Capítulo 10
"Cuando alguien desea algo debe saber que corre riesgos y por eso la vida vale la pena"
Paulo Coelho
***
Sequé mi cabello con una de las toallas color café, antes de salir del cuarto de baño me di una mirada en el espejo, puedo ver cómo me encuentro en un estado mental entre agitado y cansado, tanto que mis propias emociones se han llegado a desgastar durante la última media hora, ni siquiera me atrevo a decir que me encuentro al cien por ciento bien físicamente porque algunos dolores empiezan a aparecer después de los bajos niveles de excitación que atribuyeron después que tuve el orgasmo, no sé cómo comprender a mi propio cuerpo y pensar que con unos simples toques y besos ya no sería capaz de pensar y mantener en control mi propia cuerpo; puedo decir que ni siquiera hay necesidad de meditar todo lo que paso en la última hora porque tan solo cerrar mis ojos y concentrarme en Pierre, es como si él estuviera detrás de mí, hablándome de forma seductora en mi oído y rozando sus dedos sobre mi piel; no sé cómo todas sensaciones se pueden mezclar con una simple imaginación, haciendo que todo casi pueda ser real.
Tomo un albornoz blanco y apenas ponérmelo siento como la suave tela roza la parte de mi trasero en donde Pierre me dio unos azotes y agregando que cuando me cubrí con ella, mis pezones también ardieron y de nuevo se pusieron erectos con solo rozar la tela del albornoz, puedo coincidir que aun ciertas partes de mi cuerpo se encuentran sensibles que no ha sido fácil adaptarse al dolor; en mí surge la idea que si así se sentirá el momento en que pierda la virginidad y aunque el dolor pueda ser en ocasiones placentero, creo que aún me falta mucho porque aprender de él.
Agarró las cintas del albornoz y las hago un nudo para poder cerrar el hueco en donde se abre aquella prenda; con los nervios a flor de piel, salgo del cuarto de baño para caminar despacio a la habitación la cual se encuentra iluminada, puedo ver por la ventana varias luces que alumbran a la ciudad, casi tengo un ataque de vergüenza al imaginarme si alguien me vio desnuda pero trato de quitar aquel pensamiento e imagen de mi cabeza para sentarme en la cama y poder reflexionar en lo que he hecho, ni siquiera puedo creer que haya entrado mis manos en los bóxers de Pierre y lo haya terminado tocando sin vergüenza; siento ese reconocible calor que mis orejas y mejillas producen cuando me encuentro en un estado de vergüenza absoluta por mi actitud, por más ingenua que me escuché, jamás había llegado a un extremo largo, lo único que había llegado a tocar a un hombre fue nada más tomarlo de la mano, pero hacer lo que le hice a Pierre, es como descubrir una parte que desconozco de mí misma, es como intentar comprender que durante toda mi vida fui inocente pero por un momento de pasión, me dejé guiar por una Alaska más perversa y maliciosa.
— ¿Todo bien?—mis propios pensamiento se esfuman en un segundo al escuchar su voz.
—Sí—intento sonreír pero dudo que pueda haber manifestado bien esa expresión.
Pierre quien tiene mucha más experiencia que yo en estas situaciones, se sienta a mi lado y ambos nos quedamos mirando el panorama que nos muestra la ventana, no negaré en frente de él que lo que hace poco sentí fue algo espectacular, tanto, que tengo miedo que esos efectos vayan más allá de lo acordado.
—Sé que ya lo habíamos establecido pero necesito saber si aún quieres proseguir con esto—le doy una mirada inmediata.
— ¿Ha sucedido algo que te haya hecho dudar de querer estar conmigo?—no llegué a saber lo que en verdad dije, simplemente las palabras salieron de mi boca por si solas.
Él me dio una mirada y de sus labios dejó ir una sonrisa traviesa, se acercó un poco más a mí hasta que el gesto de quitarme unos cabellos de mi rostro me pareció tan tierno y cercano que hubiera querido ahuecar mi mejilla en su mano, pero evite hacerlo al pensar que esas muestras de... ¿Ternura? ¿Cariño? ¿Sentimiento? No... simplemente un gesto de agrado podían conllevarlo a pensar en otra cosa y podía romper ese buen ambiente en que ambos hemos coincidido después de haber mantenido una relación sexual.
—Sigo dudando de tu inexperiencia—enarco la ceja.
— ¿Qué?—digo de forma premeditada.
— ¿En serio nunca has tocado a un hombre?—abro la boca y la cierro de nuevo mientras el rubor caliente de mis mejillas vuelve a aparecer.
¿Qué debo de responder a esa pregunta? No Pierre... Jamás he tocado a un hombre excepto el día de hoy hace aproximadamente una hora en donde metí mi mano en tus bóxeres en donde te masturbe hasta que terminaste por llegar a un orgasmo. Responderle esté tipo de preguntas me hacen volverme más incrédula y no solo eso, la vergüenza hace que sienta culpa de mí misma aunque no debería tenerla siendo consciente que jamás he tenido relaciones de noviazgo que me lleven a ser experta en el sexo.
—No tienes que responderme, en verdad jamás lo has hecho—oculto su risa.
—Soy inexperta, Pierre. ¿Qué quieres que te diga?—alardeé.
—Bueno, inexperta de las buenas. —Susurró. —Antes que nada, necesito hablar dos cosas contigo, una más importante que la otra pero primero vamos al asunto que quiero llegar... ¿Cómo te sientes?—le di una mirada apenada.
—Bien... Normal... —Encogí los hombros.
Observé como él dejó salir una risa mientras negaba con su cabeza, no sé por qué le provoco risa mi respuesta pero parte ser sincera prefiero eso a que llegué a estar serio.
—Dile eso a un hombre y pronto le bajas su ego—puse los ojos en blanco.
—Y ¿cómo quieres que te responda?—dije aturdida.
—Hay palabras más definidas después que tuviste un orgasmo placentero—hice una mueca.
— ¿Quieres que te diga que fue excitante, morboso y apasionado?—elevó una ceja.
— ¿Aún se puede ocupar en estos momentos la palabra apasionado?—gruñí.
—Sin lugar a dudas, eres un tonto—musité.
Se acercó a mí y pronto tiró de las cintas del albornoz haciendo que esté se abriera y pronto tuviera que cubrirme para no mostrarle de nuevo mi cuerpo desnudo. Me falta demasiado tener que acostumbrarme a enseñarle mi cuerpo a un hombre antes o después de haber tenido sexo, después de todo, esta es la segunda vez que me dejó tocar.
—Cierra los ojos—enarqué la ceja.
—Pero... —me callé al ver su rostro serio.
Hice lo que pidió y pronto el albornoz empezó a deslizarse por mis brazos mientras que quedaba desnuda de nuevo ante Pierre, presione más los ojos cuando el dedo índice de él me fue delineando el contorno de mi cuerpo, como si me estuviera dibujando de arriba hacia abajo y mientras respiraba agitado y abrí la boca para gemir al sentir como abría los pliegues de mi vagina, apareció su beso ansioso e inesperado.
—Necesitaré que comiences a usar algún anticonceptivo—de nuevo me cubrió con el albornoz.
— ¿No usarás condón?—pregunté al abrir los ojos y ver como los suyos ya se encontraban dilatados.
—Podría pero será tu primera vez y quiero que por lo menos disfrutes del momento. Pero estaría más tranquilo que usarás un anticonceptivo que no sea la píldora—asentí captando su indicación.
—Está bien, me las arreglaré esta semana. —Comenté.
—Tiene que ser antes del miércoles. El jueves perderás la virginidad—se levantó de la cama. —Si compras uno costoso solo házmelo saber y lo pagare—empezó a sacar unos papeles.
—No es necesario, puedo pagarlo—dije sin saber la posibilidad de encontrar una anticonceptivo menos costoso como la píldora.
—Mencionaste que apenas puedes pagar la renta de tu apartamento o ¿me estabas mintiendo?—negué rápido.
—No, lo que te dije de mí es verdad. Simplemente no me quiero aprovechar de la situación, sabes que también estoy comprometida a dejar de ser virgen y por ello, debo velar por mis propios gastos y no solo involucrarte en esto—él dejó ir un suspiró.
—Si no puedes pagarlo, sólo llámame. —Asentí dudando de esa probabilidad. —Y éste es el otro asunto que quiero hablar contigo, es el importante. —Me entregó un cartapacio con unos documentos.
Se volvió a sentar a mi lado esperando a que abriera aquel cartapacio que contiene unos cuantos documentos importantes, empecé a registrar, leer y analizar cuidadosamente varios diagnósticos médicos de los cuales hacen referencia a resultados de exámenes que con un mínimo de diez personas se han llegado a realizar en los últimos años. Empecé a leer varios exámenes que clasificaban altos o bajos niveles de colesterol, triglicéridos, yodo, Vitamina C y entre otras enfermedades comunes que suelen aparecer en las personas cerca de su periodo de adultez cuando no llegan a mantener una alimentación balanceada, es posible que pueda encontrar algo que no llegue a concordar con todo, que pueda encontrar una enfermedad diferente o simplemente que sea grave hasta llevar a la persona a la muerte, pero por el momento no encuentro algo indiferente a lo que he leído.
—Dijiste que la enfermedad de Ruby puede ser hereditaria, así que investigue la vida de mis parientes más cercanos por parte de madre y padre, espero que pueda servirte de algo y encontrar lo que necesitas—asiento satisfecha por la ayuda que me ha dado.
—Esto es más de lo que esperaba está semana, gracias—dije antes de cerrar el cartapacio.
Me quito el cartapacio de las manos para dejarlo a un lado y así atraerme a su cuerpo, acarició mi mejilla hasta empezar a besarme, esta vez dejando un beso cálido y lento en mis labios que hasta robo mi sonrisa.
—Descansa. —Se levantó de la cama.
—No puedo, tengo que irme—fui la siguiente en moverme.
—Es noche y no es buena idea manejar a esta hora—alcancé mi celular y miré la hora que es.
—Son las 11:05 pm, le dije a mi compañera... —Me interrumpió.
— ¿La que vive contigo?—Asentí.
—Que llegaría esta noche. Si no regreso al apartamento, es posible que me busque sin parar hasta el último rincón escondido de Lambeth—busqué mi ropa pero me di cuenta que la que debía ponerme está en su auto y ahora solo tengo el vestido.
—Llámale... —corto las palabras al ver mi gesto— ¿O tienes miedo de ella?—hice una mueca.
Si llegase a saber que no es miedo simplemente tendría a una supervisora o guardaespaldas de por vida, intentando siempre mantener controlada mi vida hasta tener que ser ella la que me juzgue cuando no puede hacerlo con los demás. Lo cual escucharla todos los días hablar de los siete pecados capitales ya es demasiado con ahora saber que ella puede llegar a clasificarlos con todas las cosas que he vivido en mi vida.
—No, simplemente no quiero arruinar la noche ya que ha sido maravillosa—sonrió al escucharme.
Camino hasta mí y me dio mi celular el cual había tomado después que observé la hora y lo dejé en la mesita de noche, no es buena idea tener que llamar a Cristal y más porque he empezado a crearme sus palabras en mi mente, así que es mejor buscar otra solución y esa será enviarle un mensaje y apagar mi celular si intenta llamarme.
Tecleo rápido un corto mensaje mencionándole a Cristal que terminaré por quedarme en casa de Miranda y que mañana volvería, de igual forma, le transmití el mensaje a Miranda por si Cristal intentará hablar con ella sobre el asunto de haberme quedado en su casa.
—Tendré que salir temprano de aquí, sí quiero llegar a tiempo a mi trabajo. —Le comenté.
—Eso no lo dudes. —Me guiñó el ojo.
Camine hasta la cama y tiré de las sábanas para entrar en ella, sé que dormir con el albornoz será incómodo pero no tengo muchas alternativas después de solo tener la lencería y el vestido; Pierre sigue en pie escribiendo algún que otro mensaje y cuando veo que se va, lo llamo pero no muy convencida por lo que diré, él solo terminó esperando lo que diré.
— ¿Vienes a dormir?—Dije de forma tímida.
—Dentro de unos minutos, tú descansa. —Él se alejó para seguir mensajeando.
Acomode las almohadas de la cama para luego abrazar una de ellas, me siento lo demasiado agotada para poder seguir manteniendo los ojos abiertos, después de todo, la noche a pesar de ser corta, para mí fue un momento largo, tanto que dudo olvidarlo.
(...)
Abro los ojos al escuchar un sonido de golpeteo, me remuevo entre las sábanas y al percatar que aun sigue tocando la puerta, disgustada me levanto y es cuando me doy cuenta que no estoy en mi apartamento, sino que sigo en el hotel en donde pase la noche con Pierre, ese fue el único motivo que hizo que reaccionará para que me asustará y lo buscará a él, pero entre más entraba de una habitación a otra, no lo encontré pero la puerta siguió tocando a un estilo y tono normal con paciencia, sin tener que hacer tanto escándalo.
Camine soñolienta a la puerta y al abrirla me encontré con el mismo chófer de la noche, solo que está vez él con una sonrisa agradable, me entrega dos bolsas, una con dos letras LV enlazas en sí y otra de Zara.
—El señor Beckham le entrega esto, señorita Gardener. —Agarro ambas bolsas asustada al ver las marcas de ropa—Y se disculpa por haberse marchado temprano. —Intento no decepcionarme con dicha respuesta.
—Muchas gracias. —Le digo antes de cerrar la puerta.
—Cuando usted desee, la llevaré de vuelta a Lambeth—enarqué la ceja.
—No es necesario, puedo tomar un taxi o pedir un Uber... —Negó rápido.
—No señorita, el señor Beckham me ordeno llevarla hasta su trabajo o donde usted desee—gruñí molesta.
—No será necesario, puedo comunicarme con él y... —De nuevo me interrumpió.
—Le aconsejo no hacerlo ahora, señorita Gardener. Él se encuentra en una reunión en Mitcham y por el momento, será imprescindible que él conteste alguna llamada, aunque sea suya o de la misma reina Isabel. —Sugirió.
Debo considerar esa opción de él, después de todo si me escapo pueda hacer que también a él lo llegue a meter en problemas y está vez, todo será mi culpa, agregando que la noche anterior durante los azotes que me dio, él mencionó que si lo vuelvo a interrumpir en una reunir, tendré más de los que recibí. Y por ahora, no es conveniente que mi pobre trasero obtenga más azotes de lo normal.
—Bien. De nuevo, gracias. —Él asintió para agarrar el pomo de la puerta y cerrar.
Camine en dirección a la habitación y pronto de las bolsas saque unos zapatos de Louis Vuitton y un conjunto de ropa de Zara, la sorpresa de esto fue que en la bolsa de donde vienen los zapatos me encontré con otra bolsa la cual trae ropa interior de Oysho.
Cada vez que veo cada prenda de ropa siento como aquí se le pudo haber ido un dineral a Pierre, casi tengo un desmayo al hacer la cuenta de cuanto pudo haberle salido en total de la ropa y zapatos. Tengo la certeza que puedo regresarle todos estos regalos a Pierre pero al pensar que no sé qué hizo con mi ropa de ayer y que aún conservo el vestido de anoche, es probable que la ropa que tengo en mano por ahora, es mejor que lucir en mi trabajo de nuevo aquel vestido a pesar que la bata de la clínica siempre la tenga encima.
Antes de ir a la ducha, también en la bolsa de Zara encuentro una pequeña carta, la cual decido tomar y abrirla.
"Soy lo que has hecho de mí. Toma mis elogios, toma mi culpa, toma todo el éxito, toma el fracaso, en resumen, tómame". Charles Dickens
Te mereces más de lo que puedo ofrecerte por ahora, Alaska. Espero que no rechaces mi regalo, sé que es de tu talla y te quedará excelente, mala suerte que no pueda observarte y ver como modelas tu esbelta y hermosa figura con esas braguitas de Oysho. Te deseo un gran día y no olvides hacer lo que te pedí.
Pierre.
Con una sonrisa en el rostro cierro la carta y antes de poder hacer la locura que tengo en mente, dejó las cosas a un lado para pronto meterme en el cuarto de baño, tengo que moverme de prisa antes que se me haga tarde y no pueda recibir a mi primer paciente con puntualidad.
(...)
—Sé te ve muy bien—río al escuchar las palabras de Miranda.
—Nunca habías dicho eso de mí... ¿O sí?—hago un gesto pensante.
—Tonta—ambas reímos—. Mejor dime, ¿qué hiciste para tener ropa de Zara y zapatos de tacón de Louis Vuitton?—desvié la mirada.
Confío en Miranda en decirle que no hice la gran cosa para obtener esta ropa, bueno... Quizás si porque me avergüenza la idea que siento que tengo está ropa gracias a que Pierre me la dio después de pasar una noche con él.
—Ya que ayer mentí por ti y si no quieres que Cristal llegue a saber que no estuviste en mi apartamento sino que con Pierre... —Achiné los ojos.
— ¿Me estás amenazando?—crucé los brazos.
—Es más una forma de alentarte para decirme la verdad—sonrió de forma maléfica.
Suspiré y me acomode más en el asiento del restaurante Pizza Express. Miranda no pudo contenerse hasta a final del día para que le contara mi aventura que pase con Pierre, así que pronto salió de su trabajo para pasar por mí y almorzar una pizza artesanal por la calle Kennington Road. Apenas llegamos cuando ella empezó a hacerme muchas preguntas de las cuales ella requiere que le dé detalles pero en ciertas circunstancias si no fuera tan desvergonzada, le comentaría de todo, pero en esta ocasión, me he guardado algunos asuntos porque con solo recordarlos mis mejillas empiezan a arder.
—Pierre me las regalo... —Ella abrió los ojos.
— ¿Recibes detalles pronto de él? Si apenas han comenzado a conocerse—intento no sentirme mal al saber que tiene razón.
—Lo sé, pero no tuve alternativa, era esta ropa o tener que irme en el vestido que también me regalo. —Ahora abrió la boca.
—Ally, ¿aún no sientes nada por él, verdad?—me muerdo el labio.
— ¡No! Ya sabes que el acuerdo que tenemos es que nada de sentimientos, todo solo será sexo y ya—encojo los hombros.
Miranda que sabe todo lo que he acordado con Pierre acerca del acuerdo que tenemos sobre quitarme la virginidad, es posible que ambos nos hallamos dispuesto a no entrometer nuestros corazones en esto, pero a veces yo misma tengo miedo que las cosas terminen por ser diferentes y en esta ocasión, no es de dudar porque mi amiga se preocupe por mí cuando ella también sabe que está es la primera relación que tengo con un hombre.
—Eso espero, Ally. Odiaría que cuando acabe esto, tú salgas afectada y él como si nada. —Asiento solo para no continuar con ese tema.
—Necesito de tu ayuda. —Intenté cambiar de tema de conversación.
—Dime—responde.
—Pierre y yo... Tendremos... Ya sabes... —Jugué con mis dedos.
—Sexo. —Asentí.
—Esta semana así que... Dijo que buscará un anticonceptivo que no sea la píldora y tú sabes más de esto que yo, es decir, aconsejarme de un buen ginecólogo antes de tener mi primera relación coital—ella se asombra.
—Si es lo que deseas, puedo llamar a mi amigo, es ginecólogo y creo que está de paso en Lambeth. —Comenta.
— ¿Puedes hacer eso por mí?—Le supliqué.
—Claro, además Dominic Island es de confiar... Tiene novia así que no tengas miedo si... —La interrumpo para no seguir escuchando más.
—Solo quiero que me lleves a él—le sonrió.
—Está bien. Vamos ahora, de todos modos, tengo tiempo libre y tú próximo paciente esta hasta las tres de la tarde, así que vamos... —Me anima.
Ambas ponemos la mitad del dinero para pagar la pizza y así caminar hasta donde se encuentra su auto, antes de poder entrar escucho como mi celular suena, así que me detengo solo para revisar el mensaje que acaba de caer.
«Tendrás unos buenos azotes por calentarme de esa manera en el trabajo, no esperaba la fotografía pero te agradezco por haberla enviado».
Sonrió de forma victoriosa antes de volver a guardar mi celular en mi cartera, quizás no había previsto creer que le gustara la fotografía que le envié de la mitad de mi cuerpo mostrándole como me quedaban las bragas de Oysho, después de todo, me pareció algo sexy que no dejé pasar desapercibido. Después de todo, solo me queda una semana para dejar de ser virgen y luego quizás Pierre se olvide de mí, así que por el momento será mejor solo disfrutar el tiempo que me queda con él, aunque sea solo incitándolo con fotos.
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