Capítulo 27

"La vulnerabilidad engendra el miedo y el miedo engendra la desconfianza"

Mahatma Gandhi

***

2 semanas después...

No sé en qué puedo estar más absorbida, si en mis pensamientos o en el trabajo matutino que tengo diariamente; estoy cansada de muchas cosas y más de aquellas que han sucedido en los últimos días que me han provocado no solo dolores de cabeza sino que también insomnio y faltas de apetito; nunca pensé que una llamada podía acabar con mis días de paz aunque mayormente tampoco fueron fáciles los primeros cuando Pierre seguía molesto conmigo pero por lo menos el problema con él, ya ha sido pasado aunque en referencia con su padre, creo que aún su relación no ha mejorado, pero sigo pensando que el problema no solo circula en mí, sino que en otras consecuencias muchos más graves para que él mismo no quiera comentarlas.

De nuevo empiezo a quedarme dormida pero el sonido de la puerta me detiene a que pronto mi cabeza ya se encuentre con la mesa, con poco humor y fuerzas, prefiero quedarme en mí lugar, así que solo termino por decir unas palabras que pueden lograr hacer que Jessie deje entrar al próximo paciente, así que preparándome para recibir a la persona, espero unos segundos hasta que la puerta se abre y de ella entra ese mismo hombre que ha estado arruinando y descontrolando mis propias rutinas de mi vida.

— ¿Qué hace aquí?—me levanto de mi asiento.

Él no dice ni una palabra, me da esa reconocida mirada neutra que parece no importarle mis propias expresiones y molestia que tengo al verlo; varios de sus cabellos castaños han empezado a tornarse blancos y eso sin decir de la nueva colección de arrugas que ha obtenido en los últimos tres años en su rostro; camina en dirección a uno de los asientos y se sienta en una de las dos sillas que quedan en frente de mi escritorio, puedo ver cómo me mira y espera a que sea la siguiente en aceptar la nueva conversación que tiene conmigo.

—No has querido contestar mis llamadas, querida hija.

Una mezcla de dolor, tristeza y enojo provocan que se me revuelva el estómago, ni siquiera puedo tolerar verlo tanto tiempo porque los recuerdos vienen a mí y eso sin decir que sigo sin comprender cómo es que sigue intentando mantener una comunicación conmigo cuando jamás le interese en su vida.

—Te dije que no volvería a hablar contigo—crucé los brazos.

— ¿Por qué? ¿Solo por decirte la verdad cuando la necesitas ahora? Oh claro, es de recordar que también tienes tu orgullo, como yo. —Lo asesino con la mirada.

—Yo no me parezco a ti—Dijo entre dientes.

—Claro que sí, mírate en el espejo y compara las diferencias... Te aseguro que encontraras más similitudes de las que no crees. —Insinuó como si estuviera orgulloso.

Prefiero quedarme callada para no discutir más el asunto cuando por un lado él tiene razón, tenemos algunas cosas en común que es difícil negarme a ello, pero eso no quiera decir que siempre tenga que ser en todo cuando él no me crió y solo ha sido más que un producto de esperma en el óvulo de una mujer.

— ¿Has almorzado ya?—ruedo los ojos como si tuviera interés en mí. —Vamos, te invito a comer.

Se levanta y empieza a abrir la puerta de mi oficina, yo no doy ni un paso y prefiero quedarme en donde estoy, pero al ver que él espera a que yo sea quien salga de la oficina, sigo pensando que es una idea muy loca volver a seguirlo e intentar llevarme bien con una persona que le siento tanta repugnancia desde hace ya un par de años desde que supe la verdad de mis orígenes.

—Es necesario que tengas que montar todo esté espectáculo, Alaska. —Bufé.

—Será porque no quiero pasar tiempo con alguien que jamás me acepto en su vida y ahora viene a querer ser un padre honorable—él hace una mueca.

Se queda callado por unos minutos hasta que quizás sea su consciencia la que lo remuerde después de todo lo que me ha hecho pasar, pero de todas formas ya es demasiado tarde para llegar a sentir lastima por él, más cuando él jamás se apiado de mí y de mis sentimientos.

—Bueno, si no quieres almorzar... Me quedaré aquí. —Volvió a sentarse en la silla.

Gruñí molesta y es posible que la única forma de sacarlo de mi oficina sin que mi propia secretaria pueda ver otra discusión con mi padre, así que tomando la suficiente paciencia y tolerancia que le puedo tener al hombre que tengo a un metro de mí, me quito mi bata y tomo mi cartera para ser la primera que camine hacia la puerta y espere a que él salga.

Le doy unas indicaciones a Jessie antes de irme y aunque no desee tener que irme de la clínica, no me queda de otra que marcharme para que el señor King pueda dejarme en paz. Apenas salimos y él me invita a entrar a su auto, disgustada por tener que captar todas sus indicaciones, termino por entrar a su auto y ver como él maneja entre algunas calles de Lambeth hasta llegar a un restaurante que tiene mesas por dentro y fuera.

— ¿Dónde quieres sentarte?—pregunta antes que él maître llegue con los menús.

—Da igual donde sea—dije con indiferencia.

Él suspira ya cansado de mi carácter que al final elige una mesa de afuera y espera a que el mesero nos lleve la carta para escoger un plato, no tengo el suficiente apetito para decir que me encuentro de un buen humor para comer, pero de igual forma, no puedo ser desagradecida.

— ¿Lista para tomar la orden?—muevo la cabeza como afirmación.

El señor King pronto llama al mesero y nos toman la orden para traernos en unos minutos la comida, me quedo callada en todo el momento y a la vez, evitando aquellas miradas que no me favorecen tener que verlas.

—Mi esposa quiere conocerte—una sensación viaja en mi cuerpo al escuchar eso.

— ¿Por qué?—apenas logro decir.

—Sabe que tuve una hija... —Lo interrumpo.

— ¿De una aventura de una noche?—prosigo en cuestionarlo.

—... Y quiere saber de ti. También, piensa que deberíamos pasar tiempo juntos, como entre padre e hija. —Lo miro de una forma cínica.

— ¿Habla en serio?—dejo salir una risa. —Si nunca quiso pasar tiempo conmigo, ¿por qué cree que es el momento para hacerlo? ¿Solo por una orden de su esposa? Por qué no veo que esto sea voluntario—me trago toda la palabrería que estoy a punto de decirle.

—Además, quiere que te agregué dentro de mi testamento—abro la boca sorprendida—, además de mis otros dos hijos, también formarías parte de mi herencia. —Respiro hondo y cuento hasta mil porque no es suficiente con cien.

—No quiero su dinero. Creo que eso se lo dejé claro después de haberme humillado en su oficina cuando me entrego en una maleta un millón de libras para que me alejara de usted y nadie llegará a saber de mi existencia. —Él suspira.

—Obtendrías el 33.33% de mi herencia. Se ha tenido que dividir en partes iguales el porcentaje que mis hijos y tú, tendrán como mi legado. —Me acaricio el cabello con nerviosismo.

—No quiero su dinero. Puede al final dejarle el 50% a cada uno de sus hijos. —Él parece incomodarse más con la situación.

El mesero pronto llega con nuestros platos de comida, para él un filete de carne a la parrilla y yo una ensalada griega.

Escucho como mi celular suena, así que entre mi cartera busco el aparato para ver debajo de la mesa que es una llamada de Pierre, hago una mueca y me levanto de la mesa para poder corresponderla antes que vuelva a insistir en llamarme.

—Hola, ¿sucede algo?—contesto.

—Quería saber si quieres que pase a recogerte y almorzamos juntos.

Hago una mueca para mí misma y miro hacia atrás de forma disimulada al ver como el señor King parece interesarle la llamada que acabo de tener.

—No, he salido a almorzar con Miranda—le miento.

Se queda en silencio unos minutos que para mí me hacen dudar si a él le sucede algo y por eso quiere que nos veamos.

— ¿Todo bien?—Hablo luego de un gran momento de silencio.

—Sí... Muy bien. —Suspira. —Recuerda que paso por ti más tarde. Tenemos una cita con el cine. —Por fin, una sonrisa aparece en mi rostro.

—Lo sé, no lo he olvidado. —Le anuncio riendo.

—Saluda a Miranda de mi parte. —Muerdo mi labio al saber que estoy haciendo mal en ocultarle cosas.

—Claro, nos vemos. —Me despido.

—Adiós Alaska.

Cuelgo la llamada y me quedo mirando por un momento el celular, siento a Pierre un poco extraño y distante pero prefiero no dudar en su propio carácter cuando en cuestión de tiempo he llegado a saber que él en ocasiones no es que se comporte como un bipolar sino que su trabajo lo llega a cansar rápido; a la vez, siento que por primera vez, además de mis padres, me duele mentirle a Pierre, pero hay un lado de mi subconsciente que me permite ver la realidad con más profundidad para darme cuenta que también él me oculta cosas que yo no he podido descubrir por su parte.

Regreso a la mesa y me siento en la silla que está enfrente de lo que sería mi padre, para empezar a comer despacio, con bocados cortos y presionando mi boca y dientes a masticar para poder ingerir aunque sea un poco de comida.

—Mira Alaska, sé que nuestra relación no es tan buena como debería ser—pongo los ojos en blanco—pero no estaría haciendo esto si no fuese necesario. Sé que te quería afuera de mi vida pero el tiempo pasa y... Bueno, creo que es mejor comenzar ahora desde cero y perdonar nuestros errores. —Le doy una mirada.

—No comprendo nada sabes—siento de nuevo esa amargura en la boca—, abandonaste a mi madre, luego a mí y... ¿quieres que te perdone todos tus errores con facilidad?—niego—Fui tu mayor error, ¿recuerdas?—siento las ganas irremediables de llorar—Preferiste huir como un cobarde y dejar a un bebé con unos desconocidos. Y unos años después, dices que no debí nacer, que muchas veces le dijiste a mi madre que me abortara y que con mi llegada, podías tener problemas con tu nueva familia. —Tomo aire y me ventilo con la mano. — ¿Crees que es fácil dejar todo en el pasado?

Él se quedó callado sin decir ni una palabra, no sé si le llegué a dar un golpe de realidad en su cara pero es necesario tener que hablar de la forma más honesta posible con él, en esta etapa de la vida, ya me había dejado de importar su existencia, siempre pensé que podía haber una pequeña posibilidad que él se interesara en conocerme pero lo que luego sucedió cuando se enteró de mí, las perspectivas cambiaron y ahora veo que los roles también dieron un giro, porque antes si él era quien no deseaba verme, ahora soy yo quien quiere que salga de mi vida. Lo importante es que tengo mis padres, quizás no sean de sangre pero ellos tuvieron más valentía en cuidarme que él.

—Cuando termine me avisa, quiero irme pronto. —Le menciono antes de terminar con la ensalada.

Una hora después pasa dejándome a mi trabajo, con un rostro que no ha cambiado desde que lo vi, me despido de él y le agradezco por haber pagado mi comida cuando él me devolvió el dinero al ver que había pedido al mesero cuentas separadas. Me baje de su auto y me aproxime a la puerta de mi clínica, escuché como de nuevo me nombro y tuve que darme la vuelta para poder mirarlo de reojo, ya que sigo teniendo vergüenza al ser su hija de sangre.

—Piensa en lo que te dije, ¿sí?—parece estar más calmado después de haber salido tenso del restaurante.

—No cambiaré mi respuesta, señor King. —Respondo.

—Llámame papá si quieres... —Lo miro de cabeza a pies.

—Lo siento, pero ese honor no se lo ha ganado. —Abro la puerta.

Entro y pronto me voy a mi propio refugio que es mi oficina, antes de pasar a mi paciente, termino por entrar al baño en donde dejo salir varios sollozos que tengo que cubrirlos con mi mano para que no se llegue a escuchar su eco; me duele tanto saber que después de todo este tiempo, él quiere e intenta tener una relación entre padre e hija cuando eso debía de haberlo conseguido o buscado desde años atrás, ahora solo queda esa herida abierta y más saber que no puedo perdonar todos sus errores cuando están involucrados con la mujer que fue mi madre y también con mi pasado. No se puede cubrir el sol con un dedo, y así es igual para este caso, no se puede cubrir una herida que ya ha dejado una cicatriz.

(...)

Guardo la ropa de trabajo en una pequeña maleta para arreglarme y así poder ir al cine con Pierre, aún no hemos decidido que película ir a ver, pero estoy segura que cualquiera que esté en cartelera me animará a verla y también olvidar el horrible día que he llegado a tener; termino por usar unos jeans y una blusa que deja descubierto mis hombros, antes de poder proceder con mi cambio de ropa, alguien abre la puerta y casi la cierro de golpe si no hubiera sido porque alguien la aparto, pero dejó salir el aire de mi boca al ver que es Pierre y no Jessie quien pudo haber vuelto por algún objeto suyo que haya dejado en la clínica.

—Demonios, ¿cómo es que siempre entras a la clínica?—él encoge los hombros.

—Hace diez minutos llegue y sabes lo impaciente que me pongo al tener que esperarte cuando te estás desnudando en una habitación—le doy un golpe en el hombro para que se callé—. En referencia a cómo siempre entro a la clínica, está vez, me encontré a Jessie y ella dejó que me quedará dentro.

Bueno, ya no es una sorpresa que mi secretaria deje entrar a Pierre cuando ha empezado a tenerle poco a poco confianza, de todas formas, Pierre ya no se ha presentado con mal humor aquí en mi oficina, diariamente casi siempre es él quien ánima mis días oscuros.

Agarro mis Converse blancos para intentar ponérmelos, pero Pierre termina por tomar uno de ellos para luego arrodillarse y esperar a que yo entrara el pie en el zapato.

— ¿Qué haces?—pregunto riendo.

—Quiero saber si a Cenicienta le queda su zapatilla de cristal. —Libero un sonido por lo cursi que se está comportando.

—Pues está Cenicienta no necesita de la ayuda del mayordomo del rey. —Él abre la boca ofendido.

— ¿El mayordomo? ¿Qué no era el príncipe?—Me pongo uno de los zapatos yo sola.

—La verdad es que no sé qué versión hablamos. Ya sabes que el de caricatura, el mayordomo es quien le pone la zapatilla a ella y la de vida real, si es el príncipe. —Agarro el zapato de su mano para también ponérmelo.

—Ah, tienes razón. —Dice antes de levantarse.

Tomo todas mis cosas y empezamos a salir de mi clínica para ir al cine, no sé cuál de todos los cines que hay en Westminster iremos cuando hay varios en sus alrededores así como en Londres; mayormente siempre le permito a Pierre que escoja algunos lugares que no he visitado y él termina por enseñarme, así que, como también es mi primera vez en el cine, preferí que él tomara la decisión de cual ir.

Estaciona el auto a un lado de la calle y pronto nos bajamos para caminar un poco hasta llegar a un enorme local que tiene muchas luces neón, así que apenas entramos cuando vemos el cine un poco lleno y con varias personas comprando boletos o golosinas.

—Este es el cine Vue Cinema London Piccadilly—menciona.

—Es decir, ¿qué estamos en Piccadilly Circus?—él asiente.

Nos acercamos a la fila en donde compraremos los boletos de la película pero para no retrasar más el tiempo, ambos nos dividimos, mientras yo iba por las palomitas, Pierre se quedó haciendo fila para comprar los boletos; así que mientras compraba un combo de palomitas con nachos y soda, Pierre avanzo pronto hacia mí.

—Ya no había asientos para Capitana Marvel, así que nos tocará ver A Dos Metros de Ti. —Hizo una mueca.

—Es una película de jóvenes y romántica, podrás aguantar—le guiñé el ojo.

Pierre prefirió callar y no decir ni una palabra al respecto, de todas formas el teaser de la película me pareció muy interesante que opte como una elección para verla en el cine; así que mientras caminábamos a la sala en donde veremos la película, Pierre me ayudo con las palomitas y la soda.

— ¿Pierre?—ambos nos detenemos y buscamos a la persona que lo llamó a él.

Pierre busca a una persona conocida pero no la encuentra, así que se vuelve a dar la vuelta para caminar cuando de nuevo lo llaman y esta vez aparece una chica en frente de nosotros.

— ¡Tiempo sin verte!—ella lo saluda.

Pierre que parece estar en un estado de shock no dice ni una palabra, en vez de eso, se queda callado y mirando aquella joven que tiene una sonrisa simpática.

—Hola Sandra. —Enarco la ceja.

Pierre se le acerca a ella y parecen hablar un poco hasta que ella asiente y se da la vuelta para marcharse, no comprendo lo que sucede pero intento no pensar en cosas incorrectas cuando sé la reputación que él tiene con las mujeres.

—Vamos. —Tuerce la boca.

No digo ni una palabra, solo veo como pasa a mi lado y busca la sala en donde nos toca ver la película, termino por seguirlo y al encontrarla, buscamos nuestros respectivos lugares para ver la película, al ser film que ya lleva semanas de estreno, la sala se encuentra un poco vacía, solo con unos cuantos jóvenes que están con su pareja o con un grupo de amigos; miro a Pierre un poco callado y desconcertado que hasta su rostro cambio al ver aquella mujer, me pregunto si será esa mujer que he escuchado que ha hablado últimamente su familia como si le hubiera hecho daño a Pierre, pero prefiero no mencionar nada porque sé que a él no le gusta discutir temas que le desagradan.

Las luces de la sala se apagan y las cortinas se abren para dejar en descubierto la pantalla en donde pasaran la película, puedo ver como empiezan a dar algunos tráilers de varias películas que pronto se llegarán a estrenar como también algunos anuncios publicitarios.

— ¿Quieres?—le pongo las palomitas al frente.

—No gracias—apenas dice para poner sus ojos en la película.

Quito las palomitas y las pongo en mis piernas para agarrar una a una para ponerlas dentro de mi boca; la película empieza y se ve como dan una pequeña introducción de vídeos de lo que parece ser la protagonista, luego menciona su enfermedad que es la fibrosis quística y ahora aparece su historia en el hospital.

— No me imaginaba que a una persona se le podía medicar tanto—menciono en voz baja.

—Supongo.

Miro de reojo a Pierre y me pregunto qué le está sucediendo. Minutos después él agarra su celular y le da una mirada a la pantalla hasta que lo desbloquea y empieza a textear.

—Pierre...

Él me da una mirada y asiente al saber que nos pueden regañar por tener el celular encendido en medio de la película.

Pero su celular suena, suena y suena. Termino por desconcentrarme a mitad de la película cuando él vuelve a tomarlo y a enviar un par de mensajes más hasta que se levanta y camina en dirección a la salida.

— ¿Dónde vas?—Le pregunto.

—Ya regreso... —Dice nervioso. —Voy al baño. —Se marcha.

Tengo un minuto para pensar qué es lo que tengo que hacer, mi primera opción es dejar de desconfiar en él y quedarme en la sala como buena... ¿novia falsa? o tengo la segunda opción que es descubrir qué demonios está pasando. Pero como mi segunda alternativa es la que me domina más, soy la siguiente en levantarme, salir de la sala y perseguirlo.

Intento que no me vea que lo estoy siguiendo, así que me muevo muy lento para que no sienta mis pasos, paso entre pared y pared hasta que en medio camino en donde se encuentran los baños de los hombres se detiene y ahí aparece la misma mujer de hace una hora. Me acerco un poco más e intento escuchar la conversación, puedo sentir como mi corazón empieza a latir rápido y de cómo aguanto la respiración.

—No esperaba encontrarte aquí. —Empieza a hablar ella.

— ¿Cuándo has vuelto?—dice Pierre.

—Hace unos meses—respondió—, quería volver a mi hogar.

—Y... ¿cómo seguiste después del accidente?—preguntó él.

—Mejor, he podido normalizar mi vida y ¿tú?

—Bien. Mejor de lo esperado.

—He escuchado que tienes novia, ¿eso es cierto?—Espero una respuesta.

—Nada serio, algo pasajero y ya. —Siento como el estómago se me revuelve.

—Oh que bien, quizás algún día, podamos quedar, ¿no?—dice ella alegre.

—Si, por supuesto. —No se negó. —Oye, has sabido algo de... ¿ella?—enarco la ceja.

—No Pierre, hace tiempo perdí su contacto pero supongo que debe estar bien.

—Era de esperar.

Se mantienen un momento callados y yo busco la forma de ver que está sucediendo, pero apenas saco un poco mi cabeza de la pared y veo que aún siguen en la misma distancia.

— ¿Has ido a verla?—vuelven a continuar.

—No, es lo mejor. —Dice él.

— ¿La sigues amando?—Trago hondo al escucharla.

—Yo... Mira Sandra, ha sido un largo tiempo y yo prefiero seguir soltero. Mi vida es mejor así, además ni una mujer está a mi alcance.

—Pierre, debes seguir adelante.

—Lo he hecho y tengo todo lo que quiero.

—Bueno, si necesitas hablar con alguien, aquí me tienes. —Ella le acaricia el rostro y puedo ver como Pierre se deja.

—Lo sé. Gracias. —Terminan con un abrazo.

Corro y me dirijo de nuevo a la sala de la película, me siento en mi lugar y hago como si no hubiera pasado nada; al minuto Pierre vuelve y se sienta a mi lado para ahora ponerle atención a la película.

— ¿De qué me he perdido?—él habla.

— ¿Eh?

— ¿Qué ha pasado en la película durante el tiempo que me fui?—pregunta interesado.

—No mucho. —Evado la pregunta al no saber que responder.

Me quedo callada durante toda la película y al final termino ser yo quien ya no le pone atención, solo puedo ver diferentes escenas rodar por mi mente y ninguna de ellas me gusta y tampoco me llega a sacar de mis dudas.

Una hora y media después la película termina, ni siquiera me tomo el interés de quedarme al ver los créditos cuando me levanto y prefiero irme ya del cine, Pierre tampoco se dedica en decir alguna palabra, solo nos vamos y en todo el camino, de nuevo existe ese silencio hasta llegar al penthouse.

— ¿No te gusto la película?—escucho detrás de mí.

—Eso debería preguntar de ti. —Le doy una mirada.

— ¿Qué te sucede?—hago una mueca.

— ¿Quién era esa chica?—veo como cierra los ojos y se toca la cabeza.

—Nadie.

— ¿Nadie?—repito— ¿Tan nadie para darle un abrazo y dejar que te acaricie el rostro?—él se sorprende.

— ¿Me expiaste?—encojo los hombros sin importarme.

—Es lo de menos, Pierre. —Digo molesta. — ¿Por qué no me dices que sucede?

—A mí no me sucede nada. —Achique los ojos.

Paso mi mano por todo mi cabello hasta desordenarlo por lo rabia que me provoca que Pierre no me tenga nada de confianza.

— ¿Por qué le tienes confianza a otras personas excepto a mí?

—Por qué...

Mi celular empieza a sonar y puedo ver como Pierre cruza los brazos y su ceño se frunce; lo saco de mi cartera y me doy cuenta que es otra llamada de mi padre biológico pero como no me interesa contestar, cuelgo la llamada.

— ¿No le quieres contestar?—Eleva una ceja. —Bueno, que importa, de todas formas te seguirá llamando así como en las últimas semanas.

—Oh calla Pierre, ni siquiera sabes quién es. —Él ríe.

— ¿En serio? ¿No será ese hombre con el que te has estado viendo últimamente y lo reemplazas para decir que es Miranda?—abro la boca.

— ¿Qué es lo que dices?

Él se marcha y escucho a lo lejos como abre una puerta para luego ser cerrada, vuelve a la sala y me entrega un sobre tamaño carta. Puedo ver esa molestia en sus ojos que me hace preguntar qué es lo que contiene aquel papel amarillo, así que abriéndolo, saco unas fotografías en grande, en donde me quedo impactada al ver que en todas ellas, somos mi padre y yo.

— ¿Me has estado expiando?—digo indignada.

—Es lo de menos, Alaska. —Me arrebata las fotografías. — ¿Es esté hombre él que te ha estado llamado todas las noches?—No digo ni una palabra. —Por supuesto que lo es, me pregunto ¿qué tendrás con él?—Arqueo la ceja con su pregunta. —Puedo verlo a él interesado en ti pero tú, posiblemente te haces la importante. —No sé qué decir ahora. —Tú me juzgas de ser desconfiado y dejar que una simple mujer se me acerque y que hay de esto. —Lanza todas las fotos. — ¿Me has estado engañando con un viejo millonario?—Dice de repente.

— ¿Qué? ¿Qué estupideces dices?—Le reclamo.

—No lo son cuando tengo pruebas. Y sé que con éste hombre trabajaste dos años. ¿Qué paso Alaska? ¿Querías seducirlo y por eso te despidió? o ¿Los encontraron juntos? Y ahora, ¿él te busca a ti?—Me acusa.

Miro las fotografías en el suelo y no sé qué decir. A nadie le he contado jamás la verdad sobre mis padres biológicos y adoptivos, ni siquiera de cómo termine aquí y de los problemas que he tenido últimamente por un par de llamadas que no tengo el gusto de contestar. Quiero callarme la boca para no soltar lo que quiero decir, así que termino por hacerlo.

—Que hipócrita. —Suelta él. —Y yo, tratándote bien y tu capaz que revolcándote con él... —Le doy una bofetada.

— ¡Solo cállate Pierre!—Digo entre lágrimas. —A ese hombre con el que crees que he estado saliendo y haciendo creer que te estoy engañando... —tomo aire y digo aquellas palabras que hacen que me duela el corazón. —Es mi padre biológico.

Él se queda paralizado con mi respuesta que ahora no mueve un dedo o tan siquiera pestañea, sus ojos se abren demasiado que puedo ver el iris de su color negro.

Siento las ganas repulsivas de vomitar y quedarme un buen tiempo en el baño, pero al final, solo termino por correr entre lágrimas e ir a la terraza del penthouse para darme aire, doy varios saltos para tomar dos escalones en vez de uno, tiro de la puerta y el aire es el primero en que roza mi rostro; dejo ir un sollozo que pronto es ahuecado por el silencio de las alturas, me siento en uno de los sofás que hay en la terraza y empiezo a llorar, a llorar por todo, por el tipo de padre que me abandono recién nacida, por un hombre que siempre desconfía en mí y de una decisión que jamás debí tomar.

Pienso en todo, en aquel día que pise Reino Unido, de haber trabajado en ese bufete de abogados solo para acercarme a un padre que nunca me busco, de un humillante día que me dijo la verdad porque me había abandonado afuera del hospital y de cómo prefirió seguir su vida mientras dejaba morir en angustia a mi madre cuando me secuestro y me dejo a la suerte de mis padres adoptivos.

¿No es suficiente con todo eso para ahora tener más problemas en uno solo día?

Mis lágrimas caen en el suelo y siento como mi cabeza empieza a doler, estoy cansada de todo, de fingir ser una buena mujer, de siempre verle a la gente su lado bueno y luego de esperar que me suceda cosas que mejoraran mi vida.

Siento como alguien se sienta a mi lado pero me da mi espacio personal, no me toca y tampoco dice ni una palabra, simplemente se queda ahí sin decir alguna palabra.

— ¿Qué quieres?—Digo molesta y arrancando las lágrimas que se deslizan por mis mejillas.

—Lo lamento, yo no sabía que... —Lo interrumpo.

—Es fácil juzgar a las personas sin antes preguntar, ¿no es así?—Su cara se cae de la vergüenza.

—Perdóname... Me las desquite contigo. No debí de haberte dicho esas cosas. —Niego.

—Nunca aprenderás, siempre es lo mismo contigo, Pierre. Estoy aburrida de esto, de discutir en el término confianza cuando tú eres quien no la afronta y soy yo quien termino por revelarte cosas mí y tú te sales con la tuya. —Asiente sin poner alguna excusa.

Se queda callado sin decir ni una palabra. Creo que para mí eso es lo mejor porque estoy tan furiosa que si sigue hablando pueda ser que termine por hacerlo callar.

—Quisiera contarte de mí pero... No puedo. —Se vuelve a cerrar.

— ¿No puedes o no quieres?—Sigo cuestionándolo.

—Alaska, si tú supieras... —Niega y prefiere callar. — ¿Por qué no me dijiste nada sobre esto?—Cambia de tema.

— ¿De qué?—digo cortante.

—De que ese hombre es tu padre... biológico. —Lo miro de reojo.

—No pretendía que lo supieras. —Le informo.

— ¿Quieres hablar de ello?—suspiro y me levanto del sofá cuando él intenta acercarse a mí.

—Lo siento Pierre, pero no estoy dispuesta a compartir contigo todo de mi vida cuando tú me ocultas todo de la tuya. —Me doy la vuelta. —Buenas noches.

Lo dejo solo en la terraza mientras me voy a nuestra habitación, apenas llego a ella para quitarme los zapatos y tirarme a la cama. No quiero seguir hablando, recordando y retroalimentando mi día, es mejor posponerlo todo y vaciar mi mente, es lo que necesito por el momento antes que pierda la cabeza.

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Continuará...

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