Capítulo 38: El secreto de Severus
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Cuando dos seres
comparten un secreto,
se fortalecen.
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El chico se quedó viendo un momento a su amiga mientras pensaba.
—Ya te he dicho que no puedo —comentó el niño negando con la cabeza.
—He estado practicando, leerme la mente ya no será tan fácil, ¿acaso no confías en mí? —lo retó la niña.
—Sí confío en ti, pero es un secreto que he guardado por años, ni siquiera se lo he contado a Lilianne —contestó angustiado.
—Tú sabes mi mayor secreto y a pesar de eso estás del lado tenebroso mientras tu propia amiga lucha contra ello, creo que al menos me gustaría saber la razón —exclamó ligeramente enojada. El chico se quedó un momento en silencio y con un gesto de preocupación y reproche—. Severus, por favor, no quiero volver a discutir sobre esto —agregó la chica.
—Solo espera un momento —respondió el niño mientras se levantaba del suelo, se dirigió al inicio del pasillo, asomó la cabeza en busca de alguien que pudiera estar pasando para después conjurar unos cuantos hechizos para silenciar el lugar donde estarían. Regresó al cabo de unos minutos mientras la antorcha volvía a iluminar su rostro.
Respiró y exhaló lentamente mientras cerraba sus ojos para relajarse.
—¿Por dónde quieres empezar? —cuestionó Severus seriamente.
—¿Por qué, Severus? ¿Por qué ese gusto por el lado tenebroso? —preguntó Calynn directamente.
Severus se arremangó la manga izquierda y vio por un momento lo que se había ocasionado.
—¿Crees que me gusta? —exasperó Severus con voz ronca—. ¿Crees que me haría esto si me gustara? —La pequeña Black tan solo negó con la cabeza mientras contemplaba los raspones rojizos que cubrían la forma de la marca, aquella que no se quitaría de ninguna forma, estaría ahí para siempre. Severus calló por un momento mientras decidía cómo comenzar—. Me uní a los mortífagos por influencia de mi madre en parte, pero principalmente por los problemas familiares que sufría en casa —hizo una pausa mientras pensaba cómo continuar—. Mi padre es muggle y generalmente él le pegaba a mi madre y yo a veces trataba de defenderla, por lo que ocupaba la misma violencia contra mí. Pero las cosas fueron empeorando, pues cada vez era más recurrente y yo no soportaba mi hogar. Quise buscar una salida, un escape y una manera de venganza contra mi padre y tuve que elegir esa opción tan incorrecta y errónea, dejándome llevar por el enojo y la furia. —Hizo una leve pausa para después continuar—. He hecho muy malas decisiones en mi vida, Calynn, eso lo tienes que saber, pero ahora tengo que hacerme responsable de las malas consecuencias que estas me han provocado. —Miró su antebrazo izquierdo con nostalgia y antes de que la pequeña pudiera decir algo este continuó—. He intentado de todo para poder quitar esta marca, esta no es la persona que realmente soy, las acciones y planes del Señor Tenebroso son totalmente inhumanos; hasta pareciese que no tuviera conciencia, no quiero acostumbrarme a esto. —Se detuvo un momento y prosiguió—. No eres la única que sufre, trata de ver a tu alrededor y no juzgues sin saber el pasado de las personas —exhaló levemente y siguió—. Me hubiera gustado haber tenido una buena infancia, pero en cuanto entré a los mortífagos sabía que la posibilidad de recuperarla sería imposible. Por eso somos diferentes, tú y yo, ambos hemos vivido situaciones difíciles. Muchas personas me llaman raro por mi manera de ser —reflexionó—, pero eso ha restado importancia en mi vida, pues ya me he acostumbrado.
La pequeña Black tan solo analizaba todo lo que había acabado de escuchar.
—Lo siento —musitó ligeramente, pero el chico siguió explicando.
—No me culpes por no haberte ayudado, porque lo intenté hasta mis posibilidades, pero me fue imposible. Estuviste presente en mis pensamientos durante mucho tiempo, pero tan solo podía lamentarme de mi inutilidad ante tu situación, siendo yo la persona más cercana que hubiera podido serte de ayuda —sollozó—. La información no llegaba a mis oídos y mi nivel de Legeremancia no superaba los del mismísimo Voldemort o Druella para poder adivinar sus planes, me sentía tan inútil en esos momentos que sabía que tendría que aceptar tus enojos conmigo y callarme por completo. ¿Ahora me comprendes? —terminó el niño con lágrimas en los ojos.
Calynn seguía reflexionando, no podía creer todo lo que le acababa de decir su amigo, simplemente nunca lo hubiera imaginado. Ordenó sus pensamientos para poder dirigirse a Severus con más facilidad mientras seguía asombrada y triste a la vez.
—Lo siento, fui una egoísta —lloriqueó—, pensé en mí y solo en mí, no puedo creer lo cerca que estuviste y no me di cuenta de quién eras realmente. Aún no puedo creer que yo haya pensado que tú pudieras estar ahí por gusto. Lo lamento mucho.
—No tienes que lamentarte, lo importante es que ambos hemos hecho lo posible por protegernos mutuamente —calló Severus sin saber que más agregar.
—¿Y no puedes dejar de ser parte de los mortífagos? —interrogó la chica esperanzada.
El chico río antes de contestar.
—Me matarían. Mi madre está de su lado así que no podría volver a mi hogar, pero además Voldemort me mataría ya que conozco la identidad de muchos de sus seguidores —afirmó el chico.
—¿No bastaría con un encantamiento para borrarte la memoria? —cuestionó la pequeña, insistente.
—Yo también pensaba lo mismo hasta que observé a las personas que Voldemort traía para sacarles información y que a pesar de que estas revelaran todo, él las terminaba matando porque...
—...le divierte acabar con la vida de los demás —completó la pequeña Black captando todo—. No importa cuánto digas...
—...ni lo fiel que seas... —agregó el chico.
—...él terminará matándote —terminó la chica bastante decepcionada y triste a la vez, pertenecer a ese grupo era como estar en una prisión.
Ambos niños se quedaron viendo por un momento hasta que los maullidos de un gato acompañados de la voz de un hombre los distrajo.
—Trata de que no te vea Filch, nos vemos mañana —se despidió Severus mientras se levantaba para quitar los hechizos silenciadores. La pequeña Black pasó a su lado sin antes decirle adiós y con cautela siguió su camino escaleras arriba para llegar a su dormitorio.
Una vez más, Calynn se recostó en su cama con el uniforme del día pues estaba bastante cansada, pero no se disponía a dormir, con tantas revelaciones en su cabeza le sería imposible. ¿Cómo nunca se lo planteó? Convivió con Severus tanto tiempo y nunca vio cercana esa posibilidad. Los ojos empezaron a llenarse de lágrimas mientras se daba cuenta que le dolía en el corazón que alguien más estuviera viviendo lo que ella, y se sentía aún peor al saber que hasta ahora no había hecho nada para apoyarlo.
Unos pisos más abajo, justamente en las mazmorras, descansaba un chico de pelo grasiento, quien solo observaba el dosel verdoso mientras reflexionaba lo que acababa de suceder. Por primera vez había contado su mayor secreto, y no es que no confiara en su amiga, pero ahora que lo sabía alguien más le daba miedo lo que pudiera pasar, pero a la vez el poder contarlo a una persona que lo entendiese había reconfortado a Severus, quien soltó un suspiro. Se acomodó en la cama tratando de conciliar sueño, pero en su cabeza solo cabía la idea de las confesiones que hoy había realizado a Calynn.
—La Revolución de los Elfos fue un hecho muy importante para el mundo mágico ya que algunas de sus consecuencias fueron... —repasaba Lily los apuntes de Historia de la Magia durante el desayuno pues en unos minutos tendrían su primer examen de la materia.
—La creación de consejos, derechos y leyes —agregó Calynn que ya se había aprendido el texto después de que la pelirroja estuviese repitiéndolo durante toda la mañana.
—¿Puedes dejar eso ya, Lilianne? —le rogó Meryl quien estaba terminando la comida de su plato.
—No, hoy es nuestro examen y no quiero olvidar un solo detalle —insistió Lily.
La rubia giró los ojos y continuó cortando un poco de fruta rápidamente. Cuando salieron al descanso después de su examen estas comenzaron a comentar acerca de las preguntas y lo que habían contestado.
—Un examen menos —suspiró Calynn.
—Pensé que Binns nos lo dictaría, ¿pero que el examen viniera en el libro? Eso no me lo esperaba, estuvo increíblemente fácil porque ya lo había hecho infinidad de veces —comentó Lily incrédula.
—A mí por poco se me olvida la parte de atrás —dijo Calynn sonrojándose de vergüenza.
—¿Parte de atrás? —cuestionó la rubia—. Genial —terminó sarcásticamente.
Iban de camino al comedor cuando escucharon un alboroto al final del pasillo principal.
—¡Quejicus! ¡Quejicus! —las burlas características de James Potter podían escucharse a la distancia con las voces de Sirius, Lupin y Peter como coros—. ¡Quejicus! ¡Quejicus!
Entre la multitud de gente lograron vislumbrar a Potter amenazando a Severus con la varita mientras los demás merodeadores lo jalaban del pelo mientras lo alzaban y el niño trataba de soltarse.
—¡Pobre Quejicus! ¡Qué grasiento tiene el pelo! ¡Pobre Quejicus! ¡Qué grasiento tiene el pelo! —los demás alumnos se habían unido al coro. La niña no lo pudo soportar más y dejó atrás a sus amigas que también estaban horrorizadas y se acercó corriendo a la escena.
—¡Expelliarmus! —gritó la niña mientras el hechizo tomaba desprevenido a Potter para que después su varita saliera volando por los aires hasta caer a los pies de la mortífaga. El pasillo se quedó en silencio sin saber qué pasaría a continuación. El chico de lentes se dio la vuelta con una sonrisa de orgullo mientras reía, pero al ver a su atacante se tornó serio.
—¿Calynn? Pensé que tenías gustos mejores —se burló el alumno de Gryffindor con una sonrisa. La chica solo se quedó callada—. Además, tú eres una sangre pura, y él, aunque pertenezca a las serpientes no es más que un simple mestizo —se rio James mientras los demás se le unían—. ¿Qué podría ser peor?
—Tener un hombre lobo de amigo supongo —habló Meryl quien se acercó a la escena acompañada de Lily.
En el pasillo se comenzaron a escuchar susurros mientras el niño de las cicatrices en la cara negaba con la cabeza.
—¿Cómo es que lo sabes, Johnson? —cuestionó Potter muy enojado mientras tomaba su varita que se encontraba a tan solo unos centímetros de la pequeña Black.
—Lily me ha contado sobre hombres lobos y licántropos por lo que después de ver su comportamiento me di cuenta de que era cierto, que tu querido Lupin era un hombre lobo. Empecemos por las heridas en la cara... —reveló la rubia sumamente molesta.
La multitud observaba a los alumnos mientras Lupin decidía salir de allí lo más pronto posible bastante molesto y reteniendo las lágrimas.
—Deberías aprender a cerrar la boca —comentó James Potter dirigiéndose a la rubia—. ¡Petrificus Totalus!
—¡Protego! —La chica reaccionó rápidamente al hechizo y sin ningún problema—. Y tú a no ser tan obvio —terminó Meryl antes de que el chico negara con la cabeza y fuera a alcanzar a su grupo que iba unos pasos más adelante. Posteriormente, toda la multitud tan solo observaba al grupo de niñas—. ¿Acaso no tienen algo mejor que hacer? —exclamó la rubia consiguiendo que la mayoría desviara la mirada. Cuando la mayoría se hubo ido, fueron directamente con Severus quien estaba sentado en el suelo, más rojo que un tomate.
—Gracias, en serio, muchas gracias —se dirigió a cada una de las chicas sin saber qué más decir.
—Pero Meryl, yo no te he comentado nada de los hombres lobos aún —agregó la pelirroja confundida.
—Lo sé, pero leí algo sobre ellos en un libro y noté el parentesco que tenía Lupin con ellos —explicó Meryl sin darle importancia.
—Vamos, es hora de pociones —les recordó la pequeña Black quien estaba al lado de ellos—. Después tendrás que contarnos todo sobre Lupin.
Durante el camino a pociones, Severus felicitó a su amiga Calynn por haber ocupado aquel hechizo que tanto había practicado.
Después, en las clases de Dumbledore todo iba transcurriendo correctamente pues el director podía observar un gran avance desde que la pequeña practicaba sus lecciones de pie.
—¡Legeremens! —exclamó el director, pero fue expulsado de la mente de la alumna al momento de tratar de abrir su mente. Por un momento Calynn y Dumbledore se miraron hasta que el director dejó su varita sobre el escritorio y aplaudió lo más fuerte posible mientras le daba vítores a la niña mientras esta se sentía halagada—. A pesar de que ya ha superado esta área aún hay muchas cosas que aprender sobre diferentes aspectos —agregó el director antes de darle su último aplauso y le indicaba que se fuera.
Faltaba menos para la cita que tendría con Frank y ya contaba las horas para poder estar a su lado.
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"Hijo inocente, su espíritu se odia.
Odia a la flor que se casó con mi hermano, el traidor.
Y que hagan su comportamiento de títeres.
Porque tú eres la prueba de cómo traicionó a su lealtad".
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⌞ Mordred's Lullaby - Heather Dale ⌟
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