Capítulo 28
"Hay que tener el valor de decir la verdad, sobre todo cuando se habla de la verdad"
Platón
***
|Pierre|
Me agarro del cabello y empiezo a pensar las miles de razones porque en ocasiones además de ser un idiota siempre termino por empeorar las situaciones; no puedo creer que por mis estúpidos celos de nuevo me dejé guiar por la furia para hablarle mal a Alaska, la consciencia me atormenta demasiado que no puedo dejar de ver en mis recuerdos su mirada llena de dolor y tristeza cuando la ataque con palabras que no debieron salir de mi boca y pronto ella se exalto mencionando que ese hombre de las fotografías es su padre biológico.
Y lo peor de todo esto, es que ese simple tema me ha dejado con más dudas porque desde un principio no me imagine que Alaska fuera adoptada pero ahora esto ha dado un enorme giro al problema que veo que no me extraña las razones por las cuales se ha estado reuniendo con ese señor; no puedo culparla de ello, pero también necesito saber más de Alaska porque sus propios secretos me están abrumando al punto de no saber qué hacer para ganarme su confianza.
Ni siquiera podré convencerla porque una parte de esto, ella tiene la razón sobre que siempre termina por decirme algo de su vida mientras que yo, no doy un paso hacia adelante para que ella llegué a saber más de mí, en vez de eso, sigo cubriéndole muchas cosas, tantas que me conformaría un momento en que las llegará a saber porque sé que me comprendería pero por otra parte, odio tener que mentirle y evadir la conversación por el miedo de ser juzgado.
Porque mi vida se ha vuelto complicada últimamente, jamás tuve que darle explicaciones a una mujer sobre mí o que también deba de sentirme culpable por no decirle la verdad; no puedo creer que yo mismo sea quien me esté llevando a cruzar ese límite que siempre me llegué a imponer en estas circunstancias.
—Te daría una buena paliza, Beckham. —Se controla Ian. — ¿Cómo se te ocurre reprocharle cosas a ella cuando jamás te ha dado motivos para estar con otro hombre?—se toca la frente mi amigo.
—Lo sé... Yo no tengo el derecho de entrometerme en su vida y juzgarla antes de saber la verdad. —Juego con mis dedos para no ver la mirada oscura de Ian.
—Esta vez estoy de acuerdo con Ian, Pierre. —Ezra le da el voto a Ian. —Alaska es una mujer con principios y moral, no sería capaz de engañarte... Si tuvo la oportunidad con tu padre para tomar esas quinientas mil libras, ¿por qué pensaste que estar con un viejo millonario sería una salida más fácil que tomar el dinero de tu padre?—Suspiré.
Es una buena pregunta, ¿qué pasaba por mi cabeza en aquel momento cuando mi padre me lleno de cizañas y temores sobre quién es Alaska? Ni siquiera tengo la mayor idea porque tuve que confiar primero en él antes que la mujer con la que me ha entregado más que su cuerpo sino que también su alma. ¡Ah, sí! La razón es clara y específica, porque siempre suponemos que nuestra familia es a la que más debemos confiar antes que otras personas.
Entre más lo pienso puedo sentir como mi sangre se calienta de la rabia al haber caído en uno de los planes de mi padre por separarme de Alaska, no es ya suficiente con estar en la cuerda floja para que ahora yo le haya dado una puñalada en la espalda a ella cuando solo ha intentado cubrir un pasado que parece dolerle más que otra cosa.
— ¿Sigue molesta contigo?—preguntó Ian.
—Sí... Bueno... No tan así, sino más bien, decepcionada y herida. —Siento esa sensación efervescente de culpabilidad en mi estómago.
Oh Dios, como hubiera querido abrazarla y besarle sus mejillas rosas cubiertas de lágrimas para aliviar su dolor pero es suficiente con tener que haberme aguantado toda la noche para no intentar acercarme a ella y más, cuando observé el límite que Alaska puso entre ambos y ese fue, dormir en su esquina, casi cerca de la orilla de la cama. Eso me dio a entender que no quería que la tocara, que le hablara y tan siquiera la abrazara por la noche como suele suceder en algunas ocasiones.
Oh mi ángel... De nuevo te destruí como todo un demonio.
— ¿Has pensado en algo para perdonarla?—niego con una alternativa que empieza a poner Ezra.
—Prefiero darle su tiempo, ella odia los regalos. Para ser sincero, sé que ella preferiría un perdón antes que algo material pero sé que eso no es suficiente con lo poco que la humille de nuevo. —Hago una mueca adolorida.
Y es verdad, después de haber experimentado la primera vez que mis palabras provocaron que ella saliera huyendo del penthouse y yo pasara horas preocupado por no encontrarla en ningún lugar cerca de Walworth; no quiero que eso vuelva a suceder y no lo menciono por el plan que tenemos, sino más bien, porque tengo miedo que a ella le suceda algo en las oscuras calles de la ciudad.
—Intenta algo para que se sienta mejor, creo que con la discusión de ayer, ya terminaste por desgraciarle la semana. —Achique los ojos con las palabras de Ezra.
—Deja de ser exagerado. —Dije molesto.
—No exagera, Pierre. Una mujer es más sensible hasta en su lado más fuerte; por eso se le debe de tratar con mucho cuidado. —Explicó Ian.
Agarre el celular e intenté pensar en un plan que pueda lograr acercarme de nuevo a Alaska; en realidad, extraño muchas cosas de ella y tener que saber que los siguientes días puede estar triste por el comienzo de nuestras discusiones me hace ver lo inmaduro que soy cuando debí de comportarme como un hombre hecho y derecho.
—Una cena, una balada, unas luces románticas y una buena forma de hacerle el amor, la relajara... ¡Ay! ¡Ian, eso dolió!—se acaricia la cabeza Ezra.
—Ignora al idiota de Ezra—me sugiere, Ian—Basta con tratarla con amor y ser comprensivo para hacerla sentir mejor. Así que, no te preocupes, encontraras una forma para remediar el problema. —Muevo la cabeza afirmando lo dicho por Ian.
Paso la mano sobre mi cabello y me quedo mirando hacia la ventana de mi nueva oficina; por lo menos la vista de la ciudad me relaja y puedo ver como los rascacielos que se encuentran a los alrededores empiezan a tornarse de otro color con la caída del sol.
Escucho como abren la puerta de mi oficina con mucha ligereza, pierdo la concentración y la paciencia con ese pequeño detalle que acaba de quitarme mi momento de reflexión; suponiendo que es mi secretaria la que ha abierto de esa forma la puerta, doy un giro con mi silla para encontrarme a la persona menos adecuada para poder tenerla en frente en este momento.
—Te daremos nuevas noticias luego, Pierre. Hasta entonces. —Se levanta Ian y por consiguiente Ezra.
—Nos vemos Pierre. Buenas tardes señor Beckham. —Saluda Ezra antes de marcharse.
—Buenas tardes, señor Beckham. —Dice entre dientes Ian.
—Adiós muchachos. —Los despide mi padre.
Cuando mis amigos cierran la puerta de mi oficina, mi padre y yo nos quedamos solos en ella, puedo sentir como la sangre empieza a ascender a mi cabeza y como tengo que respirar profundo para no gritarle o tal vez, levantarme y golpearlo por haberme hecho creer todas sus palabras para dañar a Alaska.
— ¿Qué haces aquí?—digo indiferente por su aparición que no la esperaba.
—Y bien... —dice sonriendo— ¿Confirmaste tus dudas?
Aprieto mi mandíbula por el enojo que me provoca ver esa sonrisita suya como si hubiera obtenido de mí lo que quiso; no sé si él debe de saber la verdad sobre el pasado de Alaska o simplemente no quiso investigarla a fondo porque con unas fotografías podía inventar miles de mentiras para meterlas en mi cabeza y hacer que dudará de la persona incorrecta.
—Sí—digo cortante.
— ¿Y?—espera que diga algo—Oh... Me imagino. Debe de dolerte mucho saber que ella te ha estado engañando con un hombre mucho mayor que tú. —Cambia su rostro. —Lo lamento hijo, pero te advertí que solo es más que otra zorra aprovechada... —Golpeo la mesa al ver como llama a Alaska.
¿Zorra aprovechada? ¿Es en serio? Tenemos que discutir precisamente sobre esto cuando aún sigo alterado por todo lo que le hice a Alaska la noche pasada... Y lo peor de esto, es que el simple hecho que él mencioné todas estas cosas me hace creer que aquí, la zorra aprovechada no es Alaska sino Ginger. Y aquí, quien está terminando por ser engañado, no soy yo sino él.
—Cállate... No la vuelvas a llamar así—le señalo.
— ¿Qué?—no parece entender mi actitud hacia él cuando esperaba que yo estuviera de su lado.
— ¿Por qué haces esto?—le pregunto asqueado de pensar tantas cosas sobre él y su conducta. — ¿Qué quieres conseguir de mí con alejarme de Alaska?—él sigue callado—Dios, ¿por qué he sido tan imbécil en creerte a ti y no a la mujer que no me ha defraudado hasta el momento?—Él se impresiona de repente.
— ¿De qué hablas Pierre?—cruza los brazos.
—Hablo... De que esas fotografías que tu detective me ha entregado son más que una farsa—abro la gaveta de mi escritorio y me acerco a él para ponerle la carpeta en frente.
—Demonios Pierre, no me digas que le has creído a ella antes que a mí. —Dice ofendido.
—Claro. En realidad, he estado todo este tiempo equivocado en seguirte creyendo cuando eres tú el mentiroso de esta historia. —Él abre la boca.
—Mira hijo, no sé qué clases de cosas ella te ha dicho de mí para que te pongas en mi contra pero... —Lo detengo antes que siga.
— ¡Ella no me ha dicho nada!—me resalto. —Eres tu quien me lo ha demostrado.
Desesperado, molesto y tenso, logro reunir toda la valentía y las fuerzas posibles para afrontar la verdad después de estos meses que he ocultado su secreto, ya no queda más que discutir ese asunto, ese tema que sigue carcomiendo mi consciencia cada vez que veo a mi madre y me pregunto cuántas noches ella no estará esperando a mi papá que llegue a la casa mientras él está disfrutando de su amante o como esos labios están compartidos por otra mujer y engañan a su esposa con besos traicioneros y secos.
No... No puedo soportarlo... Ni tolerarlo... Mi madre es lo más importante en mi vida y saber que mi padre, ese hombre que siempre lo vi como un modelo, es ahora quien, ha hecho perder su imagen de honor conmigo.
— ¿Por qué engañas a mi madre?—Él se asusta con mi repentina pregunta.
— ¿A qué te refieres?—suelta con cautela.
—Te lo repetiré una vez más... ¿por qué engañas a mi madre?—él se queda callado. — ¿Por qué?—le vuelvo a repetir.
—Yo no engaño a tu madre... —se defiende.
— ¡Deja de mentir!—le grito. —Ya sé la verdad, ya sé que estás con Ginger y ya sé que ustedes... Par de... —Ni siquiera soy capaz de decir la palabra. —Se acuestan en nuestras narices.
Mi padre se queda petrificado, tanto que no mueve tan solo un dedo, en vez de eso, se queda mirándome y no dice ni una palabra; puedo ver ese temor de sus ojos al haber sido descubierto de la forma menos inesperada que él podía haber imaginado. Él que quizás venía a celebrar porque le diría que me separe de Alaska al final le salió todo lo contrario, ahora él debe de estarse preguntando cómo se la verdad y eso sin decir que pueden estarle pasando tantas cosas por la cabeza que hasta su corazón ya debe de estar agitado y sus manos temblando del miedo, eso sin agregar que debe de sentir una ola de emociones al descubrir la hazaña que nos ha estado ocultando a toda mi familia.
— ¿Qué sabes de eso?—parece no negarlo.
—Entonces es cierto—evado su pregunta.
— ¿Desde cuándo lo sabes?—sigue preguntándome.
—El suficiente tiempo para haberme quedado callado y no ir hacia mi madre para decirle la verdad. —Respondí adolorido.
—Pierre, no es lo que piensas. —Río de dolor y rencor.
—Y ¿qué es entonces?—sonrió con aspereza. — ¿Un juego? ¿Un experimento? ¿Una burla para vernos la cara de imbéciles a todos?—digo gruñendo.
Él no sabe cómo reaccionar ante la situación, no sé si es porque temé a que vaya hacia mi madre y le cuente la verdad, pero en realidad, apenas he observado la punta del iceberg para decir que aún no conozco la profundidad que tiene debajo del mar. Esto no es de hoy, ni de ayer, ni de hacer un mes o un año. Esto viene de hace un largo tiempo, tanto que desconozco cuánto tiempo él está junto con esa hipócrita que mi madre le ha dado hogar, trabajo, comida y una buena vida en la boca.
— ¿No piensas decírselo a tu madre, verdad?—la sangre se me congela con esa pregunta.
—Eres un maldito cínico. —Ya no importa la moral de cómo hablarle a mi padre.
—Tú no me hables de esa forma—me señala pero golpeo su dedo para que lo quite de mi rostro.
—Pues te lo mereces. —Le digo sin rodeos. —Quien no respeta no se merece respeto. —Menciono.
Por primera vez en mi vida, no sé qué pensar de mi padre, lo odio pero está esa minúscula parte de mí que aún queda que lo sigue adorando; pero no puedo dejar de pensar en el daño que le hará a mi madre cuando ella sepa toda la verdad, no soy ni siquiera capaz de poder hablar con ella y decirle esto, tengo miedo por todo. De perder a mi hermana con un cáncer de hígado y ahora a mi madre con una noticia que la romperá en mil pedazos.
— ¿Por qué?—digo cerrando los puños. — ¿Qué tiene ella que no tenga mi madre?—pregunto pero no responde—Ah sí, ya lo recuerdo... —Río. —Un buen culo joven al que puedas follar.
Recibo un golpe en el rostro que me hace tropezar con mi escritorio, me acaricio la mandíbula y me doy cuenta como he recibido un ataque de su parte; no he podido quedarme callado, ni siquiera con la poca tolerancia que me queda al verlo pero cada vez que pienso las razones por las que ha estado engañando a mi madre por una chica que tiene casi la edad de Alaska, solo me hace pensar en cosas sexuales y no en sentimentales.
— ¡No te permito que hables así de ella!—la defiende a toda costa.
—Felicidades entonces. —Aplaudo. — ¿Cuándo llegará la invitación de su boda?—Él enarca la ceja. —Supongo que te divorciaras de mi madre después de toda esta farsa de matrimonio. —Él me tira una mirada de odio.
—Sabes que pronto será nuestro aniversario... —No tiene por qué decirme, ya que lo sé.
—Bien, entonces espero de tu parte que antes de esa fecha le digas la verdad. —Le doy la espalda.
—No lo haré. —Hago las manos un puño.
— ¡Lo harás!—insisto.
—No Pierre, no te daré ese gusto. —Niega.
—Entonces ¿qué?, ¿prefieres dormir en la misma cama con mi madre mientras te vas con la otra?—mis manos tiemblan con la espera de su respuesta.
—Sí.
La furia es tan grande que ahora soy yo quien le da un golpe que lo hace caer al suelo, no me detengo y lo agarro de las solapas de su traje de trabajo, lo levanto y lo golpeo contra la pared hasta que estoy a punto de nuevo darle una paliza por todo el sufrimiento que le hará pasar a nuestra familia. ¿Qué pensarán mis hermanos sobre esto? ¿Qué dirá mi mamá cuando llegue a saber la verdad? ¿Cómo podremos afrontar los cuatro esté dolor?
— ¡Pierre detente!
Ian y Ezra entran a mi oficina y ambos me separan de mi padre, él con ojos sorprendidos y molestos me da una mirada que me apunta a estar en su lista negra.
—Te lo advierto, Pierre. Ni una sola palabra. —Él sale de mi oficina corriendo.
Estoy a punto de perseguirlo pero los chicos me detienen, cuando pasan un par de minutos tiro de mis brazos para que puedan dejarme en libertad, agarro mi cabello y empiezo a jalarlo al punto de no sentir dolor, mi cuerpo esta tan adormecido por las palabras de ese cobarde que se hace llamar mi padre que ahora lo único que me duele es el corazón.
—Pierre, vete a casa. Estar así aquí no te ayudará en nada—me aconseja Ian.
—Quiero y necesito mantener la mente ocupada—me toco la frente.
—No. —Ian me empuja fuera de la oficina. —Vete y vuelve mañana, más calmado. —Me da una mirada preocupada. —Por favor, Pierre.
Suspiro y muevo la cabeza afirmándole que me iré a casa, quizás no sea el momento preciso para quedarme a trabajar, es necesario que despeje la mente antes que las cosas empeoren.
Busco mi auto entre el estacionamiento y pronto al encontrarlo, me subo en él para manejar unas calles de Lambeth a Walworth, estoy sumergido en mis propios problemas que no puedo concentrarme en manejar, tanto que casi me sobrepaso tres semáforos en rojos.
Solo llego a casa y pronto me voy a mi oficina, sin antes enviarle un mensaje a Mason quien será él quien recoja a Alaska a su trabajo, no estoy con el suficiente humor para traerla y tampoco creo que sea necesario que vea mi rostro después de la horrible tarde que he pasado con mi querido padre.
Saco una botella de whisky y tomo un vaso, pronto lo lleno y me trago de una sola vez, la bebida color ámbar. Mi garganta arde pero a diferencia de lo que me ha pasado, no es suficiente para olvidarme de todo y más de aquellas palabras. Mi consuelo es guardarme el secreto, unas lágrimas caen de mi rostro y empiezo a hacerme tantas preguntas, muchas de ellas sin alguna respuesta próxima porque pueden provocarme más daño de lo normal.
Un trago más, dos... Tres... Cinco... Diez... Todos los posibles hasta que la botella de whisky empieza a quedarse sin alcohol. Sigo bebiendo y riéndome con tristeza de mis desgracias en la vida, pero en sí, nada me resulta favorable cuando recuerdo ese 24 de diciembre, cuando vi como mi padre follaba a Ginger, de la mentira que le hizo pasar a mi madre, de las vacaciones que pasamos en Alaska mientras ellos se coqueteaban y nadie se daba cuenta excepto yo y eso sin decir, de las visitas constantes que mi madre recibe de Ginger en su casa.
Tiro el vaso en la pared de mi oficina del penthouse para luego empezar a golpear la pared, tan fuerte que mis nudillos arden y empiezan a sangrar.
Perdóname mamá...
Perdóname Ruby...
Perdóname Skandar...
Soy un cobarde. Un cobarde que tiene miedo a herir a todos por una mentira que tendrá grandes consecuencias y de no saber cómo afrontar y ayudar a los que ama.
—Lo siento mamá... Te he defraudado como hijo.
(...)
Siento como alguien me toma de los brazos e intenta levantarme; el sueño y el dolor de cabeza no me permiten reaccionar rápido pero ese olor a suave a canela y vainilla me despierta y me hace levantar la cabeza para ver a una persona un poco borrosa pero fácil de detectar con solo su cálido tacto y deliciosa aroma.
—Vamos Pierre, ayúdame a levantarte.
Con pocas fuerzas y con su ayuda, me levanto de la silla y ella pone mi brazo sobre sus hombros, empieza a dar unos pasos mientras me sostiene y yo intento no irme de lado para caer y hacerla caer a ella también; veo la oscuridad de la noche y percibo las luces encendidas... ¿ya es de noche?
Doy pasos lentos y subimos un escalón y luego otro hasta irnos acercando al segundo piso, tengo varios tropiezos que tengo que sostenerme de las paredes para no caer; abre la puerta de una habitación y pronto me lleva hasta la cama, en donde me dejo caer y puedo sentir como de nuevo mis ojos pesan del sueño por la borrachera.
—Quédate aquí, vendré enseguida.
Hago un sonidito con la garganta afirmando sus palabras. Pero no sé cuánto tiempo pasa cuando cierro de nuevo los ojos hasta quedarme profundamente dormido.
(...)
—Pierre... Despierta... Vamos Pierre.
Me doy la vuelta y encuentro a Alaska sentada en una esquina de la cama con un vaso que contiene un líquido rojo; al saber cuál es la intención que ella tiene conmigo, me levanto y me siento para pronto tomar el vaso y darle una mirada.
— ¿Qué es?—pregunto.
—Tú solo tómatelo.
Hago una mueca y obedezco a sus órdenes, así que pongo la orilla del vaso en mi boca cuando el líquido se resbala y empieza a entrar en mi boca hasta caer de mi garganta al estómago. El sabor es tan simple y amargo que empiezo a toser, tanto que pronto adivino que es lo que estoy tomando y por el sabor, todo es claro. Jugo de tomate.
—Tómatelo todo. —Me ordena.
Poco convencido de seguir bebiendo pero saber que puedo evitarme una jaqueca, termino por darle otros tres tragos más al jugo de tomate hasta acabármelo, hago gestos de horror al haberme tomado aquel líquido pero pronto empiezo a recuperar la consciencia al pasar los minutos.
—Oh Dios, mira tus nudillos.
Le doy una mirada a mis nudillos y puedo encontrar como estos han dejado de sangrar pero están morados y con la piel desgarrada, no recuerdo cuantas veces golpeé la pared pero ahora sí sé que debieron haber sido más de diez para que sienta dolor y ardor.
Alaska llega con un botiquín de primero auxilios, lo abre y saca el alcohol y algodón.
—Dolerá.
Le doy una mirada y me quedo callado porque no sabe que ese dolor es más tolerable del que tengo ahora mentalmente.
— ¿Qué te sucedió para que hicieras esto?—pregunto limpiándome aún las heridas.
— ¡Ay!—me quejo—Bueno, practique boxeo para que me veas más atractivo. —Ella se detiene y me da una mirada seria. —Bien, una broma de mal chiste. —Murmuro.
Ella no vuelve a preguntas, solo de queda callada mientras limpia cada nudillo con alcohol y pronto venda mi primera mano.
Recuerda Pierre... Confianza. Es hora para que aunque sea a alguien le cuentes lo que te está sucediendo, no siempre podrás guardártelo todo y quizás, se vuelva más sencillo que lo converses con alguien más además de tus amigos.
—Tuve una pelea con mi padre. —Suelto a la espera de una respuesta.
Alaska se detiene y eleva su rostro hasta darme una mirada misterio que me hace comprender que ella no entiende como me he llegado a pelear con mi padre.
—Él... Él... Está... Engañando a mí... —tomo aire y me tranquilizo. —Madre.
Ahora puedo ver la sorpresa en los ojos de Alaska, tanto que no sé si debo de seguir o cerrar mi boca; pero recordando que yo inicie esto, debo ser quien lo termine.
— ¿Cómo sabes?—ella pregunta aún atónita por la noticia.
—Lo encontré teniendo sexo con otra mujer, en la cama que comparte él y mi madre. —Comente.
Alaska baja la mirada y pronto cura las heridas de mi otra mano hasta vendarla y pronto sentarse a mi lado.
— ¿Quieres hablarlo?—asiento con tristeza.
Trago hondo y no sé por dónde empezar, pero si le he dado esa confianza a ella para que me escuche y posiblemente me ayude a resolver este problema, no creo que haya una forma que algo o alguien me detenga ahora.
—Te acuerdas cuando me preguntaste sobre por qué me veías tan tenso con mi padre... —Ella asiente—Esa es la razón.
— ¿Desde cuándo sabes?—Dice preocupada.
— ¿Te acuerdas también cuando para navidad llegué a tu apartamento a medianoche?—Ella abrió los ojos.
— ¿Fue para el 24 de diciembre?—suspiro como respuesta.
—Esa noche lo descubrí, me sentí muy mal que me escape de la fiesta que organiza mi madre para esa fecha, no pude tolerar verlo sonriente después de saber que estaba en la cama con otra mujer. Corrí hasta tu apartamento porque sentí que tú podías ayudarme y aunque sea ese abrazo que nos dimos, me reconforto y tranquilizo. —Le comente.
— ¿Con quién está engañando tu padre a tu madre?—hago una mueca porque ahí viene la peor parte.
—Ahora, te acuerdas también sobre la pregunta que me hiciste acerca si esa Ginger a la que yo hable en la cena que organizamos para tu cumpleaños, era la misma con la que habíamos viajado para las vacaciones de fin de año... —Ella pronto entendió a lo que me refiero.
— ¿Ella?—dice asombrada mientras le confirmo moviendo la cabeza.
Me quedo callado al no saber que más decir, con solo pensar en todo siento las náuseas de regresar todo el whisky que he tomado.
—Pero... ¿quién sabe de esto?—me dio una mirada.
—Ian, Ezra y tú. —Le confieso.
— ¿Tus hermanos?—Niego.
—No sé cómo decírselos. —Se acerca a mí.
—Pierre, ¿cómo has podido guardar todo eso?—encojo los hombros.
—No lo hecho por mi padre—bajo la mirada—sino más bien, por mi madre y mis hermanos... —Ella acaricia mi cabello—Mi madre ha sufrido muchas cosas últimamente, Alaska. —Siento como otra vez mis ojos se empañan por las lágrimas. —Y cómo darle está noticia a Ruby ahora que está enfrentando lo del cáncer... —Me cubro los ojos. —Y Skandar que está en su último año de universidad y necesita concentrarse para poder graduarse. —Se me sale un sollozo.
Siento como Alaska me envuelve en sus brazos y deja un beso en mi cabeza, dejo mi cabeza en su hombro e intento retener más tiempo las lágrimas pero me es imposible cuando aún siento el peso encima de un secreto que por fin destrozará a toda mi familia.
—Sé que no debería decírtelo pero... —Espero unos segundos para que continué—Es mejor decir la verdad aunque lastime, entre más pase el tiempo, la mentira se agranda y la verdad duele más. —Me separo de ella para verla. —Tu madre y tus hermanos podrán salir adelante con esto, sé que su corazón se romperá con la noticia pero confío en ti, Pierre. —Abro los ojos. —Tú has sido fuerte después de todo esto y sé que serás capaz de ayudar a tu familia a salir de este agujero negro. —Acaricia mi mejilla. —Y te prometo también, que yo no te dejaré solo en esto, te ayudaré y apoyaré en todo lo que necesites, siempre y cuando, también tú lo quieras.
Una sonrisa sale de mis labios y me acerco a ella para darle un abrazo, hubiera podido darle un beso pero aún no ha llegado el momento para hacerlo.
—Gracias.
Quizás aún no esté preparado para decirle la verdad a mi familia, pero trataré de encontrar el momento indicado para revelar el secreto de mi padre. Alaska tiene la razón, si sigo guardando el secreto, las cosas pueden empeorar. Seré cauteloso en todo.
Esa misma noche también comprendí una cosa más, y esa fue que puedo confiarle a Alaska mis propios secretos, porque sé que de ella puedo recibir muchas cosas.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top