Capítulo 12

"La sensualidad no está en el beso apasionado ni en la caricia íntima ni en el susurro al oído, la sensualidad nace unos segundos antes con un silencio o una mirada"

Paloma Cobollo 

*** 

Agarro con los palillos chinos un rollito de primavera, lo muerdo y no evito dejar ir un sonido de felicidad al probar otra comida deliciosa que Pierre ya tenía preparada desde antes que llegará; la enorme sorpresa no fue tener que ver varios platos de comida en donde hasta el momento me he deleitado en probar todos los que se encuentran encima de la cama de él, sino que lo que me asombre de todo esto es que ambos nos encontremos conversando, riendo, bromeando y jugando, todo es natural que aún no puedo creer que todo esto sea cierto.

—Prueba los camarones fritos con anacardos—me señalo con los palillos de madera—. Dicen que son nutritivos y te ayudan a prevenir muchas enfermedades—recomendó.

— ¿En serio?—dije admirada antes de agarrar uno.

—Sí, leí que protegen tu sistema cardiovascular—hice un gesto de sorpresa ante su comentario.

—Interesante—le di la mordida a uno y quede fascinada.

—Además, tú más que nadie me imagino que querrás comer a lo saludable, aunque lamento no haberte tenido una ensalada caprese o una cesar. —Le di una mirada seria.

—Es cierto que soy nutrióloga pero tampoco me mantengo de ensaladas—le dije ofendida.

—Huy, lo siento si te herí—bromea.

—Fue una enorme ofensa—le seguí el juego.

Él dejo ir una pequeña risa antes de volver a comer sus jiaozi, un tipo de empanadas de masa fina que se encuentran rellenas de carne picada con verduras.

— ¿Tú compañera de piso sabía que estarías aquí?—su mirada demostró que necesitaba que fuese sincera.

—No exactamente... Cree que estoy en una pijamada. —Dije tocando el chow mein.

— ¿Le mientes seguido cuando tienes una cita?—sigue cuestionándome.

—No, esta vez fue diferente y es probable que ya esté sospechando que estoy saliendo con alguien—suspiro molesta—y no dudo que me echara del apartamento. —Murmuró para mí misma.

— ¿Qué? ¿Haría eso solo porque saliste con un hombre?—encojo los hombros.

—De ella me puedo esperar cualquier cosa, pero por ahora, no quiero pensar en eso—intentó cortar la conversación antes que se extienda.

El buen rollo de conversación que llevábamos se cortó pronto con solo haber hablado de Cristal, la verdad todo iba bien hasta que recordé la pelea que tuve con ella pero aunque me moleste pensarlo, es mejor que me vaya preparando para cualquier noticia.

Agarro una taza y empiezo a tocar un poco de té verde mientras sigo comiendo, la mayor parte de los platos que he probado durante la noche, han empezado a quedarse vacíos cuando Pierre y yo seguimos pellizcando, agarrando y comiendo cada uno de los platos chinos, sigo sin poder entender como he llegado a comer demasiado cuando a veces mi hambre es poca y apenas de cena termino por hacer un plato típico de la noche, y aunque esté acostumbrada a comer frutas y vegetales, cuando pruebo alguna comida nueva que es extraña que la ingiera en algunos de los tiempos de comida, para mí es una gratitud poder cambiar un poco la modalidad de comer lo mismo siempre.

—Haremos algo diferente. —Quito la taza de té de su boca.

Observé como detenidamente quitaba los platos de encima de la cama y los dejaba en el cabecero de una mesa de madera que se encuentra en su habitación, pronto empieza a desabotonarse el pantalón para bajárselo y ver como tiene una nueva erección; la respiración se me entrecorta y mi piel se eriza con la idea de tener sexo de nuevo, casi tengo que darme aire con la mano cuando hábilmente se baja sus calzoncillos y deja en vista su enorme pene, intento no medir aquel miembro que se encuentra en frente de mí pero me es imposible dejar de verlo cuando de nuevo llegan otras dudas a mi mente, pero casi me impresiono cuando mi corazón late cada vez más rápido y mis propias hormonas se alborotan al imaginar tenerlo encima de mí.

— ¿Ahora?—digo con un nudo en la garganta por la excitación.

— ¿Por qué no? —Pregunta con gracia.

Puedo ver como en vez de apagar las luces, las deja encendidas, lo cual considero que de nuevo podré ver el acto sexual en vez de poder contraerme entre la oscuridad de la habitación.

Pierre no tarda en subirse a la cama y quitarme pronto la camisa y el tanga, trago fuerte al ver como sus ojos destellan placer y casi dejo ir un gemido cuando desliza un dedo dentro de mi vagina, sumergiéndolo al fondo y provocando que arqueé la espalda esperando que pueda complacer mi cuerpo.

—No sabes cómo quiero intentar hacer muchas posturas sexuales contigo pero debo de controlarme si no quiero ser un salvaje—gimo al escucharlo.

—Oh Pierre, más... —muerdo mi labio.

La poca dignidad que tengo acaba de irse con mis propios pensamientos razonables, ahora le doy paso a mi conciencia que pide a gritos que Pierre me penetre, que me vuelva a hacer suya y que me dejé extasiada de su propio placer.

—Practicaremos el cowboy. Sé que no sabes de estas posturas pero por lo menos te garantizare que te darán mucho placer. —Sentí como su miembro rozaba mi muslo.

Mientras me estimulaba con ardientes y morbosas palabras agregando la masturbación que le hace a mi clítoris no evite poner mis brazos alrededor de su cuello, mi cuerpo se acercó más al suyo y puedo sentir como este se mueve bajo su piel.

Se levanta y acomoda unas almohadas alrededor de mi cabeza, sus manos relajan los músculos de mis brazos y piernas cuando deja caricias que provocan que mi piel se erice ante su contacto permitiendo y hacerlo ver el efecto que él tiene ahora mismo sobre mí; los ojos de Pierre no dejan de verme, es más se ha centrado solo en mi rostro hasta que deja ir una sonrisa.

—Deja las piernas semicerradas—me ordena.

Cierro un poco las piernas y veo como él se queda en medio de ellas, puedo ver una gota preseminal salir de la punta de su pene, veo como se ha distraído en acariciar mis muslos que no percibe mi rostro, mis pensamientos rondan en que si algún momento tendré el valor de hacerle un sexo oral, pero aun no puedo descartar la idea cuando él me lo hizo antes de penetrarme por primera vez y perder mi virginidad. Alzo la mano y tomo su miembro y lo muevo de arriba hacia abajo, tocando y jugando con su glande.

—Ahhh... Sí... —cierra un segundo los ojos antes de tomar mi mano. —Otro día te dejaré usarlo para lo que quieras—me habló de su miembro—, pero por ahora, seré yo quien te ofrezca un nuevo orgasmo. —Sus piernas se posicionan a los lados de mis costillas.

Se hundió lento en mi interior, sus caderas empiezan a empujar de adentro hacia afuera logrando que flexione mis piernas pero pronto él las baje dejando que estás se mantengan en la cama y no puedan inclinarse a mi favor.

—No te muevas y mantén las manos a los lados o hacia arriba. Si vuelves a flexionar las piernas o intentar moverme, me detendré y te dejaré a medias del orgasmo. —Gruñí.

—Eso es injusto—gemí al sentir como deslizaba su pene en mi vagina.

Sonrió de forma maléfica sin decir otra palabra, puedo sentir como unas gotas de sudor aparecen en mi frente y de cómo apenas puedo apretar las sábanas de la cama con la intención de no mover mis piernas para lograr una fricción más rápida o de llevar mis manos a alguna parte de su cuerpo para acariciarlo.

Los músculos de mis piernas se tensan al sentir como Pierre nivela un poco más el ritmo de sus penetraciones, sus manos alcanzan mis senos hasta que son invadidos por sus largos dedos que tocan y pellizcan alrededor de todo mi pezón logrando que gima y apenas cierre los ojos con la sensación plena de ser llenada.

—Dime, ¿qué sientes, Alaska?—Pregunta con un tono de voz ronca.

—Ah Pierre... Me encanta... Necesito más de ti—muerdo mi labio.

—Sabes que entre más tensión tengas en tu cuerpo provoca que tengas una mejor satisfacción en el acto sexual—negué desaprobando ese punto de vista.

Abro los ojos y puedo ver esa sonrisa preciosa en su boca, se inclina un poco y deja un beso húmedo en mi seno izquierdo, con sus dientes agarra la areola y antes de soltarla deja ir una penetración rápida y dura que provoca que grite y mantenga mis manos hechas un puño a mis lados para evitar ponerlas en su espalda.

—Me encantas. —Susurra en mi oído.

Aquella posición de Cowboy me volverá loca, ya que la razón empieza a ser simple cuando Pierre aumenta la intensidad de las penetraciones y yo sigo sin poder mover tan solo un dedo, el aire se escapa rápido de mis pulmones y el cosquilleo del orgasmo esta pronto por llegar.

—Vamos nena, córrete para mí. —Acelera más los movimientos.

—Ohhh. —Aprieto más las sábanas cuando el orgasmo llega.

Pierre sigue moviéndose sin perder un segundo en detenerse, sus penetraciones son cada vez más rápidas, cortas y profundas que parece no querer detenerse; sus ojos se cierran y veo como aparecen unas gotas de su sudor en su frente, agarro sus manos y las dejo encima de mis pechos para que él pueda acariciarlos y mientras que lo hace, escucho el sonido de nuestros cuerpos chocar, mi cuerpo empieza a temblar y cuando a él le llega el orgasmo, soy la siguiente en gemir cuando tengo un doble orgasmo en menos de cinco minutos.

Pierre deja sus manos a los lados de mi cabeza para evitar caer encima de mí, su respiración se encuentra agitada que no puede soltar alguna que otra palabra, simplemente sus ojos se mantienen cerrados y su boca tomando aire; acaricio detenidamente su rostro hasta que él se recompone y se inclina para darme un pequeño beso en mis labios.

Se quita de encima de mí para caminar entre la habitación hasta que sale y a los minutos vuelve a entrar con una botella de agua la cual me la da y no tardo en abrirla para darme un largo trago de aquella agua fría que casi provoca que dejé ir un gemido por la frescura que empieza a pasar por mi garganta.

Pierre se pone sus calzoncillos y va hasta mí con su camisa la cual no tarda en ponerme, apenas soy consciente que al mover mis piernas dejo salir un quejido de dolor que provoca que las cierre e intenté no moverme.

—Un ibuprofeno no te caerá mal. —Él se vuelve a ir dejándome sola en la habitación.

Me siento desgastada después de todo el esfuerzo físico que he hecho durante los últimos minutos y horas que he estado con Pierre, siento como mis ojos empiezan a cerrarse y antes de poder esperar a Pierre para que regrese con el ibuprofeno termino por caer rendida en su cama, en donde al final termino mirando la oscuridad.

(...)

Me muevo hacia un lado y pronto abrazo la almohada que antes se encontraba detrás de mí, mi nariz choca con un delicioso perfume que hace que me embriague más en el olor a madera cuando mi rostro cae encima de aquella almohada suave y fresca, dejo ir un suspiro tranquilo y mi cuerpo suplica porque le dé más tiempo de descanso, mis parpados pesan tanto que soy incapaz de poder abrir los ojos, es más, empecé a quedarme dormida hasta que algo en mi cabeza me impidió que siguiera con aquel dulce sueño que podría haber hecho que me quedará más tiempo en la cama, abro de inmediato mis ojos y puedo ver por la ventana la resplandeciente luz del sol, por lo claro e iluminado que puedo ver a mi distancia, me hace dar un salto pero un gemido de dolor aparece en mis piernas provocando que me acaricie los muslos y evite de nuevo confrontar ese dolor que empieza a pulsarme como si se tratara de haberme dado un golpe con el dedo gordo de mi pie.

Intento levantarme para saber qué horas son pero el dolor de piernas y el cansancio de mi cuerpo evitan que pueda lograr mi objetivo, sin lugar a dudas tener sexo no es como me lo imaginaba, pero no me quejo de lo que sucedió anoche porque para ser realista, lo disfrute tanto que no tengo palabras para explicar todas las emociones que experimente en la noche, sin duda, no me arrepiento de nada.

—Buenos días o quizás deba de decir buenas tardes—Pierre entra a su habitación con una radiante sonrisa en su rostro.

— ¿Buenas tardes?—dije asustada.

—Sí, son las dos de la tarde—abrí los ojos en grande y tiré las sábanas para levantarme.

—Oh Dios, tenía que estar al medio día en el trabajo—busque mi ropa—, me hubieras despertado, ¡ay!—gruñí y volví a sentarme en la cama.

— ¿En serio quieres ir a trabajar en ese estado?—empezó a reír.

—No le encuentro el chiste a mi dolor—farfullé molesta.

—Lo sé, pero si no te levante fue porque llegarías a amanecer con dolores de pierna y preferí evitarte el disgusto de tenerte que estar levantando de tu asiento para saludar a tus pacientes—bufé.

—Pierre, es poco responsable lo que estoy haciendo, había programado ir a mi trabajo a pesar de las condiciones que me encontrará—le mencioné intentando de nuevo buscar mi ropa.

—Posiblemente pero tu secretaria termino por pasar algunas de tus citas de este día para otro—me detuve al escuchar sus palabras.

— ¿Qué? ¿Cómo sabes...? Y ¿por qué hizo eso?—dije atónita.

—La contacte—encogió los hombros con indiferencia—, sé que no eres mi responsabilidad porque estás aquí por tu propia voluntad pero tampoco soy apático y poco bueno para dejarte ir en el estado en que te encuentras—respondió.

— ¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué debo darte las gracias?—dije con poco humor.

—No exactamente. —Rió. —Es mejor que te des un baño y te alimentes. —Suspiré.

—No es tu obligación hacer esto... Creo que ha sido suficiente con haber sido un peso encima para ti durante toda la noche—recojo mi vestido y la lencería de anoche.

Pierre quien se encontraba apoyado en la puerta de su habitación, camina hacia mí y me toma del brazo para empujarme hacia él, puedo ver esa sonrisita suya mientras repasa sus manos por toda mis espalda hasta llegar a mi trasero en donde me da un pequeño azote que hace que gruña y me acerque más a su cuerpo; el aroma de la almohada es el mismo que él lleva encima, no puedo creer lo fácil que es que en ciertos objetos pueda llegar a pegarse su delicioso olor y que pronto mi olfato lo distinga hasta que mi cerebro se complace en hacerme sonreír al poder tenerlo cerca.

Aún sigo sin creer los tipos de humores que podemos tener, un momento podemos pasar divirtiéndonos y al otro molestarnos en tonterías que hacen que nos hablemos de forma fría, de mi parte nunca se me ha dado bueno tener que hablar de forma cortante y con poca muestra de sentimientos en mis palabras, pero considerando que Pierre puede ser bueno en eso y en otras cosas, ahora se convierte para mí en una caja de Pandora, ya que no puedo descubrir cuando puede encontrarse de buenas o de malas.

Sus dedos agarran mi mentón y pronto lo elevan para hacer que lo vea a sus ojos; muchas personas pueden gustarle los ojos color azul, verde, gris, avellana, miel y otros colores, pero no sé qué tienen los ojos de Pierre que para mí se han vuelto en mis favoritos, es posible que podría verlos todo un día sin aburrirme, es la clase de color oscuro que no cualquier persona tiene y eso sin decir que la variedad de colores cafés oscuros, no se igualan a los ojos de él, los de Pierre por más que busque de ellos ese marrón oscuro, no puedo detectarlos, es casi como si llegase a un color negro que la única forma de describirlo es como la piedra ónix.

—Tengo ganas de tomarte otra vez, hacerte mía miles de veces sin cansarme hasta que nuestros cuerpos se agotaran y ya no tuvieran fuerzas para moverse—susurro en mis labios.

— ¿Por qué no lo intentas?—pase mis manos sobre sus bíceps.

Sonrió y acarició mi rostro hasta tener sus labios encima de los míos, puse mis brazos alrededor de su cuello y él empezó a empujarme más hasta que mis pechos empezaron a aplastarse sobre su camisa polo.

—Lo haría pero no hoy, tu cuerpo aún le falta mucho porque experimentar y resistir; ahora lo que necesitas es descansar y volver a recuperar tus fuerzas. —Volvió a besarme.

Mordió mi labio y metió su lengua en mi cavidad bucal dejándome sin respiración, dejé ir un gemido cuando una de sus manos acarició mis caderas, en aquel momento pensé que tiene razón, aún soy inexperta y no podemos dejarnos llevar por el placer cuando mi cuerpo necesita ir paso a paso para adaptarse a tener sexo.

—Te preparé una bañera con agua caliente, sé que la necesitaras. —Me tomó de los brazos y piernas.

Me dejé cargar por él hasta que me llevó al cuarto de baño que es más gigante de lo que me esperaba, aún no podía quitar la mirada de la bañera con hidromasaje, del jacuzzi, de la ducha, del lavado, del inodoro y de un ropero con toallas, albornoz, jabones de baño y otros utensilios de baño que se ocupan. Eso sin esperarme que hasta hay un equipo de sonido.

Pierre me dejó en el suelo y pronto me tendió una mano para tomarla y ver cómo me hacía que entrara a la bañera, apenas mis piernas tocaran el agua caliente cuando dejé ir un suspiro que hasta mi piel se erizo al sentir la agradable agua cuando empecé a entrar por completo, el olor a fresa silvestre llegó a mi olfato haciendo que imaginará que el jabón de baño, puede ser el que despliegue ese aroma.

—No te tardes, el almuerzo estará en unos minutos. —Asiento al ver como camina hacia la puerta. —Encontraras toallas o albornoz en el ropero, elige el que desees. —Terminó por decir antes de marcharse.

Hubiera querido que se quedará y entrara conmigo a la bañera pero no se puede tener o desear todo en la vida, así que mientras me relajaba en el agua, traté de disfrutar del momento antes de bañarme por completo y afrontarme a la realidad que está a punto de llegar.

(...)

Salí del cuarto de baño con un albornoz encima, debo de encontrar mi ropa para poder moverme con más libertad en la casa de Pierre, aun estando con el albornoz es posible que podamos llegar a tener sexo pero es preferible que por ahora le dé la oportunidad a mi cuerpo de respirar antes de enfrentarse a caminar otras horas cuando regresé a casa, eso sin decir que debo de prepararme mentalmente para ver de nuevo a mi compañera de piso si es que ella misma no me ha expulsado del apartamento y ha tirado mis cosas a la calle.

Encuentro mi pequeña maleta en la sala de la bonita casa, la tomo y pronto me dirijo a la habitación de Pierre para cambiarme, como anteriormente estaba segura que iría a trabajar solo me traje la ropa de trabajo, así que poniéndome la ropa interior, la falda tubo y la blusa, termine por salir de aquella habitación que marcaría un bonito recuerdo para mí.

Doble el albornoz y lo dejé encima de una silla para luego caminar en dirección al comedor de la casa, ahí es donde me encontré a Pierre dejando unos platos de comida en la mesa mientras caminaba de un lado hacia el otro.

— ¿Necesitas ayuda?—llegué y camine detrás de él donde se dirigió a la cocina.

—No es necesario, tú siéntate—halo una silla y me hizo una señal para que me sentara.

Le di una mirada y al sentarme empujo la silla para quedar cerca de la mesa, él volvió a moverse y es cuando trajo una botella de vino con unas copas, en mi plato encontré una clase de pasta que con solo verla se puede ver la dedicación que Pierre tuvo al hacerla, la cual no dudo que debe saber deliciosa.

—Fettuccine Alfredo—menciona Pierre.

—Así que en serio eres bueno en las artes culinarias—elevo una ceja.

—No soy excelente pero sé mantenerme o sobrevivir de lo que hago—río al ver su mueca.

Pruebo la pasta y de mi boca sale un suspiro de la delicia que mi paladar empieza a experimentar puedo sentir la mantequilla y el queso parmesano en la boca y eso sin decir que el sabor varia cada vez más.

— ¿Y bien?—pregunta.

—Pasas la prueba—comento.

—No estaba seguro que te podía gustar de comer así que intenté convencerme que una pasta podía ayudar—destapo la botella de vino y empezó a llenar las copas.

—Bueno, no fue una mala elección. —Dije antes de comer un poco más.

Durante la comida ninguno dijo ni una palabra, mentalmente se lo agradecí a Pierre ya que además de disfrutar de la comida quería apreciar más el momento con el silencio y la vista que tengo de él al tenerlo en frente, en ocasiones él hace unos gestos y cuando toma un poco de vino siempre se relame los labios hasta dejar un pequeño mordisco en su labio inferior, verlo de esa forma relajada y paciente fue un buen momento para admirarlo y aunque imaginar que todo esto pronto acabaría, preferí disfrutar del momento.

—Te quiero pedir un favor—eleve los ojos hasta él—, sé que acordamos que esto solo sería sexo pero necesito preguntarte acerca de algo y dependiendo de tu respuesta, la respetaré—se limpió los dedos con la servilleta antes de centrarse al cien por ciento en mí.

—Tú dirás—dije con curiosidad.

—Creo que ya estás enterada que el próximo jueves después de navidad tengo un evento de beneficencia en el hotel de mi socio. —Asentí sin negárselo, después de todo, salió en las noticias nacionales. —A lo que voy es que no tengo pareja con la cual me acompañe al evento e ir solo creo que dará mucho que decir de mi imagen. —Enarqué la ceja.

— ¿Por qué?—pregunté sin dejarlo terminar.

—Porque ir sin pareja es dejarle ver al público que soy un hombre sin compromiso—abrí la boca al no comprender.

— ¿No es lo que eres?—resalte sin haberlo esperado.

—Sí pero abre las puertas a mujeres que no deseo que entren en mi vida y por lo menos tener a alguien a mi lado evita que ellas se acerquen a mí y quieran buscar y conseguir tener una relación conmigo—argumentó.

— ¿Aunque sea sexual?—dije.

—Aunque sea sexual—aprobó.

No me quiero imaginar la lista negra que puede tener Pierre contra aquellas mujeres que él no desea que se le acerquen, en realidad pensaba que Pierre es ese prototipo de hombre que una vez que una mujer coquetea con él, pronto busca tenerla bajo sus piernas pero ahora, me contradigo y muerdo mi lengua, ya que con lo que dijo parece que es selectivo con las mujeres que él desea tener aunque sea una relación sexual.

—Así que, quiero pedirte si tú deseas ser mi acompañante en ese evento. —suelta haciendo que no reaccioné en los primeros segundos.

No me habría imaginado que Pierre intentará invitarme a su evento benéfico con la razón de espantar a las mujeres que se le acerquen a él, por un lado me halaga la idea que él me invité como su acompañante pero en otra parte, tengo miedo por el motivo que una cosa es que ambos tengamos por el momento una relación sexual secreta, la cual si voy a ese evento, pronto apareceré en revista de cosquilleos acerca de mi relación cercana a Pierre, lo cual por el momento no deseo que fotógrafos y entrevistadores busquen acerca de mi vida privada.

— ¿Esto tiene un costo?—dije un poco asustada.

Una nueva sonrisa, diferente a las demás haciendo que esta reflejara honestidad, apareció en su rostro.

— ¿Lo dices por si intercambiaremos lo que vale este evento por sexo?—intenté no responder por vergüenza—Si ambos lo deseamos puede que termine sucediendo aunque no niego que verte con un vestido elegante no encenderá mi cuerpo. —Sonrié animado con la idea.

— ¿Por qué yo y no otras de tus... amantes?—pregunto sin detenerme a cuestionarlo.

—Mis amantes pueden ser exclusivas pero no perdurables. No acostumbro a llevarlas al mismo evento dos veces y además, odio los chismes acerca de una próxima relación amorosa la cual no deseo con ninguna mujer. —Escuchar aquello me eriza la piel.

La verdad pasaré a la historia como otra de sus amantes que estuvo a su lado en una noche de un evento importante para él, eso debería desagradarme pero mayormente provoca en mí una decepción.

—Y si me niego. —Digo en susurros.

—No habrá problema, puedo buscar otra que tome el lugar que pudo haberte correspondido—me admiro la forma en como lo dice... todo sin problemas y con rápidas soluciones.

Ahora entiendo porque cuando busque sobre él, las chicas que salen en fotografías de eventos a su lado, solo se han llegado a ver una sola vez, no se ha repetido alguna y eso sin decir que muchas de ellas han sido muy hermosas para decir que esa aventura que él pudo haber tenido con cada una no perdurará más que una noche.

Es extraño que él no haya tenido sentimientos por alguna de ellas, pero tampoco me parece extraño saber que a cada momento cambia de pareja.

—No te pido que ahora mismo me des una respuesta, pero te pediré que lo pienses y tengas la respuesta antes de navidad. —Asentí.

Me preocupa la idea que una vez vaya a ese evento, lo que tenemos entre nosotros se acabe, sé que esto no es algo perdurable pero por lo menos quiero que esto dure un poco más.

—Está bien, lo pensaré. —Le prometí.

Dejamos de hablar para seguir comiendo, aún no me siento dispuesta a querer pensar en su propuesta para darle una respuesta, por ahora, solo quiero mantener la mente abierta y saber si esto me conviene o no.

Lo que resto del almuerzo, casi solo se centró en quedarnos callados, recoger los platos sucios y luego quitárselos a Pierre para irlos a lavar, además de sentirme como una carga por todo lo que ha hecho, quiero ser eficiente por un momento, y aunque consideré que a él no le debe de gustar que laven los platos por él, por lo menos la calma de poder mantener la mente ocupada me provoco un momento de reflexión y tranquilidad.

Recogí mis cosas y las puse en el maletín en donde traía la ropa, ordene todo y antes de marcharme, le di un folder a Pierre.

—Analicé muy bien los papeles que me entregaste la última vez y tengo buenas y malas noticias—su rostro cambio de forma inmediata cuando tomó y empezó a leer el pequeño reporte médico que hice.

— ¿Cuáles son las buenas?—preguntó primero.

—Bueno comenzaré a explicarte un poco con el historial médico de tu familia, la hemocromatosis que tiene Ruby lo han conseguido tres familiares tuyos y por lo que veo el centro de esa herencia es de tu abuelo, el que le sigue es uno de tus tíos y de ahí una de tus primas. Ahora aparte de ello, está tu hermana. —Pude ver como se acarició la cabeza.

— ¿Por qué mi hermana? Si mi familia... —lo detuve.

—Pierre no quiero alarmarte pero, será mejor que tu madre, tu hermano y tú se hagan un análisis de sangre para determinar si ustedes también la tienen. —Ahora pude ver la preocupación en sus ojos.

— ¿Podemos adquirirla aunque creamos que no presentemos algún síntoma?—hago una mueca.

—Pierre, los síntomas persisten pero en ocasiones suelen ser invisibles. Puedes sentirte bien de un día para otro y con un dolor de cabeza que aparezca en su momento crees que la solución es tomar algún medicamento—me acercó a él—. Por ignorancia de nosotros a veces creemos que dolores pequeños no son nada y que son fáciles de quitar y es cuando no sabemos, que tan grave puede ser el asunto de la enfermedad. —Suspira.

— ¿De dónde proviene?—sigue preguntando.

—Proviene de un gen defectuoso llamado HFE, que es el que causa la enfermedad. —Le explicó.

Pierre se ha quedado atónito y desconcertado con la noticia que con solo verle los ojos sé que no sabe cómo responder a la situación que se encuentra, es probable que no sea la mejor noticia del mundo pero lo peor aún no ha llegado y es a lo que pronto sabrá y sé que tendrá que afrontarlo con mucha valentía.

—Y... ¿las noticias?—me siento a su lado, ya que después de mencionarle lo poco de la enfermedad, termino por sentarse en el sofá de dos piezas de la sala.

—La buena es que hay tratamiento para la enfermedad, pero a cada dos o tres días de la semana a tu hermana se le tendrá que hacer una extracción de sangre para poder eliminar los glóbulos rojos adicionales. —Asiente comprendiendo esa parte de la situación complicada de la enfermedad.

—Y la mala—me preparé para decirle la verdad.

—Ruby, padece de cirrosis—sus ojos se abrieron en grande—, tu hermana tiene cáncer en el hígado. —Pierre cerró los ojos.

Bajo la mirada y sé quedo callado durante un largo tiempo, fuera más fácil poder acercarme a él y apoyarlo en este momento pero en circunstancias que solo compartimos el plano sexual, no sé qué es lo que debo de hacer ahora.

Pero por inercia, dejo a un lado mis pensamientos para ponerle una mano en la espalda, como se ha agachado, la muevo de un lado hacia el otro en un intento de consuelo, si Pierre se ha tomado de esta forma la noticia, no me quiero imaginar cómo se lo tomará la propia Ruby.

— ¿Es grave?—se recompuso.

—Se puede remediar, aún no presenta un diagnostico que mencioné que necesitar un trasplante de hígado. —Le menciono.

— ¿Ya lo sabe ella?—niego.

—El miércoles se presentará a la clínica—le respondo.

Dar este tipo de noticias no me gusta para nada, pero tampoco me gusta ocultar la verdad, en ocasiones ser doctor es difícil pero es mejor serle realista con cuestiones que equivalen a la salud de la persona.

—Gracias por decirme la verdad. —Me miro a los ojos.

—Por discreción y ética, te pido que no le comentes nada a tu hermana. Si te lo he dicho es porque te mantienes al tanto de su salud y también porque te preocupas por ella. —Dejó salir una pequeña sonrisa.

—No te preocupes, sé que es tu deber decirle a ella todo esto, pero te pido que seas paciente en decirle esto... porque no dudo que la noticia le afectara. —Sonrió sin negarle esa opción.

—Lo seré. —Se lo prometo.

Sin esperármelo se acerca a mí y pronto me deja un beso en mis labios, lento pero con mucha pasión que se me fue difícil tener que separarme para poder tomar mi camino.

(...)

Entre discusiones y treguas, al final Pierre fue quien se encargó en llevarme a casa y por una parte, se lo agradezco aunque un Uber posiblemente no hubiera llegado a cobrarme demasiado pero aun así, estar con Pierre me hacía sentir conforme y segura, después de todo, la relación no llegará más lejos de lo que puedo suponer.

Cuando llegamos a la calle de mi casa, Pierre se estaciona cerca de la acera de la calle, recojo mis cosas y pronto me encamino al portón de mis apartamentos, es aquí en donde me tengo que despedir de él.

—Gracias por... todo—le digo sin saber que más decir.

—Fue un placer, Alaska. —Sonrié. —Con respecto al evento, espero una respuesta tuya, me daría gusto que fueses mi acompañante—me quedo callada sin saber que responder.

Miro la ventana de mi apartamento, apenas son las 4:30 pm es posible que tenga dos opciones, la primera encontrar mis cosas afuera de la puerta en donde tendré que recogerlas y buscar un lugar donde pasar la noche y la segunda, encontrar todo en orden y así poder tomar una siesta antes de escuchar que Cristal ha llegado.

—Vamos, te acompaño. —Toma mi mano y le hace entrar.

Entramos al elevador y toco el botón cinco para sentir como este sube y no tarda en llegar al piso en donde vivo, con el corazón latiendo y a punto de salirse de mi pecho camino por el pasillo con Pierre detrás de mí quien sigue mis pasos; tomando aire para afrontar la situación me voy acercando al pasillo en donde se encuentra mi apartamento para ver que no hay nada afuera, pero aun no debo de alegrarme ya que posiblemente, Cristal por venganza puede tener mis cosas adentro eso sin decir que la parte mala es que pudo haber cambiado la chapa de la puerta para dejarme afuera. Saco de mi cartera las llaves y pronto las meto en la cerradura de la puerta para darle unos giros y escuchar como esta hace un sonido en donde provoca que la puerta se abra por su propia cuenta.

—Bien, creo que sigo viviendo aquí—digo con ironía.

—No creo que tu compañera de habitación sea muy mala—comentó Pierre.

Preferí no contestar a su propio comentario ya que aún no conoce a Cristal y si la llegase a conocer con total seguridad, es posible que su pensamiento cambie.

—Entonces... —intentó despedirme cuando toma mi cintura y me acerca a él hasta arrebatarme un beso de mi boca.

—Nunca será suficiente un adiós—murmura entre mis labios.

—No lo dudo.

El beso se volvió tan profundo que fue difícil tener que soltarme de él cuando mi respiración empezó a faltar, abro los ojos y veo el rostro de Pierre... Perfecto, demasiado perfecto para poder dejarlo ir.

—Pronto será navidad, así que... —de su chaqueta saca una pequeña caja roja. —Feliz navidad. —Me la entrega.

—Pero... Yo no tengo nada para ti—digo desconcertada por aquella sorpresa.

—No es necesario, Alaska—sus dedos recorrer mi rostro—. Tú ya me regalaste lo más prestigiado de tu cuerpo y eso no se comparará a nada. —Deja un corto beso. —Ábrelo hasta navidad, ¿sí?—asiento. —Nos vemos pronto ángel. —Me guiña el ojo antes de marcharse.

La ligereza de sus pasos pronto hacen que ya no pueda verlo cuando cruza por el pasillo en donde hace unos minutos recorrimos, me quedo mirando el pequeño obsequio que me quedo admirada al saber que pensó en mi por un momento, con las curiosidad en mano intento no abrirlo hasta dentro de tres días, así que con la poca ansiedad que ha empezado a aparecer en mi cuerpo, dejo el regalo bajo el pequeño árbol de navidad, es mi primer regalo hasta el momento que no puedo dejar de ver a pesar que es el único y más pequeño entre los demás regalos que ha recibido Cristal, sin duda alguna, Pierre convirtió en mi primera vez en algo mucho mejor de lo que solía imaginar cuando solo era una adolescente.

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Continuará...

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