Capítulo 44: Patronus

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La felicidad
no es objetiva, sino
una ilusión.


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La chica pensó un poco antes de contestar.

—Gracias Severus —exclamó mientras tomaba las plantas y las olía con los ojos cerrados—. Y huelen delicioso —agregó volviendo a mirar al chico.
Severus solo sonrió mientras un color rojizo subía por sus mejillas.

—¿Cómo te sientes? —preguntó el chico después de una pausa.

—Casi perfecta —comenzó—, en cuanto esta pierna sane volveré a la normalidad. Aún me duele un poco —hizo una breve pausa volviendo la cabeza a donde se encontraba Lucius—. Aunque apuesto que no como a Malfoy, ¿tienes idea de lo que le ha pasado? —susurró lo último para evitar ser escuchada.

Severus palideció, recordar lo que había pasado le traía las mismas sensaciones, pero no podía mentirle a su amiga. Tragó saliva y se armó de valor para confesar su error.
El chico se acercó más a la chica antes de comenzar a hablar.

—Le he lanzado un hechizo —confesó Severus con la mirada de la pequeña sobre de Severus—, él y otros Slytherin entraron al Gran Comedor cantando una canción burlándose de tu situación en la enfermería —hizo una pausa para recuperar el aire—. No pude soportarlo más y lancé un hechizo que nunca había probado antes, yo desconocía la gravedad de las consecuencias. —Severus paró por un momento, la imagen de la sangre sobre el comedor volvió a su mente y le impidió hablar mientras un nudo se le hizo en la garganta.

—¿Qué sucedió después, Severus? —siguió cuestionando la pequeña Black.
Severus alzó la mirada negando la cabeza mientras respiraba para relajarse.

—El hechizo le provocó cortes grandes e instantáneos y empezó... —Severus no habló más, ninguna lágrima corría por su rostro, pero ningún movimiento era visible, estaba impresionado por lo que había cometido y seguía igual de arrepentido.
La niña aún no entendía entonces cómo era posible que Lucius siguiera con vida.

—Pero ¿cómo lo lograron salvar? —preguntó Calynn con preocupación en la voz.

—También sabía el contrahechizo, pero el pánico me bloqueó la mente por un momento. —Hizo una pausa y esta vez habló aún más bajo—. Son estas cosas las que me hacen recordar los actos de los mortífagos, mi varita se ha vuelto muy poderosa en hechizos de magia negra, ¿se supone que debería sentirme orgulloso de ello?

La pequeña Black meditó esas palabras por un momento, sabía que esa misma pregunta se la había hecho en ocasiones anteriores.

—No, nunca podríamos sentirnos orgullosos de ello, Severus —contestó Calynn después de un momento con seriedad, el niño necesitaba un apoyo, un consejo.
El silencio reinó en la sala por unos momentos, ambos reflexionaban sobre lo que habían dicho.

—¿Te has enterado de lo que ha hecho Longbottom? —cuestionó Severus más molesto que antes.
La pequeña Black recordó lo que le había comunicado sus amigas, y el coraje volvió a presentarse en ella.

—Meryl y Lily me lo han dicho, ¿por qué el colegio está custodiado por aurores? —preguntó la chica.

—Dumbledore está preocupado. Se cree que Druella quiere infiltrarse en el castillo para sacarte de aquí o para tener a Hogwarts en manos de los mortífagos —comentó Severus.

—¿Crees que eso suceda? —cuestionó la pequeña preocupada.

—El deseo de Druella de tenerte en casa es demasiado grande, sabe que tienes que venir a aprender lo que no aprendiste cuando estuviste viviendo en la calle de la Hilandera, pero existe una razón por la que te necesita con ellos. Creo que ella cree que tú estás planeando algo con Dumbledore para revelarte hacia ellos —comentó Severus.

—Han acertado —continuó la pequeña Black—. Dumbledore quiere protegerme de ambos y creo que aprovechará para poder acercarnos a Voldemort —terminó Calynn seriamente.
Severus iba a agregar algo cuando la enfermera regresó para avisar que era tiempo de que Severus se fuera.

—Nos vemos —se despidió la pequeña Black con nostalgia sin levantarse mucho de su cama.
Severus solo le dirigió una leve sonrisa mientras caminaba hasta que desapareció por la puerta.
La chica se quedó sola mientras pensaba sobre todo lo que había sucedido recientemente, se acomodó en la cama, apenas se dio cuenta de lo casada que se sentía.
La enfermera llegó con un vaso de leche y se lo entregó a la niña que volvió a incorporarse para tomarlo, esa frescura que sentía en el lácteo le encantaba.

—Aquí tienes —mencionó la enfermera cuando se lo entregó.

—Gracias —agradeció la pequeña Black antes de volver a recostarse, y después de adquirir una posición cómoda pudo dormir sin interrupciones.

Al día siguiente, la pequeña se levantó con los rayos del sol que llegaban a colarse por las ventanas, la enfermería se encontraba totalmente silenciosa, era obvio que Lucius dormía. Se sentó en la cama y tomó un poco de la fruta que se encontraba en la mesa de al lado, la fresa era su favorita.

—Buenos días —la enfermera llegó, abrió más las cortinas que escondían la cama de la pequeña y sirvió jugo en un vaso que había también junto a su cama—. Hoy probaremos esos huesos para ver si es posible que hoy salgas de aquí —comentó la mujer entusiasmada.
La pequeña comenzó a poner los pies en el piso, se colocó de pie y comenzó a dar pasos pequeños. Al principio lo hacía con miedo, pero vio que la poción había funcionado, se sentía como nueva. Incluso comenzó a correr un poco antes de que la enfermera la detuviese—. Es evidente que ya puedes marcharte, desayuna, recoge tus pertenencias porque recuerda que llevas aquí cerca de un mes y ya puedes marcharte a clase —indicó la enfermera antes de salir.

La niña se sentía feliz, después de bastante tiempo ya podría moverse por los terrenos del colegio, tendría que alcanzar a sus amigas en Defensa Contra las Artes Oscuras, su clase favorita. Tomó la fruta y comenzó a devorarla mientras tomaba el juego a grandes tragos. Cuando terminó, recogió algunos regalos que habían traído como dulces y juguetes, recogió su varita que estaba junto a su mesa y abrió el cajón que estaba junto a ella para asegurar que no olvidara nada cuando observó un sobre que no sabía que estaba allí y lo abrió rápidamente.

Calynn:
Te he traído esto porque me preocupas demasiado. Espero te gusten las flores.

Severus.
PD:

La niña observó la carta de nuevo extrañada, después de los dos puntos de la postdata había un espacio en blanco, ¿qué significaba eso? La pequeña tomó el papel y lo trató de ver a través con ayuda de los rayos solares, pero de todos modos le fue inútil, la volvió a guardar en el sobre y con todo lo demás salió de la enfermería donde había vivido un mes.

Subió las escaleras y dejó lo que no tenía que llevarse a DCAO y volvió a bajar algunos escalones para llegar al salón. La niña caminaba alegremente, pero al entrar al aula volvió a la realidad que vivía en Hogwarts. Una gran cantidad de ojos estaban sobre ella, algunos con expresiones de tristeza o preocupación, pero había otros que no reflejaban otra cosa que odio, siguió caminando en medio de aquel silencio hasta que llegó a una silla junto a Lily y se sentó con la mirada gacha, la idea de que su secreto todos lo sabían no lo había asimilado tan bien hasta ese momento. Calynn abrió el libro de la clase cuando Galatea entró a la clase con su misma actitud autoritaria de siempre hasta llegar al otro extremo del aula. La mujer comenzó a observar a sus alumnos e hizo una gran pausa con la mirada fija en la pequeña Black, la profesora no parecía nada contenta.

—¿Ya ha regresado de sus vacaciones eternas señorita Black? —cuestionó la mujer con cierto tono de burla.

—Y bastante adelantada —respondió abriendo el libro mientras sentía la mirada de la profesora fija en ella, se percató que esta sostenía su varita y comenzó a sentir ese intento de invadir su mente cuando comprendió de lo que se trataba.

—¿Oclumancia? —susurró la profesora.

—Y Legeremancia —le comentó la pequeña Black mientras trataba de entrar a la mente de la profesora, con la varita en la mano, esto era algo que aún no dominaba muy bien, pero logró percibir un pensamiento en tono preocupante:

"Dumbledore"

La pequeña mortífaga no entendió del todo ese pensamiento y en ese segundo de confusión, la profesora aprovechó para sacar a Calynn de su mente con facilidad.
Los alumnos los miraban con nerviosismo mientras Severus observaba a la pequeña Black con bastante admiración, después de eso volvieron a la clase.

—¿Qué estabas pensando? —exclamó Lily preocupada—. No puedes pelear con una maestra.

—¡Ella me provocó! No podía contenerme, aunque fue muy raro porque lo poco que logré observar de su mente solo fueron la palabra "Dumbledore", pero se veía bastante preocupada —terminó encogiéndose de hombros.

Lily no contestó nada, pero Severus aún se veía bastante pensativo.

Después del ajetreado primer día de clases después de que se revelara su secreto estaba lista para ir a tomar clases con Dumbledore, al menos sabía que ahí podía aprender sin escuchar burlas de sus compañeros y sin tener que dar tantas explicaciones. Llegó a la parte baja del ave y dijo la contraseña, ya que ambos profesores habían optado por darle acceso siempre a la pequeña en caso de que necesitara algo. Subió los escalones lentamente, pero comenzó a escuchar algunas voces y cesó el paso para escuchar con atención.

—¿Y si no es ella, Dumbledore? Además, hay más peligros que una simple maldición en ese lugar —mencionó Galatea al profesor.

—No creo que simple sea la mejor palabra para describirla —mencionó esta vez la profesora McGonagall.

A la pequeña le costaba trabajo escuchar con atención así que se pegó aún más a la puerta.

—Dumbledore, ningún mago ha podido hacer eso, ¿por qué estás tan seguro de... —Pero fue interrumpida por la pequeña mortífaga que se había caído dentro de la habitación cuando la puerta se había abierto gracias al peso de esta.

—Lo siento, profesor —comenzó mientras se ponía de pie y se sacudía la túnica—. No esperaba encontrar su oficina ocupada, si desea puedo regresar más tarde —propuso mientras se disponía a avanzar hacia la salida.

—No, de hecho, la maestra Galatea se retiraba, ¿no es así? —alzó la mirada el profesor hacia los ojos de la profesora en espera de su aprobación.

—Claro, señor director, me retiro —indicó la maestra mientras pasaba junto a Calynn y le dirigía una mirada de preocupación y curiosidad al mismo tiempo.

La pequeña se sentó frente al escritorio como era de costumbre, la profesora McGonagall rondaba por el despacho, no era la primera vez que se quedaba en alguna de las clases.

—¿Legeremancia? —comenzó Dumbledore—. No pensé que lo dominara rápidamente.

—Solo pude observar un solo pensamiento —respondió la pequeña con indiferencia.

—No creerá que la mayor parte de sus compañeras domina esta habilidad, ¿o sí? —contestó el profesor con bastante ingenio. La chica solo reprimió una sonrisa de orgullo—. Siga practicando, pero hoy vamos a ver dos cosas: Expectro Patronum y algunos hechizos para solicitar ayuda —informó Dumbledore—. ¿Qué conoce del Patronus? —El silencio de la pequeña Black hizo que el profesor continuara—. Expectro Patronum es un hechizo que nos puede dar protección ante ciertas situaciones, además, puede ser nuestra guía en una posición de peligro. Lo que aún considero más importante es la diferencia entre Patronus que hay entre los distintos magos, cada uno representando la esencia de cada mago —explicó el profesor—. La profesora McGonagall nos puede dar una breve demostración —comentó volviendo la mirada hacia la profesora.

La mujer sacó la varita y pronunció las palabras:

¡Expectro Patronum!

Y de la punta de la varita comenzó a salir una especie de línea azul que fue formando una figura poco a poco hasta que se creó un gato bastante majestuoso que comenzó a pasearse al rededor del despacho, subiéndose al escritorio del director y escabulléndose entre los libreros que se alzaban la habitación. La pequeña Black contemplaba maravillada.

—Además, los Patronus pueden protegernos de los dementores, señorita Black —exclamó Dumbledore después de que el gato se hubo desvanecido, se levantó de su lugar y se dirigió a una especie de cofre—. El ministerio no nos deja tener dementores en Hogwarts, pero este lo he solicitado por motivos de seguridad —resaltó el profesor—. ¿Está lista, profesora? —terminó dirigiéndose a McGonagall que tenía la varita en mano y asentía con la cabeza.

Dumbledore levantó el cofre dorado y de allí salió una criatura de aspecto tenebrosa, tenía una complexión fantasmal de color negro y no tenía las facciones muy definidas; sin embargo, la profesora mantenía la calma y después de un momento de concentración exclamó:

¡Expectro Patronum!

El mismo efecto volvió a suceder, solo que esta vez el felino fue directamente contra al dementor haciéndolo volver al cofre mientras Dumbledore lo cerraba de nuevo.

—Gracias profesora. —McGonagall solo asistió—. Ahora, señorita Black es su turno, vamos a practicar un poco más el hechizo.

Pasaron como veinte minutos practicando la pronunciación del hechizo sin varita ya que a la pequeña Black se le revolvían las letras del hechizo, pero lo verdaderamente difícil sucedió cuando pasaron a la parte de la práctica con el uso de la varita.

—Tiene que pensar algo realmente feliz, señorita Black, algo que al recordarlo le traiga un sentimiento de alegría —comentó el profesor.

La pequeña mortífaga se quedó totalmente en blanco, al principio creyó que se trataba de una broma por parte de Dumbledore, pero al no ver ninguna señal de esto comprendió que estaba hablando en serio. La pequeña trataba de recordar cosas felices, pero al final algo había salido mal; las tardes en el jardín de la calle Hilandera le recordaban los momentos donde fue torturada por sus padres, las noches de estudio con Frank le recordaban a ese amor perdido y la traición que este le había ocasionado, la visita al Callejón Diagon le traía a la mente los insultos por parte de Malfoy, las charlas con Severus le recordaba su horrible día en el que le hicieron la marca de su antebrazo izquierdo; pero recordó uno que tal vez sirviera, uno que solo le traía sentimiento de tranquilidad y felicidad.

—Creo que tengo uno —mencionó la niña tratando de concentrarse totalmente.

—Trate de verlo como si lo viviera de nuevo y cuando lo tenga pronuncie el hechizo con bastante concentración —explicó Dumbledore con bastante paciencia.

La pequeña respiró para relajarse y así poder concentrarse, cerró los ojos y pronunció:

¡Expectro Patronum!

La niña abrió los ojos esperanzada para ver tan solo una chispa salir de su varita, sonrió avergonzada y volvió a intentarlo. Dumbledore la observaba pacientemente mientras la corregía o le daba consejos, le ayudaba con la posición de la varita, la dicción y con el manejo del recuerdo.

Bastantes minutos después, un poco antes de acabar la clase de ese día el profesor le hizo una pregunta:

—¿De qué es su varita, señorita Black?

—Endrino y su núcleo es de Fibra de Corazón de Dragón —contestó la niña observando la varita.

—Es una varita realmente poderosa, puede cambiarse al lado oscuro o servir de protección muy fácilmente, es muy moldeable, esto también puede servirle al practicar hechizos de alta dificultad —mencionó Dumbledore.

—Como Maldiciones Imperdonables... —mencionó Calynn recordando la vez que torturó a aquel pobre hombre.

Dumbledore tan solo asintió con la cabeza antes de hablar.

—Creo que depende de la persona los usos que quiera darle a su varita —comentó el director.

La clase terminó unos minutos después y la niña salió del despacho para dirigirse a su sala común, los intentos fallidos de realizar un Patronus la habían agotado. Subió los escalones hacia el dormitorio y encontró a Lily que se había quedado dormida y a Meryl leyendo un libro que cerró al instante cuando vio a la pequeña Black llegar.

—¿Que leías? —curioseó la pequeña mortífaga a Meryl.

—Un libro sobre hombres lobo; estoy planeando las bromas que le haré a ese Lupin si sus amiguitos vuelven a pasarse de la línea —exclamó Meryl antes de emitir un bostezo—, pero creo que seguiré mañana.

Ambas niñas se despidieron y se acostaron en sus respectivas camas listas para disfrutar del sueño, o al menos eso quería la pequeña Black cuando esta observó que de la nada todo se ponía oscuro y a su alrededor comenzaban a escucharse voces imposibles de oír, rodeadas de algunos gritos; pero de la nada ella comenzó a sentir un gran temor antes de que alguien dijera su nombre y la pequeña mortífaga exclamara un grito de tristeza para levantarse bastante sobresaltada; Meryl la veía desde su cama para ver que su amiga se volviera a dormir.

La pequeña Black sabía que algo oscuro se avecinaba, lo sentía en su antebrazo izquierdo.

—Él está cerca —susurró la pequeña antes de dormir de nuevo sin interrupciones durante la noche.

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⌞ The Patronus Light - John Williams ⌟

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