Capítulo 14
"Una mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se vuelve"
Martin Lutero
***
Miranda seguía maquillándome después de haber terminado de arreglarme el cabello, ahora ella parece mi estilista que le agrada la idea que yo sea como su modelo o su muñeca de la cual pueda experimentar en peinados y en tonos de colores de maquillaje; intento observarme en el espejo de su tocador pero me es imposible tener que moverme para verme tan solo una vez cuando ella sigue poniendo sombras en mis parpados y luego el rímel en mis pestañas, sé que ella tiene la costumbre en ayudar en estas ocasiones a los demás dando tips de cómo se debe de lucir en una fiesta de gala, pero entre más la escuché por varios minutos, más nerviosa me llegué a poner por el hecho que jamás me he presentado a fiestas o eventos de gala, las únicas fiestas formales que fui fueron mi graduación y algún que otro banquete que mis vecinos hacían para sus nietos o nietas al cumplir dieciséis años.
Aún sigo sin creer como es que Pierre me insistió que fuera su acompañante, después de haberlo visto con aquella mujer pensé en que él ya había tomado su elección por mí y que era irrelevante que le llamará luego para darle mi respuesta, pero su aparición en la madrugada después de navidad, me sorprendió ver a un hombre diferente y un poco más genuino y vulnerable en frente de mis ojos; la inesperada llegada de Pierre fue casi como un milagro de navidad deseado, ni siquiera se compara a los tres años que he pasado sola en mi apartamento celebrando sola las festividades de diciembre, sinceramente planes no tenía, ya que Logan a regresar a Estados Unidos y Miranda haberse ido donde sus padres, me quede sin alternativas porque aunque Cristal me propuso pasar la navidad con ella y su familia, preferí denegar su sincera invitación para quedarme en casa. Después de todo, siempre para ese día hablo con mis padres durante muchas horas para luego cenar, ver televisión e ir a dormir, pero con Pierre, todo cambio, tanto que el sueño se esfumo después que él se fue.
Es probable que solo haya llegado para insistirme sobre ser su acompañante en el evento benéfico pero en sus ojos pude ver otro clima emocional, es casi como si tuvo una mala noticia o le comentaron algo que a él no le pareció, no puedo decir que él llegó a saber sobre la enfermedad de Ruby por su boca porque ella apenas ayer llegó a saber la noticia y en otra ocasión, por la impresión y tristeza que tuvo, sé que Pierre tampoco fue quien le comento algo acerca de la hemocromatosis.
Ahora que sucede de todo esto, pues bien, acepte esa misma madrugada la invitación de Pierre y aunque él me lo haya agradecido, pensé que podía ser yo misma en esta misma noche sin estar luciendo cosas ridículamente costosas que abarcan más que mi sueldo de tres a cinco meses, no tengo idea porque Pierre se sigue encaprichando en comprarme cosas que solo una vez utilizaré y aunque le haya querido demostrar que no necesitaba de ropa y zapatos costosos, al final él, hizo lo que quiso.
Ahora me encuentro usando un vestido en forma de sirena y unos zapatos de ocho centímetros los cuales me están asesinando cada vez que permanezco mucho tiempo caminando de un lado al otro, eso sin agregar que estoy usando un ligero de la parte de mis caderas hacia abajo, la cual también puedo creer que ya sé para que lo ocuparé. La parte mala no fue solo eso, sino que en una caja negra pequeña aparte de la ropa y la lencería, me encontré con un artefacto que jamás había visto, escuchado y hablado, lo cual terminé por culturizarme cuando Miranda me comento lo que es, un cubre pezones.
Con solo pensar en el objeto o llamar su nombre en mi mente, puedo sentir como aún mi respiración se entrecorta, es algo que no esperaba entre todo el paquete de ropa pero como me lo ha hecho saber Miranda, aún no debo de usarlos, que por el momento es mejor dejarlos en la caja en donde vienen para que así Pierre sea quien me dé las instrucciones de cuando usarlo. Sinceramente aún no puedo asimilarlo, sé que después de ver el ligero y los cubre pezones me indica que tendremos sexo pero aun así, no estoy acostumbrada a usar este tipo de lencería y artefactos sexuales que hace que me quedé atónita por lo loca que estoy al aceptar esto.
La fiesta solo debería ser una fiesta, pero tampoco se me quita de la cabeza tener un momento a solas, además, desde la madrugada después de navidad, no he llegado a saber nada de Pierre y la verdad, es que puede convertirse en una costumbre saber de su ausencia hasta que él mismo me hace saber que me necesita, en estos casos debería sentirme mal porque solo me usa para complacerse así mismo por medio del sexo pero también tengo que tomar en cuenta que solo somos unos simples amantes, nada de sentimientos o citas que nos lleven al romance; por ello, debo de cerrar mi boca porque yo también fui la que voluntariamente acepto esto y si es posible tener que terminar esté acuerdo con una despedida en uno de sus eventos, es mejor que vaya tragándome el nudo de emociones cuando ya no lo llegué a ver o saber de él.
Aliso con mis manos el vestido negro brillante para que no se arrugue y se vea mal, Miranda se mueve hacia un lado y de sus labios se forma una enorme sonrisa; sin esperar más, termino por acercarme al espejo para ver mi apariencia.
Es aquí en donde no llegó a reconocerme, el maquillaje, el peinado y el vestido me hace ver una mujer adinerada y diplomática, las curvas de mi pequeño cuerpo se forman muy bien en el vestido y eso sin decir que mis ojos azules resaltan a través de las sombras que Miranda ha puesto en mis ojos; es impactante verme de esta forma cuando jamás me alcanzo el suficiente dinero para consentirme aunque sea con un vestido que acentúa muy bien mis caderas, mi espalda se encuentra descubierta y apenas un poco de mi cabello cae más abajo de mi nuca.
Dios... Me veo hermosa. No es que nunca me considerará bonita pero en mi niñez y juventud no usaba más que pantalones y camisas de algodón para trabajar junto con mis padres en el campo, y después de ir a la universidad que tuve que acoplarme con un nuevo estilo de ropa que por muchas veces que fuera cómodo y fresco, no llegaba a la altura de mis demás compañeras; y eso que cuando me vine a vivir a Reino Unido y conseguí el trabajo de secretaria en ese buffet de abogados en donde aún se encuentra Miranda, casi solo usaba faldas, blusas, blazer y tacones, los cuales se me hicieron difícil acostumbrarme a usarlos.
—Debería pensar en poner un salón de belleza—reí al escuchar a Miranda.
—Pareces una profesional en esto—le dije antes de ponerme los zapatos.
—Bueno, sirven de algo los tutoriales de YouTube—encogió los hombros.
Miré la hora y me di cuenta que ya solo faltaban cinco minutos para que Pierre pasara a recogerme, así que no tarde en tomar mi cartera y empezar a tomar y poner dentro de ella, las cosas esenciales que podría ocupar está noche, al darme la vuelta, puedo ver como Miranda tiene en manos la caja en donde se encuentran los cubre pezones, sin mucho emoción los agarro para guardarlos en la cartera, intento que mi corazón no se aceleré con solo pensar en la morbosa escena que puedo ocasionar si solo tengo la lencería y los cubre pezones puesta, porque es probable que si aún me sigo imaginando esas cosas, es mejor concentrarme en otras.
Camine en dirección en donde se encontraba mi ropa de trabajo y mi otra cartera para sacar de ellas la cajita roja que Pierre me regalo para navidad; no tarde mucho en abrirla cuando escuché un grito de asombro de Miranda.
— ¡Pero mira que belleza de aretes!—Se los mostré a Miranda. —Y son de Swarovski—dijo admirada al ver por dentro de la caja, el logo de una de las tiendas más costosas del país.
Sí, puedo decir que Pierre tiene gustos muy exclusivos y costosos, cuando abrí el regalo en la mañana después de navidad, quedé igual de asombrada que Miranda al ver aquellos aretes finos, largos y delicados que caen cerca de mi cuello, al principio estuve a punto de devolvérselos a Pierre pero luego reflexione y dije que aunque tratará de devolvérselos, él buscaría la forma en volvérmelos a dar. Por lo cual, hasta el momento, preferí mejor no hacer ningún comentario acerca de los hermosos aretes de diamante.
Mi celular empezó a sonar después de terminar de ponerme los aretes, antes de poder marcharme del apartamento de Miranda, ella me deseo mucha suerte, como también me brindo una llave extra de la puerta por si regresaba antes del amanecer; antes de poder llegar a la salida de los condominios en donde ella vive, encontré una limusina en la calle, en donde de ella salió el chófer y pronto me abrió la puerta para que entrará, pero antes de hacer esa acción, Pierre fue quien salió de ella con un perfecto esmoquin gris que se le sienta muy bien en su aspecto.
—Buenas noches, ángel—agarró mi mano y dejó un beso en el dorso de ella.
—Hola—apenas pude contener la felicidad en mis labios.
—Cuídala y no permitas que beba mucho alcohol, que no está acostumbrada—le di una mirada seria a Miranda.
—No te preocupes, está segura conmigo—di un salto pequeño al sentir su mano en mi espalda baja.
Me despedí de Miranda para ver como ella pronto se alejaba de la limusina para solo ver como entraba hasta que la puerta del vehículo fue cerrada y Pierre dejó salir una enorme sonrisa que me permitió apreciarla por un buen momento; le dio unas indicaciones al chófer para luego subir la ventanilla que nos separaba del conductor, cuando ahora solo nos encontrábamos teniendo esa privacidad, él pronto acarició mi mejilla y luego mi labio hasta que se inclinó hacia mí para darme un largo beso que me permitió saborear sus labios.
—No debería preguntarte si te gusto mi regalo de navidad—observó los aretes.
—Pierre, no es necesario que me regales cosas y más si estás son costosas—acaricié su cuello.
—Lo sé, pero si te soy sincero, me gusta como hacen juego con el vestido. —Se acercó a mí. —Además, no te he dicho lo hermosas que estás hoy, ¿no?—Negué.
Sentí como su mano empezó a tocar mi pierna pero en un inesperado movimiento, subió el vestido hasta mis muslos haciendo que observará una parte de la lencería, puedo ver como sus ojos brillan de lujuria y de cómo esa sonrisa pícara aparece dejando un rastro de emoción al saber que le gusta lo que está viendo.
—Antes que lleguemos, necesito decirte algunas cosas—bajo el vestido para cubrir mi pierna.
— ¿Qué quieres decirme?—me recompuse en el asiento para escucharlo.
—Mi familia estará en el evento, como sabrás nadie sabe que tenemos una relación sexual y por conveniencia, ninguno quiere que nadie se enteré de lo que hacemos, ¿no?—asiento sin ningún problema en comprender lo que me dice.
—Quieres que finja ante tu familia que... ¿No nos conocemos?—suspira.
—No, lo que quiero es que te centres en lo que dirás. —Enarqué la ceja. —Una vez que entremos al evento, será impredecible que nadie tenga curiosidad de saber quién eres, habrán reporteros y fotógrafos, así que obtendrán información de ti, más rápido de lo que el atardecer cae. —Hago una mueca.
—Creo que eso ya lo tenía pensado—intenté sonar segura.
—Bueno, lo importante es que llegues a saber lo que dirás, ante mis padres... Ellos son poco discretos y creo que no podré evitar ciertas preguntas que mi madre pueda hacerte si te pierdo de vista por un segundo—pude sentir un peso en mis hombros al imaginarme a su madre, como una de esas señoras que no aceptan a cualquier mujer que esté al lado de su hijo.
Quizás lo de los periodistas, reporteros y fotógrafos me lo esperaba pero lo de su familia, acaba de caerme como una bomba; eso sin agregar que es lo que pueda esperar de Ruby cuando vea que su hermano me ha invitado al evento y que soy su acompañante, creo que no fui cautelosa en pensar con más detenimiento las posibles noticias que podía haber recibido durante la noche y eso sin decir, que en mis planes no se agregaba tener que presentarme ante los padres de Pierre, y aunque todo será parte solo de una pequeña y simple conversación, no me quiero imaginar el trato que la familia de Pierre pueda llegar a darme, porque siendo sincera, no soy adinerada y mucho menos soy como todas las restantes invitadas que siempre él ha llevado a un evento donde pueden estar en presencia de los padres y hermanos de Pierre.
—Me lo hubieras advertido, soy mala fingiendo. —Digo nerviosa. —Además, si tus padres o hermanos me preguntan sobre cosas tuyas, ¿cómo podré responderles sin mentir? Si no sé nada de ti—me toque la cabeza con preocupación al saber en el lío en que me he metido.
—Mis padres no preguntan cosas de mí, es algo que creo que ya lo tienen desvalorado por el hecho que cualquier mujer puede intentar buscar e informarse acerca de cosas sobre mí sin que yo se lo haya dicho. Lo cual eso para ellos, ya no es válido. Es probable que quieran conocerte y saber un poco de nosotros, pero ir más allá del plano ambicioso por saber de tu vida o del trato que tenemos... No te preocupes que ellos no se sobresaldrán de la raya. —Hago una mueca.
Por lo menos me dijo antes de llegar, porque en el tiempo en que tardemos en llevar al evento, podré formular algunas posibles preguntas que los padres de Pierre pueden llegar a hacerme, eso sin decir, que responderlas con seguridad, establecerá confianza y también que crean que digo la verdad.
— ¿Qué hay de Ruby? Ella sabe que soy su nutricionista y... —me interrumpió.
—Ruby puede guardarnos el secreto, no se sorprenderá al vernos juntos pero lo que necesito también es que no permitas que está noche ella diga algo acerca de la hemocromatosis. —Hice un gesto de no comprender esa tarea. —Mis padres no saben de su enfermedad y que mi madre lo llegue a saber ahora, será un problema. —Dice molesto.
Quizás no conozca muy bien a Pierre pero su modo de expresarse hace unos minutos sobre sus padres ha convertido la conversación en un poco tensa, es como si estuviera recordando cosas poco agradables de ellos y aunque la mayor parte solo ha hablado de su madre pero no de su padre, me hace cuestionar si él mantiene una buena relación con sus progenitores.
—No te preocupes, seré reservada en cualquier cosa. —Me dio una mirada. —De todas formas, lo que te afecte a ti, recuerda que me afecta a mí también. —Su rostro mostró molestia y miedo ante lo que dije. —Lo digo porque si tu madre descubre que estoy saliendo con el hermano de mi paciente, no quiero que piense algo mal de mí. —Intento ser clara en los detalles para que no piense en otra cosa.
—Es poco probable que mi madre te juzgue en ese sentido, pero si tienes miedo en pensar que te etiquetaran por acostarte conmigo siendo un pariente cercano de uno de tus pacientes, no te preocupes, que te evitaré cualquier molestia. No intento dañar tu reputación cuando fui yo quien te busco primero. —Dejé ir todo el aire de mis pulmones al saber que aceptaba su decisión.
—Eso espero—está vez musité solo para mí.
(...)
La limusina se detuve en frente del hotel Paradise en donde se llegará a celebrar el evento, muchos autos se estacionan cerca de la entrada del hotel en donde hombres y mujeres salen de aquellos grandes, relucientes y costosos vehículos alzando sus manos en saludo a los fotógrafos y reporteros; puedo ver esa pequeña multitud de periodistas haciéndoles preguntas a algunas personas, en donde las detienen y empiezan a grabarlas para saber su opinión acerca del evento benéfico de Pierre; mi corazón empieza a agitarse y mis manos no tardan en sudar, es primera vez que me encuentro en una fiesta que no sea conocida para mí, estoy casi en un territorio extraño que es probable que pueda hacer el ridículo si no controlo mis emociones, además debo de pensar que una vez que esté dentro de aquel hotel, ya no habrán cámaras cerca de mi rostro y también reporteros que necesiten saber de mi vida.
—No nos detendremos por ningún motivo, caminaremos a trotes para llegar rápido al hotel. Unos guardaespaldas nos escoltaran para evitar que cualquiera nos intente detener. —Capto las indicaciones que me da.
Pero apenas me da unos segundos para recibir la información en mi cerebro cuando la puerta se abre y él es el primero en salir para alzarme su mano y agarrarla cuando se la doy, empezamos a caminar mientras escucho varias voces a mi alrededor, muchas preguntas y susurros llegan a mis oídos con el incentivo de saber quién es la nueva acompañante que Pierre Beckham lleva a su lado en pasos rápidos, pero el tiempo de responder aquellas dudas no existe porque el mismo director del evento me empuja suavemente en mi espalda para aligerar el paso y no permitir que algún periodista obtenga información de mí, lo cual eso se lo agradezco a Pierre.
Muchas mujeres alzan su micrófono cerca de mí intentando que hablé y demuestre con orgullo que soy la nueva acompañante de Pierre, pero los nervios y la tensión que se propaga en mi cuerpo no me permite asimilar aquellas escenas hasta que las luces del flash de la cámara se detienen cuando, Pierre y yo, ya nos encontramos dentro del hotel; aun puedo ver varios puntos de colores con todos aquellos flash cerca de mi rostro y eso sin decir, que varias voces nos interceden el paso cuando algunos invitados de Pierre se acercan a nosotros.
— ¡Por fin llegas!—Pierre se detiene y está vez toma mi mano.
—He llegado justo a la hora—reclama él.
—Sí... ¡Justo a la hora! Tenías que estar cinco minutos antes como lo acordamos—Pierre rodó los ojos.
Me dio una mirada y pronto se la dio al hombre que tenemos en frente, el cual ya he llegado a ver varias veces a su lado como también en la noticia que observé la última vez, en donde transmitían esté evento de Pierre.
—Ian, ella es... —Observé como los ojos de aquel hombre se agradan.
—Oh, tú eres Alaska... —Me alza la mano—Ian Forest. —Se presenta.
—Mucho gusto, Alaska Gardener. —Le doy mi mano aceptando el saludo.
—Antes que lo olvide... Craig quiere verte, está entusiasmado que no se ha quedado tranquilo al saber vendrías. —Le anunció, Ian.
—Está bien. Lleva a Alaska a la sala en donde se celebrará el evento. —Le ordena Pierre a su compañero. —Regreso en unos minutos, ¿sí?—asiento para luego ver cómo se va.
—Espero que no te incomode quedarte sola unos minutos—se disculpa Ian luego de llevarme a una enorme sala decorada en tonos cremas y galleta.
—No, no te preocupes. Estaré bien. —Lo convencí antes que se marchara.
—Bien. Pierre no tardará, solo no te separes mucho del hotel o si no puedes perderte en el laberinto de los pasillos. —Ambos reírnos.
Se despidió con una sonrisa para dejarme en el centro de la sala en donde se está impartiendo el evento, a mi alrededor se encuentran muchas personas que puedo considerar que son importantes, eso sin decir que el sonido de la música clásica, el tintineo de las copas, los murmullos de las voces y los zapatos de tacón moverse de un lado hacia el otro, provocan que no dejé de ver como una pequeña niña curiosa en aquel ambiente en donde se encuentra.
Es raro encontrarme en lugares como estos pero aunque todos parecen centrarse en sus propios asuntos, me relaja la idea que nadie de aquí se haya dado cuenta aún de mi poca existencia haciendo que pueda mirarme de cabeza a pies, evaluando si pertenezco a esté lugar.
Camino en dirección a una de las ventanas del salón para poder ver la noche, el cielo se encuentra despejado y la luna resplandece bajo la sombra de la oscuridad, afuera hace frío pero aquí adentro el calor es abundante que no suele ser incómodo o irritable, sino más bien reconfortable.
Antes de poder apreciar más aquella imagen entre los invitados que mantienen una postura relajada y amistosa, veo a una niña al lado mío, la pequeña lleva un tubo por la nariz y me da una mirada tímida y llena de dulzura que pronto no tardo en sonreírle y ver como ella hace lo mismo, mostrándome una impecable dentadura blanca y perfecta que me quedo maravillada. Luce un vestido morado con rosa, un gorro con una flor a los lados y en uno de sus brazos mantiene abrazado un oso de felpa con un ojito caído y una sonrisa casi borrosa; me agacho un poco y me quedo casi a su altura para poder hablar con ella.
—Hola—la saludo.
—Hola—responde.
—Me gusta tu osito, ¿tiene algún nombre?—le tocó la cabeza al oso de felpa con uno de mis dedos.
—Koda—dice ella mirando a su juguete.
—Uh, que lindo nombre. Y ¿qué hace este amiguito? ¿Juega mucho contigo?—ella asiente.
—Le gusta jugar en el jardín, también comer galletas con leche y ver películas antes de ir a dormir—la niña le da una mirada a su oso.
—Parece ser muy simpático también, ¿no?—la niña Sonrié.
—Sí, dile hola a la señorita, Koda—la niña toma la mano del osito y la mueve en forma de saludo.
Dejo salir una risa y sigo observando como la niña parece divertirle hablar sobre uno de sus juguetes, en ocasiones me es fácil hablar con los niños y más cuando la mayoría de ellos a pesar de mostrarse tímidos tienen una gran personalidad, no me considero maestra en dar inicios a conversaciones pero con frecuencia, mi trabajo me hace proyectarme en ciertas habilidades que no las reactivo muy bien cuando simplemente soy yo y no intercedo en mi postura de médico.
—Eres hermosa—la niña dice.
—Tú también lo eres—su sonrisa desaparece.
—No... Claro que no. —Reprime unas lágrimas. —Ya no tengo cabello y eso causa que muchos se burlen de mí. —Siento un nudo en el estómago al escuchar eso.
Si más puedo acertar, ella puede tener cáncer de pulmón... Ya que para que ella cargue con un aparato de oxígeno y se encuentre en las fases de quimioterapia, me hace entender que esa es su dificultad por el momento.
—Sabes, cuando escuches esas palabras de burla que te hacen a ti, solo ignóralas—tome su mano.
—Pero, ¿cómo?—pregunta.
—Solo cierra los ojos e imagina a tu alrededor un campo lleno de flores, concéntrate en ese lugar y piensa en palabras bonitas y rostros que te hacen sentir feliz... —Me interrumpe de forma cortés.
— ¿Puedo imaginar que hay helado de chocolate también?—sonrió.
—Puede imaginar eso y mucho más—acarició su mejilla—también Koda puede estar ahí. —Los ojos de la niña se iluminan.
— ¡Eso sería increíble!—dice emocionada.
Observo como dos figuras se acercan hacia nosotras, la primera de ellas una mujer mayor con cabello rubio y ojos color miel y la segunda persona, Pierre quien no deja de sonreír.
—Mamá, mira la señorita me enseño un método para evitar que Francis y Tina se burlen de mí—la niña se acercó a su madre.
—Oh, en serio cielo. Y ¿cuál es?—le preguntó la señora a su hija.
—Que cierre mis ojos... —la niña lo hizo—que imagine que todas aquellas palabras que Francis y Tina me dicen se vuelvan en bonitas palabras... Así como las que me dices tú y la abuela en las noches—pude ver como la madre de la niña sonreía con lágrimas en los ojos. —Y sabes mami... —la niña abrió los ojos.
—Dime cielo—la madre espero que la niña hablara.
— ¡También está Koda ahí! Y ambos comemos helado de chocolate mientras estamos en un jardín lleno de flores—dijo la niña con alegría.
—Eso es fantástico, mi vida—la niña abrazo a su madre.
—Sí y gracias a la señorita—la niña me regalo una dulce mirada.
—No es nada—digo con una sonrisa.
—Gracias señorita. —Me dice la madre de la niña. —Despídete de la señorita y del señor Beckham, Sarilu. —La niña se puso triste al escuchar esas palabras.
—Adiós señorita... —Se detuvo al no saber mi nombre.
—Alaska. Pero para ti, dime Ally. —Ella asintió.
—Adiós señorita Ally. Fue un gusto conocerla. —Me acerqué a ella y le di un pequeño abrazo.
—El gusto fue el mío al conocer a esta preciosa y dulce niña—ella rió.
—Adiós señor Beckham y gracias por invitarme a mí y a mi mami a su fiesta—le dijo la niña a Pierre.
—No es nada Sarilu. Todo esto es por ti preciosa—Pierre abrazo a la pequeña.
—Gracias.
La señora y la niña se marcharon para dejarnos a solas con Pierre, sentí un pequeño dolor en mi pecho con solo imaginar como a estos pequeños angelitos les puede pasar estas cosas, son inocentes y ellos no merecen sufrir desde pequeños y más a veces cuando los tratamientos intensivos que pueden ser duros.
—No pensaba que te llevarás bien con los niños—reí ante el comentario de Pierre.
—No acostumbro a tener frecuentemente a niños como pacientes pero si te soy sincera, me encariño rápido de ellos. —Se acercó a mí.
—Es bueno saberlo. —Susurró.
—Tú también pareces estar muy encariñado, ¿no es así?—observé a varias familias entrar con sus hijos los cuales tienen diferente cáncer.
—La verdad es que sí. Ellos son increíbles y también te dan más amor de lo que esperas. —Habla con el corazón.
—Entonces eso significa que serás un gran padre. —Enarca la ceja. —No seas mal pensado, no estoy embarazada. —Digo remediando mis palabras.
—Supongo... —Encoge los hombros.
— ¿No quieres tener hijos?—digo un poco insistente por su respuesta.
—Claro que quiero. Tener hijos es una fuente de luz y vitalidad—menciona.
Realmente, crear esa imagen de Pierre siendo padre es casi admirable y bonita, porque si éste evento lo está haciendo por niños con cáncer, no me quiero imaginar una postura de él cumpliendo los caprichos de sus propios hijos.
—Vamos te presentaré a mis padres—me toma de la mano.
Mi piel se eriza y de nuevo el palpitar rápido de mi corazón aparece cuando Pierre y yo nos dirigimos a una mesa que está rodeada por otras, ahí es donde puedo ver cada vez más de cerca a los padres de Pierre quien siguen sumergidos en una conversación, agregando que sus hermanos, Ruby y Skandar siguen probando algunos bocadillos y bebiendo del champagne que a cada momento reparte los meseros a los invitados.
Es aquí en donde cuando ya estamos cerca de la mesa, la madre de Pierre se levanta y posa su mirada en mí, es hermosa y elegante que su propia edad no parece interferir en su físico, hasta puedo decir que algunos de sus rasgos fáciles se mantienen intactos que no existe alguna señal de vejez aún además de un par de cansadas ojeras. En cambio, el padre de Pierre quien se levantó unos minutos después, muestra una fachada igual de seria y diplomática que la de su hijo, ya que agarrarse de una de las solapas de su blazer puedo ver como su rostro aún sigue siendo neutro sin ninguna emoción, en comparación a su esposa quien parece irradiar felicidad.
—Mamá... Papá... —puedo sentir un tono de voz duro y frío de parte de Pierre al llamar a su padre—Les presento a Alaska Gardener. —Pierre me presenta ante dos de sus personas más queridas e importantes.
—Mucho gusto señor y señora Beckham. —Digo antes que ellos digan alguna palabra.
—El placer es de nosotros al conocerte—dice la señora Beckham.
—Y nosotros ¿qué?—escuchó una voz masculina.
— ¡Ah! Bueno, ella es Ruby y el idiota de allá es Skandar... Ambos son mis hermanos. —Dice Pierre.
— ¿Idiota?—Dice Skandar ofendido.
— ¿Qué no lo eres?—dice un Pierre presumido.
— ¿Qué no habíamos dicho que eso eras tú?—bromeó Skandar.
—Basta chicos—los detuvo.
Dejé ir una risa al ver como ambos hermanos se pelean, pero al cabo de unos segundos tanto como Pierre y Skandar, sueltan una risa que provoca que todos se contagien de ella.
—Al parecer eres profesional tratando con los niños, señorita Gardener. —Me quedo sorprendida al saber que la madre de Pierre me ha estado observando.
—Experta no, pero sé tratar con ellos—respondo sin dudarlo.
— ¿En qué te desempeñas en lo laboral?—pregunta ella interesada.
—Mamá—la regaña, Pierre.
—Soy nutrióloga—ella abre los ojos.
Hubo un silencio repentino que no llegué a saber si lo que dije estuvo bien o mal, porque entre Pierre y Ruby hubo miradas cómplices hasta que su propia madre se dio cuenta de aquellas señales.
— ¿Ella es tu nutrióloga?—la madre de Pierre buscó la mirada de Ruby.
Pierre me dio una mirada un poco molesta, lo cual entendí que acabo de meterme en un buen lío, implicándolo a él también y a su hermana, quien no debe de saber nada de los planes que ambos tenemos.
—Sí, sólo que... —Ruby miró a su madre—Pierre no sabía hasta hace unos segundos que ella es mi nutrióloga. Ya sabes que he estado yendo a consulta por mi cuenta, nadie me ha acompañado y ha sido una sorpresa saber que ella es la acompañante de él. —Le explicó Ruby.
—Exacto mamá, también para mí ha sido una enorme sorpresa... ¿No crees que el mundo es pequeño? Además, Alaska no es la única nutrióloga de Reino Unido, ¿cómo iba a saber que ella está tratando el caso de mi hermana?—me quedé callada escuchando a ambos.
La madre de Pierre parece haberse quedado analizando cada palabra de sus hijos para saber si no le están mintiendo o tratando de librarse de un próximo regaño, pero en vez, de eso, la señora se quedó callada sin responder, el ambiente se ha puesto tan tenso que no me quiero imaginar lo molesto que Pierre puede estar conmigo porque fue lo primero que me comento que no debía de decir y al final fue lo que termine haciendo.
—Tienen razón. —Suspiro ella. —Lo lamento, señorita Gardener... —La interrumpí.
—Puede llamarme Alaska, señora Beckham. —Ella sonrió.
—Lo siento Alaska, últimamente he estado un poco estresada y termino de actuar antes de pensar. —La comprendí.
—No se preocupe, cualquiera pudo haber reaccionado igual que usted. —Comente.
Es de esperarse que cualquier persona pueda pensar mal que uno tenga un acercamiento con un familiar de un paciente, sinceramente la ética de los profesionales en medicina y leyes es complicado y aunque algunos puedan entenderlo, para otros puede ser poco circunstancial de verlo como algo malo, así como suele hacerlo Pierre.
— ¿De dónde es usted?—Habló por fin el padre de Pierre.
—Nací en Estados Unidos, en el estado de Texas. —Aquel señor enarcó una ceja.
— ¿En qué parte?—siguió preguntando.
—Soy de un pequeño pueblo llamado Pflugerville—respondí.
—Es decir que vivías bajo el ganado y agricultura... —me quedé con las palabras en el aire al escuchar aquellas palabras que parecían un asco o un horror para aquel señor.
—Sí, me críe en una granja. Mis padres eran agricultores y... —Aquel señor levantó su mano.
—Que bajo has caído, Pierre. —Dijo con frialdad.
¿Qué significaba eso? Fue una indirecta en decir que Pierre se ha juntado con una mujer de baja clase que no está a su altura... Aquel hombre con su buena postura de grandeza actuaba de forma ofendida, como si su hijo se acaba de encontrar a la mujer equivocada, pero en esta ocasión, la ofendida debería ser yo. ¿Quién le da el derecho de hablar así de mí? No me conoce y mucho menos debe conocer mi pequeño pueblo, ¿por qué siempre debe de importar el estatus social antes de conocer las cualidades de las personas?
—Si me disculpan, debo de ir al baño. —Intenté reprimir mi enojo para convertirlo en una sonrisa falsa. —Fue un gusto en conocerlos. —Me di la vuelta y empecé a caminar.
Agilice el paso mientras que me acariciaba la cabeza, podía esperarme de todo pero no esto, ofender mi ciudad, mi antiguo trabajo y mi vida, es suficiente por una noche. Tenía razón es saber que no le agradaría a los padres de Pierre y para ser justo, es mejor que me vaya.
—Alaska... —me detuvo al tomarme el brazo. —Lo siento... Yo no sabía que él reaccionaría así y... —niego mientras hago un gesto molesto.
Quisiera decirle un «te dije que no le agradaría a tus padres» o un «tenía razón en pensar que presentarme ante tus padres solo sería un error» pero creo que eso no servirá ahora cuando jamás le comente algo al respecto sobre como sus padres me llegarían a ver.
—Alaska... —Ahora otra voz apareció entre nosotros. —Lamento lo que dijo mi esposo, él jamás se había expresado así y te pido una disculpa por la forma en que se comportó. —La madre de Pierre se le ve arrepentida. —Puedo ver como tú eres una gran mujer y no hay necesidad de saber cómo es tu posición económica porque eso solo es de la burguesía pasada, ahora estamos viviendo el siglo XXI y ya no debería haber eso entre familias. —Se acercó a mí. —Sabes, está noche no bastará para que nos lleguemos a conocer pero, quiero preguntarte si tienes planes para año nuevo. —Al escuchar eso, creo que mi rostro expreso mucho más que algunas palabras que podían haber provenido de mi boca.
—Mamá... Alaska tiene sus propios planes... —Su madre lo miró.
—Ella puede contestarme, además no te he preguntado a ti. —Eso lo hizo callar.
Con la mirada que me dio Pierre me da a entender que no quiere escuchar alguna respuesta de mi boca, sus ojos me transmiten esas palabras que no puede llegar a decirme en frente de su madre, es claro que él no quiere que tenga alguna cercanía con sus padres pero si no me equivoco es probable que su madre espere alguna respuesta de mi parte.
—Tengo algunos asuntos... —Ella me dio una mirada.
— ¿Cuáles?—Intenté pensar rápido. — ¿Será que Pierre y tú tienen asuntos?—Negué rápido.
—No... Es que habló con mis padres toda la noche y... —Ella vuelve a interrumpirme.
— ¿Tus padres no viven contigo?—Hice una mueca. —Oh querida, ¿con quién pasas en estas fiestas?—Preferí no comentar la soledad en la que me encuentro. — ¿Sola? Pero, ¿por qué?
Santo cielo, yo queriéndome librar de las preguntas de los reporteros y la madre de Pierre es quien ahora parece interesarle mi vida privada por medio de descubrir poco a poco sobre como disfruto las fiestas de fin de año.
—Mamá... —Pierre se toca la frente.
—Con más razón deberías pasar el año nuevo con nosotros—mi boca se abrió con aquella respuesta.
— ¿Qué?—resonó Pierre.
—Sí, como escuchas hijo. —Pierre se quedó sorprendido. —Alaska, mi familia y yo siempre programamos hacer un viaje a final de año, esta vez, iremos a Alaska, así que quiero invitarte a que vayas con nosotros—puedo ver como Pierre intenta decirme que diga «no».
—Es que... Mi economía no me permite pagar un billete de avión. —Dije como excusa.
—Oh no, no te preocupes por eso, yo lo pagaré por ti—dijo ella calmada.
Le di una mirada a Pierre buscando su ayuda pero parece que él tampoco encuentra la forma en como contradecirle a su madre.
—Vamos Alaska, será una bonita experiencia. Además no estarás sola. —Trago hondo al no saber que responder.
—Irás, ¿no?—me quedé atónita al escuchar a Pierre.
—Lo que sucede es que me estaré aprovechando de su gentileza. —Dije avergonzada.
—Lo dudo, tómalo como un regalo de navidad atrasado. —Guiñó su ojo.
Le doy una mirada más a Pierre asegurándome si a él le agrada la idea pero aunque en sus ojos se refleje esa incomodidad, puedo ver como él mismo me da una pequeña señal mostrando que acepte la oferta de su madre aunque no esté a nuestro favor está vez negarnos.
—Está bien. —Respondí con una media sonrisa.
—Bueno, es mejor que nos vayamos a sentar, el espectáculo de Robbie Williams está por comenzar. —La madre de Pierre se marchó con una sonrisa en su boca.
No tengo palabras que decir al respecto de lo que acaba de pasar, solo sé que esto no ha sido una buena idea, porque desde luego, entre Pierre y yo, siempre hemos aclarado nuestros propios puntos de vista al respecto si suele suceder algo que no forma parte de nuestro acuerdo, pero ahora, esto acaba de romperse con solo saber que su madre, quiere conocerme más y para hacerlo más relevante, me ha invitado a pasar año nuevo con ellos como si formara parte ya de su familia; esto es un enorme compromiso y por decirlo así, es demasiado privado entre familia que no es correcto que yo sea más que un estorbo.
—Debí quedarme callada, ¿no?—Pierre suspira.
—No, esto podía haber sucedido. Solo que no lo premedite. —Se muerde el labio. —Ahora, solo nos queda hacer una cosa. —Volvió a mirarme. —Fingir.
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Continuará...
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