Capítulo 45: La Maldición Moíra

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Creemos saber
nuestro pasado, si no
entonces... ¿Quién soy?


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Mayo, un mes que para la pequeña Black significaba dos cosas totalmente diferentes: un festejo por un año más de vida y la preocupación por un mes más cerca de las vacaciones de verano.

Era la segunda semana de ese mes y durante las semanas anteriores se había dedicado a practicar el encantamiento Patronus y, según Dumbledore, esa noche sería donde por fin podría conjurar un Patronus de cuerpo completo.

Meryl, Lily y la pequeña Black desayunaban alegremente mientras se preparaban para Transformaciones.

—Pronto serán los exámenes finales —exclamó Lily entre preocupada y emocionada al mismo tiempo.

—Genial, Lily —contestó Meryl con sarcasmo.

Calynn solo sonrió y desvió su atención al escuchar el aleteo de las aves que anunciaban que el correo había llegado; El Profeta para Meryl que siempre llegaba aterrizó en la mesa y alguna correspondencia de algunos alumnos que se sentaban alrededor también aterrizaban haciendo bastante ruido. La pequeña mortífaga no la había dado mucha importancia y había desviado la vista a su comida hasta que observó dos patas de un ave frente a su plato e inmediatamente un nudo se comenzó a formar en su garganta. Dejó sus cubiertos a un lado y comenzó a desatar el sobre que venía atado a la pata del animal mientras sentía la vista de sus amigas sobre de ella; abrió el sobre y al observar la caligrafía de Druella sintió ardor en el pecho, como una especie de odio hacia aquella letra.

"Calynn Black:

¿Has sentido el ardor en el antebrazo izquierdo? Así es, estamos cerca, ahora ve y cuéntale a Dumbledore. ¿O acaso crees que nosotros no lo sabemos? Pero ten esto en cuenta, cuando menos te lo esperes, estaremos tocando la puerta del castillo... no tienes otra alternativa que venir aquí en vacaciones de verano si es que aún estás viva...

-D"

La pequeña sentía como le latía el corazón, el miedo le recorría cada membrana de su cuerpo, levantó la vista de la carta y observó los ojos de Dumbledore sobre ella y tan solo señaló la palabra "Druella" con los labios y el profesor entendió ya que asintió con la cabeza y tornó una cara de preocupación.

—Esto quiere decir que hay alguien en el castillo que te está vigilando —exclamó Meryl.

—Pero ¿quién puede ser? —cuestionó Lily confundida.

—Es ahora cuando he tenido más enemigos, ¿crees que Black tenga algo que ver? —preguntó Calynn señalando a Sirius con la cabeza, las tres chicas voltearon a verlo al mismo tiempo.

—No lo creo, la última vez que habló de ti con Druella le dio mucho miedo —exclamó esta vez Meryl mientras negaba con la cabeza y el chico solo las miraba con temor.

Ambas chicas recordaron la única vez donde Druella había mandado un vociferador y había agradecido la información de Calynn por parte de Sirius.

—Tenemos que encontrar al espía —comenzó Lily—, sea quien sea sabe quiénes son tus padres, conoce dónde viven tus padres y tiene un odio contra ti —finalizó la pelirroja bastante segura de sus palabras.

Meryl y Calynn asintieron con la cabeza y continuaron desayunando, a pesar de todo, la preocupación en la pequeña Black era evidente y no podía ocultarla de un momento a otro.

Las clases en Hogwarts no eran como antes, actualmente se sentía bastante deprimida al escuchar los comentarios ofensivos de sus compañeros siempre relacionados con la marca de su brazo. Era en ese momento cuando entendía del todo a Severus, en ese mismo instante las únicas personas que se enorgullecen de esa marca son sus padres, Voldemort y sus seguidores; pero las personas con las que convive a diario la ven como un peligro para el colegio. A la pequeña mortífaga le sorprendía con qué naturalidad había tomado las revelaciones Meryl y es cuando cayó en la cuenta de algo que llevaba tiempo pensándolo, tal vez Lily le había dicho algo y tal vez esa fuera la razón por la cual Meryl no se hubiera disgustado.

Salieron de una larga clase de Transformaciones a su descanso y mientras esperaban a que Meryl terminara de hablar con la maestra McGonagall después de la clase, Calynn comenzó a cuestionar a Lily sobre Meryl.

—¿Alguna vez le dijiste algo sobre mí a Meryl, Lily?

La pelirroja se puso roja e hizo una expresión de incomodidad, lo que reveló su secreto.

—Fue durante vacaciones de Navidad, cuando tú no estabas en el colegio. Le confesé sobre tu situación y tus padres —confesó Lily.

—¿Y cómo se lo tomó? —preguntó Calynn.

—Al principio trató de asimilarlo, pero después me ayudó a pensar planes para rescatarte, pero todos eran inútiles —comenzó Lily—, a partir de entonces creo que he notado que se ha dado cuenta de que no todos los mortífagos vienen de Slytherin y que los mortífagos también pueden ser buenas personas, no se lo tomó mal, creo que es una buena amiga —exclamó Lily. La pequeña Black se quedó reflexionando sobre ello, le agradaba que Meryl no la juzgara y cuando iba a agregar algo, esta fue interrumpida por la presencia de la rubia, esta vez traía una mirada perdida como pocas veces se le veía.

—¿Estás bien? —cuestionaron Lily y Calynn al mismo tiempo.

—Perfectamente, ¿vamos al jardín? —propuso la rubia.

—Íbamos a buscar a Severus —comentó Lily—. ¿Te importa acompañarnos?

Meryl lo pensó por unos momentos, después se encogió de hombros y retomó el paso junto con sus amigas. Caminaron por los pasillos, bajaron todos los pisos del castillo que se les hacían eternos y después de un rato salieron al jardín a disfrutar de la brisa, el clima nublado de mayo y de la naturaleza en sí. Se iban acercando a un árbol grande y desde la lejanía comenzaron a escuchar unos gritos de burla.

—¡Quejicus! ¡Quejicus! —mencionaban los alumnos alrededor de James, Sirius, Peter, Remus y, por supuesto, Severus. En lo que llegaban a acercarse las chicas vieron que James desarmó a Severus que ahora se encontraba en el suelo gracias a un hechizo llamado Impedimenta.

—¡Eres un arrogante, James Potter! —comenzó a insultar Severus—. ¡Tú y este grupo de amigos nunca lograrán hacer algo, ni siquiera en el Quidditch! —Cuando Severus mencionó el Quidditch, la expresión de burla de James cambió totalmente a una de odio profundo.

Varios estudiantes contemplaban la escena, algunos burlándose y otros solo miraban sin decir palabra, Severus intentaba levantarse, pero el hechizo se lo impedía, tan solo podía forcejear en el verde pasto.

—¿Qué les parece si le lavamos esa boca tan asquerosa que tiene Quejicus? —se burló James recibiendo la aprobación de los demás en tono de burla—. ¡Fregotego!

El hechizo fue a parar a la boca de Severus mientras que dentro de ella se comenzaban a formar burbujas y pompas de jabón que le rebosaban de la boca mientras forcejeaba, lo que le provocaba tos al sentir como se atragantaba.

—¡Déjenlo en paz! —exclamó Lily que había llegado acompañada de sus otras dos compañeras.

—¡Evans, Johnson y Black! ¿Qué cuentan? —saludó el niño de lentes redondos.

—Déjenlo en paz —repitió la pelirroja. Los miraba con una mirada desaprobatoria—. ¿Qué les ha hecho?

—Evans, solo le basta con existir —se burló James seguido de los estudiantes de su alrededor.

—Te crees muy gracioso, pero no eres más que un arrogante y sinvergüenza —agregó Lily—. Ahora déjalo en paz, Potter.

—Lo dejaré en paz si sales conmigo, Evans —comentó James mientras que atrás de este, Severus comenzaba a arrastrarse por el suelo para intentar recuperar su varita mientras aún lidiaba con el jabón en la boca.

—No saldría contigo ni en un millón de años —espetó Lily con repugnancia.

—¡Eh! —exclamó Sirius al percatarse de los movimientos de Severus cuando este lanzó un hechizo en dirección a James, su efecto se produjo en una de las mejillas del muchacho, produciéndole un corte largo de donde salió suficiente sangre para manchar la túnica rojiza. James giró rápidamente, hubo un destello y Snape quedó colgado por los pies en el aire; la túnica le cubría el rostro y sus piernas desnudas y unos calzoncillos grisáceos eran visibles, los alumnos reunidos alrededor de ellos reían a carcajadas.

—¡Bájenlo! —ordenó Lily.

—Como quieras —respondió James quien dejó caer al chico como un montón de ropa. Bastante confiado, James le dio la espalda a Severus y este rápidamente se puso de pie para apuntar a Potter con la varita cuando Sirius se percató de esto.

¡Petrificus Totalus! —exclamó Black apuntando a Severus que cayó al suelo, rígido como una tabla. La pequeña Black no sabía cómo actuar, estaba pensando en alguna estrategia para ayudar a Lily.

—¡Déjenlo en paz! —exclamó Lily con la varita en mano.

James y Sirius la miraron cautelosos.

—Evans, no me obligues a echarte un maleficio —protestó Potter.

—Entonces quítale la maldición —exclamó Lily mirando a Severus.

James suspiró bastante decepcionado, apuntó a Snape con bastante pesadez y pronunció el contrahechizo.

—Listo —aseguró Potter mientras Severus comenzaba a ponerse de pie—. Has tenido suerte de que Evans estuviera aquí, Quejicus...

—¡No necesito la ayuda de una sangre sucia como ella! —gritó Severus aún molesto por lo que acababa de pasar.

Un momento de silencio se hizo en el lugar, no era ningún secreto el tipo de relación que llevaban ambos y era, para todos, un gran asombro que Snape hubiera pronunciado esas palabras. La pequeña Black pudo percibir el cambio de respiración de la pelirroja y las lágrimas que guardaba con bastante esfuerzo, al percatarse, Lily parpadeó rápidamente y adquiriendo un tono más frío recitó:

—Bien, la próxima vez no me meteré donde no me llaman. Y, por cierto —añadió en el mismo tono—, yo que tú me lavaría los calzoncillos... —realizó una pausa pensando un poco las palabras—, ...Quejicus.

—¡Pídele disculpas! —ordenó James dirigiéndose a Severus con la varita en alto.

—No quiero que lo obligues a que me pida disculpas, ambos son igual de detestables —exclamó la pelirroja.

—¡Pero yo nunca me atrevería a llamarte... eso que tú sabes! —apeló James pensando un poco las palabras.

—Tratas de arreglarte siempre el pelo para que parezca que acabas de bajar de la escoba, presumes tu estúpida Snitch y lanzas maleficios a cualquier tontería. No sé cómo esa escoba puede elevarte en el aire porque esa cabeza ha de pesar demasiado. Me das asco —terminó Lily con la voz quebrada en las últimas palabras antes de salir corriendo del lugar hacia el castillo, seguida de Meryl; la pequeña Black se quedó un momento allí, sin saber a dónde ir.

—¿Qué mosca le habrá picado? —se preguntó James.

—Creo que piensa que eres bastante presumido —argumentó Sirius.

—Tal vez —contestó el chico para después volverse y elevar a Severus de nuevo en el aire, boca abajo.

—¿Quieren que le quite los calzoncillos a Quejicus? —exclamó James en tono de burla mientras los alumnos lo apoyaban con vítores.

James sonrió y comenzó a bajar los calzoncillos de Snape cuando una voz resonó en el patio.

—¡Bájalo, Potter! —La pequeña Black había sacado su varita y lo veía amenazantemente, incluso algunos alumnos gritaron y decidieron que lo mejor era huir.

—Black, ¿qué vienes a mostrarme? ¿Cómo se mueve la serpiente de tu brazo? —se burló Potter, aunque esta vez muy pocos le siguieron el juego, incluso Sirius, quien sostenía dos varitas, la miraba con miedo.

James terminó de reírse solitario, después barrió a la pequeña Black con la mirada y esbozó una sonrisa que parecía le dolía gracias al corte de su mejilla del cual aún persistía la sangre. La pequeña Black tomaba su varita con cada vez más presión hasta que no pudo soportarlo más y decidió utilizar todo lo que había aprendido con Dumbledore y Severus.

¡Expelliarmus! —exclamó la pequeña mortífaga mientras el niño de anteojos se agachaba para evitar el hechizo como si ya se lo esperara, Severus cayó al suelo a causa de la interrupción del hechizo, aunque esta vez sí se lastimó un poco más ya que tardó más tiempo en levantarse.

¡Impedimenta! —lanzó James, atrayendo la atención de la pequeña hacia él, protegiéndose correctamente con los conocimientos aprendidos con Dumbledore mientras pensaba en alguna maldición que pudiera lanzarle. Los alumnos que estaban reunidos alrededor retrocedieron apresuradamente.

Aunque Calynn se impresionaba del talento de James, esta no podía desconcentrarse ya que muchos de los maleficios que le lanzaba James a ella los evitaba, pero quería tomar la delantera y atacarlo con lo que menos se esperaba. Analizó que, aunque el niño tenía gran agilidad para la velocidad de lanzamiento de estos, siempre eran los mismos hechizos por lo que empezó a pensar uno que este no conociera. Después de evitar un Petrificus Totalus que venía directo hacia ella, Calynn lanzó un hechizo que tomó por sorpresa a Potter:

¡Desmaius! —exclamó la chica, un hilo rojizo salió de la varita hacia el chico de lentes que al parecer no vio venir y al impactar con él, este cayó en el suelo como si estuviera inconsciente. Calynn observó a Severus quien también miraba a la chica impresionado y pudo ver que la profesora McGonagall se aproximaba rápidamente al lugar donde estaban los niños. En un movimiento rápido, la pequeña Black le exigió a Sirius la varita de Severus a lo que este se la dio sin ningún reproche, después se la dio a Severus, tomó la mano de este, pasaron entre los alumnos reunidos alrededor que les dieron paso libre y salieron corriendo hacia el castillo escuchando gritar sus nombres a la profesora McGonagall. Llegaron al gran comedor y se detuvieron a tomar aire, la pequeña Black levantó la túnica de su brazo izquierdo y observó a la serpiente moverse felizmente, sabía que eso solo ocurría cuando sentía un odio profundo, y de verdad no soportaba esa sensación en la marca.

Posteriormente se volvió a Severus y esta vez lo miró con bastante desaprobación.

—¿Por qué has dicho eso Severus? —le reclamó al chico que mantenía la cabeza gacha. La pequeña Black no escuchó respuesta, y ya iba a repetirle la pregunta cuando escuchó un pequeño sollozo y esta vez pudo ver que por las mejillas del pequeño se resbalaban unas lágrimas cristalinas, llenas de dolor. Calynn no sabía qué hacer, esa era la primera vez que había visto llorar desde hace mucho a su amigo y de esa manera, lo pensó por un momento hasta que rodeó con los brazos a su compañero y lo trataba de consolar. Tal vez era el hecho que nunca lo había visto llorar así, que la pequeña Black comenzó a sentir tristeza mientras se le disolvía el coraje, Severus, por su parte le correspondió el abrazo mientras con sus lágrimas mojaba la túnica de su compañera que era muy distinta a la suya.

Después de un momento, cuando solo estaban abrazados y Severus ya solo sollozaba, el sonido de las puertas del Gran Comedor fue estridente, ambos chicos se separaron al instante y observaron entrar a la profesora McGonagall.

—Black, Snape —indicó la profesora dirigiéndose ambos chicos—. A mi oficina, ahora —ordenó seriamente.

Ambos niños caminaron con pesadez mientras iban visualizando el castigo que se les venía. Subieron un par de escaleras y llegaron a la oficina de la profesora, se sentaron en los sillones enfrente del escritorio y ella frente de ambos, la mujer los miró preocupada, desvió su mirada al antebrazo izquierdo de ambos y suspiró para después comenzar a hablar.

—Supongo que el señor Potter le dio una buena excusa para empezar un duelo de varitas, señorita Black —comenzó McGonagall mientras la pequeña asentía con la cabeza—. Sin embargo, el señor Potter sigue siendo un estudiante del colegio por lo tanto merece un castigo, ¿no es así, señorita Black? —La pequeña solo asintió encogiéndose de hombros, la profesora notó la actitud de Calynn y se apresuró a agregar—. Claro que el señor Potter recibirá un peor castigo, ya que fue quien empezó esto... como de costumbre. Por otro lado, señor Snape, ¿escuché salir un insulto de su boca contra su compañera Lilianne? —cuestionó McGonagall.

Severus dudó por un momento cómo comenzar, después tomó fuerzas y confesó:

—Sí, fui yo profesora —terminó con voz ronca.

Minerva lo observaba pensativa, no podía creer que llamara a Lily de esa manera.

—¿Ella le dijo algo? —preguntó McGonagall.

—No —comenzó el niño—, ella no me hizo nada, ella solo quería ayudar —sollozó el niño al terminar.

—Creo que ambos recibirán castigo, pero nada grave, señor Snape usted tendrá que ayudar al conserje a limpiar los pasillos del tercer piso, mientras que usted —mencionó mirando a la pequeña Black—, tendrá que ir al Bosque Prohibido, hoy a la medianoche, allí le dirán que hacer. ¿Comprendido? —finalizó la profesora.

Ambos niños asintieron, no tenían otra opción; se levantaron, se despidieron de McGonagall y salieron de la oficina para ir a sus respectivas clases.

Durante vuelo, Lily no dijo ninguna palabra, aunque James trataba de acercarse para disculparse, pero la pelirroja lo evitaba y se cambiaba de lugar. Incluso no le dirigió mucho la palabra a Calynn quien quería consolarla y saber cómo se encontraba.

La pequeña, al terminar su clase, subió y tomó una siesta, pues dentro de poco tendría que estar en las inmediaciones del Bosque Prohibido. Cerró sus ojos y comenzó a soñar.

Iba cayendo rápidamente hasta que chocó con el suelo, no había sido demasiada distancia, se levantó con dificultad y observó que estaba rodeada de algunas personas mientras intentaba combatirlas, después, una de estas se acerca a la pequeña sin que esta se percatase y cuando la vio Calynn se despertó del sueño, con su respiración agitada y las manos sudadas, afortunadamente no había muchos alumnos en el dormitorio ya que no era muy tarde. Aprovechó que ya se había levantado para bajar a cenar algo rápido para ir al Bosque Prohibido.

Se encontró el comedor casi desierto, en su misma mesa solo estaba Alice Howell, quien se recorrió un poco al notar la presencia de la pequeña.

Después de comer en eterno silencio se levantó y subió las escaleras rápidamente para llegar a su sala común, abrió el cuadro despertando a la mujer dentro de este, y continuó caminando, dejando atrás las quejas de la mujer; tomó una lámpara, su varita y la capa de invisibilidad y volvió a llegar al cuadro, dijo la contraseña muchas veces seguidas para que la mujer se callara y le diera el paso de una vez por todas. Bajó las escaleras desiertas, se puso la capa para evitar las preguntas de Filch en caso de que se lo encontrara, bajó a la planta baja y salió por las grandes puertas de roble. La noche era demasiado oscura, los grillos cantaban y el ulular de las lechuzas era bastante audible entre el silbido del viento, siguió caminando, recordando que hace solo unas horas que había estado en ese jardín, dándole su merecido a James, quien, para su parecer, se merecía más que un simple castigo. Cuando se dio cuenta, la pequeña se había impregnado al bosque oscuro, encendió su lámpara, pero aun así no le funcionaba de mucho. De la nada, una luz azulada se pudo ver en el suelo a través de sus piernas, volteó instintivamente y vio un ave azulada que reconoció al instante, era la misma que la había guiado las dos únicas veces que había encontrado la trampilla en el bosque, decidió seguirla, pues era su única compañía. Mientras caminaban, iluminando el bosque, la pequeña Black se percató de la forma del ave y recordó las últimas clases sobre el encantamiento Patronus, el color y forma de aquella ave era casi idéntica a la del Patronus de la profesora McGonagall, cuando advirtió esto se detuvo en seco mientras el ave la imitaba unos pasos más adelante y la pequeña comenzó a buscar al rededor el creador del Patronus, pero no encontraba a nadie. El silencio era abrasador e impenetrable, y aunque la luz proveniente del ave le era de bastante ayuda esta no lograba vislumbrar alguna presencia. Por consecuencia, decidió emprender la marcha de nuevo con su acompañante, el llevar la capa de invisibilidad puesta le daba un poco más de seguridad al dar los pasos pues se sentía segura dentro de ella.

Llegaron a aquel árbol alto, donde hace unos meses había levantado la misma trampilla. Se sentó junto al ave a ayudarle a limpiar un poco la puerta de todas las ramas y raíces que la protegían, Calynn abrió la puertilla después de haberse levantado, pues como había predicho, un montón de arañas comenzaron a salir de aquel hueco y la pequeña las evitó con pequeños saltos. Cuando no notó más presencia de arañas, la chica se sentó de nuevo y ya iba a adentrarse a la trampilla cuando en la parte superior de esta observó un pergamino con algunas anotaciones, Calynn lo tomó curiosa mientras intentaba leer con los rayos azulados.

"No mires al basilisco"

"Recoge el libro"

"Si sientes peligro sal de allí lo antes posible"

La pequeña dio la vuelta al pergamino, pero no encontró nada más, ¿De verdad era esto lo que tenía que realizar esta noche? ¿Qué podría tener ese libro de especial? Volvió a leer las recomendaciones, probablemente de Dumbledore y, después de despedirse del ave y quitarse la capa para no lastimarla, se adentró a la trampilla. Sentía cómo caía una vez más mientras esperaba el impacto del suelo en cualquier momento hasta que sintió una especie de cobija acolchonada bajo de ella, alguien la había puesto allí, lo cual le ayudó a no romperse ningún hueso en aquella caída. Se levantó relativamente fácil y comenzó a caminar con cautela y con todos los sentidos bien abiertos en dirección al libro plateado. Cuando comenzó a dar pasos sobre aquel piso verdoso, como todo lo que lo rodeaba, sentía cada vez más miedo, pero la preocupación comenzó cuando, al acercarse al libro, la marca del brazo izquierdo comenzó a dolerle a horrores. Silenció un grito de dolor, pero a cada paso y menos distancia del libro era un dolor más intenso, estaba a punto de tocarlo cuando de una especie de arco de una de las paredes verdosas Calynn pudo observar un colmillo gigante, se reprimió todo lo que pudo el dolor del brazo y comenzó a correr evitando caerse hasta el extremo contrario de la sala mientras escuchaba el arrastre del animal cada vez más cerca de ella hasta que quedó atrapada en una esquina de la habitación, con los ojos cerrados y esperando lo peor; sintió casi la piel del animal sobre de ella cuando esta pronunció como última esperanza:

—Déjame en paz.

Y, totalmente contrario a la reacción esperada por la pequeña, sintió cómo el reptil se alejaba cada vez más, pero esperó bastante antes de volver a abrir los ojos, agudizó el oído y al no escuchar nada la pequeña abrió sus ojos y observó que se encontraba de nuevo sola en la habitación. Simplemente no podía creerlo, ¿por qué eran tan peligrosas estas criaturas si podías protegerte de ellas con solo las palabras?

Calmó su respiración mientras guardaba la varita que se había percatado que había sacado de su túnica instintivamente y volvió a intentar acercarse a aquel libro tan custodiado. Abandonó la esquina donde se encontraba dejando atrás un majestuoso candelabro ubicado en la boca de una gran serpiente fabricada a base de plata; caminó igual de temerosa mientras intentaba aguantar el dolor que le provocaba. A cada paso que daba el dolor se intensificaba y era más difícil evitarlo, sentía que no lo soportaría más y armándose de valor corrió hacia el libro y al tomarlo con las manos esta se desplomó en el suelo sin poder evitar dar un grito de dolor mientras algunas lágrimas salían de sus ojos. Se tranquilizó un poco y soportando el dolor al tocar el libro comenzó a hojearlo, la portada plateada era realmente bella, la serpiente lo hacía parecer realmente majestuoso y antiguo a la vez ya que la portada era demasiado gruesa, abrió el libro y observó la primera página y se percató que esta estaba en blanco, después la segunda se encontraba igual que la primera. La pequeña comenzó a extrañarse, la tercera y la cuarta también se encontraban en blanco, Calynn comenzó a exasperarse, tomó el libro y dio un rápido vistazo para darse cuenta de que todas las páginas estaban en blanco, comenzó a reflexionar sobre esto cuando el piso donde se encontraba la pequeña comenzó a desmoronarse y, la pequeña de reflejos rápidos tomo su varita, su lámpara y el libro para después comenzar a sentir cómo caía.

Aunque la distancia no fue mucha, el impacto le dolió un poco, se colocó de pie y trató de observar algo a su alrededor pero esto se componía únicamente por oscuridad total, el frío empezó a presentarse a una gran intensidad, prendió su linterna con dificultad y comenzó a pasarla por distintos lugares cuando vio una mano blanca y larga que comprendía de una túnica negra, la pequeña siguió el rastro y llegó a la especie de boca de la criatura, esta comenzó a acercarse a la pequeña y esta, bastante asustada, trató de hacer algo pero fue demasiado tarde ya que comenzó a sentir un sentimiento de vacío interior, como si sintiera que le extrajeran toda la felicidad. Posteriormente, otra criatura la atacó de nuevo y la pequeña cayó esta vez al piso realmente debilitada pues lo único que le ocasionaban aquellas criaturas eran revivir su pasado de crueldad. La pequeña estaba desesperada, recordó que Dumbledore le había enseñado la manera de combatirlos, trató de pensar algo agradable, pero fue demasiado tarde pues uno de los dementores llegó frente a ella y volvió a alimentarse con su alma, la pequeña solo sentía como le quitaban una parte de ella cada vez que esto pasaba, otro más se aproximó por su derecha y la agarró tan imprevista que después de succionarle su pizca de felicidad la mandó al suelo gracias a su debilidad. Desde allí trataba de conjurar los Patronus, pero le era imposible y lo único que lograba era la salida de unas pequeñas pizcas azules de la punta de su varita, también intentaba combatirlos con otros hechizos que dominaba mejor, pero estos tampoco dieron resultado. Cerca de otros cinco dementores comenzaron a alimentarse más de ella mientras la pequeña comenzaba a marearse, Calynn ya no tenía nada de fuerzas, de la nada, una de las criaturas que le atacaba se acercó a la pequeña, aún más cerca que las demás con un propósito diferente. Tomó el rostro de la pequeña con sus manos mientras sentía como se congelaban sus mejillas y el dementor comenzó a acercar los labios de la pequeña a la boca de aquella criatura mientras la pequeña trataba de forcejear con las pocas fuerzas que le quedaban, pero le fue imposible ya que al mismo tiempo le extraían la felicidad otro grupo de dementores a su lado. Mientras la criatura le acercaba sus labios a los suyos la pequeña pensaba en lo peor mientras intentaba fallidamente conjurar un Patronus, y cuando ya se iba a dar por vencida, el ruido de un ave fue audible y esta se adentró a la habitación rápidamente y ahuyentó a las criaturas, la pequeña pudo soltarse del agarre del dementor y pudo incorporarse con bastante dificultad y, mientras el ave combatía con los dementores, la pequeña buscaba una salida a través de las paredes o cerca del piso hasta que se dio cuenta de que la única forma de salir sería a través de la misma forma en que había entrado, comenzó a buscar el libro entre lo poco que iluminaban los rayos azules del ave pero le fue inútil. La pequeña al observar que la cantidad de criaturas era interminable decidió mejor dejar el libro y, colocándose justamente debajo de la entrada por donde podía contemplarse parte de las estrellas, la pequeña se concentró totalmente y exclamó apuntando con la varita hacia arriba con todas las fuerzas que le quedaban:

¡Ascendio!

Calynn se levantó del suelo rápidamente y con la suficiente potencia para poder salir por donde había entrado, tocando tierra bastante dura llena de ramas, raíces, hojas y algunos insectos.

El ave salió un poco después de la pequeña y, antes de que pudiera agradecerle, esta comenzó a desvanecerse poco a poco llegando hasta la punta de la varita de un hombre que estaba frente a ella con un atuendo mágico, una larga barba y una sonrisa positiva.

—¿Usted? ¿Todo el tiempo fue usted? ¿Siempre me guio hasta aquí? —exclamó la pequeña Black hacia el director de Hogwarts.

—Obviamente, todo tenía un sentido. Y pronto podrá saber la verdad, ¿ya lo ha conseguido? —preguntó el hombre.

—Lo he perdido al caer al lugar de los dementores —mencionó Calynn mientras se sonrojaba, haciendo referencia al libro.

Dumbledore no asintió ni negó nada, únicamente se quedó reflexionando acerca de lo que ahora proseguía y de los hechos realmente revelados.

—Es la única vencedora de la Maldición Moíra, la maldición que siempre representó la protección hacia el mismo libro, la maldición que nunca nos permitió tener aquel libro en nuestras manos.

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"Secretos gritando fuerte.
Están enterrados en el suelo.
Están destinados a salir".

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⌞ Run Run Rebel - Hidden Citizens⌟

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