Capítulo 31: La previa despedida

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El decir adiós
es difícil cuando es
por última vez.


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Noviembre cerró sus treinta días con la victoria de Hufflepuff contra Ravenclaw y la celebración de los alumnos de Hufflepuff, quienes mantuvieron una gran sonrisa de alegría por varios días, hace bastante que no ganaban un partido con tanta ventaja.

Y luego llegó diciembre, el mes menos esperado para Calynn, el mes donde la marcarían para lo que sería en el futuro, en este mes algunos alumnos comenzaban a cantar villancicos, algunos árboles navideños asomaban entre los pasillos de Hogwarts y otros estaban emocionados por volver ya que disfrutarían un exquisito pavo que acompañaría la mesa junto con dos veladoras y ese inundable olor a galletas recién horneadas. Y luego estaba Calynn quien regresaría a la fuerza junto con una alta probabilidad de morir si se oponía a su destino.
La pequeña Black se encontraba a las orillas del lago jugueteando con un poco de nieve que había en el lugar, copos y copos caían sin parar mientras enfriaban las tibias manos de la niña quien se encontraba tapada hasta las orejas. Mientras, por sus ojos que apenas lograban vislumbrar por la bufanda que portaba orgullosamente los colores de su casa resbalaban unas cristalinas lágrimas que reflejaba el dolor que tenía sin expresar una palabra. También estaba desesperada pues había invertido muchas horas de la madrugada para planear algo que funcionara y evitara que le hicieran la marca y saliera con vida, pero ¿qué habían logrado? Nada, ya que no contaban con suficiente información y la biblioteca no era de mucha ayuda ya que no había un libro que se titulara: Cómo evitar que te hagan la marca tenebrosa en cinco pasos.

La pequeña siguió jugueteando mientras el aire movía su largo pelo negro cuando escuchó unos pasos detrás de ella.

—Ya te lo he dicho Frank, prefiero estar sola en estos momentos —explicó la niña sin voltear atrás.

—¿Tampoco yo puedo quedarme? —cuestionó la melancólica voz de Severus.

—Oh, lo siento. Sí, puedes quedarte, al menos tú no pides explicaciones —se disculpó la pequeña invitándolo a sentarse junto de ella.
Severus caminó hacia donde ella se encontraba y se sentó en la fría nieve que le manchó su perfecta túnica con los colores esmeralda y plateado.

—Tan solo vengo a disculparme —comenzó Severus susurrante.

—¿Disculparte? —repitió la pequeña confundida.

—Por no poder evitar que te vayan a hacer esto —explicó el niño con expresión triste.

—No hay que disculparse, ya sabíamos que pasaría.

—Pero tenía la esperanza de... —comenzó el chico, pero fue interrumpido por la pequeña.

—Incluso si se nos ocurriera un plan no tendríamos suficiente tiempo para planearlo a la perfección ya que mañana a estas horas ya estaré con mis padres. ¿Qué te parece y aprovechamos las últimas horas para jugar en la nieve? —propuso la niña levantándose de su lugar y sin que Severus se diera cuenta, Calynn le lanzó una bola de nieve a la cabeza.

—¡Oye! Aún no estaba preparado —avisó el niño.

—Ese es el objetivo del juego, tomar al oponente de... —empezó la pequeña arrogantemente, pero fue interrumpida por una bola enorme de nieve que le dio en la cara haciéndola caer y ambos chiquillos se partían de la risa y se correteaban recordando los viejos momentos que pasaban de pequeños en ese jardín donde se veían diario y que no visitarían nunca más, rememorando algunos momentos que la niña no recordaba, pero su amigo sí.

—¡Y no te quiero más aquí por el momento, niña squib! —gritó la voz de Druella.

La pequeña Black salió de la casa por la puerta principal con los ojos húmedos pues odiaba que su madre se molestara con ella, salió sin rumbo alguno secándose las lágrimas cuando chocó con una niña de aproximadamente seis años.

—Lo siento, Lily —se disculpó la pequeña Black.

—No importa Calynn, ¿quieres jugar en la nieve conmigo? —preguntó con voz infantil la pequeña niña pelirroja, sabía que esa niña la conocía desde bastante, o al menos eso le contaba su madre acerca de Lily, Severus y Thana.
Ambas niñas se aproximaron a un jardín y se encontraron con un pequeño niño de aproximadamente su edad que estaba trabajando en un hombre de nieve con mucho esmero hasta que se percató que estaba acompañado.

—Hola, Severus —saludó la pequeña niña pelirroja.

—Hola —contestó el niño cortante, seguía bastante concentrado en el muñeco de nieve en el que estaba trabajando.

La pequeña Black tomó una bola de nieve y la lanzó hacia el pequeño niño. Este en vez de molestarse sonrió dulcemente y comenzó a tomar nieve en sus manos y a perseguir a las dos pequeñas mientras el jardín se llenaba de risas que pocas veces se apagarían.

Y ahora después de unos años estaban jugando como unos niños pequeños disfrutando de los últimos momentos juntos antes de unas horrorosas vacaciones navideñas.

Estuvieron jugando un buen rato tan solo ellos dos sin las molestias de alguien más hasta que llegó la hora de la cena a la que regresaron muy hambrientos después de jugar sin parar.

—¿Dónde han estado? —los reprimió Meryl cuando los vio entrar al Gran Comedor—. ¿Saben que nosotras nos quedaremos aquí? Ustedes al menos pueden despedirse durante el camino en el tren.

—Lo siento, tan solo conversábamos —se disculpó la niña antes de despedirse de Severus quien se dirigía a su mesa.

—Pienso que no deberías ir —confesó Lily apartándola de Meryl.

—¿Crees que yo no lo había pensado? No tengo opción —respondió exasperada.

—¿Quién te forzará a ir? —preguntó Lily tomándola de los hombros.

La pequeña Black comenzó a sacar una nota de su túnica y se la entregó a su amiga.

—Lo escribió con mucha credibilidad, me matará en vacaciones de verano si me niego —expresó Calynn preocupada.

—Pero puedes venirte conmigo —propuso Lily.

—¿A dónde? Además, no quiero involucrar a nadie más en esto —se negó rotundamente la pequeña Black mientras se dirigía a la mesa de Gryffindor seguida por sus dos amigas para comenzar a cenar su última cena en el castillo antes de tener una marca en su brazo que para siempre tendría que ocultar.

—¿A qué hora partirán mañana? —preguntó Meryl cuando Frank se había unido.

—Dos horas después del desayuno —afirmó el niño.

—¿Y eso es? —volvió a interrogar la rubia pidiendo más exactitud.

—Aproximadamente a las once de la mañana, para llegar lo más temprano a nuestros hogares —terminó Frank entusiasmado sirviéndose su cuarto plato.

—Veo que el apetito te ha incrementado repentinamente —comentó Lily a Frank quien balbuceó una explicación que no llegó a encontrar—. No te preocupes, todos regresaremos muy cambiados —terminó Lily en tono de burla refiriéndose a que todos comerían de más, pero para Calynn esa frase significaba otra cosa totalmente diferente.

—¿Y qué van a hacer en su última noche en el castillo antes de vacaciones navideñas? —preguntó Meryl retomando la postura.
Frank y Calynn se miraron fijamente sin saber que decir. ¿Estarían pensando lo mismo? ¿Estarían pensando en pasar la noche ellos dos solos? No, no era así, tan solo Frank tenía eso en mente pues su amiga portaba pensamientos totalmente diferentes, ella pensaba en una agradable convivencia junto a la chimenea de la sala común ellos cuatro intercambiando anécdotas y contando chistes a la luz de la luna que siempre se filtraba por la pequeña ventana de la torre que brindaba una alegre luz que extrañaría observar.

—¿Estás bien? —resonó la voz de Lily quien la había tomado del brazo. La futura mortífaga enseguida se soltó y notó que su cara estaba húmeda a causa de las nostálgicas lágrimas del recuerdo.

—Creo que deberíamos pasar un momento junto a la chimenea, nosotros cuatro y olvidarnos un momento de este... —hizo una ligera pausa buscando las palabras­—, viaje

Todos asintieron y comenzaron a comer más rápido para poder subir a disfrutar del agradable calor que transmitía el fuego de la agradable chimenea.

Cuando todos terminaron, se encaminaron hacia la torre de los leones para pasar una velada increíble e inolvidable libre de preocupaciones, de rencores, de problemas.

—¿Severus se quedará aquí? —cuestionó la pequeña a Lily mientras subían el quinto piso.

—No, también se irá, dijo que la pasará con la familia de su madre —contestó la pelirroja con un estremecimiento en la última palabra.

—¿Y por qué ese estremecimiento? —curioseó la niña notando la reacción de su amiga al mencionar a la madre de Severus.

—¿No crees que haya una posibilidad de que sea mortífaga? —susurró Lily cuidando que no las escucharan.

—¿Por qué lo dices? —mencionó Calynn confundida cuando estaban a punto de llegar al cuadro de su casa.

—Tu madre la saludó como si fuese una vieja amiga —comentó Lily en voz baja.

—Yo no la recuerdo haber visto antes —contestó muy segura la pequeña Black.

—¡Por Merlín! Pero si apenas hace seis meses que te enteraste de que eras una bruja —exasperó Lily.

—Tu tampoco lo supiste hasta que fue tu cumpleaños —replicó la pequeña Black incrédula.

—Tú eres hija de sangres puras, yo solo soy hija de... de... —Pero no pudo continuar al no encontrar las palabras exactas haciendo que su rostro se tornase sombrío y oscuro. Calynn no supo que contestar y fue cuando se dio cuenta que Frank y Meryl los miraban entre confundidos y desesperados.

—¿Alguna de ustedes recuerda la clave con exactitud? —preguntó Frank ligeramente avergonzado.

—Uric el chiflado —mencionó la niña haciendo que el cuadro se moviera dando paso a los chiquillos.

—Ya sabía que las niñas eran más inteligentes que los niños —comentó la Señora Gorda con una risita.

—Entonces, ¿qué soy yo? ¿Un hipogrifo? —dijo Meryl confundida pero como no recibió respuesta siguió su camino y entró a la sala, cerrando el cuadro tras de ella.
Los cuatro amigos se sentaron junto a la chimenea en el mismo orden que acostumbraban y a la misma hora, se sentaron y tan solo se miraron esperando a que alguien tomase la iniciativa—. ¿Acaso vieron una veela? No puede ser que el silencio sea parte de nuestra conversación —bromeó Meryl tratando de comenzar una buena charla.

—¿Qué es lo que más disfrutan de las vacaciones navideñas? —curioseó Frank y las niñas contestaron en el orden con el que se encontraban.

—Leer libros —mencionó obviamente Lily.

—No tener deberes —contestó Meryl sin rodeos.

—La comida —balbuceó la pequeña de imprevisto.

Estuvieron hablando un poco más acerca de las clases en Hogwarts y de los maestros, el ambiente era de confianza, pacífico e incluso divertido ya que Meryl sabía contar buenos chistes que hacían reír a todos. Estuvieron hasta casi la madrugada cuando la prefecta de la torre los mandó al dormitorio. Lily y Meryl se despidieron de Frank de un gran abrazo y Calynn tan solo le dedicó un gesto con su mano.

—Creo que esta velada llegó a su fin —comentó la pequeña Black con nostalgia en la voz, en realidad quería que durara para siempre.

—¿Quién lo dice? Ella tan solo nos ha mandado al dormitorio, nunca mencionó nada acerca de dormir, además la noche apenas comienza —dijo la rubia entusiasmada.

—Pero yo no quiero estar en la oscuridad —comentó Lily sin poder reprimir un tono de miedo.

—De eso yo me encargo —mencionó Meryl sacando su varita de su bolsillo provocando que Calynn diera un paso hacia atrás—. ¡Lumos!
De la punta de la varita de Meryl salió una extensa luz que iluminaba lo suficiente para iluminar sus rostros sin despertar a sus compañeras.

—¿Cómo es que lo haces tan fácilmente? —curioseó Lily porque, aunque ya habían observado ese encantamiento, nunca lo habían visto sin miedo y sin temor.

—Tan solo me salen con naturalidad —mencionó Meryl encogiéndose de hombros.

—¿Y cómo es que los sabes si aún no llegamos a esos hechizos? —cuestionó Lily con una gran curiosidad.

—Tan solo los investigo —respondió la niña sin darle importancia.

—Deberías tener la misma actitud durante las clases —bromeó la pequeña Black.

—No quiero perder mi tiempo en un aula de clases —respondió sin dudarlo un momento.

Siguieron hablando mientras que Meryl les mostraba algunos encantamientos que lograba hacer sin esfuerzo. Estuvieron hablando hasta cerca de las dos de la mañana que fue cuando Lily ya no pudo más.

Las tres niñas se despidieron como cualquier otro día y fueron a acostarse a sus respectivas camas después de colocarse su abrigada pijama. Pero la única que no tenía la mínima intención de dormir a pesar de la hora y de la oscuridad que llenaba la habitación era Calynn quien los nervios la recorrían sin piedad recordando a lo que se enfrentaría de nuevo mañana al mediodía. Las preguntas que tan solo aumentaban su nerviosismo llegaban a su mente ¿Tenía otra opción? ¿Dónde vivirían? ¿Sería peor de lo que esperaba? Esa pregunta la mantuvo rondando en su cabeza largo tiempo tratando de negarla, aunque un sentimiento le decía todo lo contrario pero esta vez traería una varita con ella, ¿acaso eso sería útil? Se la quitarían al instante, además no sabía ningún hechizo de defensa e incluso un fácil encantamiento para dar luz no era capaz de realizar y fue ahí cuando las cuencas de sus azules ojos comenzaron a desbordarse de un mar de lágrimas que tan solo mostraban el dolor, el odio, la tristeza de su falso pasado y de lo que vivía en ese horrible presente, la desesperación de sentirse inútil por no tener un plan, un escape, una opción y el enojo que esto le producía.
Estaba recostada boca abajo para evitar que sus sollozos se escucharan en la oscura habitación recordando cuando la pasada Navidad no podía dormir a causa de la esperanza de que Santa Claus llegara lleno de regalos, aunque en realidad nunca en su infancia llegó Santa Claus y siempre se creyó la excusa de que era una niña traviesa que le dieron sus padres y que ahora averiguó que fue una gran farsa. También le llegaron recuerdos del primer día en Hogwarts donde esas camas les habían caído de maravilla después de un mes de prisioneras; y ahora, de nuevo después de unos meses estaba a punto de volver a ese infierno donde el tiempo parece infinito, y es hasta ahora que comprendía las sugerencias de Lily de hablar con el director porque ahora más que nunca necesitaba el consejo de alguien más, pero era demasiado tarde, demasiado tarde para cualquier cosa. Después de unas horas, sin ni siquiera saber cómo, logró conciliar el sueño en una almohada empapadas de lágrimas llenas de sentimientos.

La mañana siguiente fue de las más ajetreadas de todas las que se habían vivido en Hogwarts; algunos alumnos preparaban apenas cada maleta que se llevarían a sus dulces hogares, otros realizaban rápidamente algunos deberes que tenían pendientes y otros como Calynn desayunaban en el Gran Comedor. Eran las nueve de la mañana y la pequeña Black tan solo había dormido tres horas por lo que estaba muy cansada, pero a pesar de eso la pequeña habló animadamente con sus amigos de Hogwarts de cosas sin importancia hasta que dieron aproximadamente pasadas las diez y se dirigieron hacia la estación de trenes de donde partirían Frank y Calynn en tan solo unos minutos. Meryl les deseó una de las mejores Navidades de su vida a lo que Calynn tan solo contestó con una sonrisa. Mientras Meryl y Frank se despedían Lily aprovechó para hablar en privado con su mejor amiga.

—¿Crees que tengas oportunidad de mandar una lechuza? —preguntó Lily esperanzada.

—No, no lo creo, sería demasiado arriesgado —negó la pequeña con lágrimas en los ojos y expresión triste.

—Prométeme que te volveré a ver —le susurró Lily a su amiga.

—Lo prometo —lo decretó Calynn con voz quebrada.

—Te quiero amiga —comentó Lily mientras la rodeaba con los brazos fuertemente y recargó su cabeza en el hombro de su amiga mientras las lágrimas brotaban sin parar. Estuvieron abrazadas largo rato sin decir una palabra, tan solo disfrutando de los últimos minutos juntas antes de las espantosas vacaciones que le esperaban a la futura mortífaga hasta que comenzaron a cerrar las puertas del expreso y las niñas se despidieron de un triste adiós y subió al tren. Buscó un compartimento y observó que uno estaba ocupado únicamente por Frank y entró sin dudarlo.

—Hola —lo saludó la niña terminando de secarse las lágrimas.

—Hola —contestó Frank apartándose del lugar de donde estaba hacia un lado dejándole a Calynn el lado de la ventana invitándola a sentarse.
La pequeña Black se sentó junto a Frank y el tren comenzó a avanzar, Calynn se asomó por la ventana y observó a las únicas personas que buscaba y observó que Meryl se despedía enérgicamente y Lily tan solo le dedicaba una triste despedida. La pequeña Black se despidió con un movimiento de manos hasta que los rostros de sus mejores amigas se desaparecieron en la oscuridad y fue cuando el silencio reinó el compartimento hasta que un bostezo por parte de Calynn lo interrumpió.

—Meryl me ha contado que ayer se han quedado a hablar en la madrugada en su habitación, ¿a qué hora se durmieron? —curioseó Frank pasando su brazo atrás de Calynn.

—Eran aproximadamente las dos de la mañana, pero yo tardé más en dormir ya que no conciliaba el sueño —confesó la niña.

—Duerme, creo que es la mejor manera de aprovechar el aburrido camino de regreso a casa —le propuso Frank al notar el cansancio de su amiga.

La pequeña Black aceptó y recargó la cabeza sobre el hombro de Frank donde antes de cerrar sus párpados lo último que observó fueron sus ojos color chocolate que la miraban tiernamente.

Y soñó. Soñó plenamente un buen sueño, un sueño feliz transportándose a un mundo donde los miedos y las preocupaciones no eran parte de la rutina, un ambiente de paz y tranquilidad donde el odio y los rencores no son conocidos y las decepciones no son concebidas.

—Debes despertar, Severus me ha avisado que estamos a cinco minutos de llegar —sonó la arrulladora voz de Frank mientras este la movía levemente.

—¿Severus ha estado aquí? —preguntó la niña despertando poco a poco.

—Sí, dijo que quería despedirse, pero no he dejado que te levantase —relató el chico.

—Me alegro. Este sueño me ha ayudado para agarrar fuerzas —comentó la niña.
No hablaron mucho hasta que el tren se detuvo y los alumnos comenzaban a salir de sus compartimentos y descendían del tren rápidamente o se despedían tristemente. La pequeña Black se había puesto de pie, pero Frank la había sujetado del brazo.

—Quiero decirte algo —explicó el niño cerrando la puerta del compartimiento.
Por un momento dudó como comenzar e incluso se sonrojó un poco—. Te extrañaré mucho durante vacaciones —empezó lentamente el niño—, pero quiero que sepas algo. A pesar de cualquier cosa —mencionó tomándola de las manos—, estaré siempre para ti. Te quiero —confesó el niño dándole un tierno beso en la frente y salió del tren sin decir nada dejando a su gran amiga estupefacta. Cuando pudo volver a la realidad se percató que estaba roja hasta las orejas y tratando de concentrarse y pensando en que en unos minutos se encontraría con sus padres, tomó su equipaje y bajó del tren escrutando con la mirada cada rostro que veía en busca de sus padres, pero comprendió que no eran capaces de arriesgarse en cruzar la barrera porque tal vez en el mundo mágico los podían reconocer. Con esa idea en mente arrastró su baúl y se dirigió hasta la barrera y la pasó sin miedo encontrándose con miles de personas muggles que iban de un lado a otro de la estación y fue cuando unas personas se quitaron de en frente de ella y fue cuando los observó, esos rostros oscuros, malvados, malévolos que sin necesidad de conocerlos ya atemorizaban. Se quedó mirándolos un momento hasta que con todas las fuerzas del mundo avanzó hasta ellos. Sin siquiera saludarla, su madre extendió la palma de su mano en frente de su hija y fue cuando Calynn comprendió a lo que se refería. Sacó la varita de sus pantalones de mezclilla y se la entregó sin más preámbulos. La mujer la tomó de un brazo fríamente y la condujo por un largo rato seguidas por su padre hasta que llegaron a un callejón oscuro y vacío. Se pararon en seco y vigilando que nadie vagara por ahí, los padres se tomaron de las manos y ellos de la de su hija y por un segundo todo se volvió oscuro hasta que volvieron a pisar tierra. La futura mortífaga se tambaleó y trató de no caer al piso a causa del mareo que la desaparición le había producido. Cuando se estabilizó pudo observar una mansión frente a sus ojos mientras que a los lados se encontraban altos arbustos y fue con eso cuando Calynn lo confirmó: aquel lugar era el lugar de su sueño de hace unos meses.

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"¿Me rescatarás?
Dame aire para respirar.
Ayuda a estos ojos a ver.
¿Vendrás a rescatarme?"

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⌞ Rescue Me - Eurielle ⌟

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