Capítulo 30: Quidditch

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Una imagen.
Borrosa, efímera.
Y desfallece.


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Noviembre llegó volando, como si alguien lo acarreara. Calynn rogaba que el tiempo pasara lo más lento posible, pero era todo lo contrario.
Hace unos cuantos días habían comenzado a hablar con Thana, aunque eso solo les acarreó más problemas ya que como dijo Severus, el ego se le había subido hasta al cielo e incluso comenzaba a despreciar a los alumnos hijos de muggles, siendo ella uno de ellos.

El fin de semana se aproximaba y no solo había emoción por descansar de las clases, sino que el sábado sería el primer partido de Quidditch del año: Gryffindor contra Slytherin. Los leones y las serpientes entrenaban día y noche durante los últimos días antes del partido. Los días comenzaban a tornarse fríos y sombríos, llovía más a menudo y de vez en cuando azotaban fuertes tormentas. Aunque no era solamente el clima el que estaba tornándose así, sino que los ánimos de Calynn bajaban a medida que pasaba el tiempo e incluso había días cuando prefería estar sola y no hablar con nadie incluyendo a Frank quien comenzaba a preocuparse por la actitud de su amiga.
Algunas veces durante la noche Lily y Calynn se escondían debajo del edredón de alguna de las camas de la sala común y comenzaban a idear posibles planes para evitar lo que diciembre acarrearía.

—¿Qué pasará si no lo conseguimos? —tartamudeó la pequeña Black.

—No hay que desanimarnos, algo se nos ocurrirá, no te preocupes —respondió Lily tratando de sonar segura. Mientras, en la cama de en frente a tan solo unos metros se encontraba Meryl levantada tras el dosel con ojeras, pues no era la primera vez que se quedaba hasta la madrugada a escuchar a sus amigas.
La mañana del sábado comenzó con una ligera lluvia que indicaba que en unas horas aumentaría y que el partido transcurriría bajo las gotas de lluvia.
Cuando bajaron a desayunar pudieron observar a todo el equipo de Gryffindor que devoraba lo último que les quedaba en el plato, algunos de los jugadores estaban temblando de nervios mientras que algunos no mostraban ninguna señal de nerviosismo.

—Calynn, ¿qué crees? Hoy le daremos su merecido a Malfoy —comentó Frank entusiasmado.

—¿A qué te refieres? Nosotros no podemos jugar Quidditch —respondió la niña confundida.

—He apostado con él respecto al partido de hoy —susurró el niño—, si él pierde tendrá que atreverse a sentarse en la mesa de Gryffindor durante la cena de hoy —comentó con entusiasmo—; y si yo pierdo tendré que gritar durante la cena que amo a los alumnos de sangre sucia por ser un traidor de sangre —terminó el niño sin preocuparse.

—Pero Malfoy se sentará con nosotros para molestarnos —replicó Calynn sin entender.

—No te preocupes por eso, lo tengo bajo control —respondió sin darle importancia. 

El clima empeoró como Calynn había previsto, el aire era tan fuerte que se les dificultaba caminar.

—¿Cómo es que no cancelan el partido con este tipo de tormentas? —curioseó la pequeña Black tapándose como podía con la bufanda.

—Tiene que ser algo muy importante para cancelar un partido de Quidditch —explicó Frank.

Llegaron casi a la parte más alta de las gradas y se sentaron ellos dos solos en un buen lugar. La niña tenía frío por lo que colocó su cabeza en el hombro del chico mientras contemplaba algunos jugadores del equipo volar en su escoba para practicar, poco a poco todo a su alrededor fue desapareciendo hasta que lo hizo completamente. De repente pudo ver una imagen, si miraba hacia abajo veía pasar muchas hierbas y lagos a la velocidad de la luz, estaba abrazando a alguien mientras se estaba resbalando poco a poco, la niña sentía que volaba incómodamente hasta que un grito la sobresaltó.

—¡Cuidado! —gritó una voz familiar, pero sin saber quién era.
De repente frenaron sin previo aviso y ahí fue cuando se soltó de quien estaba abrazada y comenzó a caer rápidamente mientras lograba emitir un grito.
Cuando esperaba sentir el golpe alguien gritó.

¡Arresto momentum!

La niña tan solo cayó al piso levemente sin ningún daño.

¡Avada Kedavra! —gritó una persona mientras veía un rayo de luz verde frente a ella sin saber de dónde venía.

Se levantó de un brinco y con la respiración agitada.

—Tranquila, tranquila, tan solo ha sido un sueño —la tranquilizó Frank con su dulce voz.

—Eso espero —comentó la pequeña tratando de volver a estabilizarse soportando el dolor de cabeza que le había dado como si realmente hubiera estado ahí. De repente el sonido de silbato que daba comienzo al partido retumbó fuertemente en sus oídos sacándola de su ensimismamiento. Abrió lentamente los ojos que sentía adoloridos y pudo vislumbrar algunos colores escarlata y esmeralda que pasaban rápidamente.

—¡Eso es, leones! —exclamaba Frank sin si quiera prestarle atención a su amiga.

—¿Has visto a Lilianne? —preguntó la pequeña Black al niño que no despegaba la vista del juego.

—No, pero no iba a venir al partido. ¡Cuidado con esa bludger! —siguió exclamando sin prestar atención a su amiga.

—¡Señor Longbottom! ¿Quiere usted ser el comentarista del partido? —lo reprendió la profesora McGonagall que estaba una fila más atrás de ellos. Calynn se sobresaltó mientras se sujetaba la cabeza fuertemente a causa del dolor que le había provocado esa visión—. Señorita Black, ¿se encuentra bien? —interrogó la profesora poniendo expresión de preocupación.

—De maravilla —contestó entrecortadamente palideciendo cada vez más.

—¿Está hablando en serio? Está más blanca que una lechuza —comentó la profesora.

—Tan solo es un dolor de cabeza —respondió la pequeña Black tratando de no darle importancia.

—¡No puede ser, Gryffindor! —exclamó Frank sin prestar atención a la situación de Calynn cuando el equipo de Slytherin anotó un punto. Los aplausos comenzaron a retumbar con fuerza en los oídos de la pequeña haciendo que el dolor le incrementara.

—Debe ir a la enfermería —propuso la profesora preocupada.

—Tan solo saldré un rato de aquí —aseguró Calynn levantándose de su lugar y bajando de las gradas sin que su amigo se inmutara de su ausencia. Bajó rápidamente sin detenerse y se apartó del partido hasta apagar lo más posible los aplausos y vítores del público, se sentó en la hierba y, aunque se estaba empapando, comenzó a analizar lo que había visto, aunque le costaba cada vez más trabajo y causaba que le doliera más la cabeza. Lo poco que pudo recordar eran vagas imágenes, aunque lo que más podía recordar eran las voces y el sonido, cuando llegó a la parte hasta donde había podido observar, unas cuantas imágenes vinieron a su cabeza, poco a poco se fueron haciendo más nítidas.
Se encontraba tirada en el frío suelo cuando una sombra salió de la oscuridad y se fue acercando cada vez más hasta que casi pisaba los dedos de sus manos, sacó algo de su túnica negra y vio como una luz verde azulada venía hacia ella sin detenerse y, tanto en sus vagos recuerdos como en la realidad, perdió el conocimiento.

—¿Qué te ha pasado? —interrogó Lily que se encontraba a lado de la niña con los ojos irritados.

La pequeña Black parpadeó varias veces por la molestia de la luz de la habitación mientras lograba distinguir el rostro de Lily, Severus, Frank, Meryl y para su sorpresa su primo Sirius junto con James, Lupin y otro chico. Severus era el único que se encontraba bastante distante de todos los demás alumnos de Gryffindor.

—¿Qué ha pasado? —preguntó a nadie en específico.

—Te has desmayado a mitades de los terrenos de Hogwarts —explicó la pelirroja.

—Es una suerte que James y yo estuviéramos pasando por ahí y te encontráramos abrazando a la hierba —explicó Sirius sin poder reprimir un tono arrogante.

—¿Por qué te saliste del partido sin avisarme? —la cuestionó Frank sorprendido.

—No quería desconcentrarte de tus prioridades —contestó la niña llena de furia pues al menos quería escuchar que la había ido a buscar y no que la cuestionaran por salirse sin previo aviso—. Les agradezco mucho por haberme encontrado y haberme traído a la enfermería. —terminó con un tono más amigable y cortés dirigiéndose a James y su primo. Ellos le dedicaron una sonrisa.

—¿Qué es lo último que recuerdas? —la cuestionó esta vez Meryl quien estaba al lado de Lily.

Lo recordaba todo perfectamente, pero ¿era seguro contarles a todos los presentes acerca de su visión?

—Lo último que recuerdo es que bajaba las gradas rápidamente sin detenerme —mintió la pequeña Black.

Nadie en la habitación dijo nada por un largo tiempo hasta que la enfermera llegó y dejó un pequeño vaso en la mesa de noche de Calynn.

—Creo que deberíamos dejarte a solas —propuso Sirius levantándose de la orilla de la cama.

—Lily —la llamó la pequeña Black sin dejar que se levantara de la silla de al lado—, ¿puedes quedarte?
La pelirroja afirmó con la cabeza y esperó a que todos salieran de la enfermería.

—¡No te preocupes por los deberes, al fin y al cabo, McGonagall fue quien sugirió que fueras a la enfermería! —expresó Meryl antes de cerrar la puerta de entrada mientras le guiñaba un ojo.
Por un momento las niñas se quedaron en silencio sin emitir palabra y Calynn aprovechó para tomar el líquido que le habían traído mientras hacía una cara de desagrado.

—Tenía la esperanza de que supiera a moras —bromeó la pequeña, pero Lily no rio en absoluto.

—¿Qué has visto? —interrogó Lily seriamente. La niña le contó todo lo que había logrado observar a detalle sin ninguna interrupción—. ¿Tienes idea de por qué te afectó tanto esta vez? —cuestionó Lily después de que su amiga terminara su relato.

—No lo sé —contestó Calynn honestamente, en verdad no lo sé.

—Debes decírselo a Dumbledore —recomendó Lily bastante seria.

—No. No puedo confiar en nadie aquí, es una pena siendo Dumbledore el director —se negó rotundamente.

—Pero puedes recibir un buen apoyo de parte de Dumbledore y McGonagall —insistió la pelirroja confundida.

—Me imagino que su gran apoyo es mostrarme la puerta de salida del castillo junto con mi equipaje —responde la niña inquieta.

—No serían capaces —contestó Lily muy segura.

—¿Qué no lo entiendes? Soy un peligro, lo más normal es que traten de eliminarme —comentó la niña exasperada, terminando con la voz grave—. Y encima de todo esto, Frank me hace esto —susurró Calynn estallando en lágrimas.

—Te pido que no estés molesta con él, fue quien estaba más preocupado por ti —confesó Lily.

—Sí, claro. Ni siquiera me prestaba atención durante el partido —habló la pequeña Black sarcásticamente.

—Estaba preocupado respecto a su apuesta, por suerte la ha ganado —contó la pelirroja.

—Bien por él, al menos no tendré que bajar a cenar y así no tendré que soportar la arrogante cara de Malfoy en nuestra mesa.

—Creo que debes tranquilizarte, buscaré en algún libro algo acerca de visiones y veré que podemos hacer. Volveré antes de la cena —se despidió su amiga tratando de verse lo más feliz posible, aunque realmente estaba más preocupada que su propia amiga ya que después de muchas investigaciones no había conseguido nada y cada vez se veía más alejada la posibilidad de lograr salvarla de ir en vacaciones navideñas.

Frank se encontraba caminando lentamente por los terrenos del colegio, demasiado desanimado después de que su equipo de Quidditch había ganado. Su mente tan solo estaba ocupada por Calynn quien estaba varios pisos arriba de donde él se encontraba, estaba triste y a la vez molesto sin poder evitarlo. Pasaba a todos de largo sin detenerse hasta que escuchó una charla que llamó su atención.

—¿Calynn? Es un poco ilógico salirse de un partido de Quidditch en plena lluvia. Me imagino que... —dijo una chica de pelo castaño y túnica verdosa.

—¿Qué te imaginas? —cuestionó Frank—. Y piensa bien lo que responderás ya que a veces la imaginación va más allá de la realidad y no me sorprendería viniendo de una serpiente —terminó el niño retando a la Slytherin.

—Me imagino que tienes buenas razones para dirigirme la palabra, ¿no es así, Longbottom? —arrastró las palabras la niña lentamente mientras se volteaba.

—¿Acaso eres Merlín? No eres más que una simple estudiante —respondió el niño a punto de estallar.

—Simplemente tienes que respetar a tus mayores —contestó la castaña barriendo a Frank con la mirada.

—Ambos somos sangre pura, aunque Lily y Calynn piensen lo contrario sobre ti, ¿en qué crees que eres mejor que yo? —respondió Frank un poco confundido.

—Oh, no lo sé, ¿por pertenecer al lado tenebroso? —susurró la niña arrogantemente haciendo que sus acompañantes soltaran ligeras risas.

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Quédate rápidamente dormido".
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