Capítulo 23

"Lo verdadero es siempre sencillo, pero solemos llegar a ello por el camino más complicado"

George Sand

***

2 semanas después...

Observo todo el armario buscando una ropa adecuada para presentarme en mi propia fiesta sorpresa, pero entre más miro mi ropa nueva y de buena marca, no encuentro algo que se adapte a mi gusto para esta noche, me da un poco de pereza y aburrimiento tener que debatir en mi mente si elegir algo elegante o apropiado, ni siquiera puedo darme el beneficio de la duda porque Miranda me puede sorprender con cualquier cosa y la verdad, es que no me agradaría para nada tener que usar una ropa inadecuada para el momento, porque a pesar que piense que está noche puede llevarme a uno de esos pubs de los cuales ella frecuenta, hay una pizca en mi interior que me dice que no me confié en todo.

Agarro un vestido azul marino y lo evaluó con mucho cuidado buscando saber si es adecuado para cualquier ocasión, creo que por el diseño elegante y divertido pueda ser que se ocupe para ir a una fiesta o una cena, así que decidiéndome por ese, no tardó mucho en darme un baño para pronto salir, tomar mi ropa interior y por último ponerme el vestido que se queda muy bien con la estructura de mi pequeño cuerpo. No dudo mucho tiempo en peinarme y maquillarme y así esperar la ubicación que Miranda debe de mandarme para yo llegar al lugar.

Apenas termino de arreglarme cuando me llega un mensaje de ella por Whatsapp mandándome la ubicación del lugar en donde me espera, así que con curiosidad, no tardo en mirar la dirección, la cual lleva a un pub llamado The Cavendish Arms por la calle Hartington Road. La verdad, es que no me sorprende no conocer estos lugares y más cuando la única que me ha llevado a conocerlos ha sido la propia Miranda, así que cuestionándome si debo de disfrutar esta noche o ser la niña buena de siempre, termino por decir que este es mi cumpleaños, así que debo de disfrutarlo mientras pueda.

Me pongo unos zapatos de tacón y pronto agarro la cartera y reviso si llevo lo necesario, así que, sin dudarlo más, empiezo a bajar los escalones del segundo piso para llegar al primero y así irme con la cabeza en alto a pesar de mis propias inseguridades por dentro.

— ¿Dónde vas?—una voz me detiene.

Me digo a mí misma que continué el paso y lo ignore como si no lo hubiera escuchado pero estoy tan sumergida en mi decisión, que termino por darle la cara y ver la confusión en sus ojos.

—Tengo una celebración, está noche—digo aclarándome la garganta.

Si Dios se apiada de mí está noche, prometo ser una mejor mujer el resto de mi vida. No quiero seguir discutiendo con Pierre, no después de la noche anterior que casi hace que le rompa la cabeza con la lámpara de mesa de su oficina.

— ¿Qué celebración?—sigue dudando de mis palabras.

—Una muy importante—ignoro la idea de decirle que es por mi cumpleaños.

No tengo motivos para decirle que hoy es la fecha en que mi madre me trajo al mundo, de todas formas, no soy importante para él y es claro que no necesito que él me felicité cuando ya por la mañana recibí demasiadas palabras de cariño, tarjetas de cumpleaños y trozos de pastel que pueden provocarme azúcar en la sangre.

—Pero, ¿en un jueves?—aún no comprende.

— ¡Sí! Y ¿cuál es el problema?—digo ya irritada.

—Puede haber sido un fin de semana—controlo mis impulsos.

Mantengo mi postura y cuento hasta mil mientras respiro con mucha profundidad y retengo el aire por varios segundos para no gritarle en la cara que esto es por mi cumpleaños.

—Se me hace noche—me doy la vuelta para irme.

—Alaska, sabes que es noche... Mañana tienes que trabajar y no puedes pasarte de la medianoche por el plan. —Hago mis manos unos puños.

—Plan... Plan... Y plan. —Repito molesta. — ¿Por qué solo te interesa eso? ¿Crees que no me sé las reglas? Las he cumplido mejor que tú en un mes y crees que fallaré solo por ir a una fiesta—digo alterada.

—Pretendo que todo esto salga bien, no quiero que haya un error cuando sabes que lo que más quiero es estar libre—empieza a molestarse.

—Entonces solo deja de preocuparte y deja que yo pueda darme un respiro también—dijo acojonada— ¿Crees que esto me hace feliz? Por un día pido que dejemos de pelear pero veo que eso es imposible cuando sigue restregándome en la cara lo infeliz que eres a mi lado... —Evado esas lágrimas que empiezan a picar mis ojos. —Sé que no te gusta vivir a mi lado pero por lo menos trata de comportarte con decencia, no sabes lo horrible que es que te traten como tú lo haces... Es como sí... Fuera una basura. —Mi respiración se vuelve agitada.

—Alaska... —Se toca la cabeza. —No vengas con dramatismos, por favor. —Dice con el ceño fruncido. —Sabes que odio que te hagas la víctima cuando tú a veces me provocas también. —Abro la boca sorprendida.

— ¿Te provoco? Por Dios... —Me acarició las sienes. —Sabes, mejor me voy, esto no me hace bien. Nos vemos más noche. —Camino con ligereza para no escuchar sus llamados.

Sigo pensando lo terrible que es que ambos vivamos bajo el mismo techo, si pudiera tener un súper poder sería perder la memoria cuando más antes pueda, sería una fabulosa idea tener que olvidar todo este desastre de vida que he tenido últimamente para no recordar el dolor que me provoca la indiferencia y el trato que Pierre tiene conmigo, es irreconocible que alguna vez creí que sería una buena persona, pero mediante lo tengo más cerca cada día, me doy cuenta como tiene una doble cara.

Apenas llego al estacionamiento y le doy unas indicaciones a Mason para que me llevé hasta aquel pub; en todo el camino solo me concentro en la fiesta sorpresa, no debe de haber otra cosa que pueda invadir mi cabeza cuando lo único que intento es disfrutar de mi cumpleaños, lo extraño de esto, es que siento como he tardado mucho en reflexionar todo lo que me ha sucedido en el día cuando en unos minutos ya me encuentro en frente del pub The Cavendish Arms, no estoy muy segura si es aquel lugar pero pronto hay dos cosas que me hacen saber que si estoy en el pub correcto, la primera razón es que el nombre del sitio está en frente del local y la segunda razón, es que afuera se encuentran Miranda, Gabriela, Anne, Jessie y Vanya con unos globos de helio, una caja y un ramo de girasoles en sus manos.

Apenas Mason me abre la puerta y me da su mano para que pueda salir del auto cuando todas mis amigas corren hacia mí y empiezan hablarme al unísono que me es imposible entenderles, solo sé que me elogian por mi aspecto físico como también que empiezan a felicitarme.

La alegría vuelve a mí y siento como las lágrimas empiezan a aparecer en mis ojos provocando que tenga que quitármelas antes que arruinen mi maquillaje y también que provoque que solloce y me dé hipo. Les doy una mirada a todas y por primera vez puedo sentir como la noche de mi cumpleaños puede ser mejor que lo que he recibido en el día, mis tres amigas de mi antiguo trabajo, mi secretaria y la prometida de uno de los mejores amigos de Pierre me acompañan está noche, no sé cuánto tiempo Miranda se llegó a tardar para preparar éste día pero le agradezco que ella sea siempre la que busque una sonrisa en mis labios.

—Oh mírate, un par de meses que no nos vemos y ahora ya te has convertido en una mujer glamurosa y delicada—me abraza Gabriela.

—Nah, con un nuevo look pero sigo siendo la misma. —Le devuelvo el abrazo. — ¿Cómo está tu bebé?—toco si vientre ya muy abultado.

—Los primeros tres meses fueron un horror... —Se da aire con la mano. —Solo vómitos y mareos, eso sin decir que no dejaba dormir al pobre de Chris porque a cada rato iba al baño a desechar la comida en el inodoro. —Reí al ver como maneja su primer embarazo. —Pero, ahora con los seis meses, ya las aguas del mar se han calmado y ya no tengo problemas con los vómitos y mareos. —Dice con felicidad.

— ¿Ya sabes qué es?—le pregunto.

—Una niña. No sabes lo feliz que se puso Chris al saber que su sueño se llegará a cumplir y eso sin decir que ha empezado a pintar la habitación de nuestra hija de color rosa y púrpura. —Hice un sonido de ternura al escuchar eso.

Jamás había pensado que la llegada de un bebé puede ser la mejor sorpresa y alegría entre una pareja, sinceramente sé que no estoy preparada para sentir eso por el momento pero no dudo que me gustaría vivirlo cuando tenga una buena oportunidad.

—Y a ti, ¿cómo te está yendo en tu nuevo trabajo Anne?—la asiática de cabello corto y negro me sonríe de forma amigable.

—Me escucharé muy optimista pero... Muy bien, me encanta trabajar en el área de informática en la empresa telecomunicación en la que estoy... Es casi un sueño hecho realidad. —Dice ella encantada.

—Porque mejor no hablamos adentro, el clima se pone cada vez más frío. —Sugiere Miranda.

Todas entramos al pub mientras nos ofrecen una butaca en donde sentarnos todas, aquí cada quien pide una diferente bebida con alcohol excepto Gabriela quien debe cuidar la salud de su bebé, así que pide un jugo natural para poder mantener el control y cuidado de su hija. Así que mientras conversamos de muchas cosas en esa noche, nos deleitamos de la música de la banda de jazz, el ambiente fresco y decorativo del lugar, de las buenas bebidas que nos ofrecen y de la excelente comida en donde mayormente terminamos pidiendo pizza para compartir entre todas; en ocasiones casi pierdo la noción del tiempo cuando el momento es invadido por conversaciones y risas, me parece tan impresionante como Jessie y Vanya se nos han unido con mucha facilidad en el grupo, la verdad de todas mi secretaria siempre ha sido muy buena en integrarse en conversaciones y no es de dudar que se llevé muy bien con mis amigas cuando su carácter es simpático y eso no se diga de Vanya, que a pesar que hemos mantenido una amistad desde el día que Pierre me presento a ella, parece que también conseguí una buena amiga al saber que ella también tiene un poco de carácter igual que el mío, solo con la diferencia que ella suele ser más extrovertida.

—Entonces, di nos Alaska... ¿quién es tu nuevo pretendiente?—pregunta Gabriela con emoción.

Miranda y Vanya quienes ya saben la respuesta de ello, se miran entre sí y ríen al saber que me quedo callada al no poder responder de inmediato, ni siquiera alcanzo a decir una palabra cuando mi celular empieza a vibrar y como si fuera una señal del cielo, la respuesta de la pregunta de una de mis amigas ya se encuentra en la pantalla de esté.

—Me permiten un segundo—todas asienten al verme que me levanto para contestar la llamada.

Me alejo un poco de ellas para ir en dirección al baño en donde todo se ha vuelto un poco más tranquilo y silencioso de lo que está afuera; respirando con profundidad y agarrando fuerzas para lo próximo, contesto la llamada.

— ¿Si Pierre?—empiezo a decir.

—Alaska, son las once de la noche. ¿Qué sucede contigo?—lo escucho preocupado.

—Se me fue la hora, lo siento—digo con un tremendo dolor de cabeza al haber tomado demasiado alcohol.

—Te quiero en cinco minutos afuera del pub, nos vamos. —Enarco la ceja al escuchar su orden.

Ni siquiera puedo protestar cuando ya ha colgado el celular, así que molesta por la forma en que me hablo y me hace tener que cortar la noche de mi cumpleaños, hace que tenga que salir del baño y vaya en dirección de afuera del local, así que ahí en vez de encontrar a Mason con la camioneta Mitsubishi, termino por encontrar a Pierre con los brazos cruzados y apoyado en su BMW X6.

— ¿Qué haces aquí?—digo discutiendo el tema de su inesperada llegada.

—Es hora de irnos, te dije que debías de volver temprano—dice con seriedad.

— ¡No me quiero ir!—comienzo a protestar.

—Nos vamos... No discutiré esto contigo—se acerca a mí.

— ¿Pierre?—una voz interrumpe su acción.

— ¿Vanya? ¿Qué haces aquí?—me doy la vuelta y veo a Miranda y a Vanya juntas

—Pierre, estamos celebrando el cumpleaños de Alaska... —Dice ella sin saber que él no sabe la verdad.

Cierro los ojos con fuerza al solo imaginar lo que Pierre puede estar pensando ahora sobre esto, ni siquiera me atrevo a mirarlo pero el alcohol que ya se ha subido hasta mi cerebro termina por hacer lo que no quería. Es aquí, en donde veo el rostro sorprendido de Pierre, parece que no se cree la verdad sobre que esté día es mi cumpleaños y si estoy aquí con mis amigas es por esa razón, de la cual ellas me han celebrado el día en que nací.

— ¿Es tu cumpleaños?—dice admirado.

—Sí. —Digo sin emoción de que haya sabido la verdad.

— ¿Por qué no...?—unas voces de nuevo lo interrumpen.

— ¡Dios! ¡¿Tu pareja es Pierre Beckham?!—casi lo grita Anne.

Apenas puedo asimilar la voz de una de mis amigas para ver como Anne y Gabriela, se han quedado admiradas al saber que mi pareja es Pierre Beckham; hace unos segundos pensaba que la imagen de Pierre no es tan famosa como lo creía pero ahora, retiro lo dicho al darme cuenta como todo el mundo parece conocerlo como si fuera una estrella de cine o un cantante famoso.

—Eh, sí... Él es... Mi novio... —Le doy una mirada a Pierre. —Pierre, te presento a mis amigas Gabriela y Anne, ellas trabajaban antes conmigo en el buffet de abogados que te comente. —Sus ojos se abren de la sorpresa pero pronto quita esa mirada y la cambia por otra.

— ¡Ah! Son ellas... —empezó a improvisar—mucho gusto, señoritas. —Fue amable, Pierre.

—El placer es nuestro, señor Beckham. —Ambas respondieron a la vez.

—Lo lamento señoritas, pero me llevaré a mi novia a casa, me falta darle su regalo de cumpleaños. —Sonrió como si todo fuera real.

Anne y Gabriela fueron las que más se emocionaron al saber que mi novio es Pierre Beckham que no intervinieron en nada para que yo no me fuera, en vez de eso, parece que se alegraron más al caer en la mentira de Pierre; Jessie quien lo conoce un poco a él, parece estar un poco nerviosa y preocupada por mí, ya que desde la última vez que observo el carácter fuerte y molesto de Pierre, hizo que ella le tuviese miedo, pero creo que será mejor que le quite un poco ese pensamiento antes que empiece a imaginarse cosas que no son; en cambio, Vanya y Miranda parecen ver la situación indiferente.

—Pero yo... —Pierre me toma de la cintura y me hace entrar a su BMW X6 gris.

—Vamos cielo, no debemos perder tiempo—dice a regañadientes.

Apenas me queda tiempo de despedirme de mis amigas, agradecerles la estupenda noche y recibir de ellas los regalos que me dieron más mi cartera para luego marcharme de aquel pub para regresar a casa. En el auto, voy un poco molesta, tanto que la tensión vuelve a ser frecuente en el ambiente y lo único que lo controla es la música soul que suena de la disquera del vehículo. Suspiro un poco decepcionada de que la noche haya terminado así y no como deseaba, así que descanso mi cuerpo en el asiento del copiloto hasta quedarme profundamente dormida.

(...)

Pierre me despierta de la forma menos agradable posible, agita mi hombro unas cuantas veces hasta que percibe que empiezo a moverme y abrir los ojos, me siento tan cansada que es posible que solo llegue a caer en la cama sin tener que quitarme la ropa y el maquillaje; pero como no puedo quedarme a dormir en el auto, me levanto y pronto camino en dirección al ascensor, en donde Pierre ya me espera, puedo ver su rostro molesto y sus hombros tensos, no es de admirarme que se encuentre así cuando ya se ha vuelto una costumbre que no le agrade algo de mí; así que apenas presiona el botón de la letra P, para pronto llegar al penthouse y así yo caminar un poco desorientada en los pasillos de la casa, de milagro llego hasta la habitación cuando alguien tira de la puerta, provocando que mis sentidos se pongan en alerta por el estruendoso sonido.

— ¿No crees que ya estás muy grandecita para que cuide tus espaldas?—cierro los ojos al presenciar su próxima discusión.

Dejo que hable mientras voy en busca de mi pijama, la noche es fría y necesito refugiarme dentro de algo caliente para no congelarme.

—Te dije que regresaras antes y es posible que si no te busco, llegarías embriagada por la madrugada—dice desesperado.

Me quito los zapatos de tacón y los tiro a un lado para que no me pueda tropezar con ellos. Es posible que si abro mi boca no sea para pedirle disculpas sino que para algo más.

—Veo que a ti no te interesa esto, sinceramente no veo la forma en que quieras romper el plan en algún momento y... —corta la oración al verme caminar hacia él.

—Por una vez en tu vida puedes dejar de pensar en el plan—dijo exasperada—. Sé que es importante para ti que nos separemos pronto pero creo que divertirme una noche de tantas que tendré que quedarme encerrada aquí no debería ser un problema. —Digo casi exaltada.

—No te quito que salgas con quienes quieras porque eso a mí, no me importa pero quiero que seas responsable y perseverante con tu palabra y promesa—dice molesto.

— ¡Lo he sido siempre!—Le aclaro. —Por Dios, un error que cometo y tú lo haces ver casi como el fracaso del año. —me altero al ver que él no da su brazo a torcer.

—Lo hubiera sido pero... —Empiezo a reír.

—No te hagas el superhéroe de la historia, que ni estás de cerca de serlo—farfullo.

— ¿Por qué no me dijiste que hoy es tu cumpleaños?—encojo los hombros.

—Dijiste que ambos no deberíamos interesarnos por la vida de uno hacia el otro; así que tome mi cumpleaños como un asunto desinteresado y de menor importancia para ti. —Recalque.

Él se quedó callado mientras su frente se fruncía del enojo y sus ojos empezaron a achicarse por mis propias palabras.

—Veo que nunca comprendes muy bien mis palabras—intento no gritar de enojo.

—Pues tampoco tú eres claro en lo que dices—resaltó.

—Sabes, estoy cansado de ti y de toda esta mentira—explota—, en realidad ni sé porque estamos juntos y porque él destino tiene que desgraciar mi vida... Esto es peor que ser el esclavo de alguien, ambos somos tan diferentes como el agua y el aceite que ni deberíamos estar cerca—se toca la cabeza. —No sé qué estuve pensando al querer tenerte para mí, eres ese error más grande de la vida de un ser humano, cada vez esto me provoca náuseas y estrés, no puedo convivir así contigo... Al final, mi padre tendrá razón acerca que mujeres como tú son peligrosas porque le traen a uno desgracias, entre ellas que ya no puedo tener mi vida y libertad de antes. Solo quisiera que desaparecieras y me dejaras en paz. —Cerré los ojos y negué al escuchar de nuevo sus palabras.

Me quedé en silencio por un momento pensando en cómo podía empeorar más esté día, ya era demasiado ayer con querer ayudarlo en su trabajo para haber recibido otras palabras duras de él y ahora esto en mi cumpleaños... No creo poder vivir más así.

—Lamento que no puedas ver más allá de mí. —Le dije mientras me acercaba a él. —Sabes Pierre, yo tampoco elegí tener que vivir contigo, es más, acepte solo porque en realidad no puedo tener atado a mi lado a una persona que no me quiere y tampoco intentará amarme en un futuro. —Suspiré. —Al principio quizás la idea de vivir juntos me cayó como un balde de agua helada, pero sabía que no podía permanecer molesta siempre con el destino. —Baje el rostro. —Por eso nunca perdí la esperanza de que podíamos convivir bien en los siguientes meses pero el problema de ti es que piensas que yo tengo toda la culpa de que esto haya sucedido. —Elevé los ojos. —Y la consecuencia de esto, es que aprendí a conocer al verdadero Pierre... —Sus ojos se engrandecieron. —Hubiera querido que permaneciera esa persona que conocí al principio pero simplemente, no sucedió. —Me trague las lágrimas y sollozos. —Y me he dado cuenta, que por más que lo intenté, no podré ser lo que tu deseas, quizás tu padre tenga razón acerca que jamás estaré a tu alcance, ni social y económico pero lo que sí, es que se valorar a las personas por su corazón. —Se quedó callado. —Yo me esperaba muchas cosas de ti, Pierre; pero tú no esperabas cosas buenas de mí. —Me di la vuelta. —Yo no quería tu dinero, tu influencia y tan siquiera tu amor, si así lo pensabas. Lo único que necesitaba de ti era comunicación y respeto... Pero bueno, está vez, si me rindo. Tú ganas, Pierre. Lamento haber aparecido en tu vida y ser tu peor error, porque sabes una cosa, hasta el momento, no había creído oportuno decirlo en voz alta que también has sido mi peor error; porque a pesar de todo, no me había arrepentido de haberte conocido. —Me sincere.

Tome unas sandalias y mi cartera para volver a salir de la habitación, espere unos segundos creyendo que él llegaría a disculparse o detenerme para decirme unas palabras, pero conociéndolo, su orgullo no se lo permitirá; no llegará hasta mí para decirme lo arrepentido que está por sus palabras, así que, tomando decisiones precipitadas, me fui del penthouse mientras un Uber me recogía y me llevaba hasta la casa de Miranda.

Estuve llamando su puerta con la esperanza en la mano para que se encontrará mi amiga en su casa, ya que a veces suele estar en fiestas hasta muy tarde, pero mi corazón dejo de agitarse cuando escuché unos pasos y pronto el sonido de la puerta abrirse.

Ella al verme no dijo ni una sola palabra, quizás tuvo el presentimiento de lo que me ha sucedido por el simple hecho que sigo sollozando y mis ojos siguen rojos de tanto llorar; Miranda solo se acercó a mí y me brindo un fuerte abrazo que pareció no soltarme, sin hacerme preguntas, me invitó a entrar a su apartamento, me encamino hasta la pequeña sala y desapareció unos minutos hasta traer una caja de Kleenex que me la dejó en mis manos; como toda buena amiga, me preparó un té para calmar mis nervios y me ofreció esa hospitalidad que jamás pensé tener de ella.

Miranda no me presionó o insistió para que le contará sobre lo que me está sucediendo, ella se quedó callada y nada más me consolaba con pequeñas muestras de cariño como ponerme su mano encima de las mías o acariciar mi cabello. Me permití hablar cuando ya estaba un poco mejor y fue entonces que comencé contándole todo desde cero.

Ella jamás me interrumpió, juzgo y opino acerca de los problemas y discusiones que tengo con Pierre, solo se limitó al escucharme a pesar de saber que necesitaba escuchar alguna palabra de confrontación para los hechos. Pero conociéndola, ella tiene miedo de darme consejos que no me guiaran a algo bueno pero siendo sincera, con solo que me escuché, hace que me sienta mejor.

Dos horas y media después, me llevó a su habitación, peleé con ella para que yo me quedará a dormir en la sala y ella en su habitación pero al final, ella con mucha insistencia me convenció, me presto uno de sus camisones y me dijo que me sintiera en casa. Así que pidiéndole que se fuera a dormir, ella se marchó para que descansará, después de todo, no la he dejado dormir y mañana debe ir a trabajar.

Me di una ducha corta para aliviar la pesadez de mis hombros, me cambie de ropa y me fui a la cama. Permanecí mucho tiempo despierta, no sabía cuánto pero me imaginaba que no iba a poder cerrar los ojos cuando estos me arden y también por todos los pensamientos que invaden mi cabeza.

Haciendo un intento para dormir, el sonido del timbre me despierta y con curiosidad, salto de la cama y tiro las sábanas para salir de la habitación, acercándome en puntillas hasta la sala, escucho una discusión, una que no puedo descifrar las palabras y apenas saber que Miranda es quien está peleando, así que quitándome de la pared para ver que está sucediendo, me quedo petrificada al ver a la persona menos esperada.

— ¡Dios!—Los colores de su rostro vuelven. —No vuelvas a irte de esa forma, ángel. —Empieza a caminar en dirección hacia mí.

Me alejo de Pierre y envuelvo mis brazos con mis manos en forma de defensa, bajo la cabeza y las lágrimas de nuevo pican mis ojos para salir. Puedo escuchar sus pasos ir lento y eso sin decir que, mi cuerpo ya se ha bloqueado para no moverse.

—Estaba preocupado por ti... ¿Por qué no dijiste dónde ibas?—ya se encontraba a unos centímetros de mí.

—Sí no te vas, llamaré a un guardia de seguridad para que lo haga por mí—lo amenazó Miranda.

—Dime algo, Alaska—insistió él.

—Pierre, déjala en paz—dijo entre dientes Miranda.

Por más que quería hablar, mi mente no procesaba las palabras; es demás, quería empujarlo fuera del apartamento para que me dejará en paz, pero ni siquiera tengo las fuerzas suficientes para poder apartarlo de mí.

—Lo lamento—mis ojos se abrieron al escuchar su perdón con tono de tristeza—, no debí de haberte ofendido de esa forma, yo... soy un idiota, un gran idiota que no tiene perdón por haberte herido... —Mordió su labio. —Tienes razón, demasiada que es impresionante tener que aceptarlo cuando siempre he creído que yo la tengo. —Me tomo de las mejillas. —Alaska, yo no sé cómo pedirte perdón, mi orgullo, mi arrogancia, mi egocentrismo, mi soberbia y prepotencia hicieron que mis ojos estuvieran cubiertos con una venda... —Bufó. —Eres increíble... —Una risa sale de mí. —No lo digo como una mentira porque en serio lo eres, has hecho cosas por mí que no me las merezco, te has comportado demasiado bien conmigo que yo no te he devuelto de la misma forma mi trato y también, me has demostrado tu vida y yo he sido un desagradecido por no valorar cada detalle pequeño tuyo. —Un nudo se instala en mi garganta.

Se arrodilla y me toma de la mano, me impresiono por lo que está haciendo y no soy la única cuando Miranda también se queda paralizada al ver lo que él está haciendo; puedo ver sus ojos llenos de arrepentimiento y de cómo ellos reflejan miedo al no saber la forma en como reaccionaré después de la discusión que tuvimos hace unas horas.

—Por favor Alaska, perdóname... ¿Puedes darme una segunda oportunidad?—Abro la boca pero de ella no sale nada.

Trago todo el nudo de emociones que tengo para darle una mirada más, es posible que si no lo perdono, de igual forma, nuestro lazo del destino seguirá unido por siempre, si le doy está segunda oportunidad, quizás tenga la opción de imponer mis propias reglas, de todas formas, ninguno de los dos nos conviene seguir unidos.

Le doy una mirada a Miranda ella encoge los hombros, dándome la opción que yo misma sea quien tome una decisión segura y confiada. Así que al saber que está vez, puedo tener el control de la relación, al final termino por darle una respuesta.

—Te perdono, pero está vez, si vuelves a fallar... No me importa si el destino nos vuelva a unir miles de veces más pero no ayudaré a que nuestro lazo se rompa y ese será tu castigo. —Puedo ver como él no reniega a mis palabras. —Y también, pondré reglas para que esto no se vuelva a repetir. —Pierre asintió.

—Gracias Alaska... Te prometo que no te defraudaré y esto no volverá a suceder de mi parte. —Hago una mueca como respuesta.

—Ahora levántate, el Pierre que conozco no se arrodillaría ante mí. —Él ríe.

Sin esperármelo, se levanta y pronto me agarra de la cintura para besarme a los labios, puedo sentir el calor de su carne con la mía y es imposible no sentir ese cosquilleo en el estómago cuando suaviza el beso y me acaricia la espalda con ternura.

(...)

Le doy una mirada y puedo ver como se quita la camisa y los zapatos para entrar dentro de la cama de Miranda, un poco avergonzada por no habernos ido a nuestro penthouse y quedarnos en el apartamento de mi amiga, termino por aceptar la realidad del momento; camino hasta la cama y empiezo a entrar en ella mientras con unos peluches y almohada de Miranda, hago la línea límite de nosotros.

— ¿Qué haces?—pregunta confundido.

—La división que siempre mencionas que debe haber entre nosotros en la cama—respondo.

Pierre dando una mirada a todas las almohadas y diferentes animales de peluche que hay entre medio de nosotros, al final empieza a agarrar todo y a tirarlos a un lado, rompiendo ese límite que siempre él sugirió que hubiera entre nosotros.

—Ven aquí.

Con algunas dudas de no saber si acercarme a él o qué hacer, me quedo en mi lugar, pero él empieza a sonreír de forma inesperada que relaja su cuerpo y pronto me toma de las muñecas hasta lanzarme a su cuerpo, en donde pronto caigo encima. Termina por acostarse y yo me quedo a su lado, mientras que mi cabeza permanece cerca de sus costillas.

—Pierre...

—Dime Alaska.

—Me besaste, rompiste el vínculo del plan. —Susurré.

—En realidad ya estaba roto, recuerda que te escapaste del penthouse y no estuvimos en la cama juntos antes de medianoche. Así que eso significa, que el vínculo siempre se rompió. —Su brazo empezó a envolver mi cuerpo.

— ¿Qué haremos?—pregunto con cansancio.

—No te preocupes, mañana iremos donde la señora Allison, ella sabrá ayudarnos. —Asiento. —Ahora solo duerme, ángel. —Me deja un beso en mi cabello.

Termino por abrazarlo luego de cerrar mis ojos, no sé si volverán a surgir los problemas, no sé si lograremos cumplir el plan de separar nuestros destinos o también de permitir no enamorarnos uno del otro, lo que sé, es que por el momento, lo único que no quiero es que me suelte de sus brazos y tampoco dejé de ser ese Pierre que tanto quiero a mi lado.

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Continuará...

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