Capítulo 29: Carta de amor

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Un sentimiento,
cálido y muy nuevo,
surge en Calynn.


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—¿Y? —interrogó la pequeña Black.

—El apellido Black no es muy común —contestó Malfoy.

—¿Qué insinúas, Malfoy? —cuestionó esta vez Sirius tratando de no sonar nervioso.

—¿Yo? Yo no insinúo nada, son hechos no suposiciones —respondió agitando el periódico que tenía en la mano—. Y yo sé que conocen a estas personas —continuó desafiante—. ¿Acaso son tus padres? —cuestionó Malfoy a Sirius con una sonrisa maliciosa.

—La familia Black es demasiado grande e incluso más que la tuya —empezó Sirius desafiante—, si estas personas son parte de nuestra familia pues no lo sabíamos —terminó sin dejar contestar a Malfoy que estaba a punto de reprochar.

—Entonces si no conocen a estas personas no creo que les moleste que todo el colegio se entere —terminó con una sonrisa en los labios.
Calynn estaba muy nerviosa por esa situación, no podía decir que le molestaría que todo el colegio se enterase porque levantaría sospechas, pero que todos se enteren no importaría porque no es la única Black en el colegio.

—Aun así, se enterarán, ¿no, Malfoy? ¿O acaso eres el único que lee El Profeta? —se burló Sirius.
Lucius dejó de sonreír y se disponía a contestar cuando la voz de McGonagall los interrumpió.

—Johnson, acompáñeme a mi despacho —ordenó Minerva con un papel en la mano.

—Pero profesora, es el banquete y... —balbuceó Meryl.

—Cancelaría un partido de Quidditch por esto, señorita —contestó McGonagall apurando a la rubia, quien rodó los ojos bastante molesta.
Meryl se levantó de donde estaba y se despidió de sus amigas con un triste movimiento de manos.

—¿A dónde va siempre que la llama McGonagall? —cuestionó Calynn a Lily.

—Seguro cometió alguna travesura —contestó sin darle importancia y siguió con su budín.

—¿Le has dicho algo, Lilianne? —cuestionó Calynn molesta y a la vez nerviosa, se le hacía realmente extraño que desapareciera tan frecuentemente.

—¿Por qué habría de hacerlo? ¿Y desde cuando me llamas Lilianne? —interrogó la pelirroja ligeramente ofendida.

—¿De quién más sospecharía? —cuestionó la pequeña Black.

—Oh, no lo sé, ¿de Malfoy? Además, ¿no confías en mí? —espetó Lily.

—Le tienes demasiada confianza a Meryl —contestó Calynn.

—Nunca haría nada que pudiera perjudicarte —prometió Lily.
Calynn le sonrió melancólica y sumida ligeramente en sus pensamientos.

—Es extraño —comenzó—, eso siempre me lo repetía mi padre cuando me abrazaba —comentó—, míralo ahora.

—Yo lo digo en serio —recalcó la pelirroja—. No puedes compararme con esas personas despiadadas y sin corazón.

La pequeña Black le sonrió antes de que alguien atrajera su atención.

—¡Escuchen! ¿Quieren en realidad sentir una buena fiesta? —preguntó un chico de segundo año de Gryffindor, esbozó una sonrisa y de su túnica sacó unas bengalas que eran fuegos artificiales que comenzaron a estallar formando enormes calabazas anaranjadas haciendo que todos se levantaran de sus asientos para observar mejor.
En eso, por la puerta que dirigía al Gran Comedor entraron dos alumnos más montados en escobas mientras volaban.

—¡Maravilloso! —exclamaron Lily y Calynn a la vez.

Los chicos que estaban en las escobas pasaron por arriba de las mesas y comenzaron a lanzar ranas de chocolate fuera de su empaque haciendo que saltaran por todas partes o sobre la cabeza de algunos estudiantes. Los alumnos que estaban sobre la escoba dieron la vuelta a las mesas y esta vez sacaron cajas y cajas de Grageas Bertie Bott y comenzaron a esparcirlas creando montañas de grageas en cada mesa con cientos de ellas por no mencionar miles. Después se detuvieron en medio del comedor y de los bolsillos de sus túnicas sacaron más fuegos artificiales que aventaron con un poco de confeti morado y anaranjado. Los alumnos contemplaban maravillados el estallar de los fuegos artificiales y todo tipo de figuras que formaban como calabazas, sombreros, dulces y demás. Cuando todos los cohetes estallaron los alumnos aplaudieron junto con algunos profesores que dejaron de comer para ver el espectáculo.

—Esto le llamo la verdadera fiesta —comentó Dumbledore alegremente haciendo que la profesora Galatea de DCAO lo mirara extrañada para después rodar los ojos y seguir con su pastel de calabaza.

—Realmente está amargada esa mujer —comentó una voz agitada detrás de Calynn.

—¡Meryl! ¿Acaso puedes aparecerte? ¿Cómo es que has regresado tan rápido? —preguntó la pequeña Black. —. ¿Y por qué estás tan roja?

—Creo que es por bajar corriendo —se excusó la rubia.

—¿Y por qué hiciste eso? —curioseó la pequeña Black sin dejar hablar a Lily.

—Tan solo fue porque me molesté un poco con ella y por eso bajé las escaleras rápidamente —balbuceó Meryl—. No hay que hablar acerca de eso.

—¿Pero ya lo has arreglado? —interrogó esta vez Lily.

—Sí, todo está resuelto —aseguró la rubia mientras asentía con la cabeza, bastante convencida.
Las tres amigas volvieron a sus asientos sin antes atrapar algunas ranas de chocolate que saltaban sin parar.

—¡Meryl! Te has perdido de los fuegos artificiales, han sido asombrosos —comentó Frank.

—Al menos todavía quedan grageas —respondió para después agarrar un puñado y ponerlas en su plato.

—¿Nada te detiene cuando se trata de comida, cierto? —cuestionó Calynn.

—Ni siquiera un coraje con McGonagall —contestó antes de partirse a carcajadas.

—Frank, ¿te quedarás aquí para vacaciones navideñas? —curioseó Calynn mientras cortaba un pedazo de pastel acompañado de grageas.

—No, mi familia siempre se reúne en esas fechas para pasarla todos juntos. Somos una familia inmensa, ni siquiera la logras imaginar —confesó el niño.

—Imagino que están llenos de magos y brujas —comentó Calynn.

—Así es, de hecho, mis padres quieren que para mi cumpleaños vayamos de nuevo a un partido de Quidditch —respondió con entusiasmo.

—¡Pero si a ti no te gusta el Quidditch! —exclamó la pequeña Black.

—No me gusta practicarlo, pero sí verlo —aclaró Frank.

El festín continuó hasta la mayoría de los alumnos terminaron su comida. Después, de la nada y repentinamente salieron cuatro fantasmas atravesando las mesas asustando a los alumnos; Amelie que estaba en medio de la mesa de Slytherin escupió el jugo de calabaza haciendo que la cara de Lucius quedase empapada. Lily y Calynn se aguantaron la risa mientras que Meryl, James y sus amigos no paraban de reír al igual que la mayoría de los alumnos de Slytherin.

—¿Qué tal, señoritas? —saludó Nick cortésmente atravesando la mesa.

—Hola, Nick, ¿qué te trae por aquí? —saludó la pequeña Black.

—Nos gusta venir todas las fiestas de Halloween a asustar a los niños de primero, pero no a ningún alumno de Gryffindor no señor, ellos son valientes y fuertes —exaltó el fantasma—. Los más fáciles de asustar son los chicos de Hufflepuff, sobre todo cuando el Barón Sanguinario anda por ahí.

—¿El Barón Sanguinario? —preguntó Lily confundida.

—El fantasma de la casa Slytherin, incluso a mí me da miedo —susurró y luego hizo una pausa—, pero no le digan a nadie. Ahora vuelvo, ese pequeño niño Ted Tonks está demasiado distraído y perfecto para asustar —mencionó para después asustar a un pequeño chico que estaba leyendo un libro en la mesa de Hufflepuff.
Después de unos minutos el director dijo unas pequeñas palabras de despedida dando fin al banquete. Algunos alumnos se quedaron para hablar, otros se fueron a su sala común y algunos se habían cambiado incluso de mesa. Los estudiantes que aún quedaban en el comedor eran porque se habían quedado para estar a solas con una pareja.

—¿No les gustaría subir a la sala común? —propuso Frank antes de emitir un bostezo.

—Nosotros nos quedaremos un poco más hasta que Filch venga a castigarnos y termine con broche de oro esta fiesta cuando nos quite la mayor cantidad de puntos posibles —mencionó James con una sonrisa en los labios.

—Yo acompañaré a Severus, está muy solo en la mesa de Slytherin —anunció la pelirroja.

—Bien, nosotros subiremos de una vez, nos vemos allá —indicó la pequeña Black para salir por las enormes puertas del Gran Comedor con Frank.

—¿Tú te quedarás aquí para Navidad? —preguntó Frank mientras subían las escaleras del vestíbulo.

—No, mi familia se reúne y yo tengo que volver —mintió la niña.

—Me alegro, aunque he oído que desde cuarto año hacen un baile de Navidad donde llevas a alguien especial para ti —contestó Frank—. ¿Tú a quién llevarías?

—No lo sé —respondió la pequeña encogiéndose de hombros—. ¿Y tú?

—A ti por supuesto —confesó el niño deteniéndose en seco.

—¿Hablas en serio? —preguntó la niña con una dulce voz mientras Frank la tomaba de las manos.

—Totalmente —aclaró el chico para después abrazarla fuertemente con mucho cariño, la niña se lo devolvió sin dudarlo con una sonrisa en los labios. Cuando se separaron se miraron fijamente sin decir una palabra pues no era necesario porque en ese momento ambos habían confirmado que ese sentimiento que tenían el uno con el otro iba más allá de la amistad.


—Pudiste haber agregado algo —le sugirió la pelirroja a Calynn después que le contara lo sucedido hace unos días.

—¿Cómo qué? Tan solo nos miramos sin necesidad de hablar —reclamó la pequeña sin evitar sonrojarse.

—No lo sé, tú lo conoces mejor que yo —respondió mientras terminaban de recoger sus cosas del aula de Defensa Contra las Artes Oscuras donde se creían solas.

—Severus me ha contado que Thana se ha vuelto demasiado presumida —continuó Lily estupefacta.

—Es hija de muggles, ¿no es así? —preguntó la niña confundida.

—Lo es, pero creo que es por pertenecer a las serpientes que se cree demasiado —explicó la niña.

—La hemos dejado olvidada, creo que deberíamos hablar más a menudo con ella —comentó la pequeña recogiendo el pergamino de la clase.

—Puede ser buena idea —respondió la pelirroja saliendo de la habitación seguida por Calynn. Después de un momento de que ambas niñas hubieran salido del aula una niña rubia y de ojos verdes salió de un escondite con una sonrisa maliciosa y siguió a ambas niñas de Gryffindor.
Siguieron caminando hasta llegar al Gran Comedor a disfrutar un poco de los platillos del medio día.

—Minerva me matará —comentó Meryl quien ya se encontraba en la mesa de Gryffindor.

—¿Por qué haría eso? —cuestionó Calynn divertida.

—Me faltan más de tres tareas en lo que llevamos en Hogwarts —explicó la rubia.

—Yo me preocuparía más por la discusión que tuvieron hace unos días —comentó Lily muy bromista.

—...Lunático no nos vayas a hacer ganar puntos por estar nominado a la pareja del año —se escuchó la voz de James a sus espaldas seguida de una carcajada de Sirius.

—Muy gracioso —contestó Lupin sarcásticamente—. Pero no te importaría si tu pareja fuera Lili... —respondió el chico antes de que le taparan la boca y comenzara a forcejear para zafarse. Mientras James y Lupin peleaban, Sirius los miraba mientras reía y Peter los observaba preocupado.

—¡Au! —aulló Lily a quien empujaron James y Lupin.

—Mira lo que haces, Lunático —advirtió James.

—¿Yo? Pero tú has sido el que ha empezado —replicó Lupin enfadado.

—¡Ya basta, chicos! —las palabras de Lily parecieron ser órdenes ya que en ese momento ambos se callaron y se sentaron como habitualmente lo hacían.

—¡Miren! Ahí vienen unas cuantas lechuzas —anunció Meryl señalando una parte alta del castillo. Calynn no se percató en absoluto y siguió con su almuerzo hasta que mientras comía observó unas perfectas patas amarillentas que se colocaron frente a ella. La lechuza traía un gran paquete sin ningún tipo de carta. El miedo a que fuera por parte de sus padres le recorrió el cuerpo sintiendo un gran escalofrío en toda la espalda.

—¡Ábrelo! Se ve que debe ser algo realmente grande —mencionó Meryl entusiasmada, aunque Calynn no sabía si eso podía considerarse bueno.
Tomó el paquete y comenzó a abrirlo con sumo cuidado como si tuviera una bomba en su interior. Cuando terminó de quitar cada una de las envolturas encontró dos grandes cajas de grageas Bertie Bott como las que habían comido Frank y ella durante esa tarde junto al lago. Buscó quién se las había regalado, pero no venía ninguna carta, cuando levantó la vista observó a Frank que la miraba con una sonrisa mientras le enseñaba una caja violeta llena de grageas. Antes de tirar la envoltura la sacudió bien para ver que no se le olvidara nada y fue cuando un pequeño sobre de papel cayó sobre sus manos, la niña lo abrió y leyó:

"Querida Calynn:

Creo que algunos de los momentos más felices los he pasado junto a ti, espero que sigamos siendo amigos y tal vez algo más. Y quiero que sepas que no importa cuántos secretos tengas, yo seguiré contigo pase lo que pase.

Tu amigo especial
Frank.

PD: Disfruta de los dulces, ojalá todos sean de tu agrado"

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"Cariño, ¿podría ser que tienes tus dudas?
El silencio parece ser
lo único de lo que podemos hablar".

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⌞ Silver Lining - Adriana Figueroa ⌟

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