranda una seria jaqueca al tener que buscar la manera para mantener una conversación.

—Alaska, no es tan afortunada. —Le di una mirada a Miranda. —Su apellido es Gardener. ¿Conoces a un famosos con ese apellido?—le preguntó ella a Ezra.

Ezra quien ha sido amable hasta el momento, no hizo otro comentario acerca de mi apellido, eso provoco que aquella conversación que había comenzado siendo divertida y graciosa, terminara por volver a ser un momento incómodo y tenso; quise responder de la misma manera que los demás acerca que mi apellido forma parte de un artista famoso pero hasta ahora, me he dado cuenta que jamás he escuchado a alguien con ese apellido y no solo eso, que sin necesidad de hablar, he sido la que ha cortado la conversación por si sola.

—Antonella Gardener—escuché que dijo Pierre.

— ¿Quién?—Ezra y Miranda hablaron al mismo tiempo.

—Antonella Gardener, una violinista clásica del siglo XVIII. Fue una mujer francesa que destaco mucho por sus composiciones armoniosas y tristes. —Comentó él.

— ¿Cómo sabes de ella?—pregunté admirada.

—Mis padres tienen en casa su libreta en donde componía su música para un amante secreto. Pero eso es lo de menos, con el tiempo ha sido olvidada y menos recordada por las personas y violinistas; pero siendo sincero, su música para aquel entonces, era muy valorada. —Prosiguió con la historia.

Todos se quedaron en silencio tanto que no sabía cómo responder ante la idea que por lo menos Pierre conoce un poco de la historia de mi apellido, en cambio yo, sigo pensando si esa mujer francesa es real o nada más, una simple falsedad que Pierre intenta armar para impresionarme.

Esta vez, dejamos de discutir sobre apellidos para centrarnos en otro tipo de temas de conversación, en donde la mayor parte del tiempo hablaron Miranda y Ezra quienes al parecer han empezado a agradarse y a llevar una buena amistad, en cambio Pierre y yo, nada más nos quedamos en nuestro lugar, callados y esperando el momento adecuado para entrar en algunos de los temas de ambos amigos que tenemos.

En ciertas ocasiones, miraba de reojo a Pierre, esta vez, no buscaba mi mirada o trataba de mostrarse coqueto, todo el momento se comportó como un caballero, tanto que me hizo pensar si en realidad todo esto es un juego o él solo busca llamar mi atención para luego él armar el show del año en donde yo posiblemente caeré fácil en sus garras y las cosas pueden terminar mal.

Unos diez o quince minutos esperamos cuando un mesero nos llevó a todos nuestra cena y en especial un vino de excelente calidad en donde me impresione porque nadie de los cuatro lo había llegado a pedir, pero él pronto se nos respondió que el vino ha sido un regalo por la espera que hicimos Miranda y yo por nuestra comida, así que impresionándome de como de nuevo comenzó la noche, al final, todos antes de comer brindamos por la gran noche que nos espera a partir de este momento.

(...)

Después de la cena, de nuevo se dio otra conversación de la cual me impresioné que esta vez, si pude incluirme al hablar acerca del tema de nuestros intereses, de los cuales en ocasiones pude observar como Pierre se quedaba callado y sonriendo cuando alguien llegaba a decir algo extraño pero divertido; no puedo dejar de pensar acerca de cómo él ha preferido escucharnos a todos mientras él no dice ni una palabra, de alguna u otra manera sé que si él llegase a hablar, las cosas fueran diferentes y no solo en el aspecto que comenzare a conocerlo sino que también él no se sentirá excluido.

—Dime Pierre, ¿cuáles son tus intereses?—me atreví a preguntarle.

Él me dio una mirada impresionada e interesante que hizo que se moviera de su asiento para colocarse a un lado en posición de vernos cara a cara, sus ojos negros se dilataron un poco hasta el punto de dejar salir una sonrisa atrevida, esa que por alguna razón, espere toda la noche para que la dejará salir.

—Tengo gustos muy exclusivos, señorita Alaska. Algunos de ellos son más como pasatiempos que me gustas integrarlos de vez en cuando en mi vida cotidiana. —Enarqué la ceja.

— ¿Qué tipo de pasatiempos?—continué.

No sé si tengo el valor suficiente para descubrirlo o nada más quiero que se quedé callado y no me siga informando, algo me dice que sus pasatiempos no son ir a pescar, ver películas, entretenerse en su trabajo... Algo en mí me dice que todo se debe al sexo, mujeres y orgasmos; es como si hasta el mismo ambiente se trasformara y me diera esa idea que pronto se programó en mi cabeza.

—Aquí tienen la cuenta señores y señoritas—el mesero nos dejó una pequeña libreta donde dentro contenía la factura de la comida.

—Gracias—la tomó Pierre.

Observé como él sacó su billetera y de ella, una tarjeta MasterCard dorada, antes de poder imaginarme que él será quien pague todo lo que hemos llegado a cenar, tomé la libreta y antes de poder sacar el dinero suficiente para pagar mi comida y la de Miranda, él de nuevo tomó la factura y encima puso su tarjeta de crédito hasta dársela al mesero, quien pronto desapareció.

—Le daré el dinero de mi comida y la de Miranda. —Le dejé en frente unos billetes.

—No, puede guardárselo. Yo invito la cena—negué rápido.

—No es necesario, puedo pagar la cena—sonreí disgustada.

—Usted tuvo la idea de invitarnos a su mesa, así que yo tuve la idea de pagar por la cena de todos—Oh no Pierre, no dejaré que hagas eso.

—Disculpe señor Beckham pero afortunadamente nunca me ha gustado que paguen mi comida, si usted lo hace con otras...—vamos Alaska, di mujeres, ¿qué te cuesta afrontar la realidad?—personas, ese ya no es mi problema pero conmigo, no se lo puedo permitir—le mencioné.

Puedo ver como corto su sonrisa para luego ver como pasaba su lengua alrededor de sus labios, esa acción me provoco una extraña sensación dentro de mí, haciendo que tragara fuerte y mi corazón de nuevo empezará a latir rápido; de un segundo a otro, se levantó de su asiento y le dio una mirada a su amigo como si tratará de decirle que se quedará en su lugar, mientras tanto siento como alguien golpea mi pierna y me doy cuenta que es Miranda, quien ha comenzado a amenazarme con su rostro serio diciendo que no discutiera más con Pierre, lo cual eso llegará a ser imposible.

—Puedo hablar un momento a solas con usted, señorita Gardener—suspiro.

—Bien. —Soy la siguiente en dejar mi asiento.

Camino detrás de él y solo puedo imaginar las miles de escenas abrumadoras que presenciare dentro de unos segundos, no sé qué tipo de carácter tenga Pierre pero lo que leí de la información que Miranda busco, es que mencionan que es un hombre demasiado estricto, directo y serio, quien nadie hasta el momento ha podido controlar su mal carácter en situaciones que lo pueden llegar a poner molesto y que en ocasiones, no se reserva sus propias palabras honestas hacia la persona que le ha llegado a provocar incomodidad.

Nos alejamos demasiado de las mesas, entramos en un pasillo que supuse que puede llevar a otra zona del restaurante, pero entre más entrabamos, la luz se opacaba y el silencio reinaba en cada lugar; me cubrí los brazos con mis propias manos al buscar calor entre ellas, ya que el aire acondicionado cada vez hacía el ambiente más frío; observé como Pierre se detuvo y pronto cruzó sus brazos, fui la siguiente en dejar de caminar para ver por todos lados, es posible que nadie nos llegue a interrumpir y no solo eso, que pueda suceder cualquier cosa.

—Te gusta enfrentarme, ¿no?—dejé ir una risa.

—No, nada más no quiero que pagues mi cena. Creo que tengo el suficiente dinero para poder pagar y no quedarme aquí a lavar platos como tú piensas—le respondí con ironía.

— ¿Te es difícil aceptar algo que provenga de mí?—hice una mueca.

— ¿Por qué lo complicas todo?—le pregunté.

Me acerqué a la pared y puse mi espalda en ella para poder sostenerme, realmente no sé a qué quiere llegar él con esta conversación, porque para mí, sería fácil que llegase a aceptar mi dinero y no habría más problemas en discutir el asunto.

—Preguntaste por mis intereses, ¿recuerdas?—le di una mirada impresionándome como cambio su humor de un momento a otro.

—Sí, pero a qué viene todo esto...—sonrió y comenzó a caminar con pasos cortos hacía mí.

—Te dije que mis intereses son exclusivos, ¿entiendes a lo que me refiero?—me rasqué el cuello al ponerme nerviosa.

—No, lo lamento, pero no comprendo a que viene todo esto—me excuse para no seguir con la conversación.

—Vamos Alaska, tú más que nadie sabe que entre tú y yo, hay una cierta... Atracción—Trague hondo de nuevo.

—No hay nada—susurré.

Sin haberlo previsto, pronto se acercó a un solo paso a mí, acorralándome en la pared y poniendo sus brazos a los lados de mi rostro tratando de evitar que escapara. Tengo el rostro de pie a unos centímetros, tanto que puedo sentir el aire que libera su nariz, el perfume masculino de su ropa y el calor que emana su cuerpo.

Comienzo a asustarme, no sé si porque tengo la idea que él intenta sobrepasarse conmigo pero hay algo en mi cuerpo que hace que no reaccione y provoque algún ataque defensivo que haga que me libere y salga corriendo, en vez de eso, permito que se siga acercando, mientras mi corazón corre demasiado rápido y mis pies empiezan a temblar.

—Tienes idea de cómo te deseo, Alaska—susurra en oído.

—Pierre...—apenas puedo pronunciar su nombre.

—No he podido dejar de pensar en ti. —Siento como su nariz acaricia la parte de atrás de mi oreja. —Eres como una droga. El problema es que aún no te he probado y siento que has comenzado a provocar un efecto psicológico en mí. —Muerde suavemente el lóbulo de mi oreja.

— ¿Qué es lo que buscas?—musito.

—Una cita. —Vuelve con el tema.

—No puedo. —Una de sus manos se aleja de la pared y se traslada a mi espalda baja.

—Si puedes, acepta mi propuesta. —Cierro los ojos.

—Lo único que quieres de mí es tener sexo—intentó no sonar decepcionada.

—Y ¿qué? No sabes lo mucho que puedo hacerte disfrutar—sus dedos comienzan a trazar círculos.

—No Pierre...—siento como empieza a inhalar mi perfume al poner su nariz en mi cuello.

—Si Alaska...—deja un beso húmedo.

—No es lo que yo buscó—de un segundo a otro mis manos ya están en su pecho tratando de apartarlo.

—Entonces, ¿qué quieres?—muerde mi barbilla.

Contrólate, Alaska. Tú eres quien puede tomar el control de este juego y si es posible, puedes ser capaz de llevar a cabo un propio plan para tenerlo a él bajo tus pies.

—Hagamos una apuesta—le digo de improvisto.

—Tú dirás. —Musita.

—Tres citas. Tendremos tres citas, si en una de ellas caigo a tus pies, seré toda tuya, pero si yo gano y para esas tres citas me rehusó a tener algo contigo, me dejará en paz—él se aleja un poco de mí para verme a los ojos.

Se queda observándome por un largo tiempo, no aleja sus ojos de los mismos y casi estoy segura que acabo de meterme en el mismo infierno, porque para comenzar, yo misma me he destinado a perder, teniendo en cuenta sus supremos encantos y coqueteos que me demuestra en cada momento.

—Acepto. —Dijo sin ninguna gota de dudas.

—Bien. —Me repongo al ver que se aleja de mí.

—Entonces, mañana tendremos nuestra primera cita. Elegiré el lugar, tú solo debes ponerte hermosa y te buscaré entre las siete de la noche. ¿Te parece?—Asiento sin remedios.

— ¿No tienes alguna duda?—eleva una ceja.

—No. —Ríe. — ¿Por qué tenerlas cuando sé que ganaré?—dijo seguro de sí mismo.

—Eso veremos. —Lo reté.

— ¿Paso a buscarte a tu casa?—pregunta antes de marcharse.

—Búscame en mi oficina. —No quiero que Cristal conozca a Pierre y luego lleguen sus preguntas.

—Está bien. —Me da una última mirada. —Espero ganar.

(...)

Salimos los cuatro del restaurante, intento ponerme los guantes pero aun las manos me tiemblan después del acuerdo que llegue a obtener con Pierre. Al final, él termino por pagar la cena, después de todo, ya no me quedaban palabras que decir cuando estuvo a punto de besarme o hacer cualquier otra cosa que tuviera en mente cuando estuvimos solos. Por el momento, no pienso tener ni un contacto más con él, tengo que ser capaz de ganar, sino, estoy segura que pronto perderé mi virginidad.

—Ha sido una fabulosa noche. —Habló Ezra.

—E interesante—murmuró Pierre muy bajo para que solo yo escuchara.

—Espero que podamos vernos de nuevo—Siguió hablando Ezra.

—Es una buena idea, quizás podamos reunirnos de nuevo los cuatro—sugirió Miranda.

— ¿Qué dicen ustedes?—Ezra nos preguntó a Pierre y a mí.

—Tengo prioridades más importantes por ahora, pero si tengo cupo para una reunión, no duden que estaré presente. —Puso los ojos en blanco ante el comentario de Pierre.

—Y tú, ¿Alaska?—hice un gesto.

—Cuando quieran—dije con indiferencia.

Todos empezamos a despedirnos tanto que no pude dejar desapercibido de ver como Miranda y Ezra intercambiaban números telefónicos hasta sonreírse y luego despedirse, no tuve la intención de acercarme a Pierre en ningún momento, simplemente le había dicho un adiós lejano y cortante que no supe si llego a escucharlo.

—Adiós Alaska, fue un gusto conocerte—Ezra puso su mano en frente de mí.

—Lo mismo digo. —Sonrió.

Antes de haber otro movimiento, Pierre se pone en frente de mí, por la diferencia de estatura, me siento tan pequeña a su lado, que estoy segura que si no le pareciera algo de mí y me obligara a hacerlo, estaría seguro que él me tomaría de la cintura y me pondría en su hombro, mientras yo reniego y grito que me suelte, pero como es algo que no sucederá, prefiero mejor ignorar esas imágenes ilusas de mi mente.

—Te veo mañana—dice con esa voz ronca seductora.

—Nos vemos—digo sin tomarle importancia al asunto.

Antes de poder escaparme de su mirada, siento como toma mi mano y pronto la lleva directamente a sus labios, en donde deja un beso en el dorso, de nuevo ese contacto provoco que un choque de electricidad en mi cuerpo, no sé si yo soy la única que siente eso pero es preferible que quite mi mano y por supuesto, mantenerlo alejado de mi durante las próximas veinticuatro horas si quiero sobrevivir a la primera cita.

—Adiós. —Susurro antes de ponerme al lado de Miranda.

Me quedo al lado de mi amiga mientras ella sigue despidiéndose alzando la mano a lo alto para que Pierre y Ezra la vean, cuando desaparecen al tomar su auto y marcharse a las lejanías que marcan las calles de Londres, suelto una maldición y rascó mi cuello de una forma rápida y nerviosa, lo cual ocasiona que Miranda me observe y pronto aparte mi mano, sin que diga una palabra, libero aquellas palabras en donde solo sé, que ella podrá ayudarme.

—Hice una apuesta con Pierre. 

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top