Capítulo 41: Libros y lechuzas
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Sin tu ausencia,
es difícil que sepa
tu gran presencia.
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A pesar de los ánimos de Lily, el sol iluminaba sus dormitorios como habitualmente lo hacía. La pelirroja caminaba sumida en sus pensamientos en dirección a su baúl de dónde sacó una corbata y una túnica doblada para colocársela como todos los días. Meryl aún seguía dormida atrás de ese dosel característico de los dormitorios de Hogwarts, Lily sabía que los domingos eran los únicos días donde Meryl podía descansar realmente. Terminó de cambiarse y bajó los escalones que la llevaban a la sala común que aún no estaba demasiado llena, pasó frente a los anuncios importantes sobre los próximos partidos de Quidditch y algunas ventas de grageas o cromos de magos, continuó andando hasta llegar al acogedor sillón junto a la chimenea que se encontraba apagada a esas horas de la mañana.
Algunos chicos hablaban sobre algunos libros distintos a los de Hogwarts que contaban historias mágicas, a Lily le maravillaba la existencia de esas historias y cómo todo el grupo de amigos las conocían a la perfección.
—Mi favorita siempre ha sido la de La Fuente de la Buena Fortuna —comentó uno de los chicos—, o el Corazón Peludo del Brujo.
Al dar las ocho, muchos alumnos comenzaron a descender las escaleras y el ruido fue incrementando cada vez más mientras la tranquilidad se iba perdiendo. Lily, al contrario de los demás, comenzó a subir los escalones para ir en busca de Meryl para poder bajar a desayunar y agradeció encontrarla despierta.
—Buenos días —saludó la rubia—. ¿Acaso ya estás cambiada? —se sorprendió mientras observaba a su amiga de pies a cabeza—. ¿Te levantas cuando canta el gallo?
Lily no pudo evitar una sonrisa mientras se encogía de hombros.
En cuanto Meryl estuvo lista, se apresuraron a bajar a desayunar para calmar el hambre que tenían en esos momentos por ser tan temprano.
Esta vez el director no se encontraba en su silla como lo había hecho en la cena del día de ayer y Meryl aprovechó la ocasión para seguir bromeando.
—Posiblemente a Dumbledore se le haya pasado el Güisqui de Fuego —comentó la rubia mientras se sentaban en la mesa de su casa en sus lugares característicos, pero con un espacio vacío al lado de ellas, el causante de la tristeza de la pelirroja.
Lily comía cereal con frutas mientras Meryl iba por su cuarto plato cuando en el techo del Gran Comedor cientos de lechuzas volaban alrededor hasta que bajaban junto a sus destinatarios para entregar las cartas o paquetes que cargaban desde largas distancias. Un ave aterrizó junto a Meryl, era su entrega cotidiana de El Profeta. Así como ella, muchos alumnos recibían ese periódico que era de las cosas más normales durante el desayuno. Meryl que comenzaba a cortar su comida mientras abría su periódico de repente soltó los cubiertos, exaltada, mientras sus ojos se movían rápidamente.
—¿Qué ocurre? —interrogó la pelirroja mientras se levantaba de su lugar e iba a alcanzar a su amiga que estaba justamente enfrente de ella.
—Está en primera plana, su foto está en primera plana —señaló Meryl una imagen de la pequeña Black que se movía ligeramente al mismo tiempo que comenzaba a leer.
"Mortífagos en Hogwarts
El viernes pasado, una de las estudiantes del colegio de Hogwarts de Magia y Hechicería fue atacada por un basilisco que caminaba por los terrenos del colegio, ahora se encuentra en la enfermería petrificada esperando la poción para salir de aquel estado. Pero eso no es todo, Frank Longbottom, un hijo de aurores, comenzó a decir que esta niña que lleva por nombre Calynn Black tenía la Marca Tenebrosa en el antebrazo izquierdo. Estos rumores se confirmaron minutos más tarde cuando observaron la marca de la misma paciente que ahora está petrificada. A pesar de todo, el director Albus Dumbledore ha permitido la presencia de aquella mortífaga en el interior del colegio y aseguró que no tiene pensado tomar ninguna medida sobre esto. Hasta el momento se sabe que, a partir de ahora, un grupo de aurores custodiará el castillo, pero esperando que no nos preocupemos sobre una batalla en el colegio.
Hasta ahora lo único que se sabe de la alumna es que pertenece a la familia Black, aunque algunos han especulado que se trata de una hija más de los mortífagos Cygnus y Druella Black que ya han sido mencionados en noticias anteriores, pero esta es una simple teoría y hasta el momento no se sabe más acerca del pasado de Calynn Black."
Ambas chicas se miraron sorprendidas, pero sobre todo la pelirroja a la que se le observaba un rostro de preocupación. Algunos alumnos que estaban a su alrededor murmuraban los nombres de Cygnus y Druella mientras discutían sobre si era posible que fuera hija de ellos. Lily se llevó una mano a la cabeza tratando de pensar lo que haría ahora.
—¿Lily Evans? —cuestionó alguien detrás de ella. La pelirroja, extrañada, volteó a ver a quien había dicho su nombre—. Soy Andrómeda Black, posiblemente Calynn te haya contado sobre mí —se presentó la chica con una leve sonrisa.
Lily recordó aquella carta donde su amiga mencionaba el nombre de su hermana explicando lo horrendo que había sido lanzar su primera Maldición Imperdonable, desde aquella vez no había estado de acuerdo con los ideales de Andrómeda, pero desvío aquellos recuerdos para poder dar su respuesta.
—Sí, me contó sobre ti cuando pasó las vacaciones en la Mansión Malfoy.
La chica asintió con la cabeza un tanto incómoda, posiblemente porque había leído los pensamientos de la niña.
—¿Podría hablarte un momento? —interrogó mientras se alejaba un poco de la mesa de Gryffindor.
—Por supuesto —respondió Lily con su tono tan amable que la caracterizaba mientras se alejaba un momento del lugar.
—¿No ha llegado ninguna carta de Druella? —preguntó Andy preocupada.
—No lo sé, no sé dónde está su correspondencia —respondió la pelirroja encogiéndose de hombros.
—Generalmente la enfermera guarda todas las cartas en el cajón de la mesita de noche, ¿has revisado ahí? —comentó la mayor.
—No, pero lo haré, muchas gracias. Y si encuentro algo te lo haré llegar —contestó Lily esbozando una sonrisa.
—Otra cosa, lo que ha dicho en El Profeta y lo que se sabe en el colegio será una buena causa para que Druella pueda ocasionar algo en Hogwarts, yo no me sentiría tan segura —aconsejó Andrómeda antes de suspirar—. Debo regresar a mi mesa, algunos de mis compañeros me están viendo raro —mencionó la chica mientras Lily desviaba la mirada hacia la mesa de Slytherin donde unos cuantos chicos no apartaban una mirada de confusión—. Nos vemos y notifícame sobre lo que encuentres en aquel cajón.
Lily solo asintió con la cabeza mientras daba media vuelta para regresar junto a Meryl.
—¡Por las barbas de Merlín! —exclamó la rubia—. ¿Pero qué ha sido eso? —Lily podía notar el desagrado que le provocaba verla con alguien de Slytherin.
—Andrómeda es una de sus hermanas —explicó Lily—, me ha pedido que observe la correspondencia que haya recibido Calynn este fin de semana para comprobar que su madre no la haya amenazado.
—Pues deberíamos ir ahora —propuso Meryl—, pero hay que darnos prisa, tenemos que reunirnos con James en la sala común en menos de cuatro horas —recordó la rubia mientras se levantaba y ambas comenzaban a andar a paso veloz por los pasillos a la enfermería.
Cuando llegaron tan solo entraron al lugar y saludaron a la enfermera con la mano hasta que llegaron junto a la pequeña Black. Lily miró a su amiga por un instante, pero luego continuó tratando de no distraerse. Lily abrió aquel cajón y sacó las únicas dos cosas que había, un sobre sin remitente y una carta con una manuscrita característica del modo de escribir de Druella, Lily solo tomo aquella carta mientras abría el sobre por la parte de atrás y sacaba la hoja, la desdobló y observó que era un texto un poco largo, por lo que Lily y Meryl se sentaron en el suelo para que ambas pudieran leer la carta.
"¡Calynn Black!
¿Sabes que ahora somos los mortífagos más buscados? Nuestro rostro se puede ver en cada esquina y todo por andar besándote con un auror, presentándote a tantos mortífagos de tu edad... Ahora nuestra existencia peligra y sobre todo estás petrificada en estos momentos, todo porque no pudiste evitar la mirada del basilisco, qué débil —Lily leyó ese comentario con aquel tono de burla que era una característica de la voz de Druella—. Albus Dumbledore colocará aurores para custodiar el castillo, pero eso no hará que evitemos nuestra venganza, encontraremos la forma, Calynn y esta vez no habrá nadie que retrase nuestros planes, ese Frank Longbottom recibirá su merecido, lo verás en algún tiempo.
Perfecto, ahora eres libre de comentar todo lo que desees, nuestra identidad ya no es secreta, solamente piensas en ti todo el tiempo, ¿no es así? Aun no comprendo por qué el sombrero te puso en Gryffindor, esas son unas características totalmente de la casa Slytherin; avaricia, egolatría. Solo ten en mente que tus próximas vacaciones no serán nada buenas y comparadas con las navideñas estas serán un infierno para ti, el Señor Tenebroso está interesado en que participes más en las reuniones de mortífagos ya que tu posición en Hogwarts podría ser buena como una espía.
Presume tu marca, eso será un orgullo para nosotros y estarás más cerca de ser una gran Slytherin, pero por nada del mundo saldrán nuestros nombres por tu boca, ¿quedó claro?"
La carta terminaba con una letra D como firma. Las dos amigas suspiraron a la vez, Lily había leído la carta con el tono característico de Druella y eso le había hecho recordar memorias que pensó que ya había dejado en el pasado.
—Debemos llevársela a Dumbledore —sugirió Meryl quien ponía la carta de regreso a su sobre. La pelirroja lo pensó por un momento, ahora todo se sabía y el director era una buena persona en la que se puede confiar y recibir ayuda.
—Primero deberíamos mostrársela a Andrómeda —comentó Lily seriamente.
—¿Y dónde se supone que podríamos encontrarla? —cuestionó Meryl un tanto disgustada.
—En la sala común de Slytherin, en las mazmorras —comentó la pelirroja bastante segura.
—Ah no, yo no pisaré terrenos del enemigo —se negó la rubia, totalmente disgustada.
—Bien, yo lo haré o le diré a Severus, por mí no hay ningún problema. —Lily tomó la carta de las manos de su compañera y salió apresuradamente de la enfermería. Meryl rodó los ojos y la fue a alcanzar con desdén, intentando no quedarse atrás.
Ambas caminaron rápidamente y buscaron a Severus por el lugar, pero sin éxito, llegaron hasta las mazmorras donde todo solo era iluminado por algunas antorchas y los colores de las paredes eran oscuros y tétricos. Los alumnos de Slytherin pasaban a lado de ellas y las observaban raro y unos cuantos con repugnancia sin separar la vista de aquel rojo característico de Gryffindor que portaba sus túnicas. Siguieron andando hasta donde les permitiese las mazmorras cuando de una esquina salió Thana con la cabeza gacha.
—¿Thana? —la llamó Lily por lo bajo, hace mucho que no se hablaban.
La chica solo levantó la mirada entre aquel largo pelo castaño que cubría gran parte de sus ojos.
—Lilianne, qué agradable sorpresa —saludó con indiferencia mientras barría con la mirada a Meryl quien se percató de esto y se removió incómoda.
—¿Conoces a Andrómeda Black? —preguntó Lily.
—Sí, también es una Slytherin —respondió Thana.
—¿Sabes dónde está ahora? —cuestionó la pelirroja cortante.
La Slytherin negó con la cabeza.
—Tal vez esté en la sala común, ¿qué necesitan? —interrogó la chica mientras observaba el sobre que Lily llevaba entre las manos.
—Nos gustaría que le entregaras esto y viniera a buscarnos por favor —indicó la pelirroja mientras le entregaba el sobre a su amiga de hace mucho tiempo.
—Perfecto, iré a buscarla —aseguró mientras asentía con la cabeza—. Esperen aquí.
La castaña regresó sobre sus pasos y se perdió de la vista de ambas niñas de Gryffindor.
—¿Puedes confiar en una Slytherin? Empezando por Severus... —comentó Meryl incrédula.
—Severus es una gran persona, no todos los alumnos de Gryffindor son buenos, por ejemplo —argumentó Lily.
—Pero todos los Slytherin son malvados —opinó Meryl mientras se recargaba en la pared de las mazmorras.
—Severus es un buen chico —defendió la pelirroja intentando no seguir con la discusión.
Meryl solo guardó silencio, no quería hablar más del asunto, con estar tan cerca de la sala común de Slytherin era suficiente estrés.
Thana volvió casi al instante, pero sin Andrómeda.
—No he podido encontrarla, lo siento, Lily —comentó mientras devolvía el sobre a la pelirroja.
—No te preocupes, gracias por tu ayuda —asintió Lily con la cabeza—. No tenemos otra alternativa más que enseñársela al director —murmuró a Meryl para que después ambas se alejaran de las mazmorras. Thana que estaba sola a la mitad del pasillo esperó a que Lily y Meryl se hubieran ido y después se levantó la manga de su brazo izquierdo dejando ver aquella marca con la serpiente y la calavera marcados finamente.
—Me agradecerás mucho por esto, Druella —comentó la castaña mirando la marca con una sonrisa llena de malicia. Volvió a bajar la túnica y regresó a la sala común dando pasos largos.
Lily y Meryl subían algunos pisos hasta llegar al fénix para decir la contraseña del despacho del director.
—Rayos —confesó Lily mientras comenzaba a dar vueltas por el lugar—. Pastel de Nuez, sorbete de limón, grageas Bertie Bott —soltó la pelirroja en vano porque la estatua no se movía—. Esto es inútil.
—Tal vez si tratamos con galletas de chocolate o ranas de chocolate —mencionó Meryl mientras en ese momento el fénix comenzó a dar vueltas dejando ver las grandes escaleras que llevaban al despacho.
—Siempre sabes lo que yo nunca pienso —bromeó Lily.
—Deben ser sus favoritas porque tienen un cromo con su nombre —rio la rubia por un momento y después volvió a hacer un gesto serio—. Subimos las escaleras, entramos a la oficina y le insistimos que es una emergencia —ordenó Meryl y esperó a que su compañera asintiera para comenzar a subir los escalones rápidamente. Ambas chicas entraron al lugar sin tocar la puerta y lo último que se pudo escuchar antes de que todo quedara en silencio fue:
—¡Debemos actuar ahora, Dumbledore!
Dentro del despacho había cerca de tres hombres y la profesora McGonagall.
—Lo sentimos, no queríamos interrumpir —se disculpó Meryl con un gesto de sorpresa, con Lily a su lado con la misma expresión.
—No tiene que disculparse señorita Johnson, de todos modos, el ministro y compañía ya se iban, ¿no es así? —preguntó Dumbledore muy curioso.
El ministro se quedó atónito por un momento y posteriormente decidió contestar.
—Claro, Albus —asintió la cabeza mientras caminaba confundido—. Claro —seguía repitiendo las palabras durante el camino.
—Por aquí, señor ministro —lo guio Dumbledore saliendo de su oficina con todos los que habían estado discutiendo algo importante. Lily y Meryl esperaron el regreso del profesor mientras jugueteaban con los dedos y observaban con detenimiento el despacho, a Lily le llamaba tanto la atención los libros que adornaban el lugar, le encantaría leer todos y cada uno de ellos.
—¿No te gustaría tener en tus manos cada uno de esos libros? —cuestionó Lily mientras señalaba todas las pastas que se podían observar en las estanterías.
—¿Para leerlos? Tal vez para el insomnio, porque me quedaría primero dormida antes de acabarlos —bromeó la rubia.
Lily río felizmente, las diferencias entre ambas las unía cada vez más, y con el paso del tiempo Meryl se había vuelto una de las amistades más importantes del colegio.
La puerta se abrió y Lily se calló al instante.
—Profesor Dumbledore, profesora McGonagall, esto es una emergencia —avisó Meryl mientras se aproximaban a ambos.
—¿Qué ha pasado? —interrogó el director con cierto tono de preocupación.
Lily entregó el sobre al director mientras se sentaban en las dos sillas disponibles frente al escritorio de Dumbledore. Este y la profesora McGonagall leían la carta a la vez mientras realizaban gestos y pequeñas exclamaciones.
El director se levantó de su silla mientras se dirigía a hablar con la profesora McGonagall.
—Dígales que por favor cuiden bien a su hijo por las amenazas y porque queremos asegurar la seguridad del señor Longbottom en el colegio —terminó el director.
La profesora asintió con la cabeza para que después regresara un Dumbledore bastante frustrado.
—¿Quién más ha leído la carta? —preguntó el director.
—Hasta ahora solo nosotras, pero Andrómeda Black me ha pedido que le avisara en caso de encontrar algo —anunció la pelirroja.
—Y será mejor que lo sepa —respondió el anciano—. En estos momentos cualquier buena amistad nos ayudará a salir de la oscuridad —terminó el director mientras doblaba la carta y la devolvía a su sobre.
—Albus, ¿crees que deberíamos tomar medidas más severas? —cuestionó Minerva con voz preocupada—. Debo decir que esto es una amenaza, es inaceptable.
—Profesora, la carta tendrá que permanecer secreta, se supone que va dirigida a la señorita Black, quien se encuentra petrificada, creo que no debemos preocuparnos hasta que la señorita despierte —hizo una pausa—. En lo que debemos ocuparnos es en que la señorita Evans entregue esta carta a Andrómeda Black, puede que ella sepa algo que nosotros aún no averiguamos —ordenó el director mientras les devolvía la carta a ambas niñas.
Lily y Meryl salieron del despacho, bajaron las escaleras e iban de regreso a la sala común de Slytherin cuando se encontraron a Severus por el camino.
—Hola, Severus —lo llamó la pelirroja casi gritando, era su oportunidad de hacerle llegar la carta a la hermana de su mejor amiga.
El niño volteó con una sonrisa en los labios al ver a Lily.
—Lily —respondió el chico.
—¿Has visto a Andrómeda Black? —cuestionó la pelirroja sin rodeos.
—Sí, se ha quedado en el Gran Comedor charlando con algunos alumnos de Slytherin, yo acabo de regresar de allá —comentó Severus.
—Gracias —agradecieron ambas niñas mientras regresaban para entrar al Gran Comedor. Caminaron por un momento y observaron el cabello castaño de la chica a la distancia, rodeada de algunos chicos de las serpientes con los cuales no parecía tener una plática muy agradable. Lily se apresuró con Meryl siguiéndole los pasos dejando un poco de distancia para evitar la cercanía con la mesa de Slytherin.
—¡Miren quién regresó! —exclamó Malfoy dirigiéndose a Lily—. La pelirroja está de vuelta.
—Me alegra verte a ti también. —Lily esbozó una sonrisa pícara, mostrando indiferencia al comentario de Lucius. Siguió andando, ignorando al rubio mientras llegaba hasta Andrómeda quién tenía a una niña rubia y otra de cabello negro a su lado.
—Andrómeda —la llamó Lily casi en un susurro mientras se apartaba un poco de la mesa.
Bellatrix y Narcissa rodaron los ojos al ver a la Gryffindor mientras se levantaban de la mesa y salían del comedor decididas—. Lo he encontrado en el cajón de su mesita de noche como habías comentado —señaló Lily mientras le mostraba el sobre a la castaña—. Dumbledore ya lo ha observado, pero le gustaría saber lo que tienes que decir —continuó mientras la Slytherin desdoblaba la carta. La pelirroja permaneció en silencio mientras Andrómeda la leía con expresión seria.
—Me temo que decepcionaré al director —comentó la Black doblando el papel de nuevo y devolviéndolo a la pelirroja—. Lo que ha dicho, las amenazas, todo lo sabe Dumbledore. Tal vez solo pueda servir en que sé que mis hermanas van apoyando a Druella —mencionó la castaña encogiéndose de hombros.
—¿Cómo estás tan segura? —cuestionó Lily mientras se arreglaba un poco el pelo con sus dedos.
—Lo hemos discutido hace solo unos minutos —explicó—, pero Malfoy ha decidido meterse en la conversación por lo que hemos dejado el tema inconcluso —terminó la chica.
—¿Gustas que informe al director sobre tus hermanas? —preguntó Lily amablemente.
—No, supongo que prefiero hacerlo personalmente —respondió Andrómeda negando con la cabeza. Un incómodo silencio se hace entre ellas, la diferencia de casas y el poco conocimiento de una de la otra son evidentes—. Gracias —agregó Andrómeda con una sonrisa en el rostro mientras retrocedía—. Nos vemos.
—Nos vemos —terminó Lily volviéndose por donde vino y alcanzando a Meryl que observaba todo desde unos metros más atrás, sana y salva de las serpientes; literalmente.
—Sus sonrisas arrogantes, su manera de caminar, su tono de voz, ¿qué clase de seres desagradables son los alumnos de Slytherin? —exasperó la rubia observando la mesa de la que había regresado su amiga.
—Algunos niños de Slytherin tienen un buen corazón —contestó Lily al comentario de su amiga quien solo se calló—. ¡Debemos apresurarnos! Se supone que debemos estar con James en la sala común en menos de diez minutos —exclamó la chica mientras corría hacía las escaleras más próximas fuera del Gran Comedor. Subieron bastantes pisos, pero llegaron al lugar justo a tiempo, dijeron la contraseña y atravesaron la habitación hasta llegar a un sillón donde estaba sentado un niño de lentes, Sirius y Peter, era claro que Remus no vendría pues seguía molesto con Meryl por revelar su secreto al colegio completo
—Frank Longbottom, nuestro objetivo será fácil de engañar —expresó James, burlándose.
—Hemos pensado una broma, pero ustedes deberán estar en la biblioteca para que funcione —indicó Sirius.
—¿Y cómo es esta broma? —curioseó Lily.
—Meteremos a Longbottom en un lío, queremos que piense que ha perdido la cabeza mientras es humillado en público, y lo mejor es que ustedes serán parte de ese público —explicó James, riéndose.
—Sabemos que durante estas horas se encuentra en la biblioteca, por lo que no hay tiempo que perder —informó Sirius levantándose rápidamente mientras los demás lo seguían.
Salieron por el cuadro y comenzaron a bajar las escaleras en dirección a la biblioteca.
—¿Nosotras qué haremos al llegar? —preguntó Meryl esta vez.
—Escojan un libro, consigan un lugar desde donde puedan observar los libreros y actúen que están leyendo mientras disfrutan de la diversión —indicó James mientras caminaban hacia la biblioteca, justamente antes de que dieran una vuelta y entraran a la habitación.
La biblioteca estaba más concurrida de lo normal, eran las tareas las que mantenían a muchos alumnos en aquel lugar, sin embargo, había algunos que estaban allí por gusto; era un cuarto lleno de estudiantes de todas las casas mezclados entre sí. Lily y Meryl se dirigieron a el librero más cercano y Meryl tomó el primer libro que tuvo frente a ella mientras que Lily gastaba más tiempo en decidir. Se volvieron y se sentaron en un sofá que estaba justamente frente a los estantes, desde ahí podían observar a James, Sirius y Peter colocados en diferentes esquinas, bastante bien escondidos rodeando a Frank quien miraba con atención un montón de libros. En eso se vio que James sacaba su varita discretamente y conjuraba un hechizo que llegó directamente a los libros que observaba el chico y salían volando por el otro lado del librero, creando un escándalo al caer.
—¡Señor Longbottom! —lo reprimió la encargada de la biblioteca bastante indignada.
—¡No fui yo el causante! —aseguró Frank levantando las manos en alto. Los chicos de la biblioteca que también habían abandonado sus lecturas para volverse al chico regresaron a concentrarse en sus libros. Frank volteó confundido justo después de que James se colocase un manto sobre él para hacerse invisible.
—James tiene una capa de invisibilidad —comentó Lily en un susurro a su acompañante.
—¿Cómo estás tan segura? —cuestionó Meryl.
—Observa —indicó señalando a James discretamente mientras este se quitaba la capa una vez que Frank se había volteado para recoger los libros. Dejaron que caminase un poco hacia el siguiente librero para que esta vez Sirius mandara el hechizo para después esconderse detrás de un sillón.
—¡Señor Longbottom! Guarde silencio y recoja este desastre —expresó la mujer mientras se levantaba de su asiento y perdiendo la paciencia, totalmente enfadada.
Mientras tanto todos los presentes se reían a carcajadas del niño. El chico suspiró molesto y confundido mientras recogía un grupo de cinco libros con una sola mano. Decidió alejarse de ese librero y pasó al siguiente para seguir observando.
—¿Listo? —preguntó James a Sirius en un susurro.
—Como nunca —respondió el chico para hacer un movimiento de manos a Peter que estaba ubicado en la esquina contraria que contestó con una afirmación con la cabeza.
Los tres chicos provocaron que los libros volaran por toda la habitación, no solo cayendo al piso, sino que se mantuvieran en el aire. Peter aprovechó la distracción de los presentes para atravesar la biblioteca y alcanzar a sus compañeros para desaparecer detrás de la capa.
Frank, horrorizado, corrió por toda la habitación hasta salir rápidamente emitiendo gritos de terror. En cuanto el chico salió todos los libros voladores cayeron creando un estruendo mientras los que observaban corrían en varias direcciones con Lily y Meryl imitándolos para no parecer sospechosas hasta que salieron de la biblioteca rodeadas de los demás alumnos, dejando a la mujer de la biblioteca totalmente enfurecida.
Lily y Meryl frenaron el paso y decidieron esperar a sus compañeros, aunque no sabrían cuando saldrían realmente, pero esa duda la resolvieron casi al instante cuando un grupo de chicos aparecieron unos pasos más adelante de ellas, indicándoles silencio para después indicarles que los siguieran.
Subieron las escaleras por las que habían subido hace solo unos minutos hasta que llegaron a la sala común y comenzaron a reírse hasta más no poder, sin comentar nada, pero riéndose, orgullosos de lo que acababa de pasar. Sin embargo, Lily se sentía un poco mal y culpable, pero bastó ver uno de los carteles en contra de Calynn pegado en la sección de noticias de la sala para que se le pasara y pudiera disfrutar el momento.
Mientras tanto, unos pisos más abajo, Bellatrix y Narcissa charlaban sobre Calynn, confundidas, pues la primera tan solo sujetaba un papel que decía:
"No le hagan daño a su hermana"
Severus escuchaba todo, pues estaba recargado haciendo los deberes junto a ellas; estaba confundido al igual que los demás, entonces, ¿qué quería Druella? ¿No quería venganza? No lograba darle un sentido a las palabras de aquel papel que releían constantemente, se levantó la túnica del brazo izquierdo ligeramente para observar que aún seguían las heridas sobre la marca recordando cuando le contó a su amiga todo, sintiéndose inútil una vez más.
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"Recuerdo cuando perdí la cabeza.
Había algo tan agradable en ese lugar".
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⌞ Crazy - J2 ⌟
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