Capítulo 26 🔞

"Muchos gritan y discuten hasta que el otro calla. Creen que le han convencido. Y se equivocan siempre"

Noel Clarasó

***

Me quedo ofuscada con solo escuchar esas palabras que nunca imagine que me llegaran a proponer en la vida, dinero a cambio de una persona es lo más insensato que he podido ver de una persona, pero no puedo mantenerme cuadrada de mente cuando hoy en día que no haría una persona para mantener en orden y control lo que tiene en su alrededor para que nada sea alterado pero por un lado, esto es más de lo que yo he podido haberme esperado del padre de Pierre; ese hombre con mal carácter pudo haber cambiado mi perspectiva de él aunque ahora con las acciones que me está presentando, ya no sé qué pensar.

— ¿Mil libras? No, eso es poco para alguien que quiere todo de un hombre, quizás ¿cinco mil? ¿Diez mil? O ¿cien mil?—eleve su ceja. —O prefieres, ¿quinientas mil?

Veo como empieza a escribir en la chequera y termina por hacer una firma, pronto corta la hoja y me la presenta en frente.

Con quinientas mil libras puedo vivir bien durante un buen tiempo o hasta pagarles los tratamientos y medicamentos a mis padres pero eso no reemplazará nada a Pierre. Quizás no tenga una relación amorosa real con él pero es suficiente tenerlo los siguientes meses a mi lado para ahora defraudar su confianza en venderlo por dinero cuando yo misma puedo rebuscarme en ganarlo de forma limpia y sin tener problemas.

—No necesito su dinero, así que puede guardárselo por donde vino. —Digo molesta. —Yo amo a su hijo y ni por quinientas mil libras cambiaría lo que siento por él.

El señor Beckham empieza a reírse en mi cara, intento no excederme en mis palabras y en mis expresiones porque es posible que use mi conducta a su beneficio; cuento hasta el número veinte para no resaltarme y decirle porqué se ríe tanto, sé que no soy tan buena actriz como Pierre en tener que fingir esta relación pero lo que si tengo en mano es mi sinceridad y aunque Pierre fuese mi amigo, mi hermano o cualquier persona, tampoco sería capaz de venderlo de esa forma.

Quizás no sea la mejor candidata que el padre de él esperaba pero no dudo que si intentara en conocerme, podría ver más allá de mis defectos como una persona ordinaria; lo peor de ellos es que no puedo tener en mente cómo el señor Beckham puede aceptar a otras mujeres famosas al lado de su hijo, cuando su misma esposa me mencionó en la vacaciones de año nuevo que la mayoría de esas chicas solo salían con Pierre por fama, dinero y reconocimiento. Es repugnante saber que el señor Beckham no tiene un buen ojo para escoger buenas mujeres para su hijo y no es que me consideré una mujer perfecta o que estuviera otorgada como en una lista de selección pero por lo menos doy gracias que mis padres me hayan criado bien y no busque a un hombre por su dinero, fama o herencia.

—Y bien... ¿ya lo pensaste mejor?—respiro profundo para no quitarle esa sonrisa de hipocresía.

—Sí y me quedo con Pierre. Le guste o no. —Repito sin cambiar de parecer.

Él ahora ya no ve las cosas con gracia, se levanta de su silla y camina hacia mí, me mantengo en mi lugar para que sé de cuenta que no le tengo miedo, más por el simple hecho que he llegado a enfrentarme a peores cosas en la vida que me han ocasionado daño mucho más grande de lo poco que él hasta el momento ha querido ocasionarme.

—Eres una descarada. —Casi me lo escupe en el rostro. —No tendrás todo lo que quieras de mi hijo, así que vete preparando Alaska Gardener porque te haré la vida imposible hasta que te rindas y dejes a Pierre. —Soltó sin rodeos.

—Entonces, me iré preparando para enfrentar todo lo que venga por delante. —Dije sin temor.

Me doy la vuelta y camino en dirección hacia la salida de la oficina, apenas salgo de ese terrible lugar para dar largas bocanas de aire que son poco suficientes para calmar mis nervios, no sé en qué tipo de guerra me acabo de meter pero es posible que si no me arriesgo, termine por decepcionar a Pierre.

Salgo de la cama y me siento en los escalones del porche trasero de la casa para mirar la pequeña barrera de madera que conduce hacia la playa, el cielo empieza a iluminarse con el sol y varias aves empiezan a volar juntas en una sola dirección; me acaricio la cabeza y apenas puedo hablar y maldecir en voz baja para que nadie me escuché y termine por despertarse. Me acaricio las manos y pronto mis dedos tocan el anillo que Pierre me regalo la noche anterior para mi cumpleaños, es demasiado hermoso y costoso para mí pero no me imagino lo difícil que habrá sido para él escoger una joya como está para dármela de cumpleaños.

—Muy bonita. No quiero imaginar el tiempo en que se demoró Pierre en conseguirla para ti. —Me doy la vuelta y me encuentro con el señor Kelian.

Se sienta a mi lado y me entrega una taza blanca que por dentro contiene té, él mientras tanto observa el paisaje del amanecer mientras bebe café.

—Una larga discusión, ¿no?—dice sin quitar su mirada en el horizonte.

Me exalto y me pregunto si habrá escuchado la pequeña discusión que hemos llegado a tener su hijo y yo hace unos momentos; es demasiado vergonzoso tener que aceptar que ha sucedido eso, porque a pesar que mi imagen entre toda la familia no este balanceada en un solo lado, he tratado de dar lo mejor de mí, no para convencer a la familia de Pierre que soy buena persona sino que en realidad, demostrarles quien soy en verdad sin mentiras.

— ¿Quinientas mil libras no son suficientes para renunciar el amor que le tienes a mi nieto?—hago una mueca molesta.

—Discúlpeme señor Beckham pero ni aunque me propusieran comprarme una isla, tener mi propio yate o jet o darme todos los lujos que jamás tendré en mi vida, no reemplazará el amor que siento por su nieto. —Digo con firmeza y seguridad.

— ¿Ni por conseguirte a alguien mejor que Pierre?—sigue preguntando.

—No, porque en verdad, Pierre es lo mejor que tengo y tendré siempre. —Lo digo de corazón.

El señor Kelian deja ir una sonrisa después de haberse llegado a mantener serio durante toda mi visita a su casa; suspira y pone la taza de café a un lado para poner sus ojos en mí.

—Elton se dará cuenta algún día que tú eres mejor que cualquier mujer que él tiene en mente para Pierre. —Habla de su hijo con decencia. —Pensé que serías otra mujer más que está detrás de la fortuna y herencia de mi nieto, pero ahora veo, que mis otros nietos y mi nuera, tienen razón al quererte y respetarte. —Sonrié. —Me da gusto saber que moriré conociendo a una buena mujer que ama con el corazón a Pierre. Ahora tienes mi respeto, Alaska. —Me impresiono con sus palabras. —Te lo has ganado con palabras y hechos, solo espero que mi nieto no vaya a joder su relación o que te deje marchar porque está vez es posible que llegué a poner la mano peluda para unirlos. —Dejo ir una risa falsa al saber que no sabe la verdad por la cual Pierre y yo estamos juntos.

— ¿Por qué dice todo eso? Si apenas me conoce—digo sin darle tantas vueltas al asunto.

—Porque tus ojos me muestran lo enamorada que estás de Pierre—me asusto al escuchar eso—y tu forma de defender su amor y mantener la guardia por Pierre es de saber que mantienes ese equilibrio que él necesita en su vida. —Suspira. —Él ha estado un poco mal desde que tuvo aquel altercado por culpa de... —Corta la historia y niega—pero ahora tú, puedes darle todo lo que él siempre soñó al lado de una mujer... —Enarco la ceja. —Seguridad en una relación amorosa, amor entre pareja, hijos y una familia. —Trago hondo. —Solo espero poder seguir viviendo para ver a mis bisnietos. —Ríe. —Eres una gran mujer, Alaska. Y espero que pronto, formes parte de nuestra familia. —Pone una mano en mi hombro.

No digo ni una palabra por el simple hecho que todo lo que él está hablando jamás llegará a suceder; prefiero callarme y no decir ni una palabra con la verdad porque es posible que las preguntas lleguen y yo no tenga las suficientes respuestas sensatas y buenas para definir porque no quiero a Pierre a mi lado. Pero me asusto hasta con la idea que todos piensen que yo amo a Pierre cuando lo único que he estado intentando es llevarme bien con él.

—Veo que te he dejado sorprendida—vuelve a reír.

Asiento y pienso en algo rápido para atreverme a huir y no seguir escuchando aquellas bonitas palabras que pude haberme esperado en cualquier momento si mi relación amorosa con Pierre fuera real, me duele ya no solo mentir sino que saber que no puedo disfrutar de la alegría que mi corazón manda con solo lo poco que he demostrado de mí.

—Gracias por sus palabras—apenas puedo articular eso.

—No es nada. —Sonrié.

—Con su permiso, iré a hacer el desayuno. —Me levanto rápido.

—Claro, que tengas un buen día, Alaska. —Dice antes que me vaya.

—Igualmente señor Kelian. —Digo y me marcho pronto de aquel lugar.

(...)

Me entretengo haciendo unos huevos para luego observar si el café ya está listo, hacer el desayuno ha mantenido mi mente despejada que agradezco poder evitar pensar en todo lo que me ha sucedido en la última hora cuando lo único que deseaba era tener un fin de semana sin tantos problemas; ordeno cada uno de los platos en la mesa y superviso que todo esté limpio y en orden antes de llamar a la familia Beckham a comer; ni siquiera se me había hecho tan difícil convencer a Cinthia dejarme hacer el desayuno cuando ahora viene alguien mucho peor y esa fue la mucama de la casa, quien casi no me dejo hacer la comida por órdenes de sus patrones pero aun así, la convencí de cualquier forma para que me dejará hacer mi propio desayuno para todos.

Saco el huevo de la cacerola para dejarlo en el último plato y así ponerlo en la mesa; solo falta servir el jugo de melocotón para poder tener listo mi desayuno, estoy a punto de probarlo para saber si está bien de azúcar cuando alguien me asusta y me hace dar un salto que casi provoca que derrame el jugo en el piso.

—Buenos días—me sujeta de la cintura y me acerca hasta su cuerpo.

—Buenos días, ¿no crees que hay otras maneras de saludar en vez de asustar?—digo con recelo.

—El depredador siempre asalta a la presa, así que no puedo evitar que eso termine por ser de otra forma—susurra en mi oído.

— ¿Así que soy una presa?—digo riendo.

—Una hermosa presa que deseo volver a comerla. —Deja un beso en mi cuello.

Los colores se me suben al rostro al recordar la noche anterior sobre como disfrute que Pierre me hiciera sexo oral, ni siquiera me quejo de mis propios gemidos cuando sé lo mucho que me gusto y se lo dejé saber pero me avergüenzo con solo pensar que alguien me pudo haber escuchado.

— ¿A dónde fuiste tan temprano?—Su mano empieza a tocar mis caderas.

Descubro que él se percató de mi ausencia en la cama tan temprano, es probable que aunque no se haya movido o abierto los ojos pudo haber sentido que me levanté de la cama y no regrese a ella; pero que puedo hacer cuando no me imagine tener una discusión con su padre y una enriquecedora conversación con su abuelo.

—Quería ver el amanecer—respondí evitándole el mal gusto de darle la noticia que su padre me propuso para abandonarlo.

—Pude haberte acompañado—reí.

Desabrochó mi short y pronto metió su mano dentro de mis bragas, buscando entre mi vagina, mi clítoris, que no tardo en tenerlo entre sus dedos.

—Pierre, alguien puede venir y vernos—dije temerosa que alguien nos encontrará así.

—Nah, todos están dormidos—dice sin preocuparse.

Si supiera que su padre puede andar rondando por la casa, vigilándonos o que si abuelo entre en la cocina por otra taza de café... ¡Dios! Sería la peor humillación.

— ¡Ah!

Se me escapa un gemido cuando entra su dedo en mí y empieza a moverlo de adentro hacia afuera.

—Me gusta que te excites rápido solo con mi contacto—susurra.

Muerde el lóbulo de mi oreja y me presiona más a su cuerpo mientras me sostengo de la encimera y muerdo mi labio para no liberar un gemido mucho más fuerte que el anterior. Trago fuerte y siento como una ola de fuego corre desde mi vientre hasta mi clítoris.

Pierre encuentra mi punto G y con dos dedos empieza a penetrarme más rápido, tengo miedo que alguien nos encuentre así pero a la vez me excita en tener que arriesgarme en estas cosas cuando nunca pensé que me sucederían.

—Imagínate si mi pene estuviera reemplazando mis dedos, como no te hubieras corrido ya en mí con solo alcanzar a tocar tu punto G. —Cierro y presiono mis ojos al crear esa imagen.

Siento calor pronto y no puedo evitar correrme en los dedos de Pierre cuando alcanzo el orgasmo; él es demasiado hábil que tuvo que ponerme un dedo en mi boca para acallar el grito.

Como mis sentidos empiezan de nuevo a funcionar, pronto escucho unos pasos, así que Pierre se coloca a mi lado mientras me abrocho el botón de mi short y disimulo en lavarme las manos.

—Buenos días—entra Ruby.

— ¡Que delicioso se ve el desayuno!—alcanzo a escuchar que dice Skandar.

—Alaska, querida. No te hubieras molestado. —Dice la madre de Pierre. —Pero ¿qué te sucede?—Arqueo la ceja.

— ¿Por qué lo dice?—pregunto con extrañez.

—Tienes la cara roja, querida. —Dice ella asustada.

Me pongo tensa y escucho la risa de Pierre a mi lado a pesar que él está disimulando en beberse todo el jugo de melocotón que tiene en un vaso.

—Quizás, estar cerca de la cocina me ha provocado calor y por eso estoy roja—mencionó.

—Espero que si querida, porque no quiero que te enfermes hoy y más porque iremos a la playa—dice con entusiasmo.

—No creo, señora... —Ella me hace un gesto. —Dayana. Me siento bien y además, quiero ver la playa. —Digo animada.

—Entonces, desayunemos y pronto vamos a la playa—ella se sienta para empezar a comer.

Luego aparece el señor Kelian en la mesa pero el padre de Pierre, jamás llega, así que casi todos reunidos en la mesa, empezamos a comer aunque yo apenas puedo al sentirme nerviosa esperando que nadie haya visto nada de lo que hice con Pierre.

(...)

Dos horas más tarde, me quedo sentada en una de las tumbonas que la familia de Pierre ha traído para sentarnos y ver la vista del mar por la mañana; en nuestro alrededor se encuentran poco turistas que la mayor parte de ellos se dedican a tomar fotografías o meter los pies cerca de la arena mojada para pronto ser cubiertos por una pequeña ola que apenas alcanza a llegar hasta sus tobillos.

Como aún no ha llegado a ser mediodía, el clima aún se mantiene fresco y el cielo despejado, el sol empieza a posicionarse encima de nosotros que entre una pequeña maleta que he traído conmigo, reviso si he puesto dentro de ella, el bloqueador solar; mayormente debería ser de las mujeres que les gusta broncearse hasta convertir su piel en color canela, en realidad, yo soy de esas que prefiere estar todo el día bajo una enorme sombrilla para que le dé sombra.

Antes de poder entretenerme en observar algo en mis alrededores o proseguir con una nueva conversación con la madre y la hermana de Pierre, a unos metros de nosotras me quedo perpleja al ver a Pierre jugar con Skandar a un partido de Vóleibol, ambos se mueven de un lado hacia el otro evitando que la pelota caiga en la arena y así se le otorgue un punto a uno de los dos participantes; el problema se encuentra que mientras Pierre tira de la pelota con sus brazos, sus bíceps se marcan más y eso sin decir de los abdominales que tiene y sus caderas que no perdonan lo guapo que se ve.

Mi corazón empieza a latir tan rápido que hasta mi respiración se acelera, intento no imaginar cosas indecorosas porque pueden llegar a revelar mis propios pensamientos, pero es inevitable quitar mis ojos de él cuando se encuentra sin camisa y solo con unos bermudas verdes.

—Sabes, deberíamos ir a jugar con ellos—menciona Ruby.

—No he jugado vóleibol desde la segundaria... —Hago un recuerdo de la última vez que tuve un combate con un equipo contrario de mis compañeros de salón.

—Oh vamos, no es la gran ciencia... Solo calculas hacia donde viene la pelota y la golpeas para que no caiga en la arena... Así de simple—explica.

Pienso por un momento si entrometerme entre el juego de aquellos dos hermanos, pero desde que hemos llegado a la playa, no he hecho algo más interactivo que estar sentada, sé que no es necesario pedir que entierren mi cuerpo o hacer castillos de arena cuando eso es común pero jugar vóleibol quizás despierte mis ánimos.

—Entonces, vamos. —Me animo al final

Ruby se levanta de la tumbona y yo la sigo mientras nos acercamos a Pierre y a Skandar, ambos hombres dejan de jugar para darnos una mirada aunque sé que la atrevida y coqueta es la que tiene Pierre hacia mí.

—Queremos jugar, hagamos un partido... Mujeres contra hombres—habla Ruby.

—Mmm, eso me dice que tenemos la victoria en nuestras manos, hermano—chaquea la lengua, Skandar.

—Eso es lo que tú crees hermanito pero quiero verte llorar cuando pierdas—pronuncia Ruby.

—Si tú lo dices—levantas las manos en forma de derrota, Skandar.

—Bien, ¿qué les parece una ronda de tres puntos?—dice Pierre.

—Bien, los perdedores serán esclavos de los ganadores. ¿Qué les parece?—propone Ruby.

—Me encanta. Voto por un sí—dice con alegría, Skandar.

—Igual yo. —Dice por consiguiente Pierre.

— ¿Alaska?—me miran los tres.

La mirada de Pierre me dice muchas cosas y entre ellas, usará la victoria para su favor; así que, si quiero sobrevivir a este ataque, será mejor que gane junto con Ruby.

—Hecho. —Declaro.

Ambos grupos tomamos nuestras respectivas posiciones hasta que Skandar es quien tira de la pelota y Ruby intercede para que esta no caiga en la arena, de un segundo a otro, Pierre se mueve y yo intento concentrarme en el juego para poder obtener el premio. Apenas Pierre tira y yo le devuelvo el tiro rápido aproximándose en caer al suelo, pero Skandar se lanza y la pelota vuelve al aire, pero Ruby no se permite perder, así que la golpea y en distracción de ambos hermanos, la pelota termina en la arena.

— ¡Já! Punto para el equipo maravilla—Ruby corre hasta mí y ambas chocamos nuestras manos como un saludo de victoria.

— ¡Pierre deja de distraerte en ver a Alaska!—reniega Skandar.

Enarco la ceja y puedo darme cuenta como Pierre no dice ni una palabra y es cuando me doy cuenta que él no deja de ver mis pechos, los cuales, mis pezones empiezan a marcarse entre la tela del sostén del bikini.

Una idea se me viene en mente y dejo salir una sonrisa, es probable que se una trampa pero como en la guerra y en el amor todo se vale, prefiero jugar sucio esta vez.

Pierre lanza la pelota y Ruby se acerca para golpearla, pero esta al solo subir, la alcanzo y la golpeo, cuando pasa al lado de los chicos, Skandar la golpea, así que sin que el menor de los Beckham se dé cuenta, paso una mano desde mi cuello hasta mis caderas de forma disimulada a pesar que sé que Pierre no quita su mirada en mí.

— ¡Auch!

Me doy la vuelta y veo como Pierre se acaricia la cabeza y de nuevo la pelota ya se encuentra en el suelo; Ruby está demasiado interesada en ganar que tampoco se da cuenta de la seducción que le estoy haciendo a su hermano, mientras tanto Skandar maldice de nuevo a Pierre por la falta de concentración que tiene.

—Falta uno para que ganemos—aplaude Ruby.

Ruby golpea la pelota y esta vez Pierre se la devuelve, seguidamente de un golpe que le doy y Skandar contraataca; estamos así por un buen tiempo que nadie parece ganar y sé que si esté juego no se detiene, mis brazos empezaran a arder, así que pienso en otra táctica y cuando se me ocurre. En el momento en que estoy a punto de lanzar la pelota al lado contrario, inclino mi cuerpo hacia adelante y muy abajo para que Pierre pueda ver la abertura de mis pechos y seguido de eso, elevo mi trasero.

Golpeo la pelota y en un intento de asalto para que no caiga en la arena, Skandar apenas termina por rozarla, haciendo que él y la pelota queden tirados en la arena.

— ¡Yeah! ¡Ganamos!—grita Ruby.

Ella corre hasta mí y nos abrazamos mientras empieza a hablar rápido acerca de cómo terminamos por ganarles a sus hermanos.

— ¡En su cara! ¡Ajá! ¡Ajá! ¡Somos el mejor grupo!—ella empieza a bailar y cantar.

A Skandar parece no agradarle nada haber perdido con su hermana mayor, así que con un rostro de mal humor se acerca a nosotras.

—Bien, ganaron. —Gruñe. —Ahora que soy su esclavo, ¿qué quieren que haga por ambas?—Ruby me da una mirada antes de hablar.

—Bueno, tú eres mi esclavo y Pierre es el esclavo de Alaska. —Elevo las cejas admirada. —Así que ven aquí, me harás mi pedicura. —Empuja a su hermano y lo lleva hasta donde están las tumbonas.

Pierre se me acerca y achica sus ojos como si estuviera a punto de acusarme de algo.

—Tramposa, me tomaste en un punto débil. —Susurra.

Dejo ir una risita inocente y me acerco más a él para que nadie nos escuché.

—Ahora que soy tu esclavo, ¿qué quieres de mí?—eleva su ceja.

—Llévame a un lugar que estemos totalmente solos y nadie nos vea. —Le musito.

Él sonríe con picardía y no tarda en tomar mi mano para alejarnos de la playa y de los turistas; a lo lejos veo una muralla hecha de rocas, así que entre más nos acercamos puedo sentir el tacto del sol más cerca de mi piel; subimos una cuesta y pronto llegamos para ver un pequeño monumento de cemento que dice "Barafundle Bay".

Pierre me aleja de ahí y me lleva detrás de las paredes de la muralla, pero apenas nos ocultamos cuando me toma de las caderas y me da un giro para quedar de espalda, antes de poder decir alguna palabra, él me quita el sostén del bikini y lo tira al suelo mientras con sus dedos empieza a tocar mis pezones; los pellizca y los acaricia que no evito dejar ir un gemido, pero cuando siento su miembro rozar mi trasero, tomo sus manos y las aparto.

—Recuerda, eres mi esclavo por hoy. —Él parece no comprender.

Lo tomo del cuello y está vez soy yo quien lo pone contra la pared de la muralla, acaricio su pecho y luego sus abdominales que no puedo evitar sentir la excitación en mi vagina al imaginar si tuviéramos sexo aquí. Voy bajando mi mano y pronto está, toca la cinturilla de su bermuda, así que tomando en cuenta lo que voy a hacer, tiro del elástico y dejo que la bermuda caiga al suelo, puedo ver su erección grande entre sus calzoncillos, así que arrodillándome y quitando la mirada de sus bellísimos ojos; me quedo en frente de su miembro. No tardo mucho en bajar los calzoncillos y pronto tener en frente de mí, su duro pene; la boca se me reseca y no tengo nada porque decir.

Así que ignorando todos los pensamientos turbulentos de mi mente, tomo su pene en mi mano y empezó a moverlo mientras que él deja ir un jadeo. Muevo la mano y empiezo a masturbarlo haciendo que él choque con la pared y tenga que sostenerse de las rocas pero no es suficiente para él en el momento en que mi lengua roza la cabeza de su miembro.

—Oh mierda... —Gimió.

Siendo inexperta en lo que estoy a punto de hacer, termino en meter su pene en mi boca, es demasiado grueso que no puedo mantenerlo por mucho tiempo, así que doy cortas felaciones que parecen ser que lo dejan sin palabras.

—Usa la lengua y los dientes con cuidado—murmura.

Sonrío y no dejo desapercibido su consejo cuando mi lengua empieza a lamber todo su glande y luego mis dientes empiezan a dejar cortas mordidas que puedo ver como su líquido preseminal empieza a salir en la punta de su pene. Vuelvo a entrarlo en mi boca y lo chupo hasta que él toma mi cabello y me presiona a que pueda introducirlo más a mi cavidad bucal.

Sigo empeñándome en seguirle chupando, tocando y masturbando su pene que él no termina por quedarse tranquilo cuando empieza a darle arremetidas dentro de mi boca, está vez follándomela hasta que siento que estoy por atragantarme hasta que unos segundos después siento como se corre en mi boca y él se traga el grito que estuvo a punto de salir de su boca.

Con la respiración agitada y con sudor en la frente, veo como ha quedado temblando... No sé si por la sorpresa que le hice una felación o simplemente porque acaba de llegar al orgasmo. Tomo el sostén del bikini y de nuevo empiezo a ponérmelo mientras espero que él se calme.

—Demonios que fue eso. —Cierra los ojos.

—Una felación. —Digo sin pudor.

—Lo sé. —Abre los ojos y los posiciona en los míos. —Estuvo increíble. —Sonríe.

Dejo ir una risa y puedo ver como su cuerpo empieza a recomponerse; dejo que pueda salir de su estado de shock para volver hacia la playa, en donde apenas al salir de la muralla, toma mi mano y deja un beso en mi sien, pero antes de apartarse termina por decir unas palabras.

—Si esto de ser tu esclavo es así, prefiero serlo por siempre.

(...)

Me doy la vuelta de nuevo y sigo sin ver que Pierre aparezca en la playa, hace unos minutos se fue a traer unas bebidas que para mí, ya ha pasado mucho tiempo para que no las haya cogido de la nevera y traerlas hasta acá; una parte de mí se siente nerviosa y otra me dice que ni debería porqué preocuparme. Antes de poder darle la razón a esa parte de mí que dice que vaya a buscarlo, veo a Skandar correr hacia donde me encuentro junto con Ruby y la señora Beckham; es aquí que cuando llega, no puede decir ni una palabra por haber corrido desde unos metros de la casa hasta la playa pero su cara también me demuestra que algo ha pasado.

—Pierre... y... papá... se... están... peleando—dice con la voz entrecortada.

La señora Beckham nos da una mirada a todos y no tarda en levantarse y comenzar a correr en dirección a la villa; Ruby y yo nos damos una mirada y somos las siguientes en salir corriendo con Skandar detrás de nosotras.

Agradezco que la villa no esté tan lejos de la casa porque la única forma de correr hace que llegue un poco más rápido; todos entramos a la villa y unas discusiones se escuchan dentro y luego de ellos, unas cosas caer al suelo.

— ¡Dios mío!—grita la señora Beckham.

Me acerco a ver qué sucede y puedo ver a Pierre y su padre en el suelo, ambos no parecen ceder a sus golpes que uno con el otro intenta golpearse pero al final, alejan su rostro para obtener el puñetazo.

— ¡Pierre!

Lo agarró del brazo y lo intentó quitar junto con su abuelo quien parece apoyarme, mientras tanto la señora Beckham y Skandar intentan quitar al señor Beckham.

— ¡¿Por qué están peleando?!—Se interpone Ruby entre su padre y su hermano.

—Porque para mi suerte, mi querido padre parece querer venderme con quinientas mil libras. —Escupe Pierre con furia.

Abro los ojos sorprendida y ni siquiera puedo articular una palabra cuando esa cantidad de dinero pasa por mis oídos.

— ¿A qué te refieres?—no comprende Ruby.

—Papá, le ofreció quinientas mil libras a Alaska para que ella se separará de mí. —Todos menos el señor Kelian y yo, nos sorprendimos con la noticia. — ¿Eso es lo que valgo para ti? ¿Quinientas mil libras? ¡Has caído muy bajo! Ahora si no te quiero ver jamás. —Pierre se suelta de mí y de su abuelo para caminar fuera de la sala.

— ¿Eso es verdad?—le pregunta la señora Dayana a su esposo.

—Haría cualquier cosa porque esta zorra se separé de mi hijo. —Se limpió el rostro el señor Elton.

— ¿Pero qué has hecho?—dice su esposa.

Evitando escuchar aquella discusión, termino por seguir a Pierre quien debe de estar en nuestra habitación; empujo la puerta y lo encuentro haciendo las maletas mientras murmura palabras inentendibles, puedo ver como lanza la ropa sin importar el orden que tenga para después agarrar el cierre y terminar por cerrar la maleta y bajarla de la cama. Cuando se da cuenta que lo estoy mirando puedo ver como en sus ojos salen llamas de enojo y rabia.

—Prepara tu maleta, nos vamos. —No puedo intervenir esta vez porque toma un par de prendas y se encierra en el baño.

—Oh mi Dios. —Suspiro al ver el desastre que yo misma he armado con mi presencia en esta casa.

(...)

Ni siquiera llegamos a poder despedirnos de todos porque Pierre quería irse de la villa lo más pronto posible, apenas me pude despedir de su madre, abuelo y hermanos que ni me quedo tiempo en ver por última vez aquella villa porque Pierre me hizo entrar rápido al auto, en todo el camino no dijo ni una palabra, pero su ceño aún seguía fruncido como también su mal humor.

Conducir esas cinco horas de camino al penthouse fueron las más largas de mi vida y eso sin agregar del ambiente tenso que había.

—Mason sube las maletas arriba—le ordenó Pierre a su asistente.

—Sí señor. —Mason tomo nuestras maletas y se las llevo.

— ¿Cuándo pensabas decirme que mi padre te ofreció dinero para alejarte de mí?—trague hondo al ver su fría mirada.

Me quedé callada porque para ser sincera, no pensaba decírselo para prevenirle una discusión con su padre, pero veo que las cosas terminaron por ser peor de lo esperado.

—No te lo dije porque ya estabas alterado ayer con la conducta de tu padre para terminar de contarte lo que ya sabes—él enarcó su ceja.

—Hubiera preferido tu sinceridad a que me lo ocultaras. —Dijo molesto.

Se dio la vuelta y empezó a caminar en dirección a su oficina.

—Pierre... —Lo llamé. —Pierre...

Suspiré y preferí mejor dejarlo solo, no creo que sea bueno que lo persiga para seguir discutiendo el asunto que ha provocado una pelea grave con su padre.

Me quedé sola en la sala mientras reflexionaba todo lo que había sucedido en el día, mordí mi labio y miré hacia la ventana del penthouse que daba una mirada hacia varias luces de algunos edificios; mi mente termino por despejarse al ser interrumpido por el sonido de mi celular, al ver un mensaje de un número desconocido, termine por abrirlo para así leerlo pero me quede confundida que preferí responderlo de forma cortés antes de irme a la cama.

«Necesitamos hablar»

«Lo siento, creo que se confundió de número»

«Lo dudo, ¿eres Alaska Gardener?»

«Sí, ¿cómo tiene mi número de celular?»

«Eso es lo de menos, por el momento, necesitamos vernos. Quiero hablar unas cosas contigo y son importantes»

« ¿Quién es usted?»

«Tu padre»

«Eso es imposible... Conozco el número de mi padre»

«Me refiero, a tu padre biológico»

Suelto el celular y me quedo sorprendida al saber quién me ha contacto después de todo este tiempo. La impresión es tan grande, que no puedo reaccionar, lo único que sé, es que esto no me gusta nada.

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Continuará...

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