Capítulo 22
"Los celosos son los primeros que perdonan, todas las mujeres lo saben"
Fiodor Dostoievski
***
| Pierre |
Apenas cruzo el portal que me lleva de la sala al comedor para ver que en la mesa solo se encuentra mi plato y mi taza para tomar café, suspiro un poco decepcionado al darme cuenta que otro día más desayunare solo en la casa sin Alaska, ni siquiera escuché de nuevo la hora y el momento en que se levantó, se bañó, se arregló y se marchó del penthouse sin decir una palabra; es de esperarme su actitud cuando la defraude en el día de San Valentín e intenté evitar estar con ella cuando preferí salir por mis medios con otras personas en vez de prometerle a ella mi palabra, el costo de mi error ha sido un poco duro, más de lo que hubiera planeado y durado, pero no puedo negarme que la culpa es mía pero mis propósitos por no estar cerca de ella cada vez se hacen más seguros y es mejor que no le dé esa confianza de pensar que en el futuro podemos ser amigos porque también he tomado en cuenta que a veces los amigos cuando viven juntos pueden terminar en otra cosa.
Me abrumo en pensar en cómo podré soportar esto los siguientes ocho meses que nos quedan, apenas hemos cumplido ya un mes pero muy complicado, tanto que nos ha llevado a tener discusiones y descontroles que por lo visto siempre la más afectada suele ser ella; ni siquiera puedo creer como es que el ramo de girasoles que le envié termino en mi oficina y con una nota de "Vete a la mi*rda con tus regalos porque no los necesito" escrito por ella; aun no entiendo que es lo que más me sorprendio, tener que haber recibido ese ramo de girasoles una hora después de haberlo comprado o haber leído su nota el cual me dejo sorprendido al saber que su reacción con mi regalo de disculpa no fue nada bueno como me lo esperaba.
Apenas termino de comer y me levanto pronto para dejar los platos sucios en el fregadero, busco algún recipiente de comida en la encimera de la cocina pero no hay nada, así que molesto porque de nuevo tendré que pedirle a mi secretaria que compré mi almuerzo me marcho. Musito muy bajo varias maldiciones, mi día no puede comenzar peor; por más de dos semanas ya me estaba acostumbrando que Alaska siempre me dejará el almuerzo hecho para llevármelo al trabajo pero desde que se desperdició su lasaña, esa fue la última vez que probé su comida.
Es impredecible no acostumbrarse en vivir con una persona en un corto tiempo; mayormente siempre disfrute de mi soledad en mi casa, tanto que no había nada que cambiara en mi rutina diaria, pero con la llegada inesperada de Alaska todo termino por girar como una rueda en mi vida, tener que compartir el mismo espacio con ella, verla todos los días, saber que siempre tendrá la cena en la noche y hasta hace dos días, llevarla a su trabajo... Lo único que aún no acostumbro es tener que dormir con ella, lo menciono porque siempre me quedo aproximadamente una hora de más despierto, mirando hacia el techo y siempre creyendo ese miedo que ella puede hacerme daño... Dios, bendito miedo a ser acosado o asesinado por la noche, sé que no es normal que esto me vuelva a estar sucediendo pero aunque trate de mentalizar que Alaska no me hará daño siempre mi subconsciente aparece diciéndome que me mantenga alerta con cada mujer que quiera hacerme daño de forma inconsciente o conciente mientras que me encuentre distraído, ya fue suficiente con mi pasado para ahora tener que volver a recaer en lo mismo, cuántos meses no fueron de ayuda psicológica para volver a creer que en este mundo está dividido entre personas buenas y personas malas; eso sin decir de los pánicos y pesadillas que tenía por las noches y que cada vez me mantenía en estado de alerta con escuchar pequeños ruidos que provenían dentro y fuera de mi casa. Desde esa vez, dejé de confiar en las mujeres, solo puedo verlas de forma sexual, no puedo ver más allá de ellas sin creer que una de todas pueda hacerme un daño reversible del cual sino muero puedo quedar de nuevo paralizado con el ataque.
Quisiera que todo fuese más fácil, apenas confió en mi madre y en mi hermana para ahora decir que habrá alguien más en la lista que puede ser de mi confianza sin intentar hacer una fechoría conmigo. Es lamentable tener que ocultar mi secreto y más porque sé que Alaska no merece que sea siempre frío y egocentrista con ella, pero debo de pensar que no es conveniente que sepa muchas otras cosas de mí cuando el plan solo durara nueve meses, es preferible mantener distancia, solo así estaré seguro que podré protegerme a mí mismo.
(...)
Cuatro horas después recibo mi almuerzo en mi escritorio, mi secretaria me ha comprado una lata de atún vegetariano y unas rodajas de pan de molde tostado, en realidad no tengo mucha hambre después de tener que seguirme instalando a la delegación que Ian ha manejado durante un año y medio, todo es nuevo para mí, tanto que he tenido que lidiar con documentos que antes manejaba mi compañero y socio de dicha delegación; ahora solo me queda tener que adueñarme de este lugar y adaptarme los próximos meses a este lugar en donde hay muchos cambios por hacer.
— ¡Ay! ¡Cristo! Me duele la cabeza de tener que escuchar el martillo demoledor.
Casi arranco toda la tapadera del atún al escuchar como Ezra tira la puerta de mi oficina y entra a ella con una bolsa reciclable en la mano. Su rostro destrozado por el frecuente dolor de cabeza me dice que pasará las siguientes horas con mal humor hasta que vuelva a su casa y descanse, el pobre de él ha seguido supervisando todas las construcciones que tenemos por el momento que no le ha quedado de otra que ser el único de los tres en moverse de un lado hacia el otro mientras que yo me encargo de su delegación.
—Tu madre nunca te enseño a tocar antes de entrar—dije al ver que él se sentaba en uno de los sofás que hay en la oficina.
—Soy tu amigo... Socio... Y compañero de trabajo. ¿Tengo que pedirte permiso?—dice contando sus opciones.
—Sí. No estás en tu casa para entrar como si esto fuera el desfile de Aladdin. —A él le pareció darle gracia.
Escucho como alguien toca la puerta y está vez respondo al llamado mencionando esas típicas palabra de cortesía sobre que sí puede entrar esa persona a mi territorio.
— ¡Que día!—apareció Ian.
—Ves... Eres el único que hace desorden. Ian también es mi amigo, socio y compañero de trabajo y respeta la norma de tocar la puerta—le digo a Ezra.
—Ian es Ian—se excusa él—yo soy yo. —Sonrié con burla.
Veo como mis dos amigos se sientan juntos en el mismo sofá para empezar a sacar su almuerzo; es raro que en ocasiones terminemos por comer juntos cuando cada quien se encuentra en diferentes ciudades del país elaborando su trabajo, aunque está vez por lo menos su compañía me hace sentir mejor de lo que no he estado desde la mañana.
— ¿Atún con pan tostado? ¿Bromeas? ¿Desde cuándo comes eso y no lo que traías los días anteriores?—renegó Erza. —O será que has discutido... —Abro los ojos al ver lo que dirá.
— ¡No! Solo he querido cambiar de rutina. —Encojo los hombros.
— ¿Con quién has discutido? ¿Con la señora Cinthia?—pregunta Ian.
—Es con... —hago un ruido con la garganta para que Ezra se callé.
— ¿Con quién?—insiste Ian.
—Con una nueva cocinera que tiene Pierre. Últimamente se la pasa pidiéndole permisos que al pobre lo deja sin comida—empezó a reír Ezra de forma disimulada y falsa.
Ian le dio una mirada a él seguido de mí, sé que el secreto sobre el plan de cortar el lazo de amor que Alaska y yo tenemos desde hace siglos, aún no lo ha llegado a saber él y no solo eso, si se entera es posible que a él le disguste la idea porque por lo que entendí la última vez que conoció a Alaska, parece que a él le agrado tanto que ha sido primera vez que me dice que me quede con una mujer y no la rechace como las demás. Puedo decir que Ian es un poco más realista y certero con la palabra romance, y no es de dudar cuando él ya se comprometió con una mujer que entre Ezra y yo sabemos que lo ama, respeta y valora; en ocasiones envidio a mi amigo porque él sabe tomar buenas decisiones y a la vez, llegó a elegir un buena mujer que le garantizará felicidad entre los años próximos que permanezcan juntos.
—Porque no hablas con ella y tratas de saber la razón por la que falta mucho a su trabajo—sugirió él creyéndose la mentira de Ezra.
—Sí, haré eso en la noche. Tengo mucho en la cabeza que no he tenido tiempo de encontrar una solución al problema—le digo distrayéndome en hacer mi merienda.
—Bueno, será otro día porque te recuerdo que hoy tenemos un evento en el White Cube en Bermondsey—esta vez siento como los colores de mi rostro desaparecen.
— ¿Qué?—apenas puedo articular por la sorpresa.
—Oh Dios Pierre, no me digas que lo olvidaste—Ian se toca la cabeza—hoy es la Expo Arte del artista Archie O'Brien, recuerda que si queremos firmar un contrato con él para hacer su propia galería en Irlanda, debemos ir a ese evento y convencerlo que somos mejor constructora que Dave's Contructions. —Asentí desesperado.
No esperaba olvidarlo y lo peor de ello, es que tengo que llevar a una pareja y esa debe ser Alaska... No sé cómo ella se lo llegará a tomar pero es posible que no me quiera escuchar a los primeros intentos pero tengo que persuadirla con alguna cosa para que ella acepte o sino estaré en problemas. No es que también requiera llevarme una acompañante porque podría ir solo pero por lo que sé, algunas personas ya saben que tengo una relación con Alaska y seguirla ocultando con el propósito que nadie llegue a saber que no tenemos una relación amorosa sino más una de contrato temporal, pueda ser que a ambos nos arruiné la imagen como profesionales.
—Estaré ahí. No te preocupes—le digo a Ian para calmar su tensión en el cuerpo.
Dios, esto será más difícil que haber tenido que torcer mi brazo para pedirle perdón a Alaska los últimos dos días. Ahora entiendo porque dicen que es más fácil pedir permiso que perdón, y es que casi para mí, esto parece un sacrificio.
(...)
Escucho como alguien entra al penthouse y pronto camina en dirección a la sala, me doy la vuelta y puedo ver a Alaska cruzar por el pasillo sin tener la intención de darme una mirada, me quedo de nuevo asombrado como décima u onceava vez en el mes al ver la representación de una mujer transformada... Como si la fase de oruga terminará por haberse convertido al final de cuentas en mariposa; aún sigo diciendo en mi cabeza que no fue mala idea en haber llamado a Miranda para que fuera de compras con ella, la parte mala de esto es que ellas se llevaron un susto al ser atacadas por un desconocido la última vez, en donde aún el caso sigue siendo investigado y no han encontrado el auto con el cual, aquella persona ocupo para perseguir e intimidar a Alaska o Miranda.
Me quedo en el sofá sin mover un dedo porque sigo mirando a Alaska, no sé qué es lo que no puedo dejar de ver en ella cuando me repito mil veces en mi mente que a pesar que el cambio de look haya sido drástico, al final termino por asentarle bien.
Antes de que ella tome otra dirección, me levanto rápido y corro detrás de ella mientras la llamo por su nombre, al principio Alaska no responde y sigue evadiéndome hasta que quizás termino por hostigarla al seguirla persiguiendo y llamando, en donde al final terminamos en la habitación que compartimos.
— ¿Qué quieres Pierre?—dice disgustada.
Se desata la correa de uno de los tacones mientras aparta el zapato y sigue con el otro, me puedo dar cuenta como ella es bajita, no mucho pero por lo menos los zapatos de tacón hacen que ella me llegue hasta el cuello, sin ellos, su estatura queda en mi hombro.
—Sé que aún sigues molesta... —Ella ríe.
—Eso no es una novedad—hago una mueca seria al escucharla.
—Y sé que he sido el responsable de mi error—ella pareció darle gracia.
—Ve al grano, Pierre—me asombro al verla fría así como fui con ella hace unas semanas atrás.
Creo que está vez, las disculpas no nos llegaran a servir de nada. Así que lo único que queda es decirle la verdad.
—Necesito que me hagas un favor—empecé a decirle.
Ella camina en dirección a la cama y se sienta, desgraciadamente las palabras se van de mi memoria cuando no puedo dejar de ver sus piernas bien moldeadas hasta que con descaro, elevo la mirada y termino por ver el hueco de su falda ocre en donde podría meter mi mano y tocar sus muslos.
—Puedes dejar de ver mis piernas y concentrarte en lo que quieres decirme—dice molesta.
Cierro los ojos y quito esa imagen de mi cabeza en donde podría acercarme a ella y empezar a seducirla hasta hacer que ella se llegará a poner receptiva conmigo para darme el paso de meter mis manos dentro de sus bragas.
—Bueno, pero no te enojes—bufé—. Hoy en la noche tengo un evento y quiero que seas mi acompañante—le soy directo.
— ¿Por qué no invitas a una de esas tus amiguitas que son modelos?—gruño al ver que ella toma otro rumbo de la decisión.
—Porque hay personas que ya se enteraron que estamos juntos y no voy a montar un escándalo cuando estoy contigo mientras escojo a otra como acompañante—le respondo.
— ¿Lo dices en serio? ¿Desde cuándo te importa? Porque lo que sé, es que haces dos días te encontrabas muy bien atendido por dos mujeres que estaban coqueteando contigo—suspiré.
Alaska 1 - 0 Pierre
¿Por qué debo de molestarme cuando es la verdad? Ni siquiera hace dos días me importaba lo que dijeran los demás sobre mí y ahora llego a mencionar de forma contradictoria por mis hechos, que no quiero que nadie descubra que lo de nosotros es una farsa... Dios, yo mismo he caído en mi propia trampa.
—Bien, tienes razón—no me queda otra alternativa que decir eso.
Ella hace un gesto de aprobación al darse cuenta que por un día he dado mi brazo a torcer, pero desconociendo la expresión de su rostro, no sé si escuchar aquello le ha agradado o le ha dado igual.
—Aun así, quiero que vayas. Tengo que conseguir un contrato con la persona que ha organizado el evento, si no lo hago, pueda ser que la constructora quede fija como una segunda opción en vez de ser la primera para muchas personas. —Ella sólo se limitó a escuchar.
Quisiera saber que estará pasando por su cabeza. A veces me he preguntado porque hay algunas mujeres que se tardan tanto para tomar una decisión por más cautelosas que son, ni siquiera le estoy pidiendo un favor demasiado grande a Alaska para que ella lo rechacé pero entre más su silencio se expande con los minutos, empiezo a estresarme al no tener una respuesta.
—Quiero decir que no...—intento no impresionarme con su respuesta pero los nervios empiezan a atacarme. —pero, solo por esta vez te ayudaré. —El clic de mi esperanza pronto se activa. —De todas formas, no soy tan mala como tú y dudo tener que dejarte plantado como lo hiciste conmigo, ¿no?—Asevera sus palabras.
—No. —Respondo.
— ¿A qué horas nos iremos?—pregunta mientras se levanta de la cama.
—A las cinco y media. Solo tenemos dos horas para arreglarnos. —Le comenté.
—Eso no es un problema para mí—empieza a alejarse hasta entrar a la puerta del cuarto de baño y yo soy el siguiente en moverme antes que también se me haga tarde.
(...)
A las seis y cuarenta de la noche, arribamos a la plaza en donde se llegará a dar la Expo Arte del aclamado pintor Archie O'Brien; hace tiempo que no venía a ver obras de arte que hasta ya no recuerdo cuando fue la última vez que pise una galería con muchas pinturas solemnes que constituían la realidad de los tiempos y de las emociones expresadas por el pintor.
— ¿Tienes algo que decir antes de bajarnos?—dejé de estar en mis pensamientos para escucharla.
—Solo, finge ser mi novia y que sabes mucho de mí. —Observo como se acaricia el cuello.
—No sé nada de ti. —Comentó.
Sus palabras retumbaron mi mente y fue entonces que me di cuenta que ha sido un error que nos vean juntos, no solo lo digo por ella sino que también por mí, porque qué diré al respecto si alguien me pregunta sobre Alaska, ella se ha abierto conmigo que en estas situaciones ya no recuerdo nada de lo que compartió conmigo hace un buen tiempo, es posible que este jodiendo un contrato, un espejo sobre un romance falso y lo mal que me veré al no saber nada de la mujer que vive conmigo.
—Entonces solo sígueme la corriente. —Hizo una mueca.
—No creo que haya otra opción. —Se rindió.
Mason detiene el auto en medio de una enorme alfombra roja, unos lacayos nos abren la puerta para que nosotros bajemos, así que antes de dar un paso afuera, le doy unas indicaciones a Mason para después salir del auto y brindarle mi mano a Alaska; ella se queda observando por un momento el White Cube con curiosidad hasta que baja la mirada y entrelaza su brazo con el mío.
Caminamos dentro de la galería de arte de Lambeth para aproximarnos a los largos pasillos en blanco y gris que nos hacen ver hacia las paredes y apreciar varias pinturas, tantas que en ocasiones no dejamos de observarlas; por la prisa en que llevo, no nos detenemos mucho en admirarlas, así que pronto la llevo al salón en donde se hará la exposición de arte.
Encuentro varios rostros conocidos al dar un paso dentro de la galería en donde Archie O'Brien ha instalado sus nuevas creaciones, muchas personas interesadas y críticas del arte, las observan con mucha determinación al punto de dar su opinión a otras personas o callándolas para ellas mismas.
— ¡Llegas temprano!—me doy la vuelta y sonrió al ver a mi amigo.
—Me querías aquí con quince minutos anticipado, ¿no?—le digo al verlo acompañado con su prometida. —Buenas noches, Vanya.
—Hola Pierre. —Me devuelve el saludo con una sonrisa. — ¿No me presentaras a tu acompañante?—Ella me hace un rostro de curiosidad.
—Por supuesto. —Sonrió.
Alaska, quien no está acostumbrada a estar rodeada de personas desconocidas, parece refugiarse en mis brazos como si fuera una niña pequeña; estoy tentando a acercarme más a ella y de besarle todo el rostro para calmar la ansiedad que le provoca estar en lugares en donde ella se siente inferior que los demás; es imposible no percatarse de pequeños detalles y eso lo he aprendido silenciosamente de ella sin que me lo comente.
—Vanya, te presento a mi novia, Alaska. —Veo la sorpresa en los ojos de Ian. —Alaska, querida... Te presento a Vanya, es la prometida de mi compañero de trabajo, socio y amigo, Ian. —La presento entre ambas personas que se encuentran estupefactas en frente de mí.
—Es un placer poder conocerla, señorita Vanya. Y también, que bueno verlo de nuevo señor Ian. —Saluda con respeto, Alaska.
—Oh querida, no es necesario eso de señorita—se ríe Vanya—. Con nombrar mi nombre, es suficiente.
—Lo lamento. —Dice avergonzada, Alaska.
—No te preocupes. —Vanya empieza a ser amigable con Alaska. — ¿Pierre ya te enseño toda la galería?—le pregunta ella a mi novia falsa.
—No, aún no. —Niega, Alaska.
—Entonces ven. Me robaré a tu novia unos minutos, Pierre. No sé, ¿si es un problema para ti?—Vanya toma del brazo a Alaska como si fuera una vieja amiga.
—No claro que no. Diviértete, querida. —Le digo a Alaska.
—Eso haré. —Por sus nervios apenas me da una pequeña sonrisa curveada.
Cuando ambas mujeres se alejan de Ian y de mí, él aún sigue impresionado que no deja de verme, como también, de seguir su mirada hacia dónde camina su prometida y mi novia; así que empujándome con una mano en la espalda hacia un rincón en donde nadie nos llegará a escuchar, pronto de su boca, sale unas palabras llenas de muchas expresiones de su parte.
— ¿Alaska es tu novia? ¿Desde cuándo? Si no llevan mucho tiempo de conocerse—dice impactado.
—Eso lo puedes creer, tú—digo sin atrevimiento.
—No me mientas, Pierre. Te conozco y tú no eres una personas estable emocionalmente para aparecer de un día para otro con una mujer que solo una vez se te ha visto salir en público—dice a regaña dientes.
— ¡Auch! Tus palabras hieren—digo como si estuviera ofendido—. Aunque no lo creas se me dio la ocasión de querer tenerla a ella como mi mujer. —Enarcó la ceja.
—La dejaste embarazada, ¿no es así?—ahora él me sorprende con su inesperada pregunta. —Ambos no se cuidaron y ahora estás protegiendo una paternidad que... —Le doy un golpe directo a su brazo para que baje la voz.
— ¡No! No es así—le digo nervioso—ella se está cuidando y yo también.
—Esto no me cuadra en nada—reprimo un gesto al no querer decirle la verdad.
—Eh, ¿qué sucede aquí?—escuchamos otra voz.
— ¿Tu sabías que Pierre mantiene un romance con Alaska?—Ian le dio la tremenda noticia a Ezra.
Ezra quien sabe toda la verdad del asunto porque estoy con Alaska, se quedó callado sin decir una palabra, ya que su promesa como amigo, hizo que prometiera no soltar ni una sola palabra acerca del lazo que estamos intentando por romper, Alaska y yo.
—Bien, el silencio habla por sí solo. —Dijo Ian. — ¿Desde cuándo también le cuentas antes las cosas a Ezra que a mí? Y tú, ¿desde cuándo sabes esto?—nos preguntó a ambos.
—Fue hace poco... me enteré por la comida que Pierre trae al trabajo, ya que ni Cinthia era capaz de hacerle almuerzos a Pierre cuando él se negaba y ella no podía discutir—Puso de excusa Ezra.
—Y sabes lo insistente que es Erza cuando se le mete algo en la cabeza—aclaré más.
Ian nos dio una mirada evaluativa a ambos para saber si estamos mintiendo pero la excusa que ha puesto Ezra sobre mi noviazgo con Alaska, ha sido una buena justificación para plantear todo este plan.
—Quizás tengan razón pero no me creo todo lo que me dicen al cien por ciento. —Cruzó los brazos.
Antes que siguiéramos discutiendo sobre el asunto, una segunda persona se nos acercó al punto de ponernos tensos a los tres.
—Parece que mi presencia los petrifico, ¿no chicos?—se rió Dave de nosotros.
— ¿Qué quieres ahora?—dije irritado.
—Si... Que quieres Dave. ¿Una firma de los tres en tu trasero?—Dijo con vulgaridad Ezra sin arrepentirse.
— ¡Já! Que gracioso sigues siendo Ezra, pero cuando lo necesite, te darás cuenta que será todo lo contrario; porque yo firmare tu trasero cuando tenga el contrario con Archie O'Brien. —Detuve a Ezra al ponerle mi brazo en su pecho como intercepción de que no cometiera ni una estupidez.
— ¿A eso has venido? A querer restregarnos en nuestras caras tus planes como si necesitáramos saberlos—Ian fue más cuidadoso con su vocabulario.
—No. He venido por... Otros motivos—me dio una mirada. —Tu acompañante es una delicia, Pierre. Que suerte que no dures con las mujeres porque esa me la puedo follar el día de mañana como trofeo al tener el contrato de la próxima galería de O'Brien. —Esta vez quien detuvo a quien, fue Ian conmigo.
—Ni te atrevas a verla o te arranco los ojos. —Siseo. —Ella es mi novia. —Suelta una carcajada que hace que muchas personas nos vean.
— ¿Tu novia? A quién tratas de engañar, Pierre. Si todo el mundo sabe que no tienes huevos suficientes para tener una relación seria y formal con una mujer cuando Inés estuvo a punto de matarte y tú saliste huyendo como un cobarde. —Mis manos se hicieron puños al escucharlo.
Mi respiración se volvió agitada, tanto que el aire de mis pulmones empezó a faltar al no poder retenerlo por mucho tiempo. No sé qué me enfurece más, que Dave tenga que decir en voz alta toda mi vida pasada o tener que lidiar con los celos que me queman la piel al pensar que él puede ponerle una mano encima a Alaska cuando menos lo piense.
— ¿Qué te pasa, Pierre?—se burla de mí— ¿Ya no eres tan hombre como lo sueles ser en la narices de todos?—sigue provocándome—quizás tu novia... —acentúa la palabra—le guste estar más conmigo que contigo—mi piel se eriza—pueda ser que... hoy mismo me la lleve a la cama, me la folle y nunca olvide mi nombre mientras lo gri... —Cierra su boca al recibir un golpe en el rostro.
No le doy el placer de poder seguir hablando de esa forma en mi cara cuando las hormonas se me disparan al pensar como Alaska puede terminar en sus brazos... Me vuelvo en esos segundos un hombre inseguro por la simple idea que la mujer que me atrae y gusta tanto puede estar con mi rival; puedo denegar las posibilidades que eso no suceda pero recuerdo todo el daño que le he hecho a Alaska y es ese instante dudo que Dave no aproveche de la soledad y el dolor de ella para poder invitarla a salir o llevarla a la cama.
Ni siquiera soy capaz de asimilar todo de una sola vez cuando soy el siguiente en recibir un golpe en el rostro que casi me hace caer en el suelo si Ezra no me hubiera sujetado de los brazos al empezar a caer; por pensar en idioteces que ni deberían cruzarse por mi cabeza he terminado por recibir un golpe de Dave en el rostro que siento como mi labio empieza a sangrar después que le rompí la nariz a él; pero la furia y los celos a borde de mi cabeza me controlan tanto que soy capaz de devolverle de nuevo el golpe en un segundo.
Es así en como la pelea comienza, ambos golpeándonos como unos animales, caídas que nos hacen levantarnos para seguir enfrentándonos a golpes y personas viendo el espectáculo; Ezra e Ian intentan detenernos pero nuestra fuerza es más palpable entre ambos que los empujamos para que no nos detengan pero al estar a punto de golpearnos de nuevo, dos de seguridad de la galería nos toman de los brazos y nos alejan para calmarnos. Y es cuando, veo a Alaska aparecer.
—No te permitiré que te acerques a mi mujer—le grito.
—Eso veremos, ella terminará por ser mía—sigue tentándome a golpearlo.
—Pierre... Demonios... Basta—Alaska me toma de las mejillas para verla.
Sus manos encima de mi piel provocan un estremecimiento en mi cuerpo, la adrenalina empieza a bajar y soy capaz de poder reaccionar y ser consciente de lo que he hecho. Con vergüenza en la cara, veo como Archie O'Brien no dice ni una palabra, pero por la expresión de su rostro, me dice que no le ha agradado nada que yo haya montado un espectáculo en su exposición de arte. Al tener en cuenta que he perdido su contrato, me zafo de los brazos de uno de los guardias para pronto caminar hacia afuera del lugar.
Intento evitar todos aquellos rostros, sé que el propósito de Dave era ese, hacerme enojar y quedar en ridículo con todas las personas, ahora todos creerán que soy una persona violenta.
—Pierre... Espera—me detengo y veo a Alaska detrás de mí.
—Vámonos... El contracto está roto. —La tomo de las caderas y hago que camine conmigo a mi lado.
Entre más pronto nos vayamos de aquí, evitaré escuchar malos comentarios de mi parte; sé que Ian y Ezra se la sabrán arreglar, mientras tanto yo, será mejor que desaparezca.
(...)
— ¡Ay! ¡Mierda! ¡Arde!
Murmuro maldiciones de dolor al sentir como Alaska sigue limpiando mi labio el cual se encuentra roto e hinchado por la primera golpiza que Dave me dio en el rostro.
No pude negarme al cuidado de ella cuando en el camino, ella se propuso a sanar mis heridas sin que se lo pidiera y apenas llegamos al penthouse cuando me hizo lavarme el rostro y quitarme el blazer y la camisa para ver si no tenía algún mallugón en el cuerpo.
—Tardara en sanar. —Reprimí un gemido de dolor al pasar el algodón en mi labio inferior. — ¿Por qué te peleaste?—le di una mirada que pronto fue encontrada por sus ojos.
—Me hizo enfurecer, dijo cosas repugnantes y... No vi el momento en que le di el golpe—le resumí la historia.
— ¿Qué cosas dijo?—se interesó.
No debería darme vergüenza en decir que los golpes fueron con el fin de darle una lección de vida a Dave, una a no meterse con mis asuntos personales y la otra, no meterse con lo mío; pero tratándose de Alaska, ella puede pensar que esto lo he hecho porque siento algo por ella cuando no es así.
—Porquerías... —Refunfuñé.
—Eso lo sé... Pero se más específico o no podré ayudarte—enarqué la ceja.
— ¿Cómo podrás ayudarme? Dudo que puedas convencer a Archie O'Brien que reintegre su pensar en mí y me dé una oportunidad de tener un contrato con él—dije derrotado y cansado.
—Puede que sí o puede que no. —Mencionó. —Pero quiero que seas sincero.
—Dave... Solo me provoco. —Ella elevó su ceja para que fuera más claro. —Dijo que... Iba a llevarte a su cama, te follaría, dirías su nombre y... —Suspiré. —serías suya. —Alaska se quedó callada.
Por primera vez, me dio vergüenza comentarle algo así a una mujer cuando jamás me importo si algunos de mis enemigos tomara a cualquier mujer con la que antes había tenido solo sexo con ella, pero viendo la situación, Alaska es diferente y... Dave es un idiota... Y no me gustaría que él se atreviera a tocarle un solo cabello.
—Pierre... Idiota, descerebrado y loco... ¿Cómo puedes pensar en eso?—dijo riendo. —Olvídalo no lo digas. —Me detuvo al ver que estuve a punto de abrir la boca. —Solo no lo vuelvas a hacer sí. —Asiento sin remedio alguno.
Vuelve a pasar el algodón en mi labio pero esta vez más suave, sin darme cuenta de sus actos pronto ella delinea mis labios hasta que soy inconsciente que he comenzado a besarle las yemas de sus dedos; sus ojos se quedan impregnados en los míos hasta que me acerco a ella y estoy tentando en besarla pero recuerdo que no puedo hasta que sea un día de luna llena.
—Gracias por curarme. —Musito cerca de rozar sus labios contra los míos.
—De nada. —Responde antes de apartarse de mí e irse al cuarto de baño.
Suspiro y me dejo caer en la cama cerrando los ojos antes de tener que entrar en aquella habitación para poder sentir su piel cerca de la mía mientras tenemos sexo salvaje, duro y apasionante hasta recordarle que ella es solo mía.
(...)
—Tienes visita. —Ian se encuentra calmado después de la noche horrible que presente ayer y puede arruinar la imagen de la constructora.
Sin preguntarle quien puede ser, aligero el paso y entro en mi oficina para ver a Archie O'Brien evaluando un retrato de pintura vieja comprada en una venta de garaje.
—Buenos días. —Saludo.
—Buen día señor Beckham. ¿Durmió muy bien después del espectáculo que montó en mi exposición de arte?—dijo con ironía.
—No señor O'Brien... Yo... Quería pedirle disculpas... —Me detuvo al poner una mano en frente de mí.
—Seré claro con usted, señor Beckham. —Trague hondo. —Después del suceso de ayer, estoy de acuerdo en no querer tenerlo a usted como un aliado en querer construir mi propia galería, ya que mi primera opción era usted y no el del señor June. —Se refirió a Dave.
—Lo sé, y estoy de acuerdo con usted... —Me detuvo de nuevo.
—Pero dada la situación que... El señor June lo provoco a usted y usted solo quiso defender a su novia... Quizás... pueda sugerir el mal entendido de ayer como un acto de honor por defender a una mujer. —Me admiré.
— ¿Qué quiere decir con eso?—pregunté dudoso.
—A lo que voy es que le daré una segunda oportunidad solo por su heroísmo de ayer. ¿Cree tener espacio mañana para conversar y ver si llegamos a un acuerdo?—intentó no expulsar mi alegría.
—Claro, con mucho gusto. Le diré a mi secretaria que agende una reunión para mañana. —Él asiente.
—Bien. Entonces nos vemos mañana y antes de irme... Una cosa más. —Se detuvo antes de abrir la puerta. —Tiene una novia muy honorable, señor Beckham. Nunca había observado a alguien tan sincera, pura y especial como ella, la señorita Gardener me demostró muchas cosas y creo que se merece que no la suelte de sus manos. —Comento antes de marcharse.
Al quedarme solo en mi oficina, las palabras de Archie O'Brien se quedaron plasmadas en mi cabeza como un disco rayado; es aquí, en que me di cuenta de una sola cosa y esa es que... Alaska termino por cumplir su promesa en ayudarme.
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Continuará
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