Capítulo 20

"El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son"

Tito Livio

***

Respiro profundamente y cuento hasta mil porque no con diez ni con cien me basta al seguir escuchando como Pierre parece querer tomar todo bajo control, desde lo que empieza con el penthouse hasta lo que termina con mi forma de vestir; puedo intentar callarlo dándole hasta donde más le duele pero no me refiero a su potente masculinidad que se encuentra al lado de su ingle sino que me menciono algo mucho más fuerte, es decir, tocarle su parte emocional; cualquier humano tiene una debilidad sentimental que puede destruirlo con un solo golpe bajo que termine siendo inesperado y estoy segura que si lo encuentro en Pierre es probable que él pueda cerrar su boca por unos segundos.

Desde la mañana, no he recibido más que de él, críticas destructivas que para él asegura ser constructivas cuando no son así; la sorpresa que él se llevó al ver el ropero, no fue coincidir en que el orden en que establecí su ropa le haya fastidiado, dejándome claro que a él no le había gustado para nada ese ajuste nuevo que hice para él, sino que todo partió también al ver mi ropa un poco desgastada con el tiempo, mencionando que las faldas, blusas, pantalones y zapatos parecen haber pasado de moda y que adecuándose a mi cuerpo, no son nada sexy; eso me enfureció más al haber tenido que esperar que él se bañara primero cuando se encerró para que no pasara y así yo tuviera que ir a otro cuarto de baño para darme una ducha que calmara mis nervios.

A partir de ese momento, opino que vivir con Pierre, es peor que haber tenido que mudarme a un barrio de vecinos críticos y chismosos; ya que él resulta ser peor que una anciana que se entromete hasta por las narices de cualquier persona para obtener una nueva noticia y así, contársela a sus amigas. Me pregunto si en alguna época, Pierre no fue una mujer y yo, termine siendo un hombre porque esta vez, los roles parecen haberse intercambiado, porque así con estos humores mañaneros que tengo, parecen ser de un hombre que no tolera los comentarios que hace a cada minuto su pareja.

Antes de proceder con las compras, Pierre se detiene en medio de un pasillo y sin decirme algo, pronto va hasta el área de cocina, en donde pronto encuentra juegos de vasos y platos que pueden servirnos durante los meses que convivamos juntos; veo como toma un paquete de platos que se encuentra dentro de su caja para así él verificar el diseño y material del objeto, el color es simple, gris y verdoso, casi lo asimilo como el humor que tengo en ese momento pero me detento al pensar que justamente ese tipo de platos no puede llevarse Pierre, mezcla seria y aburrida de ambos colores provocara que mis mañanas empiecen mal, así que tomando otra caja, veo otro diseño de platos que parecen gustarme mucho más que los que tiene Pierre en mano.

Los que escojo tienen un diseño floral, de flores rojas y azules que solo tienen en una esquina del plato, mientras que todo su centro es blanco; ese me gusta tanto que lo tomo como mejor opción que el de Pierre; pero antes de poder dejarlo en la carretilla de las compras, veo como la mano de él me detiene.

—Ese diseño es horrible—abro la boca al escucharlo.

—Más horrible es el que llevas... Es demasiado... Tú—él parece haberse ofendido.

—Gracias, quizás esa sea la razón porque me gusta—dice irónico.

Encojo los hombros al no tomar importancia en sus palabras, intento adaptarme a la idea de cómo nuestros antepasados pudieron soportarse entre sí, ni siquiera puedo comprender como es que no buscaron la forma de separarse antes y eso sin decir, que sigo preguntándome que demonios le encontré a todos esos Pierre de distintas épocas para quedarme con ellos y no haber buscado a alguien mejor.

—Yo prefiero esos a tener que comprar esos—le señale mis platos contra los suyos.

—Esos son muy femeninos, debería ser unisex—menciona aturdido.

— ¿Tienes algún problema que lleve flores?—él suspira.

Veo como devuelve en su lugar la caja de los platos que tiene en mano para registrar otras piezas de platos que puedan ser mejor que las de él y las mías; sin tardarse en buscar modelos que puedan desagradarnos, encuentra unos platos con un diseño de líneas de colores en el contorno del plato.

—Me gusta—opino primero.

Él evalúa primero todo el plato para luego registrar si los demás no tienen algún defecto que pueda hacer que ambos cambiemos de opinión al comprarlo, los colores al mostrarse serios y formales parecen ser eficaces para su elección; así que pronto devuelve el plato adentro de la caja para por fin, tomar una decisión y esa es, llevar esos platos.

—Esto es a lo que me refiero, que sea unisex—plantea antes de seguir caminando y empujando el carrito.

En cualquier circunstancia puedo pensar que pueden haber cosas en que coincidimos y no nos quejamos de ellas, pero mayormente las últimas veinticuatro horas no la hemos pasado tan bien para decir que por lo menos podemos llevarnos y hacer las paces como personas maduras e independientes; pero dado el caso que ambos parecemos más rivales que amigos, no nos queda de otra que tener que comportarnos como adultos antes de comenzar a vernos como unos adolescentes insoportables.

Además, como podré llevarme muy bien con Pierre cuando él es el primero en querer hacer revancha por todo; no me permite conocerlo, hablar con sutileza con él sin intentar discutir y eso sin decir, que parecemos más una pareja a está a punto de divorciarse antes de vernos como una que recién está feliz por su noviazgo; no digo que tenemos que ser hipócritas y sonreírle al mundo cuando estamos estancados en un problema que apenas empieza y ambos deseamos que ya termine; pero a lo que voy es que, por más que intente llevarme bien con Pierre, dudo que eso pueda suceder, eso sin agregar de las horrible hormonas que tengo al alborotarse con cualquier novedad que puedo ver en él; si la mañana no fue suficiente para verlo sin camisa y con el cabello mojado, no se diga hoy con la ropa informal que lo hace ver muy sexy.

Mujeres que pasan a nuestro lado babean por Pierre que él parece no notarlo, pero en mi caso, siendo mujer sé que él solo trata de ignorar las miradas y mantener su fiel plan al orden; quizás es demasiado selectivo con las de mi género que no se da cuenta de los buenos partidos que tiene a su alrededor, estás son las veces en que me pregunto sobre, ¿qué tipo de mujer le interesa Pierre? Por su historial, sé que deben ser bastante hermosas, delicadas y femeninas, es decir, todo lo contrario a mí, porque cuando él esperaba que yo me llegará a poner un vestido para salir de compras, termine por usar unos jeans, una blusa, un suéter y unas botas que para él, ya me hizo saber que cuando no esté presente en casa, las quemará en la chimenea. Sinceramente no estoy a la altura de Pierre y creo que él tampoco está en la mía.

Registro en la lista las cosas que nos hacen falta en el penthouse, a pesar que la mayor parte nos lo haya favorecido Pierre antes de dar aquel lugar en alquiler, aún hay cosas que necesitamos entre ellas, una decoración que se acople al estilo vintage de la sala, unas lámparas, toallas, jabones y cosas que tuve que agregar en mi lista porque para Pierre parecen importantes.

—Ash, viendo otra vez esa lista—empieza a estresarse.

—Sí y te recuerdo que aún nos falta mucho—se la muestro.

—No sé para que la haces si recuerdo todo lo que debemos comprar—dice de forma amargada.

—No me fío de tu memoria—farfullo.

—Que graciosa, sabes... Tengo una excelente memoria por si no lo sabes—empiezo a reí.

—Lo tomaré en cuenta cuando sé que jamás me hablas de ti, así que lo guardaré como un dato nuevo en mi memoria—digo sin importancia.

Entramos al pasillo de los medicamentos y jabones para ver como él empieza a escoger varios shampoos, jabones en barra y líquidos, cremas, aromatizantes y otras cosas que hacen que las eliminé de mi lista.

Antes de continuar, en frente de mí rostro tira dos cajas pequeñas y un bote delgado, el cual no dudo en verlo y pronto tener que decirlo en voz alta por inercia.

— ¿Condones, vibrador y lubricante?—digo sin morderme la lengua.

—Que observadora—se ríe de mi rostro.

Puedo sentir como mi rostro arde de vergüenza para luego quitar mi mirada de aquellos objetos y seguir el paso en que Pierre vuelve a moverse; estoy un poco nerviosa en preguntarle cuándo lo utilizara que prefiero quedarme callada y solo a seguir su paso mientras que por su propia cuenta, sabe lo que debe de comprar sin necesidad que se lo recuerde; me he quedado tan callada que no sé si es por la sorpresa o pensar que puede haber algo entre ambos de nuevo.

Aún falta mucho para que la primera luna llegué, pero eso no me quita de la cabeza que podamos tener otro tipo de sexo mientras que ese día no llegué; la última vez que dejé que Pierre tuviera sexo conmigo fue hace tres días exactamente, aún puedo recordar como todo fue rápido y seguro, no sé si fue por la adrenalina de mal rato que la pase en el parque que me deje llevar o es que necesitaba sentirlo de nuevo por un momento pero lo que sé es que tenerlo ahora de cerca es un peligro inminente, tanto que es posible que durante el tiempo que llevemos juntos el sexo se vuelva intenso y deseado; intentaría excluirme de la idea de que no volveré a tener nada con él pero es probable que me defraude a mí misma cuando conozco sus encantos y de lo propensa que soy al caer en ellos.

—He llamado a Miranda... —Reaccioné pronto a su comentario. —Pasará dentro de dos horas por ti para ir de compras—enarqué la ceja.

—Oh Dios Pierre, no quiero gastar en cosas innecesarias... Deberías conformarte con lo que uso—dijo desorientada al tener ese impacto de noticia.

—Pues quiero decirte que no soy conformista, me gusta arriesgarme a cosas nuevas, así que quiero que compres lo necesario y no hablo de dos cosas, hablo de lo que puedas ocupar en toda ocasión—resoplo molesta.

—No quiero... Gastas mucho en mí... —Me interrumpe a medio discurso.

—Debería hacerlo no lo crees—enarque a ceja dudosa de sus palabras—, eres mi novia.

—Novia falsa—lo corrijo.

—Bueno sí pero ante el mundo no—hago una mueca al coincidir en eso con él.

—Ya te dije que no quiero nada de ti—crucé los brazos.

—Lo sé pero siendo aun así mi novia falsa, no puedes andar en la calle de esta forma con esas fachadas que llevas puesta—vuelvo a respirar hondo.

—Pierre quiero dejarte algo muy en claro—me toqué la frente y cerré los ojos—. No soy de esas modelitos de revista y televisión con las cuales siempre has salido, recuerda que soy diferente y todo lo que estás haciendo por ambos, por un lado te lo agradezco pero por otro, deja que yo maneje mi vida—dejó ir un suspiro molesto.

—Bueno si quieres usar esa ropa mañana y siempre no es mi problema—empezó a darme la espalda mientras se alejaba y me dejaba dudosa de sus palabras.

— ¿Qué quieres decir con eso?—lo detuve.

—Le dije a la señora Cinthia que botará toda tu ropa... —ahora mi quijada se debe haber caído al suelo—así que al llegar a casa no encontraras nada, así que te doy dos opciones, la primera ir con Miranda a todas las tiendas del país para que compres ropa adecuada a tu edad y cuerpo o tener que usar esa ropa de por vida y no permitirte que compres cosas que no dejan verte lo hermosa que eres. —Achique los ojos.

—Eres un ser muy vil y despreciable—gruño mientras cierro las manos para hacerlas puños.

—Bueno pase de ser un idiota a un ser muy vil y despreciable... ¿Me pregunto qué irá después?—se dio unos golpecitos en su barbilla con el dedo índice.

Además de que debo pagarle la cita con la señora Allison y la ropa anterior que él me regalo, ahora tengo que agregarle a otras miles de libras más por cada ropa de marca que deba comprar, porque estoy segura que aunque me quiera meter a esos lugares económicos en donde venden ropa de marca reconocida y de buena calidad, es de saber que él sospechar que no es de la propia tienda. Quizás deba ser hora de empeñar mi riñón cuando sé que ni en cinco años podré pagarle a Pierre los próximos gastos. Odio tener que aceptar esto y más cuando pienso que mañana debo ir a trabajar y no tengo nada excepto lo que llevo puesto ahora mismo, me hace sentir mal la idea de no poder comprarme tan siquiera mi propia ropa cuando el dinero no me sobra y aunque esta vez dejaré de pagar mensualmente la renta de un apartamento, he considerado ayudar a Pierre con los gastos de su penthouse, la mala suerte que tengo es que en esa casa, se paga más de lo que yo antes daba por el humilde apartamento que compartía con Cristal.

—Debemos apresurarnos porque tú necesitas ropa nueva. —Dijo animado.

—Hay señor... —dije lloriqueando al imaginar lo que pronto vendrá.

(...)

El sonido del interfono del penthouse despierta mis sentidos al haber estado sentada en uno de los sofás color aqua de la sala, esperando a Miranda para que llegará; me levanto y voy en dirección al interfono para ver una pequeña pantalla en donde me muestra la figura de mi amiga quien sigue admirando todo el edificio sin darse cuenta que por medio de las cámaras de la entrada la estoy mirando; presiono uno de los botones para abrirle la puerta y así esperar que ella suba todos los escalones para que llegue a la puerta principal del penthouse. Unos minutos son lo que tarda en llegar para pronto tocar la puerta con unos golpecitos y por último, tocar el timbre.

Antes de abrir la puerta, veo como la señora Cinthia aparece corriendo pero ya es demasiado tarde para que ella se encargue de abrir la puerta cuando yo termino por hacerlo; le regalo una sonrisa y le musito que no se preocupe, que puede regresar a su trabajo; ella devolviéndome el mismo gesto, se da la vuelta y se marcha. Apenas se va la señora ya de una edad adulta cuando Miranda me levanta sus delineadas cejas y pronto le hago una señal con mi mano para que entre y pueda conocer mi nueva casa temporal.

—Oh Cristo, esto... —Se queda con la boca abierta.

—Sé lo que piensas decir—la reprendí.

—Vives como una reina—dijo sentándose en uno de los sofás—, mira que belleza de penthouse—me recordó a una pequeña niña admirada de llegar a Disneyland por primera vez.

—Señorita Alaska, desea algo de tomar—llegó Cinthia.

— ¿Tienes vino?—dice Miranda pronto— ¿O algún martini, whisky o tan siquiera vodka?—la di una mirada seria.

—Puedes traerle un jugo de piña, por favor—le dije a la señora de limpieza mucama a la vez.

— ¿Piña colada?—resaltó Miranda.

—Jugo de piña—dije entre dientes.

— ¿Por lo menos trae licor?—achique los ojos.

— ¡No!—dije perdiendo la paciencia.

La señora Cinthia se rió al ver como Miranda sigue molestándome con tomar alguna bebida con alcohol y aunque tengamos cada uno de esos licores y vinos que mi amiga mencionó, no estoy dispuesta hacer que se embriague muy de mañana y en un día domingo, después de todo esa compra por parte de Pierre fue reciente y eso sin decir que si le menciono a Miranda que tenemos un paquete de cerveza en la refrigeradora, es capaz de correr e ir a tomar una.

La señora Cinthia aparece con una bandeja de plata con un enorme vaso de jugo de piña y con ella unas frutas cortadas en trocitos con leche condensada. La deja en la mesita que sirve como centro de mesa para luego marcharse y agradecerle por su ayuda, la cual yo debería de estar haciendo su trabajo en vez de ella, pero por órdenes de Pierre, parece que ella no me permitirá hacer algunas tareas de hogar mientras que esté aquí o su jefe le dé o cambie sus órdenes.

—Te quiero sobria el resto del día—la sentencie.

— ¿Y Pierre?—pregunto ella al picar una fruta con el tenedor y comérsela.

—Tuvo una llamada de su otro socio, Ian. Así que tuvo que marcharse. Aún ambos están adecuando sus cambios en las delegaciones que antes le correspondían—comenté.

—Por lo que veo, Pierre tiene buenos gustos—encojo los hombros.

—Esto es mucho para mí—dije sentándome en otro sofá de una pieza.

—Es porque no estás acostumbrada a estos lujos, espera unos meses y te adaptaras—hice una mueca.

—Para que adaptarme si solo estaré aquí nueve meses—ella suspiro.

Miranda se terminó toda la fruta y la bebida para pronto limpiarse la boca y así ver como ella decía unas palabras antes que nos marcháramos.

—Solo disfruta, Alaska. —Dijo ella.

Hubiera querido afirmar su opinión pero no estaba ni segura que si eso podría llegar a suceder un día, porque con Pierre hasta el momento todo ha sido discusiones y críticas que habrá un momento que no soportare más y preferiré rendirme a esta situación, el problema de esto es que no obtendré nada bueno porque si termino por romper el plan a seguir, eso significa que me lo seguiré encontrando el resto de mi vida a pesar que quiera evitarlo.

Tome el cuenco y el vaso sucio para llevarlo a la cocina, ni siquiera pude lavarlo porque la señora Cinthia me lo quito de mis manos para ella encargarse de la limpieza.

Me despedí de ella para luego llevarme a Miranda y así aventurarnos en nuestro día de compras; pensé que ella utilizaría su auto pero cuando vi al señor Mason afuera con las llaves de un Audi en sus manos, pronto me imagine que está también haber sido la idea de Pierre. Él nos abrió la puerta del auto para esperar que entráramos, estuve a punto de quejarme, sí Miranda no me hubiera empujado para entrar, así que la advertencia de decirle a él que no había necesidad que cumpliera todos los caprichos de su jefe, había quedado navegado en mis pensamientos después de ver como ya estaba dentro del Audi y de cómo Miranda parece más alegre que yo de tener un chófer.

Nos marcharnos de Lambeth para entrar pronto a la ciudad de Mayfair, no sé qué ideas tendrá Miranda en la cabeza, pero es posible que ella tenga organizado por cuales tiendas de ropa entraremos y eso sin decir, que debe tener en mente que tipo de ropa comprara para mí. Bajamos del auto para luego ver como el señor Mason se acerca a nosotras y pronto le entrega a mi amiga, una tarjeta y le susurra unas palabras en el oído las cuales no puedo escuchar, así que esperando que ambos terminen de hablar en voz baja, cruzo los brazos y miro las calles que se encuentran transitadas por el momento.

— ¿Nos vamos?—Miranda me toma del brazo para caminar.

Al ver que Mason camina detrás de nosotras, me doy cuenta que él estará presente en todo momento y lugar cuando esté haciendo las compras, él pronto se da cuenta que a cada minuto me doy la media vuelta para verlo, así que intenta hacerse el invisible mirando hacia otros lados o evitando chocar las personas para alejar un poco el paso de nosotras pero me es imposible no sentir su presencia sobre cada paso que doy mientras me persigue, es demasiado para mí que sigo pensando que le puedo dar el día libre o inventar una excusa para que se marche pero recuerdo que no soy su jefa y que también Pierre le debe de haber dado ciertas indicaciones que por su trabajo, deberá seguir si no quiere tener problemas, eso sin decir que, también si a Miranda le aparece su oniomanía, es probable que necesite Mason para ayudarnos a llevar las bolsas.

— ¿Dónde tienes planeado ir primero?—Ella me da una mirada risueña.

—Comencemos con lo básico, podemos ir a Zara, Mango, ALDO, Forever 21, Next, Victoria's Secret, Louis Vuitton, Michael Kors, Tommy Hilfiger, Gucci, Chanel... —Intenté no marearme con tantos nombres. —Y eso sin decir, que Pierre quiere que también compres en Tiffany's & Co y Swarovski. —Puntualizo.

—Hay Dios mío... Hablas de tiendas de ropa en donde ni siquiera podré donar todos mis órganos para pagarle a Pierre todo... —Dije preocupada.

—Tú déjame todo en mis manos—me guiña el ojo.

Suspiro y veo como pronto entramos a Zara, casi a regañadientes tuve que probarme todo tipo de ropa que Miranda empezaba a dejarme en los vestidores, cada vendedora se nos acercaba rápido para dejarme algún vestido, talla de zapatos, chaqueta para que me la probara y así tomar una decisión, Miranda parece ser quien calcula cada gasto y a la vez, la ropa que se adecua más a mí; quejarme a estas horas ya es demasiado y eso sin decir que sonreír con poca pasión ya no me sirve porque parezco ser más una abuela que una chica joven que debería amar ir de compras; muchas blusas y faldas le paso a mi amiga mientras que ella me deja más ropa en mis manos hasta el punto de haberme llegado a poner casi toda la ropa de tienda para al final comprar lo necesario; después nos trasladamos a Mango, de nuevo a ver ropa y más ropa, aquí puedo ver como Miranda me hace comprar hasta unos sombreros y gorros que casi me parecen innecesarios y eso sin decir otras blusas que me probé para ver como ella me daba o no su aprobación.

Y así fue la tarde, pasamos de tienda en tienda hasta el punto de que dejé de preocuparme un poco para divertirme con Miranda, en ocasiones entrabamos a otras tiendas solo conocidas por el país para luego comprar cosas que nos parecían bonitas, hasta llegamos a entrar en una boutique en donde toda la ropa son disfraces para fiestas de Gatsby, aquí mayormente entramos más para probarnos solo la ropa y tomarnos unas cuantas fotos, en ocasiones, entre Miranda y yo podíamos tener esos momentos tensos pero al final con cualquier situación terminábamos disfrutando nuestro tiempo juntas.

A las cinco y media, ya habíamos rodeado casi todo Mayfair, al punto que posiblemente todos ya deben conocernos si volvemos a entrar, en las únicas que no le permití a Miranda dar un paso fue a Tiffany's & Co y Swarovski; ya es suficiente con toda la ropa que llevó para ahora comprarme joyas.

El señor Mason volvió a entrar otras bolsas más en el baúl del Audi para terminar por abrirme la puerta para entrar junto con Miranda quien tiene un café en su mano, dejamos ambas de reír para pronto relajarnos y empezar a tomar aire después de haber entrado a una tienda en donde una señora de edad mayor empezó a pelear con el cajero porque no le permitían utilizar más su tarjeta y eso sin decir que el pobre cajero no podía hablar porque la señora siempre lo interrumpía.

— ¿A dónde las puedo llevar señoritas?—escuchamos a Mason.

—A casa, ya es demasiado por hoy. Gracias señor Mason. —Dije aun riendo.

—Fue un placer señorita Gardener. —Hice un ruidito con mi garganta. —Lo siento, quise decir, madame. —Miranda enarcó su ceja.

—Le gusta molestarme al llamarme así—le susurré.

—Oye, a Pierre le gustara la lencería que compraste—me dio un golpe con su codo.

—Shhh Miranda—hice que bajará la voz.

En realidad, no me quedo de otra que tener que comprar lencería cuando Miranda se afanó de querer que me probará varias prendas que se acomodan muy bien a mi cuerpo, ahora ni siquiera puedo recordar cuántas de color negro, rojo y blanco llevó... Por un lado no me queje al saber que al probármelas se ven muy bien en mi cuerpo pero la idea de mostrárselas algún momento a Pierre hacen que mi piel se erice.

—Oye... Nunca habíamos pasado un día tan bonito y divertido entre amigas—le sonreí.

—Tienes razón, esta ocasiones ha sido demasiada divertida. —Ella asintió.

—Sabes, odio a Pierre por un lado—le di una mirada—, si él viera ese lado natural, humilde y maravilloso tuyo, en vez de cortar ese lazo, buscará la forma de estar contigo. —Bufé.

—No todo se puede tener en esta vida, Miranda. Y me he acostumbrado a tener en mis manos lo poco pero bueno que me ofrece el destino—mostré una corta sonrisa.

—Solo pediré un milagro y ese sea que pronto Pierre se dé cuenta de la persona que puede llegar a perder. —Ella me abrazo antes de quedarnos calladas.

Un golpe en el auto fue lo primero que provoco que ambas nos levantáramos del asiento y viéramos hacía atrás, pero casi nos caemos al recibir otro golpe y está vez alarmarme de lo que está sucediendo, observo como Mason intenta acelerar y alejarse del auto que ha empezado a darnos golpes fuertes que están provocando que el auto se esté yendo de un lado hacia el otro.

—Señorita Alaska, le pediré que usted y la señorita Miranda ajusten sus cinturones de seguridad—miro sus ojos desde el retrovisor.

— ¿Qué está sucediendo?—intento ponerme el cinturón de seguridad pero otro golpe hace que lo suelte.

—Alguien intenta hacer que tengamos un accidente. —Mi piel se eriza al escuchar eso. —Le pediré de nuevo que se ponga el cinturón, intentaremos bloquearle el paso al enemigo para luego desaparecer entre otras calles y así llevarla a casa.

Hago lo que el señor Mason ordena mientras que sigo observado como el auto modelo Toyota nos sigue persiguiendo a través de las calles, Miranda se agarra del asiento del auto y deja ir un pequeño grito cuando sentimos un nuevo golpe más fuerte que hace que el auto salte.

Entramos a una zona de tráfico y pronto Mason empieza a esquivar varios autos para bloquearle el paso al enemigo, intentó verle el rostro a la persona que se encuentra en aquel auto Toyota pero se me dificulta tener que visualizar un rostro cuando el vehículo tiene un polarizado muy oscuro; en el momento en que doblamos una esquina de la calle, recibimos un golpe en el lado de la puerta de Miranda, el Audi empieza a dar un giro en U hasta que Mason sabe solucionarlo y de nuevo empieza a manejar rápido; es entonces que él termina por meterse en una calle de un solo sentido y a pesar que recibimos varios pitidos de autos y maldiciones de otros, terminamos por alejarnos de aquel vehículo que nos ha estado persiguiendo durante minutos, Mason toma otras direcciones y entre más nos alejamos de la ciudad de Mayfair para entrar a Lambeth, al final puedo tomar un respiro.

— ¿Qué fue eso?—Le pregunto asustada a Mason.

—No lo sé señorita, pero será mejor llegar pronto a casa. —Asiento mientras Miranda intenta calmar sus nervios.

(...)

—Señor... —Dice Mason al ver a Pierre.

— ¿Estás bien?—Pierre se da cuenta de mi mal aspecto.

—No... No... No lo sé... —Digo aún con las manos temblorosas.

Veo como Pierre le da una mirada a Mason y a pesar que él me dijo que no sabía nada de lo que había ocurrido, termina por abrir la boca y hablarle en código a su jefe.

—Semáforo amarillo, señor. —Dice Mason.

—Oh mierda... —Pierre corre hasta mí. — ¿No te has hecho daño?—me toma del rostro con sus manos para registrarme.

Niego mientras aún puedo sentir como mi corazón late demasiado rápido que casi puedo imaginarme que puede salirse de mi pecho. No sé cómo Miranda hará para llegar de esta misma forma a su apartamento pero es probable que tenga más agallas que yo, ahora mismo.

—Cielos. —Suspira él. —Ve a la habitación y descansa, le diré a la señora Cinthia que te llevé un té. —Deja un beso en mi frente. —Gracias a Dios, estás bien. —Su afecto me deja petrificada. —Mason, ve a la oficina, necesito discutir esto contigo. —Mason asiente. —Vamos Alaska, luego subes las compras, ¿sí?—Asiento al no poder tener palabras en la boca.

Se separa de mí y empieza a alejarse con Mason mientras hablan muy debajo, me quedo en la sala aún con el corazón en la mano después del miedo que tuve al imaginar tener un accidente en el auto; muchas preguntas llegan a mi mente pero no hay respuesta alguna, lo único que deseo es saber quién y por qué hizo esto.

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Continuará...

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