Capitulo 01: Comienzo.
El ridículo ruido del despertador perturbó su sueño. La castaña estiró su mano hacia la mesita de luz y desactivó la alarma de su teléfono. Soltó un suspiro al ver que eran las siete de la mañana. Tenía el día bastante ocupado y debía despertar temprano para prepararse y así asistir al aniversario de bodas de su padres.
Se incorporó en la cama y movió su cuello hasta que escuchó el leve sonido de sus huesos al estirarse. Volteó hacia su costado, observando el cuerpo del alfa desnudo, que yacía boca abajo. Cassandra se puso de pie y comenzó a vestirse. Primero su ropa interior, luego su vestido. Mientras se acomodaba el cabello, escuchó una ronca voz detrás de él.
- ¿Ya te vas? - dijo el alfa, con la voz adormilada y el rostro parcialmente cubierto por la almohada.
- ¿Tú qué crees? -respondió Cassandra con otra pregunta, sin molestarse en voltear mientras terminaba de acomodar su cabello.
- Creí que te quedarías más tiempo conmigo. Anoche fue maravilloso... -continuó el alfa, tratando de sonar seductor mientras se giraba para mirarla.
Cassandra se detuvo y se giró, observando al alfa con una expresión fría.
- Tú mismo lo dijiste, anoche. Eso significa que ya pasó. Que hayamos cogido ayer no significa que desee pasar más tiempo contigo.
El alfa se levantó rápidamente al escuchar las palabras de la castaña, la confusión y la ira mezclándose en su rostro.
- ¿Qué estás diciendo, cariño? Llevamos juntos tres meses. ¿Por qué esta actitud tan repentina? - preguntó, su voz llena de incredulidad.
La castaña volteó los ojos y soltó una risa burlona.
- ¿Anna...? - repitió el alfa, con el rostro desconcertado.
- ¿Realmente creíste que me llamaba Anna? - dijo Cassandra, sonriendo con desdén mientras se ponía los zapatos.
- ¿Qué estás diciendo? - preguntó el alfa, su tono desesperado.
Ella terminó de ponerse los zapatos y se levantó de la cama para encarar al alfa pelirrojo frente a ella.
- Hace un año estafaste a Amelie Romanova Russo. Le robaste trescientos millones y le sacaste el treinta por ciento de las acciones que heredó. - El rostro del alfa palideció al oír aquello-. La dejaste sin nada, luego de hacerla firmar un papel en el que te cedía sus acciones, las cuales vendiste e invertiste en la empresa Belacrux de tus padres.
-¿Cómo...? -balbuceó el alfa, retrocediendo un paso, incapaz de procesar lo que escuchaba.
- ¿Cómo lo sé? - Cassandra sonrió burlón-. Sé todo de ti. Sé con quién te acuestas, con quién no, qué comes, qué no comes, a quién le debes dinero y quiénes son tus familiares. Te tengo en mis manos, y puedo destruirte.
Ella se dirigió a la mesita de luz y sacó un sobre. Se acercó al alfa, sacando unos documentos del sobre.
- Esto que ves aquí -dijo, mostrándole los papeles - Es el hermoso regalo que me diste al cumplir tres meses de novios. Estabas tan concentrado en meterme la polla que firmaste unos papeles sin siquiera leerlos. Y tú, querido, me has cedido todo, absolutamente todo.
- No... -el alfa negó enfáticamente -. ¡Eso no es cierto! -El pelirrojo le arrebató los documentos de las manos, pero Cassandra no se inmutó, solo eran una copia.
- Tú... - Cassandra se acercó al alfa-. Le robaste trescientos millones a mi prima, y yo te robé hasta la empresa y la fortuna de tus padres. No eres nadie, cariño, nadie. - Depositó un corto beso en los labios del alfa, que seguía en estado de shock -. ¡Seguridad!
En cuestión de segundos, un grupo de hombres entró a la habitación.
- Este hombre de aquí ha colmado mi paciencia. Lo quiero fuera de mi vista - ordena la joven cruzándose de brazos.
- Sí, señor - respondieron los hombres al unísono.
Sin perder tiempo, los guardias sujetaron al alfa de cabello rojizo, que forcejeaba brutalmente.
- ¡¿Quién te crees que eres?! ¡Dime quién eres! - gritó el alfa, luchando por liberarse. - ¡Desgraciada!
Cassandra se acercó al alfa, sujetando su rostro con fuerza y clavando sus uñas en la piel del pelirrojo.
- Mi nombre es Cassandra Romanova Ivanovich. Heredera de la mafia Española, princesa de Borbón, hija del diablo y el ángel, perteneciente a la familia más influyente y poderosa del pais. Y esto, cariño, es lo que sucede cuando te metes con un miembro de mi familia. - Cassandra soltó el rostro del alfa con brusquedad-. Saquen a esta escoria de aquí.
Los guardias arrastraron al alfa fuera de la habitación mientras este seguía gritando y forcejeando, pero sus esfuerzos eran inútiles. Cassandra sonrió, incluso había sido sacado de la habitación de hotel desnudo. Fue imposible contener su risa.
Cuando los de seguridad se fueron, las mucamas entraron a la habitación.
- Señorita, venimos a limpiar la habitación - anunció una de ellas con voz profesional.
Cassandra asintió, se hizo a un lado y observó cómo las sirvientas se disponían a realizar su trabajo.
- ¿Podrían pedirme servicio a la habitación, por favor? - pidió Jared con tono amable.
Las sirvientas asintieron y una de ellas se retiro para encargar el desayuno. Cassandra se dirigió hacia el armario de la habitación y saco un vestido negro y ropa interior del mismo color. Luego, se dirigió al amplio baño del hotel. Abrió la ducha y dejó que el agua caliente corriera antes de entrar. La sensación de la ducha caliente era un alivio necesario para Cassandra, quien se esforzaba por borrar la horrible experiencia de la noche anterior, todas las caricias de aquel alfa le daban asco.
Después de una larga ducha, la castaña salió envuelto en una bata negra de hotel. Al regresar a la habitación, se sorprendió gratamente. Todo estaba impecable: su ropa estaba doblada de la mejor manera, sus zapatos perfectamente ordenados, e incluso los documentos de la empresa Belacrux estaban organizados en la mesa. Lo que más le agradó fue ver el servicio de cuarto: un desayuno completo esperándolo.
- Esto es vida - susurró para sí mismo mientras se tiraba en la cama. A los pocos segundos, su teléfono comenzó a sonar. Ella suspiró antes de contestar.
- ¡Prima! - gritó Amelie desde el otro lado de la línea, obligando a Cassandra a alejar el teléfono de su oído por el volumen.
- Buenos días para ti también, Amelie - respondió Cassandra con una sonrisa irónica, mientras lanzaba una uva al aire y la atrapaba con la boca.
- ¿Lo conseguiste? - preguntó Amelie con un tono de ansiedad que se hacía palpable a través del teléfono.
Cassandra sonrió mientras alzaba una ceja, disfrutando del poder que tenía en ese momento.
- Sí, quisquillosa - dijo con un toque burlón en su voz, regodeándose un poco en la expectativa de su prima. Apenas terminó de hablar, el grito de euforia de Amelie resonó en sus oídos.
- ¡Sabía que podía contar contigo! ¡Eres la mejor! - gritó Amelie, sin poder contener su emoción.
Cassandra rió suavemente y se reclinó en el sofá, estirando las piernas mientras disfrutaba de la sensación de triunfo.
- Ya lo sé - dijo con autosuficiencia-. Pero no creas que eso cambia lo que hiciste, pequeña.
El tono en la voz de Amelie cambió de inmediato, volviéndose más serio.
- Lo sé, lo sé... - respondió, como si de repente recordara las consecuencias de sus acciones-. Mi padre ya me ha regañado varias veces por eso.
Cassandra frunció el ceño, aunque su tono seguía siendo juguetón.
- ¿Tío Gael o tío Emiliano? - preguntó, casi esperando la respuesta mientras un atisbo de diversión cruzaba su rostro.
- Papá Gael - suspiró Amelie al otro lado de la línea. La risa de Cassandra fue inmediata.
- Bien merecido lo tienes. Sabes que Gael no es de los que perdonan con facilidad cuando alguien se mete en problemas. - replicó Cassandra con un tono ligeramente más severo, aunque sabía que Amelie siempre encontraba la manera de salir de cualquier situación, especialmente si su otro papá, Emiliano, estaba cerca para protegerla.
Amelie suspiró, y por un momento hubo un breve silencio, interrumpido solo por los sonidos de fondo.
- Oye, ¿vendrás a la fiesta de aniversario? - preguntó Amelie de repente, cambiando de tema con una urgencia que Cassandra conocía bien. Sabía que Amelie detestaba hablar de regaños.
Cassandra dejó escapar una pequeña risa.
- No me lo perdería por nada, Amy. Es el aniversario de bodas de mis padres. Sería el colmo que no fuera.
- Cassy...
- ¿Mhm?
- ¿Has sabido algo de él...? - Amelie no terminó la pregunta, pero su tono lo decía todo. Cassandra apretó la mandíbula, cerrando los ojos por un instante mientras respiraba hondo.
- No, Amelie. - Su tono se volvió más cortante de lo que pretendía-. Pero ya no me importa. Han pasado más de diez años desde la última vez que lo vi. No importa más. - Hizo una mueca involuntaria, como si el simple hecho de mencionar el tema la hubiera dejado con un mal sabor de boca.
- Bien... - Amelie pareció vacilar por un momento, pero entonces se escuchó una voz distante llamándola.
- Cassy, debo irme. Mi papá me está llamando. Te veo en el aniversario. Te amo.
- Yo también te amo, Amy. Nos vemos. - Cassandra sonrió suavemente antes de escuchar el clic final de la llamada.
Suspiró, dejándose caer un poco más en el sofá mientras miraba al techo. Habían pasado casi diez años desde la boda de sus padres, diez años desde que todo cambió. Diez años desde que el destino de su familia dio un giro inesperado, y no siempre en la mejor dirección.
Cassandra aún recordaba cómo, apenas un año después de la boda, Gael y Emiliano decidieron adoptar a Amelie, quien en ese entonces tenía dieciséis años. Amelie, con su cabello oscuro y su personalidad rebelde, había encajado en la familia de manera sorprendente. Era solo un año menor que Cassandra, pero en muchos aspectos, se sentía como si fueran hermanas gemelas, inseparables.
Su madre, mientras tanto, había dado a luz a su hermanito, Anthony Romanov Ivanovich. El niño, con su cabello castaño y esos ojos verdes brillantes, era una copia en miniatura de su madre. Excepto, claro, por ese mechón platinado que lo hacía destacar, como si el destino hubiera decidido darle un toque especial.
Y luego estaba Hades. Cassandra no pudo evitar sonreír al recordar cómo sus padres lo habían adoptado formalmente después de la boda. Hades era su hermano en todo menos en sangre, pero para ella, eso nunca había importado. Él era un año mayor que ella y, desde el principio, compartieron un vínculo profundo que iba más allá de cualquier lazo biológico.
Por su parte, Aleksei, su hermano menor, había crecido en todos los sentidos. Ahora, comprometido y preparándose para asumir el liderazgo de la familia, se esforzaba por estar a la altura de las expectativas que todos tenían sobre él.
Y luego estaban los mellizos, los dos pequeños diablillos de trece años que no dejaban a nadie en paz. Siempre metidos en alguna travesura, eran su tormento personal, pero también una fuente de constante diversión.
Cassandra sonrió al pensar en su familia, en lo lejos que habían llegado, y en cómo, a pesar de todos los obstáculos, finalmente podían decir que eran felices.
Pero luego estaba Damien.
Ella seguía comprometida con él, un compromiso que sentía cada vez más vacío. Él estaba en Brasil por negocios, y aunque su relación era abierta, algo dentro de ella se preguntaba por qué seguían atados el uno al otro. No había amor entre ellos, no realmente. Y Cassandra sabía que, tarde o temprano, tendría que enfrentarse a esa realidad.
Sus pensamientos se interrumpieron cuando estacionó el coche frente a la mansión Romanov. Al bajar del auto, una sonrisa iluminó su rostro al ver una cabellera castaña familiar corriendo hacia ella.
- ¡Cassy! - gritó el pequeño Anthony, su hermano de siete años, con los ojos brillando de emoción.
Cassandra se agachó, abriendo los brazos justo a tiempo para recibir el abrazo del niño, levantándolo mientras reía.
- ¡Anthony! - exclamó ella, girándolo en el aire-. ¡Estás cada vez más grande! Mi niño.
El niño rió con fuerza, abrazándola con fuerza.
- ¡Te extrañé, Cassy! - dejo un beso sobre la mejilla de su hermana y luego se cruzó de brazos, frunciendo el ceño.
- Uh, ¿Ahora que dije? - pregunta divertida.
- Ya no soy un niño, soy todo un hombre - dice golpeando su pecho y Cassandra suelta un risa.
- Perdón hombrecito. - sonrió y dejo un beso sobre la coronilla de su hermano.
Se puso de pie y sostuvo la mano del niño, el cual se aferró a ella. Ambos caminaron hacia la mansión, al entrar, rápidamente fue recibida por dos revoltosos.
- ¡Cassy! - gritaron los mellizos corriendo hacia ella.
Los mellizos se abalanzaron sobre ella. Cassandra no sabe cómo hizo para no caerse pero aún así los abrazo.
- Hola diablillos. - saludos dejando un beso en la coronilla de cada uno.
- Pero miren quien se ha dignado a volver a casa, si es la princesa que vino a ver a los plebeyos. - se burló Hades bajando las escaleras.
Cassandra sonrió, se apartó de sus hermanos y corrió hacia el joven abalanzandose en sus brazos. Hades la sostuvo con fuerza escondiendo su rostro en el cuello de su hermana.
- Te extrañe, princesa.
- También te extrañe, Hades. - susurra Cassandra aferrándose a su hermano mayor.
Luego de unos segundos ambos se separan, pero el pelinegro mantiene un brazo sobre los hombros de su hermana. Cassandra observa a su alrededor y hace una mueca al no notar a Aleksei.
- No lo busques. No está aquí. - le dice Hades.
- ¿Dónde está?
- Con la araña. - responde Emma cruzándose de brazos. Cassandra mira a su hermana y levanta una ceja.
- ¿La araña?
- Se refiere a Avery. - responde Ethan. Y Emma resopla, Cassandra sonrió divertida.
Verla cruzarse de brazos, y decir ese apodo a Avery, le hizo dar un deja vu; por un instante Cassandra recordó cuando llamo de esa misma manera a Guiliana cuando esta quiso casarse con su padre.
- ¿Donde esta papá y mamá? - pregunta.
- Papá tiene una reunión de trabajo. Y mamá está preparando todo para el aniversario. - aclara Emma y Cassandra solo asintió.
- ¿Quien quiere jugar tiro al blanco? - pregunta un muy emocionado Ethan.
- ¡Yo! - gritan todos al unisono.
- Más te vale no hacer trampa está vez. - dice Emma y Ethan solo se encoje de hombros.
- Está vez usaremos otra cosa, no podemos seguir usando a los guardaespaldas para que sirvan de objeto y sostengan la manzana. - dice divertido Ethan y Hades blanquea los ojos.
- ¡Yo voy primera! - grita Emma y corre hacia los jardines.
- ¡Tu fuiste primera la última vez! - grita Ethan corriendo detrás de su melliza.
- ¡Oigan esperenme! - grita Anthony corriendo detrás de sus hermanos.
- ¡Niños no corran! - advierte Hades yendo detrás de sus hermanos.
Cassandra soltó una risa observando a sus hermanos. Su teléfono vibró en su bolso, al momento de sacarlo y leer el mensaje que le habia llegado, una pequeña sonrisa se dibujo en sus labios rojos.
- Hermana, ¿Vienes? - pregunta Ethan con una sonrisa asomando su cabeza por el ventanal de la mansión.
- Claro. - responde.
La castaña volvió a guardar su teléfono y salió de la mansión yendo hacia los jardines junto con sus hermanos.
«Regrese, nena.»
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top