Capítulo 50: Justine Callen

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Una máscara
cubrió su rostro, y hoy
dice la verdad.


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La chica de pelo rubio se levantó mientras se tomaba el cuello con ambas manos y una expresión de ahogo fue reflejada en sus ojos mientras Calynn y Lily se alteraban, pero al parecer ambos profesores ya sabían de lo que se trataba. Meryl emitía ligeros sonidos como si necesitara de agua en aquel mismo momento pero en seguida calló y sus piernas comenzaron a estirarse ligeramente mientras su característico cabello rubio se comenzaba a tornar oscuro, sus ojos verdes se aclaraban lentamente llegando hasta un azul brilloso a la vez que la antigua amiga de Calynn y Lily había desaparecido ante sus ojos y en su lugar podía verse una mujer joven de no más de treinta años mientras parpadeaba, saludando primeramente al director y a la profesora McGonagall.

—Justine —saludó Dumbledore tomándola del brazo y dándole un beso en la mejilla.

—Profesor Dumbledore, es un gusto verlo desde la misma altura —comentó la mujer mientras le dedicaba una sonrisa al anciano. Los tres niños miraban asombrados lo que acababa de suceder, sus miradas de incredulidad eran muestra de su confusión al respecto.

—Me alegra verla —saludó está vez la profesora McGonagall dedicándole un abrazo. Después de que la antigua Meryl terminara de saludar a ambos, el silencio volvió a reinar en la habitación mientras Dumbledore se disponía a hablar, levantándose.

—Ella es la señorita Callen —comenzó Dumbledore mientras señalaba a la mujer con la palma de la mano y esta solo les dedicaba una sonrisa—. La profesora McGonagall y yo, decidimos a principio de curso colocar a una adulta lo suficientemente capaz de proteger a una alumna, pues suponíamos que era en esta generación donde encontraríamos a la vencedora de la Maldición Moíra y no queríamos descuidar a la indicada —explicó el director mientras aún era observado por aquellas miradas de sorpresa por parte de los tres alumnos—. Todo el tiempo pensamos que usted era la nueva mortífaga en el colegio, y al parecer no estábamos equivocados -concluyó el director dejando a las pequeñas hablar.

—Pero, ¿cómo es que Meryl es ahora de esa forma? —cuestionó Calynn intentando expresarse lo mejor posible.

—Poción Multijugos —respondió Dumbledore—, esa poción permite transformarse en alguien más con solo algo de la persona que se quiere convertir por un periodo de tiempo —explicó el anciano mientras las pequeñas escuchaban, intentaban ordenar sus preguntas.

—¿Quiere decir que existe una Meryl Johnson de verdad? —preguntó esta vez el chico con seriedad.

—Así es, señor Snape —comenzó—. La verdadera Meryl Johnson vivía en la calle de la Hilandera, unas casas más alejadas de la suya, señorita Evans. De hecho, ella viene de una familia de muggles, por lo que sus padres tuvieron una relación bastante estrecha con los padres de la verdadera Meryl —prosiguió el director—. Aquella relación duró hasta que se enteraron de los poderes mágicos de su hija y perdieron el contacto por miedo de compartir esto y ser considerados dementes —contó el anciano mientras recordaba con exactitud los hechos sucedidos—. El día en el que a la verdadera Meryl le llegó su carta de Hogwarts yo acudí para conocer a los padres, de la misma manera que lo hice con usted, señorita Evans, solo que la señorita Johnson era ligeramente mayor que usted —relató el director mientras mantenía a todos los presentes bastante concentrados en la historia—. Fue en ese momento que la idea llegó a mi mente pues sabía que usted —mencionó dirigiéndose a Calynn—, y la señorita Evans compartían una amistad, algo que podría servirme de ayuda para tener una espía dentro de la misma calle de la Hilandera, algo que funcionó bastante bien durante unos meses. Desafortunadamente, meses antes de su llegada a Hogwarts —mencionó refiriéndose a la pequeña Black—, la señorita Johnson iría a vivir con sus padres a Francia, por lo que el cambio de colegio era necesario y, una de las propuestas que hice a sus padres para tener aún la protección que la profesora y yo aspirábamos fue solicitar a la señorita Johnson algunos ingredientes para la poción Multijugos —siguió explicando Dumbledore realizando ligeras pausas—. Posteriormente logramos fabricar una gran ración con ayuda del profesor Slughorn y nos decidimos por buscar a la persona indicada para adquirir esa protección —realizó una pausa mientras le dedicaba una sonrisa a la mujer de ojos azules que se la devolvía igual de amigable—. Encontramos a la señorita Callen unos días después de su participación en el ataque de uno de los asentamientos de mortífagos más antiguo donde salió bastante victoriosa. Le hicimos llegar esta solicitud mediante una lechuza y recibimos su aprobación un par de días después, diciendo que aprovecharía esta oportunidad para... ¿para qué, señorita Callen? —terminó Dumbledore volviendo la mirada hacia la mujer.

—Para disfrutar Hogwarts una vez más, no poner atención a las clases al menos por una vez y faltar con los pergaminos de los debes de Transformaciones, ¿no es así profesora McGonagall? —preguntó Justine mientras veía a la profesora intentando no reírse.

—Sobre todo de Transformaciones —contestó la profesora sin poder reprimir una leve sonrisa.

—Pero profesor, la poción que tomó momentos antes de cambiar físicamente, ¿qué era? —cuestionó esta vez la pequeña Black bastante curiosa, recordando que aquel frasco apenas y tenía un poco de líquido.

Veritaserum, una poción realmente poderosa que busca la verdad —comenzó Dumbledore mientras volvía el rostro hacia aquel pequeño frasco—. Un par de gotas logran que el que la toma comience a hablar con la pura verdad y, en este caso, la señorita Callen logró desaparecer los efectos de la poción Multijugos —terminó de explicar el director.

—¡Por eso las charlas tan frecuentes con McGonagall! —exclamó está vez Lily un poco más fuerte de lo que hubiera deseado.

—Exactamente, señorita Evans, además supongo que se habrán dado cuenta de algunos hechizos complejos que lograba realizar su compañera —agregó Dumbledore, ahora todo tenía sentido y, aunque no muchas veces hacía eso frente a ellas, no podían negar que habían sucedido un par de ocasiones donde se preguntaban la manera en la que Meryl podía conjurar ciertos hechizos.

—¿Legeremancia? ¿Oclumancia? —cuestionó Calynn a la mujer que anteriormente había sido su amiga, recibiendo un asentimiento de cabeza por parte de la mujer.

—No quiero que se ofendan —comenzó Justine—, puede que ahora se sientan ligeramente engañadas pero el plan de Dumbledore realmente dio buenos frutos —continuó la mujer—. Lamento haberles hecho falsas esperanzas, al principio McGonagall insistía en que les contara la verdad para evitar lo que puede ser una decepción, pero al final nos dimos cuenta de que lo mejor era el desconocimiento de mi identidad —continuó mientras veía a la profesora por un momento—. Siento haber leído sus pensamientos y sobre todo haberles mentido, pero al final no había una mejor forma de protegerlas —terminó lamentándose.

—Creo que no debes disculparte —habló Lily—, sin importar quién eres realmente, nos diste la oportunidad de pasar momentos inolvidables con una amiga que consideramos de verdad y a pesar de esto aún la seguimos considerando así —expresó la pelirroja para después dirigirle una leve mirada a Calynn.

—Y aún más importante, nos cuidaste, eso es imposible de agradecer —comentó Calynn dedicándole una sonrisa a la mujer. No es que las cosas fueran a ser igual, pues sabían que no era la misma Meryl de cabellos rubios, pero sabían que detrás de aquel nuevo rostro se escondía su misma amiga y aún más especial ahora que saben la verdad.

—El día que fue el ataque de los mortífagos —comenzó Lily después de un silencio abrasador—. ¿Dónde te encontrabas?

—Combatiendo en los terrenos del colegio, nadie sospecharía de Meryl si aquel día me veían como Justine —explicó la mujer—. Sin embargo, el plan se fue de nuestras manos, pensamos que Voldemort supondría que Dumbledore estaría cuidándote —mencionó dirigiéndose a Calynn—, por esa misma razón protegimos a Dumbledore al doble e intentamos mezclarte con todos para no levantar sospechas —continuó relatando—. Nunca imaginamos que Voldemort encomendara semejante tarea a la hija de Druella —terminó con sorpresa y una expresión de temor en su rostro.
La habitación se llenó de silencio mientras todos los presentes pensaban en lo recién descubierto y en todo lo que había sucedido hasta ahora. A pesar de que Calynn y Lily estaban eternamente agradecidas con Justine, ambas no podían evitar aquel sentimiento de sorpresa ante aquella revelación. La pequeña Black aún observaba el suelo, sumida en sus pensamientos, cuando una voz la hizo volver a la realidad.

—¿Qué pasará ahora? —preguntó Severus a ambos profesores—. Según la carta nos quedan menos de cinco días para llevar acabó el plan y poder explicar todo al Ministerio —terminó mientras le dirigía una leve mirada a un papel sobre la mesa del director, al parecer era la misma carta.

—Ahora debemos planificar nuestro ataque a la Mansión Malfoy —expresó Dumbledore con seriedad mientras les indicaba a los tres chicos que se acercaran un poco más al escritorio.

—¿Cuándo cree que logremos llevarlo a cabo? —cuestionó Justine mientras se acercaba aún más a la mesa.

—Tal vez dentro de dos o tres días, la expulsión de la señorita Black es algo que ya se ha avisado, y aunque podríamos esconderla en el colegio, me gustaría cumplir con la fecha estimada —indicó el director, recibiendo un ademán aprobatorio por parte de la antigua Meryl—. Señor Snape y señorita Evans, ¿qué tan preparados se consideran realmente para un duelo contra los magos más oscuros y difíciles? —cuestionó, tal vez para Lily podía parecer una broma, aunque Severus analizó mejor sus capacidades. Fue en aquel momento en el que Calynn se dio cuenta que el secreto de Snape le sería revelado a Lily si a Dumbledore se le escapaba, pues sabía que, al estar de parte de los mortífagos, este debería tener un mejor entrenamiento.

—Supongo que con un poco más de práctica podría llegar a estar a la altura —mencionó Snape sin poder evitar un tono de arrogancia, Calynn volteó instintivamente hacia la antigua Meryl esperando su rostro de disgusto, pero en su lugar solo vio a una mujer escuchando a ambos niños con seriedad.

—Yo solo sé lo que hemos estado practicando durante clases —respondió la pelirroja encogiéndose de hombros.

—No es algo de lo que debemos preocuparnos —comentó Dumbledore, aunque, en el fondo, Calynn sabía que sí lo era—. Trabajaremos de la siguiente manera; Justine y la señorita Evans, por una parte. Señorita Callen, usted sabe lo que debe enseñar; mientras tanto, señorita. Black y señor Snape, supongo que ambos podrían retarse a un duelo de varitas. —Se disponía a avanzar cuando se volvió hacia ellos de nuevo y agregó—. Solo desarmar, nada de utilizar Maldiciones Imperdonables —terminó sin antes dirigirle una mirada a Calynn.
Los cuatro se acomodaron para comenzar su entrenamiento mientras que Dumbledore y McGonagall se limitaban a observar recuerdos en el pensadero y entre ellos discutían algunas cosas del Ministerio de Magia y algunos detalles de la Mansión Malfoy, al parecer estaban planificando el ataque cuidando cada pequeño detalle.

—Supongo que no debo explicarte nada —comentó Calynn mientras se colocaba frente a Severus, preparándose para aquel duelo de varitas, al parecer el despacho se veían aún más grande sin las tantas mesas y sillas dentro de él, Dumbledore se había tomado el tiempo de quitarlas para darles un poco más de espacio.
Severus solo se limitó a negar con la cabeza mientras igualmente se preparaba para aquel duelo.

—¿Lista? —comentó está vez Severus esperando la respuesta de su amiga, hicieron una leve reverencia y esperaron al que atacara primero.

¡Expelliarmus! —exclamó Calynn mientras el hechizo era fácilmente desviado por Severus.

¡Immobulus! —exclamó Severus mientras Calynn se protegía apenas del hechizo.
La duración de su duelo fue bastante. Por un momento, sin que ninguno de los dos de diera cuenta; Lily, Justine, Dumbledore y Minerva los observaban asombrados, aunque la fluidez de hechizos era mayor por parte de Severus, la variedad era mucho más por parte de Calynn.
Aunque le divertía, comenzaba a exasperarse, debía haber un vencedor.

"Él no merece vencerte, después de todo lo que has luchado y practicado". —Una voz comenzó a retumbar dentro de su cabeza mientras intentaba no distraerse demasiado—. "Sabes que tu varita puede dar más, no solo hechizos —comentaba aquella voz arrastrando las palabras—, ¡maldiciones! -gritó la voz dentro de su cabeza intentando aguantar en aquel duelo—. "Pronúncialo, tal vez puedas resistirlas, pero no debes resistir la tentación de mencionarlas". —Esta vez el hechizo de Severus impactó con la pequeña Black, provocando que su varita volara por los aires mientras caía justamente donde estaba Severus. Calynn aprovechó el momento para taparse los oídos, intentando sacar al hombre de su mente.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Severus, su voz se oía a la distancia, por lo que Calynn no contestó, esperó un momento y al parecer la voz había desaparecido, aunque la marca no dejaba de arderle y moverse.

—Creo que está cerca, Voldemort está cerca —aseguró a nadie en particular.

—¿A qué se refiere, señorita Black? —cuestionó el director que había estado observando todo.

—Escuché su voz y la marca se mueve y provoca un ardor bastante fuerte —mencionó mientras se tomaba el antebrazo.

—No se arriesgará a entrar a los terrenos del colegio —agregó el director.

—No, pero puede que a veces se acerque lo más que se permita para comunicarse, creo que lo mejor será planificar todo con mayor rapidez, al menos de mi mente no podrá leer nada —mencionó Calynn mientras se acercaba a Severus para tomar su varita—. Creo que él siente cuando estoy en un duelo, creo que la marca se lo dice de algún modo, la alimenta —mencionó con melancolía mientras volvía a ponerse en posición, lista para un nuevo combate.
Era increíble la forma en la que Calynn había mejorado en los combates de varita, no podía evitar recordar aquellos días donde ver una varita le provocaba una fobia tremenda, o esa primera clase de defensa con Severus fuera de la Mansión Malfoy; aunque en la actualidad ninguno de los dos le diera clases al otro, era bastante notoria la diferencia entre ambos, fue en más de una ocasión que inmovilizaba a Severus con gran facilidad.

—Me asombra la manera en la que has mejorado —mencionó Severus a su compañera mientras recogía su varita que se encontraba justo a los pies de su compañera—. Hace unos meses era yo quien te enseñaba a mover la varita —terminó volviendo sobre sus pasos.

—Las clases de Dumbledore son exhaustivas —comenzó Calynn antes de volver a la posición de duelo—, pero dan sus buenos resultados —terminó concentrándose para después hacer una reverencia.

Practicaron cerca de dos horas, la noche que traspasaba por las ventanas cubrían sus rostros acompañados de bostezos y miradas cansadas, sobre todo de Severus y Calynn que llevaban batiéndose a duelo durante mucho tiempo sin un solo descanso, al parecer la necesidad de un respiro fue tan evidente para ser percibida por el mismo director que se acercó a ellos para felicitarlos.

—Han hecho un excelente trabajo. Señorita Callen y señorita Evans, creo que han mejorado mucho, aunque me gustaría que nos encontráramos aquí mañana lo más temprano posible para seguir practicando los movimientos para esquivar hechizos, en general me ha gustado el rápido progreso —terminó volviendo la mirada a Severus y Calynn—. Igualmente me gustaría su presencia aquí mañana, practicaremos hechizos de uso común, pero eso no quiere decir que no nos puedan salvar de una muerte segura, por eso es la importancia de su conocimiento —ordenó antes de agregar una cosa más—. Debemos apresurarnos, mañana mismo hablaremos sobre el plan y en estos dos días restantes nos dedicaremos a planificar nuestros movimientos a la perfección, nada puede salir mal —finalizó sin antes despedirse de cada uno. Ya se disponían a salir cuando la voz de McGonagall los detuvo.

—Señorita Callen, creo que olvida esto —comentó mientras en sus manos mostraba un frasco ligeramente diferente del que había consumido hace un par de horas.

—Cierto —contestó la mujer dirigiéndose a la profesora con prisa para alcanzar el frasco—. El resto lo tengo en la sala común —indicó para después tomar la poción bastante rápido. En seguida, la altura de la mujer se vio disminuida, sus ojos volvieron a aquel brillo esmeralda, su cabello volvió a teñirse de rubio mientras volvía a acomodarse el uniforme de Gryffindor. Calynn y Lily observaron a Meryl como nunca lo habían hecho, ahora que sabían la verdadera identidad detrás de aquel gesto amistoso no podían evitar sus ademanes de confusión por intentar acostumbrarse a la realidad.

—¡Vamos! Quiten esos rostros, sigo siendo la misma rubia divertida —comentó Meryl con la misma voz que recordaban ambas pequeñas, nada semejante a la que en verdad tenía en su apariencia adulta, era otra persona por completo.
Calynn y Lily asintieron mientras se despedían una vez más de ambos profesores para después comenzar a bajar rápidamente los escalones del despacho del director.

—Es hora de irme —anunció Severus pues cambiaría de dirección para llegar hasta la sala común de las serpientes.

—Nos vemos mañana, después del desayuno —se despidió Calynn mientras Meryl le dedicaba una leve sonrisa. Sin embargo, Lily se limitó a bajar la mirada, era obvio que aún estaba bastante molesta por lo acontecido hace días, aquel insulto había roto el corazón de la pelirroja como nunca y para ella era una gran complicación convivir con Severus durante las reuniones con Dumbledore, pero al final sabía que Lily hacía eso para proteger a Calynn, sin importar la presencia de su antiguo mejor amigo.
Calynn, Lily y Meryl se dirigieron a la sala común con el sueño sobre de ellas, aunque este era ligeramente reducido por la curiosidad que tenían Lily y Calynn sobre Meryl, a pesar de las preguntas hechas en el despacho, aún quedaba mucho por descubrir, demasiadas preguntas sin respuesta que finalmente tendrían sentido.
Los pasillos estaban completamente vacíos, cosa que impidió que emitieran alguna palabra para que Filch no las descubriera y no fue hasta que pasaron por el cuadro de la Dama Gorda que comenzaron a inundar a la rubia con palabras.

—¿Cuánto dura la poción Multijugos? ¿Por qué Dumbledore permitió que fuera a la Mansión Malfoy en vacaciones Navideñas? ¿Te escribes con la verdadera Meryl? ¿Qué pasa si alguien que toma la poción muere con la forma de la otra persona? ¿No es tentador hacer lo que quieras siendo otra persona? ¿Te puedes convertir en un animal?, ¿o en alguien del sexo opuesto? —Preguntas como esas inundaban la cabeza de Meryl, quién solamente las contestó con un bostezo hacia sus compañeras.

—No es que las quiera ofender, pero el descanso que necesito es inevitable —comentó ocasionando un gesto de decepción en ambas niñas—. Con todo gusto responderé sus preguntas mañana por la mañana, no se preocupen —terminó mientras comenzaba a subir los escalones hacia el dormitorio, seguida por ambas niñas. Todas se despidieron con rapidez y se recostaron, listas para dormir.
Calynn, que tardó en cerrar los ojos, aún seguía del todo sorprendida con lo que acababa de ocurrir; sin embargo, las revelaciones de Meryl no era lo único que la mantenía despierta, los planes de Dumbledore y la ayuda de sus amigos en ello no era del todo de su agrado pues lo último que quería era perder a alguien más o no conseguir el objetivo, decepcionando a Dumbledore. Se movía constantemente entre las sábanas intentando evadir pensamientos como ese hasta que la oscuridad inundó sus ojos, aunque aún estaba bastante consciente, sabía que se estaba adentrando a un sueño.

Sentía el viento sobre su rostro mientras este le movía el corto cabello, tenía los ojos cerrados y estaba sostenida de la cintura de una persona mientras sentía que se resbalaba cada vez más, se dio cuenta que estaban volando sobre una escoba.
De repente, la escoba frenó violentamente mientras Calynn perdía el poco agarre que le quedaba y comenzaba a caer hacia el vacío, su estruendoso grito era lo único audible mientras se alejaba de la escoba. Esperaba el impacto con el suelo cuando, de alguna parte, un hechizo impactó sobre ella y cayó al suelo con un pequeño golpe. Intentaba incorporarse mientras lograba ver a las personas que se encontraban a su alrededor; un hombre, bastante herido, estaba recostado sobre la hierba justo al lado de ella, Voldemort se alzaba justo frente a la pequeña que al parecer tenía cerca de cinco años y finalmente, a su otro costado, se encontraba su madre que no se atrevía a avanzar. Calynn se sentó bastante confundida y ligeramente adolorida y escuchó la voz de Voldemort penetrar sus oídos.

—¡Mortífago estúpido! —espetó Riddle mientras veía al hombre que solo le rogaba lo disculpase mientras intentaba olvidarse del dolor obtenido gracias a sus heridas—. Casi has dejado morir a mi hija —mencionó en un susurro mientras una expresión de asombro le borraba la de sus lamentos—. ¡Avada Kedavra! —Una luz verdosa salió por la varita de Voldemort acompañada de un ruido seco que indicaba la muerte instantánea de aquel hombre. Calynn comenzó a llorar, inconsolable, al menos su mirada no había logrado ver el último gesto de aquel hombre—. ¡Rosier! —espetó esta vez en contra de Druella que intentaba mantener una postura seria—. ¡Cómo es que has podido confiarle la vida de la niña a ese hombre! —la reprimió molesto—. Un movimiento en falso Rosier y tú serás la segunda en morir después de la niña —susurró para después agregar—. ¡Ahora desmemorízala! —exclamó para que Druella se apresurara a acercarse a la pequeña, lanzarle un hechizo y perder el conocimiento tanto en el pasado como en el presente.

Se despertó horas después, el dormitorio aún seguía bastante silencioso mientras se levantaba de la cama. Observó que aún era bastante temprano y que solo un par de alumnos ya comenzaban a alistarse. Decidió no perder más el tiempo y comenzó a vestirse y una vez que estuvo lista, bajó al Gran Comedor para degustar un poco de wafles y budín que brindaban en el colegio, acompañada del sabor único del alhelí. Estaba a medio desayuno cuando Meryl y Lily la alcanzaron en la mesa de los leones.

—Hola, madrugadora —saludó Meryl dedicándole una sonrisa.

—¡Ahora sí! —exclamó la pelirroja en cuanto se sentó a la mesa—. Yo comienzo con las preguntas, ¿cuánto dura la poción Multijugos? —cuestionó Lily sin esconder su curiosidad.

—Una hora, aunque Slughorn mencionó que podríamos lograr que durará más —respondió la rubia con seguridad.

—¿Te puedes convertir en animal? —preguntó esta vez Calynn, aprovechando la ocasión para aclarar sus dudas.

—No, no saldría bien esa conversión —respondió la rubia.

—¿Qué pasa si mueres con la forma de otra persona? —interrogó Lily antes de comer un poco de fruta.

—Te quedas con la figura de la otra persona, es decir, la poción no se termina —explicó la niña.

—¿Cómo es que Dumbledore dejó que yo fuera a la Mansión Malfoy en vacaciones Navideñas? —cuestionó Calynn bastante confundida.

—Era complicado, no te dejabas ayudar y yo no fui lo suficientemente lista para revelarte el secreto para que confiaras en mí —respondió Meryl, decepcionada de sí misma—. Era obvio que Dumbledore no quería que fueras, pero dejando a un lado que tú no confiabas en nosotros, Dumbledore tenía un gran temor sobre lo que pasaría si no te dejaba ir, no sabía de qué serían capaces Druella y Cygnus de hacer como venganza —explicó la rubia, lamentándose—. Sentimos haberte dejado en ese momento, pero a ambos se nos fue el plan de las manos —terminó Meryl con decepción.

—No hay de qué lamentarse, creo que debí haber confiado un poco más en ustedes, solo que no estaba lista en aquel momento —mencionó Calynn intentando no sentirse mal.
Continuaron con el desayuno mientras Meryl aún respondía algunas preguntas que se le ocurrían a ambas niñas, aunque se apresuraban para subir al despacho del director.
Observaron entrar al grupo de James Potter por las puertas del Gran Comedor mientras éstos se limitaban a bajar la mirada al pasar a su alrededor para sentarse en un lugar más apartado.

—¿Cómo es que podías llevarte tan bien con Potter y sus amigos? —cuestionó Calynn bastante estupefacta, la verdadera identidad de Meryl era demasiado madura para poder llevar una buena relación con Potter.

—Que sea mayor no significa que no pueda divertirme —comentó la rubia—. Cuando realmente asistí a Hogwarts como estudiante —susurró esta vez—, me dediqué a aprender, desde pequeña sabía que quería vencer al mal, pero también era consciente de lo que eso significaba, es decir, sabía del esfuerzo que debía hacer en Hogwarts para lograrlo —comentó mientras dejaba los cubiertos a un lado—. No podía desaprovechar la oportunidad de volver a cursar Hogwarts sin hacer todas las travesuras que me hubiera gustado hacer la primera vez que estuve aquí —terminó mientras se disponía a levantarse—. Es hora de ir con Dumbledore, aún nos falta practicar mucho el movimiento de varita de aquel Desmaius —terminó la rubia dirigiéndose a Lily, quien solo de sonrojó ligeramente. Comenzaron la marcha al despacho del director cuando, a mitad del camino de las escaleras, un grito llamó la atención de las tres chicas.

—¡Black! —llamó una voz proveniente de un piso más arriba. Calynn volteó instintivamente mientras observaba el rostro de Longbottom cuando sintió un impacto en su rostro, el chico le había lanzado uno de sus libros del colegio mientras grupos de pequeños alumnos salían de otros extremos para seguirle la corriente a Frank mientras Calynn era impactada frecuentemente mientras Meryl detenía algunos de los impactos mientras quemaba los libros antes de que pudieran llegar hasta donde estaban.

—Aventar libros no es nada cuando tienes una varita —mencionó una voz a sus espaldas, era Malfoy—, aunque un duelo de varitas contigo terminaría en menos de cinco segundos —mencionó Lucius con arrogancia mientras los alumnos cesaban de aventar libros a la pequeña Black para escuchar aquella discusión.

—Supongo, te quitaría la varita en menos de tres segundos —le respondió Calynn mientras lograba tornar el gesto orgulloso del rubio en uno de sorpresa y desagrado.

—¿Cómo te atreves? —contestó Malfoy con una mirada vengativa—. ¡Las pagarás, Black! —gritó Lucius a la vez que alzaba la varita, dispuesto a atacar. Calynn sacó la suya igualmente, pero Meryl llegó antes que Malfoy pudiera hacer algo—. ¿Tú? Sangre sucia... —arrastró las palabras arrogantemente el rubio mientras hacía un ademán de bajar la varita.

—Entiendo que tengas miedo —comentó Meryl, ocasionando que Malfoy subiera la varita más de lo que podía permitirse y con mayor firmeza.

—No tengo miedo —agregó Lucius—, solo era una oportunidad para que recapacitaras tu decisión.

—No vale la pena —susurró Lily tomando a Meryl por el brazo mientras esta se soltaba de su agarre y se defendía del primer ataque por parte del rubio. El nombre de diversos hechizos y los sonidos de éstos fueron escuchados durante casi dos minutos mientras ambos alumnos se movían ligeramente, acercándose al borde de las escaleras. Sin embargo, los alumnos del piso superior observaban maravillados, era obvio que adoraban los duelos de magos entre alumnos. Tiempo después, cuando Meryl estaba a poco de acorralar a Lucius y lograr quitarle la varita, un estruendo proveniente de unos escalones arriba hizo que ambos bajaran la varita al instante.

—¡Basta! —exclamó el director con un gesto molesto en el rostro, sabían que sus clases con Dumbledore serían más serias de lo esperado, al parecer esperaba un poco más de Meryl.
La rubia, al observar al director, no intentó rebatir, simplemente se limitó a guardar la varita y bajar la mirada-. Señor Malfoy y señor Longbottom a la oficina de la profesora McGonagall —indicó Dumbledore—, las demás a mi despacho —indicó mientras el grupo de chicas se apresuraba a alcanzar al profesor; un par de risas pudieron ser audibles, provenientes del grupo de alumnos que habían observado todo bastante atentos—. Y ustedes a clases o terminarán en el expreso de Hogwarts de regreso a casa —agregó Dumbledore antes de llegar al ave, decir la contraseña y subir con las tres niñas siguiéndole los pasos. Entraron y, antes de que permitiera que cualquiera comenzara a hablar, le dio un frasco con una poción a Meryl que la tomó con desgana, volviendo a pasar por aquella transformación a aquella mujer, inmediatamente después Dumbledore comenzó a hablar—. ¿No cree decepcionante que una aurora como usted participe en una pelea de niños? —cuestionó Dumbledore, incrédulo.

—Lo siento Dumbledore, pero Malfoy llegó justo en el momento en el que colmaron mi paciencia —justificó la mujer con seriedad mientras hacía un gesto de desesperación.

—A pesar de todo, el señor Malfoy sigue siendo un alumno y es por eso por lo que merece ser respetado —agregó el director.

—Sí, lo siento Dumbledore —mencionó Justine. El director únicamente exhaló antes de comenzar a hablar.

—El día de hoy ambas practicarán los hechizos de defensa que veían el día de ayer —indicó Dumbledore volviendo el rostro hacia Justine y Lily. Iba a agregar algo más cuando el abrir de la puerta del despacho llamó la atención de todos y lograron ver a Severus, bastante tímido—. Señor Snape me alegra verlo —saludó Dumbledore mientras observaba entrar al niño—. Ambos practicarán hoy hechizos básicos que tal vez pudimos pasar por alto, yo los ayudaré en el tiempo en lo que llega la profesora McGonagall —mencionó el director a la vez que se levantaba del asiento del escritorio—. Así que en marcha —apresuró Dumbledore mientras se dividían en la habitación para que cada uno tuviera bastante espacio para practicar. Primeramente, reforzaron un encantamiento para atraer cosas, repasaron Lumos y aprendieron Lumos Máxima, algunos otros para provocar agua o fuego y para convertir objetos.
Practicaron cerca de una hora con Dumbledore hasta que llegó la profesora, se veía bastante atareada, al parecer se había demorado y se sentía bastante culpable.

—Siento llegar tarde Dumbledore —comenzó—, pero el señor Malfoy llegó a mi despacho reclamando un castigo —continuó dejando algunos frascos en el escritorio para después dirigirse a Dumbledore—. Al menos ya he llegado, ¿comenzamos?
El director dejó a Severus y Calynn continuar solos para dirigirse a la profesora y juntos sacaran aquella especie de fuente, que en realidad era el pensadero. Antes de volver a concentrarse, la pequeña Black no pudo evitar notar como McGonagall seleccionaba uno de la docena de frascos que había traído y vaciaba su contenido, era evidente que Dumbledore había pensado en todo.
Su entrenamiento no duró mucho, Severus y Calynn ya tenían una gran habilidad para poder demorarse mucho con encantamientos tan simples. Se preguntaba lo que había podido planear el director, el simple hecho de intentar vencer a su madre le parecía completamente imposible, aunque conocía a Dumbledore y sabía que él siempre encontraba una manera y, si era posible, la más segura de todas.
Esperaron un momento sin decir una palabra a la vez que observaban a Lily y a Justine practicando, el progreso de la pelirroja era bastante notorio, algo que alegró a Justine bastante.
Ambos profesores salieron del pensadero y se volvieron a los chicos, se dieron cuenta que éstos solo esperaban sus indicaciones. Dumbledore volvió la cabeza hacia la profesora McGonagall obteniendo solo una afirmación con la cabeza por parte de ella y después el anciano les indicó que se sentaran.

—Puede que para ustedes el plan sea ligeramente descabellado, pero no hay necesidad de preocuparse —comenzó Dumbledore—. Deben confiar en nosotros, aún tienen tiempo de arrepentirse y negarse a colaborar en esto —insistió Dumbledore buscando que alguno de los dos chicos añadiera algo, pero el silencio reinó después de aquel comentario de Dumbledore, la decisión ya había sido tomada, no había vuelta atrás—. Bien, es importante que escuchen con atención y pregunten sus dudas, aún necesitamos aclarar un par de detalles —explicó el director antes de comenzar la verdadera charla sobre el plan—. Andrómeda Black nos ha ayudado al leer los pensamientos del señor Malfoy durante los últimos días para poder descubrir la razón de quedarse aquí en Hogwarts cuando fue el ataque y los planes de Lord Voldemort. La señorita Black ha encontrado que Lucius no se presentó aquel día por una simple cobardía que deberá pagar caro, y se ha enterado que, en los días cuando la profesora McGonagall y yo hemos planeado llevar acabó el ataque, Lord Voldemort estará demasiado ocupado en otros asuntos fuera de la Mansión Malfoy, por lo que no significará ningún problema —agregó Dumbledore con cierto alivio, al menos era una preocupación menos—. Antes de comenzar y si me permite —empezó Dumbledore dirigiéndose a Severus—, ¿cree que es seguro confiar en usted? —cuestionó el director con una seriedad infinita.

—¿Por qué dice eso? —se atrevió a preguntar el niño con una ligera entonación de ofensa.

—Sabiendo que usted es uno de ellos y que lleva aquella marca en el antebrazo es posible utilizarlo a usted como una amenaza desde dentro de la mansión —contestó Dumbledore, pero antes de que pudiera obtener una respuesta, la pelirroja interrumpió a Severus con otra pregunta.

—¿Es cierto lo que dice, Severus? —cuestionó la niña con lágrimas en los ojos, era evidente la lucha interna que tenía por mantenerlas allí, sin embargo, el chico no le dio una respuesta, al parecer no se atrevía. Lily, ligeramente más molesta tomó el brazo izquierdo de Severus y lo arremangó a gran velocidad antes de que el chico pudiera hacer algo mientras un gesto de gran decepción se formaba en el rostro de la pequeña, las lágrimas eran imparables.

En aquel momento, Lily finalmente había sentido esa sensación de pérdida pues, después de aquellos insultos por parte del mismo Severus, que este perteneciera a aquel grupo de personas tan oscuras y frías era lo único que faltaba. Un momento de silencio fue muestra del análisis mental que presentaba Lily en aquel momento y, de la nada, la pelirroja solo le dedicó a Calynn una mirada de sorpresa combinada con una ligera molestia, sabía que, si Severus era parte de los mortífagos, su amiga lo sabía a la perfección. Lily miraba a ambos negando con la cabeza, decepcionada, mientras Dumbledore solo guardaba silencio, comprendiéndola situación, aunque también ligeramente preocupado.
A pesar de todo lo ocurrido, Lily seguía sentada frente al escritorio, al parecer no tenía intenciones de desertar su participación en el plan.

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"Necesito una máscara.
Soy un cambia formas.
Escondiendo ambos, rostro y mente".

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⌞ Beneath the Mask - Adriana Figueroa ⌟

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Edit by: RomiBorghetti


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