Capítulo 38 🔞
"Ama hasta que te duela. Si te duele es buena señal"
Madre Teresa de Calcuta
***
Espero a unos metros alejada de la Catedral de Notre Dame mientras Pierre se ha marchado en dirección a ella con alguna posibilidad de entrar sin permiso, la cual estoy segura que no lo logrará.
Por lo que conozco después del incendio es que no se le permite a nadie entrar a excepción del personal quien sigue construyendo las partes y estructuras que fueron devastadas por el accidente del 15 de abril, en donde apenas el día de ayer, se llegó a celebrar la primera misa después del incendio por lo cual hasta su momento ha sido la única vez que han permitido abrir las puertas de la catedral para dejar entrar más de unas trecientas personas.
La realidad es que por una parte, si se puede llegar a entrar a la catedral pero solo con un permiso exclusivo y en un horario accesible, reservado y programado, el problema es que para obtener el acceso de la entrada a la catedral es que la reservación se debe de hacer el mismo día en que se quiere ir a visitar, por lo tanto, no se puede hacer por anticipación.
El segundo problema de ello fue que los cupos para la visita eran limitados así que Pierre no pudo obtener el permiso para entrar a la Catedral de Notre Dame y por lo que ambos estamos muy seguros que si lo intentamos el día de mañana, volverá a suceder lo mismo; así que por el momento no tengo idea que es lo que quiere lograr Pierre acerca de ir a hablar con uno de los ingenieros que están dentro del proyecto de reconstruir la catedral, es posible que él se haya interesado por la nueva arquitectura que habrá o en el diseño en que se están basando los ingenieros civiles para la construcción pero en sí, me he dado cuenta que se ha tardado mucho y eso implica que no podremos ir a otros lugares.
Dejo ir un suspiro de cansancio para apoyarme en el tronco de un árbol, la vista panorámica desde la distancia en que me encuentro no me impide ver desde afuera la catedral, hubiera sido muy bonito en conocerla pero es posible que en otra ocasión se dé cuando ya esté construida por completa.
Antes de poder descubrir en el mapa cual es la siguiente ruta en la cual tomaremos para ir al siguiente lugar turístico veo como Pierre viene con un empleado de la construcción quien lleva varios prendas de seguridad contras las obras de construcción entre ellos, el casco amarillo y el chaleco.
—Alaska, él es Allan un amigo y compañero de la universidad. Ambos estudiamos la misma carrera universitaria y él forma parte del proyecto de la construcción de la catedral. —Me presento ante su amigo.
—Mucho gusto señorita Alaska. —Allan me ofrece su mano.
—El placer es el mío. —Le entrego mi mano para saludarlo.
—Allan nos ayudara a entrar a la catedral—abro la boca pero de ella no sale nada mientras veo un poco anonadada al amigo de Pierre.
Agito mi cabeza e intento pasar aquella información por todos mis sentidos, porque para ser sincera no sé si estaré mal y he mal interpretado el mensaje que Pierre me ha dicho... Porque lo que acabo de entender es que entraremos de forma ilegal a la catedral sin tener un permiso autorizado... ¡¿Cómo lo haremos?!
—Pierre sabes que no me salto las normas de seguridad y propiedad privada... Podemos meternos en problemas—le digo con miedo.
—No te preocupes, lo tengo todo controlado. —Sonríe mientras le da una mirada de reojo a su amigo quien asiente.
—Espera que no comprendo... ¿Cómo supones que entraremos ahí sin que se enteren que no llevamos un permiso encima de nosotros?—intento ordenar todas las ideas que se me vienen a la mente.
—Allan nos cubrirá, él nos dará unos pases exclusivos para entrar como si nosotros fuéramos parte del equipo de trabajo—le doy una mirada seria por lo poco racional que está siendo.
—No te has dado cuenta que la mayor parte de trabajadores son hombres y ver a una mujer en medio de todos ellos se verá absolutamente extraño. —Cruzo los brazos y entrecierro los ojos para esperar una buena respuesta de su parte.
—Tengo que aceptar que tu novia no es fácil de convencer—menciona Allan.
—Sí, eso lo sé. —Suspira Pierre. —Puedes darme un momento, Allan. —Él asiente y se aleja un poco de nosotros.
Puedo ver el rostro neutro de Pierre dándome una mirada evaluativa sobre mi negación de entrar a la catedral sin tener en nuestras manos un permiso, no es que siempre haya cumplido con todas las normas que se me cruzaran en la vida pero siendo sincera, no quiero terminar en la cárcel por invasión a una propiedad privada y que está protegida con el Estado y varias organizaciones culturales del país.
— ¿Confías en mí?—escucho esa frase emblemática de él.
—Pierre estamos hablando de tener delitos graves... —Me interrumpe.
—Quiero escuchar la verdadera respuesta a mi pregunta. Así que te vuelvo a repetir, ¿confías en mí?—hago una mueca.
Me quedo callada sin saber qué hacer, no voy a mentir que quiero conocer por dentro la catedral pero mi miedo es que no solo yo sino que también él obtengan problemas solo por un capricho que puede cumplirse entre unos años más.
—Solo será un rato. Además, en algún momento de tu vida tienes que tomar riesgos, ¿no es así?—eleva una ceja y hace un rostro tierno para que acepte su palabra.
—No comprendes que no quiero que tengamos problemas y eso incluye a tu amigo. —Le menciono tranquila.
—Te aseguro que nadie se dará cuenta. —Toma mis manos y empieza a darles un masaje. —Te puedo asegurar que la vista panorámica de una de las torres es preciosa y no te querrás perder de ello, ¿no es así?—empieza a convencerme.
Muerdo mi labio y le doy una mirada a la catedral y empiezo a pensar sobre qué tan posible es que las personas que estén a nuestro alrededor no piensen que somos otros turistas más y no unos trabajadores que se empeñan a ver el avance de la construcción, porque pensándolo bien, aquí quien tiene más ventaja es Pierre y no lo digo de una forma machista solo porque la mayoría de trabajadores son hombres y puedan sorprenderse que una mujer trabajara con ellos, sino más bien, lo digo porque Pierre conoce sobre construcciones y a base de ellos domina el idioma francés y conocer todo el perímetro de la catedral ya que con anterioridad ya la había visitado.
—Te prometo que no nos meteremos en problemas—hace un puchero.
Lo pienso... Bueno mejor dicho... ¡Lo repienso! Porque con una sola vez no es suficiente y mucho menos con diez, así que mientras analizo los pro y contras que tendremos al final llego a una conclusión, la cual ya ni sé qué resultado pueda obtener en este día.
—Bien, pero si nos meten a la cárcel y nos prohíben pisar Francia, será eternamente tu culpa.
(...)
Me quito las sandalias y me pongo unos tennis luego de tener que haberme cambiado también de ropa para lucir como si fuera una empleada más que viene a observar el progreso del proyecto, mientras tanto Pierre se alista con su ropa veo cómo se quita su camisa para ponerse otra y justo cuando empieza a ponerse el chaleco y el casco siento que las hormonas se me alborotan al verlo de una forma muy sexy... Sinceramente jamás nadie me había parecido tan guapo usando un equipo de seguridad ante las obras de una construcción pero ahora observando a Pierre creo que he cambiado de opinión.
—Siento tu mirada—dejo salir una risita por su comentario.
—Tonto. —Musito.
—Pues no dejabas de ver a este tonto. —Empiezo a sonrojarme.
—Presumido. —Vuelvo a musitar con el fin de que me escuche.
—Pero adoras a este presumido que es capaz de llevarte dentro de la catedral de forma ilegal. —Suspiro.
— ¿Tenía alguna alternativa?—enarque la ceja.
—Sí pero decidiste ir por el camino del mal... —se acerca a mí hasta quedarse mirando mis ojos.
Acaricia mi mejilla hasta que pone sus manos en ellas y empuja levemente mi rostro para que mi boca toque la suya, unos segundos dura aquel suave y dulce beso hasta que nos separamos y nuestras frentes terminan por chocar; nos quedamos en silencio un par de minutos hasta que su dedo pulgar empieza a rozar mis labios y pronto de su boca empiezan a decir unos versos que provocan que lo mire a los ojos y me quede callada con aquellas palabras pronunciadas en un poema.
"Mi boca tendrá ardores de averno,
mi boca será para ti un infierno de dulzura,
los ángeles de mi boca reinarán en tu corazón,
mi boca será crucificada
y tu boca será el madero horizontal de la cruz,
pero qué boca será el madero vertical de esta cruz.
Oh, boca vertical de mi amor,
los soldados de mi boca tomarán al asalto tus entrañas,
los sacerdotes de mi boca incensarán tu belleza en su templo,
tu cuerpo se agitará como una región durante un terremoto,
tus ojos entonces se cargarán
de todo el amor que se ha reunido
en las miradas de toda la humanidad desde que existe.
Amor mío
mi boca será un ejército contra ti,
un ejército lleno de desatinos,
que cambia lo mismo que un mago
sabe cambiar sus metamorfosis,
pues mi boca se dirige también a tu oído
y ante todo mi boca te dirá amor,
desde lejos te lo murmura
y mil jerarquías angélicas
que te preparan una paradisíaca dulzura en él se agitan,
y mi boca es también la Orden que te convierte en mi esclava,
y me da tu boca Madeleine,
tu boca que beso Madeleine".
Deja salir una sonrisa que pronto me cautiva, siento un nudo en la garganta y pienso miles de formas de como poder expresarme pero ninguna de ellas parece ser digna de decirle lo bonito que ha llegado a ser el poema; quisiera decirle la verdad, esa verdad que se sigue ocultando desde el fondo de mi corazón y me hace tener miedo sobre si llegar a expresarlo como lo deseo. Quisiera quedarme al lado de Pierre para siempre, no sé porque a veces él lo hace tan difícil esto.
— ¿Por qué lloras mon amour? ¿No te gusto?—Siento como unas lágrimas salen por sí solas de mis ojos.
Fuera una tontería decirle lo contrario cuando es lo más hermoso que un hombre me ha dedicado, la verdad de todas, es que jamás había recibido este tipo de detalles de parte de un hombre además de mi mejor amigo Logan, quien siempre ha sido como mi hermano y el que me apoyado en cualquier condición sea buena o mala en la que me encuentre, pero de su parte las cosas que me decía o me daba siempre fueron solo muestras de cariño, mientras que con Pierre me las tomo con amor.
—Nadie me había dedicado un poema tan hermoso con ese. —Le soy sincera.
—Uno de los mejores poemas de Guillaume Apollinaire. —Menciona.
—Y ¿cuál es?—pregunto curiosa.
—Cuarto Poema Secreto a Madeleine. —Dice con una sonrisa.
Antes de poder devolverle el beso escucho unos pasos y pronto aparece Allan con unos gafetes de acceso exclusivo, así que nos da uno a Pierre y otro a mí, mientras que yo soy responsable de observar el proceso en que se está conllevando el proyecto, Pierre se hará pasar como otro ingeniero de segunda mano. Caminamos por un perímetro de la catedra para luego empezar a entrar en ella, antes de poder cruzarnos con la construcción nos quedamos un momento observando el contenido de la iglesia por dentro.
—Nosotros daremos el recorrido mientras que Allan nos cubre—escucho que dice Pierre.
— ¿Seguro que no se meterá en problemas?—le pregunto a su amigo.
—Claro señorita Alaska. Tengo todo arreglado. —Sonríe.
Pierre toma mi mano y empezamos a caminar por varios pasillos de la catedral en donde cada escultura y estructura reflejaba un templo gótico de la cultura medieval, es así en como Pierre me daba un recorrido rápido por si nos llegaran a preguntar que hacíamos en aquellos lugares, es probable que los turistas no se dieran cuenta pero los responsables del proyecto sí.
—La catedral está dividida en tres niveles, el primero está caracterizado por los arcos formeros apuntados sobre enormes columnas, el segundo por su tribuna comunicada con la nave central mediante tres vanos apuntados envueltos por otro mayor, en cada tramo y el tercer nivel por un claristorio con ventanales constituidos por doble vano apuntado y otro superior circular. —Empezó a apuntar hacia cada nivel desde afuera de la catedral.
Nos movemos y empezamos a caminar entre varios lugares hasta que encontramos la escultura de la seo parisina, la cual es extraordinaria por su calidad dada a la importancia que tuvo en París en el siglo XIII como centro del reino a donde acudían los mejores maestros. Pronto pasamos hasta la escultura de Notre Dame de París que se encuentra en el exterior del templo, la cual se ubica en las tres puertas de la fachada occidental, en los dos hastiales extremos del transepto y en la Galería de los Reyes.
Como Pierre me ha hecho saber, la escultura de la fachada occidental, salvo el tímpano de la Puerta de Santa Ana, es toda de comienzos del siglo XIII, por los años 1210-1220 y se considera dentro del gótico clásico, mientras tanto, la escultura de las puertas del transepto es de época algo más avanzada, más o menos de los años 1240-1250. Por tanto, estilísticamente es diferente a la de la fachada occidental.
—Iremos a la fachada oeste, esta tiene tres puertas que son la Puerta de Santa Ana que es la sur, la Puerta del Juicio Final que es la entrar y la Puerta de la Virgen que es la norte. —Asiento captando sus palabras.
Pierre me da un recorrido primero por la puerta de Santa Ana la cual me explica que tiene la particularidad de que buena parte de su escultura es anterior a la construcción de la catedral gótica, reutilizándose de una construcción anterior de finales del siglo XII y que se puede calificar de tardorrománica. La parte reempleada es un tímpano con dintel cuyo origen se desconoce. Debido a la distinta forma y tamaño de estos elementos tardorrománicos respecto al espacio del portal gótico se añadió en la parte superior unas esculturas de ángeles y decoración vegetal. El citado tímpano tiene forma semicircular con un leve apuntamiento. Está presidido por una Virgen Theotokos, de tradición aún románica por su hieratismo, frontalidad y ubicación del Niño en el centro de su regazo. La Virgen está solemnemente sentada en un trono bajo un precioso baldaquino con estructuras arquitectónicas que simbolizan la Jerusalén Celestial. A ambos lados hay sendos ángeles turiferarios. En los extremos del tímpano encontramos la figura de un obispo y un escriba y al lado opuesto un rey arrodillado. Además de ello, hay un registro inferior de este tímpano tardorrománico, el cual lleva el Ciclo de la Natividad, con las escenas de la Anunciación, Visitación y Nacimiento de Cristo, en donde la Virgen María está tumbada en una cama de gran riqueza, junto a un San José pasivo. La parte inferior ya es del periodo gótico como del siglo XIII y lo ocupa un friso con la historia de San Joaquín y Santa Ana. Y en el parteluz aparece la estatua del obispo San Marcelo alanceando un dragón.
Luego nos trasladamos hacia la Puerta Central o la Puerta del Juicio Final que es la del centro, la cual fue construida a principios del siglo XIII, aquí lo que se llega a encontrar son tres registros. El superior es la parte menos reconstruida del conjunto al ser la más inaccesible desde el suelo. En él aparece un Cristo Hombre con nimbo crucífero mostrando las llagas de las manos. A ambos lados, dos ángeles portan los instrumentos de la Pasión, mientras que San Juan y la Virgen interceden por la humanidad. En el registro central se representa, de izquierda a derecha, los bienaventurados, mirando a Cristo, al arcángel San Miguel que se encuentra pesando las almas, junto a dos demonios que tratan de inclinar la balanza a su favor. Los condenados, atados por cadenas, son empujados por otros dos diablos. El registro bajo es un friso del siglo XIX de Viollet-Le-Duc pero que reproduce los restos supervivientes en la Revolución. Muestra la Resurrección de los fallecidos para que sean juzgados por Cristo. Los muertos salen de los sepulcros, con ropajes identificativos de su condición u oficio, mientras ángeles en los extremos tocan las trompetas anunciadoras del juicio que va a comenzar. En el parteluz de la Puerta del Juicio Final, vuelve a aparecer la solemne figura de Cristo bajo un doselete. Por otro lado están las jambas, las cuales representa a un Apostolado, muy rehecho, al sufrir importantes deterioros por su fácil accesibilidad. Cada uno tiene su atributo identificativo, que fueron la mayoría destruidos o cambiados de sitio durante la Revolución Francesa. En la zócalo inferior de las jambas, por ser de gran visibilidad para los fieles, fue el lugar el elegido para colocar las Vicios y las Virtudes, los calendarios, los signos del Zodiaco.
Y terminamos por último con la Puerta de la Virgen que es la del norte; la puerta norte es una típica portada de temática mariana. Lamentablemente fue muy mutilada durante la Revolución Francesa, y reconstruida posteriormente. Está organizada en tres registros. En el superior y presidiendo la puerta se esculpió la escena de la Coronación de la Virgen, que aparece sentada junto al Todopoderoso. Les acompañan ángeles, dos arrodillados en los extremos, postura motivada por su emplazamiento, y un tercero coronando a la Virgen. En el registro central se colocó la escena de la Dormición o Muerte de la Virgen. María aparece tumbada en su lecho, rodeada por los apóstoles y dos ángeles que inician el levantamiento de la Asunción. En el registro inferior, en el lugar del dintel, se representan a los Patriarcas, que flanquean a un baldaquino bajo el que se encuentra el Arca de la Alianza, que contiene la Tablas de la Ley por la que Dios instauró la Antigua Ley por medio de Moisés, de gran valor simbólico. En el parteluz aparece la Virgen de pie con el Niño en su brazo izquierdo. En las jambas aparecen santos, patriarcas del Antiguo Testamento, reyes y otros personajes. Entre ellos destaca la célebre estatua de San Denís con su cabeza cortada sujeta por las manos. Es una escultura del siglo XIX.
De por sí, después de que Pierre me explicara cada una de las puertas me mostró unas dos últimas que son consideradas como los extremos del transepto, es ahí en donde me enseño primero la Puerta del Claustro o Porte del Cloitre y por último, la Puerta Sur del Transepto o de San Esteban.
—Bien y ahora... ¿dónde vamos?—le pregunto a quedarnos a medio camino.
—Es sorpresa, cierra los ojos. —Hago un sonido molesto al saber que de nuevo va con eso.
Cierro los ojos y pronto siento como se pone detrás de mí hasta sentir que mis ojos son cubiertos por una tela suave que pueda ser satín, la toco pero Pierre me da un golpe para que no la suba y pueda ver, así que me contengo y cuando intento ver, solo puedo distinguir la oscuridad.
—Ahora solo sigue mis pasos.
Me toma de mis manos y empieza a guiarme por todo el camino, lo único que puedo decir es que tuve que asegurarme muchas veces en no tropezarme o poner mal el pie y más aquellas veces en que Pierre me hizo subir escalones dándome indicaciones de cuantas eran o donde debía poner el pie. Eso sin decir que también me direccionaba diciéndome entre derecha e izquierda y otras veces que bajara la cabeza o simplemente que tuviera cuidado con algún objeto con el cual podía chocar.
La impaciencia se volvía tan desesperante para mí que hubieron momentos que pude haber hostigado a Pierre para que me dejara ver pero él se contuvo para no quitarme la venda mientras tanto yo, solo quería quitármela a punto de poder descubrir a dónde vamos. Pero en vez de eso, seguía caminando a punto de molestarme, estresarme y frustrarme.
— ¿Preparada?—bufo con su pregunta.
—Vamos que ya no puedo esperar—escucho su risita.
—Bien.
Me quita la venda de los ojos y pronto descubro unas campanas a mi alrededor, la mayoría de ellas son enormes, tan grandes que me dejan asombrada y con la boca abierta; me acerco a una de ellas y la empiezo a tocar, siento el frío material rozar mis dedos mientras que intento descubrir la medida de cada una de ellas, sonrío satisfecha de lo que estoy viendo pero eso no es nada cuando me acerco hacia el ventanal y puedo observar una vista de la ciudad y no solo eso, sino que en su mejor momento... El atardecer.
—Es magnífico—susurro con emoción al ver el sol ocultarse cada vez más en las lejanías.
—Es espectacular... Nunca pensé que así se vería un atardecer en Notre Dame. —Comenta Pierre apoyándose en la parte baja del ventanal.
Observamos el atardecer por varios minutos hasta que el sol ya casi desaparece por completo, le doy una mirada a Pierre y descubro que él ya se encontraba mirándome, así que con una sonrisa apenada me acerco a él y pongo mis manos enrolladas en su cuello hasta decirle unas palabras.
—Gracias. —Sonríe.
—Yo debería agradecerte. —Arqueo la ceja.
— ¿Por qué?—pregunto sin comprender.
—Por acompañarme en esta aventura—pasa rozando sus dedos en mis frente quitando unos cabellos—, por ser tan natural y por dejar que te muestre una de mis partes favoritas de Francia. —Acaricia mi rostro y ahueco mi mejilla en su mano.
—Sabes, odio pensar que el incendio daño gran parte de la catedral—suspiro.
—Pienso lo mismo. —Hace un gesto triste.
—Sabes, quizás tendré otro sueño frustrado. —Le comento.
— ¿Por?—pregunta interesado.
—Porque hubiera sido bonito pretender casarme en Notre Dame. —Pierre me demuestra una pequeña sonrisa triste.
— ¿Casarte? ¿Qué ya tienes a alguien en mente?—su tono de voz me suena a ¿preocupado?
—Bueno, quizás sea algo íntimo y personal pero... —veo que espera a que continué—quiero casarme algún día con el hombre correcto, caminar hacia el altar agarrada del brazo de mi padre y ser entregada por mi futuro esposo... No sé... Tener en mente que... Estoy segura de lo que estoy haciendo y más que seré feliz al lado de esa persona. —Encojo los hombros.
Veo una tristeza en los ojos de Pierre hasta que él se recompone y deja ir una pequeña sonrisa que no dura mucho tiempo.
—Alaska... Yo...
— ¡¿Qué hacen ustedes aquí?!
Un grito y unas palabras nos asustan a Pierre y a mí y pronto vemos a un monaguillo cerca de nosotros que parece estar supervisando la parte de las campanas, así que con miedo de pensar que puede acusarnos por estar en una parte principal de la catedral sin permiso, veo como Pierre me agarra de la mano y corremos para alejarnos de aquel hombre que se queda asombrado y atónito al vernos que huimos sin darle una pronta explicación; Pierre y yo corremos por varios pasillos hasta llegar afuera de la catedral.
—Eso estuvo cerca—ambos intentamos tomar aire después de la corrida.
—Espero que no causemos problemas—digo aún con el corazón en la boca por correr rápido.
—Eso lo dudo. —Menciona seguro.
—Pierre...
—Dime Alaska. —Me mira a los ojos.
— ¿Qué ibas a decirme antes que llegará el monaguillo?—pregunto.
Se queda un momento callado hasta que toma el suficiente aire para poder hablar con normalidad.
—Solo quería decirte que espero que después del plan, puedas conseguir a ese hombre que te lleve al altar. —Trago hondo y no sé qué decir.
—Sí... Eso espero. —Apenas puedo articular.
Minutos después buscamos a Allan para devolverle el equipo de seguridad que usamos y también los gafetes; le agradecemos por su ayuda y así es como nos despedimos de la catedral de Notre Dame luego de haberle dado un buen recorrido que al final supero mis expectativas y que a su vez, gracias a Dios no nos llegamos a meter en problemas.
(...)
A las 11:45 pm llegamos a la villa de San Juan del Sur, toda la casa se mantiene en silencio y en oscuridad luego de saber que todos están dormidos en sus respectivas habitaciones. Es bueno saber que después de un día largo podremos descansar sin dar muchas explicaciones a alguien que nos puede estar esperando, pero además de ello, también fue parte de Pierre hablarle a su madre que llegaríamos tarde después de haber cenado y tener un viaje de casi 8 horas para llegar de nuevo a Marsella.
Apenas entramos a nuestra habitación cuando pronto soy acorralada por Pierre en la pared, sus brazos se mantienen a los lados de mi rostro y puedo ver su sonrisa pícara que sin dudarlo sé que nos espera.
—Desnúdate.
Lo veo a los ojos y por primera vez siento que puedo confiar en él sin sentirme avergonzada de lo que pueda llegar a hacer. Pongo mis manos en el cierre de mi vestido y empiezo a bajarlo de forma lenta hasta que esté finaliza en mi espalda baja, bajo los tirantes y deslizo mis brazos en ellos hasta que el vestido cae por si solo en mis pies, me quedo solo en bragas hasta que la mano de Pierre toca uno de mis pechos y empieza a darle dulces caricias hasta que un violento pellizco en mi areola me hace gemir.
—Mmm... Hermosa.
Acerco su boca a mi cuello y empieza a lamerlo mientras su mano va bajando y entra en mis bragas; cierro los ojos y no puedo evitar gemir cuando su dedo toca mi clítoris y pronto se desliza en mi interior.
—Oh Pierre...
Pongo mis manos en su camiseta y la agarro para empezar a quitársela subiéndola por encima de su cabeza y terminando por tirarla a un lado; me acerco a su cuerpo para sostenerme mientras mis manos se mueven por toda su espalda y mis labios besan su clavícula y torso.
—Suave y cálido.
Muerdo su pecho y arqueo mi espalda cuando introduce otro dedo más en mi interior, puedo sentir como sus movimientos se agilizan y como mi excitación me pide más.
Lo agarró del cuello y presiono mis labios contra los suyos en un fiero beso que me deja sin aliento, él continua besándome pero pronto caminamos hasta la cama, en donde en empujón caemos ambos y no apartamos nuestras bocas una de la otra, caigo encima de él y lo único que necesito ahora es poder tenerlo para mí.
Desabrocho la hebilla de su cinturón y el botón de su pantalón para luego bajarlo junto con sus bóxers, me quito mis bragas y vuelvo a ponerme encima de él pero en un corto segundo, Pierre no me permite tomar el control en vez de eso, termina por dejarme abajo y él encima de mí, abre mis piernas y con una arremetida veloz termina por entrar su pene en mí haciendo que grite su nombre mientras que él deja sus manos en el cabecero de la cama cuando empieza a moverse.
—Oh mon amour... aussi précieux qu'une rose et doux comme une plume1.
Lo empujó hacia mí y de nuevo nos empezamos a besar, sus penetraciones se vuelven lentas y suaves, a modo de intentar no dañarme y terminar rápido, sus labios bajan a mi cuello y se acerca a mi oreja.
—Pronto Alaska, pronto...
— ¿Pronto qué?—digo gimiendo.
—Pronto te haré el amor, así de suave y lento que podrás tenerme bajo tus pies. —Abro los ojos y puedo ver esa pasión reflejada en su mirada.
—Pierre... Me gustas... —Me sincero con miedo.
No recibo una respuesta inmediata de él, solo sé que ha empezado a moverse rápido a punto de provocarme el orgasmo y cuando lo logra, apenas me puedo abrazar de su espalda y temblando por el frío y el maravilloso orgasmo, él es el siguiente en correrse dentro de mí mientras me brinda caricias en las curvas de mi cuerpo y besos maliciosos en mi boca.
—Tú también me gustas Alaska.
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1 Oh mi amor, tan preciosa como una rosa y tan suave como una pluma.
Continuará...
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